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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Ante un cambio de rutina nunca es sencillo adaptarse [Aria Bernheim]
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Ante un cambio de rutina nunca es sencillo adaptarse [Aria Bernheim]
El cielo, que a primeras horas de la mañana se veía aún oscurecido y con la luna visible, cambiaba de color reflejando la luz del sol desde las ventanas del aula donde Mikoto había sido asignada, era como si dicha estrella intentara despertarla ya que actualmente se encontraba algo distraída por la pesadez de sus párpados y el sueño que no dejaba de deambular por su cabeza, dicho estado no es algo común en ella en lo absoluto, y lo mostraba perfectamente por el simple hecho de que en más de una ocasión los profesores le llamaron la atención al notarla distraída mirando inmóvil su cuaderno. La razón de tan extraño comportamiento se debía a que la vida de esta chica había cambiado inesperadamente de un día para otro, ella estaba acostumbrada a una vida monótona donde todos los engranes se movían a un ritmo armonioso irrompible pero desde que ''eso'' llegó a su vida los engranes perdieron esa armoniosa melodía y comenzaban a moverse disparejos.
- ''x'' al cuadrado, más la raíz de ''a'' es igual a... ahhh... -bostezó, cubriendo su boca con su mano izquierda mientras hacía bailar su lápiz sujeto entre dos de sus dedos en la mano contraria, golpeandolo constantemente en la hoja de examen- Veo que termino como para estar bostezando, señorita Misaka -comentó la profesora y antes de que ella pudiese darse cuenta de esto, cuando terminó de bostezar, su examen ya no se encontraba en su pupitre- ¡Espere, no he terminado! -por desgracia, segundos mas tarde, la campana del colegio sonó marcando el final de la clase. Mikoto no podía sentirse mas que frustrada, incluso ignoró los halagos de sus compañeras que intentaron hacer que su tempremaneto se aliviara un poco en vano; fue a reclamar a la maestra por haberle quitado su examen antes de tiempo pero no recibió algo más que un sermón por haber estado tan despistada en toda la clase. Al final, tuvo que salir del salón ''con las manos vacías''.
- Como odio a la profesora de algebra, es tan... tan... -gruñó mientras apretaba sus puños. Su actitud actual había asustado a sus compañeras que antes planeaban en invitarla a comer con ellas, por lo que en este descanso ella tendría que comer sola; esto no era algo que le molestara del todo, o al menos no en este momento, porque justo hoy tenía alguien más que quería pasar el receso con ella. Fue directo al área trasera del colegio, en este lugar por alguna razón nadie solía ir a comer, si pasaba un estudiante solía ser solo por pasear pero no prestaban atención a su alrededor- No entiendo como nadie viene a este lugar, teniendo tan buena vista -si, justo al frente de la banca vacía en la que se sentó se encontraba un bello árbol de cerezos cuyas hojas bailaban al ritmo del viento, algo que calmaba considerablemente el explosivo carácter de la pelicastaña.
Se giró un poco sin moverse de su lugar, solo para despojarse de la pequeña mochila de lado que ha estado usando todo el día. En esa bolsa siempre suele guardar su almuerzo pero, esta vez, tambien guardaba algo más, o mas bien, a ''alguien más''- ¡Miko, Miko! -repetía el pequeño bulto después de que le liberaran de su encierro. Se trataba de una flor a simple vista, de color azul con estambres anaranjados mientras que su cuerpo, el bulbo, era de color rosa, tambien poseía unos grandes ojos verdes y, en estos momentos, mostraba una gran sonrisa mientras repetía el nombre de su ''mamá'' como ella le conocía- Miko, que alegría verte, estaba asustada ahí dentro y hacía mucho calor -la pelicastaña hizo una mueca de disgusto al escuchar a la flor parlante- ¿Que es eso de ''Miko''? Te he dicho que mi nombre es Mikoto, Mi-ko-to -frunció el ceño- Pero te disgusta que te diga mamá y el abuelo te llama Miko así que yo tambien te puedo llamar Miko, Miko -la pequeña flor la miró con inseguridad mientras que sus estambres se enroscaban mas- Q-Que el me diga así no significa que tu puedas -desvió la mirada con indiferencia hasta que escuchó un sonido muy similar. La pequeña planta estaba a punto de llorar- ¡E-Espera, Natsu, no llores! -la tomó entre sus brazos y la movía de arriba a abajo- Mira, mira, no hay razón por qué llorar, yo no estoy triste ni enojada ¿Lo ves? -le mostró una sonrisa- ¡Si mamá está feliz Natsu tambien estará feliz! -movía sus estambres y las pequeñas raíces- Tardaré mucho en acostumbrarme a esto, es tan vergonzoso... -pensó, suspirando.
- ''x'' al cuadrado, más la raíz de ''a'' es igual a... ahhh... -bostezó, cubriendo su boca con su mano izquierda mientras hacía bailar su lápiz sujeto entre dos de sus dedos en la mano contraria, golpeandolo constantemente en la hoja de examen- Veo que termino como para estar bostezando, señorita Misaka -comentó la profesora y antes de que ella pudiese darse cuenta de esto, cuando terminó de bostezar, su examen ya no se encontraba en su pupitre- ¡Espere, no he terminado! -por desgracia, segundos mas tarde, la campana del colegio sonó marcando el final de la clase. Mikoto no podía sentirse mas que frustrada, incluso ignoró los halagos de sus compañeras que intentaron hacer que su tempremaneto se aliviara un poco en vano; fue a reclamar a la maestra por haberle quitado su examen antes de tiempo pero no recibió algo más que un sermón por haber estado tan despistada en toda la clase. Al final, tuvo que salir del salón ''con las manos vacías''.
- Como odio a la profesora de algebra, es tan... tan... -gruñó mientras apretaba sus puños. Su actitud actual había asustado a sus compañeras que antes planeaban en invitarla a comer con ellas, por lo que en este descanso ella tendría que comer sola; esto no era algo que le molestara del todo, o al menos no en este momento, porque justo hoy tenía alguien más que quería pasar el receso con ella. Fue directo al área trasera del colegio, en este lugar por alguna razón nadie solía ir a comer, si pasaba un estudiante solía ser solo por pasear pero no prestaban atención a su alrededor- No entiendo como nadie viene a este lugar, teniendo tan buena vista -si, justo al frente de la banca vacía en la que se sentó se encontraba un bello árbol de cerezos cuyas hojas bailaban al ritmo del viento, algo que calmaba considerablemente el explosivo carácter de la pelicastaña.
Se giró un poco sin moverse de su lugar, solo para despojarse de la pequeña mochila de lado que ha estado usando todo el día. En esa bolsa siempre suele guardar su almuerzo pero, esta vez, tambien guardaba algo más, o mas bien, a ''alguien más''- ¡Miko, Miko! -repetía el pequeño bulto después de que le liberaran de su encierro. Se trataba de una flor a simple vista, de color azul con estambres anaranjados mientras que su cuerpo, el bulbo, era de color rosa, tambien poseía unos grandes ojos verdes y, en estos momentos, mostraba una gran sonrisa mientras repetía el nombre de su ''mamá'' como ella le conocía- Miko, que alegría verte, estaba asustada ahí dentro y hacía mucho calor -la pelicastaña hizo una mueca de disgusto al escuchar a la flor parlante- ¿Que es eso de ''Miko''? Te he dicho que mi nombre es Mikoto, Mi-ko-to -frunció el ceño- Pero te disgusta que te diga mamá y el abuelo te llama Miko así que yo tambien te puedo llamar Miko, Miko -la pequeña flor la miró con inseguridad mientras que sus estambres se enroscaban mas- Q-Que el me diga así no significa que tu puedas -desvió la mirada con indiferencia hasta que escuchó un sonido muy similar. La pequeña planta estaba a punto de llorar- ¡E-Espera, Natsu, no llores! -la tomó entre sus brazos y la movía de arriba a abajo- Mira, mira, no hay razón por qué llorar, yo no estoy triste ni enojada ¿Lo ves? -le mostró una sonrisa- ¡Si mamá está feliz Natsu tambien estará feliz! -movía sus estambres y las pequeñas raíces- Tardaré mucho en acostumbrarme a esto, es tan vergonzoso... -pensó, suspirando.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :11Nivel On Rol :RookieInventario :
Misaka Mikoto
Re: Ante un cambio de rutina nunca es sencillo adaptarse [Aria Bernheim]
Tras un tiempo de aventuras en el mundo digital, comprendiendo que era aquel lugar, y como había llegado a este, al final habían conseguido las dos volver al mundo humano sanas y salvas. En un principio Aria se había sorprendido ya que apenas había pasado nada de tiempo desde que supuestamente se había ido hasta que había vuelto, y ella definitivamente estaba segura de haber estado unos cuantos días en el mundo digital, vamos había visto el sol salir y ocultarse varias veces. Y las horas le habían parecido realmente horas, no es que hubiera pasado el tiempo super rápido allí, sino ¿Por qué le hubiera reclamado su estomago comida si no llevaba varias horas sin comer? Definitivamente había estado allí bastante tiempo. La única conclusión que había podido sacar era que el tiempo fluía de distinta manera en los dos mundos, ¿si no que otra explicación había?
Pero ahora mismo a la joven rubia le preocupaban otras cosas, después de haber estado varios días de “diversión” y sin las preocupaciones comunes, debía volver a enfrentarse a otro día de clase. Realmente no quería levantarse de la cama, pero sabía que la alarma iba a sonar en nada e iba a tener que levantarse, no quería para nada. No sabía que iba a hacer con Moonmon, las dos últimas veces que tuvo clase la dejo en casa, pero no podía arriesgarse a que fuera como la última vez que casi su madre la descubrió, todo sería más fácil si no tuviera que ir a clases. El despertador termino sonando como esperaba la joven de ojos azules, que rápidamente lo apago para seguir durmiendo un rato más, o bueno eso es lo que ella creía. Moonmon no pensaba darle respiro alguno, y se puso a saltar sobre la barriga de Aria para que esta se levantara: -¡Despierta! ¡Despierta! ¡Hoy a clases!- exclamaba con tono divertido, pero sin pizca de maldad, lo decía con toda la buena intención del mundo, sin realmente saber que su Tamer lo último que quería hacer era meterse a clase para no entender apenas nada de lo que decían, y estar todo el día aburrida.
-¡Vale! Ya me levanto- Exclamo la joven medio dormida, algo molesta mientras se quitaba las sabanas de encima, a lo que Moonmon soltó un pequeño “grito” de victoria. Aria se dirigió al baño a prepararse y una vez preparada saludo a sus padres y se llevo el desayuno al cuarto, dándole la mitad de este a su Digimon. La Tamer empezó a preparar su mochila mientras comía, y entonces se quedo mirando a Moonmon: -Ah… ¿Qué voy a hacer contigo?- soltó en un suspiro, más bien para ella misma, pero la pequeña digimon la escucho: -¡Llévame! ¡Llévame! ¡Quiero ver el lugar donde pasas tanto tiempo!- coreaba la digimon, realmente queriendo ir a ese lugar llamado escuela. –Bueno, vale, pero tienes que prometerme que no harás ruido ni llamaras la atención- dijo soltando un suspiro resignada, lo último que quería era tener las miradas de toda la clase sobre ella, pero no quería arriesgarse a que sus padres descubrieran a Moonmon. Aprovechando que la mayoría de libros los tenía en su taquilla metió a su digimon en la mochila, y salió de casa antes de que sus padres le preguntaran porque su mochila estaba tan llena.
Empezaron las clases como de costumbre, Aria se dirigió a su mesa que se encontraba casi al fondo del aula junto a la ventana. La primera clase era Japonés, por lo que no presto mucha atención, sabía que no servía de nada esforzarse mucho para comprender la lengua, y además le perdonaban la asignatura por ser Francesa, así que realmente no había necesidad de que atendiera. Pasaron las horas hasta que sonó la campana del recreo, rápidamente tomo su mochila dejando los libros encima de su mesa y se dirigió con prisa a la cafetería ya que se había dado cuenta de que no había traído almuerzo cuando ya estaba en la puerta de la escuela. Casi se mata un par de veces al bajar las escaleras rápidamente, pero finalmente consiguió llegar a la cafetería sin recibir daños, una vez en esta pidió dos bocadillos sin ni siquiera hablar, tan solo señalando lo que quería, ya que sabía que con tanto ruido no escucharían su débil voz.
-¡Ahhh! ¡Por fin fuera de ese infierno! – Soltó la rubia estirando un poco los brazos y dirigiéndose a un lugar tranquilo. Después de todo no quería que nadie viera a su digimon, sería bastante difícil tener que explicar aquello, además tendría que “socializar” y esa idea no le gustaba para nada. Habiendo llegado a la parte trasera de la escuela abrió su mochila para que Moonmon pudiera salir de esta: -¡Por fin aire! ¡Ya me estaba constando respirar!- exclamo la pequeña en el suelo. Entonces la Digimon noto el olor de otro digimon, cosa que era extraña en el mundo humano, y empezó a dirigirse a donde se encontraba el digimon. Aria se quedo extrañada al ver a Moonmon salir corriendo en una dirección por lo que miro hacia esta, y vio a una joven sentada en un banco “¿¡Moonmon que haces!? ¿Estás loca? ¡Nos van a descubrir! ¡Vuelve aquí!” eso es lo que le gustaría decir, y exclamo en su mente, pero no podía hacerlo, sino llamaría la atención, por lo que salió tras su digimon intentando detenerla, pero termino tropezándose en el camino. La pequeña digimon llego a su destino, y vio a la pequeña Yokomon junto a la que suponía que era su Tamer: -¡Hola! ¡Hola! ¿Qué haces en el mundo humano?- exclamo Moonmon dirigiéndose primero a la humana y luego a la digimon. Aria solo podía llorar internamente por lo hecho por su digimon, entonces se dio cuenta de que pregunto ‘Que que hacía en el mundo humano’ eso no tenía sentido que se lo preguntase a aquella chica, ¿Tenía un digimon con ella? Se levanto con cuidado para acercarse a donde estaba su digimon.
Pero ahora mismo a la joven rubia le preocupaban otras cosas, después de haber estado varios días de “diversión” y sin las preocupaciones comunes, debía volver a enfrentarse a otro día de clase. Realmente no quería levantarse de la cama, pero sabía que la alarma iba a sonar en nada e iba a tener que levantarse, no quería para nada. No sabía que iba a hacer con Moonmon, las dos últimas veces que tuvo clase la dejo en casa, pero no podía arriesgarse a que fuera como la última vez que casi su madre la descubrió, todo sería más fácil si no tuviera que ir a clases. El despertador termino sonando como esperaba la joven de ojos azules, que rápidamente lo apago para seguir durmiendo un rato más, o bueno eso es lo que ella creía. Moonmon no pensaba darle respiro alguno, y se puso a saltar sobre la barriga de Aria para que esta se levantara: -¡Despierta! ¡Despierta! ¡Hoy a clases!- exclamaba con tono divertido, pero sin pizca de maldad, lo decía con toda la buena intención del mundo, sin realmente saber que su Tamer lo último que quería hacer era meterse a clase para no entender apenas nada de lo que decían, y estar todo el día aburrida.
-¡Vale! Ya me levanto- Exclamo la joven medio dormida, algo molesta mientras se quitaba las sabanas de encima, a lo que Moonmon soltó un pequeño “grito” de victoria. Aria se dirigió al baño a prepararse y una vez preparada saludo a sus padres y se llevo el desayuno al cuarto, dándole la mitad de este a su Digimon. La Tamer empezó a preparar su mochila mientras comía, y entonces se quedo mirando a Moonmon: -Ah… ¿Qué voy a hacer contigo?- soltó en un suspiro, más bien para ella misma, pero la pequeña digimon la escucho: -¡Llévame! ¡Llévame! ¡Quiero ver el lugar donde pasas tanto tiempo!- coreaba la digimon, realmente queriendo ir a ese lugar llamado escuela. –Bueno, vale, pero tienes que prometerme que no harás ruido ni llamaras la atención- dijo soltando un suspiro resignada, lo último que quería era tener las miradas de toda la clase sobre ella, pero no quería arriesgarse a que sus padres descubrieran a Moonmon. Aprovechando que la mayoría de libros los tenía en su taquilla metió a su digimon en la mochila, y salió de casa antes de que sus padres le preguntaran porque su mochila estaba tan llena.
Empezaron las clases como de costumbre, Aria se dirigió a su mesa que se encontraba casi al fondo del aula junto a la ventana. La primera clase era Japonés, por lo que no presto mucha atención, sabía que no servía de nada esforzarse mucho para comprender la lengua, y además le perdonaban la asignatura por ser Francesa, así que realmente no había necesidad de que atendiera. Pasaron las horas hasta que sonó la campana del recreo, rápidamente tomo su mochila dejando los libros encima de su mesa y se dirigió con prisa a la cafetería ya que se había dado cuenta de que no había traído almuerzo cuando ya estaba en la puerta de la escuela. Casi se mata un par de veces al bajar las escaleras rápidamente, pero finalmente consiguió llegar a la cafetería sin recibir daños, una vez en esta pidió dos bocadillos sin ni siquiera hablar, tan solo señalando lo que quería, ya que sabía que con tanto ruido no escucharían su débil voz.
-¡Ahhh! ¡Por fin fuera de ese infierno! – Soltó la rubia estirando un poco los brazos y dirigiéndose a un lugar tranquilo. Después de todo no quería que nadie viera a su digimon, sería bastante difícil tener que explicar aquello, además tendría que “socializar” y esa idea no le gustaba para nada. Habiendo llegado a la parte trasera de la escuela abrió su mochila para que Moonmon pudiera salir de esta: -¡Por fin aire! ¡Ya me estaba constando respirar!- exclamo la pequeña en el suelo. Entonces la Digimon noto el olor de otro digimon, cosa que era extraña en el mundo humano, y empezó a dirigirse a donde se encontraba el digimon. Aria se quedo extrañada al ver a Moonmon salir corriendo en una dirección por lo que miro hacia esta, y vio a una joven sentada en un banco “¿¡Moonmon que haces!? ¿Estás loca? ¡Nos van a descubrir! ¡Vuelve aquí!” eso es lo que le gustaría decir, y exclamo en su mente, pero no podía hacerlo, sino llamaría la atención, por lo que salió tras su digimon intentando detenerla, pero termino tropezándose en el camino. La pequeña digimon llego a su destino, y vio a la pequeña Yokomon junto a la que suponía que era su Tamer: -¡Hola! ¡Hola! ¿Qué haces en el mundo humano?- exclamo Moonmon dirigiéndose primero a la humana y luego a la digimon. Aria solo podía llorar internamente por lo hecho por su digimon, entonces se dio cuenta de que pregunto ‘Que que hacía en el mundo humano’ eso no tenía sentido que se lo preguntase a aquella chica, ¿Tenía un digimon con ella? Se levanto con cuidado para acercarse a donde estaba su digimon.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :7Nivel On Rol :Bebé IIInventario :
Aria Bernheim
Re: Ante un cambio de rutina nunca es sencillo adaptarse [Aria Bernheim]
Había dejado a Natsu a mi lado, quien al sentirse puesta sobre la banca empezaba a caminar sobre ella de una forma que verlo daba curiosidad, deslizaba sus raíces como si estuviera patinando y aún así sus pasos eran lentos como los de un gusano, claro que ella era capaz de dar grandes saltos para moverse a mejor velocidad pero aún era una recién nacida y según tengo entendido los bebés siempre buscan estar cerca de su madre, y a mi de alguna forma me consideraba como tal.
Del mismo bolso donde antes estaba ella escondida saqué una pequeña caja de almuerzo decorada de un color amarillo tenue, la tapa era de un verde claro en su totalidad y tenía algunos adornos de mi rana favorita ''Gekota'', me gustaba mucho esa rana, me parecía muy adorable y por eso tengo muchos productos de su industria desde pijamas hasta muñecos, es mi adoración. Abrí la caja, un delicioso aroma acarició mis fosas nasales y, al parecer, tambien la de mi compañera quien de inmediato se giró hacia mi y se acercó con un par de botes muy leves- ¿Ese es el almuerzo? ¿Que vamos a comer hoy, mamá? -intentando ignorar que me haya llamado de la forma que le he repetido un sinfín de veces que no me gustaba, dejé la caja a su altura para que pudiera observar los distintos tipos de alimentos que había preparado esta mañana antes de venir al colegio- Preparé unos huevos cosidos, que son estos de aquí, corté y freí unas salchichas en forma de puplo y tambien hice un par de bolas de arroz, quería traer el recalentado de ayer en la tarde pero al parecer papá no lo guardó y en la mañana ya estaba mohoso -suspiré con frustración. No me consideraba experta cocinando, de hecho, mis conocimientos eran los más básicos, por eso suelo preferir llevar recalentado del día anterior- ¡Se ve muy delicioso! Natsu ya tiene hambre, ¿Puedo comer? -tomé los palillos que traje, los saqué de la envoltura y los separé para poder usarlos- Está bien, pero recuerda ir lento, que si no no podrás llenarte y yo tambien quiero comer.
Con los palillos tomé un huevo cosido, coloqué mi mano extendida debajo para evitar que se me cayera al suelo en caso de que lo haya tomado mal y me lo llevé a la boca. Mientras lo degustaba noté que Yokomon no había comenzado a comer y, en vez de eso, se encontraba con la mirada perdida. Cuando terminé de masticar y comer el huevo en mi boca le pregunté- ¿Que pasa? ¿No te gusta? -sin voltear a verme respondió- Me siento extraña Miko, algo en mi está vibrando, es como un presentimiento... alguien se acerca -no había entendido lo que ella quería decirme hasta que vi que a lo lejos se acercaba algo rápidamente, algo pequeño que por los saltos que daba no podía ver con total precisión hasta que se detuvo frente a nosotros. Parecía ser una especie de objeto o jarrón con ojos y de color celeste, ''eso'' nos miró con una sonrisa y nos saludó, después le hizo una pregunta un tanto extraña a Natsu- ¿Que es el mundo humano? -ladeó su flor, mirandola con curiosidad- ¿Hablas de este lugar? Estoy acompañando a Miko, vamos a comer un delicioso almuerzo que nos hizo. ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer? -movía su flor de un lado a otro, balanceandose, mientras sonreía- ¡E-Espera! ¿Como estás invitandola sin mi permiso? Ni siquiera sabemos quien es o... qué es -Yokomon me miró timidamente- Ella es una digimon como yo, somos amigas -arqueé la ceja- ¿La conoces? -ella negó- No, pero aún así lo somos -dio un par de brincos contenta y se percató de que alguien mas se acercaba- ¿Quien es ella, Moonmon? ¿Es tu mamá tambien? -giré mi mirada hacia la chica que acababa de venir. Su vestido estaba algo maltratado y con tierra como si se hubiese caído hace poco, tenía un aspecto algo refinado pero se le veía angustiada- No me digas... ¿Ellas son como Natsu y yo? -me pregunté en mis adentros, no sabía si lo era o no y ahora me era muy tarde para aparentar o crear una excusa- Ehh... Hola -sonreí nerviosamente, moviendo mi mano de un lado a otro como saludo. Esto era muy incomodo.
Del mismo bolso donde antes estaba ella escondida saqué una pequeña caja de almuerzo decorada de un color amarillo tenue, la tapa era de un verde claro en su totalidad y tenía algunos adornos de mi rana favorita ''Gekota'', me gustaba mucho esa rana, me parecía muy adorable y por eso tengo muchos productos de su industria desde pijamas hasta muñecos, es mi adoración. Abrí la caja, un delicioso aroma acarició mis fosas nasales y, al parecer, tambien la de mi compañera quien de inmediato se giró hacia mi y se acercó con un par de botes muy leves- ¿Ese es el almuerzo? ¿Que vamos a comer hoy, mamá? -intentando ignorar que me haya llamado de la forma que le he repetido un sinfín de veces que no me gustaba, dejé la caja a su altura para que pudiera observar los distintos tipos de alimentos que había preparado esta mañana antes de venir al colegio- Preparé unos huevos cosidos, que son estos de aquí, corté y freí unas salchichas en forma de puplo y tambien hice un par de bolas de arroz, quería traer el recalentado de ayer en la tarde pero al parecer papá no lo guardó y en la mañana ya estaba mohoso -suspiré con frustración. No me consideraba experta cocinando, de hecho, mis conocimientos eran los más básicos, por eso suelo preferir llevar recalentado del día anterior- ¡Se ve muy delicioso! Natsu ya tiene hambre, ¿Puedo comer? -tomé los palillos que traje, los saqué de la envoltura y los separé para poder usarlos- Está bien, pero recuerda ir lento, que si no no podrás llenarte y yo tambien quiero comer.
Con los palillos tomé un huevo cosido, coloqué mi mano extendida debajo para evitar que se me cayera al suelo en caso de que lo haya tomado mal y me lo llevé a la boca. Mientras lo degustaba noté que Yokomon no había comenzado a comer y, en vez de eso, se encontraba con la mirada perdida. Cuando terminé de masticar y comer el huevo en mi boca le pregunté- ¿Que pasa? ¿No te gusta? -sin voltear a verme respondió- Me siento extraña Miko, algo en mi está vibrando, es como un presentimiento... alguien se acerca -no había entendido lo que ella quería decirme hasta que vi que a lo lejos se acercaba algo rápidamente, algo pequeño que por los saltos que daba no podía ver con total precisión hasta que se detuvo frente a nosotros. Parecía ser una especie de objeto o jarrón con ojos y de color celeste, ''eso'' nos miró con una sonrisa y nos saludó, después le hizo una pregunta un tanto extraña a Natsu- ¿Que es el mundo humano? -ladeó su flor, mirandola con curiosidad- ¿Hablas de este lugar? Estoy acompañando a Miko, vamos a comer un delicioso almuerzo que nos hizo. ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer? -movía su flor de un lado a otro, balanceandose, mientras sonreía- ¡E-Espera! ¿Como estás invitandola sin mi permiso? Ni siquiera sabemos quien es o... qué es -Yokomon me miró timidamente- Ella es una digimon como yo, somos amigas -arqueé la ceja- ¿La conoces? -ella negó- No, pero aún así lo somos -dio un par de brincos contenta y se percató de que alguien mas se acercaba- ¿Quien es ella, Moonmon? ¿Es tu mamá tambien? -giré mi mirada hacia la chica que acababa de venir. Su vestido estaba algo maltratado y con tierra como si se hubiese caído hace poco, tenía un aspecto algo refinado pero se le veía angustiada- No me digas... ¿Ellas son como Natsu y yo? -me pregunté en mis adentros, no sabía si lo era o no y ahora me era muy tarde para aparentar o crear una excusa- Ehh... Hola -sonreí nerviosamente, moviendo mi mano de un lado a otro como saludo. Esto era muy incomodo.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :11Nivel On Rol :RookieInventario :
Misaka Mikoto
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