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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Argus
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Argus
Esto es un libro-juego. No tiene nada que ver con digimon. Una tarde andaba aburrido y decidí escribirlo. ¿Para qué? En teoría era para ver cómo acababa la gente. Suelen acabar muertos. Así que si tenéis menos de 13 años no leáis, que la narración es... Intensa: hay asesinatos, hay combates a muerte, y si lo haces muy muy mal el prota no es que acabe bien... Vale, +15.
Instrucciones: Click en el spoiler 1, y leer, y ahí os irá mandando a otros destinos menos agradables Empieza el juego.
Instrucciones: Click en el spoiler 1, y leer, y ahí os irá mandando a otros destinos menos agradables Empieza el juego.
- 1:
Tras el accidente, nuestra tierra no volvió a ser lo que era antes. La vida vegetal se marchitó, y los pocos animales que sobrevivieron emigraron. La vida ya no era tan colorida y fácil como antaño. Sobrevivir era el objetivo, y las trabas eran cada día más numerosas. Los primeros meses fueron los peores. El calor del aire irradiado por aquella explosión que agrietó la superficie y redujo nuestras casas, la ceniza abrasaba nuestra piel si salíamos mucho tiempo. Pero alguien debía apartar los cadáveres de los menos afortunados...Recuerdo cómo mi padre me pedía que le ayudara, aunque mi madre le repitiera constantemente que era demasiado joven para realizar esa tarea...Como les añoro...
A medida que pasaban los años, crecí, haciéndome una mejor idea de qué nos había pasado. La explosión fue llamada “Argus II”, y se extendió por cientos de kilómetros. No obstante, la radiacción se propagó por una décima parte del planeta, lo cuál nos colocaba en la zona crítica, que hacía frontera con el accidente. Muchos de los nuestros no soportaron la situación...Algunos decidieron irse, formar una tribu nómada, vivir de la caza...E indagar en las ruinas destruidas de lo que antes llamábamos “hogar”. Otros, en cambio, decidieron asentarse y recuperar nuestras vidas a través de la artesanía y el autoabastecimiento.
Sin embargo, un conflicto moral se presentó ante mí. Por una parte, mi padre decidió dirigir la partida de caza y fundar el grupo nómada de exploración. Pero, por otro lado, mi madre no quería arriesgarse, prefería olvidar su pasado y llevar una vida tranquila...Pero, ¿y yo? ¿con quién debería ir?
Para unirme a la partida nómada, ir a 2.
Para ayudar a fundar un nuevo poblado, ir a 3.
- 2:
Cogí mis cosas rápidamente y madrugué. Todos se sorprendieron al verme en la partida, esperando en el punto de reunión desde los primeros despuntes del alba. Se presentaron otros jóvenes, que pasaron a conformar, sorprendentemente, la mayoría absoluta del grupo. Mi padre, orgulloso, se sorprendió de esto, y poniendo su mano en mi hombro, nos aventuramos a lo desconocido.
Antes de adentrarnos en la zona cero, los adultos prefirieron entrenarnos en el oficio de la caza y la supervivencia para garantizar nuestra seguridad. No obstante, cada uno se iba especializando en sus intereses personales. Mi padre se empeñó en adiestrarme personalmente. Y, queriendo destacar, me plantee seriamente mi decisión. Podría elegir pertenecer a la partida de abastecimiento (centrada en obtener comida y refugio) o por el contrario probar suerte con la exploración (entrenarse para introducirse en la zona cero).
Para adiestrarte en Cacería (abastecimiento), ve a 4.
Para adiestrarte en Trampería (abastecimiento), ve a 5.
Para adiestrarte en Combate Tradicional (exploración), ve a 6.
Para adiestrarte en Artes Marciales (exploración), ve a 7.
- 3:
Cuando vimos a mi padre partir, ni yo ni mi madre pudimos evitar derramar lágrimas. Sin embargo, no podíamos dejar que nuestro pasado nos devorara. La pérdida de nuestro hogar, la marcha de mi padre...Eran ya parte del ayer, y no podía permitirme el lujo de llorar otra vez. Debía sobreponerme a ello y asegurar el futuro a generaciones futuras. El trabajo era duro, pero poco a poco veíamos los frutos. Cada día lográbamos obtener un brote nuevo en esa árida tierra que creíamos muerta ya. Jamás olvidaré los rostros de los más mayores al ver crecer la primera brizna en aquella parcela donde plantamos las semillas que sobrevivieron.
Madrugaba todos los días para ayudar a quien me necesitase. Cortar la leña, regar las plantas, vigilar a los más pequeños...Poco a poco, y sin darme cuenta, me convertí ciertamente en la persona que dirigía todo aquello. Por desgracia, eso implicaba también ser la persona donde recaía toda la responsabilidad... Necesitaba un tutor. Alguien que me instruyera qué hacer para garantizar el desarrollo de nuestro pueblo...
Para ser instruido por el Herrero, ve a 8.
Para ser instruido por el Capataz, ve a 9.
Para ser instruido por el Médico, ve a 10.
Para ser instruido por el Erudito, ve a 11.
- 4:
La flecha surcó el viento velozmente, clavándose con precisión en el cráneo de la bestia. Su carne nos alimentaría durante días. Mi padre posó su mano en mi hombro y me felicitó por mi puntería. Me había enseñado a moverme sin hacer ruido, a eliminar mi presencia agazapándome en las sombras y a acechar a mis presas. Mi manejo con el arco era el mejor entre todos los cazadores, y mi pericia con los cuchillos me permitía defenderme de las fieras más bravas tanto en combate a media distancia como a corta.
Nos acercamos a desollar al enorme montículo de carne, del cuál aprovecharíamos hasta los huesos. Sin embargo, cuando nos aproximamos, oí algo en la maleza. Apunté con mi arco a la maleza, de la que surgió un grupo armado. Era reducido, y parecían famélicos, pero poseían armas de fuego, algo de lo que nosotros carecíamos. Se acercaron a nosotros exigiendo la carne, y obligándonos a tirar las armas.
Se acercaron a nosotros para quedarse con nuestras posesiones. Ahí cometieron el error. Ya hablé de mi habilidad con los cuchillos. Y ninguno de ellos tuvo nunca oportunidad de defenderse. Al acabar, regresamos al campamento. Esa noche nos esperaba un discurso del líder. O, como yo lo llamaba, papá.
Ve a 12.
- 5:
La bestia había matado a uno de nuestros hombres. Se sacrificó para que pudiéramos huir. Pero su muerte no sería en vano. Aceché a aquel monstruo, mutado por las energías del “Argus II”, y empecé a estudiarla. Analicé sus horarios de caza, de sueño, los momentos donde estaba más vulnerable..Evalué sus fortalezas y debilidades, balanceando los porcentajes de éxito de diversas estrategias. Y al fin, descubrí como imponerme sobre ella.
La esperé en una de las zonas donde solía cazar, y apenas se retrasó unos minutos de la hora prevista. Al verme, rugió. Solía emitir ese molesto sonido para atemorizar a sus presas. Pero yo no era la presa en ese encuentro. Era el cazador.
Cuando se abalanzó hacia mí, marcó su sentencia. No pudo ver el cable que camuflé entre esos dos troncos marchitos, ni tampoco vio la lanza catapultada que atravesó su sien. A los pocos segundos, ya estaba muerta. Con su velocidad, podría haberla esquivado, si el suelo no hubiera estado repleto de pequeños clavos cubiertos de veneno destilado por mí mismo.
Arranqué su cabeza a modo de trofeo, y me preparé para regresar con los demás. Más tarde regresaríamos a por la valiosa fuente de carne y materiales que suponía la bestia muerta. Era otra cacería exitosa gracias a mis conocimientos en trampas y venenos. Ya fuera empleando púas, dardos, boleadoras, clavos o navajas, nadie podía evitar caer en mis artimañas. Mientras repasaba los datos obtenidos en el combate, recordé que esa noche debíamos asistir a un discurso del líder, es decir, de papá.
Ve a 12.
- 6:
El aceró chocó contra el acero, y las chispas ardieron en el aire hasta disiparse, milésimas de segundo después del émbate. Como una serpiente cazando, el arma se deslizó buscando trazar una herida, pero un rápido movimiento la desvió, haciendo que se clavara contra el suelo. Aprovechando esto, el puño impactó en su cara, dejándole inconsciente en el acto.
Dos personas más se lanzaron contra mí, pero blandiendo mi pesada arma, pude rechazar su embestida. Nadie podía evitar asombrarse al verme portar aquel amasijo de metal que abultaba más que mi propia persona. Eso, unido a mi armadura completa, me confería un aspecto difícil de olvidar. Podía percibir el terror en sus ojos.
El arte de la lucha es una tradición que ha sobrevivido durante generaciones. Al igual que él, nosotros hemos pasado años en estas tierras, saliendo siempre adelante. Las demás tribus nómadas y asalteadores nos temen, y en este último combate hemos logrado acabar con una de las bandas más peligrosas de la zona.
Sin duda, mi padre buscaría felicitarnos a la noche, durante la celebraciones. Aunque supongo que nos sorprenderá con algo...
Ve a 12.
- 7:
Las personas aprenden a manejar armas para defenderse y garantizar su seguridad. Dependen de ellas para salir adelante. Abusan de ellas sin pensar en las consecuencias. Creen que les hacen fuertes, pero esa necesidad, esa fe en el poderío de las armas es lo que de verdad les hace débiles. Por ello, no apruebo el uso de armas, pues solo son un complemento de la verdadera amenaza: uno mismo. Has de ser tu propio arma.
Mi padre me instruyo en un arte marcial cuyo nombre jamás sabré pronunciar correctamente. Se desarrolló en un país lejano donde carecían de recursos para defenderse. Por ello, tuvieron que adaptarse a su precaria situación, aprendiendo a defenderse de las constantes guerras.
Siempre que le preguntaba dónde la aprendió, mi padre miraba al suelo y cambiaba de tema. Supongo que jamás lo conoceré tan bien como quisiera, pero de algún modo, al practicar las técnicas, sentía que nuestro vínculo incrementaba. Mientras entrenaba, me avisaron de que a la noche mi padre iba a dar un discurso...
Ve a 12.
- 8:
Los siguientes años aprendí a trabajar los metales y a diseñar estructuras. Mis manos eran las encargadas de alzar las edificaciones que nos permitieron almacenar los víveres, cercar al ganado e incluso almacenar y producir energía. Cada día aparecían nuevos edificios en el poblado, convirtiéndose cada vez más en una pequeña ciudad.
Pero mis conocimientos llegaron más allá. No solo aprendí a crear. Aprendí que para poder crear, debíamos destruir aquello que podría destruir lo que hemos forjado. Por ello, mi maestro me instruyó en defensa personal. Cogí el hábito de saber utilizar todo aquello que creara: edificios, máquinas, armas...
Pero nunca olvidaré la enseñanza final de mi maestro: “Algunos fílósofos dicen que la vida procede del fuego. Aquello que nos deslumbra puede desvanecerse segundos después, y aquellos que creíamos extinguido puede reaparecer con más fuerza que nunca...Lo único certero en esta vida, es que tu llama desaparecerá el día en que decidas rendirte”. Tras lo cuál, sacó una herradura oxidada y me la dio. “Esto fue lo primero que forjé. Para los demás será una chatarra inservible. Para mí, un recordatorio de que estoy vivo. Quédatela y recuerda: Nunca te rindas”.
Ve a 13.
- 9:
Cuando aún teníamos una patria que llamar hogar, las estructuras de poder eran más estrictas que las que teníamos en el poblado. Irónicamente, aquello que nos lo arrebató todo nos otorgó, en cierta medida, la libertad. O eso creíamos. Todos en el pueblo gozaban de este nuevo panorama. Todos salvo el capataz.
Antaño fue un rico empresario, que vio mermada su fortuna tras el “Argus II” , pero no su poderío. Él era el jefe de los mineros, y estos lo sabían, respetándole siempre..Y es más, incluso temiéndole. Me enseñó a imponerme sobre los demás, a mostrarles que las mejores soluciones siempre eran las propuestas por mí.
Pero no todo el pueblo veía bien mis decisiones. A pesar de que prosperábamos, la sombra de la discordia se cernía sobre nosotros. Comenzaron a surgir hurtos, abusos de poder, asesinatos... Era necesario imponerse sobre ellos. Y demostrarles quién manda.
El capataz me dio un último regalo como discípulo: “Aquello que de verdad condiciona la vida del hombre es el viento. Es el que atrae las lluvias, quien erosiona los montes. El viento es el que nos trae los cambios...Y la victoria”. Tras esto, me enseñó un recuerdo de la última guerra que libramos. Un alijo de armas de fuego y demás equipamiento militar. ¿Qué mejor forma de garantizar la seguridad del poblado que el miedo?
Ve a 13.
- 10:
“La medicina no es solo la ciencia que permite sanar a los enfermos. Es una rama del conocimiento científico, y por tanto permite adentrarse en un saber superior. Partiendo de la medicina, podemos acceder al estudio de las enfermedades y los microorganismos que las producen, indagar en la biología y el estudio de los tejidos, analizar las funciones de los órganos, indagar en la mente humana... Y así, profundizar cada vez más en ese árbol que aúna todas las ciencias y nos permite adentrarnos más y más en el principio de la creación, el conocimiento supremo...Los antiguos eruditos llamaban a este arte “alquimia”, partiendo de los átomos a lo desconocido”.
Y de este modo, descubrí que el médico de nuestro poblado era algo más que un simple curandero. Antaño fue un investigador que logró dominar el perdido arte de la alquimia, y de ese modo, logró dominar un sinfín de talentos. A pesar de mi interés, nunca logré dominar tantos conocimientos como él, a pesar de mis esfuerzos.
Sin embargo, aprendí algo de medicina y de otras ciencias igual de útiles. Me sentía como un árbol, siendo alimentado por las fluviales riquezas del conocimiento. Cada día adquiría más y más saberes, desarrollando mis técnicas. Como decía Tales de Mileto: “Todo nace del agua”. Y, por tanto, todo se conecta, todo...
Ve a 13.
- 11:
El erudito era un personaje extraño. De todos nosotros era el que más apego sentía por nuestro antiguo poblado. Especialmente, añoraba la biblioteca. Logró salvar algunos libros, pero no eran los suficientes para satisfacer su sed de conocimiento.
Nos pasamos los primeros años rescatando libros de las ruinas de mi antiguo hogar. Era consciente de que desatendía mis deberes en el poblado, pero si hacía eso, era para garantizar su futuro bienestar. Sin embargo, la búsqueda se hacía cada día más infructuosa...
Hasta ese día. El día en que encontramos ese libro. La mitad de sus páginas estaban carbonizadas, pero las otras estaban en un sorprendente buen estado. Entre sus hojas pudimos desentrañar un arte olvidado por muchos: el control de fuerzas incomprensibles que los ignorantes denominaban “magia”.
Con esas fuerzas arcanas, pudimos garantizar la fertilidad de nuestros campos, la prosperidad de nuestras minas e incluso la muerte de nuestros delincuentes. Nada podía resistirse a nuestro poder. Sin embargo, la avaricia nos pudo. Mi maestro intentó deshacerme de mí, pero no pudo. Ya había previsto aquello y pude poner fin a su existencia.
“Nunca olvides que lo que nace de la tierra, perece en ella. Y por usar este poder, algún día se volverá contra ti” fueron sus últimas palabras...
Ve a 13.
- 12:
Nos reunimos a la caída del Sol. La comida fue escasa y sin tiempo para celebraciones. No era el banquete que esperábamos tras nuestra dura jornada. Pasaba algo grave. Y nuestro líder iba a decirnos pronto de qué se trataba.
Decidió dividir a la tribu en dos tropas. Aunque nos sorprendió esta decisión, tuvimos que acatarla. Pero padre consideró que nos merecíamos una explicación. Habían dos amenazas que se cernían sobre todos los nómadas del lugar.
El primer peligro era la existencia de una misteriosas ruinas. Todos aquellos que se acercaran a ellas desaparecían para no volver nunca. A pesar del claro peligro, nuestro líder insistía en que debíamos ir a ellas, pues, según él, estaba relacionado el “Argus II”. Pero no dejaba de ser un rumor, y el riesgo era considerable...
La segunda amenaza era la responsable de esos engendros post-apocalípticos que combatíamos de vez en cuando. La llamaban “Equidna”, y según los rumores, cada cierto tiempo engendraba una nueva criatura. No sería tan problemática si ella y su prole no devoraran los escasos recursos del lugar. Debían ser eliminados para garantizar nuestra supervivencia...Pero, por contra, las tribus enemigas también ganarían beneficios...
Para unirte a los nómadas encargados de las ruinas, ve a 14.
Para unirte a los nómadas encargados de enfrentarse a Equidna, ve a 15.
- 13:
El poblado creció gracias a mi administración. Nos desarrollamos en todos los campos posibles, y pronto nos convertimos en una próspera urbe. Igual no escogía siempre las mejores soluciones, pero mis intereses siempre eran lograr el mayor bienestar para todos.
Poco a poco nos transformamos en una pequeña ciudad. Todo se desarrollaba según mis premisas. Sin embargo, contra más extensión ganábamos más difícil se me hacía poder garantizar alimento, seguridad o incluso un techo para muchos de los míos...
Los problemas se acumulaban más y más. Pero debía afrontarlos. El problema era cómo. Era consciente de que mis recursos eran más limitados de lo que pensaban los demás. Sin embargo, mi deber era solventarlos del modo más eficiente y rápido posible.
El primer problema era el asesinato múltiple ocurrido en una vieja casa. Por más que se investigó, jamás se pudo descubrir quién fue el responsable, ni mucho menos por qué. Una familia entera había sido masacrada en su propio hogar, y el asesino andaba libre...
Pero era un caso antiguo. Otros acontecimientos requerían mi atención. Unos bandidos habían secuestrado a una familia, exigiendo una serie de bienes de los que no podríamos prescindir. El asunto requeriría de una negociación por mi parte...
Para investigar el asesinato, ve a 16.
Para iniciar la negociación, ve a 17.
- 14:
Nos dirigimos a las ruinas a la salida del sol. Y cuando llegamos, ya era el ocaso. Los últimos rayos se reflejaban sobre los restos de lo que parecía haber sido antaño una próspera civilización. La luz resbalaba por las grietas de unos obeliscos destrozados por el paso del tiempo.
Cuando cruzamos el pórtico principal, sentimos que un viento helado nos heló los huesos. Contra más nos adentrábamos en aquel extraño lugar, más frío teníamos, y más nos arrepentíamos de haber entrado...
Los cadáveres de aquellos desaparecidos adornaban el suelo. Algunos aún conservaban jirones de piel e incluso globos oculares. Esos eran los más horribles. Sus miradas solo transmitía miedo...
Entramos en lo que parecía una sala del trono. Una enorme escalinata residía en el centro de la sala, y en la cumbre, divisábamos un esqueleto sentado en una extraña construcción. El cadáver ostentaba sus mejores galas. Cuando nos acercamos a examinarlo vimos que en su trono había una inscripción: “Argus”.
No obstante, mientras investigábamos los restos de la sala, fuimos atacado por...Extrañas criaturas. Acumulaciones de tinieblas con 2 luces rojas en la zona donde deberían estar sus ojos. Nos preparamos para el ataque. Pero...¿Quién podría estar preparado para...”Eso”?
Si escogiste “Cacería”o “Trampería”, ve a 18.
Si escogiste “Combate tradicional” o “Artes marciales”, ve a 19.
- 15:
Recorrimos los páramos durante días buscando a la bestia. Cada vez éramos expediciones más pequeñas y peor organizadas, pero abarcábamos más terreno. A pesar de todos estos esfuerzos, no había rastro de la denominada “Equidna”.
En las zonas donde supuestamente había atacado nunca quedaba nada...Ni marcas de confrontaciones, ni rastros posibles... Ni siquiera cadáveres de sus supuestas víctimas...Se nos acababan las provisiones, los hombres tenían cada vez más miedo, y la misión parecía cada vez más una “quimera” imaginada.
Sin embargo, un día llegó a nuestros oídos un grotesco lamento. El aullido recorrió todo el páramo y los montes, como si de una llamara se tratara. Se asemejaba al grito de una mujer pariendo...Y eso hizo que nos temiésemos lo peor.
Fuimos corriendo hasta la zona donde parecía nacer el sonido, y la vimos. Un engendro que no era de este mundo. Gigantesco, con duras escamas y placas en su lomo, unas extremidades superiores semejantes a guadañas, un sinfín de ojos rojos en la cabeza, algunos tapados por lo que parecían jirones de pelo. De ellos manaban lágrimas rojas. Casi como si fuera una madre de verdad.
Nos aproximamos a atacarla, pero cuando estábamos cerca, del suelo surgieron unas aberraciones similares a ellas, que se arrojaron hacia nosotros. Apenas pudimos prepararnos para la defensa, pero les hicimos frente como pudimos...
Si escogiste “Cacería”o “Trampería”, ve a 20.
Si escogiste “Combate tradicional” o “Combate exótico”, ve a 21.
- 16:
El aire era extrañamente húmedo. A pesar de que habían retirado los cadáveres y limpiado la mayor parte de la sangre, esta seguía impregnando el ambiente. Como si los hubieran asesinado justo en el momento en que entrabas en aquel lugar, esa textura en el aire presidía.
Examiné las marcas del arma empleada. Los tajos en el suelo y las paredes eran profundos y gruesos. El arma era probablemente un cuchillo. Sin embargo, no era el típico cuchillo. Se debía de haber encargado, probablemente para que fuera lo suficientemente pesado como para poder partir un hueso de un solo tajo. Pero no se pudo seguir esta pista, pues ningún herrero tenía registrada su forja....
Saqué las fotos del crimen, donde podía ver a las víctimas. Según el informe forense, todos murieron en la misma franja horaria, con media hora de diferencia como máximo. Sin embargo, la masacre del comedor solo era una parte...En la cocina, en las habitaciones del servicio, en el jardín....Incluso en la azotea. ¿El asesino pudo recorrerse todo el complejo solo para acabar con la vida de los mayordomos y las sirvientas?
De nuevo, una bocanada de ese aire turbio penetró hasta lo más hondo de mis pulmones. Era repugnante...Había un elemento en el caso, y solo uno, que me extrañaba...Podría ser la solución del caso, pero no dejaba de ser más que una corazonada...
Mientras indagaba en mis propias hipótesis, pude oír algo que me sacó del vilo...Pasos en la azotea...En una zona precintada por la policía...Saqué mi arma y me dirigí fugazmente a la fuente del ruido, esperando que no fuera más que un gato...
Si estudiaste con el Herrero o el Capataz, ve a 22.
Si estudiaste con el Médico o el Erudito, ve a 23.
- 17:
A veces me sorprende lo que es capaz de hacer la gente para garantizar su supervivencia. He visto familias empujadas al crimen para poder llevarse algo a la boca. También conozco casos de gente que ha llegado a asesinar a aquellos que le reprimían. A todos ellos los entiendo. Pero jamás comprenderé a aquellos que amenazan, extorsionan y matan para engrandecer su ego, para quedarse con lo que desean sin mayor esfuerzo que el de apretar un gatillo...
Ese era el caso que tenía ante mí. Una panda de don nadies que habían asaltado la casa de una familia adinerada, exigiendo el traspaso absoluto del capital de la familia a una cuenta, así como otra cuantiosa suma por parte del gobierno...Solo pedían y pedían, como un niño mimado en su cumpleaños. Nosotros fingíamos entendimiento, pero...¿Qué garantías teníamos de la seguridad de la familia?
Me gustaría poder decir que teníamos la situación controlada, pero ciertamente eran ellos los que nos tenían dominados. Nos faltaban hombres para cubrir el perímetro, y tampoco teníamos ni visión sobre ellos ni podíamos saber de qué armamento disponían...
Se nos acababa el tiempo, y ni podía ni quería acceder a sus demandas, pero no podía permitirme tampoco arriesgar las vidas de esa pobre familia...Tenía que tomar una decisión, pero era consciente de qué pasaría si esta fuera la incorrecta...
Debíamos ganar tiempo, pero por otra parte quería una garantía...Así que decidí darles un ultimatum. Quería cambiarme por los rehenes. De ese modo, podría ver si la opción de reducirlos por la fuerza era viable. Además, la familia estaría a salvo. Por contra, me adentraba en la boca del lobo...
Entre por la puerta que ellos nos indicaban a través de un teléfono, mientras la policía me garantizaba la salida de los rehenes por otra. Solo entré cuando todos estuvieron fuera... Y una vez dentro no sabía qué me deparaba...
Todos mis años de preparación, toda mi experiencia...No me serviría de nada. ¿Qué podría hacer ahora, en un entorno hostil donde el menor error podría llevarme a la muerte?
Si estudiaste con el Herrero o el Capataz, ve a 24.
Si estudiaste con el Médico o el Erudito, ve a 25.
- 18:
No tuvimos tiempo para preparar el ataque. Su emboscada fue tremendamente efectiva. No podíamos defendernos de aquello contra lo que nunca habíamos luchado. Fue duro ver cómo mis compañeros, aquellos a quienes llamaba “hermanos” caían a mi lado. Su sacrificio no sería en vano.
Les atacamos con todo lo que disponíamos, adaptándonos poco a poco al combate. Aprovechando las coberturas ganábamos tiempo contra esos...”Seres”. Algo los había traído hacia nosotros, pero no sabíamos de qué se trataba.
Mis trampas y estrategias no daban resultados, perdíamos cada vez más y más terreno. Mientras que nuestras tropas eran diezmadas cada vez más rápido, solo acabamos con unos pocos de ellos. No sabía qué podía hacer contra un enemigo cuyos puntos débiles me eran desconocidos.
Desesperado, di la orden de retirada. Debía hacer algo, lo que fuera, para garantizar nuestra victoria... Improvisé una bengala, la usaría para llamar refuerzos...Estaba claro que solos no podríamos hacer mucho.
Me separé de mi escuadrón, buscando un buen punto para lanzar la señal. Lo último que oí fue a mis compañeros diciendo que regresara. Pero no. Prefería que esas criaturas me siguieran solo a mí mientras llegaban los refuerzos...
Logré lanzar la bengala sin muchas dificultades. Casi parecía como si me dejaran hacerlo...Tras asegurarme de que la había lanzado en un lugar donde pudiera verse a varios kilómetros, seguí corriendo mientras ellos me perseguían.
No sé cuántas horas pasaron, pero la situación me superaba. Ser perseguido por unos engendros del averno mientras era observado por cadáveres en descomposición minaban poco a poco mi voluntad de seguir adelante.
Finalmente, tropecé con los restos de una víctima ya muerta, sin fuerzas para levantarme. Ellos me alcanzaron y, aunque sentí cómo sus garras me desgarraban, podía sentir mi corazón latir, e incluso podía ver qué pasaba a mi alrededor. Era como un muñeco roto.
Cuando llegaron los refuerzos, pude verlo claramente. Pude ver como uno de esos seres oscuros emergía de mi cuerpo, inerte, y se precipitaba sobre quien los dirigía, mi propio padre. Pude ver cómo aquel demonio acababa con él, lentamente.
Yo ya estoy condenado. Condenado a ver cómo aquellos que visitan las ruinas acaban como yo, siendo un juguete de fuerzas desconocidas. No vayáis a las ruinas de Argus, o pasaréis toda la eternidad allí, sin poder hablar, dormir...Ni siquiera gritar.
Tu camino finaliza aquí. HAS MUERTO.
- 19:
Nos defendimos como pudimos de aquella emboscada. Jamás nos habíamos enfrentado a algo semejante. Les enfrentamos como pudimos, pero parecían inmunes a nuestros ataques. Sin embargo, no flaqueamos en ningún momento. Dejar de atacar equivaldría una muerte segura contra esos incansables demonios.
Aquellos seres tenían una extraña fisionomía. No parecían tener una forma estable, siendo una amalgama de tinieblas que se separaban y recomponían constantemente. Lo único que permanecía igual eran las luces rojas de su rostro. Al golpearlas, se desvanecían unos segundos para volver a su forma original.
Con esta capacidad de regeneración, solo podíamos ganar tiempo en la lucha. Sin embrago, nosotros nos cansábamos mientras que ellos regresaban siempre con energías renovadas. Su forma de combatir era...Inusual. Adaptaban su forma a diferentes armas para batirlas contra nosotros.
Toda mi experiencia en batallas precedentes me servía únicamente para evitar un golpe letal por parte del enemigo. Sin embargo, todos teníamos nuestros límites. El mío, en concreto, llego con el décimo camarada caído.
Me abalancé sobre la mayor aglomeración de enemigos, llamando su atención lo máximo posible. De este modo, lograba que mis compañeros descansaran. Pero, como ya he dicho, todo tiene un límite. No podría luchar eternamente...
Los arañazos dieron paso a magulladuras, y estas a cortes. Pronto empezaron las heridas severas, y pronto llegaría mi fin si no pensaba algo rápido. Sin embargo, ya era bastante duro medirse con aquella infinidad de criaturas.
Solo podía pensar en salvar a mis camaradas y por ello me alejé de ellos cuanto pude, atrayendo el ataque enemigo sobre mí únicamente. Luchaba de un modo automático, instantáneo... Mi cuerpo reaccionaba ante cualquier ataque. Poco a poco, todos mis pensamientos fueron centrándose En un principio, solo pensaba en “salvar” a mis compañeros, “sobrevivir” vino después. Pero ahora mismo solo podía pensar en “matar”.
Establecí un perímetro seguro, con abundantes coberturas y donde me resultara cómodo moverme. Atacaba a todo aquello que entrara en mi territorio, sin mostrar ningún ápice de compasión o duda. No podía permitirme el lujo de descuidarme. Mi vida y la de todos aquellos a mis órdenes dependía de mi diligencia.
Sin embargo, había algo que me limitaba en el combate. Aquellos ojos sin vida de los cadáveres que me rodeaban. Me aterraban, me impedían emplearme a fondo. Múltiples veces tuve que interrumpir un ataque, pues iba dirigido a alguien que ya había pasado a mejor vida.
No lo podía soportar más. Cada vez fallaba más ataques, me distraía más, y mi desesperación iba en aumento. Las heridas y mis errores fueron en aumento. Mi ira crecía. Exploté. Aplasté la cabeza de uno de esos malditos cadáveres. Y de hecho me relajó.
Pero, cuando el cuerpo sin vida pereció otra vez, una de las sombras se desvaneció para no regresar... No lo entendí muy bien, pero empecé a volcar mis esfuerzos contra aquellos cuerpos sin vida. Las sombras procedían de ellos...Probablemente, fueran almas en pena, maldecidas...Me sentía mal por infringir daño a personas ya muertas...Pero, por otra parte, les ayudaba a descansar en paz...
Regresé con mi cuadrilla. Supieron de mi victoria a través de mi rostro. Algún otro monstruo apareció, pero los ataques eran menos numerosos y, por lo menos, sabíamos cómo vencerles...Nos dirigimos al altar de nuevo...Esta vez, podríamos investigar más cómodamente sobre estas extrañas ruinas.
Ve a 26.
- 20:
Equidna gritó de nuevo. El sonido retumbaba en nuestros cerebros, infundiéndonos una extraña sensación, mezcla de terror y...Dolor. La bestia se giró hacia nosotros comenzó a arrastrar su cuerpo. Múltiples patas arácnidas brotaron de su espalda para ayudar en su desplazamiento.
Sin embargo, se detuvo tras dar unos pasos y profirió otro grito. Su comportamiento era indescifrable. Sin esperar a mis órdenes, los más temerarios se abalanzaron sobre Equidna. “Insensatos” pensé, pero no pude detenerlos.
Lo que vino a continuación fue una verdadera carnicería. Equidna no se movió para nada. Del suelo emergieron múltiples criaturas de aspecto grotesco que se dieron un festín de carne...Equidna no se desplazaba de un modo aleatorio como se creía. Simplemente se dirigía donde estaba su nido. Y su grito llamaba a sus hijos, los que habían construido la galería subterránea que le serviría de refugio.
Pensamos en huir, pero descarté esa opción. Si nos retirábamos, le estábamos dando tiempo para aumentar su prole, adaptar el terreno a sus necesidades, y preparar fatales emboscadas...No, no podíamos permitirnos ese lujo. Debíamos acabar con ella aquí y ahora.
Pero...¿Cómo podríamos enfrentarla? Tuve que pensar rápido...Primero deberíamos enfrentarnos a esos...”Zánganos” que la defendían. Pero un combate cuerpo a cuerpo quedaba descartado ante la adaptabilidad que presentaban esos seres.
Pero eso no impidió que ideara una estrategia para reducir su número de un modo rápido y seguro. Se me ocurrió arrojar antorchas y flechas incendiarias. La humareda asfixio a aquellos engendros. Pudimos ver sus cuerpos semicalcinados emergiendo de sus guaridas.
Sin su guardia, Equidna perdió su ventaja. Nuestros ataques la cansaban, la herían, la desesperaban. Cada vez cometía más fallos, ya no nos sorprendía con sus extraños ataques. Podía hacer brotar varios apéndices de su cuerpo y expulsar un ácido por su boca. Sin embargo, todo eso eran ataques físicos.
Las flechas, dardos, cuchillos y rocas se clavaban en su caparazón. No permití que ninguno de mis hombres se acercara. Ya habían muerto demasiados por acercarse a ella. Pagaría por ello. Cuando la vimos sangrar, arrojamos explosivos y antorchas sobre ella. Las llamas dilatarían su caparazón, incrementando las grietas.
Su cuerpo abrasado emergió de aquel infierno. Con sus ojos casi sin vida, nos miró fríamente. Me acerqué a rematarla. Equidna no reaccionó, pero cuando me dispuse a rematarla, habló. Fueron las únicas palabras que nos dirigió. Y fueron claras:
“Mátame...Por favor...”
Cumplí su deseo sin dudar. No por ella. Por los caídos. Un extraño sentimiento anidó en mi corazón. Quizás podríamos haber aprendido más de ella, de su origen y su sufrimiento. Pero habría sido un riesgo. Uno que no me atrevía a correr...
Ve a 26.
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Argus
Doble post, no me cabía toda la historia en 1, y si no lo cuelgo así la historia queda inconclusa:
- 21:
El rugido de la bestia heló nuestras almas. Sus múltiples pupilas se clavaron en nosotros. Esos rubíes destelleantes penetraban más allá de nuestros seres, buscando “algo”...”Algo” que jamás sabré expresar con palabras...
Desafiante, Equidna abrió una increíble multitud de extremidades hacia nosotros. Eran similares a las patas de una araña. Pero si era por armas, nosotros también estábamos bien previstos. A mi señal, mis soldados se prepararon para la inminente batalla.
Nos abalanzamos sobre ella. Si su única arma eran aquellos apéndices, no sería problema, aunque pudieran atravesar nuestras corazas. Antes de que reaccionara, pudimos destrozar un par de aquellas cosas que salían de su lomo.
Pero las cosas nunca son tan fáciles como deseamos... Equidna profirió un grito profundo y seco. El sonido retumbó en nuestras cabezas segundos después del grito. Pero no era un lamento ni una muestra de dolor, como pensábamos. Estaba llamando a sus crías. Estaba llamando a sus soldados.
Emergieron del subsuelo, implacables, letales. En segundos acabaron con las vidas de muchos de los nuestros. El terror se reflejaba en los ojos de sus cabezas decapitadas... Nos defendimos como pudimos, atacando a esos zánganos.
Les despojamos de sus cabezas y aplastamos sus cráneos hasta que no quedó ninguno. Pero por cada uno de ellos que eliminábamos, surgían dos más de otra madriguera o de los árboles...Eran demasiados, y los nuestros estaban cada vez más exhaustos.
Empezamos a caer, víctimas del esfuerzo constante de aquella batalla. Los engendros de Equidna disponían de tácticas que nos sorprendían y desconcertaban. Su cuerpo era, literalmente, su arma. Desde arrojar fragmentos de su piel hasta exhalar fuego, sus talentos eran múltiples y variados.
Cuando puse fin al último de aquellos fervientes defensores de Equidna, éramos pocos y estábamos agotados... Y Equidna, en cambio, había tenido todo el tiempo del mundo para adaptarse a nuestra forma de combatir.
Su caparazón se había vuelto más grueso, tachonado con espinas que brotaban de su espalda. Disponía de unas piernas más fibrosas y adaptadas para el salto, y su cuerpo se volvió más aerodinámico. Nos ganaba en velocidad y en potencia. Comprendimos por qué Equidna no había podido ser cazada...
Nunca imaginamos que esa fuera su mayor arma. La capacidad de evolucionar acorde al combate. Le habíamos mostrado nuestras técnicas, nuestras maniobras y, sobre todo, nuestras debilidades...Apenas pudimos defendernos. Sus mandíbulas cercenaron la mayoría de nuestras extremidades...No había salvación para nosotros...
Sin embargo, no nos remató. Se limitó a amontonar nuestros cuerpos destrozados y moribundos. Luego, se alzó sobre sus patas traseras, mostrando una segunda boca que se extendía por todo su abdomen. Y a continuación hizo “aquello”.
La boca se abrió y vomitó un extraño líquido sobre nosotros. La piel empezó a ardernos, pero el dolor se extinguió pronto. Nos sentíamos bien, incluso dejamos de sangrar... Era extraño... ¿Por qué haría eso Equidna? ¿Por qué nos estaría salvando?
Una extraña visión asaltó mi mente. Pude ver un poblado similar al nuestro, pero que tuvo la mala suerte de estar próximo al lugar donde se produjo el “Argus II”. La explosión alcanzó a sus gentes de forma letal, abrasando sus miembros. Muchos murieron, y los supervivientes desearían haberlos acompañado...
No les quedaba mucho tiempo de vida. Estaban condenados. Pero una niña sobrevivió al incidente ilesa, a pesar de que una fiebre terrible le asaltó. La moribunda profirió un grito conocido para nosotros, y empezó a vomitar una extraña sustancia sobre los muertos y los moribundos.
Estos se alzaron de nuevo, pero algo había cambiado en ellos. Sus cuerpos habían desarrollado miembros insectoides, y carecían de la facultad de hablar o expresar algún sentimiento. Lo único que podían hacer era obedecer a aquella niña, que les ordenó buscar algún remedio para su dolor.
No hubo éxito, y la niña cada vez estaba peor. Su cuerpo se iba volviendo más y más monstruoso, creciendo de forma grotesca, desarrollando articulaciones imposibles y múltiples ojos, por los cuales no paraba de verter lágrimas.
El dolor jamás cesó, y la niña decidió buscar ayuda. Buscaba a alguien capaz de acabar con su sufrimiento, pero la gente solo buscaba acabar con ella. Por ello necesitaba soldados. Nuevos esclavos. Y sabía muy bien cómo crearlos.
Mis recuerdos acaban aquí. Ya no soy quien era. Solo sirvo a Equidna, siguiendo sus órdenes, protegiéndola y garantizando su seguridad hasta el día de mi muerte. Larga vida al enjambre...Larga vida a Equidna...
Tu camino finaliza aquí. HAS MUERTO.
- 22:
A pesar que conocía el camino a la azotea, me perdí... No en la espaciosa mansión, sino en la pequeña celda de mis pensamientos. ¿Por qué alguien querría regresar a este infierno? Dicen que el asesino siempre regresa a la escena del crimen, pero perfectamente podría ser un ladrón, un sádico mirón o incluso un alma perdida...Como yo en ese momento.
Accedí a la azotea a través de la buhardilla. Cuando crucé la cristalera, una ráfaga de viento frío rasgó mi rostro. Calaba hasta lo más profundo de mí. Era doloroso, y durante un instante pensé en abandonar mi investigación ahí, pero no. Quería saber quién había provocado ese ruido.
No tuve que andar muchos pasos para poder verlo. No la fuente del sonido, sino ese cadáver. Era el mayordomo que se encontraba en la azotea durante el asesinato. Su muerte fue la más cruel, sin duda. Empalado vivo en un adorno metálico, con las manos dispuesta como si estuviera realizando una plegaria...Sin duda, una que nadie escuchó...
Pero no dejé que eso me distrajera. Estaba seguro de que algo se había movido. Pero el qué. La luna, oculta entre las nubes, no podría ayudarme en mi búsqueda. No distinguía nada entre las tinieblas que oscurecían no solo el paisaje, sino mi propia alma...
Como un títere, lo vi, balanceándose a través de la noche. Se movía de un modo extraño, casi aleatorio. Me aproximé a él, intrigado, De cerca, aprecié quién era. Se trataba solo de un niño. Estaba, como ya he dicho, dando tumbos en la azotea, agarrado a un animal de peluche...
No sabría decir si jugaba o danzaba, pero su cuerpo se mecía peligrosamente hacia el vacío. Una caída desde esa altura podría poner fin a su corta vida. Un error, y ese niño podría morir. Y sería culpa mía por no hacer nada para salvarlo.
Mi mayor temor se hizo realidad. Se precipitó más allá de la extraña barandilla. Por un momento, no existió nada más. Ni asesinato, ni escena del crimen, ni el extraño cadáver de la azotea, ni el animal de peluche que el niño arrojó contra mí, ni ese frío penetrante y profundo...
Corrí hacia él y salté sin dudarlo. Era solo un niño. Me precipité a la oscuridad y abracé su cuerpo mientras caíamos juntos en ese mar de sombras. Estaba frío. Tanto como el viento de la azotea. Protegí su cabeza del impacto, llevándome la peor parte del golpe.
Sobreviví, pero evidentemente en pésimas condiciones. Apenas podía mover mis miembros, y lo único que podía sentir era el inmenso dolor. Pero al menos, él estaba a salvo. O eso creía... Su cuerpo no se movía. Me arrastré hacia él. Palpé su cuerpo inerte. Seguía frío...
La desesperación me asaltó. Las lágrimas brotaron de mis ojos. Sin saber qué hacer, pasé mi mano por su cabeza... Y noté algo extraño. Había costuras en su cabeza... Me fijé mejor. Estaba cosido, disecado...Como un macabro juguete...
De nuevo, el frío. Me volteé como pude. Y lo vi descender. El peluche. La luna emitió tenues destellos sobre él. De nuevo costuras. Estaba hecho de pieles...Las pieles de los asesinatos. Como si de “juguetes” se trataran... Al caer, una sombra emergió, no sabría decir de donde. Cogió el muñeco y esbozó una macabra sonrisa.
“¿También quieres jugar? Estupendo, al fin y al cabo, has estropeado mi mejor trofeo...Me lo debes”
Arrancó un trozo de piel del niño y lo dispuso en el muñeco. Luego vino a por mí. Y pude sentir de nuevo el frío, apoderándose de mis extremidades, de mis nervios... De mi ser... En un letargo entre la vida y la muerte, viendo como él me usa como un títere, atrayendo nuevas víctimas, sin poder hacer nada... Igual que un juguete roto...
Tu camino finaliza aquí. HAS MUERTO.
- 23:
Examinando una ve más el expediente, buscando aquello que se les había escapado a los demás. Ese era un lujo que no podía permitirme. Alentado por el ruido, me fijé en el asesinato concurrido en la azotea. Sin duda, era el más extraño, y eso era decir mucho en este crimen tan... Peculiar.
Ya era difícil poder explicar un asesinato múltiple, pero el mayordomo hallado en la azotea era un caso aparte. Mientras los demás habían tenido muertes rápidas mediante una descuartización instantánea, aquella pobre alma descarriada había sido destripado, atado con sus propios intestinos a un adorno metálico y luego degollado sin más...
¿Por qué él había sido víctima de tan feroz ataque? ¿Por qué se le dedicó más tiempo y esfuerzo a un solo hombre? No podía explicarse de ningún modo... Y quizás aquello que se movía por el tejado había venido a por él...A por su obra...
Cuando irrumpí en aquella escena del crimen, mis pupilas se dirigieron instantáneamente a ese cuerpo sin vida. La expresión de terror en su cara me revolvió las tripas. La policía no había podido retirar el cadáver, fuertemente clavado en aquella horrible acería que llamaban “arte”.
Me fijé especialmente en sus manos, dispuestas como si estuviera haciendo una plegaria. Una que sin duda, su dios no escuchó... Pero dudaba de que fuera solo eso... Había algo que se me estaba escapando... Y mientras me sumergía en mis divagaciones, ese ruido de nuevo.
Mis ojos no pudieron evitar dirigirse a la fuente del ruido. Aunque costó ver a través de las tinieblas de aquella noche, distinguí la figura de un niño, caminando peligrosamente por la barandilla, agarrado a un peluche maltrecho. Lo distinguí como el menor de los hijos de la familia asesinada.
¿Qué haría ese niño aquí? No me refería a la mansión en sí, sino a la azotea. De pronto, el niño se precipitó al vacío, y mi cuerpo, casi por instinto, se dirigió hacia él, pero pude reprimirme. Si saltaba para salvarlo, probablemente ambos moriríamos...
Pero él no murió. “Algo” hizo que se alzara, como un títere, permaneciendo suspendido en el aire. Comprendí que este caso no era algo “normal”. De pronto, el niño se abalanzó sobre mí, aferrándose a mi cuello. Y a pesar de ser un niño, la fuerza que ejercía sobre mí era enorme...
Mientras mis fuerzas se extinguían, pude fijarme en los ojos muertos de aquel chiquillo... Su vida ya se había disipado, y era solo una pérfida marioneta controlada por “alguien”... Y pude verlo. Conocía a aquel ser por los libros que había leído. Un monstruo de fantasía, que disfruta de la carne fresca recién cortada y haciendo muñecos de carne de sus víctimas.
Lo que no sabía la bestia es que había venido con “algo” para él. Aquel mayordomo no estaba plegando. Sus manos estaban agarrando una pistola , una que la policía no encontró, pero yo sí. Sabía que robarla estaba mal, pero también sabía que la necesitaría. Los demonios de la noche no me asustan, pues cuando me instruía, leía sobre bestias peores. Encañoné a aquel ser y disparé.
El hierro salado es el arma más vieja conocida para acabar con los seres nacidos de la magia y el caos. Y la pistola estaba armada con balas de susodicho material. Distinguí en el demonio una herida en la mejilla, y el trazo concordaba con el dato de que faltaba una bala. Disparé hasta quedarme sin balas. El muñeco, inerte... El demonio, muerto... La familia, vengada.
Me retiré del lugar con el cadáver de aquel pequeño en brazos. Merecía un entierro digno tras haber sido el juguete de aquel engendro. Los monstruos no tenían cabida en mi ciudad. Y gracias a las enseñanzas recibidas, podía combatirles como merecían...
Ve a 26.
- 24:
Estaban esperándome en aquella apartada entrada. Insistieron en que entrara, pero mi voluntad era férrea. No me movería hasta que se me comunicase que habían liberado a los rehenes. Cuando se me informó de que el acuerdo se respetó, y los ciudadanos estaban libres, entré.
La recóndita entrada por la que penetré en el edificio estaba seriamente dañada. Probablemente fue por donde los asaltadores decidieron iniciar su asalto. Balazos en la pared, arañazos en la pintura, restos de vidrio y objetos destrozados por el suelo... Una incursión rápida y victoriosa, sin duda...
Por su forma de actuar, deduje que apostaban todos sus recursos y esperanzas en esta operación. Al no poder permitirse ningún fallo, lo daban todo en la operación. Haberme conseguido como rehén les suponía una victoria. Ilusos. En el momento en el que me permitieron entrar ya firmaron su derrota.
La aldea se convirtió en ciudad gracias a mis esfuerzos y decisiones. Ha prosperado bajo mi mandato, recuperamos la ilusión y la esperanza. Ya no somos un pueblucho desolado por un cataclismo. Somos ya una próspera ciudad. Y la ciudad soy yo.
En todos esto años, he crecido junto a mis gentes. Estudié cómo eran las grandes urbanizaciones de antaño, y adapté sus avances a nuestras necesidades y recursos. Conozco cada calle, cada casa y cada plano.
Mi maestro me enseñó bien. No delegar en nadie, no malgastar ningún esfuerzo en algo abocado al fracaso, y, sobre todo, no rendirse jamás. Mientras aquellos matones me dirigían ante su líder, posé mis ojos en una tubería. Con mis conocimientos, la identifiqué como una destinada al paso del gas. Perfecto.
Se quebró como una ramita seca tras un golpe certero. Me apuntaron con sus armas. Pero sabían tan bien como yo que cualquier chispa nos haría volar por los aires. Mientras se preparaban para una confrontación cuerpo a cuerpo les derribé. Yo ya esperaba dicha confrontación. No duraron mucho.
Lo siguiente fue buscar los fusibles. Examinando su equipo, vi que no disponían de accesorios de visión nocturna. Sin luz estarían indefensos al caer la noche. Yo tenía todo el tiempo del mundo, ellos, en cambio, no. Cada minuto, cada hora, sería una humillación que les iría hundiendo más y más en la desesperación.
Tras acabar con el abastecimiento de electricidad, empezó el juego. ¿Pensaban que tenerme como rehén era una ventaja? Pobres ignorantes. Habían desatado mi ira. Uno a uno fueron cayendo en la oscuridad. El único sonido que les llegaban eran los gritos de sus compañeros al caer ante mí.
Llegué a su líder. Me miró. O mejor dicho, miró donde creía que estaba yo. Abrió fuego desesperado, mientras soltaba un discurso sobre que ellos serían la nueva nación. Pobre megalomaníaco devorado por su ego.
Agotó sus balas. Yo no. Un balazo entre los ojos. Nadie lo merecía más. Nadie juega conmigo. Nadie juega con mi ciudad. Aprendí bien de mi maestro. Un trabajo limpio, ninguna baja y el pueblo me aclamaba, una vez más, como la solución a sus problemas y sus miedos.
Ve a 26
- 25:
Llegué al punto acordado, y una vez la policía me garantizó que los rehenes estaban a salvo, un miembro de los secuestradores me encañonó para guiarme con su líder. Eso era justo lo que quería. Ver al cabecilla que se había atrevido a desafiarme.
El hombre encargado de vigilar mi travesía por aquella casa invadida no era más que un bravucón. Un pelele en manos de una fuerza mayor. No cesaba de intentar intimidarme con arma, dando suaves golpes con ella en mi nuca y exigiendo que acelerara el paso.
Consentí ese comportamiento, soportando el martirio que era escuchar sus sandeces con el incesante eco de aquel hogar vacío... Lo consentiría hasta que cumpliera su misión y me llevara hasta donde yo quisiera... Y entonces sería el primero en morir.
Me desplazó por un laberinto de pasillos y tuberías. Entendía el por qué una incursión por parte de la policía hubiera sido infructuosa. Era imposible poder acceder a la sala donde tuvieran a los rehenes sin perderse. Por suerte, yo tenía a aquel esbirro genérico llevándome justo a donde quería.
Y, finalmente, llegamos ante aquel que lo había organizado todo. Ciertamente eran un grupo más numeroso de lo que pensaba. Estaban bien provistos, tanto en armas como en equipamiento. Su plan, como es evidente, estaba siendo un éxito... No eran unos don nadies...
Al entrar en la sala, los cuchicheos fueron derivando a charlas cada vez más animadas sobre el éxito de la operación entre aquellos secuestradores. Casi parecían a punto de llorar por aquel inesperado botín que suponía yo.
Pero cuando su líder empezó a hablar, el silencia imperó en la sala. Fue un discurso altivo y arrogante donde se colocaban a sí mismos como una nueva “potencia emergente”, y que algún día, establecerían la “nación elegida”... ¿Cuántos megalomaníacos habrían planteado argumentos e ideas semejantes a lo largo de la historia?
No eran más que otra pandilla de asesinos y extorsionadores que, buscando justificar sus acciones, afirman que hay honor y grandeza en todos sus actos. “Son monstruos que se alimentan del sufrimiento de los demás para prosperar...Y por ello, merecen la muerte” era la frase que repetía una y otra vez para mis adentros...
El juicio había terminado, y mi sentencia ya había sido dictaminada: morirían de forma horrible, ahí y ahora. Cuando desplegué mi poder, quedaron absortos. Nadie está preparado para observar el poder puro sin sorprenderse. Mi maestro me instruyó bien. Ni sus armas ni su número servían contra mí. Ya estaban condenados.
Uno tras otro fueron cayendo ante mí. No tenían posibilidades. Todos sus ideales y esperanzas se consumían ante mis ojos. Era ya su indudable fin. Pero entonces, ocurrió. Me la habían jugado. Aún quedaba un rehén del que los policías ni yo teníamos noticia... Y el líder estaba encañonándolo con su arma.
Exigió mi rendición. Cesé. Ni con todo mi poder podía hacer nada en ese momento. No podía poner en juego una vida. Me había confiado. Fue mi primer error...Y el último. El plomo se fundió tan rápido como encontró mi sangre. Una sola bala acabó conmigo...
Mientras me ahogaba en un charco de mi propia sangre, pude ver caer a aquel rehén... Aquel falso rehén. Un engaño, un muñeco, una pantomima... Que había bastado para que aquellos bandidos acabaran conmigo. El líder hablo... Uno de ellos se disfrazaría de mí, y manipularían el gobierno según sus intereses.
Yo ya nada podría hacer. Y nadie pudo oír mis últimos gritos de impotencia....
Tu camino finaliza aquí. HAS MUERTO.
- 26:
No pude disfrutar de mi triunfo. No desde ese mismo instante. En cuanto su mirada se cruzó con la mía, supe que era el fin. Cuando sus pupilas destellaron, supe que se estaban escribiendo las últimas líneas de mi vida.
Una súbita ráfaga de viento frío me rodeo. Todo parecía más gris y lóbrego en cuanto ese ser apareció. Ni siquiera podía identificar qué era. Solo sé que esa parte del cerebro encargada de procesar emociones me estaba obligando a experimentar solo una: el miedo.
Apareció de la nada, sonriendo, altivo... Como si el asunto no tuviera nada que ver. Como un niño feliz que acaba de entrar en una juguetería. Y se fascinaba de lo que había visto. Anduvo un rato, lentamente, examinándolo todo de una forma meticulosa, y, sobre todo, de un modo macabramente alegre.
Finalmente emitió una carcajada. Todo aquel que la oyera sentiría su espíritu encogido. Ese ser salido de la nada imponía su voluntad sobre los demás, como si fuéramos insectos o, simplemente, peleles destinados a servirles.
Se acercó a mí y se inclinó. Me pregunté el por qué. La respuesta me llegó de inmediato. Me había postrado de rodillas frente a él, frente a ese aura amenazante que le rodeaba. ¿Quién demonios era ese encapuchado, quién?
Sacó un anillo de su pesado y andrajoso abrigo. Un anillo lacrado en oro, brillante y refulgente. Lo puso frente a mí. Sonrió de nuevo. Pero esta vez habló.
“Los objetos guardan un gran poder en su interior. Pero son meros catalizadores de las verdaderas fuentes de poder. Fuentes como tú o yo. ¿Quieres el poder para vivir? ¿O prefieres que te devore y me quede con tus talentos?”-supongo que asentí, no lo recuerdo bien...-”Estupendo, escoge tu arma, aprendiz, pero recuerda: eres una fuente de poder bruto, la forma de usar tus habilidades depende de ti, de las opciones que hayas escogido para llegar a este camino, a este fin. Escoge el objeto con el que firmarás tu futuro... Ahora.”
Tras esto aparecieron frente a mí una serie de objetos, en apariencia cotidianos, que escondían algo que, supuestamente catalizaría mi poder oculto. Todo era un CAOS sin control... ¿Qué podría hacer?
Entre los objetos había un bastón roído, un espejo empañado, un avión de papel, una máscara de medio rostro, una caja mohosa, un trozo de cadena, una lupa rota, una figura de origami o un revólver cargado solo con una bala.
Debía tomar una decisión. Pero... ¿Cuál escogería?
Para el bastón, ve a 27.
Para el espejo, ve a 28.
Para el avión, ve a 29.
Para la máscara, ve a 30.
Para la caja, ve a 31.
Para la cadena, ve a 32.
Para la lupa, ve a 33.
Para la figura, ve a 34.
Para la pistola, ve a 35.
- 27:
Agarré el bastón con decisión y lo apoyé en el suelo. Pude sentir todas sus arrugas y aristas. Me recordaron a mí, a cómo había vivido mi vida. El paso del tiempo me había curtido, preparñandome para retos cada vez mayores. El bastón era un apoyo más mí, como todas aquellas experiencias que había vivido.
De pronto, del extraño emergieron una serie de vientos helados. Cuando quise darme cuenta, estaba en una estepa glaciar. Apenas podía abrir los ojos, pues el frío intenso helaba mis lacrimales, produciéndome un enorme dolor.
Pero no me rendiría. Apreté fuerte el bastón, agrietándolo aún más, y afianzando mi paso. No sabía a dónde me había enviado aquel ser monstruoso, pero no me rendiría. No podía permitirme ese lujo. Seguiría siempre adelante, pasase lo que pasase.
El bastón se fue rompiendo más y más a medida que mi paso se hacía más y más firme. Finalmente, se rescrebajó, y de sus restos crepitó una enorme flama que me rodeo, mientras aumentaba mi paso por aquel recóndito paraje helado. Cual ave fénix, resurgí de mis cenizas. Aquel fuego no me dañaba, en cambio, me calentaba y fortalecía.
El “don” que aseguró que yo poseía debía estar relacionado con el FUEGO. Y sin ninguna día, dentro de mí ardía un fuerte deseo de superación y de conocimiento... Acerca de mi nuevo poder, de descubrir a otros como yo... Y de desentrañar el misterio que suponía aquel extraño encapuchado.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 28:
Mi mano se aferró al espejo. Estaba frío, como mis esperanzas. Pero lo agarré fuertemente. Me fijé en su reflejo. El rostro era el mío, pero me era desconocido. ¿Quién era yo? ¿Mis decisiones y actos fueron los correctos? ¿Qué iba a ser de mí?
Eran incógnitas sin respuestas. El extraño se desvaneció, y ya no estaba en aquel sórdido lugar. Reparé de nuevo en el reflejo, tras de mí se divisaba lo que parecía el interior de una mansión. Me incorporé y miré alrededor. Los residentes repararon de mi presencia.
Ciertamente estaba frío, como un cadáver abandonado. Aquel encuentro con ese ser me había dejado sin fuerzas. En cambio, ellos fueron hospitalarios. Me ofrecieron cobijo y alojamiento. Notaron que mi temperatura corporal era nimia, y me acercaron al fuego.
Mientras me calentaba, observé el espejo de nuevo. “¿Quién soy yo?”, sin hallar respuesta.... Pero sí pude saber quiénes eran ellos. Los residentes no tenían ningún reflejo. Aquel descubrimiento les disgustó, y se prepararon para atacar.
Al ver en mi mirada que sabía la verdad, se abalanzaron sobre mí. Antaño me sorprendería, o probablemente les temería... Pero ya no. Criaturas que escapan de la limitada comprensión que se nos concede al nacer. Ahora podría llamarles mis semejantes....
De pronto, no noté más frío. En cambio, ellos yacían helados a mis pies, derrotados, sumisos. “¿Quién soy yo?”, sigo sin respuesta, pero el HIELO eterno me ayudará a desentrañar ese misterio, pues el poder se me concedió para ello.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 29:
Aquel pequeño avión de papel se posó en mis dedos, como si el mismísimo destino lo hubiera dispuesto así. Cogí su base con cuidado, para observarlo con atención y apreciar sus detalles. ¿Cuándo fue la última vez que hice uno y lo arroje para, simplemente, disfrutar de su vuelo?
Mientras me embelesaba con el avión, vagando por mis recuerdos, me di cuenta de que ya no estaba con aquel ser de pesadilla. Ahora estaba en una estepa, un enorme paraje donde la hierba se extendía más allá de lo que mi vista podía contemplar.
Las continuas ráfagas de viento azotaban mi cuerpo. Intentaba resistirme a ellas, inútilmente, pues se me arrastraba allá donde no quería ir. Contra más intentaba soportar aquellos vendavales, más me impulsaban contra mi voluntad.
El viento, finalmente, triunfó. Me propulsó contra el suelo, haciendo que soltara el avión de papel. Pensando que este ya estaba condenado a ser destrozado por aquel sinfín de fuertes vientos, observé, con sorpresa, que el avión se mecía suavemente en aquella tormenta.
Dejé todo atrás, y lo intenté. Imitando al avión, podía cabalgar aquellos vientos. Mi cuerpo se mecía ahora con las corrientes de aire, llevándome allá donde yo quisiera. Mi poder se basaba en el VIENTO, y por tanto en la libertad. Nunca nadie impondría su fuerza sobre mí. Ni siquiera aquel extraño...
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 30:
Tanteé la máscara con mis dedos, recorriendo aquel extraño rostro que plasmaba. La expresión de aquel trozo de metal frío y áspero era triste, muy triste. Me embriagó aquel sentimiento. Casi como si me hipnotizase, coloqué la máscara sobre mi propia cara.
Cerré los ojos, y durante un momento, sentí ser otra persona. ¿Qué hubiera pasado si hubiera tomado otras decisiones? ?¿Y si mis acciones hubieran sido diferentes? ¿Acaso mi vida hubiera sido distinta? Nunca lo sabría. Y por ello, plasmé una mueca triste en la mitad visible de mi rostro.
Cuando quise darme cuenta, no estaba en compañía de mi anónimo asaltante. En cambio, estaba en un callejón sombrío, apagado y triste. Mientras meditaba en mis adentros, pude oír cómo alguien desenfundaba un arma, y se aproximaba hacia donde estaba yo.
Ya pensaba que era mi final. Era extraño, pues mis últimos pensamientos no eran súplicas ni arrepentimientos. Recapacité sobre todos mis errores y faltas, aquello que me había entristecido en el pasado. Y lo acepté.
Mis errores no eran trabas en mi camino, eran oportunidades para mejorar. Salí del callejón y vi a mis asaltantes, una pandilla armada. Capté su tristeza, y lejos de apiadarme, los ignore. Ellos, despistados, movían sus pupilas intentando encontrar algo, probablemente a mí.
Por lo que pude deducir, no podían verme. El amparo de las sombras, de mis errores, me cobijaba, haciéndome un blanco difícil de dar. Las SOMBRAS eran mis aliadas, y sin duda, las usaría para mis propósitos...
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 31:
Mis ojos se clavaron en la caja. ¿Qué escondería en su interior? ¿Qué misterios insondables ocultaría bajo esa carcasa? Antes de darme cuenta, ya la tenía en mis manos. Pero cuando traté de abrirla, descubrí que el cerrojo constituía un pequeño puzzle.
“Pequeño” no es sinónimo de “fácil”, siendo endiabladamente complicado. Todos mis intentos de resolverlo acababan en fallo. Sin embargo, algo me instaba a continuar, a no tirar la toalla. Y a pesar del fracaso, no sentía ni vergüenza ni rabia.
Mis intentos eran contínuos, y mis errores reiterados. Todo mi mundo se iba reduciendo a esa caja y a ese maldito cerrojo encriptado. Ya olvidé la compañía del extraño y todo aquello que me rodeaba. Para mí, solo la caja importaba.
Me rendí. No sabía cuánto tiempo había estado con la caja. Solo sabía que no podía abrirla. Había aceptado mis limitaciones. Con mis habilidades presentes, me era imposible abrirla. Al desistir de esta tarea, descubrí que ya no estaba en presencia del extraño. En su lugar, me encontraba en una oscura y cavernosa gruta.
No había ninguna salida, ninguna fuente de luz y ninguna garantía de que el oxígeno durara más de una hora. Sin embargo, la desesperación no anidó en mí. No lo hizo con la caja, no lo haría con esto. Con un gesto de mi mano, la roca comenzó a separarse, abriéndose una vía de salida para mí.
Mi poder se basaba en el dominio de la TIERRA, y como ella, me convertiría en algo eterno y perpetuo, en una fuente de conocimientos y saberes lo suficientemente extensos para abrir aquella caja.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 32:
La cadena estaba fría. Sus eslabones estaban fuertemente unidos, a pesar de que los últimos se encontraran algo desligados. Sin embargo, el acero era fuerte y la formación compacta. Era regia y robusta. Al sostenerla, cualquiera sentiría seguridad.
Como si te afianzara en la realidad, esa cadena te ayudaba a ser consciente de tu entorno, como si fuera una especie de nexo sobrenatural. Sin embargo, no solo transmitía esa estabilidad... También sentías cómo si esa cadena se entrelazara con una cadena “metafórica” que supondría mi propia vida, mi destino...
Como ya he dicho, me aferré a ella, pero cuando quise darme cuenta, ya no estaba en presencia de aquel extraño, si no en la azotea de un edificio. Mi propia esencia se sentía “encadenada” a la ciudad, atado a cada sonido, a cada onda, a cada mensaje.
Captaba el latido de la ciudad misma de un modo enérgico, súbito, energizante... Podía sentir el vigor de cada aparato en mi interior, recorriendo mi ser y haciéndome cada vez más fuerte. Salté al vacío, y la ELECTRICIDAD me rodeó, convirtiéndome en el propio rayo. La electricidad era mi bendición, mi nuevo poder, y aprendería a utilizarlo.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 33:
La lupa se quebraba a medida que la sostenía. Estaba marchita, oxidada y, sin lugar a dudas, inutilizable. Ya no cumplía su función originaria, y, sin embargo, me fascinaba. Cuando la pude alcanzar, no dudé en mirar a través de ella.
Como un caleidoscopio, podía ver el mundo desde otra perspectiva. Todo se descomponía y recomponía ante el lente quebrado. Ante esta panorámica, podía reflexionar sobre mis decisiones anteriores. Puede que no tomara el camino más acertado siempre...
Y, a pesar de todo, no había arrepentimiento en mí. Cuando quise darme cuenta, había un corro de gente alrededor mía. No parecían hostiles, no parecían agresivo. Ni siquiera parecían dispuestos a moverse.
La sorpresa me invadió. Observé mis manos. Emitían un extraño resplandor sin forma fija, que, reflejado en la lupa, emitía un extraño brillo. Aquellos salvajes parecían disfrutar del espectáculo que les brindaba aquello. Cándidas almas.
Al parecer, había recibido la bendición de poder manipular algún tipo de LUZ, o quizás algo más sutil, algo relacionado con las MENTES humanas... No sabría explicarlo bien, pues debería investigar sobre este nuevo don.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 34:
La figurilla me fascinaba. Cada arista, cada pliegue, demostraba una maestría sin igual en la disciplina del origami. Las preguntas de cómo se había diseñado aquella obra de arte asaltaban mi mente, deseosa de hallar una respuesta.
De pronto, ya no estaba en compañía del encapuchado. El océano me rodeaba, y mi cuerpo estaba sumergido en él. Cada vez nos hundíamos más y más, aquella figura y yo. La profundidad se incrementaba cada vez más.
La figura se iba deshaciendo entre mis dedos a medida que me engullía el gran azul. ¿De qué servía la maestría frente a la inmensidad del mar? Nada, nada en absoluto. Y cada vez estaba más y más adentro.
Los restos de celulosa empapada se descomponían ante mí. Creía entender el mensaje. Aquella figurita suponía una opción, ahogada por el sinfín de posibilidades que suponía el océano. Por tanto, ¿qué debía hacer pues? Adaptarme, ser como el océano, algo infinito.
Salí del agua y posé mis pies sobre su superficie. Andando pausadamente, me encaminé hacia la costa más cercana. El AGUA obedecía mis designios.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- 35:
Ni lo pensé, cogí la pistola. Mis dedos se posaron fuertemente en el gatillo, y sin dudarlo encañoné a aquel encapuchado. ¿Quién se creía que era? Había aparecido de la nada, imponiéndose a los demás.
Desconsiderado, merecía que aquella bala atravesara su corazón, dejando su propia sangre inundara sus pulmones mientras sus entrañas se quemaban y descomponían por la abrasión.
Mi dedo, no obstante, no estaba dispuesto a ejecutar la acción. Todo mi cuerpo estaba atenazado, sin poder moverse según mis propios designios. Por más que intentaba jalar el gatillo, algo me impedía hacerlo.
Algo en ese ser me impedía reaccionar. Mi voluntad no era lo demasiado fuerte para sobreponerse a la suya. Él se aproximó a mí. Cogió la pistola. La dispuso en su sien. Sonrió. Y disparó.
No le hizo nada. Entre risas se marchó. Ese eco aún resuena en mi cabeza. Aún no sé cuál es ese don que él aseguraba que despertaría en mí. Sin embargo, no podría importarme menos.
¿Quién necesitaba depender de un poder ajeno y desconocido? Bastaba con mi VOLUNTAD y mis propios TALENTOS para sobreponerme a cualquier dificultad. Y cuando volvamos a encontrarnos, podré apretar el gatillo.
Mi viaje no termina aquí, pues esto es solo el comienzo...
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Argus
Mis elecciones han sido 1 3 11 13 16 23 26 30 para quien quiera leer mi Ruta. (?)
- Tamer
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :1145Cuentas :Ficha :Relaciones :Cronologia :NPCs :Nivel On Rol :Ancient Spirit X Evolution.Nivel On Rol de los Digi Aliados :Lily - Super Ultimate.
Dahlia - Super Ultimate.Icono :Rango y Unidad :Fuji Raikomaru
Rango: Holy Knight
Unidad: Deadly RoseRango y Unidad Digi Aliado :Lily (Lilithmon)
Rango: Maestre
División: Deadly Rose
Inventario :
Fuji Raikomaru
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