•Shilouh Yagami ID•

Lo primero que en ella notaríamos es su corto cabello de un peculiar color verde, levemente desordenado y con unos mechones más largos al frente, si se trata de su color auténtico o en algún momento fue pintado carece de importancia. Shilouh es una muchacha delgada, aparentemente frágil, como si un viento quizás demasiado fuerte pudiera derribarla, cosa que, sería completamente mentira. Es ágil y firme. De piel pálida y carente de marca alguna. Piel en la cual, sus ojos de un mismo tono verdoso llama sorprendentemente la atención. Su altura rozaría sin problema alguno el metro sesenta y seis y su peso, no sobrepasa los cincuenta dos kilos. Por otro lado, es de las chicas que cambia constantemente su forma de vestir, pudiendo variar desde los colores tan claros como el blanco, hasta aquellos tan oscuros como el negro. Aunque lo más usual últimamente es verla con un traje anaranjado que consta de camiseta y pantalones cortos, una camiseta negra por debajo y unas mallas que llegan poco encima de la rodilla de igual color, con unas teclas de piano en la cima y, para completar todo, una cintura y unas botas marrones, junto a unos guantes que ocasionalmente lleva del mismo color.

¿Qué pensarían al verla de lejos? Hay muchas opiniones, pero al final lo más sorprendente es descubrir que nada tienen que ver. Shilouh es una muchacha energética, que raramente se queda quieta, extremadamente curiosa, tanta que el dicho "la curiosidad mató al gato" casi se podría decir que es verdad. ¿Cuántas veces no se metió en problemas por ello? Pero, su extrema curiosidad y su actitud temeraria no la hace alguien despreocupada y superficial. Es una gran protectora de los inocentes deseos de proteger a sus amigos y familias ante todo y, de las que considera que si alguien cometió alguna maldad debe de ser por un motivo, que, incluso el más cruel de los enemigos, en el fondo tiene un ánimo bueno. Tiene una personalidad solar, jovial, amistosa. Pero siempre estará ahí para dar apoyo cuando se necesite, para extender una mano y ayudar a alguien a levantarse cuando se haya caído. Lista, pero a la vez prefiere que las personas se acerquen solas a una conclusión. En ciertas ocasiones, altamente parlanchina y chistosa. Le encantan las aventuras, los cuentos, los misterios y acertijos. Al igual que posee una gran pasión para la música, siendo eso, en el fondo, lo único que ama verdaderamente. 
Eso sí, que nadie se atreva a lastimar a sus amigos, pues, a pesar de todo lo bueno que la envuelve, hay un otro dicho que expresa la insensatez de enfadar a una persona amable, pues, en el fondo ellas son aterradoras. Además, de sus labios en ninguna ocasión saldrá algo respecto a su pasado, mientras que si alguien pregunta acerca de él, cambiará bruscamente de tema.
Ahora la pregunta que se llegaría a crear es "¿Aquella sonrisa realmente es sincera?" Sí, en parte, aunque no siempre.
Pero, una vez que comienzas a significar algo para ella, ten en claro que haría cualquier cosa para poder ayudarte, sin esperar nunca nada en cambio.

Su historia no fue simple como se podrían imaginar. Nunca conoció a sus padres, la abandonaron con pocos días ante la puerta de un orfanato, sin nombre, sin identidad... Una niña no querida... ¿O quizás sí? Tampoco recordó mucho más de su nueva familia. Fue recogida de aquél lugar con la edad de un año y sus pequeños brazos por primera vez abrazaron el cuello de aquella que sería su madre. Era una mujer hermosa, pelirroja, que no había podido tener hijos por problemas de salud. Su padre, un hombre alto, de dulce sonrisa y cabello oscuro era un hombre de trabajo, alguien que constantemente iba deprisa. Había sido deseada por primera vez, cuando aquella pareja habían puestos sus ojos en ella supieron que sería la indicada. Vivió feliz, en compañía de sus nuevos padres y de su abuelo paterno. Había crecido bien, una niña educada y alegre... Pero con muy mala suerte. El día de su décimo segundo cumpleaños su madre murió por una complicación de su enfermedad: Leucemía. Aquella amable mujer dejó el mundo y, su esposo que la amaba demasiado se fue consumiendo lentamente hasta morir también cuando ella contaba con 14 años. ¿Después de eso? Su abuelo, el señor Yamamoto se ocupó de ella, aquél anciano que no paraba de sonreír nunca lloró ante la muerte de sus queridos hijo, nunca se demostró débil ante su nieta, mientras ella se desesperó. Shila lloró días seguidos, maldició el cielo y su mala suerte... Se fue juntando con grupos peligrosos al cabo de un año, en un intento de calmar su soledad. Con quince años era conocida como la pequeña reina de un grupo de musculosos y problemáticos chicos. ¿Su abuelo? Nada podía hacer con su nieta que había perdido todo lo que más quería... Aunque él estaba ahí no bastaba y ella, se daría cuenta que tenía algo querido una vez que lo habría perdido. Todo aquello siguió tres años más.

Cuando Shilouh cumplió sus dieciocho, encontró a su abuelo tirado en el suelo, agonizante. Fue una frenética carrera hacia el hospital y, una vez más sintió su corazón encogerse de preocupación. Milagrosamente, el hombre se stabilizó y volvió a obsequiarle una sonrisa a su nieta. Desde aquél momento, las cosas volvieron a cambiar, Shila volvió a pensar en lo que estaba haciendo. ¿Realmente valía la pena? Su abuelo había sufrido todos esos años por sus tonterías... Sus padres estarían tristes... En el largo tiempo en el que su única familia estuvo ingesada en el hospital, ella comenzó a vivir sola. Fue también cuando extraños sucesos comenzaron a hacerse ver por toda Japón: las conexiones dejaron de funcionar, ya era prácticamente imposible conectarse en la red... Conoció un misterioso ángel... Sí, fue también cuando conoció a Lucemon. Siempre lo recordaría, un día ajetreado como los demás, cuando decidió de tomar un atajo para llegar antes a casa, se coló por un callejón y en el suelo vio a un niño con blancas alas esparcidas por la oscuridad del piso. Quizás lo que cualquier persona parcialmente normal habría hecho sería gritar, salir corriendo... Shila pero se agachó a su lado y, buscando de no llamar la atención, lo llevó hasta su solitaria casa. Ahí se ocupó de él, lo cuidó hasta que despertara y le contara que era, de donde provenía... De alguna forma le creyó, aunque con cierto escepticismo... Pero tenía alas, humano no era, eso estaba claro. Fue de esa forma que incluso Lucemon acabó conviviendo con ella, manteniéndose oculto a los demás por simples principios.

Pero, las cosas dieron un brusco giro de nuevo cuando, en una ocasión en la que, Lucemon, al volverse demasiado pesado, decidió ir a ver al abuelo de la chica a pesar de sus constantes negamientos. Finalmente Shila aceptó y, tras asegurarse de que vistiera humanamente decente, se dirigieron hacia el hospital. Pero ¿Quién habría esperado que todo diera un repentino cambio? Una brecha se abrió sobre el cielo y de él, un enorme algo sucedió, algo que nadie logró ver. De golpe los alrededores comenzaron a ser destruidos, ella misma habría muerto si no fuera porque Lucemon se movió suficientemente rápido como para sacarla de la trayectoria de parte de un edificio que estuvo por derrumbarse sobre ella. En ese momento, un extraño objeto brilló cercano a su mano, cuando extendió su mano para recogerlo, una cegadora luz envolvió todo a su alrededor, por sorpresa suya y de Lucemon... Pero, al desaparecer, no solo ella lo hizo, sino que tanto Shila como Lucemon también.

¿Nunca escucharon que los ángeles podían ser incluso peor que los demonios? Para empezar, podríamos decir que este Digimon es algo así como opuesto respecto a Shilouh. Es un ser calmado, paciente e inteligente, pero, es aquella misma calma que va en contraste a la hiperactividad de su compañera humana. Lucemon constantemente anda detrás de ella, advirtiéndola de las consecuencias que sus acciones podrían tener y ver como, al no hacerle caso, acaba en problemas. Podríamos decir, además que, a pesar de todo, en ocasiones resulta algo ingenuo, mucho más de lo que Shinouh podría ser y, aunque no parezcan llevarse realmente bien, tanto Lucemon como Shinouh sienten un gran sentimiento de cariño el uno hacia la otra aunque nunca acabaría por escapar de sus labios nada de eso. Si alguien preguntara, solo recibiría quejas de ambas partes.
Ahora bien, se engañarían al pensar que solo existe bondad en este Digimon. Su sentido de la justicia está constantemente balanceándose entre lo que muchos dicen "bondad" y "maldad" por ello, dependiendo de las circunstancias y, sobretodo, de las palabras, es más propenso a caer hacia un lado u otro. Es alguien que no soporta la traición, que no perdona fácilmente ni que olvida con el pasar de unos días. Pero, todo tiene su excepción.
Lo peor es cuando alguien se atreve a lastimar a Shilouh, eso le rinde colérico, sobretodo porque su forma de pensar le hace no descifrar el motivo de tales acciones cuando bien conoce él la amabilidad de aquella muchacha. Al igual que se desliza por el sendero de la maldad por ella, es siempre Shila la que puede hacerle volver. Son un extraño balance, se complementan entre ellos y a la vez, son los únicos capaces de frenar al otro.

Lucemon es un ángel con doce alas con la apariencia de un joven muchacho rubio vestido con una toga. Lleva grandes tobilleras y brazaletes de oro, tiene el signo de peligro digital impresa en su pie izquierdo, y las marcas por la cara, el brazo izquierdo, pecho y abdomen. Es, junto a Cherubimon, el único Ángel Digimon que no tiene la cara tapada por un yelmo o casco metálico.