Esta vez la luz se encuentra oculta [Misión Ernely]

Llevaba ya varias semanas que estaba muy indeciso en relación a qué hacer. Hacia muchísimos meses que no paseaba por las tranquilas calles del mundo real y también hacia mucho tiempo que no había visto a mi familia. Por lo que toda la semana antes de recibir el mensaje fue una verdadera guerra mental entre si realmente era bueno ir o si preferiblemente me tenía que quedar en el digimundo esperando alguna misión especial o simplemente disfrutando de esas cortísimas vacaciones que tenía y que estaban a punto de acabar.

Sin embargo, para Salamon, estas vacaciones habían sido muy tranquilas y placenteras. Ni había estado preocupada por nada ni ni siquiera se había percatado que yo si que lo estaba, y mira que en Salamon eso es muy raro, pero había sido así. Llevaba ya unas semanas escribiendo el diario de nuestras aventuras pasadas y había comprado un diario nuevo para las que íbamos a empezar ahora mismo porque, ella estaba segura, que tarde o temprano llegaría esa misión tan deseada y así fue.

El sábado de justamente esa misma semana, una carta llegó al buzón de mi preciosa y bonita casa. La carta no tenía el sello de la Unión, pero era algo de esperar puesto que la solicitud aún no había sido respondida. Salamon se sentó en el sofá y yo hizo lo mismo justo después de coger esa carta que hacía brillar mis ojos y los de mi compañera. - Por fin, una misión nueva para nosotros solos. - Le dije a Salamon acariciando su cabeza. - No cantes victoria aún, es cierto que tenemos misión, pero no sabemos si será para nosotros solos. - Dijo Salamon con su increíble capacidad para destrozar los mejores sueños e ilusiones que tenía cualquiera.

La abrí. Disfruté del ruido que hizo la carta al romperse y dejando pasar el papel escrito en tinta azul con la misión. Ésta decía...

Plaza Central - Mundo Real

Una mañana nublada de primavera, un fresco viento y una lluvia reciente obligaba a que la gente se abrigara un poco más de lo habitual para la época, pero aún así era un buen día, afortunada o desafortunadamente, depende para quien lo mire, a la gente de los alrededores al parecer no le gustaba este tipo de clima por lo que no había muchas personas en las calles. En la Plaza Central era algo un poco distinto, como era un lugar bastante concurrido había algunas personas que pasaban por allí y otras que simplemente descansaban en el lugar.

Qué emoción sentíamos los dos. Ya teníamos misión, y además en el mundo humano, que redundancia. Pues así hicimos. Nos preparamos bien sabiendo que haría un poco de frío y partimos hacía el mundo humano.

Yo iba con una boina y una bufanda, también llevaba una chaqueta de botones, unos pantalones negros pitillo y también llevaba bambas. Salamon por el contrario llevaba una chaqueta de color crudo unas botas en cada pie y una boina igual que yo. Estábamos listos y teníamos todo preparado.

Una vez llegamos allí tuvimos que situarnos bien. Aunque la gente supiese de la existencia de los digimons, y que mucha gente los tenía de mascota, escondía bien a Salamon en mi mochila simplemente, porque tenía vergüenza de que cualquiera pudiese decir algo. El viaje fue corto ya que llegué a un ordenador que estaba justamente en la plaza, conocido el café dónde lo tenía por ser todo mediante ordenador. Salimos a la plaza. Ni dios había en la plaza o por lo menos no la gente que esperaba que hubiese allí.

El clima era un tanto indeseable, excepto para mi. Hacía viento, llovía y hacía frío, un día perfecto para mi. Sin embargo, este clima que a la gente no le suele gustar hacía que nadie fuera participe de lo que a punto estaba de ocurrir. Unas nubes muy grandes presagiaban una gran tormenta y yo no pensaba marcharme del escenario dónde todo iba a ocurrir, simplemente porque hacía ya tiempo que no vivía emociones fuerte. - Ves eso Salamon. Nos espera algo divertido, o por lo menos entretenido. - Le dije a Salamon con una sonrisa de oreja a oreja. - Creo que no deberías estar tan contento. - Dijo Salamon señalando a una gran sombre que se acercaba detrás de las nubes.

-¿Otra vez la plaza? ¿Qué es esta vez? ¿Misiones, descanso...?-

-Misión, siempre es una misión. El clima es algo... especial ¿No crees?-

En ese momento miré a Monodramon y él asintió con la cabeza. Una larga llovizna había caído sobre la ciudad durante la madrugada. En ese momento me percate que los asientos que nosotros siempre usábamos estaban vacíos como de costumbre. No sé lo que la otra gente le veía de malo, ya que afortunadamente para nosotros nadie se sentaba allí.
Cada vez que nos dirigíamos a la plaza caminábamos prácticamente sin pensar hasta ese banco, el único banco que se encontraba junto a la fuente.

-Y bien ¿Qué haremos ahora?-

-Solo esperar. La paciencia es una de mis virtudes-

En ese momento acomodé mi abrigo preparándome para tomar asiento...

-Ed. El banco esta mojado-

Una helada sensación comenzó a subirme por mi espalda, extendiéndose así por todo mi cuerpo haciendo temblar hasta mis huesos.

¡O^O! -¡Ahhh! ¿Porqué no me avisaste que había agua en el? Lo hiciste a propósito-

-Jaja, me gustaría no haberlo hecho. Pero como sabes que soy un buen compañero lo hice. Lástima que no reaccionaste a tiempo-

-Ohh está bien, ya me mojé-

Algo de bronca quedaba en mi, ya que no me gustaba mojarme y menos con el frío que azotaba la ciudad.
Me acomodé pegándome al respaldo del asiento, crucé las piernas y saqué un libro. Continué la lectura, llevaba ya unas cuantas páginas.

-¿Y ese libro de que es?-

-Es un libro sobre... cosas. Ve a jugar con las palomas-

-¡Por supuesto! Tendré cuidado de no matarlas-

-Eso espero-

En ese entonces Monodramon corrió hacia el grupo de palomas. Empecé a concentrarme en mi libro, pero algo de repente llamó mi atención. Levante la vista y vi como mi amigo jugaba con las pequeñas aves y una duda golpeó en mi mente. ¿Él será feliz estando conmigo? ¿No querrá volver al lugar de donde vino?
Por lo que aparenta, la pasa bien conmigo mío al igual que yo a su lado, pero espero que no este fingiendo. Al verlo jugando parecía un niño, como un pequeño niño al que cualquier cosa le divierte. En ese momento me acordé que los niños poseen una conciencia pura y limpia, él no sería capaz de fingir, no el Monodramon que yo conozco.
Retomé la lectura y fijándome cada tantos minutos que mi amigo se encontrara bien.

Las nubes seguían acechando y acercándose a la escena que estábamos presenciando. Finalmente la plaza se había quedado vacía, posiblemente por el frío que había empeorado o porque las nubes portaban un aire siniestro que a cualquier persona normal que nunca hubiese conocido a un digimon hubiese asustado, menos mal que yo tenía a Salamon.

Pensando que no habría nadie en la plaza, me tranquilicé y permití salir a Salamon que muy aliviada me lo agradeción. Sin embargo, los ojos de Salamon no pudieron evitar ver algo que yo no había visto. Un chico que leía un libro estaba sentado en un banco y justo en la plaza había un digimon que "juagaba" o eso parecía con las palomas. Salamon se acercó a mi, pero no pronunció ninguna palabra, mas su mirada valía más que mil palabras. Podía percibir que el digimon no era malvado, o por lo menos no tenía intenciones de hacer nada negativo.

Miré al cielo, las nubes estaban a punto de cubrir todo y la sombra que anteriormente había visto junto a las nubes, había desaparecido, aunque no estábamos seguros de que el peligro se hubiese acabado. Aun así decidí acercarme al chico para preguntarle algunas cosas que sirvieran de información. - Sobretodo, no reveles ninguna información que pueda estropear o perjudicar a la misión. - Me dijo Salamon con mirada firme. - Tranquila, me sé los procedimientos a seguir. - Le dije a Salamon con tono de confianza.

- Hola, bu...buenos días. Soy Thomas, un placer. Verá estoy haciendo una pequeña investigación para un periódico local no muy conocido y me gustaría hacerle unas preguntas. ¿Qué le parece? - Le dije al chico, justo delante mío, que leía un libro en el banco. Suponía que el digimon que había en la plaza era suyo por lo que muchos problemas no podría tener. - ¿Qué podrá ser esa nube? - Decía Salamon por otro lado. Estaba investigando que había provocado tales nubes que nunca antes había visto. Miró al digimon y decidió acercarse. - ¿Qué haces? - Preguntó directa y con tono amable.

-¿Hmm?-

Escuché una voz desconocida que hablaba de cerca, supuse que se dirigía a mí, así decidí bajar el libro para ver lo que en realidad ocurría. Parecía un niño, tal vez de unos 14 años como mucho. Su vestimenta era bastante presentable, tal vez estaba trabajando para algún lugar, aunque no le dí mucha importancia. Inmediatamente percate una segunda voz, aparté el libro un poco más de mi vista y vi de donde provenía, de un Gatomon, seguramente lo acompañaba. Recién ahí entendí de que hablaban.

-¿Nube? ¿Qué nube?-

Mire al cielo tirando mi cabeza hacia atrás por el respaldo del banco y vi como nubes más oscuras aparecían, tapando a las ya presentes con gran rapidez. Quedé un rato en esa posición apreciando el acontecimiento sin ninguna reacción, volví a mi antigua posición, suspiré y continué con mi lectura.

-Lluvia, solo lluvia. Y estoy leyendo un libro-

Les conteste las preguntas que hizo el digimon.

-¿Ed quién es esta gente?-

Monodramon se acercó para ver lo que ocurría, pero... desafortunadamente para él se sentó a la par mía.

-Agua en el banco-

Al igual que yo, mi amigo no pudo reaccionar a tiempo, por lo tanto pasó lo siguiente: sus ojos se abrieron tanto que parecían salirse de sus cuencas y luego de un alarido, comenzó a correr desesperadamente por la plaza sin rumbo aparente. Yo que creía que tenía más resistencia que yo en cuanto al frío. Supongo que sería porque sus nalgas estaban al descubierto. Sonreí y me fijé donde estaba para llamarlo.

-Oye Monodramon ven aquí... ¿eh?-

Al ver que los dos extraños seguían parados ahí, me sorprendí un poco.

-¿Se les ofrece algo?-

Las respuestas del chico fueron simples y contundentes, parecía que no quería entablar una conversación o que no tenía muchas ganas. Llegué a la conclusión que el digimon que habíamos visto mi compañera y yo nada más percatarnos de su existencia, era de él. Él se acercó, se sentó justo al lado de su compañero y al parecer el banco estaba mojado, lo que hizo que el digimon exclamase lo poco que le gustaba el frío, aunque claro, con esas temperaturas no creo que a ningún digimon le gustaría sentarse en un banco frío.

Salamon imitó al digimon y se acercó a su compañero. Ahora estaba a mi lado y seguía con su cara de no fiarse de nada ni de nadie aunque disimulándola muy bien. - Veamos cómo se lo puedo explicar..., nos han informado, de qué aquí va a pasar algo. No sabemos el qué ni con qué está relacionado, pero sabemos que algo va a pasar y por la pinta de esas nubes, que por cierto no tienen pinta de ser de lluvia, va a ser malo. Así que a mi compañera y a mi, nos gustaría saber si podría otorgarnos algo de información, que usted posiblemente sepa. - Le dije al chico aunque no muy seguro, porque por las palabras que había utilizado creo que nadie hubiese entendido bien la pregunta. Salamon por su parte, más elegantemente me ayudó. - Lo que mi compañero ha querido decir es que hemos venido en misión pero no sabemos que tenemos que hacer. Nos han enviado aquí y aunque parezca extraño, lo único que nos da indicios de misión son esas nubes, y la sombra misteriosa que hemos visto, y nos gustaría saber si podría explicarnos algo. - Dijo Salamon directa.

Aunque no sabía si respondería o no, cogí mi mochila y de ella saqué una libreta y un boli para apuntar. Gatomon por su parte se sentó justo al lado del digimon, en el pequeño espacio que quedaba de banco, aunque también mojándose al sentarse.

Volví a mirar al cielo casi al mismo tiempo en que mi compañera lo hacia, las nubes se estaban poniendo verdaderamente feas, quién me habría dicho que de un día esplendido, más o menos, pasaríamos a esa temperatura y ese clima tan fríos.

Me quedé mirando fijamente al chico mientras me explicaba el por qué de su presencia en esa zona, y a pesar de que entendí de primera mano lo que dijo, guarde silencio para que su digimon soltara las palabras que tenía en mente. Seguían preguntando por las nubes, como si fueran algo extraño, creo que soy uno de los pocos que aprecian las suaves y abstractas figuras que forman, a veces mis pensamientos se pierden en ellas. Pero eso era otra cosa, algo más personal.
Debían ser ellos.

-Muy bien Thomas y Gatomon, los estaba esperando, veo que se dieron cuenta. Pero no, las nubes no son, es algo que está por encima de ellas, aunque todavía no sé con exactitud que es. No entiendo como alguien puede culpar a las nubes de todo-

Esto último lo dije un poco por debajo y mirando hacia un costado. En eso me di cuenta que Monodramon se acercaba.

-¿Están jugando a los detectives y no me invitaron? Que malo de su parte ¿Puedo unirme?-

-No amigo, no estamos jugando a los detectives. Por cierto ¿qué es eso que llevas ahí?-

Mirando hacia la libreta de Thomas, se la quité rápidamente de las manos parándome al mismo tiempo, ojeaba página por página para ver que contenía ese anotador. Tal vez tenía algunos dibujos, entrevistas, secretos, a lo mejor decía el nombre de la chica que le gustaba, ¿sería alguna especie de diario o escribía historias? Estaba apunto de averiguarlo.

-Mmm, nada interesante, nada interesante acá... Oh espera, pero mira que tenemos aquí "Te amo" puntos suspensivos y un corazón. Mira Monodramon estamos en frente de un enamorado-

-Ahh, déjame ver-

Monodramon me lo sacó de las manos y salió corriendo lo más rápido que pudo, tendría que haberlo atado a un banco.

-¿A donde vas? ¡VEN ACÁ PEQUEÑO ENGENDRO DEMONÍACO!-

Por fin el chico reaccionó y accedió a aportarnos información, ésa que habíamos estado esperando desde el primer momento en que habíamos llegado a la plaza.

Volví a mirar al cielo, preguntándome porqué las nubes no iban a ser las culpables. Nunca me habían molestado, es más, cuando miras al cielo y las ves sientes una paz interior muy grande, pero ellas también eran las culpables de muchos desastres. La última parte no la entendí pero Gatomon si que la oyó.

Gatomon volvió a mirar al cielo, para esta vez detectar nuevamente una sobra, aquélla que habíamos visto al principio de nuestra llegada y que ahora parecía mucho más nítida y no tan abstracta como antes. De repente el digimon del chico se acercó, y en el momento en el que lo miré, el chico me quitó la libreta para espiar su contenido.

- ¿Pero qué haces? - Le dije enfadado.

- Eso te pasa por no cogerla bien. - Bromeó Gatomon.

Justo cuando la iba a coger encontró un dibujo. ¿Qué sería? porqué en esa libreta únicamente estaban mis apuntes en las misiones. Encontró un corazón y una nota de amor, qué no era mía. Miré a Gatomon que estaba sonrojada y entendí que debía ser suya.

- Primero de todo, dame la libreta. - Le dije con mirada asesina. - Y segundo, así que esto es tuyo Gatomon. - Le dije con cara de incredulidad, ni sabía que estaba enamorada.

Pero entonces el digimon del chico cogió la libreta y salió corriendo con ella. Gatomon se quedó quieta en su sitio y yo salí corriendo detrás de él para coger la libreta.

- ¿Pero entonces, si las nubes no tienen nada que ver y es algo más arriba, qué es? - Le pregunté al chico mientras seguía persiguiendo al digimon y mientras Gatomon suspiraba.

Inmediatamente después de que oí la siguiente pregunta de Thomas, Monodramon y yo nos detuvimos bruscamente. Nos miramos por unos segundos y asentimos con la cabeza. Tome un poco de aire y mirando al cielo dije:

-Tanta curiosidad y tantas preguntas que haces, pero ahora te haré una yo... ¿estás seguro de que quieres saber?-

-Tal vez quieras ahorrar guardar esas energías para correr después. Oh, ya vino-

Un resplandor dorado, casi como el mismo Sol se abrió paso entre las oscurecidas nubes que cubrían el cielo, pero esta luz no se quedaba quieta, bajaba a gran velocidad desde lo alto. A medida que esto ocurría, la figura portadora del destello aumentaba su concepto de nitidez. A tal punto que confirmé mi teoría, era el que por sobre las nubes volaba. Su enorme tamaño, sus alas de una envergadura nunca antes vista y una armadura que brillaban sin la necesidad de que una luz se pose sobre sobre ella.
Era él, ZeekGreymon, y no parecía de buen humor, pensar rápido era lo que necesitábamos.

-¡Gatomon ven hacia acá rápido!-

Le advertí que se acercara hacia nosotros, luego de eso deberíamos adentrarnos al parque que estaba cruzando la plaza, tal vez podríamos perderle momentaneamente ahí.

Su pregunta me dejó muy inseguro y sin saber bien bien si quería que me respondiese a la pregunta. Era la primera vez que me había pasado eso y no sabía que hacer. Aunque mucho tiempo de reacción no tuve cuando el digimon del chico que estaba conmigo comentó que "esa cosa" ya había llegado. ¿A qué se refería?

De repente una luz como si de un mismísimo digimon dios fuese. Una figura gigante apareció y mis dudas sobre que es lo más malo que podía aparecer delante nuestro se habían roto como hojas de papel, era todavía peor de lo que me había imaginado.

- ¿En serio, cómo es posible que algo así exista? - Dije con cara de incredulidad.

Gatomon hizo caso omiso a lo que el chico dijo y se acercó justo a mi lado.

- ¿Crees que podremos enfrentarnos a él? - Dijo muy insegura mirándome.

- Creo que no..., pero da igual no pensemos en eso. Tenemos que huir de aquí para pensar un plan - Dije asustado. - Hagamos eso, huyamos hacía el parque a refugiarnos. - Dije después de ponerme a correr en dirección al parque. Gatomon me siguió y al parecer el digimon gigante nunca visto antes, también.