Primera llegada al Digimundo (libre)

por Kanon Suzuka Sáb Jun 28, 2014 3:20 am

El digimundo, aquel sitio del que tantas veces le habló su Caprimon durante noches, cuando supuestamente dormía en su cuarto. Al ver a donde habían llegado, ciertamente Kanon mostró su desilusión reflejado en su rostro.
—Es una playa… —dijo con su voz seria y mirando a su alrededor, en ese momento sintió el calor que solo un sitio así podía ofrecer. —Bastante real —mencionó mientras se agachaba y tocaba la arena blanca, podía sentir los granos blancos por el tacto. —Sigue siendo una playa ¿No hay otro sitio? —exclamó como algo fastidiada a Caprimon que estaba a su lado, dio unos brincos alejándose un poco de ella y se detuvo mirando hacia el horizonte.
—Kanon-sama, sí vamos por aquí llegaremos a otra zona —informó a la muchacha, que estaba viendo a la misma dirección que su digimon, pero solamente veía la playa extenderse a lo lejos. Hizo una mueca, no tenía más opción que ir por allí, después de todo su digimon conocía mejor este lugar que Kanon misma. Empezaron a caminar y a los pocos minutos el calor se hizo sentir, por suerte la muchacha había ido con la vestimenta de su colegio, la cual no era abrigada. Aun así lo sufría y parecía que la tierra cubierta por la arena blanca se extendía y nunca terminaba. La muchacha se detuvo en una palmera alta, con las hojas grandes que hacían de sombra, se sentó en el suelo manchando el uniforme, aunque poco le importo en ese momento.

—Espera —le dijo a Caprimon con voz algo entrecortada, la caminata de varios minutos bajo el sol la había hecho cansar, tardó un rato en recuperar el aire y volver a reincorporarse. —Sigamos —sonó más como una orden hacia Caprimon pero claro, este la obedecía fielmente y no contradecía nada de lo que decía.
—Hey…¿Seguro que es por aquí? Tampoco veo a nadie —mencionó con cierto enfado, su digimon estaba a la delantera del dúo, dando brinco, siendo esta su forma de caminar, ya que carecía de piernas como Kanon. —Sí, seguro ama —afirmó mientras seguían caminando, la muchacha de ve en cuando llevaba su mano a la frente para secarse el sudor. Deteniéndose nuevamente en una palmera, para esconderse durante un rato de los rayos del sol.

por Fuji Raikomaru Sáb Jun 28, 2014 3:50 am

La playa era un lugar lleno de nostalgia, tanto para él como para muchas personas que habían llegado al digimundo en ese mismo lugar. Allí fue su aterrizaje, su primer combate, donde conoció a quien fue por mucho tiempo su jefe y mejor amigo; y a su vez, a donde solía venir a despejar la mente de inquietud, ansiedad y sentimientos que solía ahuyentar normalmente por su forma de ser tan estoica aunque taciturna en cierta forma, ocultando cientos de emociones bajo toneladas de modales elegantes, una conducta caprichosa y una forma de ser ostentosa en cada momento de su vida. - ¿Por qué será que la playa me atrae a sus aguas cada vez que él mar de mi corazón duda?... ¿acaso es el océano de mi alma que no se puede acallar… o calmar mejor dicho en ningún momento? –encendió un cigarro con la vista fija en el mar, exhaló el humo y una de sus sonrisas ladinas se mostró en aquel rostro de porcelana. Tras unos segundos, negó con la cabeza cuando sintió una anomalía en el ambiente, para él era habitual sentir ese tipo de sensación en el aire. Claramente un portal se había abierto en las cercanías.

- nuevas almas han llegado al reino del revés, ¿he de darles la bienvenida? –se preguntó exhalando el humo de su cigarro con curiosidad. La respuesta era poco importante, puesto simplemente estaba hablado solo y era simple la ruta de acción. Su resolución tendía a ser definitiva, cuando algo se ponía en su mente pocas cosas podían desviar sus caprichosos deseos.

Siguió caminando hacia el lugar donde se sintió la llegada de un nuevo habitante a este mundo, ¿o serían dos?, Fuji siguió caminando con calma hacia la zona en cuestión cuando encontró a una distancia de aproximadamente diez metros, a una joven con un Caprimon. Dicho digimon simbolizaba mucho para él, puesto su digimon acompañante y a su vez, el único digimon a quien había querido verdaderamente en sus cinco años en el digimundo. Su difunto compañero Hagurumon había evolucionado desde ese pequeño digimon. – Bonjour, mademoiselle… bienvenida al digimundo –exclamó con un tono caballeresco como cada uno de sus acciones, realizando una ligera reverencia ante ellos en señal de saludo.

por Kanon Suzuka Sáb Jun 28, 2014 4:44 am

La pelinegra masticaba un fruto que había encontrado, casualmente, Caprimon se mantenía a su lado como guardián, viendo a distintas direcciones. El fruto contenía un jugo en su interior, cosa que Kanon desconocía, hasta que tocó su paladar y pudo sentirlo, refrescando su interior y dándole el impulso para poder seguir. Aunque en ese momento deseaba tener uno de los dulces que tanto comía en su mundo, pero ya habría tiempo para eso más tarde, debía continuar con su caminata.

—Ama —dijo su digimon al ver que alguien se acercaba, poniéndose delante de ella estando alerta. Kanon miró para saber de quien se trataba, para su sorpresa era un muchacho, con ropa elegante. Al cabo de unos segundos estaba cerca de los dos, este los saludo, tanto a Caprimon como a Kanon, con un tono educado junto con una reverencia. La muchacha se levantó de donde estaba, sacudiendo su ropa escolar con las manos para quitarse la arena blanca que tenía encima.

—Gracias…supongo —dijo Kanon empezando a mostrar su tono frío para con los demás, miró de reojo a Caprimon y este se mantenía delante de ella, en ese momento la pelinegra pensó que nada malo ocurriría.
—¿Así que tú también eres otro jugador? —mencionó llevándose el dedo índice de su mano derecha al mentón, adoptando una forma pensativa, mientras miraba alrededor del muchacho.
—¿No tienes uno como esos? —señaló a Caprimon que se mantenía en el mismo sitio. Kanon pensó que quizá algunos no tenían un digimon como ella, y si era así ¿Cómo había llegado aquí? Otras preguntas también rondaban en su cabeza, y aprovecharía la oportunidad para poder obtener información sobre lo que ella creía que era un juego.

por Fuji Raikomaru Sáb Jun 28, 2014 5:03 am

Al escuchar las palabras de la joven, su sonrisa aumentó de tamaño, incluso debió por cortesía evitar una carcajada. Llevó sus ojos dorados a los ajenos, y exhaló el humo de su cigarro en dirección contraria a la de los presentes para no incomodarlos. – Vaya, vaya… -dejó su caer el cigarro que estaba fumando en el suelo, y lo pisoteó para dar por terminado con su uso. Le parecía curioso, por no decir ilógico, que una persona que acababa de llegar al digimundo creyese que este fuese tan solo un juego. – lamento decepcionarla señorita, pero este mundo no es un juego… aunque podría decirse que “jugador” es una de las tantas definiciones que pueden darme –murmuró cruzando sus brazos pensativo mientras los observaba sin perder un detalle de ellos. Sus ojos, así como su forma de hablar y sus expresiones lo hacían pensar que era una joven con problemas para relaciones, o al menos con un ego que no le permitía ver a los demás como iguales, ni abrirse con facilidad. Era fácil saberlo puesto el pensaba de la misma manera, el tenía cierta coraza de sarcasmo y cinismo en su forma de ser que repelía a todo aquel que intentase acercársele de manera indeseada o no fuese digno de tal cosa, plebeyos, como aquel joven los llamaría.

- permítame presentarme –murmuró con un tono de voz suave, antes de quitarse el sombrero para dejar ver sus cabellos verdes como esmeraldas cuando realizó una reverencia frente a ellos. Antes de finalizar dicho movimiento, llevó su rostro hasta que las miradas de ambos tamer se encontraron y sonrió de lado. – Fuji Pierre Raikomaru Roseworth, tamer veterano de este mundo, leyenda del mismo… en el otro mundo, simplemente soy el presidente de una empresa multinacional –era común que un caballero se presente primero si deseaba escuchar el nombre de otra persona, al menos así lo dictaba la cortesía y el se ligaba con gran fiereza a esas costumbres. Victorianas, en cierta forma.

Volvió a incorporarse y colocó nuevamente aquel infaltable sombrero sobre sus cabellos, sonriendo con calma a sus acompañantes sin sorprenderse por la curiosidad de la joven. – en este mundo no todos tienen un digimon acompañante, por mi parte, lo tuve en su momento… pero hace aproximadamente tres años fue asesinado –explicó, quitándose su largo sobretodo para posarlo en la arena bajo una de las palmeras cercanas y poder tomar asiento, con la sombra de dicho árbol protegiéndolo del sol. Aun le parecía curioso que, ni en el desierto fuese capaz de transpirar o perder esa fuerte fragancia a rosas que siempre lo acompañaba.

- les pido que tomen asiento, hay muchas cosas que deben aprender de este mundo antes de continuar… -espetó con un tono casi burlesco, puesto obviamente la estaba tratando como una novata debido a su aparente inexperencia.

por Kanon Suzuka Sáb Jun 28, 2014 5:51 am

A Kanon le parecía extraño el joven con el que charlaba, principalmente por su forma de vestir, la cual era un poco errónea debido a la temperatura que había en la playa, solo con verlo le producía calor en su piel a la joven. Notó la sonrisa del muchacho en el rostro ¿Acaso había dicho algo gracioso? Ella no lo pensaba, solamente había preguntado algo, pero ese gesto la molesto, sintiendo como si se estuviera burlando de ella, se limitó a alzar una ceja. Entonces escuchó de los labios del muchacho de sombrero que en el mundo en el que estaba no era un juego, entonces la joven se quedó pensativa un rato, hasta que habló. Por su parte, Caprimon se movió al lado de su ama dando unos pequeños saltitos, haciendo saltar la arena que había en el suelo.

—Una nota decía que esto era un juego, vino junto con el digihuevo y el digivice —dijo mientras se mostraba pensativa de nuevo, sacando de su bolsillo trasero con una mano el digivice del cual hablaba, el cual era blanco con líneas azules. Lo devolvió al lugar donde estaba para no perderlo. Se le había fijado la idea de que donde estaba era solo un juego, y eso no se lo sacaría nadie tan fácilmente. Kanon pensó que era una estrategia por parte del jugador que tenía enfrente, para desorientarla, pero tenía a su digimon, que podía darle información de la cual confiar, aun así, quería saber lo que ofrecía el del sombrero. Seguidamente este se presentó ante Kanon, mencionó un nombre largo pero solamente se acordó de “Fuji”, y no era porque no fuera inteligente, que sí lo era, sino por el simple hecho de no gastarse en acordarse tal nombre largo. —Aja —fue lo único que mencionó cuando Fuji terminó de presentarse. —Soy Kanon y él es Caprimon —dijo sin mucho ánimo y con cierto rechazo, se presentó por simple deber, podría decirse, y demostrando que también tenía modales bien formados, hasta hizo una muy pequeña reverencia. Ahora sí había respondido a la pregunta de la pelinegra, mencionando que su digimon acompañante había sido asesinado, aunque claro, Kanon que se lo tomaba como un juego, no podía entender el verdadero significado de esas palabras, seguía viéndolo con sus ojos violáceos sin inmutarse en lo más mínimo.

Fuji se quitó su sobretodo y lo extendió sobre la arena cerca de la palmera, que servía de sombra. Los invitó a ella y su digimon a seguir charlando, Kanon notó que la trataba con cierta burla.
—Tsk…no queda otra —dijo con voz clara, fastidiándose un poco. Se acercó y también se sentó, cruzada de brazos y con semblante serio, Caprimon se quedó atrás de ella como era normal.
—¿Dónde queda la ciudad más cerca? —le preguntó, ya cansándose un poco del clima de la playa. Pero no era la única pregunta que tenía, había varias y supondría que Fuji las responderá en su gran mayoría, sino le preguntaría a otro jugador que se cruzara con ella.

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