Estamos llenos de 'primeras veces' [One shot]

por **Elluka Clockworker** Jue Ene 14, 2016 6:17 am

¿Mi último recuerdo de ti? Tal vez fue aquella vez que discutimos, fue la primera vez que realmente probé tu enojo, y la primera vez que sentí lo que era el arrepentimiento en verdad. Esa vez en que tus ojos de cielo arrebolado se llenaron de lágrimas de impotencia y me gritaste que no te entendía en lo absoluto. Y era verdad, yo no comprendía cuan desesperada estabas.
-Somos amigos, podremos llevarnos bien el resto de nuestra vida si nos esforzamos. -Fue mi respuesta. Yo era feliz con la idea de estar a tu lado para siempre, tal vez tú no comprendías lo que yo sentía por ti. No comprendías cómo mi corazón se aceleraba al escuchar tu voz, ni cómo mis pupilas se dilataban cuando veía tu cabello ondear al cabalgar, mucho menos la manera en que mi tono al hablar se dulcificaba al tú aparecer. Aprenderías a amarme, algún día lo harías ¿verdad? Era mera cuestión de tiempo y ceder. Fui tan tonto al pensar que cederías a un capricho que no era tuyo, mia bambina.

Fui a visitarte unos días después, pero tu casa era una conmoción total. Las criadas corrían por todos lados, los mayordomos se encontraban ocupados en todas las líneas telefónicas. Cattleya lloraba inconsolablemente mientras Éléonore se encontraba al borde de las lágrimas y hablaba con tu madre. Tu juego de ajedrez estaba hecho trizas, los cristales se encontraban esparcidos por toda la habitación que solía ser tuya. Yo... Yo no supe cómo reaccionar, mi sangre bajó a los pies y comencé a temblar ¿Era culpa mía? ¡Habías desaparecido sin dejar rastro! Y fue cuando me di cuenta de todos mis errores. Nunca debí forzarte a aceptarme como tu pretendiente; nunca debí declararme de semejante manera; nunca debí hacerte enojar hasta las lágrimas.
-No es su culpa. -Cattleya me consolaba en vez de concentrarse en las fuentes de base roja que solían ser sus ojos.
-Es una niña mimada. -Éléonore era tan áspera como siempre, pero su voz estaba cortada. Podía notar fácilmente cuán preocupada estaba por ti, sin embargo era demasiado orgullosa para admitirlo. A veces te parecías demasiado a ambas, y aún así siempre te comparabas con ellas.

Buscarte fue mi único propósito desde ese entonces. No podía soportar la idea de que la niña que había robado mi corazón hubiese desaparecido, debía haber alguna manera de recuperarte. Eras una en un millón, una perla en medio de la arena de una playa, y no quería perderte bajo ningún costo.

Deseé que recordaras todo lo que pasamos juntos y regresaras, el cómo derretiste a un niño huérfano con una risa traviesa. Me pregunto si esa memoria sigue presente en algún rincón tuyo. Éramos niños, la familia Chesare buscaba un heredero debido a su incapacidad de tener hijos. ¿Cuántos años tendría? Tal vez unos ocho cuando fui protegido bajo el brazo de la familia italiana. Soy consciente de que tengo un hermano menor, pero fue adoptado por un par de asiáticos alrededor de dos años antes que yo. Ese niño era un bebé, quizás no me recuerde ya, aunque no es como si fuese de gran importancia. Yo fui ignorado mucho tiempo por mi heterocromía completa, un fenómeno que provoca que mis ojos sean de colores completamente distintos, supongo que a los padres no les agrada que su hijo sea un fenómeno. Lo entiendo, siempre me lo dijeron mis compañeros en el orfanato. También soy consciente de que lo más seguro es que lo dijeran para hacerme sentir mal, mera envidia de mi actitud de líder natural. La importancia llega cuando Lucrezia Chesare decide que mis ojos me hacen digno de ser su hijo; Lionardo -su marido- no parecía muy de acuerdo con ella, pero concedió el deseo a su mujer y fui adoptado por ellos para después ser bautizado bajo el nombre de Julio. No recuerdo mi nombre anterior, pero no era muy relevante.

Te conocí dos años después, si mal no recuerdo. Acababas de regresar de Noruega, aún tenias ese acento extraño que en aquel entonces me parecía desagradable, y decías que Francia era un lugar cálido. Nuestros padres eran amigos desde hacía no sé cuánto tiempo, por lo que nos frecuentábamos demasiado y jugábamos con los caballos. Eras demasiado buena cabalgando, era imposible seguirte el paso porque no querías que lo hiciera. Eras diferente a cualquier otra niña que hubiese conocido. Mimada, irritante, orgullosa, altanera, soberbia, y muchas otras cosas más que te hacían nada más que una María Antonieta de Austria moderna ante mis ojos, pero tenías ese lado dulce que te convertía en una bolsa de lindas sorpresas.

Recuerdo haberme caído de mi caballo y tú te acercaste a mi. Bajaste de tu yegua para verificar que estuviese bien, incluso tu cara se mostraba sonrojada; esa fue la primera vez que vi tu lado amable. La primera vez que escuché tu risa fue cuando te asustaste al ver una rana de cerca, estabas tan avergonzada que terminaste explotando en una hermosa carcajada nerviosa. La primera vez que tocamos juntos en un dueto de piano y violín fue un éxito en el recital, fuimos el mejor acto. Estamos llenos de 'primeras veces' y sonrisas ¿Por qué eliges entonces a todos los demás? Si has de elegir a un pretendiente, siempre será alguien que no sea digno de ti. Como ese tipo andrajoso y extraño. Ese tipo lleno de oscuridad no era digno de un ángel de luz como tú.

Llegué al mundo digital después de conocer a Cheshire. PawnChessmon se convirtió en mi aliado en tu búsqueda, éramos compañeros en ese mundo. Nuestra conexión era más fuerte de lo que parecía, porque nuestros sentimientos estaban tan conectados que ambos crecíamos juntos. Fue en este mundo lleno de posibilidades donde te encontré... En brazos de alguien más. La expresión que ponías al verlo era la misma que yo ponía al verte ¡No era justo! Yo me convertí en un príncipe por ti, él era un mercenario con las manos llenas de sangre. ¿Por qué elegirlo a él? También estaba el pseudo caballero, tu maestro a quien admirabas más que a nadie en el mundo. Tenías a dos hombres especiales en tu vida, dos hombres y ninguno era yo. No quería rendirme, no pensaba perderte. Mi pasión fue adueñándose de mí hasta hacerme comportar como nunca lo había hecho frente a ti. Pero era que yo temía perderte por tu obstinación. Ese tipo no era un rival para mí. Ni siquiera era un caballero, él era carente de los modales que yo aprendí en poco tiempo, de los modales que tú merecías. Sabía que tu primer beso fue de él. Sabía que tu primer amor era él. Sabía que el lugar que yo quería lo tenía él. Sabía que habías formado una vida aquí con Lunamon, pero no quería ceder.

Un día, desapareciste de nuevo. Pensé que tal vez reaccionaste y quisiste recuperar tu vida en el mundo humano, pero no pude estar más equivocado. Un año entero pasó sin que yo supiese algo sobre ti. Te busqué en el mundo digital y en el humano. Aún cuando nadie parecía preocuparse o importarle tu desaparición, yo sabía que había algo mal ahí. ¿Por qué lo hiciste de nuevo? Comenzaba a pensar nuevamente que el problema era yo... Pero los culpé a ellos. Los querías más a ellos, y no te detuvieron. Confiabas más en ellos, y no te buscaron. Parecían ser todo menos lo que tú esperabas de ellos y eso me hervía la sangre.

Te volví a encontrar en el lugar donde dijiste mi nombre por primera vez, en el Campo de Marte, nuevamente en los brazos de alguien más. Te veías un poco mayor, casi no te reconozco. Tus ojos dejaron de ser un amanecer y se volvieron un hermoso y claro cielo; parecías una diosa que había renacido. Tu expresión era más dura y formal, parecías haber vivido un infierno en tu ausencia. Pero eso no me importó en el momento, nuevamente estabas de la mano de un hombre que no era yo. Nuestras miradas se cruzaron, pero ninguno parecía saber quién era el otro. Lo comprendí la siguiente vez que nos encontramos, sin duda alguna eras tú, mia bambina. No me recordabas, pero no habría problema, porque podría conquistarte desde cero... De no ser por él. Tus ojos brillaban al hablar de él de una manera que nunca había visto antes. Parecías completamente fascinada con él, enamorada y apasionada. Parecías ser una nueva persona, renovada y madura. Fue en ese momento que supe que Louise murió junto con tu compañera en el infierno digital, y que Elluka Clockworker había nacido. Pero aún no me quería rendir ¡No te iba a regalar aunque cambiases de nombre! Tu sonrisa era exactamente igual a como era en ese entonces, tus palabras eran iguales. Seguías siendo tú, simplemente no recordabas quién eras.

No sabía qué era peor, el mercenario manos de sangre o el criminal pseudo caballero, porque yo no quería a ninguno para ti. Yo te quería a ti para mí ¿había algo de malo en eso? Ellos nunca vieron tus lagrimas o raspones, mucho menos conocieron a quienes solían ser tu familia. Nunca vieron tus recitales ni mucho menos cabalgaron contigo. No te rescataron de los renacuajos del lago ni te consolaban cuando no dabas la nota correcta para tu padre. ¿Por qué ellos? ¿Qué hay de malo conmigo? A final de cuentas, sé que yo seré quien sea tu última opción. Y eso es porque nadie más se quedará esperándote como yo lo hago, porque yo no pienso regalarte. Sé que mis posibilidades de ganar ahora son de un cero por ciento, pero me sentiría más frustrado de no hacer nada. No sé si esto sea una declaración de guerra contra tus pretendientes, pero iniciaré mi jugada desde este instante. Prepárense para mí apertura, porque yo fui la primera vez en la que ella perdió un juego de ajedrez.

Nota del autor(?):