comienzo fallido

El grupo se acercaba hacia una pequeña aglomeración de casitas, que parecían hechas de bloques de juguetes. No parecían muchas ni siquiera demasiado grandes, algo que daba a entender que, los residentes de esa aldea, no eran demasiado grandes, por lo que, posiblemente, Hinata se encontrase segura y a gusto en aquel pequeño poblado.

Al llegar lo primero que hicieron los pequeños Digimon que la guiaron fue, llevarla con Babamon, la anciana de la aldea, para que así la joven humana preguntara todo lo que quisiera, para librar su mente de las dudas ocasionadas por el mundo en el que se encontraba, la anciana la recibió en su hogar y con amabilidad le ofreció asiento y algo de beber.

Bueno... ¿que deseas preguntar joven?-dije la anciana mientras cogía la taza y se preparaba para dar un sorbo.

Pues, ¿es verdad que puedo ser una tamer?-pregunte mirando seriamente a la anciana, la cual estaba bebiendo.

Pues si, puedes serlo pero también puedes haber llegado a nuestro mundo por accidente, por lo que no puedo darte una respuesta concreta a tu pregunta.-respondió dejando la taza en el suelo y devolviendo la mirada a la joven.

Vale, ¿como se supone que volveré a mi mundo si no soy una tamer?-pregunte mientras cogía a Kuro en mis brazos y lo acariciaba, como si de un gato se tratara.

Puedes volver si coges un Trailmon, aunque por el momento te quedaras a pasar la noche aquí, es muy tarde como para que una jovencita como tu salga, ven te llevare a lo que sera tu cama.-dijo la anciana Digimon mientras se ponía en pie y le hacia un gesto para que la siguiera.

Hinata acepto su respuesta y dejando a Kuro en el suelo se levanto y la siguió, a una pequeña habitación y se dispuso a dormir, sorprendida de que el pequeño Digimon de color azabache al que nombro como Kuro salto para así acompañarla en la noche, a lo que ella lo abrazo hasta quedarse dormida. A la mañana siguiente al abrir los ojos la joven de dorada cabellera se llevo una sorpresa, el pequeño Kuro ahora era mas grande, ahora era de un color rosado y en su mano se encontraba algo parecido a un juguete.

Kuro, despierta, que te a pasado y que es esto?-dije mientras alzaba la voz.

Mmm.... ¿que pasa? !EEEEEEEEE¡  eh digievolucionado.-dijo Kuro mientras saltaba de felicidad. -Hinata mira ahora soy mas fuerte, anda ¿eso no es un digivice?-dijo mirando a la joven.

¿Era realmente un Digivice? ¿Eso significaba que Hinata era una tamer y que realmente estaba destinada a llegar al mundo digital? ¿eso significaba que tendría un compañero? ella esperaba ansiosa saber las respuestas a esas preguntas por lo que salí de la habitación para preguntarle a la anciana sobre el objeto en su mano y sobre el cambio de Kuro, con la sorpresa de no encontrar a Babamon.

Tsk que fastidio - se escucho una pequeña queja cerca de una de los parques de la zona inicial, muy cerca de los pequeños establecimientos del lugar. La ciudad del inicio era el lugar de espera de un humano y una Tailmon. - Tranquilo Hiei.

Hiei, el actual tamer de Sasha, se encontraba descansando arriba de un arbol, recostado en una de las largas ramas del mismo mientras que la felina se encontraba leyendo un libro de Geografia digital, muy tranquila en la banca. - Dale tiempo que su labor no es nada facil. Es un mercenario despues de todo y esa vida es muy sufrida - trato de calmar la frustacion de su compañero pero este solo lo miro con indiferencia, a la par que miraba las estrellas del cielo nocturno, o lo que aparentaba ser las estrellas. - No es necesario que me lo digas, conozco muy bien como laboran esos sujetos y que clase de trabajitos sucios realizan - la felina iba a defender al mercenario cuando Hiei se adelanto - Lo que me saca de quicio es su tremenda irresponsabilidad, mira que tener que enviar un mensaje a su lider a las 5:00 A.M de la madrugada - miro de reojo a la felina - ¿o me vas a decir que esto no te molesta?

Esto fue el hake mate para Sasha, no podia negar el hecho de que Meliodas no tuvo consideracion hacia ellos a la hora de pedirle que los esperaran en la zona Inicial mientras se ocupaba de sus asuntos. Pero lo comprendia desde cierto sentido, durante todo el tiempo que paso con su compañero dragon, pudo desarrollar una empatia hacia el y el rumbo que tomaba su vida. Ahora mismo, entendía que Meliodas deseaba la paz absoluta de todo su destino aunque este no lo diga abiertamente. A través de sus ojos se podía ver esa melancolía que solo una hembra podia comprender.

Sin que Sasha se diera cuenta, todo esta visión hacia su amigo y su crecimiento de empatia, estaba madurando poco a poco, dejando a un lado esa mentalidad infantil del mundo. Meliodas, a pesar de ser un mercenario y alguien que la molestaba todo el tiempo, tuvo una fuerte influencia en la felina digital, quien poco a poco forjaban ese lazo de amistad que quizás, solo quizás, podria evolucionar en algo mas. - Entiendo tu malestar Hiei y no tengo derecho a replicarte al decirme eso. Pero debemos ser pacientes con Meliodas, se que no te agrada la compañía y lo comprendo, pero ahora somos un equipo y debemos apoyarnos mutuamente. - Hiei no dijo nada, solo cerro sus ojos y suspiro, dejando que Sasha lo viera y luego reanudara su lectura.

Debe ser dificil tener que lidiar con alguien así Sasha... - pensó Hiei mientras se disponía a observar el amanecer con una ligera sonrisa, a la par que podía observar como algunos huevos se abrian en el suelo, mostrando una visión agradable de la vida digital en su maxima inocencia. Como era tamer de Sasha y poseia el Digivice IC, sus emociones estaban ligadas a la felina, quien tambien sintio todas sus emociones y sonrio hacia si misma. Despues de todo, le agradaba la idea de que Hiei fuera su tamer.

Ahí estaban de nuevo, en las Zonas Iniciales. Dos formas de vida se encontraban allí, parados, ante lo que parecía ser un letrero hecho de madera. Una de esos seres vivos era un muchacho, mientras que el otro era una criatura de color rojo que sujetaba con fuerza un micrófono.

El chico, por su parte, vestía una larga gabardina de color oscuro como la noche. Unos guantes de tela de color rojo adornaban sus manos, mientras que un dispositivo colgaba de su pantalón, también de color negro. A su lado, el monstruo, sonreía como si no hubiese pasado ni la mitad de tiempo desde su partida de su tierra natal.

Aquí estamos, una vez más- sonrió el muchacho, dirigía sus ojos de color grisáceo hacia su compañero- ¿Sentías algún tipo de añoranza por este lugar, Arsene?- preguntó, con una sonrisa en su rostro, puesto que entendía a la perfección a su compañero y amigo.

Claro que lo echaba de menos, es el lugar donde nací, después de todo, Akira- sonreía el Digimon, mientras golpeaba su micrófono contra su propio hombro derecho- ¡Pero salí con un sueño en mente! ¡Y lo cumpliré!- Akira no dijo nada más, simplemente sonrió y le indicó con una de sus manos que se dirigieran hacia su destino.

Ante sus ojos podían ver lo que, en otro momento, a Akira le parecería una completa locura realizada por un niño con una mente brillante. Casas pequeñas pero decoradas con especial atención. Un millar de cunas y otros tantos huevos reposaban sobre una hermosa y verde pradera. Si te acercabas, se podían discernir que había pequeñas formas de vida, Digimon al igual que aquél Shoutmon que le acompañaba, pero en un nivel evolutivo mucho más básico.

¿Cuál será nuestra primera parada?- preguntó el saurio carmesí con auriculares de color verde, mientras saludaba con una sonrisa a todos aquellos que le eran conocidos.

Sabes perfectamente cuál es- le contestó el muchacho, mientras se dirigía, seguido por su compañero, hacia la casita más grande de las allí presentes. Una vez llegaron a su destino, el chico tocó la puerta y les recibió una aparente anciana, quien tenía su pelo plateado recogido en un moño- Hemos vuelto, vieja Baba- sonrió el chico, mientras se agachaba y abrazaba a la entrañable Digimon, quien le devolvió el abrazo, para después hacer lo propio con el Shoutmon.

¡Vaya! ¡Parece que fue ayer cuando os marchasteis de aquí! Pasad, pasad, no os quedéis ahí...- sonrió la Digimon que cuidaba de esa aldea, mientras les invitaba a entrar en su choza, ante lo que ambos asintieron antes de seguirla. Entonces allí pudieron ver lo que parecía ser una muchacha rubia, de estatura diminuta en comparación al chico junto a un Digimon, un Koromon, para ser exactos. Koromon, además, era también la forma anterior de Arsene- Os presento a Hinata y a Kuro. Son nuevos en esto, como vosotros lo fuisteis en su día- ante la presentación que realizó la vieja Babamon, el chico hizo un movimiento de cabeza, a modo de saludo.

Mucho gusto, me llamo Akira Kurusu y él es Arsene, un Shoutmon- se presento con educación a si mismo y a su compañero Digimon.

Salí de la habitación junto a Kuro el cual no para de sonreír a causa de su repentina digievolución, de camino a la sala donde la noche anterior tuvieron la charla con la anciana con la esperanza de que dicha anciana pudiera responder a las nuevas preguntas que rondaban la cabeza de la joven de dorada cabellera. Al llegar a la sala nos topamos con que Babamon no estaba allí, por lo que me dispuse a esperar un poco, con la sorpresa de que justo entro por la puerta, aunque acompañada de un joven apuesto de cabello azabache y un digimon rojo que portaba un micrófono, a los cuales fuimos presentados por la anciana digimon. El joven se presento como Akira y su digimon Arsene, el cual era un Shoutmon, era algo llamativo que portara un micrófono, pero era algo que me parecía divertido.

Encantada, yo soy Hinata Kawashima y este es Kuro, aunque ya lo dijo Babamon.-dije mientras hacía una reverencia, en señal de saludo. -Ahora tengo que preguntarte algo anciana, ¿este aparato que es y como es que Kuro tiene ahora este aspecto?-pregunte mirando a la anciana mientras mostraba lo que a mi parecer era un juguete.

La anciana digimon observo el objeto y con gran asombro comenzó a sonreír, parecía que la pregunta que le hice ayer ahora tenía una respuesta y podía responder a mis dudas.

Baia,baia... Parece que si eres una tamer, eso que tienes en tu mano es un digivice.-dijo la anciana riendo mientras miraba a la joven de dorada cabellera. -Y a la respuesta de por que Kuro esta así es sencilla, parece ser que el es tu compañero digimon.-comento mientras se sentaba en su silla.

Que bien, soy el compañero de Hinata.-dijo el pequeño digimon rosado mientras saltaba de felicidad.

Soy... Una tamer... Guay, soy una tamer, eso significa que viajare y seré como una heroína?-dije sonriendo, mientras me brillaban los ojos ansiosa de aventura y cogía a Kuro en mis brazos y le daba un abrazo, dejando caer el peluche que portaba.

Estar en un lugar tan agradable me traia recuerdos... muchos recuerdos de hecho. La vida de los pequeños bebes era mucho mas divertida, pacifica y simple, a tal grado de que me daba un poco de celos al verlo tan felices. No era mi culpa ni la de nadie, vivi atrapado en unas ruinas por muchos años y no fue hasta hace poco que fui liberado por la valquiria de hielo. Por lo que era algo normal sentir algo de envidia buena hacia aquellas lindas formas de vida. - Finalmente llegue a este lugar ¿Donde se encontraran ese divertido par? - me pregunte a medida que recorría el lugar, observando todo tipo de casas con diseños extravagantes y trataba de no tropezar con uno que otro bebe.

La cantidad de pequeñines es sorprendente, no por nada se llama la Zona del inicio - rei un poco a medida que llegaba a un pequeño parque con unos postes de luz en la misma. No dude en acelerar el paso ya que era el lugar exacto que me describio Meliodas. Supuestamente debería encontrarme con aquella divertida gatita y aquel chico tan serio como un roble. - ¡Aleluya, finalmente los encuentro! - grite a los mil vientos moviendo la colita al ver como Sasha y Hiei volteaban las miradas para verme llegar con una sonrisa. Sasha simplemente sonrio moviendo una de sus patitas en señal de saludo mientras que Hiei me ignoraba y volvia a dormir.

¡Shade! que agradable sorpresa, creí que estarías con Meliodas - me acerque a ella y le di un pequeño abrazo, abrazo que ella correspondió amablemente con una sonrisa - Venga tambien estoy feliz de verte por aqui, pequeño travieso.

Lo mismo digo Sasha, y si, estaría con Meliodas hasta que me aburri y decidi venir de paseo por aqui y plop, los encontre - Sasha solo se carcajeo al hacerse la idea de pensar que cara habrá puesto Meliodas al no verme a su lado. Idea que compartia y me divertia. - Esta bien, lo dejaremos pasar por hoy, pero recuerda que ahora estas en nuestro equipo, no debemos abandonarnos sin aviso ¿vale? ahora descansa un poco, falta poco para el amanecer y Meliodas ya debe estar por llegar- acaricio mi frente mientras volvía a sentarse y leer su libro, por mi parte, al estar cansado del largo viaje. No dude en recostarme en el pasto y dormirme en posición fetal.

El Tamer que parecía ser el más experimentado de los allí presentes, simplemente, se cruzó de brazos, observando la reacción de la muchacha a la que acababa de conocer y que recién se había enterado que era, al igual que el oriundo de Shibuya, su destino como Tamer. Parecía realmente emocionada con la idea de convertirse en una heroína.

No- fue directo, aunque sin ánimo de querer ofender a la chica que parecía claramente menor que él, al menos en apariencia- Tener un Digivice y un compañero Digimon no te convierte al instante en una heroína- esperaba que con esa contestación no hiriese los posibles sentimientos de la chica de cabellera dorada, pero... Diciéndolo de un modo simple, a Akira no le solía caer bien aquella gente que esperaba que se lo diesen todo, sino que prefería trabajar para lograr sus objetivos, como llevaba haciendo toda su corta vida- Existen Tamers y Digimon que son malvados, nunca te olvides de ello- advirtió el muchacho, una vez más, antes de callarse, pues sabía perfectamente que se había metido en una conversación entre la vieja Baba y aquella niña llamada Hinata.

Sin embargo, siendo como eres una novata... O al menos eso parece- Arsene comenzaba a manifestar sus pensamientos, con una sonrisa melancólica que parecía asemejar la forma de una media luna en el lado zurdo de su enorme y amenazante mandíbula, recordando el momento en el que conoció a su compañero. Deshaciéndose de esos pensamientos, por el momento al menos, formuló su pregunta- ¿Cómo es que sabes lo que significa ser un Tamer? ¿Acaso sabes la responsabilidad que eso conlleva? No es un juego para críos- a pesar de que no perdía su sonrisa, el Shoutmon dio justo donde quería dar con su pregunta. Si algo caracterizaba al saurio escarlata era, precisamente, que no se iba por las ramas- ¿Cómo sabemos que no abusarás del poder de la Digievolución para sumir todos los mundos existentes en una noche permanente?- los dedos de color negro del Shoutmon comenzaron a generar lo que parecía ser una esfera de color naranja, muy probablemente de fuego, que adquiría, mientras transcurrían unos segundos de incómodo silencio, una forma de una nota musical. Una corchea, para ser exactos.

Alrededor de un minuto pasó, mientras ambos, expectantes, esperaban la respuesta del Digimon llamado Kuro y de Hinata, la chica de cabellos dorados. Babamon también miraba, pero ella parecía mucho más relajada.

De todas formas, eso no nos incumbe- sonrió el de cabello azabache, mientras se llevaba su enguantada mano derecha a su mentón, sujetándolo, plasmando una pose de alguien que parecía ser interesante o que sabía más de la cuenta- Aún no hiciste nada malo, después de todo- tras esas palabras, la nota musical ardiente que vivía hasta entonces en la palma de la mano de su compañero desapareció por completo. La escena que acababa de ocurrir era tan sólo una novatada, una forma de decirles "bienvenidos" a aquella Tamer y su compañero Digimon- Como sea, espero que no os desviéis por el mal camino- sugirió el muchacho, dando a entender que, de ser así, la nota musical ígnea acabaría acertando en su objetivo... Y quizá algo peor.

Me encontraba feliz a causa de ser un tamer y de que Kuro fuera mi compañero, pero esa felicidad fue eclipsada a causa del joven de cabello azabache que le aclaro que no por ser tamer sería una heroína y que no todos los tamers eran buenos, a lo que lo que deduje era su compañero, Arsene se llamaba, comenzó a soltar todos sus pensamientos y empezó a hacer las preguntas idóneas en un momento así, ¿sabes la responsabilidad que conlleva ser un tamer? ¿Cómo sabemos que no abusarás del poder de la Digievolución? y advirtiendo que no era un juego para críos, mientras formaba una nota musical con fuego.

Bueno, se que no seré una heroína por ser una tamer, que esto tiene su riesgo, claro esta que soy novata, que no se mucho sobre este mundo y sus habitantes, pero... No quiero que nadie sufra daño alguno, después de todo una perdida puede ser demasiado dolorosa.-dije mientras dejaba a Kuro en el suelo y volvía a tomar en brazos el peluche de Numemon.

Eso, Hinata puede ser una novata, pero es mi tamer y confió plenamente en que ella no es malvada.-dijo Kuro dirigiendo su mirada al digimon de color rojo que portaba el micrófono, el cual hacía desaparecer la nota de fuego gracias al comentario de Akira.

Kuro, no pasa nada, es normal que piensen así, después de todo tienen mas andadura en este mundo que nosotros.-dije mirando al pequeño digimon rosado, que parecía un poco alterado. -Por el momento, sentémonos, me gustaría que me contaras sobre el mundo y de alguna cosa sobre tus aventuras.-dije dirigiéndome al joven apuesto de cabellos azabaches.

Tras el comentario cogí una taza y la llene con ''te'' o lo que pienso que es te, preferiría no saber exactamente que era y me senté en una de las sillas esperando que el joven accediera a contarle sobre el mundo y sus aventuras, para saciar la curiosidad que sentía en aquel momento.

Desde lo mas profundo de los callejones, cruzaba cierto dragon de color albino con una mirada perdida y vacia. Dejandose llevar por el viento y a su vez, entregandose de lleno a sus recuerdos, aquellos recuerdos que tanto apreciaba y a su vez, odiaba. Aquella figura caminaba tranquilamente alrededor de los digitamas, teniendo cuidado de no pisar uno por accidente.

El hogar de los bebes provocaba un efecto de paz y bienvenida a su largo viaje. Los digimon que debia proteger a toda costa de cualquier amenaza, lo veian con una mirada curiosa; como si los bebes lo conocieran desde hace mucho tiempo y lo vieran como parte de su familia. Elysion, el Guilmon blanco, producia ese sentimiento con quienes fijaran sus ojos en su presencia y lo vieran por largo rato. Ciertamente tenia un don especial que lograba reconfortar a los demas con su simple presencia, en especial si entabla alguna conversación amistosa.

Uno que otro bebe se acerco con una sonrisa al cansado viajero, quien, dandose cuenta de aquellas pequeñas presencias, se detenia un leve momento para acariciarlas y colocarlas de vuelta en sus cunas con una mirada de orgullo. Elysion no era muy bueno con los bebes pero no podia negar el hecho de que se sentia muy querido y a la vez, muy paternal con aquellos infantes. Eran los seres que estaba protegiendo en todo momento, algo muy raro de ver en un Royal Knight. Pero luego de su renacimiento, el cambio de personalidad en Dukemon y en su persepcion de la vida era muy notable.

¿Elysion? ¿eres tu? - pregunto cierto humano arriba de un árbol, viéndolo desde lo alto con una mirada muy seria pero pacifica a la vez - Pense que estarías con ese tonto dragón hasta que terminaran con su asunto - Elysion le devolvio la mirada y simplemente sonrió con los ojos cerrados - El puede cuidarse solito, Meliodas es alguien que no se debe tomar a la ligera... ademas, tengo otras cosas de que preocuparme. - Se percato de la silueta de sus compañeros, Sasha y Shade, quienes se encontraban durmiendo en el pasto del parque. - Por ejemplo, en la seguridad de estos dos bobos...

¿A quien llamas bobo? - replico la gata con un ojo abierto, mirando seriamente al dragon blanco, quien simplemente solto una risa culpable a medida que se acercaba a la misma, extendiéndole la pata - Lo siento pero cualquier digimon con cierta inteligencia, pediria permiso en una de las tantas casas de los ancianos para pasar la noche. Ustedes, a diferencia de los pequeños infantes, no tienen cuna y ya estan muy grandecitos para saberse cuidar.

Entiendo, entiendo el sarcasmo Elysion... - bostezaba la minina a medida que correspondía la ayuda del caballero real. Shade se despertó al escuchar la conversacion, mientras que Hiei se bajaba del arbol. - Bien, creo que ya estamos todos y conociendo a Meliodas, tardara mas de la cuenta. - indico Sasha mientras trataba de buscar una de las tantas casas del lugar, logrando encontrar una mucho mas grande que las demas.

Ese idiota, siempre es lo mismo... - gruño y gruño como un lobo feroz, aquel cazador mientras veia la luna llena con una mirada ligeramente enfadada pero Shade lo calmo, recostandose en su pierna con una mirada somnolienta, Sasha sonrió al ver esta tierna escena y comento su idea - No es momento para quejarse Hiei, sera mejor que vallamos a refugiarnos en aquella casa, de seguro tienen camas muy grandes para pasar la noche... y si no aceptan, pues tengo dinero para pagar la noche. - Sacando de su morral, un monedero con forma de Nyaromon.

Todos aceptaron la idea de la felina y se dirigieron con normalidad hacia la casa de la anciana. Al llegar a la puerta, Tailmon toco levemente la puerta con una leve esperanza de ser aceptados por la amable anciana Babamon.

Toc toc toc...

OFF: Dados los problemas ocasionados, este tema se ha convertido en un tema Privado en el que participamos únicamente Silver y yo.

ON:

La pareja de novatos parecían haber comprendido, por lo pronto, que todo el asunto relacionado con los Digimon era algo más que, simple y llanamente, "jugar con unas mascotas". Era cierto que en aquél extraño Mundo se imponía la regla nº1 de la Naturaleza: La Supervivencia del más Apto, dicho por el naturalista anglosajón Charles Darwin y, por ende, en la teoría de la evolución, una teoría que se llevaba a rajatabla en ese mundo que, a veces, podía llegar a ser tan hostil. Aunque los Digimon, así como otras formas de vida presentes en aquél universo paralelo, no dejaban de ser seres vivos, era normal que cada uno luchase por su propia supervivencia. Akira y Arsene eran dos de los ejemplos de seres que habían tenido que pelear por sobrevivir o por proteger a otras formas de vida... Pero, ¿por qué existían los Tamers? ¿por qué el Mundo Digital y los Digimon necesitaban a unos simples humanos para efectuar la llamada Digievolución? Era un misterio, un misterio al que le quería buscar respuesta... Pero, por el momento, ni siquiera tenía una vaga idea sobre ello.

Me alegra que lo entiendas. Sólo es un aviso, pero espero que lo tengas muy presente. Puedes morir en cualquier momento- esa fue la última advertencia que le dedicaría a la novata y a su Digimon, mientras los huesos de su espalda crujían al estirarse hacia arriba, como si estuviese librándose de una pesada carga física- Lo siento, antes debo hacer una cosa- dijo el muchacho, estirando su mano derecha hacia delante y negando con la cabeza, rechazando la propuesta de la muchacha. No es que no quisiera tomar una taza, la cual se había servido sin siquiera permiso de Babamon, como si estuviese en su casa cuando no era así. Su auténtico motivo era otro- Un gusto volver a verte, vieja Baba- sonrió el muchacho, saludándola con la cabeza al estilo tradicional japonés, viendo cómo el Shoutmon hacía lo mismo y ambos desaparecían tras la puerta.

Deberías ir con ellos, así conoces al resto de los ciudadanos- le aconsejó la anciana Digimon a la muchacha, mientras se disponía a barrer su casa con la escoba que siempre portaba.

El apuesto joven de cabellos azabaches se alegro de que entendiera su advertencia y me dio un aviso, que tuviera presente que podría morir en cualquier momento, lo cual me sorprendió bastante, tenía una idea de que el mundo tendría peligros los cuales me pondrían al borde de la orilla de la vida pero... Acepte ese aviso.

Gracias, lo tendré en cuenta.-dije mientras daba un sorbo a la taza y miraba a Kuro el cual se encontraba a mi vera, devolviendome la mirada con una gran sonrisa.

Tras dar el sorbo, Akira declino mi invitación con gran educación, con la excusa de que tenía cosas que hacer antes de poder sentarse y charlar, a lo que el apuesto joven y su compañero se despidieron de la anciana allí presente con la cabeza, saludo tradicional japones, la anciana me dio un consejo, que fuera con Akira para que así conociera a todos los ciudadanos del pueblo, a lo que sin pensarlo mucho accedí.

Hey, espera, voy contigo, vamos Kuro.-dije mientras cogía mi peluche y me ponía en marcha tras el apuesto chico de cabellera azabache y su digimon, mientras la anciana digimon se disponía a comenzar a barrer el suelo con su escoba. -Por cierto, ¿cuanto tiempo llevas en este mundo y cuantas aventuras has tenido?-preguntaba mientras me ponía a la par que Akira y le miraba a los ojos.

La verdad, ¿a quien irían a visitar? ¿cual será la respuestas a mis preguntas? espero que sea algo impresionante, no creo que Akira y Arsenne lleven poco tiempo viajando, ni que no hayan vivido alguna aventura, aun por pequeña que sea, una aventura es un aventura. Por lo que estoy bastante deseosa de saber las aventuras y viajes que hicieron juntos.

El chico y su compañero de color carmesí salieron de la casa de la vieja Baba. Lo cierto es que Akira estaba realmente agradecido con aquella anciana criatura digital, puesto que, gracias a ella, había conseguido volver al Mundo Humano o, lo que se traducía de otra forma, había conseguido volver a ver a su madre, a su gata Morgana y, como no podía ser de otra forma, al resto de seres que formaban parte de su círculo afectuoso. Por esa misma razón, después de pasarse a saludar a los amigos que había hecho en ese lugar, iría a vigilar la zona donde se encontraban los bebés Digimon recién nacidos. Era su forma de agradecer que le hubiesen ayudado en su día.

Por supuesto, se percató de que aquella niña de cabellos rubios, un color natural que resultaba realmente extraño entre la población nipona. Venía acompañada, como no podía ser de otra forma, de su inseparable amigo y compañero Digimon. "Hinata y Kuro" habían dicho que se llamaban... Trataría de recordarlo. Sin embargo, sucedió algo que le irritó ligeramente. Notaba cómo los ojos tanto de la Tamer como de su recién transformado Digimon se clavaban en sus ojos, mientras caminaba de manera paralela a él.

Siento sonar impertinente pero... ¿Podríais dejar de mirarme a los ojos? No os conozco lo suficiente como para que os toméis estas libertades- dijo, clavando sus piedras brillantes en los dos seres de menor tamaño, ladeando ligeramente un poco su cuerpo hacia ellos para ser más directo con ellos. A pesar de que era una chico que no le costaba confiar en los demás... El trato que intentaba dar esa muchacha era demasiado amigable cuando ni siquiera habían intercambiado más de treinta palabras.

¡Hay que ver!- les recriminó Arsene de una manera menos seria, sin perder su sonrisa que se dibujaba en aquellas mandíbulas afiladas de tonalidad bermellón.

Tanto él como su Tamer, zanjado el segundo aviso dirigido hacia Hinata y Kuro, se adelantaron. Habían visto a dos de sus amigos: Ose, un Dorulumon y Koruk, un Ballistamon. El primero se asemejaba a una especie de tigre que combinaba los colores blanco y naranja a lo largo y ancho de su pelaje. También disponía de varios taladros en lugares como su cola. En segundo lugar, el Ballistamon, era una especie de mezcla entre un extraño altavoz de color azul y rojo y un insecto, un escarabajo, para ser más exactos.

¡Dichosos los ojos!- sonrió el Dorulumon, acercándose a la pareja formada por Akira y por el Shoutmon.

Me alegra teneros de vuelta aquí- los ojos de color amarillo del Ballistamon fueron intercambiando su posición entre el Tamer y el Digimon, para después abrazar a ambos son sus robustos y fríos brazos, mostrando su alegría al verlos.

Estaba entusiasmada por haber descubierto que ahora era una tamer y de que Kuro era mi querido compañero, ahora que había conocido al apuesto Akira, tenía una manera de descubrir cosas que solo alguien que viajo por este mundo podía responder, aunque ahora parecía incomodarle mi interés, pues mirarle fijamente a los ojos pareció molestarle un poco.

Lo siento, es que, soy bastante curiosa, estoy bastante interesada en este mundo y como, tu has viajado por el pues... esperaba que pudieras responder a mis preguntas.-dije haciendo una pequeña reverencia en señal de disculpa hacía Akira y Arsenne.

Tras unos segundos, Akira y su compañero se adelantaron, habían visto a lo que a mi parecer eran, dos de sus amigos, uno de ellos se asemejaba a una especie de tigre aunque tenia taladros en algunas partes de su cuerpo, mientras que el otro era una mezcla extraña entre un insecto y un robot de color rojo y azul, siendo este ultimo, quien propino a Akira y Arsenne de un gran abrazo. Me acerque de nuevo al apuesto joven para así ver de cerca a los amigos de dicho joven.

Hola Doru, hola Bali, ¿que tal estáis hoy? No os sorprendáis, soy yo, botamon, aunque ahora digievolucione en Koromon.-dijo el pequeño Kuro saltando hacía ellos.

Kuro, ¿les conoces?-pregunte mirando a mi querido compañero.

Claro que les conozco, he jugado muchas veces con ellos, son muy buenos, os presento a Hinata, ella es mi compañera.-respondió Kuro con una gran sonrisa mientras se subía en la espalda de Dorulumon.

Encantada, soy Hinata Kawashima y parece ser que soy la tamer de Kuro, es un placer conoceros.-dije haciendo una reverencia para saludarlos.