Ficha de Kazami Yuuji

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La vida de este individuo durante sus primeros años resulta difícilmente sobresaliente. El chico tenía una madre dócil, un padre estricto y una hermana bondadosa. Vivían en una mansión japonesa que en tamaño no tenía nada que envidiar a los recintos de las élites del país. No podía decirse que les faltaba dinero -lo tenían por montones- pero aún así el joven sentía que vivía en la miseria.

Su Padre era un hedonista descarado, intolerante y egocéntrico; proveniente de una familia (ex)millonaria, dueña de una prominente compañía que considerara por muchos el principal bastión económico de todo Japón. Pero todo ello quedó el pasado. Para el tiempo en que había contraído matrimonio con una hermosa y tranquila joven de pasado incierto, aquella compañía no era ni la sombra de lo que fue una vez en antaño; la recesión los había golpeado peor que a nadie en el país, aunque quizá su caída en la ruina halla tenido algo que ver con la supervivencia del Estado. Todo lo que quedaba eran unos cuantos millones de yenes que había heredado dada la repentina muerta de sus Padres. Siendo hijo único, tenía derecho sobre las últimas pertenencias de la compañía. Quizá no era poco dinero, pero sin trabajadores ni infraestructura poco se podía hacer en esos tiempos donde los ecos de la recesión aún eran audibles. Ese hombre, egoísta y estúpido como era, decidió ocultar de su esposa todo lo referido a su historia, a su herencia. Por su cuenta decidió gastar aquél cuantioso dinero en placeres banales e infructuosos, sin siquiera pensar en el futuro de su esposa; quién en algún momento de su tiempo en convivencia, había quedado embarazada.
Ahora, aceleremos la historia hasta los primeros años de la vida de Yuuji.

Habiendo pasado ya bastantes años desde el nacimiento de su primer hijo -hija, en realidad- la familia por fin vivía en lo que podría llamarse una residencia digna del estatus que una vez poseyó la cabeza del hogar. Su estilo de vida, sin embargo, no había cambiado. Su padre seguía malgastando el dinero que poseían en los mismos placeres triviales,les; apenas aportando un no-tan-pequeño pero suficiente capital para la educación de sus hijos. Todas las demás expensas quedaban en manos de su pobre madre, quien no poseyendo una forma de trabajo fijo, dependía del salario de diversos trabajos de medio tiempo. Quizá sea signo de mención la gran habilidad de aquella mujer para mantener los exorbitantes gastos que entre su esposo e hijos se generaba, con el poco egreso obtenido.

Su hermana era considera una "genio"; no solo por su padre de estándares inhumanos, sino también
por la sociedad que les rodeaba. El ya anciano cabeza de familia tenía la gran esperanza de que los talentos de su hija se desarrollaran para algún día volver a llevar a flote la ya derruida compañía de su familia. Y así, impulsado por sus delirios seniles, impuso sobre su vástago la mejor educación disponible: la mejor escuela del lugar, los mejores instructores privados, las mejores herramientas didácticas. Podría decirse que recibió el mejor trato que podía recibir de parte de aquél elitista padre.

Entonces llegaría el nacimiento del segundo hijo. El hombre, inicialmente con grandes expectativas dado el desempeño de su primer vástago, esperaba a un heredero digno del mismo género. Sin embargo, sus esperanzas se verían destruidas por el desempeño del joven.
No podía decirse que fuera promedio; cuando se esforzaba, era capaz de superar a cualquiera en cualquier campo; pero sus logros no merecían el merito de llamarle "genio". "Superior al promedio", era el mejor reconocimiento que recibía. Esto llevo inevitablemente a que emergieran comparaciones entre ambos hermanos.
Entre todos, quizá el peor agresor fue el padre. Podía soportar las burlas de sus compañeros, las comparaciones injustas que realizaban sus maestros, las miradas burlonas de los miembros de su comunidad; pero el trato que le daba su padre era bastan más severos, llegando incluso a utilizar métodos poco ortodoxos. Era su madre quien siempre intentaba abogar por el muchacho, pero tales acciones solo llevaban a conclusiones violentas. Al final del día, las únicas personas en tratarlo como el humano que era, fueron su madre, su propia hermana, y un muchacho -o quizás una muchacha; apenas tenía 8 años, así que no prestaba mucha atención as ciertos detalles- que había conocido un día en un parque y quien al parecer desconocía del contexto en que vivía su nuevo compañero de juegos.

Cumpliría nueve años cuando cierto accidente ocurrió, y cambiaría por completo su vida. Todo empezó con la muerte de su hermana durante un viaje de estudios. Este evento, como si se tratara del primer domino de en bien organizada, sería el catalizador de sus futuras desventuras. El siguiente sería su padre, quién perdería su vida durante un accidente, mientras este se desquitaba en su hijo la perdida de su única esperanza de revivir la dignidad de su apellido. Inevitablemente, su madre sería la última, no pudiendo soportar la pérdida de su esposo -a quién por alguna razón amaba hasta el punto de la obsesión- y de hija.


La vida de Yuuji había sido destruida: No era maravillosa; por el contrario, pocos eran los momentos en los que deseaba que algún evento lo sacara de ese agujero sin fondo. Pero aún así, era su vida. Perdió a su familia; quizás odiaba a su padre, quien poseía una indiscutible soberanía, pero solo uno entre 3 personas. Después de todo, amaba a su madre y a su hermana; las únicas personas que le había mostrado verdaderamente afecto.

La culpa poco a poco empezó a alterar la psique del niño, quién no podía evitar sentirse responsable de la muerte de toda su familia: La actitud que mostró ante su hermana antes de que esta viajara, su reacción frente al maltrato no justificado de su padre, la respuesta de su madre frente a la pérdida de su esposo... Todo ese peso poco a poco termino acumulándose en la mente del muchacho y, sin una persona a quien el pudiera acudir por conforte, no tardaría en alterar el estado del muchacho -quien de por si poseía poco autoestima- en una criatura de odio puro; odio dirigido a su misma persona.

Considero muchas opciones, pero muchas no eran factibles y otras eran simplemente inconcebibles aún en la precaria situación en la que se encontraba. Vivía con unos parientes de su padre, pero estos no le daban ni la menor importancia a su bienestar; o siquiera, su presencia. De hecho, eran incluso más severos que su propio padre, quien a penas lo trataba como humano.y mucho menos como su hijo. Eran sus parientes, pero solamente hasta ahí llegaba su relación: no existía ningún tipo de vínculo aparte de compartir genes, no existía afecto. En parte, no le importaba el trato que estos tuvieran para con él; sentía que simplemente pagaba el precio de su impotencia para proteger a quienes más apreciaba. Vació como una cascara, era como se sentía.
Entonces un milagroso día -o al menos, así lo consideraba él- una mujer alta de largos cabellos oscuros llegó a la puerta del hogar de sus parientes. Ella dijo clara y con precisión que se llevaría al niño para tenerlo bajo su protección. En efecto, se trataba de su nuevo guardián: una amiga de madre, quien no hace poco había recibido una carta. No entraron en detalles; los desinteresados parientes no tenían razón para mantener a un inútil niño que solo consumía sus víveres y no les proporcionaba ganancia alguna.
Así, no tardaron en llegar al acuerdo de entregar al niño bajo el cuidado de la recién llegada. Hecho el trato, la joven mujer y el niño no tardaron en retirarse del lugar, sin dar lugar a innecesarias despedidas; después de todo, no tenía razones para mostrar la más mínima muestra de afecto a una pareja que, para él, no eran más que desconocidos.

No podía decir que su nuevo estilo de vida era una mejora considerable, al menos en lo que a calidad se refería. Ahora vivían en una cabina localizada en la parte más alta de las faldas de una montaña: lo suficientemente lejos de cualquier cuidad o poblado como para considerarse aislada; pero lo suficiente para poder tener contacto con los servicios más básicos disponibles. Ahora realizaba trabajos simples y básicos como cortar leña, limpiar la cabina o cocinar las meriendas; al mismo tiempo pasaba por un entrenamiento infernal personalizado por su nueva guardiana, con la esperanza de mejorar las actitudes mentales y físicas del muchacho para sí convertirlo en alguien capaz de realizar sus propias decisiones. En verdad dicho entrenamiento no era nada más que un versión más estricta de la típica rutina que se desempeñaba en campos militares. La guardiana no era capaz de hacer más por el muchacho; nunca había tenido que cuidar de alguien de menos capacidad y menor edad que ella. Sin embargo, el muchacho no podía quejarse demasiado, pues a pesar de la dura vida que llevaba; había recuperado lo que una vez había perdido: Afecto.
Aún así, de la misma manera que toda herida deja una marca en forma de cicatriz; la mente del muchacho no había se recuperaría del todo con simplemente poseer un nuevo extravagante estilo de vida.

Pasaron muchos años, y muchas experiencias; incluso tuvo la oportunidad de experimentar lo que sentía estar en un frente de batalla. Ahora, el joven tenía 19 años y al fin podía considerarse a si mismo "promedio" -opinión algo enjuiciada por su poco autoestima. Sus conocimientos son todos excelentes, excepto quizá por ciertos aspectos como etiqueta o ciencias sociales, que esta en proceso de mejorar. Ahora que vive "solo" -al menos, sin compañía humana- en un apartamento, posee diversos trabajos de medio tiempo: ortodoxos y poco ortodoxos, simples y complejos; entre ellos los trabajos de camarero y "conserje". El joven simplemente intenta tener el estilo de vida más normal que pueda tener.
Su aspiración es encontrar una profesión tranquila y estable; para lo cual planea enrolarse en una universidad. Sin embargo, hay algo diferente en su vida; algo tan diferente en comparación con todas sus pasadas experiencias que no dudaría en llamarlo "surrealista". Ahora vive con la "compañía" de un extraño ser del cual desconoce hasta el más mínimo detalle, algo inusual para alguien como él.

Cuando cumplió 16, mientras "buscaba información" en el Internet, ocurrió un extraño suceso: Un portal de luz, azul como el cielo en pleno día, se había abierto de improvisto en su monitor. Del extraño fenómeno emergió una extraña criatura -ni idea si podía considerarlo un ser vivo- que nunca antes en su vida había podido observar. El no dijo ni una palabra; la criatura tampoco emitió ruido alguno. Desde entonces ambos se encuentran viviendo en co-existencia.