forastero en el pueblo fantasma (Libre)

En un alejado lugar del Digimundo un portal digital se abrió y una enorme serpiente emergió de su interior, abrió la boca escupiendo de su interior a Koga, el joven acabo en el suelo tirado boca abajo, la serpiente volvió a entrar en el portal digital que se cerró tan rápidamente como se abrió.
-que daño-Mascullo Koga. Koga lentamente abrió los ojos, se levantó difícilmente con la visión algo borrosa y con la cabeza como un bombo por llegar tan bruscamente al mundo digital, en cuanto se le aclaro la vista miro a su alrededor, estaba en un callejón, el cielo estaba completamente despejado sin ninguna nube. Dirigió su mirada al suelo viendo su móvil, lo recogió y empezó a toquetear los botones pero no funcionaba
-¿estará averiado por el viaje?-murmuro Koga sacudiendo el móvil repetidamente y apretando sus botones sin conseguir respuesta de funcionamiento de su dispositivo de comunicación a pesar de que tenía la batería todavía a un buen nivel de carga. Todavía un poco mareado apoyó en la pared que parecía ser madera, recordó lo sucedido minutos antes “es cierto, ahora no estoy en la tierra” pensó Koga. Salió dando algunos tumbos del callejón, miro a su alrededor, estaba en lo que parecía ser una especie de pueblo del viejo oeste de bastante tamaño y algo descuidado, sin embargo no había ningún humano o Digimon que recorriese las calles de ese gran pueblo. Por lo que él podía ver, los edificios estaban en su totalidad construidos en madera.
-ahora, este mundo es donde yo forjare mi propio destino-murmuro Koga, dio un último vistazo “mejor me pongo a explorar esta ciudad del oeste por si hay alguien que pueda ayudarme” pensó Koga. El joven recorrió la calle por el medio en la que el viento a menudo levantaba la arena provocándole estornudos, en su exploración del pueblo se acercó al puesto del Sheriff
-perdone, pero necesito ayuda-dijo Koga golpeando a la puerta que se abrió sola. entro en el edificio pero estaba vacío, miro por el puesto del sheriff, dentro hasta había una pequeña jaula para los detenidos con la llave todavía puesta en la cerradura de la puerta abierta, registrando la mesa del Sheriff, se encontró con un par de viejas esposas, una estrella de Sheriff algo oxidada y un viejo cartel de se busca, soplo el polvo que lo cubría pero la tinta se había vuelto borrosa haciendo casi imposible saber quién era el criminal por el que se pagaba su captura, solo la recompensa de 1000 dólares y el crimen cometido se podía leer todavía, estaba acusado de asalto y robo con violencia, por lo que parecía, nunca llego a ser capturado y castigado por sus delitos. El viento que corría por dentro del edificio del sheriff cerro de golpe la puerta de la jaula sobresaltando al pobre Koga al que se le cayó el papel de se busca por el susto dado por la acción del viento.
El siguiente edifico era el banco, entro en él, la pequeña caja fuerte parecía haber sido reventada, había un considerable número de monedas esparcidas por el suelo dadas por perdidas años atrás por sus respectivos dueños e incluso encontró un billete de dólar en una todavía aceptable condición que se metió en el bolsillo izquierdo de la parte trasera de su pantalón por si podía serle de utilidad más adelante.
Tras explorar bien a fondo el destartalado pueblo no se topó con vida alguna de población dando así a entender que se trataba de un pueblo fantasma en el que seguramente en mucho tiempo nadie rondaba por sus anchas calles, a excepción de las clásicas plantas rodaderas con las que se topó poniéndose alguna vez en el centro del camino para imitar a un vaquero que fuera a realizar un duelo. Se acercó a lo que en el pasado debió de ser una estación de tren, todavía se podía ver los restos casi enterrados por la arena de una oxidada vía o lo que quedaba de ella porque por lo que podía comprobar parecía que la mayor parte fue arrancada seguramente para venderla como chatarra, en lo alto de la estación había un reloj de manecillas que a señalaba las 12:36 Horas, esa era la hora en la que el reloj debió de dejar de funcionar
Se asomó fuera del pueblo abandonado para observar el horizonte en el que no se contemplaba la posibilidad de otra población cercana, todo lo que veía era solo una extensa tierra baldía.
Por el calor del mediodía de la zona árida Koga comenzó a sudar la gota gorda. volvió al fantasmal pueblo topándose con el salón que tenía una apariencia externa con la madera muy desgastada y erosionada por la acción del viento y la arena, el cartel estaba colgando de la zona izquierda notándose aun la verde pintura que decoraba el fondo de las letras pintaras en color amarillo. Koga sin pensárselo entro en el abriendo la puerta pendular que durante un par de segundos se mantuvo en movimiento pendular en ambos sentidos, la madera del suelo crujía y como era evidente no había nadie en el salón y estaba hasta arriba del polvo acumulado por los años de falta de cuidados “descansare aquí un rato y cuando se haga de noche, bajaran un poco las temperaturas y marchare fuera de este maldito pueblo abandonado a ver si encuentro a alguien” pensó Koga sacando su móvil, lo dejo sobre la primera mesa con la que se topó, se acercó a la larga barra y apoyo un pie en la tubería usada para apoyar los pies y salto tras el mueble. Buscando queriendo localizar algo para beber, prácticamente la mayoría de botellas que cogió eran de licor dejándolas de nuevo en su sitio porque es demasiado joven, algunas bebidas tenían curiosos nombres en sus etiquetas como: jugo de Tarántula, vino de cactus y Relámpago taos. Entre todas las bebidas alcohólicas encontró una solitaria y pequeña botella de agua todavía llena a la que seguramente ningún Digimon tuvo intención de beber.
-esto es mejor que nada-dijo Koga guardándose la botella en el bolsillo izquierdo. Salió de detrás de la barra y un único pensamiento le paso fugaz por su mente “madre”, le volvió la tristeza de la muerte de su madre adoptiva, de forma repentina tumbo una mesa tratando de calmarse. Subió por las escaleras, solo habían dos habitaciones, cada una libre de poder ser usada solo por el entrando en la habitación de su derecha, le fue inevitable golpear fuertemente la pared con una lagrima saliendo de su ojo derecho, siguió golpeando repetidamente en el mismo punto y como la madera estaba débil acabo por atravesar la pared causando dolor en sus nudillos. Cayo apoyando su espalda en un lado de la cama sin poder evitar que las lágrimas salieran de sus ojos

Koga con el peso de la tristeza todavía pesándole, se tumbó sobre la apolillada cama crujiendo su estructura de madera nada más sentarse en ella, los ya oxidados muelles chirriaban e incluso alguno sobresalió por la parte derecha del colchón. Koga llego a poder dormirse en esa vieja cama, su siesta duro una hora, un silbido que entraba por las grietas de la pared le despertó con dolor de espalda por la dureza del colchón debido a su ya inexistente comodidad.
-me lo temía, no estoy viviendo un sueño, realmente he viajado al Digimundo-murmuro Koga. ¡Venga Koga déjate de llorar y compórtate como un hombre!-. Gritó a si mismo golpeandose a las mejillas elevando escasamente su moral,  se levantó, se estiro un poco para hacer sonar sus músculos para disminuir el dolor de la espalda. A pesar del dolor emocional, miro sus enrojecidos nudillos que le empezaron a doler bastante. Con la boca seca, abrió la botella de agua y tomo un sorbo pequeño.

Saliendo de la habitación miro el agujero que el hizo a base de puñetazos tratando de alejar la tristeza que le invadió una hora antes al recordar a su madre fallecida escasos días atrás. Descendió las escaleras de la posada, el viento en el exterior se había soplaba con fuerza abriendo la puerta pendular y haciendo entrar la arena levantada al interior del salón, a Koga le hizo estornudar la arena que llegaba a el
-mejor me quedo en la posada un rato más-dijo Koga volviendo a subir corriendo las escaleras. Rebusco por los cajones de las mesas de las habitaciones, encontró una multitud de prendas de tela. Entre todas ellas un pañuelo para taparle la boca y el cuello. Dentro de un armario una capa de tela que le fue de utilidad para cubriese el cuerpo hasta las rodillas. Puede que estuviesen ya con algún que otro agujero pero estaban en condiciones. Se los puso y volvió, esta vez cubierto por la capa y el pañuelo, el viento había tirado algunas mesas y sillas. La arena que flotaba ya no le incordiaba mucho, se miró al espejo de detrás de la barra  “creo que con este atuendo si podre cruzar estas baldías tierras” pensó Koga. Su mirada se posó sobre su móvil, lo cogió mirándolo fijamente, en su lado posterior estaba su nombre en letras blancas y fondo rojo, bajo el la silueta de un Pegaso dibujada sobre de la constelación de su mismo nombre, volvió a dejarlo en la mesa “no necesito un móvil que ya no funciona” pensó Koga saliendo de la posada. En la calle principal del fantasmal pueblo, en ese pueblo del oeste se podría decir que el joven Koga libro su particular duelo contra la lenta y constante subida de la velocidad y fuerza del viento. Protegido con capa y el pañuelo que frenaba la arena solo tenía que cerrar de vez en cuando los ojos para que no se le metiera dentro.
-que fuerza tiene este viento, puede que haya sido muy mala idea salir antes de que se calmara un poco-dijo Koga.

El viento hacia ondear la capa y las señales colgantes de los edificios que fuertemente se movían haciendo muchos ruido por sus ya oxidados metales unidos a clavos o por los repetidos golpes contra la madera del edifico en el que estaban colgado, la señal de un edificio cayo de repente frente al joven que por unos pelos no le cayó encima. Se agacho y alzo la señal para ver que ponía, era la indicación de la barbería que a su derecha se encontraba y de que la señal casi pela al joven Koga ajustándose este el pañuelo que por la parte posterior de su cabeza estaba atado
-esto es peligroso-murmuro Koga. Lo mejor sería que me busque otro lugar en el que refugiarme hasta que el viento se calme un poco-. Pasó a paso e ignorando la gran cantidad de arena levantada palpando la pared de los edificios se metió por la primera puerta abierta con las que sus manos se encontraron. Se quitó el pañuelo y la capa colocándolos sobre un pequeño mostrador, dio un vistazo, se había medito en lo que era en el pasado una tienda de ultramarinos algo pequeña pero seguramente bien abastecida
-este lugar me servirá como refugio hasta que amaine el viento y pueda continuar-murmuro Koga. Reviso el local y a pesar de las casi vacías estanterías de la tienda con varias de ellas tiradas por el suelo, en la despensa que al fondo estaba contenía más artículos como latas de comida y agua que le podrían ayudar a mantenerse con vida en la dureza del lugar en el que había ido. Abrió los armarios de la despensa, revisando encontró muchos papeles, uno de ellos le llamo más la atención que otros, era una hoja de un boletín de noticias en todavía bastante bien estado, lo primero que ponía era: boletín árido numero 520
“queridos vecinos del pueblo de camino del armadillo, este es el último boletín árido, que transporto las del exterior hasta vosotros con la única intención de teneros al tanto de los principales sucesos que han acontecido fuera de nuestras tierras, ese trio de Digimon bandidos que han atacado constantemente nuestras rutas de apropiamiento y asaltado nuestro ferrocarril finalmente han llevado nuestra localidad al colapso económico y al casi completo vacío de alimentos, sin la llegada de víveres y de forasteros que llenen nuestras arcas, ha obligado a todos a mudarse a un lejano pueblo en el que el terrible trio no este golpeando nuestra subsistencia en estas baldías tierras  en el que una de las prioritarias normas es la lucha por la supervivencia del más fuerte y que a muchos Digimon ha llevado al vil camino de la delincuencia dejándonos solamente con la esperanza de que los verdugos de camino del armadillo sean algún día llevados ante la justicia y paguen por sus crímenes cometidos y a los que algun dia, El Zorro acudira para hacerlo realidad” el boletín termino. Con ese simple trozo de papel Koga supo la verdad del turbulento pasado de ese pueblo al que su triste final llego por la marcha de todos sus habitantes por la dureza de esos tres desalmados bandidos, volviéndolo un lugar vacío y sin vida dejándolo a la merced de los efectos de la naturaleza y el tiempo que lentamente lo consumirían hasta no dejar nada de Camino del Armadillo

Koga, leyó parias veces el boletín de noticias, le dio la vuelta para ver si había escrito algo mas pero al no ver nada lo puso de nuevo donde estaba. Reviso la tienda de ultramarinos y encontró un pequeño saco en el que poder meter las latas de comida y el agua. Espero una hora hasta que la tormenta de arena finalmente cesara su furioso azote de arena y viento sobre camino del armadillo. Se puso de nuevo la capa por si acaso la tormenta remetía y se guardó el pañuelo. Salió de la tienda, el efecto de la poderosa naturaleza había dejado la calle destrozada con numerosos tablones tirados por el suelo. Era algo que dejaba el pueblo abandonado aún más desolador.
-tengo que marcharme de este pueblo-dijo Koga echando una ojeada por los lados. Andando vio el edificio en el que en su letrero se podía leer
“editorial del boletín árido”. Le resulto inevitable entrar a curiosear un Poco. Una pequeña y oxidada imprenta estaba instalada en el centro del edificio, las paredes estaban decoradas con las que habrían sido los artículos de los que más orgullosos se habrían sentido, mencionaban o anunciaban algo grande, se podía ver en esas viejas fotografías de los artículos a los antiguos habitantes sonrientes, en uno de ellos se podía leer que se celebraba la inauguración de la estación de tren con un Trailmon con el vapor disparado por la chimenea inundando las pulidas y brillantes vías. En otras se veía a los Digimon que poblaban camino del armadillo celebrando alegres una bulliciosa fiesta en el salón de la localidad. Sobre una mesa en la que sería en la que el editor estaría sentada, había solamente un pequeño bote de pintura medio vacío, la tinta todavía se podía usar, tras la silla otro folleto del último número del boletín de noticias hizo recordar a Koga lo leído sobre el Zorro. Se guardó la tinta y
Busco una pared grande y en buen estado, sobre todo que fuera visible. La pared de la estación que daba a una calle que llevaba justo al centro de camino del armadillo era grande y parecía estar en muy buen estado. Cogiendo el bote de tinta con la mano izquierda lo abrió con la derecha y puso los dedos índice y anular para usarlos como brocha, de tres rápidos movimientos y lanzando gritos hizo una letra Z perfecta en la pared. Grito unas palabras después de hacer la enorme letra Z
-¡es una promesa, que el Zorro te vengara llegado el momento y atrapara a esos tres maleantes!-. Estas palabras que el grito las puso bajo la letra. Se alejó varios pasos para ver lo que con mucho orgullo el escribió a pesar de que no sabía si podría prometer una promesa de tal calibre siendo solamente un humano frente a tres Digimon seguramente muy peligrosos tras nombrarse asi mismo como el Zorro