Arena, músculos y divos [Misión Simon]

Era la primera vez que el peliazul asi como su compañero digimon viajaban en un Trailmon, y ciertamente no había sido una experiencia grata para el más humano de aquel dúo. Notandose un gran contraste de esto mientras el trayecto que estos hacían hasta el Coliseo llegaba ya a su tramo final, viéndose en la lejania el esplendor en parte intimidante del lugar. - ¡Mira eso, Simon! ¡Algún día verás que yo también vendré a participar a un torneo aquí...Y estaré entre los campeones! - Declaró a pleno orgullo Hakase, la anaranjada lagartija sabelotodo que ni siquiera se preguntaba por el color verdoso en el semblante de Simon. - Ahm .... Si... Que... genial... - No hubo más respuesta por parte del muchacho hasta que finalmente se bajaron del dichoso Trailmon. Agradeciendole el chiquillo a cualquier dios que gobierne en este mundo digital el fin de esta desagradable experienxia.

¿Pero por que soportar aquel castigo? Fácil, ambos se encontraban en su primer trabajo en el mundo digital en pos de avanzar por lo desafiante que seria cada nuevo dia a partir de ahora. - Tenemos unas horas de sobra... Pero no creo que debamos confiarnos. - Comenzó a decir nuevamente con cierta prepotencia el vanidoso Hakase, mientras poco detrás de él avanzaba a paso menos firme su Tamer que se iba recomponiendo del abominable mareo  - Reunamonos con nuestro participante en especifico, oi que hacerlo esperar aunque sea un minuto no es nada recomendable. - Finiquito por comentarle el joven Digimon mientras miraba al peliazul por detras del hombro. Acelerando el paso incluso luego de ver que ya de por si a Simon le costaba seguirle a ritmo normal. Y allí fue cuando de camino a la sala principal el dúo empezó a maravillarse y un poco también intimidarse por igual.

Y es que si bien no era la primera vez que contemplaban algunos Digimons de niveles superiores, si era la primera ocasión donde se cruzaban con unos que tras de si traían una intimidante aura deseosa de combate. - Son... son impresionantes... - Murmuró Simon, distrayendose en el peor instante con un grupo de los participantes pues su descuido le hizo chocar con otro Digimon del torneo también reunido en un grupo, un quinteto más exactamente. Mismos que miraron con desdén al pequeño humano. - Y-yo... Lo siento no quise... - El chiquillo no sabía como excusarse, siendo fulminado con la mirada por el tosco pero imponente Zudomon que chocó y que; en su titánico porte; apenas si notó el impacto del chico pero aún así sentía su férreo ego desafiado. Junto a él estaban un Parrotmon también notoriamente más grande que el muchacho, secundando la mirada de desprecio de su colega mientras las plumas en su cabeza emitían leves pero intimidantes chispazos. Más atrás estaban un Aero V-Dramon, más extrañado con lo ocurrido e incluso indiferente por el destino del chiquillo, más enfocado en ofrecer un porte magnánimo que otra cosa. También un Loader Liomon, de composicion resplandeciente al punto de casi llegar a ser cegadora, viendo más a Simon como una posible presa o aperitivo que como una amenaza. Y por último, aunque incluso algo más pequeño que el joven humano, un Mametyramon ofreciendo una sonrisa de malévola complacencia al ver el lío en que se metió el jovencito mientras estaba posado sobre el hombro del mismo Digimon perfeccionado que Simón había chocado.

Fue la oportuna intervencion de Hakase lo que salvó el pellejo del pasmado chiquillo, llegando de improviso con noticias referidas al trabajo que ellos tenían entre manos. - Disculpen, perdonen... ¡Simon! Nuestro participante no está por este lugar pero oi de muy buena fuente en donde podría estar ahora. - Llevando a su Tamer a rastras sin haberse enterado que prácticamente le había salvado la vida, Hakase se encaminó en dirección hacia donde el MetalEtemon a asistir podria encontrarse en su constante búsqueda de resaltar por sobre el resto. Fue en ese arrastrar sufrido por el muchachito que este notó entre la multitud de Digimon participantes, todos buscando lucir intimidantes ante sus pares, uno de aspecto mas modesto y enigmático. Pero que por una razón a su paso todos los demas iban abriendole camino con cierto temor que intentaban disimular casi en vano. - ¡Mira! ¡Allí! ¡Allí! Está en la cima de aquel obelisco. - Ya en las afueras de la sala principal, la mente y sentidos sagaces de Hakase no demoraron en dar con MetalEtemon.

Este mismo que se encontraba de pie y en porte solemne en el máximo punto de uno de los obeliscos del lugar. Mirando hacia la lejanía dando a entender claramente su sensación de superioridad con respecto a todo aquellos decenas de metros por debajo de su posicion. - Tenemos que presentarnos ante él... Pero dudo que baje hacia nosotros si lo llamamos... o que de hacerlo eso vaya a terminar en algo lindo para ambos por interrumpirle en...lo que sea que esté haciendo. - Le comunicó el sapiente Agumon a su Tamer con palabras un tanto desesperanzadoras pero reales. Por todos en el coliseo era conocido el aire y actitud prepotente de MetalEtemon. - Entonces.... uh... ¿Como subiremos hasta donde está él? - Cuestionó muy acertadamente el chiquillo humano ante la obvia falta de medios o habilidades de ambos por alcanzar el peculiar punto donde se posicionaba el metálico digimon de máximo nivel.

Efectivamente encima del obelisco se hallaba MetalEtemon. ¿Se estaba preparando para el combate o sólo se lucía? Probablemente lo segundo. El mono metálico se agachó al ver a las dos figuras reunirse bajo el obelisco. ¡Al fin! ¿Dónde estaba todo el mundo? MetalEtemon carraspeó y decidió bajar a "atender" a sus fans mientas ponía su mano en la frente a modo de visera, dirigiendo la mirada hacia abajo. El eco de una estruendosa risa incluso llegaba a Simon y a Agumon. El MetalEtemon saltó desde el obelisco hasta caer delante de ambos, que notaron el suelo temblar levemente al recibir el peso del chrome digizoid que recubría el cuerpo de MetalEtemon. El mono incluyó pose a su caída.

—¿Quienes sois vosotros? ¿Fans? No, no parece que llevéis nada para daros un autógrafo...—comentó el digimon, con gesto pensativo pero luego se golpeó el puño como si hubiera dado con la respuesta— ¡Ya sé! ¡Sois reporteros de Ciudad Central, donde esos digimon urbanitas quieren saber de la fama de la estrella del coliseo! ¡Os concederé la entrevista y así les diré el secreto a todos esos pequeñines de cómo conseguir ser casi tan fuertes como yo!

Remarcó el casi con una amplia sonrisa dorada. Había que concederle que además de malos modales —ni había preguntado los nombres a la pareja— también tenía mucha imaginación. Se había montado su propia película, pero por desgracia, había que cumplir todos esos caprichos.

—¡No seáis tímidos! ¡Concedo entrevistas, es natural que la gente que no es fuerte quiera saber de mi hercúlea fuerza e intensa vida!—parecía bastante entusiasmado con la idea... algo le decía a Simon y a Agumon que decirle que no había ningún tipo de entrevista no le iba a sentar bien. Habría que salir del paso inventando algo sobre la marcha.

Off: Pues para que el señorito no se enfade, habrá que cumplirle la ilusión de ser entrevistado. Debes inventar una entrevista -con sus preguntas y las respuestas de MetalEtemon teniendo en cuenta su personalidad- y luego, convencerlo de por qué su ayudante le está haciendo una entrevista. Cualquier duda dime.