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Sagara-san + Kudamon Evento10
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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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Mensaje por Momoka Sagara Miér Dic 30, 2015 1:14 am



MOMOKA SAGARA




Datos Personales

♦Nombre: Momoka Sagara
♦Apodos: Kuroneko, Diosa, Coletas con Patas
♦Sexo: cuando puede Femenino
♦Edad: Dieciséis
♦Cumpleaños: 28 de Noviembre
♦Orientación: Homosexual
♦País de Origen: Japón
♦Digivice: Digivice IC



Foto tomada en el departamento de
policía tras un robo en el que fue partícipe.
La firmó antes de retirarse del lugar.
"Vigor y fortaleza. La nobleza de las bestias."



Apariencia


Momoka es una adolescente perfecta, físicamente. Todo en ella es simplemente asombroso. No posee un cuerpo infartante, mucho menos imponente, su cuerpo no fue esculpido por las manos de los mismísimos Dioses. Tampoco tiene un par de razones para llamar la atención, no las necesita. Pero lo que posee, es más que suficiente para ella.

La joven mide un metro cuarenta y ocho, un poco baja para su edad sin duda, lo que no la lleva a destacar de entre la multitud. Aunque su peso en kilos es de cuarenta y cinco y si bien está por debajo de las reglas generales de peso y estatura, sigue siendo perfecta. Su cuerpo está proporcionado de la manera correcta, bien esculpido y sin rastros de grasa, por lo que es posible ver detalles de una ligera capa de musculatura, especialmente en su espalda y piernas. También es posible observar ciertos huesos marcados en su cuerpo, como la clavícula y la pelvis. ¿Delgadez extrema o desnutrición? Ella no lo cree así. No hace falta decir que Momoka es de complexión delgada, ligeramente atlética. Extremidades largas y esbeltas, un torso fuerte, un abdomen plano que no se hunde debido a su ligera masa muscular, todo mezclado en completa armonía, todo donde debe estar y de manera exacta. A pesar de la apariencia delgada y frágil que brinda ese cuerpo de tez blanquecina, es resistente, fuerte, pero por sobre todo: femenino.

Su espalda erguida, no es ancha, pero tampoco es delgada y menos, débil. En lo más alto, se encuentran sus pálidos e íntimos hombros, sosteniendo brazos largos y ágiles, culminando en manos con largos, delgados pero curiosos dedos, listos para la acción. La zona del busto no es pronunciada, no es voluptuoso en absoluto, no es como si quisiese sufrir por ello. Como guinda del pastel: no posee prenda que las atrape. Delicadamente bajando, el fruto que no se molesta en dejar al descubierto: su abdomen, junto a sus caderas ensanchadas de manera justa pero que incitan al pecado. Pies finos y perfectos por donde se les mire sostienen gemelos y muslos agraciados, coronados por un trasero alzado y firme.

Su cabello de exóticos claros azules nunca ha sido cortado, por lo que suelto, rozaría los suelos. Prefiere llevarlo siempre en dos coletas simétricas, trenzadas en casi lo más alto de su cabeza, junto a un pequeño mechón asomándose a cada lado del agarre. Cada hebra de su cabello es suave y resistente, con un aroma único a mentas, indescriptible. A cada lado de su rostro caen dos simétricos y rebeldes mechones largos de cabello, los que otorgan a su rostro una sensación de feminidad e inmadurez.

Su rostro es todo menos maduro, en él no existe la paz, menos con aquel par de orbes penetrantes y esa sonrisa casi permanente adornando su cara. Sus ojos son una batalla campal entre el amarillo y el azul, peleándose uno por ser más que el otro. No son verdes, pero tampoco son azules. Es posible ver en aquellas iris su alma, que aunque salvaje, es despreocupada pero difícil de llevar. Aquellos luceros, grandes y rasgados, con pestañas de un perfecto tamaño, están bajo cejas marcadas del mismo tinte que su cabello. Solo un poco más abajo, se alza su nariz respingada: el toque perfecto e infantil de sus expresiones. Sus orejas si bien son un poco pequeñas, a veces las cubre sus rebeldes cabellos y cuando no, es posible apreciar esas orejas que se tornan puntiagudas. Continuando, sus labios. Proporcionados en cuanto a su rostro, sus carnosos pero a la vez delicados labios son de un tono rosado, de manera completamente natural. Éstos, cubren una hilera blanca de dientes sanos y de tamaño perfecto, donde lo que más destaca son sus levemente puntiagudos caninos, o colmillos. Su rostro blanquecino, de un perfecto tono, no posee manchas ni impurezas, ninguna cicatriz.  

Lo que respecta a su vestimenta, Momoka prefiere la ropa ligera, preferiblemente apegada al cuerpo. Usualmente viste un uniforme de tonos grises, el que consiste, partiendo desde sus pies, en botas oscuras hasta la pantorrila. Éstas poseen una plataforma azul cyan de un centímetro y un taco de dos, otorgando un par de centímetros extras a su altura. Las botas además, poseen detalles del mismo color que la plataforma, en forma de diamantes similares al del póker. Su pierna derecha está al descubierto, pero la izquierda es envuelta por una media oscura que llega más arriba de la mitad de su muslo, con una línea vertical hacia el lado izquierdo de azul cyan nuevamente, que termina con un detalle en forma de diamante. Sus caderas y parte de ambos muslos son cubiertos por una falda tableada, con detalles del mismo hermoso azul. Más arriba, dejando al descubierto casi todo su vientre, su torso lo cubre una chaqueta corta de amplios hombros, dando una sensación equivocada sobre aquella zona. La prenda, a pesar de tener botones, la lleva sin abrochar, en cambio, un lazo amarillo junta ambos extremos. Momoka lleva ambos antebrazos descubiertos, ya que a pesar de la chaqueta ser de manga larga, están recogidas sobre sus codos. Su mano izquierda está ligeramente cubierta por un guante de dedos cortados que inicia más arriba de las muñecas. En el dorso, lleva un corte en forma de diamante.
Imagen

Una vestimenta poco casual en ella, es su antiguo uniforme escolar que logró encontrar. Consiste largas calcetas en tonos oscuros, pies protegidos por mocasines marrón de mujer. Una falda tableada de colores similares a sus calcetas, inicia un poco más abajo de su ombligo. Una mínima parte de su vientre queda al descubierto debido a la camisa de estilo similar al marinero de un opaco blanco. Los botones son grises y el cuello en un claro azul, con bordes color índigo al igual que sus mangas.
Imagen

Independiente de su vestimenta, siempre llevará aquel broche para el cabello del gato negro.



Personalidad


"Vivimos en el camino del mal, dando vueltas y cruzándolo, de un lado a otro."

Ella es una caja de sorpresas, en pocas palabras. Pues, si bien su mente y modo de reaccionar rebasan lo insano, siempre reacciona de manera diferente, nunca igual a la anterior. A Momoka, un aura de misterio la rodea. Es casi imposible saber qué está pasando en esa pequeña cabecita. Sus ojos, aunque sean bastante expresivos, también pueden mentir. Ella puede mentir. Detesta las mentiras. Ella es una existencia que odia. No se siente atraída por personas con similar personalidad, todo lo contrario. En lo que se refiere a sus sentimientos y a lo más íntimo, no lo demuestra. Si alguien llega a insinuar sobre el tema frente a ella, lo más probable, es que Momoka decida ignorarlo o cambiar el tema de conversación, quizás hasta abandonar el lugar sería una de las opciones. No es cariñosa, mucho menos afectiva, no quiere a nadie más que a ella misma. No conoce el significado de "ayuda" y "prójimo" en la misma oración.

Psicológicamente es fuerte, con una personalidad difícil de sobrellevar, más no imposible. Testaruda y agresiva. Reacciona ante las situaciones por instinto propio, sin detenerse a pensar acerca de sus actos o las consecuencias de éstos sobre ella misma o sobre quienes la rodean. Momoka tiene una actitud bromista, amante del humor negro. Es bastante sincera con lo que dice, por ende, no mide sus palabras. Aunque siempre sabrá cuál es su posición, no le impedirá buscar el camino para ser aún más de lo que ya es. Si se equivoca, preferirá callar y no lo admitirá, aunque eso no significa que no aprenda de sus propios errores. Prefiere negociar por sobre resolver las cosas de buena manera. Si en su mano se encuentra la carta de la violencia, pasará el turno de los demás y usará los golpes para obtener lo que desea.

"Lo mio es mio. Lo tuyo es negociable."

Amante del dolor ajeno, quizás por la aparente inestabilidad mental que acusan posee. Le encanta oír gritos de dolor, de agonía; la embriagan y nublan su sentido común y moral, hasta el punto de excitarla. Los gritos son para ella como el instrumento para el músico, la atención para el egocéntrico, el arma para un cazador. Adora ser la causante de aquellos gritos, sentir bajo sus dedos la desesperación de las personas, desgarrar con sus propias uñas las carnes ajenas. Detesta las personas sumisas, que buscan un bien común y que trabajan codo a codo por ello. Irónicamente, a menos que esté ella involucrada y las recompensas sean para su beneficio, probablemente sea de las primeras en terminar la tarea encomendada.

Los sonrojos de vergüenza abandonaron su rostro hace años, al igual que de ella las muestras de cariño y/o afecto hacia las personas. De naturaleza traviesa, Momoka busca tentar a su suerte. No conoce el significado de espacio personal, o metro cuadrado, especialmente con las mujeres. Más vale correr que pedir permiso, ¿no? En cuanto a su comportamiento para con los hombres, es bastante cerrada, además de tener poco contacto con ellos, aunque no implica que no sepa tratar con ellos.

Se considera a ella misma como una persona fuerte, tanto física como mentalmente, por lo que detesta sentirse inferior o que la subestimen. En esos casos, probablemente reaccione acudiendo a la violencia, a las sonrisas hipócritas y a un afilado sarcasmo. Le gusta conseguir lo que se propone, como cualquier ser humano. Pero ella, para conseguir lo que desea, no se detiene a pensar en quiénes o a cuántos debe pasar a llevar, sean aliados o enemigos.

Políticas, ciencas o religión, son los temas nunca jamás tocaría en la vida, además de no saber sobre ellos. Pero, ni ella sabe sobre qué temas le gusta hablar, además de que no conoce personas cercanas con las que entablar temas seguidos.

¿Si ha pensado en cambiar? No puede, ya no tiene motivos para ello. No cree en el destino, mucho menos en las promesas lanzadas al aire. En el fondo, es un ser humano, y tiene derecho a equivocarse.

"Cuando te vuelves frío con las personas, empiezan a valorar quien eras antes."



Gustos

  • Chupeta/Piruleta/Paleta y todas sus demás variantes. De sabor fresa.
  • Correr. Le encanta correr, sentirse libre, sentir la adrenalina.
  • Una buena noche estrellada, con la luna llena en lo más alto.
  • Sacar de quicio a las personas a través de bromas.
  • Dormir.
  • Sentir sus nudillos chocar contra la piel de las personas.
  • Los gritos. De placer y dolor.

Disgustos

  • Las mentiras y las promesas.
  • El trabajo en equipo.
  • El color blanco.

Miedos

  • Volver a ser como antes. Creer nuevamente en la palabra de alguien más.
  • Que aparezca alguien "especial" en su vida.
  • Perder el broche de gato negro.

Debilidades

  • Límites.
  • Excesiva confianza en sí misma.
  • Su pasado.


D.P.P.R
(Datos Probablemente Poco Relevantes)


  • Su comida favorita es el arroz. Presente en casi todas sus comidas, además de ser lo único que sabe preparar.
  • Las fresas son su fruta favorita.
  • El número tres es su favorito.
  • El rosado de sus labios es natural, al contrario de lo que dicen sobre ella.
  • Valora, le encanta y ama el color de sus ojos. Aunque no sabe con certeza cuál color es, es su favorito.
  • Le encanta escribir relatos con personajes inventados por ella misma. Considerado uno de sus secretos.
  • Fue parte de un robo a una bodega de una confitería. A pesar de ser capturada junto a sus cómplices, quedó en libertad.
  • Tiene una curiosa manía, la cual consiste en marcar cada sílaba de cada palabra en ciertas ocasiones.
  • Aunque afirme no querer a nadie, sí siente un pequeño y minúsculo aprecio hacia Kudamon.


Historia


"El lobo siempre será el malo si es la pequeña quien cuenta la historia."

Mi nombre es Momoka. Sagara Momoka. Actualmente tengo dieciséis años y vivo de mi esfuerzo, pues el dinero que consigo gracias a ello, lo uso en mi supervivencia y en algunos lujos, los cuales son relativamente pequeños en comparación a personas de más estatus. ¿Sobre mi pasado? ¡Ha! Mi pasado es solo mio, y de aquella chica, por desgracia. Aquella mujer a quien busco día tras día, quien prometió venir por mí... Yo prometí matarla con mis propias manos.

Nací hace dieciséis años, en la capital, en un hospital público del cual hoy solo quedan restos de material peligroso. Como era una recién nacida es lógico que no recuerde nada, ni a mis padres. Lo poco que sé, me lo contaron las chicas que nos cuidaban en el orfanato. Así es, un orfanato. Crecí en uno, y agradezco que así haya sido.

Me crié allí haciendo lo que hago hoy: sobrevivir. La comida que allí nos daban era la mitad de la que un niño debiera consumir. Resulta que las encargadas se apropiaban del alimento, o lo vendían, hasta hoy para mí es un misterio. Cuando la comida faltaba, se formaban riñas. Los niños mayores nos quitaban la comida a los débiles una vez las encargadas se sentaban a ver televisión, de allí nadie las sacaba, por eso pasó lo que pasó.

Recuerdo tener siete años. No podré negar que era una llorona. ¿Qué? No podía hacer más que aceptarlo, el hecho de ser abusada por los mayores. Lloré muchas veces en silencio, por las noches, hasta dormirme exhausta. Me decía: "No puedo ser tan miserable. Algún día ésto se va a acabar, ¿no es así?" Entonces, allí sucedió. Una noche, por la puerta a nuestra habitación, que eran cuatro literas (yo usaba una solo para mí, la cama de arriba), entró quien sería mi apoyo durante los próximos años. Mi amiga, mi mejor amiga. Mi hermana mayor, casi mi madre, pero no podía decirle así, porque yo la amé. Mi protectora y mi salvación... la razón por la que dejé de confiar en las promesas, la persona que me sacó del hoyo, pero me volvió a depositar en el mismo basurero.

Esa noche, la chica fue prácticamente arrastrada por la encargada y la tiró como si fuese un saco de patatas a la cama de abajo. Lo recuerdo perfectamente, ese sonido, el rechinar de la litera vieja de madera, un cuerpo golpeando contra un colchón. La adulta salió de la habitación y volvió a oscuras. Nadie se acercó a ella, ni siquiera yo lo hice, tenía miedo. ¿Resultaría abusiva, como los demás? No tuve la oportunidad de verla, se suponía que todos debíamos dormir a esa hora. Estaba entre nerviosa y curiosa, algo en mí quiso asomar la cabeza para saciar mi curiosidad. Pero, antes de si quiera replantearlo, escucho cómo alguien se sube a la cama, mi cama, la de arriba. Sudé frío, ¿iba a golpearme? Mi respiración se aceleró, recuerdo claramente la velocidad de mi corazón en ese momento. ¡Ni siquiera la conocía y ya iba a abusar de mí, por dios!

Sin embargo, lo que ocurrió... lo que ocurrió después, no lo esperaba. Sentí cómo alguien introdujo algo en mi boca a la fuerza. Era... dulce. Era un dulce, de fresa, de esos con palillo y que uno chupaba hasta cansarse. Mis dientes quedaron resentidos tras eso. Parpadeé más de una vez antes de dirigir mi mirada hasta la persona, la cual no pude divisar bien, pues estaba oscuro.

Esa noche, aquella noche del 28 de noviembre, lloré en los hombros de una completa desconocida, hasta dormirme por el cansancio. Y allí, comenzó la amistad más grande que ha existido en aquel triste lugar, en los años pasados y en los que venían.

Al día siguiente, supe su nombre, su edad, cómo llegó allí. Resultó tener un año más que yo, también era más valiente y fuerte que yo. Decir que arreglaba todos mis problemas sería... sería ser sincera. Me defendía de todo y de todos. Si caía, allá iba y me daba atenciones. Si quedaba con hambre tras la cena, iba ella y me daba su cena, la cual me sentía obligada a aceptar a cambio de que ella también comiera algo. Si tenía problemas con la tarea, no importa cuál fuera su salón, su grado, si entendía la materia o no, siempre estuvo a mi lado hasta en los peores momentos. (Asistíamos a la escuela, ¡eh!)

Pasaron un par de años hasta que ella cumplió los trece y yo, muy de cerca, doce. Decir que dejé de llorar era mentir, pero lo hacía menos que antes, ¡lo juro! Ella era casi una mujer, la más popular, por decirlo así, en el orfanato. Todos querían ser su amiga, tenerla de aliada, pero ella nunca me dejó por ellos. No sé si ella también habrá visto en los demás el interés de ellos por tenerla cerca, pero, yo la quería para mí. Solo para mí. Si por mí fuese, no podían si quiera mirarla. Era una maldita egoísta y lo peor es que estuve consciente de ello.

Pero, ¿cómo aquella niña. inocente y llorona, termino siendo... esto que soy ahora?

Cuando ella cumplía los catorce años, y yo próxima a cumplir trece, ella tomó la peor decisión. Iba a dejar el orfanato. ¿Y yo, qué? Debía pudrirme allí. Le pedí, no. Le exigí que me dejase acompañarla, no quería estar sola. Ella me aseguró una y otra vez que el mundo exterior era mucho peor que lo que en el orfanato se vivía allí. Aquella noche antes de su partida, me le confesé, y ella correspondió, sin chistar. Fui capaz de sentir su piel contra la mía en un arranque de calentura, nuestros cuerpos chocando, es algo que nunca olvidaré. Claro que tampoco olvidaré las miradas de los demás sobre nosotras (estábamos en otro cuarto, donde solo habían dos personas). Quizás fue un ataque de calentura, o solo fue un desquite de mi parte. Hoy en día es algo que no me importa.

Esa noche, me prometió las estrellas, la luna de ser posible, me llamó su Diosa, prometió volver por mí. Lo que yo quisiera. Pero yo la quería a ella, no quería que se fuese de mi lado.

Al día siguiente, cuando desperté, estuve sola en la cama que la noche anterior fue testigo del más puro acto. Sobre una almohada, se encontraba un pequeño broche para el cabello con la forma de la cabeza de un gato negro. Es un recuerdo que hasta hoy llevo, para ella, yo era la "gatita negra". Debo admitir que el detalle era hermoso. Además, "gata negra" o "kuroneko", es uno de mis apodos.

Ella se marchó, llevándose consigo mi protección y bienestar en aquel lugar. Los abusos que sufrí a partir del día de su salida, no son dignos ni siquiera del peor ladrón.

El momento más pacífico para mí era cuando me encerraba en el baño, le seguía pisando los talones el poder conciliar el sueño. Por suerte ninguno de mis huesos se vio roto, ninguna herida mancha hoy mi piel.

Yo, yo era pacífica, inocente. No comprendía por qué los abusos. Yo tenía paciencia... tenía. Cuando tenía quince años, uno de los chicos tomó el broche que tanto atesoraba. Decir que lo arrastraron por el suelo sería poco. Nunca, al menos hasta ese momento, había sentido ira. Mi corazón puro sintió lo que es el odio, y mis nudillos conocieron lo que es la sangre. Pero también hay algo que yo conocí: las noches sin cenar y el respeto de los demás.

No lo comprendía, pero sentirse observado y generar temor, que impongas respeto solo con la presencia, era algo que comenzaba a agradarme. Los abusos pasaron a la historia, al menos de ellos hacia mi persona. Me convertí en la abusadora, en más de un sentido. Era increíble, algo que no puedo describir en este momento.

Cumplidos ya los dieciséis años, yo no planeaba quedarme en aquel orfanato para siempre. De manera independiente, tras terminar la jornada escolar, realizaba pequeños trabajos. Eran absurdos. Consistían en pintar vallas, cortar el césped, atender algún negocio callejero de comida, hasta pasar horas bajo el sol entregando folletos. No eran trabajos, definitivamente. Pero con que me dejasen alguna remuneración, era suficiente.

Un día cualquiera, regresaba al orfanato, con el mejor rostro posible tras pasar toda la mañana en clases y toda la tarde bajo el sol, pintando una cerca de un chillón amarillo. Creo que mis vista terminó con problemas ese día. Aunque ese no es el asunto. Caminaba por las ajetreadas calles del centro en busca de algún negocio, tenía ganas de comer un dulce, pero no cualquiera. Así es. Aquel dulce de fresa.

Después de todo, de tantos años, ella aún rondaba por mi mente. Aún la amaba, aún era la niña ilusa enamorada que espera por su caballero... ¿Qué pensaría si me viera, ahora, tal como soy?

Tras comprar el caramelo y depositarlo en mi boca, me encaminé en dirección al orfanato, como todas las tardes. Recuerdo no haber comprado un solo dulce, compré una bolsa entera, qué maldita golosa. Recuerdo también verlos todos tirados en el suelo, los niños pequeños acercándose a recogerlos, quizá creyeron que era una especie de piñata. Se armó un escándalo frente a mí, no sé cuántas personas me miraron en ese momento, no me importaba, ¡ninguna me importaba! ¡Ella estaba allí, de pie! Decir que mi corazón se aceleró era poco. Mil y una emociones, todo. Todo regresaba a mi mente: las cálidas palabras, las promesas, los buenos momentos... el sonrojo en mis mejillas.

Una persona que te ha salvado, que ha prometido todo, que aseguró volvería a buscarte, que dijo amarte... no debería de estar besándose con otra persona, ¿no? No debería tampoco tomar su mano tan delicadamente, con una sonrisa. No debería..., no debería existir.

Yo no pude ver mi rostro, pero, la mueca de ese momento, mi frente arrugada, me dolía. Cada músculo tensado, mis uñas hiriendo mis propias manos. Sentí mi cuerpo congelado, incapaz de moverme durante milésimas de segundo.

Hay muchas cosas que yo no he olvidado. Mi infancia en el orfanato, los rostros de los abusadores, de las encargadas que no hacían más que lucrar con nosotros. Además, a ella en especial, nunca la olvidaré, ni a sus sentimientos. Ni su rostro de horror cuando estuve sobre ella, desgarrando su piel, quedándose los restos entre mis uñas, y yo lo estaba disfrutando. En el fondo de mi corazón, me alegra haberla visto, saber que estaba bien... y que ya no lo estaría por mi culpa.

Para ser sincera, no supe en el momento qué fue lo que me separó de ella. Algo me había empujado lejos, caí de espaldas contra el suelo, a metros de distancia. Debido al fuerte golpe, no logré ponerme de pie inmediatamente. Mis manos dolían, mis dedos dolían, mis uñas estaban disparejas y prácticamente rotas. Al momento de alzar mi vista, lo último que logré ver fue una mirada de ojos rojos, horrorizada, con una criatura delante de ella. Caí inconsciente debido al potente sedante que inyectaron en mi cuerpo.

Tuve suerte. De ser la dosis correcta, pude haber muerto. Desperté no sé cuántos días más tarde, en una camilla, probablemente de un hospital cercano. No tuve idea de nada, me costó asimilar las cosas, el lugar en el que me encontraba, el dolor palpitante en mis manos, el incesante dolor en todo mi cuerpo. Miré una de mis manos, y allí recordé todo. El salto, los arañazos y el guantazo. Rápido me levanté, pasé a quitarme esa horrible bata blanca y busqué mis ropas, pero no las encontraba. A los pies de la camilla yacía un uniforme negro. ¿Eso o salir desnuda? No me da pudor enseñar mi cuerpo desnudo..., pero elegí el uniforme.

Lo primero que hice cuando estuve vestida, fue salir de esa horrible habitación blanca. Detesto el color blanco, tan puro, capaz de pudrirse al mínimo contacto. Caminé hasta la azotea, dando cada paso, con más rapidez. Recuerdo que me sentía incómoda, no por los dolores sobre mi cuerpo, sino que sentía que algo debía hacer allí. Algo me llamaba y yo acudí a ello, como una polilla yendo hacia la luz. Aumentaba la desesperación en mí. Al llegar, pude observar la blanca luna llena en lo más alto. En ese momento recordé el pasado de manera inevitable.

Era incapaz de afirmar, si era efectivamente el deseo de venganza lo que me mueve para seguir adelante. Prácticamente lo había perdido todo. Lo diré las veces que sea necesario. Ella, quien me prometió de todo, quien confesó sus sentimientos con tal devoción y a la vez, tanta simpleza que me cautivaron... no lo sé. Caí, efectivamente. Caí, y me abandonaste. Sin duda, hoy me sigo preguntando por qué la elegiste a ella. Acaso, ¿estaba yo... podrida? No sabes cuánto tuve que soportar luego de tu partida. ¿Te haces una idea de cuánto? ¡Maldición! ¿¡Lo haces!?

Di un par de pasos hasta apoyarme en una pared y prácticamente, me dejé caer. Estaba agotada a pesar de pasar un par de días enteros durmiendo. ¿Cansancio mental? Probablemente. Mi espalda recta contra la pared, mis ojos puestos sobre la luna. Inconsciente de lo que vendría después.

Aquel hospital debió ser un nido de ratas, pero no lo pensé por quienes administraban y trabajaban en aquel lugar. Allí, bajo la luz de la luna, una criatura blanca corrió desde un extremo al otro. Pensé que era blanca debido a la luz de la luna, aunque no era eso lo que importaba realmente. Se supone es un hospital, debía ser limpio y demás. ¿Por qué habría semejante animal allá? El problema no era eso que estaba allí, el problema es que yo estaba allí, y esa cosa se acercó a mi y no tenía energía suficiente para moverme.

Otra cosa en mi "lista de cosas que no voy a olvidar", es el fuerte golpe que dio contra mi cabeza. De hecho, cada vez que lo recuerdo, siento el dolor nuevamente. De lleno su cabeza dio contra la mia y el grito de dolor, fue por partida doble. Por mi parte, fue además un rostro de... ¿miedo? No pude verme, no puedo afirmarlo con exactitud. Pero la criatura gritó, o chilló, pero definitivamente una rata no hacía eso. Cuando recuperé la compostura, traté de ponerme de pie, mas fue imposible. Lo busqué con la mirada, pero no lo encontré. No recuerdo qué más pasó aquella noche porque caí dormida.

Mi mejilla izquierda abrazando el suelo, un hilo de saliva cayendo por la comisura de mis labios, el sol matutino directo contra mi rostro y en mi cuello, una cálida bufanda. Por supuesto que me levanté en menos de un segundo y retiré lo que invadía mi cuerpo. Era la criatura de anoche. Era albino, con adornos o qué sé yo en ese momento, de colores dorados. Cuando lo retiré de mi cuello y lo arrojé algo lejos, sonó una campanilla. De verdad, es algo de lo que hoy, aún me arrepiento.

Tenía penetrantes ojos dorados, sentí que miró hasta lo más profundo de mi alma con ellos. Se acercó con lentitud hasta mí y luego de aquello, sentí la necesidad de agacharme para estar a su altura. Me golpeó con su cola tan fuerte que dejó una marca que tardó días en desaparecer.

Yo, Sagara Momoka, dieciséis años. Ridiculizada por una criatura más pequeña que yo. ¿Qué tal, eh?

Comenzó una riña de pequeños pero significativos golpes, de la que salí obviamente perdiendo. Él tenía garras, yo tenía uñas rotas. Él era más ágil y pequeño, yo era más grande y por ende, más lenta que él. Terminé cayendo al suelo, agotada, mientras él me miraba, y yo hice lo mismo. Prestando más atención a su figura, no era una rata, era como un armiño, probablemente súper desarrollado. Si ridiculizarme era lo que buscaba, ya lo logró. O algo así fueron mis palabras en el momento. El pequeño se acercó lo suficiente para analizarme con su mirada y salió huyendo, la verdad no me sorprendió.

Ese día, la pasé haciendo lo de siempre, pequeños trabajos que valieran una buena cena. Me resigné de no terminar mi año escolar, estaba más que perdido. No pensaba regresar al orfanato, ni siquiera las bestias de ese lugar aceptarían a otra bestia. No supe dónde pasar la noche..., qué remedio, volví al recinto de la noche anterior, la misma azotea. No es que haya querido encontrarme con él nuevamente, claro que no. De todas maneras, la noche la pasé allí, sobre una de las bancas. Logré conciliar el sueño mientras miraba al cielo, siempre me tranquiliza mirar las estrellas con una luna en lo más alto.

Cuando desperté allí estuvo de nuevo, al rededor de mi cuello, durmiendo. ¡Qué remedio! Fue una rutina que duró por semanas, ocuparme durante el día para ir a dormir a aquella azotea para que, al despertar, estuviese al rededor de mi cuello para lanzarlo lejos y para que así comenzase la típica pelea, diaria. Así fue cómo perdí el guante izquierdo y la calceta derecha del uniforme, ese pequeño violento fue el culpable.

Finalmente, una mañana, yo agotada lo encaré. Lo pienso hoy y realmente debí hacerlo antes. El punto es que él se llama Kudamon, viene de un lugar llamado Digimundo y hay más criaturas como él, más no iguales. En mi ignorancia, solo debí creerle. Después de todo, ¿cuándo se veía a una criatura hablar el lenguaje humano? era suficiente razón para mí, en quienes no confío es en las personas. Pero a él, recuerdo haberle resumido mi vida en una sola frase: "Todo lo bueno debe terminar y lo que lo hace, es inolvidable." Bueno, me golpeó nuevamente con su cola. Realmente supo de mí muchas cosas, ese enano supo hacerlo bien y sacar mucha información a pesar de lo cerrada que soy. Al contrario de comenzar a molestarme, lo vi afligido. Aún hoy me pregunto si le di pena. Probablemente sí, yo lo haría.

¿Cuánto habrá pasado ya desde la última vez que me encontré con él en esa azotea? Él supo mucho de mi, pero yo casi nada sobre él. El primer día que no volvió a aparecer, pensaba contarle un par de cosas más: que conseguí alquilar un pequeño departamento, por ejemplo. Lo esperé un par de horas durante la noche en la azotea del hospital, aunque desistí y volví a lo que sería mi casa. No pude creer que el segundo día también fui a esperar, lo mismo con el tercero, y el cuarto. El quinto, ya fue diferente. Si bien él no estaba allí, encontré un pequeño aparato en el lugar donde despertaba con él al rededor de mi cuello. Por supuesto yo no tenía absoluta idea de lo que era, aún así lo tomé entre mis manos, analizándolo. Preferí no tocar nada más y finalmente lo guardé. Esa noche estaba demasiado cansada, por lo que preferí retirarme y volver a casa.

Desde ese día, no volví más a ese hospital a esperarlo, probablemente sea algún tipo de premonición, presentimiento, o como se llame. Además, no recuerdo haber oído de su boca que volvería alguna vez. Al final, es mejor así... No sería el primero que no vuelve a mi lado.


Hay tantas respuestas que hoy necesito.

Al pequeño Kudamon, puedo jurar aquí, que cuando lo encuentre, lo estiraré lo suficiente hasta volverlo una bufanda de tres metros de largo.

Y a ti..., mujer despreciable, te sacaré las respuestas con mis propias manos.


La chica cerró su libreta, guardó su pluma y salió de la pequeña habitación.


Plantilla hecha por Momoka para su uso exclusivo y personal  en DAR :3<3





Kudamon




Datos

♠Nombre: Kudamon
♠Apodos: Blanco Serpenteante, Pequeño Fulgor, Pequeño Renacuajo
♠Sexo: Macho aparentemente
♠Edad: Desconocida
♠Lugar de Origen: Digimundo
"Nuestro enemigo, es también nuestro mejor maestro."



Apariencia

Spoiler:
 


Personalidad


Definitivamente, un paquete de odio para su tamer. Kudamon, empezando, es blanco, pequeño y aparentemente adorable. En comparación a Momoka, él sí toma el tiempo para analizar la situación antes de actuar, sabe lo que es razonar y tomar las cosas con calma. Calculador y preciso, pero también tiene su lado travieso. Sabe sacar las palabras de la boca de Momoka, por lo que no dudará en molestarla, o reprimirla, en el caso que "pierda el rumbo" a su modo de pensar. Al igual que Momoka, detesta las mentiras, a pesar de estar tendiendo una a la chica.

Sereno y tranquilo hasta el punto de preferir mantenerse alejado de las batallas, sin embargo, no dudará en ser partícipe de una si hay algo que deba proteger. Leal a sus ideales, defenderá lo que él cree es justo. Aparentemente frío y con ojos capaces de ver hasta lo más profundo de un alma, a pesar de aquello y su poco interés hacia los humanos, es lejos bastante comprensivo.


Gustos

  • Estar en compañía de seres humanos sinceros.
  • Enroscarse al rededor del cuello de Momoka.
  • Golpear a la anterior con su cola.

Disgustos

  • Humanos arrogantes y de actitud explosiva.
  • Las mentiras.
  • Que sea tratado como una prenda de vestir y no lo que en realidad es.

Miedos

  • No ser capaz de cumplir su tarea.
  • Teme por la futura reacción de Momoka tras contarle quién lo envía.

Debilidades

  • Los recuerdos que tuvo con su anterior tamer.


D.P.P.R
(Datos Probablemente Poco Relevantes)


  • Desaprobaba y detestaba a Momoka junto con su actitud. Tras oír su historia comenzó a sentir pena por la chica, piensa que cuidarla es su deber no solo porque se lo encomendaron.
  • Poco recuerda de su vida en el Mundo Digital, pues estuvo años bajo el cuidado de aquella chica (la amiga de Momoka).


Historia


"Claro que lo recuerdo, la misma chica que tanto es odiada por Momoka, me envió a que cuide de ella.  

Los humanos son extraños. Aquello a lo que llaman amor, ciega cada uno de sus sentidos hasta volverlos inestables.

Lo que realmente ocurrió, aquella tarde, lo que Momoka vio... La chica a la que ella observaba desde lejos, estuvo manteniendo una pelea en público con la dueña legítima del orfanato al que pertenecieron. "Exigía mejores condiciones, que iba a imponer una demanda en su contra." o eso logré escuchar en mi posición. Hasta allí todo perfecto, casi.

"La vi con mis propios ojos. Besó a otra chica a unos metros de mi, tomó sus manos como lo hacía conmigo."

Mi querida Momoka... Si supieses los métodos que he planeado para contarte lo que en realidad ocurrió. Probablemente no me creas en absoluto, ya que tu ira nubla tu razón.  

Aquella vez que te encontré en la azotea del hospital al que te llevamos, perdóname, pero creí que golpearte sería lo mejor. Tras hacerlo huí del lugar, en busca de la otra chica, para contarle de tu estado. Sentía tristeza cada vez que la veía, su rostro cubierto de vendas, al descubierto solo el mentón, los ojos y la nariz.

Al día siguiente, y los muchos que le siguieron, creamos nuestra rutina. Despertar casi ahorcándote, era divertido también golpearte, te lo merecías, eso y mucho más. No querías contarme nada de tu vida, pero logré sacarte las palabras.

Pero, no esperaba aquello. Una mañana contaste tu versión de las cosas, de lo que ocurrió, eso heló todo mi ser. Estabas enferma. Luego de aquello, Momoka debía ir a hacer deberes, no sé exactamente qué.

Con todas mis patas tensas me dirigí hasta la habitación de aquella pobre chica. Tras contarle, quedó igual que yo, ya que todo tenía sentido ahora, por qué su reacción tan violenta, por qué atacó. Vi en tus ojos asomarse lágrimas que humedecieron tu vendaje y me preguntaste por el peor de los encargos.

Aunque fue mi elección hacerlo, era lo que tú querías, la querías por sobre mí y eso yo lo sabía. Siempre fui leal y seguiré siéndolo siempre, aunque mi elección haya tardado cuatro días.

Observé a Momoka desde las sombras, esas cuatro noches me esperabas un par de horas antes de retirarte. ¿Me echabas de menos?

Ya el quinto día, aquella quinta noche, fue la última vez que la vi. Se despidió de mi con un "Cuídala, por lo que más quieras." y volvió a su habitación en aquel hospital, mientras yo esperaba encerrado en aquel Digivice a que Momoka viniese por mí.

Sabe que le serviré hasta el final de mis días."

Plantilla hecha por Momoka para su uso exclusivo y personal  en DAR :3<3




Momoka Sagara

Momoka Sagara
Tamer & Digimon
Tamer & Digimon

Digi Puntos :
3

Ficha :


http://infinityskyght.deviantart.com/

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Sagara-san + Kudamon Empty Re: Sagara-san + Kudamon

Mensaje por cadejo Miér Dic 30, 2015 3:53 pm

Ok, ficha aceptada.
Recuerda Registrar tu apariencia.
Coloca un link a tu ficha en el campo "Ficha" de tu perfil.

Recuerda que hasta que tengas 10 Digipuntos, tu Digimon debe estar en su nivel Bebe II
cadejo

cadejo
Tamer & Digimon
Tamer & Digimon

Prueba de Rol :
A

Digi Puntos :
1579

Cuentas :

Ficha :

Relaciones :

Cronologia :

NPCs :

Nivel On Rol :
Super Ultimate

Icono :
Chaos Empire: Organización criminal con ideales indecisos y cuya única meta podría decirse que sembrar el caos, ayudando a cumplir las metas egoístas de sus miembros

Rango y Unidad :
Cadejo Shiroi
Rango: Chaos Lord
División: Todo el clan
Unidad/Sub-division: Todo el clan

Commandramon
Rango: Chaos Lord y Líder de la D-Brigade
División: Todo el clan
Unidad/Sub-division: Todo el clan

Inventario :
Sagara-san + Kudamon Cd11
Sagara-san + Kudamon Dcobs10
Sagara-san + Kudamon Data10Sagara-san + Kudamon Data10Sagara-san + Kudamon Data10
Sagara-san + Kudamon Card10Sagara-san + Kudamon Card10Sagara-san + Kudamon Card10Sagara-san + Kudamon Card10Sagara-san + Kudamon Card10
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