Torneo de Año nuevo: Freddy vs Tataki (concurso)

Sin saber cómo o porque había llegado allí, un terrorista retirado y recién “reincorporado” en el oficio de ser la muerte misma, se encontraba en un torneo de pelea por razones inexplicables. Quizás el hecho de que un señor ofreciéndole caramelos por subirse a una camioneta negra tendría algo que ver en aquello, pero nada ni nadie pueden afirmarlo con seguridad. Lo único que estaba claro, es que ahora él se encontraba encadenado y esperando a que lo llamaran para iniciar su combate. No obstante, el no sería quien combatiría, por contradictorio que sonara… si, estaba obligado a pelear por quien sabe qué, pero él no sería quien luchara… serían los verdaderos guerreros en su interior. Así es, el hecho mismo de que quien estaba presente a la hora de “luchar” no significaba que debía hacerlo… serían los espíritus que resguardaba su aparato en el bolsillo.

Aguardo pacientemente hasta que las cadenas que lo mantenían preso en su asiento fueran jaladas con fuerza, lanzándolo como si fuera un mero trozo de carne a las fauces de un león. Rio tranquilamente una vez los grilletes se abrieron. Podía irse cuando lo quisiera, podía simplemente despertar a su máximo exponente de poder y demencia para matarlos a todos en ese momento pero… no lo haría. Le daría una oportunidad a aquel torneo, simplemente porque se le daba la gana. No tenía nada mejor que hacer y le estaban dando la oportunidad de dejar hospitalizado a alguien sin tener que pagar los gastos médicos, así como quizás, posiblemente dejar en estado de agonía a quien tuviera la desgracia de enfrentarlo. El pensar en todo eso despertaba una risa irónica y preocupante en su interior.

A unos 30 metros de distancia se encontraba su oponente, confundido por no saber en dónde se encontraba posiblemente. Le resultaba gracioso que su adversario fuera lo mismo que el: un mero trozo de carne arrojada a las fauces de la bestia. No se molestó en ver más allá de su oponente; no le interesaba siquiera si se encontraba en una arena común y corriente o una hecha a la medida para sus estándares destructivos. No. El humano solo sonrió y aguardo a que algún arbitro diera la señal de comenzar.

Sonó una voz muy irritante, la de un mono aparentemente… ¿y que se escuchaba a su lado? ¿Una ángel quizás? Podría ser… eran divertidos. Se gritaban entre sí como si fueran marido y mujer, y como toda buena pareja recién casada, la novia (o sea, la ángel) rompió una silla de madera en la cabeza del marido (el mono) para dejarlo inconsciente y continuar así su trabajo. Según la ángel, las reglas eran simples: solo el poder mínimo posible y el primero que dejara inconsciente a su oponente ganaba. Eso fue una gran decepción para el humano, puesto su poder mínimo… era el que el mismo tenia, y el no deseaba pelear. Analizo como pudo a su oponente y no parecía que él tuviera nada relativamente peligroso para pelear… ¿entonces así seria? ¿Una aburridísima pelea a puño limpio? Qué asco… simplemente, que asco. Suspiro resignado y comenzó a caminar, atravesando un campo volcánico que si bien podía resultar molesto debido a la gabardina que portaba, resultaba también muy apropiado para representar el dolor que le provocaría a su adversario.

Su oponente observo al terrorista con cierto temor y confusión, adoptando una postura defensiva. Quizás no tenía medidas concretas de defensa… o simplemente, no esperaba que de verdad tuviera que pelear contra un desconocido. Fuera como fuera, el ex terrorista se detuvo a mitad de camino cuando sonó nuevamente la voz de la ángel. Ella se preguntaba porque aún no habían evolucionado… que porque seguían en sus formas humanas cuando el combate había comenzado. Eso llamo la atención del humano demente, lo cual le dibujo una amplia sonrisa en el rostro. Rebusco en su bolsillo un aparato manchado de sangre y en su mano se generó un condigo digital extraño. Arrojo el aparato al aire y estiro la mano, logrando que al momento de su caída, el aparato analizara el código sin problema alguno. El desgraciado comenzó a reír mientras pronunciaba 2 simples palabras: “Rookie Evolution”. Su cuerpo se transformó totalmente, dejando de ser un humano para volverse una especie de reptil con armadura de kendo o traje kendoka o algo así… el anteriormente humano no tenía ni la menor idea de cómo se llamaba esa cosa exactamente. Aun así, cuando se transformó, dejo de ser ese humano… y se volvió un niño en todos los sentidos. Su cuerpo pequeño y voz chillona, así como actitud exagerada e hiperactiva lo delataban perfectamente.

El niño observo a su oponente humano y tras una serie de insultos infantiles poco hirientes, corrió hacia el a toda velocidad. Su adversario no parecía tener una clara arma contra el infante, por lo que cuando llego la hora de la verdad no pudo hacer nada. Un cabezazo propinado por el infante dinosaurio a la entrepierna del humano fue suficiente para dejarlo K.O. El niño rio como si hubiera derrotado al mayor de los males, y antes de que se pusiera a rematar a su adversario aplastando su cabeza, regreso a su forma humana "tranquila" y “controlada”. Sonrió con diversión y se dio la media vuelta, viendo como esas cadenas lo aprisionaba de nuevo y jalaban hacia su jaula; mientras que la ángel lo proclamaba ganador de ese combate completamente estúpido e injusto.