¡Llegó el heladero! [Misión]

Nuevamente con una misión más. El aburrimiento fue los que nos llamó a pedir una nueva misión. Sinceramente me era algo aburrido luego de hacer aquella misión con aquel final abierto. Cada noche pensaba si volvería a ver a Gaomon, y si en nuestro rencuentro alguien saldría vencedor. Temía que cuando nos encontremos Mushroomon perdiera. Debería entrenar mucho para aquella ocasión. Últimamente Mushroomon y yo estabamos un poco "distanciados". No sé, le agarró así de la nada, y me preocupaba. Me preocupaba que se enojara conmigo, que se fuera. Traté de ignorar aquél pensamiento, de borrarlo.

El día que fui a pedir mi misión fue caluroso, demasiado para mi gusto. Tomé los Trailmon hasta la Zona D, donde me dieron una con un nombre algo gracioso. Pero el lugar donde indicaba no me gustaba nada: "Cuidad Congelada". Supuse que tenía que llevar abrigo, y mucho. Volví a mi casa y luego de unas dos horas después tomé un trailmon hacia la Cuidad Congelada. Iba vestida nada extraña, una simple campera color gris bien abrigada con capucha que en el interior estaba cubierta con lana de oveja, shoggins negros deportivos y zapatos negros.

El viaje fue un poco corto. O al menos así lo había sentido yo. Bajé de la estación de los Trailmons y lo primero que sentí fue frío. Esas brisas super heladas que deseas irte de ahí y buscar un refugio con calorcito. Pero no podía hacer eso. Tenía que ayudar a un tal "Mojiyamon" (me lo había anotado todo). Saqué a Mushromon de mi Digivice, que como siempre lo tenía en el bolsillo de la campera. La primera reacción de mi camarada fue temblar. Creo que con eso no solucionaríamos nuestro problemas. Con un gesto indique que me siguiera.

-Necesitamos hablar- dije, pero Mushroomon no le importo mucho -De enserio, estás muy distanciado de mí últimamente-. Solo hubo silencio. Me sentía sóla a pesar de estar con Mushroomon. -No sucede nada. Solo  quiero estar sólo- luego siguió -Necesito un tiempo de tranquilidad-. Eso me hacía sentir molesta con Mushroomon, por lo que le dije -Puedes decirme lo que te molesta de mí y trataré de cambia...- pero mi camarada me interrumpió -¡NO! ¡NO ES CONTIGO! ¿QUÉ ES LO QUE NO TE ENTRA EN TU CABESITA? ¿TE LO TENGO QUE HACER ENTENDER?-. Aquellas palabras me fueron muy fuertes. A la misma vez que me enfurecieron me entristecieron. Quería llorar, pero no lo quería hacer frente a Mushroomon y menos en esta situación -Bueno, vete. Ahora mismo- mis palabras hicieron reflexionar a Mushroomon. Me sorprendió su respuesta. Giró y comenzó irse hacia el otro lado. -¡Genial!, que idiota soy. Ahora no tengo Digimon-

La discusión con Mushroomon me hizo ignorar realmente las condiciones del lugar. Si bien no hacía demasiado frío estaba ese viento supercongelante. Estaba todo cubierto de nieve a pesar de que no nevaba. Seguramente habría nevado días anteriores. Pero para ser sincera en aquel momento estaba perdida.

Una silueta pequeña me llamó la atención a lo lejos. Parecía que tenía un caminar gracioso. No pude notar bien su figura hasta que no se acercó hacia mí. Era un pinguino violeta con panza blanca, su pico era amarillo terminando con negro. Tenía dos antenas que podían ser sus orejas. No parecía estar en buen estado ya que una ala estaba más grande que la otra y su pata me mostraba que estaba rota. Me preguntó si me había perdido y yo amablemente le respondí

-Algo así. Bueno, se puede decir que si. Estoy buscando la cueva de Mojiyamon- luego de una pausa le pregunté -¿Sabes donde queda?-

Quizás si estuviese con Mushroomon no me hubiese perdido. Pero bueno, sucedió aquella discusión y él tomó otro camino. Sabía que iba a volver, pensaba que iba a hacer sin mi Digivice ni mi apoyo. Sabía que todavía no podía digievolucionar pero tenía ese instinto de que no faltaría mucho. Noches anteriores había tenido sueños donde Mushroomon digievolucionaba. No sé mostraba la forma pero si una silueta. Era alta y con cola. Parecía una flor.

Mientras tanto, Mushroomon se alejó hasta el punto de salir de la nieve. Un crujido lo sorprendió: Era el hielo que se estaba agrietando. Se encontraba sobre un gran lago. Bajo de él había un Digimon. Era sorprendente como los Digimons pueden sobrevivir hasta con tan bajas temperaturas. Pero, pensé, que es depende del Digimon. Si era todo de fuego no iba a sobrevivir a temperaturas de 20 grados bajo cero. Mushroomon siguió caminando como si nada. No le importaba el ruido que hacía el hielo, lo ignoraba. El camino era algo resbaladizo que hizo que varias veces se cayera Mushroomon. Varias de ellas golpeo fuertemente el hielo rompiéndolo. Por suerte no eran grandes los huecos que hacía, por lo que no cayó. Pero hubo un momento en el que se cayó de cuerpo entero rompiendo el hielo y cayendo al agua helada. El nivel de nado de Mushroomon era muy bajo, casi nulo.

El viaje hasta la casa del pequeño Penguinmon no fue para nada largo. Llegamos hasta un pequeño iglú. A medida que nos acercábamos se podía sentir un agradable olor a una sopa exquisita. Liberé un suspiro aliviante. Sabía que me esperaba un lugar calentito.

Era muy pequeño el iglú por lo que tuve que agachar la cabeza para entrar. Quedé un poco hipnotizada con el olorcito rico y ese aire cálido. Si bien no era lo que esperaba, me alcanzaba. Penguinmon indicó que ya estábamos en la casa. Su madre no se parecía en nada a él: era más grande, musculosa y de aspecto temible. Me intimidé un poco, pero al escuchar su voz supe que no había nada que temer. La madre del Digimon pinguino tenía un delantal blanco crema con flores rosas. Casi típico de las madres. Ella me indicó que me sentara y lo hice. Mi asiento estaba cerca de la hoguera, un lugar perfecto para calentar mi cuerpo.

-Oh, no hay problema- contesté cuando la mamá de Penguinmon me ofreció sopa.

Penguinmon quería decirles unas palabras a su madre acerca de mi misión, pero esta le interrumpió diciendole que no sea maleducado y que me dejara hablar. Le dio una sopa a su hijo y me hizo dos preguntas.

-Antes que nada, me llamo Ingrid, Ingrid Marianne Lloyd. Gracias por dejarme estar aquí un rato. Como saben, vengo del Mundo Humano. Soy Tamer de un Digimon el cual no está presente aquí por una discusión que tuvimos, nada grave. Vengo por una misión. No sé que cosa le pasó a Mojiyamon y me han encargado que venga a ayudarlo. Algo de helados, ¿puede ser?. Lo único que necesito de ustedes es que me brinden información acerca del paradero de Mojiyamon para que me sea más fácil buscarlo. Les agradecería muchísimo.

Mushroomon no me contó demasiado de lo que pasó después. Como que esta parte la dejo vacía. Lo único que me contó es que había un Whamon llorando. A Mosh lo llevaron a la orilla para que haga algo, mas Mushromon siguió de largo

-No tengo tiempo como para perderlo cuidando a bebés-

Aquel aullido intimidante captó la atención de Mushroomon, lo que hizo que se quedara en el lugar a escucharlo. Sabía que iba a traer problemas, pero no le importó. Él estaba dispuesto a pelear contra aquel que lo moleste. Él escuchó que a sus espaldas estaban hablando. La Dolphmon que lo salvó había preguntado que había sido eso, y Whamon respondió que aquello lo había atacado. Y no solo a él, si no a Penguinmon, que estaba conmigo. La madre del pinguino no mentía, lo habían atacado anteriormente. Pero volvamos con Mushroomon. Aquella Dolphmon lo llamó, diciendole si iba a ir andando con tanto peligro rondando afuera. Mushroomon se dio vuelta y le contestó

-¿Sabes qué? ¡Qué vengan nomás!, no les tengo miedo- Luego continuó su camino. Era y es típico de Mushroomon actuar así, pero aveces se pasaba de idiota.

Mushroomon se alejó completamente de los Digimons que estaban detrás de él, hasta el punto de que ya no los vio más ni tampoco los escuchó. Estaba solo, en el medio del hielo y la nieve. Podía ver algunas montañas a lo lejos, pero se mezclaba con el clima gris y la nieve. Otra vez Mushroomon escuchó aquellos aullidos. Ya le resultaba bastante molesto, pero siguió su camino. Escuchó de nuevo el aullido, lo que lo hizo estallar de furia

-¡VAMOS!, DEJA DE AULLAR, DATE A CONOCER-. Fue un poco nointeligente lo que hizo Mushroomon, pero ya lo cansaron.

Por otro lado, intentaba alcanzar a Penguinmon. Él no parecía darse cuenta de que yo lo estaba siguiendo. Intentar llegar a él, corriendo mientras él se alejaba más y más era cansador. Le gritaba, pero no contestaba.