Diario del Caballero de la Rosa Negra. [Fuji's Relationship]

Nombre: Fuji Pierre Raikomaru Roseworth - Kyrie Eleison.

Edad: 24 años

Personalidad:

Fuji es un tamer que a lo largo de su vida ha conseguido gran fama y renombre en ambos mundos, y eso le ha generado tantas oportunidades significativas, como problemas del mismo calibre. Si alguien ha de conocer a este excéntrico mestizo japonés primero tendrá que tener en mente los detalles básicos de su personalidad, y las circunstancias que lo envuelven. Siempre fue una persona independiente, con un espíritu rebelde con respecto a la autoridad y con una mentalidad tan curiosa, como ambiciosa. Fuji desde pequeño considera que las escuelas, y los métodos que se utilizan las instituciones para la enseñanza es inútiles, y obsoletos para un mundo que está en constante evolución.

Ferviente creyente de sí mismo, se vio forzado a muy corta edad a independizarse tanto económicamente, como afectivamente, a raíz del fallecimiento de sus padres en un trágico accidente automovilístico donde perdió la vista del ojo derecho. A raíz de este evento traumático comenzó no solo a preguntarse cosas que los jóvenes de su edad ignoraban, si no a sentir un profundo resentimiento por la sociedad, y los demás. ¿Por qué dios permitía la tristeza? ¿Acaso había un dios?, siempre fueron problemas que perturbaron la mente del pequeño infante, quien comenzó su casi fanática búsqueda de la sabiduría, aislándose entre libros.

A medida que fue creciendo, el relacionarse con las personas se volvía más difícil por su personalidad repelente y en cierta forma, excéntrica. El ser el heredero de un título nobiliario menor, junto con el hecho de sentirse constantemente aislado, y discriminado por sus pares, fueron generando en él una enorme carga emocional que necesitó sepultar entre grandes cantidades de sarcasmo a lo largo de su vida. Su miedo, su odio y su rechazo, generaron que produzca una faceta más independiente, y en cierta forma ególatra.

Debido a su cultura general, y a su inteligencia innata, siempre le gustó considerarse superior a los demás y no tenía miedo de demostrárselos. Se consideraba a sí mismo un emperador, intocable e inalcanzable por los demás, para convencerse a si mismo de que ni el mundo, ni su pasado, ni nadie podría herirlo nuevamente.

Por este carácter narcisista, y egocentrista que desarrolló, junto con sus problemas para trabajar en grupo e insertarse en los centros sociales como lo era su clase escolar, o los clubes de la preparatoria, constantemente era alienado por los grupos de jóvenes envidiosos de sus buenas calificaciones, su buen pasar económico, o su actitud pretenciosa, y pese a no tener posibilidad siquiera numérica de ganar las peleas, Fuji no dudaba en lanzar el primer puñetazo. Terminar apaleado, pero con su orgullo intacto.

Así pasó su adolescencia, entre libros y peleas en las afueras de la escuela, siempre sintiéndose rechazado, y convenciéndose a sí mismo de que él era demasiado bueno para juntarse con los demás, que eran inferiores y por ende, él no se perdía nada al hundirse en su soledad, “Magnifica” soledad.

Con el tiempo, y convencido de que su perspectiva vanidosa era una verdad absoluta, no dudó en desafiar a los profesores y tildarlos a esos profesionales de la enseñanza como ignorantes sin remedio. Fue a los dieciséis años que decidió dejar los estudios, para dedicarse a administrar la pensión heredada por la defunción de sus padres. Y fue por esa época en la que conoció el digimundo.

Al abrirse un mundo nuevo ante sus ojos, también lo hizo su megalomanía. Si en el mundo humano ya se consideraba a si mismo intocable, y superior, en el digimundo conoció poderes inimaginables, prácticamente había un nuevo mundo por ser descubierto y él se sentía uno de los elegidos para descubrirlo, y tomarlo como suyo. A su vez conoció a su contrapunto, Hagurumon, su digimon y mejor amigo. El digimon le enseño a Fuji que la amistad existía, y que la soledad no era el destino final, juntos se aventuraron como pares y el adolescente logró aprender a confiar en los demás, y en cierta forma, a respetar a los digimon aún más que los humanos.

A medida que creció, y en cierta forma maduró, comenzó a volverse más reservado y sigiloso. Conocedor de tácticas militares de primera mano, amplió sus conocimientos de manera constante, abrió su mente a decenas de experiencias y sensaciones, como lo eran el fracaso y la derrota, la humillación y el terror. Eventualmente se volvió más poderoso, y a medida que su fuerza aumentaba, también lo hacían sus inseguridades, y sus defectos.

La muerte de Hagurumon junto con el nacimiento del Chaos Empire marcó en él un antes, y un después. Quien había luchado como un martir rebelde por los marginados, ahora no era mas que un criminal con el honor manchado por su afiliación con la degenerada organización que desvirtuó, y fraccionó, al imponente Metal Empire. El rechazo de la sociedad, y la soledad en aquel mundo que él sentía como propio, puso en jaque las creencias y certezas del tamer.

Practicó la humildad, aprendió a regirse con minimalismo y administró nuevos valores. Conoció a quien sería su protegida, alumna y maestra, entre otras contadas personas que dejarían mella en su resquebrajada forma de ser. Este cambio de paradigmas, valores, prioridades y objetivos lo llevó a aceptar la ayuda de los Royal Knights, clan en el cual encontraría su verdadera pasión.

Conoció a Yggdrassil, el dios que creaba y regulaba que ese mundo permaneciese en balance, mas no en paz, y en él encontró las respuestas que siempre buscó. Como Caballero Sagrado de dicho ser reforzó su significado de justicia, sintiendo que la única forma de encontrar la paz era por medio de la justicia absoluta e incorruptible, y el respeto que generaba el miedo para mantener a las masas controladas. Pero no era un villano, no disfrutaba de torturar al débil, disfrutaba de torturar al fuerte, era un retador siempre dispuesto a medirse para aumentar su valía como caballero.

Los eventos más recientes nuevamente hicieron que su cordura pendiese de un hilo. La suma de sus miedos, sus inseguridades, sus traumas y todo lo que sepultó debajo de su personalidad narcisista, ególatra y burlona produjeron en él un quiebre emocional enorme. Él, que siempre necesitó rodearse de lo frívolo, lo bello, lo nuevo y lo opulento, se sentía desnudo en su interior, débil y aterrado de sí mismo. Los fantasmas de su pasado lo persiguieron hasta derribarlo, y fue cuando tuvo que ponerse en contacto con sí mismo. Alcanzó un estadio primitivo de madurez, que día a día buscaría perfeccionar.

Al día de hoy, está intentando recomponerse y dejando de lado los aspectos de su identidad que lo han estigmatizado en cierta forma. Algunas cosas se mantienen inalterables, sigue siendo una persona elegante, con dejos de gallardía casi extintos hoy en día, de una nobleza genuina pero ambigua respecto a sus formas, e intenciones. En la intimidad es mucho más genuino, sincero, y abierto con las personas a las que logra acercarse o con las que logra conectar. Aun guardando las apariencias, aunque reconociendo que él como todos es un ser imperfecto, busca aprender a convivir con esas imperfecciones y aceptarlas.

No cree en los actos desinteresados, valora el arte en todas sus formas y constantemente busca profundizas sus conocimientos teóricos, y prácticos. Constantemente busca superarse, siendo bastante exigente con si mismo, y no teme irritar a las personas con su forma de ser, pues cree que todo lo dicho debe poder respaldarse con hechos, y los hechos con la fuerza. Cuando le hacen ver sus errores, no le avergüenza admitirlos, pero de poder defender su perspectiva, o sus argumentos, lo hará con uñas y dientes.

Pese a su sobriedad a la hora de hablar, o la seriedad con la que se maneja de forma profesional, es poseedor de un humor tan peculiar, como ácido, portando siempre una sonrisa ladina y burlona en su rostro. Es conocedor del lenguaje corporal, y por su trasfondo político, ha aprendido a manipular su carisma encajar en casi todo tipo de situaciones de ser necesario. Pese a su amor por la música es incapaz de tocar instrumentos, se frustra con facilidad cuando no logra algo, y es bastante celoso, e inseguro sentimentalmente hablando.

Siente como la edad va aumentando, y con ella la diferencia entre las generaciones de tamers. Siendo uno de los últimos de aquellos Alpha que representaron la primer generación de humanos con influencia en la política del digimundo, sabe que pronto tendrá que ceder su sable a los nuevos caballeros que marcarán su historia con fuego, y para ello quiere convertirse en un digno ejemplo, tanto positivo como negativo, para futuras generaciones.

No es muy tolerante con lo que le molesta, y sus relaciones con las personas tienden a tener inicios tensos, pero el cambio radical en su carácter ha facilitado en cierta forma su trato con los demás.

• Sigrun Vinter: Colega, aprendiz, y con quien poseo un trato mayormente cordial. Es una de las pocas personas del clan que no juzgan mi pasado a la hora de verme a los ojos, y logra abrirse ante mí con sinceridad. La respeto, y estoy dispuesto a poner las manos en el fuego por ella de ser necesario, veo gran potencial en ella, seguramente en diez años me haya superado.
  
  
• Maxwell Miyamoto: Oficial de los Union Saver con quien tuve que testificar que no había volado más ciudades. Es joven, ingenuo en muchos aspectos y le falta madurez, pero tiene una mentalidad que al menos no resulta irritante.
  
  
• "Seimei": La reunión de sabios me presentó a este enigmático inventor, no confío en él, pero tiene ideas que pueden resultar beneficiosas para mí.
  
  
• Scott ???: Misterioso mercenario de grandes habilidades que usó la fuerza para mermar a Aigù, posee un pasado con Elluka pero eso no me concierne, lo respeto.
  
  
• Ralian, Zero, Cadejo y Kurai: Viejos camaradas, rivales. Débiles, cayeron ante ante la historia.
  

• Elluka: Le profeso mi mas devota admiración, devoción y cariño. En ella mi reino reposa.
  

• Cadejo y el Chaos Empire: ... Imperdonable.