-Crónicas-

por Roku Ginshô Mar Ene 24, 2017 3:27 am

Anexo:

-Atormentado-

Las sábanas están removidas, tiradas, pero no hay nadie en la cama. Aunque yo estuviera allí, seguiría sin haber nadie. La casa está a oscuras, es noche cerrada, hay nubes, llueve, y lo que más odio. Los truenos, los dichosos truenos. Como escopetazos dado por un Dios que no quiere que duerma. Pero no ha sido eso lo que me ha despertado, no. Un sonido más desagradable, una llamada, y tuve que atenderla, podría ser una emergencia. No, no, ni hablar, es ella. Esa mujer. Me grita, me exija que vuelva, me reclama como una propiedad. Sí, su voz es más atronadora, más irritante, y por ello golpeo el auricular contra el teléfono, y del impacto se descuelga. Mejor, me dan igual las emergencias solo quiero... Dormir.

La botella de whiskey, medio vacía, ¿o medio llena? Sé que no debería, que no debo, que es un vicio que intenté superar, pero lo necesito. Solo quiero dejar de pensar, no, no es por ahogar mis penas. Sé que no hay respuestas al final de la botella, sé que mis problemas no se van a solucionar, ¡¡lo sé muy bien!! ¡¡¡solo quiero que paren!!! Lo... Lo sé muy bien. Ni sé a quién le estoy gritando, es solo que... No, otra vez no...

Otra vez estoy llorando.

Mi gimoteo es débil, un sollozo casi inaudible. Comparado con la lluvia, no es nada. Pero para mí, suenan como cataratas, pues no es solo el agua que mano. La respiración entrecortada, el dolor en el pecho, la mandíbula floja... Y las ganas de acabar con todo de una vez. Otro trueno. En mi mente, se asemeja a una bala en la sien. Un último sonido, y todo acabaría, ¿no? Vuelvo a beber, me cuesta. Es... Es todo, supongo, no sé. No dejo de pensar en ello. Ahora me tiembla la mano. Que pare, por favor, haz que pare. Tengo miedo. Un trueno. ¿Es una tormenta, o están disparando de verdad? Incrementa esa sensación de pánico. Te lo suplico, ayúdame. No quiero estar solo, por favor, solo... Solo dime algo, háblame, dime que todo va a salir bien... Lo necesito... Yo, yo solo. Otro trueno, ¿o un disparo? No lo sé. La, la botella está rota, me sangra la mano. Debería recoger pero, pero solo quiero que se acabe la noche de una vez...

Debo buscar refugio. Un lugar donde pensar en paz y quizás, solo quizás, dormir un poco. ¿La cama? No... No, no, no, por favor, no. ¿El sofá? Me asaltan recuerdos peores. ¿Dónde, entonces? Deambulo, como un extraño, en mi propia casa. ¿Es mía acaso? No, no lo es. Ya no, ¿verdad? Finalmente, la esquina. Sí, ahí estaré bien. Desde ella puedo clavar mi vista en la pared, sin decorar. Dejar la mente en blanco. Descansar. Dormir... No, ¡no! ¡¡otra vez no!! Truenos. Que paren, por favor, haz que paren. Aterrado, mi vista se aparta, y vaga, como yo, sin un destino pensado, para acabar en el sillón. Una imagen familiar, de cuando era pequeño. Sí, en aquel sillón era donde él me leía cuentos... Y aquella vez, durante una tormenta, vino a abrazarme y decirme que, que las cosas irían bien, que estaba a mí lado, que no debía tener miedo...

-Papá...

No está. Sé que ya no está. Lo sé muy bien, joder, lo sé. No pienso en otra cosa. Pero le echo de menos, claro que sí. Es infantil, es estúpido, es... No sé más palabras para definir esta... Esta mierda. La cama donde dormí esa noche, cuando hubo una tormenta, y él me aseguraba de que no dejaría que me pasaría nada. Ese, ese es el recuerdo que quiero olvidar. ¡¡Pero no puedo, joder!! ¡¿Y yo qué?! No... No hice nada por ayudarle. ¿Y ahora? ¡Está muerto! Por... Por mi culpa... No está... Por... Por mí...

-Lo siento, joder, lo siento...

La lluvia va a más. Son como pasos, muchos pasos. Lo recuerdo. Ese día, la policía vino a darnos una noticia. Eran muchos, no tantos, pero muchos. Aún recuerdo las palabras exactas. ¿Decirlas en voz alta? No, no podría. Ya fue bastante duro. Mi padre estaba muerto. Le habían reventado el torso a balazos, cuando se supone que debería ir armado. Trabajaba aquí, en este sitio. Un guardabosques, el guardabosques asignado a esta zona. Por supuesto, tiene que ir armado, pero ese día sus armas iban descargadas. La policía no sabía el por qué, y en el informe acabaron poniendo que le robaron la munición, los agresores, probablemente. Yo, yo sí sé lo que paso. No fueron ellos. Fui... ¡¡Trueno!! ¡¿Disparo?!

-Yo...

La casa está llena de escenas, recuerdos y pensamientos, que yo mismo asesiné. Como si hubiera apretado el gatillo. No debo estar ahí. No puedo estar ahí. Debo irme, salir, escapar. Abro y cierro la puerta, buscando huir. ¿De qué? ¿De la culpa? ¿De mis recuerdos? ¿De mí mismo? No lo sé... Corro, sin rumbo, sin pensar, como un animal. El barro hace que me caiga, y la ausencia de estrellas, de luz, hace que al mirar mis palmas, no parezca tierra mojada, sino...

-¿Sangre?

No, ¡no! ¡Sácame de ahí! ¡Solo déjame salir! No, no quiero esto. No sé lo que quiero. ¿Por qué tuvo que morir? Era un hombre, un buen hombre. Y ahora está muerto. Por su único error. Por mí. Joder, joder, joder. Solo debería perderme en la espesura, y que, como a una bestia, alguien me pegara un tiro. Así, solo así, podría olvidar, descansar. Porque soy un cobarde. Sé que no puedo apretar el gatillo. El solo imaginarme el disparo, como un trueno, ya me hace estremecerme y, como un niño, encogerme de puro pánico.

Sigo corriendo, o andando. Y acabo donde me temía. Lo sabía desde el principio. Donde empezó todo. Una pequeña cabaña, apartada de la casa, donde se guardan las armas y las municiones. Está aquí porque los animales no se acercan. Y yo tampoco debería. No hoy, no esta noche sino... Antes. Lo sé, lo sé muy bien. Yo robé la munición, y las armas. Unos amigos estaban en problemas, problemas de los gordos. Necesitaban protegerse, y por eso, me lo pidieron. Como un imbécil, lo hice. Mi padre me vio, hablamos, pero no estaba en mi mejor momento... Ya no oigo la lluvia, ni los truenos... Solo su voz.

-Gar, puedes contarme lo que sea. Sabes que solo quiero lo mejor para ti, hijo.

Ni... Ni me despedí ese día. No podía ni mirarle a la cara. Le estaba robando. Le estaba matando. Como si yo apretara el gatillo. Un trueno, un disparo. Y fui yo. Antes de darme cuenta, mis rodillas se hunden en el fango. Derrotado, solo, llorando. No, no puedo hacer nada, ya no. No puedo dormir. No podré dormir.

-Lo siento, papá, lo siento...

Aunque tenga el digivice, y pueda convertirme en un monstruo, sé muy bien que no cambia nada, que no lo necesito. Yo ya soy un monstruo.

-Garfield "Gar" Summers