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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
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y Sigrun Vinter
Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
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Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
El astro rey comenzaba su camino para ocultarse y dar paso a la noche, aunque aún quedaban varias horas para que llegase la noche. Ese era el momento favorito del día de Tsukaimon, el pequeño Digimon violeta con forma de hámster volador. El atardecer a él le parecía, sencillamente, mágico. Su Tamer, Max, un joven peliverde sostenía al pequeño Digimon hámster mientras caminaban de camino a casa, ya que Max acababa de terminar el entrenamiento en su equipo de baloncesto, del cuál era uno de los jugadores estrella, conocidos en todo Japón e, incluso, en algunas partes donde Estados Unidos, lugar dónde reinaba el Baloncesto como el rey de los deportes. Era una estrella de los Shibuya Basket Club porque, gracias a él, su equipo había ganado el campeonato nacional de Japón después de mucho tiempo sin ganarlo. Además, era muy joven, tan sólo tenía 18 años y sus compañeros tenían más de 25 años, por lo que lo consideraban el hijo prodigio de los Shibuya Basket Club.
¿Cuándo tendrás que jugar un partido la próxima vez, Max?- preguntó Tsukaimon sonriendo mientras permanecía inmóvil imitando la forma de un peluche en sus brazos.
El Sábado próximo- respondió Max sonriendo mirando a ambos lados fijándose en las diferentes caras de las personas que pasaban a su lado, algunas personas se quedaban mirándole asombradas ya que le reconocían de los partidos de baloncesto, pero otras que no eran tan aficionadas por ese deporte, ni siquiera le cruzaron una mirada.
Entonces un niño pequeño muy rubio, con ojos azules y que rondaba la edad de los 8 años se le acercó, seguido de su padre que le decía que no se acercase al joven Max Ueki.
Perdone, ¿usted es Max Ueki, el jugador de baloncesto?- preguntó el niño mirando hacia arriba debido a la gran estatura del joven deportista.
Sí, soy yo pequeño, ¿qué ocurre?- dijo Max poniéndose a la pequeña altura del niño.
¿Me puede decir dónde compró ese muñeco?- preguntó el pequeño señalando a Tsukaimon, ya que el niño creía que era un muñeco de peluche.
Em... bueno... - dijo Max rascándose el cabello de color verde intentando pensar una forma de librarse de aquél problema- no lo sé, la verdad, me lo regaló un tío mio que fue de viaje a Alemania- mintió Max, ya que no quería involucrar a ese pequeño ni a ningún otro humano que no fuese un Tamer en el tema de los Digimons.
Bueno... ¿y podría firmarme un autógrafo en mi pelota de Basket? De mayor quiero ser como usted- dijo el pequeño sonriendo tendiéndole un rotulador negro y una pelota de basketball.
Claro... pero no me llames de usted, me hace sentir viejo- dijo Max riendo, haciendo que el pequeño soltase una pequeña carcajada- ¿cómo te llamas, pequeño?
Me llamo Takeo- el pequeño observaba cómo el peliverde comenzaba a escribir su autógrafo, seguido de una frase.
"Para mi pequeño amigo Takeo, futura estrella de Baloncesto"- dijo Max mientras, a su vez, lo escribía en la pelota de baloncesto.
Muchas gracias señ... Max- dijo Takeo sonriendo volviendo a donde estaba su padre- ¡Mira papá, tengo un autógrafo de Max!- el pequeño le enseñó orgulloso la pelota firmada por su ídolo sonriendo.
Parece que la gente te quiere mucho, Max- dijo Tsukaimon notando cómo su Tamer le recogía del suelo y continuaban con su paseo.
En mi mundo es lo normal, Tsukaimon. La gente aprecia mucho a las personas famosas. No me gusta la fama, y mucho menos esconderme de mis fans... A veces, me gustaría no haber ganado nunca el campeonato nacional- dijo Max algo apenado ya que muchas veces, su fama le hacía echar de menos su vida antes del campeonato.
No digas eso, Max. Eres muy bueno jugando al baloncesto y lo bueno se debe premiar- dijo Tsukaimon sonriendo pero quitándose la sonrisa al ver un gran edificio delante de ellos- ¿Qué es eso? ¿Nos hemos confundido de camino?- preguntó Tsukaimon viendo que ya no había ninguna persona alrededor suyo y comenzando a revolotear en el aire con sus grandes orejas.
No lo sé Tsukaimon, no reconozco esta parte de la ciudad...- dijo Max seriamente mientras observaba el gran edificio, el cual era muy grande, debería de tener más de 40 pisos.
Entonces un pequeño Digimon barbudo y con pelo gris, que portaba una ropa vieja y un bastón terminado en forma de garra apareció.
Jijimon, ¿qué haces aquí?- preguntó curioso el joven Ueki.
Vaya, así que ¿habéis venido vosotros también?- dijo Jijimon sonriendo aunque su sonrisa era imperceptible debido a su gran barba grisácea.
Sí, debe de ser porque nos hemos desviado de nuestro camino- dijo Tsukaimon asintiendo sin dejar de mirar el gran edificio- oye Jijimon, ¿qué es este edificio?- preguntó directamente Tsukaimon al maestro de Max y suyo.
Este edificio se llama Digimon Inc. Es un edificio en el que unos humanos malvados experimentan con Digimons para conseguir unos malvados resultados.... hay que pararlos- dijo Jijimon mirando también al edificio- sin embargo, yo soy muy viejo, así que tendréis que ir vosotros- reía levemente Jijimon mientras se acicalaba la barba con su mano libre.
Me lo esperaba, viniendo de Jijimon- Max esbozó una media sonrisa mientras decía eso para sus adentros mirando al edificio y luego a Tsukaimon- entonces tendremos que interrumpir los planes de esos malvados ¿verdad?- Max comenzó a caminar hacia el edificio, seguido de su compañero Digimon volador
¡Esperad! No vais a ir solos- dijo Jijimon sonriendo dando tres golpes con su bastón en el suelo.
¿Quién va a venir con nosotros?- dijo Tsukaimon deteniéndose junto a su Tamer, entonces vieron a dos sombras acercándose lentamente.
¿Cuándo tendrás que jugar un partido la próxima vez, Max?- preguntó Tsukaimon sonriendo mientras permanecía inmóvil imitando la forma de un peluche en sus brazos.
El Sábado próximo- respondió Max sonriendo mirando a ambos lados fijándose en las diferentes caras de las personas que pasaban a su lado, algunas personas se quedaban mirándole asombradas ya que le reconocían de los partidos de baloncesto, pero otras que no eran tan aficionadas por ese deporte, ni siquiera le cruzaron una mirada.
Entonces un niño pequeño muy rubio, con ojos azules y que rondaba la edad de los 8 años se le acercó, seguido de su padre que le decía que no se acercase al joven Max Ueki.
Perdone, ¿usted es Max Ueki, el jugador de baloncesto?- preguntó el niño mirando hacia arriba debido a la gran estatura del joven deportista.
Sí, soy yo pequeño, ¿qué ocurre?- dijo Max poniéndose a la pequeña altura del niño.
¿Me puede decir dónde compró ese muñeco?- preguntó el pequeño señalando a Tsukaimon, ya que el niño creía que era un muñeco de peluche.
Em... bueno... - dijo Max rascándose el cabello de color verde intentando pensar una forma de librarse de aquél problema- no lo sé, la verdad, me lo regaló un tío mio que fue de viaje a Alemania- mintió Max, ya que no quería involucrar a ese pequeño ni a ningún otro humano que no fuese un Tamer en el tema de los Digimons.
Bueno... ¿y podría firmarme un autógrafo en mi pelota de Basket? De mayor quiero ser como usted- dijo el pequeño sonriendo tendiéndole un rotulador negro y una pelota de basketball.
Claro... pero no me llames de usted, me hace sentir viejo- dijo Max riendo, haciendo que el pequeño soltase una pequeña carcajada- ¿cómo te llamas, pequeño?
Me llamo Takeo- el pequeño observaba cómo el peliverde comenzaba a escribir su autógrafo, seguido de una frase.
"Para mi pequeño amigo Takeo, futura estrella de Baloncesto"- dijo Max mientras, a su vez, lo escribía en la pelota de baloncesto.
Muchas gracias señ... Max- dijo Takeo sonriendo volviendo a donde estaba su padre- ¡Mira papá, tengo un autógrafo de Max!- el pequeño le enseñó orgulloso la pelota firmada por su ídolo sonriendo.
Parece que la gente te quiere mucho, Max- dijo Tsukaimon notando cómo su Tamer le recogía del suelo y continuaban con su paseo.
En mi mundo es lo normal, Tsukaimon. La gente aprecia mucho a las personas famosas. No me gusta la fama, y mucho menos esconderme de mis fans... A veces, me gustaría no haber ganado nunca el campeonato nacional- dijo Max algo apenado ya que muchas veces, su fama le hacía echar de menos su vida antes del campeonato.
No digas eso, Max. Eres muy bueno jugando al baloncesto y lo bueno se debe premiar- dijo Tsukaimon sonriendo pero quitándose la sonrisa al ver un gran edificio delante de ellos- ¿Qué es eso? ¿Nos hemos confundido de camino?- preguntó Tsukaimon viendo que ya no había ninguna persona alrededor suyo y comenzando a revolotear en el aire con sus grandes orejas.
No lo sé Tsukaimon, no reconozco esta parte de la ciudad...- dijo Max seriamente mientras observaba el gran edificio, el cual era muy grande, debería de tener más de 40 pisos.
Entonces un pequeño Digimon barbudo y con pelo gris, que portaba una ropa vieja y un bastón terminado en forma de garra apareció.
Jijimon, ¿qué haces aquí?- preguntó curioso el joven Ueki.
Vaya, así que ¿habéis venido vosotros también?- dijo Jijimon sonriendo aunque su sonrisa era imperceptible debido a su gran barba grisácea.
Sí, debe de ser porque nos hemos desviado de nuestro camino- dijo Tsukaimon asintiendo sin dejar de mirar el gran edificio- oye Jijimon, ¿qué es este edificio?- preguntó directamente Tsukaimon al maestro de Max y suyo.
Este edificio se llama Digimon Inc. Es un edificio en el que unos humanos malvados experimentan con Digimons para conseguir unos malvados resultados.... hay que pararlos- dijo Jijimon mirando también al edificio- sin embargo, yo soy muy viejo, así que tendréis que ir vosotros- reía levemente Jijimon mientras se acicalaba la barba con su mano libre.
Me lo esperaba, viniendo de Jijimon- Max esbozó una media sonrisa mientras decía eso para sus adentros mirando al edificio y luego a Tsukaimon- entonces tendremos que interrumpir los planes de esos malvados ¿verdad?- Max comenzó a caminar hacia el edificio, seguido de su compañero Digimon volador
¡Esperad! No vais a ir solos- dijo Jijimon sonriendo dando tres golpes con su bastón en el suelo.
¿Quién va a venir con nosotros?- dijo Tsukaimon deteniéndose junto a su Tamer, entonces vieron a dos sombras acercándose lentamente.
- Tamer & Digimon
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :67Nivel On Rol :UltimateInventario :
Akira Kurusu
Re: Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
Meses Atrás el empresario conocido como Duke Devlin (mi padre) dueño de Devlin Corp. había cerrado un trato con Digital Inc. Una poderosa y vanguardista empresa dedicada a lo más innovador en tecnología. La compañía de mi padre era exclusivamente una empresa consagrada por crear los más populares videojuegos del mercado actual. La verdad no sé bien que clases de negocios eran no parecían ser nada buenos. Hay rumores creados por accionistas de todas partes del mundo que vinculan a Digital Inc. con actividades turbias y clandestinas. La ley por su parte a la hora de regular a esta multinacional empresa no consigue encontrar entre sus movimientos e instalaciones nada que la incrimine.
Pero todo el mundo sabe que Digital Inc. solo es una fachada de algo de una inmensa magnitud. Mi padre había desaparecido junto a mi familia de una manera muy misteriosa. No hace poco pude arrebatarle la presidencia a los buitres abogados y cofundadores del negocio de mi familia, por la fuerza tuve que convertirme en un joven empresario y encabezar la compañía de mi Padre. Mientras que por otro lado sigo en una contienda infatigable por hallar a mi familia sana y salva.
– ¿En que piensas Vick?– me consultó mi compañero digimon al verme tan inmerso y pensante mientras dábamos un paseo por el centro de la ciudad. – ¿En que piensa, vamos dime?– insitió. – ¿En tu familia, verdad?– él estaba en lo correcto. Pero yo continuaba haciéndole caso omiso a sus preguntas. – Perdóname por ser muy insistente, Vick es que me preocupo por ti. – finalizó algo indignado mi camarada digital. – Pierde cuidado Pawnchessmon, siempre me fuiste muy leal y me alegra saber que te preocupas por mí. – le saque consuelo a su preocupación.
Ya nos faltaba muy poco para llegar al camino hacia las afuera de la ciudad y volver a casa. Pero en ese momento vimos como un niño de aproximadamente ocho años sin percatarse en los peligros de la calle suelta su balón básquet y el juguete comienza a rebotar como si tuviera vida propia y entra salto y salto se dirigía hacia la avenida principal donde el trafico a esa hora es muy ligero. El infante sin mirar hacia otro lado que no sea la dirección del balón fue detrás de este sin ninguna preocupación. Mi instinto me advirtió y pude reaccionar con muchísima velocidad al ver que un camión se aproximaba a punto de atropellar al menor. Sin dudar me arroje rápidamente hacia el niño lo tomé en mis brazos y de la misma salí disparado con él en mis brazos hacia la otra vereda.
Pawnchessmon al ver mi heroico acto, esperó que el tráfico se disipara y que el semáforo se iluminara permitiéndole el paso y cruzó la calle hacia donde estaba yo con el niño. – ¿Estas bien?– fueron las palabras que pude emitir una vez que habría recobrado completamente el aliento. – ¡Mi balón! ¿Dónde está mi balón firmado por Max?– me interrogó desesperadamente sin responder a mi pregunta. Para su desdicha la pelota de básquet había sido arrollada y se encontraba totalmente aplastada en medio de la calle. De inmediato cuando el niño vio su juguete aplastado comenzó a llorar, desconsolado. Yo entre a desesperarme pero al llanto del niño acudió la madre.
–¡Takeo! ¡Hijo mio! ¡Te advertí que no te alejaras de mí! Vamos te compraré otro balón.– la mujer tomó a su hijo en sus brazos, lo alzó en su regazo y se alejó sin darme las gracias ni siquiera mirar atrás. No me importaba. Me levanté, me sacudí el polvo y comprobé que no tenía ninguna herida en mi cuerpo para luego seguir con nuestro camino. – Busquemos algún lugar para comer algo. – sugerí sin dar muchas vueltas.
Sin darnos cuenta fuimos a parar a un boulevard que en una de sus esquinas se levantaban las imponentes Torres de Digital Inc. Un sudor muy frio recorrió por mi frente haciendo que los pelos de la nuca se me erizaran. Pawnchessmon me miró y yo a él. Elevamos la vista para apreciar la inmensa altitud de aquellos edificios de cristales oscuros. Al bajar nuevamente la vista pude apreciar tres figuras enfrente de nosotros. Uno de ellos era obviamente un humano, un joven de mas o menos mi edad y de cabello verde, mucho mas alto que yo.
Las otras dos figuras no me sorprenderían que se tratasen de digimon, por eso mismo de manera inmediata saque mi D-Arc del bolsillo y lo apunté hacia la pequeña criatura voladora. – Tsukaimon es un Digimon del tipo virus cuyo nombre significa mensajero, se caracteriza por sus grandes orejas. Es considerado una subespecie de Patamon.– una voz robótica junto con un holograma del digimon rompieron el breve silencio que se habia formado. – Jijimon del nivel mega es un digimon del tipo vacuna ha existido desde los albores del Mundo Digital, su nombre significa viejo. – volvió a informar mi digivice. Luego de esto el silencio reino casi eternamente.
Pero todo el mundo sabe que Digital Inc. solo es una fachada de algo de una inmensa magnitud. Mi padre había desaparecido junto a mi familia de una manera muy misteriosa. No hace poco pude arrebatarle la presidencia a los buitres abogados y cofundadores del negocio de mi familia, por la fuerza tuve que convertirme en un joven empresario y encabezar la compañía de mi Padre. Mientras que por otro lado sigo en una contienda infatigable por hallar a mi familia sana y salva.
– ¿En que piensas Vick?– me consultó mi compañero digimon al verme tan inmerso y pensante mientras dábamos un paseo por el centro de la ciudad. – ¿En que piensa, vamos dime?– insitió. – ¿En tu familia, verdad?– él estaba en lo correcto. Pero yo continuaba haciéndole caso omiso a sus preguntas. – Perdóname por ser muy insistente, Vick es que me preocupo por ti. – finalizó algo indignado mi camarada digital. – Pierde cuidado Pawnchessmon, siempre me fuiste muy leal y me alegra saber que te preocupas por mí. – le saque consuelo a su preocupación.
Ya nos faltaba muy poco para llegar al camino hacia las afuera de la ciudad y volver a casa. Pero en ese momento vimos como un niño de aproximadamente ocho años sin percatarse en los peligros de la calle suelta su balón básquet y el juguete comienza a rebotar como si tuviera vida propia y entra salto y salto se dirigía hacia la avenida principal donde el trafico a esa hora es muy ligero. El infante sin mirar hacia otro lado que no sea la dirección del balón fue detrás de este sin ninguna preocupación. Mi instinto me advirtió y pude reaccionar con muchísima velocidad al ver que un camión se aproximaba a punto de atropellar al menor. Sin dudar me arroje rápidamente hacia el niño lo tomé en mis brazos y de la misma salí disparado con él en mis brazos hacia la otra vereda.
Pawnchessmon al ver mi heroico acto, esperó que el tráfico se disipara y que el semáforo se iluminara permitiéndole el paso y cruzó la calle hacia donde estaba yo con el niño. – ¿Estas bien?– fueron las palabras que pude emitir una vez que habría recobrado completamente el aliento. – ¡Mi balón! ¿Dónde está mi balón firmado por Max?– me interrogó desesperadamente sin responder a mi pregunta. Para su desdicha la pelota de básquet había sido arrollada y se encontraba totalmente aplastada en medio de la calle. De inmediato cuando el niño vio su juguete aplastado comenzó a llorar, desconsolado. Yo entre a desesperarme pero al llanto del niño acudió la madre.
–¡Takeo! ¡Hijo mio! ¡Te advertí que no te alejaras de mí! Vamos te compraré otro balón.– la mujer tomó a su hijo en sus brazos, lo alzó en su regazo y se alejó sin darme las gracias ni siquiera mirar atrás. No me importaba. Me levanté, me sacudí el polvo y comprobé que no tenía ninguna herida en mi cuerpo para luego seguir con nuestro camino. – Busquemos algún lugar para comer algo. – sugerí sin dar muchas vueltas.
Sin darnos cuenta fuimos a parar a un boulevard que en una de sus esquinas se levantaban las imponentes Torres de Digital Inc. Un sudor muy frio recorrió por mi frente haciendo que los pelos de la nuca se me erizaran. Pawnchessmon me miró y yo a él. Elevamos la vista para apreciar la inmensa altitud de aquellos edificios de cristales oscuros. Al bajar nuevamente la vista pude apreciar tres figuras enfrente de nosotros. Uno de ellos era obviamente un humano, un joven de mas o menos mi edad y de cabello verde, mucho mas alto que yo.
Las otras dos figuras no me sorprenderían que se tratasen de digimon, por eso mismo de manera inmediata saque mi D-Arc del bolsillo y lo apunté hacia la pequeña criatura voladora. – Tsukaimon es un Digimon del tipo virus cuyo nombre significa mensajero, se caracteriza por sus grandes orejas. Es considerado una subespecie de Patamon.– una voz robótica junto con un holograma del digimon rompieron el breve silencio que se habia formado. – Jijimon del nivel mega es un digimon del tipo vacuna ha existido desde los albores del Mundo Digital, su nombre significa viejo. – volvió a informar mi digivice. Luego de esto el silencio reino casi eternamente.
- Invitado
Invitado
Re: Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
Elegimos el velo nocturno para asegurarnos de que nuestra presencia se viera camuflada por la oscuridad. La cautela era indispensable para que fuéramos invisibles ante el ojo promedio, nada más que sólo sombras silenciosas moviéndose entre la noche. A pesar que la ciudad a estas horas aún seguía viva, y tanto los edificios como las diversas estructuras brindaban distintos puntos de luz que alumbraban todo lo que tocaban, quedaban restantes espacios en donde la penumbra era impenetrable y la luz no tenía poder alguno. Eran estos lugares más los demás componentes que formaban la arquitectura de la ciudad, los que servían como perfecto escondite para deslizarnos sin ser vistos.
Había pasado una semana desde que la carta con la información nos hubiera llegado, y estuvimos en la plaza desde la tarde, sentado viendo el tiempo pasar, esperando el momento en el que el tránsito de las personas se hiciera menos frecuente para llevar a cabo nuestra misión.
-Es ya es hora, Monodramon.
-Entendido, andando.
Me puse de pie y comencé a caminar dejando atrás aquel banco que me sirvió de descanso durante un buen tiempo. Era el mismo de siempre, el del centro de la plaza, uno de los cuatro que se encontraban al rededor de la fuente de agua. Era mi lugar preferido, rodeado de árboles y arbustos con flores que a estas horas empezaban a endulzar el aire con mil y un aromas, el viento fresco que recorría cada hoja de los árboles con delicadeza y el sutil sonido del agua golpeteando entre sí. Me apenaba por tener que dejar esa escena a mis espaldas, pero tenía algo más que hacer. Me dirigía con convicción hacia ese edificio que, curiosamente, se encontraba en linea recta al banco que solía frecuentar. Siempre que estábamos ahí, nos tomábamos aunque sea un momento para mirarlo con detalle y generar pensamientos que poco compartíamos. Todos los pequeños destellos tanto de los faroles como de las ventanas de los edificios se reflejaban en los grandes ojos de mi compañero que portaba una mirada curiosa además de inocente, algo característico suyo. Nunca le pregunté que es lo que pensaba de aquella construcción, pero apuesto que lo mismo que yo.
-Por fin podremos saber qué es lo que ocurre de verdad allí adentro -poniendo mi Digivice cerca de mi rostro para hablar con mi compañero-.
-Sí. Por lo que decía la carta, no es algo bueno ¿cierto?
-Así parece, tendremos que tener cuidado porque no es mucha la información que nos dieron; sólo que no esperemos tratos amables.
Una vez llegamos al otro extremo de la plaza, recorrí con la vista desde abajo hacia arriba todo el edificio. Sabía que era grande pero esta vez parecía imponente, sería tal vez la situación en la que nos encontrábamos que hacía que de alguna manera cambiara nuestra forma de ver las cosas. Cruzando una gran avenida con tres filas en cada carril, estaba ese enorme predio, rodeado por alambrado y en algunos lados, paredes de concreto de más de dos metros y medio de altitud. Apunté la pantalla de mi dispositivo hacia el frente.
-Ohh, ¡cuántas luces!
-¿Cómo se supone que entraremos? No nos dijeron nada sobre eso. Ahora que lo pienso ese carta fue el peor expediente de todos, nunca nos dieron tan pocos datos para llevar a cabo un trabajo. Maldición, esto no luce bien.
-Tranquilo Ed, sabes que no puedes dudar de ellos, son los más confiables de todo el Digimundo.
-Lo sé, es sólo que...
-¡Mira! ¿Qué te parece si intentamos entrar por la puerta principal?
-Hay guardias armados, pero es probable que sólo estén ahí por si acaso. Muy bien lo intentaremos, ya sabes cuál es la parte de tu trato.
-Sí.
Traté de cruzar esa avenida sin levantar mucha sospecha, algo que era imposible; alguien caminando de frente hacia donde estaban los guardias, haciéndolo por la mitad de la calle y no por alguna de las esquinas como se supone que se debe hacer. De reojo pude ver al llegar al segundo carril, que ambos miembros de seguridad ya estaban siguiéndome con la mirada y fue así hasta que llegué hacia la caseta de peaje que había en la entrada del predio, cubriendo antes una pequeña extensión de concreto que se desviaba de la carretera.
-Buenas noches.
-Identificación, por favor.
-¿Qué? ¿Identificación? No la necesito.
-Claro que la necesitas, esta es una propiedad privada. Ahora, largo de aquí niño.
Me limité a cerrar fuertemente el puño por haberme llamado "niño", era momento de ser cauteloso.
-Oh, está bien, disculpen entonces. Hasta luego.
Le sonreí falsamente al guardia que estaba fuera de la casilla y me di la vuelta caminando hacia la izquierda, esa mueca se transformó en una sonrisa maligna acompañada por la mirada cuando este estaba a mis espaldas. Seguí caminando hasta llegar a la pared del frente del lado izquierdo y me detuve ahí, gracias a que esta pared formaba un ángulo con la que sostenía la valla en la entrada, era imposible que los de seguridad me pudieran ver.
En el camino noté cierto cartel que salía del piso, paralelo a la pared diagonal, era de esos luminosos de como un metro de alto y un poco más de ancho, en el cual había un logotipo y por debajo decía "Digital Inc.". Era el mismo logo que llevaban en el uniforme aquellos guardias, por lo que supuse que era una seguridad propia del edificio y no una contratada como servicio.
-Sabía que no podía ser tan fácil. Pero está bien, me sirvió para analizar la situación -materializando a Monodramon del Digivice.
-¿Qué tienes en mente, Ed?
-Algo que nos pondrá dentro de Digital Inc.
Me incliné un poco para susurrarle al oído.
Una figura encorvada cubierta por un tapado rojo salió de esa pared caminando a paso lento y sospechoso, su cabeza estaba cubierta por una capucha y miraba hacia abajo, así que su rostro quedaba muy escondido. Siguió su camino un poco más hasta que uno de los vigilantes la vio y le avisó a su compañero.
-Oye, mira ¿qué es eso?
-No lo sé, parece una anciana. ¡Escuche abuela, estas no son horas para andar sola por las calles!
Esta "anciana" se paró en seco y se la notaba temblorosa, retrocedió un poco y al darse media vuelta, volvió por donde venía dando pasos cortos pero más rápido. No pudo avanzar más, ambos hombres la detuvieron del hombro centímetros antes de llegar al cartel.
-Señora ¿Acaso no me escucha?
Esta persona no respondía y era muy sospechosa. Ambos tipos se miraron y se hicieron señas con la cabeza para que le sacaran la capucha, hasta que uno de ellos cedió.
Acercaba lentamente su mano temblorosa hacia la cabeza de aquella persona, tomó la prenda con delicadeza y comenzó a jalarla hacia abajo muy despacio...
-¿Se... señora?
De un tirón le terminó por sacar la prenda y debajo de ella, Monodramon mostrando sus colmillos en una sonrisa.
-¡Ahora Monodramon!
-¡Beat Knuckle!
Monodramon giró y golpeó con sus garras en gancho al guardia que estaba sacándole la capucha y yo salí detrás del cartel usando una mano como soporte sobre este para asestar una patada en el rostro del hombre restante. Ambos cayeron al suelo inconscientes.
-Buen trabajo compañero.
-Lo mismo digo amigo. Ahora devuélveme mi abrigo, a ti te queda algo grande.
-Pero me gusta ¿me lo puedo quedar? Prometo lavarlo seguido.
-Claro que no, te ves ridículo en el. Ahora ayúdame a esconder a estos matones.
¿Qué mejor que esconderlos en su propia caseta? Los llevamos como pudimos, los atamos de manos y pies con sogas improvisadas de cables y los encerramos con llave ahí, no sin antes quitarles sus radios para que les fuera imposible comunicarse con alguien de afuera.
-Muy bien, todo listo. ¿Sabes qué, amigo?
-¿Qué ocurre?
-Estamos dentro de Digital Inc.
Había pasado una semana desde que la carta con la información nos hubiera llegado, y estuvimos en la plaza desde la tarde, sentado viendo el tiempo pasar, esperando el momento en el que el tránsito de las personas se hiciera menos frecuente para llevar a cabo nuestra misión.
-Es ya es hora, Monodramon.
-Entendido, andando.
Me puse de pie y comencé a caminar dejando atrás aquel banco que me sirvió de descanso durante un buen tiempo. Era el mismo de siempre, el del centro de la plaza, uno de los cuatro que se encontraban al rededor de la fuente de agua. Era mi lugar preferido, rodeado de árboles y arbustos con flores que a estas horas empezaban a endulzar el aire con mil y un aromas, el viento fresco que recorría cada hoja de los árboles con delicadeza y el sutil sonido del agua golpeteando entre sí. Me apenaba por tener que dejar esa escena a mis espaldas, pero tenía algo más que hacer. Me dirigía con convicción hacia ese edificio que, curiosamente, se encontraba en linea recta al banco que solía frecuentar. Siempre que estábamos ahí, nos tomábamos aunque sea un momento para mirarlo con detalle y generar pensamientos que poco compartíamos. Todos los pequeños destellos tanto de los faroles como de las ventanas de los edificios se reflejaban en los grandes ojos de mi compañero que portaba una mirada curiosa además de inocente, algo característico suyo. Nunca le pregunté que es lo que pensaba de aquella construcción, pero apuesto que lo mismo que yo.
-Por fin podremos saber qué es lo que ocurre de verdad allí adentro -poniendo mi Digivice cerca de mi rostro para hablar con mi compañero-.
-Sí. Por lo que decía la carta, no es algo bueno ¿cierto?
-Así parece, tendremos que tener cuidado porque no es mucha la información que nos dieron; sólo que no esperemos tratos amables.
Una vez llegamos al otro extremo de la plaza, recorrí con la vista desde abajo hacia arriba todo el edificio. Sabía que era grande pero esta vez parecía imponente, sería tal vez la situación en la que nos encontrábamos que hacía que de alguna manera cambiara nuestra forma de ver las cosas. Cruzando una gran avenida con tres filas en cada carril, estaba ese enorme predio, rodeado por alambrado y en algunos lados, paredes de concreto de más de dos metros y medio de altitud. Apunté la pantalla de mi dispositivo hacia el frente.
-Ohh, ¡cuántas luces!
-¿Cómo se supone que entraremos? No nos dijeron nada sobre eso. Ahora que lo pienso ese carta fue el peor expediente de todos, nunca nos dieron tan pocos datos para llevar a cabo un trabajo. Maldición, esto no luce bien.
-Tranquilo Ed, sabes que no puedes dudar de ellos, son los más confiables de todo el Digimundo.
-Lo sé, es sólo que...
-¡Mira! ¿Qué te parece si intentamos entrar por la puerta principal?
-Hay guardias armados, pero es probable que sólo estén ahí por si acaso. Muy bien lo intentaremos, ya sabes cuál es la parte de tu trato.
-Sí.
Traté de cruzar esa avenida sin levantar mucha sospecha, algo que era imposible; alguien caminando de frente hacia donde estaban los guardias, haciéndolo por la mitad de la calle y no por alguna de las esquinas como se supone que se debe hacer. De reojo pude ver al llegar al segundo carril, que ambos miembros de seguridad ya estaban siguiéndome con la mirada y fue así hasta que llegué hacia la caseta de peaje que había en la entrada del predio, cubriendo antes una pequeña extensión de concreto que se desviaba de la carretera.
-Buenas noches.
-Identificación, por favor.
-¿Qué? ¿Identificación? No la necesito.
-Claro que la necesitas, esta es una propiedad privada. Ahora, largo de aquí niño.
Me limité a cerrar fuertemente el puño por haberme llamado "niño", era momento de ser cauteloso.
-Oh, está bien, disculpen entonces. Hasta luego.
Le sonreí falsamente al guardia que estaba fuera de la casilla y me di la vuelta caminando hacia la izquierda, esa mueca se transformó en una sonrisa maligna acompañada por la mirada cuando este estaba a mis espaldas. Seguí caminando hasta llegar a la pared del frente del lado izquierdo y me detuve ahí, gracias a que esta pared formaba un ángulo con la que sostenía la valla en la entrada, era imposible que los de seguridad me pudieran ver.
En el camino noté cierto cartel que salía del piso, paralelo a la pared diagonal, era de esos luminosos de como un metro de alto y un poco más de ancho, en el cual había un logotipo y por debajo decía "Digital Inc.". Era el mismo logo que llevaban en el uniforme aquellos guardias, por lo que supuse que era una seguridad propia del edificio y no una contratada como servicio.
-Sabía que no podía ser tan fácil. Pero está bien, me sirvió para analizar la situación -materializando a Monodramon del Digivice.
-¿Qué tienes en mente, Ed?
-Algo que nos pondrá dentro de Digital Inc.
Me incliné un poco para susurrarle al oído.
Una figura encorvada cubierta por un tapado rojo salió de esa pared caminando a paso lento y sospechoso, su cabeza estaba cubierta por una capucha y miraba hacia abajo, así que su rostro quedaba muy escondido. Siguió su camino un poco más hasta que uno de los vigilantes la vio y le avisó a su compañero.
-Oye, mira ¿qué es eso?
-No lo sé, parece una anciana. ¡Escuche abuela, estas no son horas para andar sola por las calles!
Esta "anciana" se paró en seco y se la notaba temblorosa, retrocedió un poco y al darse media vuelta, volvió por donde venía dando pasos cortos pero más rápido. No pudo avanzar más, ambos hombres la detuvieron del hombro centímetros antes de llegar al cartel.
-Señora ¿Acaso no me escucha?
Esta persona no respondía y era muy sospechosa. Ambos tipos se miraron y se hicieron señas con la cabeza para que le sacaran la capucha, hasta que uno de ellos cedió.
Acercaba lentamente su mano temblorosa hacia la cabeza de aquella persona, tomó la prenda con delicadeza y comenzó a jalarla hacia abajo muy despacio...
-¿Se... señora?
De un tirón le terminó por sacar la prenda y debajo de ella, Monodramon mostrando sus colmillos en una sonrisa.
-¡Ahora Monodramon!
-¡Beat Knuckle!
Monodramon giró y golpeó con sus garras en gancho al guardia que estaba sacándole la capucha y yo salí detrás del cartel usando una mano como soporte sobre este para asestar una patada en el rostro del hombre restante. Ambos cayeron al suelo inconscientes.
-Buen trabajo compañero.
-Lo mismo digo amigo. Ahora devuélveme mi abrigo, a ti te queda algo grande.
-Pero me gusta ¿me lo puedo quedar? Prometo lavarlo seguido.
-Claro que no, te ves ridículo en el. Ahora ayúdame a esconder a estos matones.
¿Qué mejor que esconderlos en su propia caseta? Los llevamos como pudimos, los atamos de manos y pies con sogas improvisadas de cables y los encerramos con llave ahí, no sin antes quitarles sus radios para que les fuera imposible comunicarse con alguien de afuera.
-Muy bien, todo listo. ¿Sabes qué, amigo?
-¿Qué ocurre?
-Estamos dentro de Digital Inc.
Última edición por Ed Elric el Dom Ene 05, 2014 6:29 pm, editado 2 veces
- Tamer & Digimon
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :253Nivel On Rol :UltimateInventario :
Ed Elric
Re: Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
Off:Terminado :3
Eran horas intempetuosas para ir a tomar un helado. Ni siquiera era el helado de una heladería, puesto que a esa hora, lo único que había abierto eran las tiendas de alimentación de veinticuatro horas, pero Luna compró dos conos, uno de fresa y otro de vainilla. El dependiente la miró como si estuviera loca. ¿Quién se tomaba a la hora de cenar un helado?, fue lo que pensó el dependiente mientras le daba el cambio a la chica de gafas y de mirada distraída y perdida.
Si la hubiera seguido, habría pensado que estaba loca, o que simplemente era una adolescente en busca de un rincón oscuro en el que abrazarse un rato con su novio. Habría caído en un error a medias; la chica, helados en mano se acercó hasta las rejas del parque, y tras divisar un rinconcito oculto por arbustos y al que no llegaba la luz de la farolas, se internó en él. No había ningún chico esperándola en busca de privacidad, sino que en su lugar, había un ser reptiliano con apariencia de flor sentado bajo la luz de la luna, mirándola con cierta melancolía y refugiada en la fría oscuridad.
Luna supo enseguida qué estaba pensando su compañera al mirar las estrellas, casi podía sentir las ganas de la digimon de transmitir un mensaje mudo a éstas para que se las llevasen a su destinatario. Curiosamente, el destinatario, también había hecho alguna vez lo mismo con la misma finalidad.
Era una de las razones por la que Luna había planeado aquella escapada con Floramon y para Floramon. O como últimamente la solía llamar, "Flora". La digimon había nacido y crecido en el mundo humano, o más bien en el reducido espacio del ático en el que vivía Luna, cultivando distintos entretenimientos pero con el inconveniente de pocas posibilidades de recorrer las calles con libertad, lo cual se complicó aún más cuando tomó su forma rookie mucho menos discreta que su forma de yokomon. Realmente, Flora, apenas conocía nada que estuviera fuera de casa de Luna con precisión ni detalle. Eso le daba mucho tiempo para pensar, preocuparse y tener el alma en un hilo, así que Luna pensó que quizás tomar un helado, incluso en aquellas circunstancias, podía hacerle bien y ayudarla a desconectar. El asunto, también preocupaba a Luna, pero aún así, sabía que a Flora, por una razón y otra, le llegaba más profundamente que a ella. Y es que hasta ese momento, todos los amigos digimon, o casi todos, tenían tamers o alguien que les cuidaba. Sin embargo, uno de sus más cercanos y queridos amigos estaba completamente solo, y en una posición no muy favorable. Ése digimon era Gaomon, un mercenario cuyos demonios internos lo torturaban flagelándolo por todas las acciones pocos honrosas que había hecho últimamente; era muy testarudo, y lejos de intentar dejar que le ayudasen, cubría sus heridas de sal. Su peor enemigo era ni más ni menos que él mismo. Gaomon tenía el alma herida, eso era indudable, pero al parecer su cuerpo no se salvaba; cada vez que lo veían, le encontraban más demacrado. Teniendo en cuenta las inclinaciones de enfermera que tenía Floramon, ver algo así hacía que se le removiera el alma. La última vez que le vieron, él mismo se acabó alejando de ellas para protegerlas, temiendo que romper su trato con su "patrón" las pusiera en peligro. Y Luna, cada vez se temía más que acabara muerto en un rincón, como un perro en una cuneta, completamente solo ya fuera asesinado o consumido.
Era por eso que Luna no podía decirle a Floramon el único consuelo que encontraba; "Gaomon sabe cuidarse". Era un consuelo inútil, y Luna realmente no lo creía. Gaomon sabía cuidarse de todo enemigo, excepto de sí mismo. ¿Con qué cara podía decirle a Flora algo que ni siquiera creía?
La voz atiplada de Flora sacó a Luna de sus pensamientos. Ella sonreía calmadamente, aunque Luna la conocía lo suficientemente bien como para saber que Flora estaba lejos de estar en calma.
-Oh, Luna, me alegra ver que has vuelto tan prontamente. Supongo que no había muchas personas en el centro de compras para adquirir productos. ¿Ha habido algún incidente en cuanto a la naturaleza de la compra?
Luna le respondió a Flora que el cliente se reserva el derecho de comprar lo que quisiera cuando quisiera, si es que había en la tienda. Luego, se sentó en el césped, desenvolviendo el envoltorio de los helados y dándole a Flora el de fresa. Se quedaron por unos instantes calladas, disfrutando del olor dulzón de las flores, que olían a geranios. Luna sospechó que en eso, Flora tenía algo que ver. Había descubierto recientemente varias cosas sobre la fisionomía de Flora; la primera era que dependiendo de su estado de ánimo emitía el olor de la flor que tenía dicha simbología. Los geranios de variedad negra eran los que indicaban melancolía. La segunda era, que el reverso de sus pétalos cambiaba según su estado de ánimo también aunque según comprobó era una zona que Floramon consideraba personal.
-¿Te encuentras bien? ¿Te resulta agradable estar fuera de casa aunque sea por un rato Flora? Siento que no pueda ser más frecuente este tipo de planes pero...- a Luna, Flora le parecía realmente mona, era una flor con piernas y capacidad de hablar, y con algún que otro rasgo reptiliano. Pero aún así, nada escalofriante de ver, sólo muy extraño para alguien que no había visto jamás un digimon.
-Sí, Luna, no te preocupes por mí. Me hace sentir congratulada que hayas organizado esto para mí, así que disfrutaré al máximo de ello. Y no has de disculparte, puesto que no es tu culpa que mi naturaleza sea tan extraña para los humanos-fue lo que dijo ella, asintiendo tímidamente-¿Seguro que no supone un problema mi presencia aquí, Luna? No quiero que las autoridades te reprendan ni condenen si me ven en este lugar...
-Les diré que eres mi perrito-fue lo que dijo Luna, con tono bromista. Aunque realmente no sabría cómo reaccionar llegado el caso. Como fuera, no dejaría que se llevasen a Floramon a ningún tipo de laboratorio horrible donde le hicieran daño ni nada por el estilo, incluso si la tenían que arrastrar.
-Oh, Luna, me temo que mi fisionomía no es lo suficientemente similar a la de un canino como para ser confundida con él-respondió Floramon, como siempre tan literal. Luna rió levemente, desde luego no sería una buena excusa que dar a los policías.
Floramon la miró por unos instantes, con esa confusión característica que aparecía en sus ojos aguamarina cuando se preguntaba algo y ladeando la cabeza:
-¿Por qué no me entregaste a las autoridades cuando me encontraste, Luna? ¿No pensante que podía ser una criatura peligrosa?
-Ehm, ¿por qué me lo preguntas tan de repente?-Luna se encogió de hombros; aunque pensaba mucho a la hora de dar un paso, al final cedía a los nervios y actuaba o contrariamente o no tal y como lo había reflexionado-Realmente, no tenías apariencia de peligrosa ni mucho menos, ni siquiera ahora, Flora. Tampoco en tu forma champion...-Luna rió a ése punto porque aún recordaba cómo Flora se había preocupado por tranformarse en algo que pudiera inspirar miedo a Luna- Y mucho menos cuando te conviertes en ángel. Pero en ese entonces, eras un pequeño brote con ojitos, ¿qué daño podía hacerme eso?
-Me siento muy agradecida por ése símil, Luna, pero los ángeles que he visto representados en esculturas, cuadros y cuentos son mucho más hermosos que mi forma perfeccionada...-la digimon bajó la cabeza, algo avergonzada por ser comparada con un ser celestial; realmente había sido muy imprevista aquella evolución, puesto que había pasado de ser un girasol a una humanoide alada, o un ángel. Gaomon le dijo que no era una evolución “usual” para un digimon como ella y que probablemente algo había intervenido en modificarlo. Luna suponía que los sentimientos de Floramon de querer protegerles, había tenido mucho que ver. Ya se había dado cuenta de que el proceso de evolución en Floramon era complejo y en cierta medida extraño comparado con lo que había visto. Muchos digimon evolucionaban impulsados por el enfado, la ira, o simplemente el dolor, pero Luna sabía que a Floramon eso sólo la imposibilitaba más aún. Por eso nunca estaba segura de poder contar con el recurso de digievolucionar.
-¿Qué te hizo pensar eso, Flora?-mientras tanto, Luna ya había desenvuelto el envoltorio de los helados y le había dado el de fresa a Floramon, mientras que ella había preferido el de vainilla.
-A menudo las personas, cuando ven algo desconocido sienten temor y lo dañan, incluso si no saben sobre su peligrosidad real-fue lo que respondió Floramon. Luna se preguntó cómo con un carácter tan infantil podía llegar a aquellas conclusiones- Es por eso que no deben descubrirme, ¿no es cierto? Podrían intentar herirme, aunque... -la digimon sonrió y entrelazó los pétalos de sus manos-¡Luna, tienes tan buen corazón que me cuidaste mucho y muy bien!
-Sinceramente, dudo que fuera cuestión de corazón, sólo me sentía terriblemente sola-fue lo que dijo Luna, echándose hacia atrás y tendiéndose sobre la hierba mientras seguía apurando su helado-Estoy muy segura de que de haber llevado una vida más usual, con papá en casa, una madre y amigos, sería una repelente niña mimada. Pero ahora mismo, no puedo permitírmelo.
-A mi parecer, sólo estás siendo modesta, fueras como fueras, está en ti tener ése buen corazón. Si todos los humanos fueran como tú o los tamer que hemos tenido el privilegio de conocer, creo que la existencia de los digimon no sería problemático de revelar-tras decir esto con una sonrisa agradable, comenzó con su helado.
-Yo me alegro de que no todo el mundo lo sepa, si es que el mundo no está preparado-fue lo que opinó Luna, a lo que añadió una risita-El sacrificio es que, para tomarnos un helado juntas, tengamos que estar metidas entre arbustos en secreto como si estuviéramos haciendo algo malo.
-¿Por qué no estáis preparados para ello?
-Siempre surge quien quiere aprovecharse de mala manera. Si no somos solidarios con otros humanos, me cuesta creer que lo seamos con otra especie. Incluso hay violencia contra los animales, seguro que no tardaría en producirse con los digimon-Luna luego, añadió amargamente-Muchas personas, la mayoría realmente son crueles. Normalmente, los que no han tenido ningún tipo de problemas. La gente como yo, no es mala porque no tiene el poder para serlo. Luego, está la gente de buen corazón, pero están en peligro de extinción.
Luna le dio otro lametón al helado que bajaba a tal velocidad que le dolía un poco las encías por el frío. Floramon se tomó unos instantes, y luego, añadió apaciblemente:
-Lo mismo podría decirse de los digimon, Luna, pero creo que hay que tener fe para que esta inclinación, si es que existe, cambie. Puede que haya maltratadores de personas y animales, pero también hay quien abre comedores para los menos favorecidos o que cuidan de los animales abandonados. Nosotras debemos intentar lo que esté en nuestra mano para ayudar a que lo malo se esfume, incluso si sólo podemos hacerlo a pequeña escala- fue lo que añadió Floramon intentando hablar en favor de los humanos, mirado su helado, que bajaba muy lentamente. Floramon siempre era capaz de ver lo mejor, lo bueno de todo el mundo, incluso si Luna aseguraba que estaba perdido. Luna lo agradecía, que alguien diera su confianza a la humanidad y que fuera más optimista; Luna no lo podía hacer no sólo por ése carácter pesimista sino por todas las cosas que le habían sucedido-Siento haber sacado el tema, se supone que esto ha de ser un rato de descanso para ti, y un tema así es demasiado serio para ésta ocasión.
-Flora, conmigo puedes hablar de lo que quieras cuando quieras-Luna se terminó el cucurucho a pesar de que había hablado bastante. Floramon apenas iba por la mitad.
-Oh, muchas gracias, Luna-acompañó el agradecimiento con una leve reverencia con la cabeza. Luna se preguntó si Floramon podía no ser formal. Por supuesto, la notaba mucho más cercana con aquellos a los que más afecto les guardaba, pero aunque la cubriera de dulzura esa formalidad siempre residía en ella-Aunque no provenga de una heladería, el helado es delicioso.
Luna extendió un poco del helado por los labios de Flora, e hizo lo mismo con sus labios, así que el color rosado chillón del helado parecía ser un pintalabios. Luna no pudo evitar poner morritos y decir:
-Somos geishas, Flora, las geishas más hermosas de esta ciudad-la digimon flor rió levemente, aunque Luna sabía que ésa risita tenía un matiz que la hacía equivalente a una carcajada. Floramon no solía ser explosiva en sus emociones, ni en las buenas ni en las malas, así que era difícil verla reír a carcajadas o llorar desconsoladamente. Eso invitaba a pensar que Floramon era una fría y educada muñeca de porcelana, pero estaba muy lejos de la realidad; Floramon podía sentir mucho y muy intensamente en ciertos momentos, si bien era cierto que tenía un carácter sereno, pero los expresaba principalmente con el olor de sus pétalos por lo que alguien que no tuviera el olfato desarrollado no se podía dar cuenta de la sutilidad de su lenguaje corporal.
-Deberíamos arrojar los envoltorios en algún lugar, pero no debemos ensuciar este paraje-Floramon recogió los papelillos que rodeaban los conos tras terminar el suyo. Mientras tanto, se habían limitado a mirar las estrellas, Luna medio dormitando y Floramon concentrada en tomarse el helado antes de que su tamer se durmiera por completo-Dijiste que cerca se encuentra una plaza, posiblemente haya instalados recipientes para tirar los desechos como estos papeles, ¿no es cierto?
Luna dio un pequeño salto, al ver interrumpido su pequeña cabezada, y balbuceó un poco. Necesitó unos segundos para reincorporarse, papeles en mano, y emitió un sonoro bostezo. Se alegró de ver la plaza vacía, así que le indicó a Floramon que todo estaba despejado y la digimon salió de entre los arbustos. Mientras Luna se agitaba el pelo para quitarse todo restro de ramitas y hojas, Flora se acercó a la fuente a oír el canto del agua sobre la piedra marmólea. Luna pudo ver que la digimon mostró una amplia sonrisa cuando tocó la superficie del agua con la punta de un pétalo de sus manos y dibujaba un semicírculo. Luna se deshizo de los papeles y se acercó a Flora.
-Es muy gratificante sentir el agua correr entre mis manos-se explicó Floramon, algo ruborizada.
La mirada de Floramon se cruzó con los destellos que emitía las luces encendidas del gran edificio que se alzaba aunque estuviera lejos, sobre el resto de rascacielos. Era el edificio más alto de la ciudad, y parecía mirarla con desdén.
-Ése edificio es muy grande-Floramon pronunció aquello con tal seriedad, que además de querer indicar lo alto que era, parecía querer indicar que algo no iba bien con ello. Las intuiciones de Flora solían ser, aunque inexplicables, bastante acertadas; por supuesto, nunca se imaginarían que aquel edificio escondía secretos oscuros y mucho menos que el padre de Luna estaba inmerso en ellos. Luna simplemente pensó que aquella mala impresión para Floramon se debía porque rompía la armonía del firmamento, nada más. Ella estaba segura de que Flora viviría de buen grado en un pequeño pueblo de campo.
-Es Digital I.N.C, y se encarga de cosas electrónicas...ordenadores, televisiones...todo ése tipo de cosas-dijo Luna, sentándose en el borde de la fuente junto a Flora. Era lo que se sabía de la empresa, que tenía un poder de absorción terriblemente grande; muchísimas pequeñas empresas de tecnología estaban adheridas a ella, así que su padre tenía su despacho allí. Lo cierto es que no sabía cómo se llamaba la empresa siquiera, su padre era muy hermético en cuanto a eso, tampoco el cargo que ostentaba. No debía ser cualquier cosa, el ático donde Luna vivía era de lujo, y tenía siempre cantidades más que decentes en su cartilla personal.
-Tu papá trabaja allí...podrías visitarle, y hacerle un presente, ¡se pondrá muy contento! Incluso si le compras un simple plato precocinado, que su hija se lo lleve le alegrará mucho-realmente la imagen que tenía Floramon del padre de Luna era la de un hombre importante y extremadamente ocupado que se sacrificaba el estar con su hija por una acaudalada cuenta, para que Luna tuviera todo lo que quisiera.
-Me tiene terminantemente prohibido ir, Flora. Ni siquiera tengo identificación, no podría entrar-su padre jamás le había permitido que fuera. Excepto una vez, pero fue porque dejó las llaves dentro de casa de noche, cuando tenía unos ocho años y sabía que dejarla merodeando por la calle lo podía poner en un aprieto con la justicia, y aún así regañó mucho a Luna por eso. No le faltaban ganas; hablaban muy de vez en cuando, por teléfono y apenas unos minutos y Luna lo echaba de menos. Incluso si tenía que estar sentada viéndole trabajar, no le importaba, pasaría horas mirándolo en silencio.
-Seguro que los guardias de seguridad entienden-Luna se quedó callada algo más de un minuto, con la mirada perdida en la superficie del agua; en aquel momento era una niña, así que podía desordenar papeles y necesitaba atención, pero ahora que era tan mayor, su padre no tendría que vigilarla. Quizás no le importaría, pensado así. La sonrisa de Floramon, le dio el último empujón que necesitaba.
-¿Crees que le ilusionará?-preguntó Luna respondiéndole con otra sonrisa y con los ojos brillantes bajo el cristal de las gafas.
-Sí, eres su preciada hija, al fin de al cabo-Floramon agarró la mano de su tamer con suavidad, levantándose y la empujó levemente-¡Vamos!Me esconderé entre los callejones mientras tú adquieres la comida e iremos juntas. Cuando dejen que entres, yo volveré a casa por mí misma. Tú sólo concéntrate en pensar que todo saldrá bien y disfrutar del tiempo que pasarás con tu querido padre.
* * *
Tras comprar un par de bocatas en cualquier tienda de comida rápida los cuales llevaba en una bolsa de papel, Luna comenzó a caminar hacia el gran edificio. En principio, le pidió a Floramon que se escondiera en el punto ciego que formaban la valla y la pared, pero todo estaba desierto, así que Luna caminó sin problema por mitad de la calle. Aunque la luz de la caseta estaba encendida, aparentemente no había nadie.
-Oh, puede que los guardias se hayan tomado un descanso para cenar. Aunque es curioso que un edificio tan grande, o al menos su acceso, esté completamente solo-aventuró a decir Floramon saliendo de su escondite. Luna intentó abrir la puerta de la caseta, pero estaba cerrada con llave. Luna creyó oír una especie de murmullo, pero lo achacó al viento colándose entre los callejones.
-Entraré, entonces. La suerte me sonríe, amiga mía.
-¿No sería mejor que esperases para pedir permiso?-sugirió la digimon al ver lo resuelta que estaba Luna a entrar. Normalmente, de ser cualquier otro motivo, Luna se habría limitado a esperar y hacerlo todo regularmente, a la tamer no le gustaban las situaciones donde se podía meter en un lío, pero cuando se trataba de pensar que podría ver a su padre, no parecía dispuesta a respetar el protocolo.
-¿Y arriesgarme a que me lo nieguen?-Luna se quedó pensativa unos instantes, y extendió la mano hacia Floramon-Ven conmigo. Creo que mi padre debería conocer a lo más cercano a una madre que tengo.
Flora dudó unos instantes.
-¿No será arriesgado, que los empleados me vean allí?
-Si fuera está vacío, dentro no habrá mucha gente, así que será fácil esconderte. Además, mi padre es muy bueno aunque parezca distante-añadió Luna con una amplia sonrisa y tomando la mano de Floramon, que asintió.
-¡Será un honor conocerlo, Luna!¿Crees... que le resultaré buena influencia para ti?-preguntó la flor algo nerviosa mientras tomaba la mano de Luna y caminaban juntas. Lo que Luna no esperó fue ver que cierto tamer al que conocía estaba allí, con su alegre digimon dragón.
-¡Edward!-exclamó Luna. Luego bajó la voz-¿Qué haces tú con Monodramon aquí? ¿Sabéis el revuelo que podríais causar?
Flora rió y añadió, para sonrojo de Luna:
-Técnicamente nosotras estamos cometiendo la misma infracción. Vinimos a traer algo de comer al papá de Luna, y de paso, presentarme a él como es debido-Luna se preguntó si Flora debía ser tan sincera y transparente, realmente no le gustaba gritar a los cuatro vientos que tenía una familia desestructurada. De hecho, pocos sabían que Luna no tenía madre, puesto que ella obviaba ése dato-Edward, Monodramon, es una alegría que nos hayamos reencontrado tras tanto tiempo. ¿Han transcurrido con tranquilidad vuestros quehaceres durante todo este tiempo?
-Siento interrumpir su charla-dijo Luna codeando a Flora-Pero ninguno de los cuarto debería estar aquí, así que no creo que sea buen momento de socializar.
Oyeron algunos pasos acercarse hacia su posición. Luna y Floramon se miraron, para luego dirigirles a Edward y Monodramon una pregunta con los ojos; ¿Qué hacemos ahora?
Eran horas intempetuosas para ir a tomar un helado. Ni siquiera era el helado de una heladería, puesto que a esa hora, lo único que había abierto eran las tiendas de alimentación de veinticuatro horas, pero Luna compró dos conos, uno de fresa y otro de vainilla. El dependiente la miró como si estuviera loca. ¿Quién se tomaba a la hora de cenar un helado?, fue lo que pensó el dependiente mientras le daba el cambio a la chica de gafas y de mirada distraída y perdida.
Si la hubiera seguido, habría pensado que estaba loca, o que simplemente era una adolescente en busca de un rincón oscuro en el que abrazarse un rato con su novio. Habría caído en un error a medias; la chica, helados en mano se acercó hasta las rejas del parque, y tras divisar un rinconcito oculto por arbustos y al que no llegaba la luz de la farolas, se internó en él. No había ningún chico esperándola en busca de privacidad, sino que en su lugar, había un ser reptiliano con apariencia de flor sentado bajo la luz de la luna, mirándola con cierta melancolía y refugiada en la fría oscuridad.
Luna supo enseguida qué estaba pensando su compañera al mirar las estrellas, casi podía sentir las ganas de la digimon de transmitir un mensaje mudo a éstas para que se las llevasen a su destinatario. Curiosamente, el destinatario, también había hecho alguna vez lo mismo con la misma finalidad.
Era una de las razones por la que Luna había planeado aquella escapada con Floramon y para Floramon. O como últimamente la solía llamar, "Flora". La digimon había nacido y crecido en el mundo humano, o más bien en el reducido espacio del ático en el que vivía Luna, cultivando distintos entretenimientos pero con el inconveniente de pocas posibilidades de recorrer las calles con libertad, lo cual se complicó aún más cuando tomó su forma rookie mucho menos discreta que su forma de yokomon. Realmente, Flora, apenas conocía nada que estuviera fuera de casa de Luna con precisión ni detalle. Eso le daba mucho tiempo para pensar, preocuparse y tener el alma en un hilo, así que Luna pensó que quizás tomar un helado, incluso en aquellas circunstancias, podía hacerle bien y ayudarla a desconectar. El asunto, también preocupaba a Luna, pero aún así, sabía que a Flora, por una razón y otra, le llegaba más profundamente que a ella. Y es que hasta ese momento, todos los amigos digimon, o casi todos, tenían tamers o alguien que les cuidaba. Sin embargo, uno de sus más cercanos y queridos amigos estaba completamente solo, y en una posición no muy favorable. Ése digimon era Gaomon, un mercenario cuyos demonios internos lo torturaban flagelándolo por todas las acciones pocos honrosas que había hecho últimamente; era muy testarudo, y lejos de intentar dejar que le ayudasen, cubría sus heridas de sal. Su peor enemigo era ni más ni menos que él mismo. Gaomon tenía el alma herida, eso era indudable, pero al parecer su cuerpo no se salvaba; cada vez que lo veían, le encontraban más demacrado. Teniendo en cuenta las inclinaciones de enfermera que tenía Floramon, ver algo así hacía que se le removiera el alma. La última vez que le vieron, él mismo se acabó alejando de ellas para protegerlas, temiendo que romper su trato con su "patrón" las pusiera en peligro. Y Luna, cada vez se temía más que acabara muerto en un rincón, como un perro en una cuneta, completamente solo ya fuera asesinado o consumido.
Era por eso que Luna no podía decirle a Floramon el único consuelo que encontraba; "Gaomon sabe cuidarse". Era un consuelo inútil, y Luna realmente no lo creía. Gaomon sabía cuidarse de todo enemigo, excepto de sí mismo. ¿Con qué cara podía decirle a Flora algo que ni siquiera creía?
La voz atiplada de Flora sacó a Luna de sus pensamientos. Ella sonreía calmadamente, aunque Luna la conocía lo suficientemente bien como para saber que Flora estaba lejos de estar en calma.
-Oh, Luna, me alegra ver que has vuelto tan prontamente. Supongo que no había muchas personas en el centro de compras para adquirir productos. ¿Ha habido algún incidente en cuanto a la naturaleza de la compra?
Luna le respondió a Flora que el cliente se reserva el derecho de comprar lo que quisiera cuando quisiera, si es que había en la tienda. Luego, se sentó en el césped, desenvolviendo el envoltorio de los helados y dándole a Flora el de fresa. Se quedaron por unos instantes calladas, disfrutando del olor dulzón de las flores, que olían a geranios. Luna sospechó que en eso, Flora tenía algo que ver. Había descubierto recientemente varias cosas sobre la fisionomía de Flora; la primera era que dependiendo de su estado de ánimo emitía el olor de la flor que tenía dicha simbología. Los geranios de variedad negra eran los que indicaban melancolía. La segunda era, que el reverso de sus pétalos cambiaba según su estado de ánimo también aunque según comprobó era una zona que Floramon consideraba personal.
-¿Te encuentras bien? ¿Te resulta agradable estar fuera de casa aunque sea por un rato Flora? Siento que no pueda ser más frecuente este tipo de planes pero...- a Luna, Flora le parecía realmente mona, era una flor con piernas y capacidad de hablar, y con algún que otro rasgo reptiliano. Pero aún así, nada escalofriante de ver, sólo muy extraño para alguien que no había visto jamás un digimon.
-Sí, Luna, no te preocupes por mí. Me hace sentir congratulada que hayas organizado esto para mí, así que disfrutaré al máximo de ello. Y no has de disculparte, puesto que no es tu culpa que mi naturaleza sea tan extraña para los humanos-fue lo que dijo ella, asintiendo tímidamente-¿Seguro que no supone un problema mi presencia aquí, Luna? No quiero que las autoridades te reprendan ni condenen si me ven en este lugar...
-Les diré que eres mi perrito-fue lo que dijo Luna, con tono bromista. Aunque realmente no sabría cómo reaccionar llegado el caso. Como fuera, no dejaría que se llevasen a Floramon a ningún tipo de laboratorio horrible donde le hicieran daño ni nada por el estilo, incluso si la tenían que arrastrar.
-Oh, Luna, me temo que mi fisionomía no es lo suficientemente similar a la de un canino como para ser confundida con él-respondió Floramon, como siempre tan literal. Luna rió levemente, desde luego no sería una buena excusa que dar a los policías.
Floramon la miró por unos instantes, con esa confusión característica que aparecía en sus ojos aguamarina cuando se preguntaba algo y ladeando la cabeza:
-¿Por qué no me entregaste a las autoridades cuando me encontraste, Luna? ¿No pensante que podía ser una criatura peligrosa?
-Ehm, ¿por qué me lo preguntas tan de repente?-Luna se encogió de hombros; aunque pensaba mucho a la hora de dar un paso, al final cedía a los nervios y actuaba o contrariamente o no tal y como lo había reflexionado-Realmente, no tenías apariencia de peligrosa ni mucho menos, ni siquiera ahora, Flora. Tampoco en tu forma champion...-Luna rió a ése punto porque aún recordaba cómo Flora se había preocupado por tranformarse en algo que pudiera inspirar miedo a Luna- Y mucho menos cuando te conviertes en ángel. Pero en ese entonces, eras un pequeño brote con ojitos, ¿qué daño podía hacerme eso?
-Me siento muy agradecida por ése símil, Luna, pero los ángeles que he visto representados en esculturas, cuadros y cuentos son mucho más hermosos que mi forma perfeccionada...-la digimon bajó la cabeza, algo avergonzada por ser comparada con un ser celestial; realmente había sido muy imprevista aquella evolución, puesto que había pasado de ser un girasol a una humanoide alada, o un ángel. Gaomon le dijo que no era una evolución “usual” para un digimon como ella y que probablemente algo había intervenido en modificarlo. Luna suponía que los sentimientos de Floramon de querer protegerles, había tenido mucho que ver. Ya se había dado cuenta de que el proceso de evolución en Floramon era complejo y en cierta medida extraño comparado con lo que había visto. Muchos digimon evolucionaban impulsados por el enfado, la ira, o simplemente el dolor, pero Luna sabía que a Floramon eso sólo la imposibilitaba más aún. Por eso nunca estaba segura de poder contar con el recurso de digievolucionar.
-¿Qué te hizo pensar eso, Flora?-mientras tanto, Luna ya había desenvuelto el envoltorio de los helados y le había dado el de fresa a Floramon, mientras que ella había preferido el de vainilla.
-A menudo las personas, cuando ven algo desconocido sienten temor y lo dañan, incluso si no saben sobre su peligrosidad real-fue lo que respondió Floramon. Luna se preguntó cómo con un carácter tan infantil podía llegar a aquellas conclusiones- Es por eso que no deben descubrirme, ¿no es cierto? Podrían intentar herirme, aunque... -la digimon sonrió y entrelazó los pétalos de sus manos-¡Luna, tienes tan buen corazón que me cuidaste mucho y muy bien!
-Sinceramente, dudo que fuera cuestión de corazón, sólo me sentía terriblemente sola-fue lo que dijo Luna, echándose hacia atrás y tendiéndose sobre la hierba mientras seguía apurando su helado-Estoy muy segura de que de haber llevado una vida más usual, con papá en casa, una madre y amigos, sería una repelente niña mimada. Pero ahora mismo, no puedo permitírmelo.
-A mi parecer, sólo estás siendo modesta, fueras como fueras, está en ti tener ése buen corazón. Si todos los humanos fueran como tú o los tamer que hemos tenido el privilegio de conocer, creo que la existencia de los digimon no sería problemático de revelar-tras decir esto con una sonrisa agradable, comenzó con su helado.
-Yo me alegro de que no todo el mundo lo sepa, si es que el mundo no está preparado-fue lo que opinó Luna, a lo que añadió una risita-El sacrificio es que, para tomarnos un helado juntas, tengamos que estar metidas entre arbustos en secreto como si estuviéramos haciendo algo malo.
-¿Por qué no estáis preparados para ello?
-Siempre surge quien quiere aprovecharse de mala manera. Si no somos solidarios con otros humanos, me cuesta creer que lo seamos con otra especie. Incluso hay violencia contra los animales, seguro que no tardaría en producirse con los digimon-Luna luego, añadió amargamente-Muchas personas, la mayoría realmente son crueles. Normalmente, los que no han tenido ningún tipo de problemas. La gente como yo, no es mala porque no tiene el poder para serlo. Luego, está la gente de buen corazón, pero están en peligro de extinción.
Luna le dio otro lametón al helado que bajaba a tal velocidad que le dolía un poco las encías por el frío. Floramon se tomó unos instantes, y luego, añadió apaciblemente:
-Lo mismo podría decirse de los digimon, Luna, pero creo que hay que tener fe para que esta inclinación, si es que existe, cambie. Puede que haya maltratadores de personas y animales, pero también hay quien abre comedores para los menos favorecidos o que cuidan de los animales abandonados. Nosotras debemos intentar lo que esté en nuestra mano para ayudar a que lo malo se esfume, incluso si sólo podemos hacerlo a pequeña escala- fue lo que añadió Floramon intentando hablar en favor de los humanos, mirado su helado, que bajaba muy lentamente. Floramon siempre era capaz de ver lo mejor, lo bueno de todo el mundo, incluso si Luna aseguraba que estaba perdido. Luna lo agradecía, que alguien diera su confianza a la humanidad y que fuera más optimista; Luna no lo podía hacer no sólo por ése carácter pesimista sino por todas las cosas que le habían sucedido-Siento haber sacado el tema, se supone que esto ha de ser un rato de descanso para ti, y un tema así es demasiado serio para ésta ocasión.
-Flora, conmigo puedes hablar de lo que quieras cuando quieras-Luna se terminó el cucurucho a pesar de que había hablado bastante. Floramon apenas iba por la mitad.
-Oh, muchas gracias, Luna-acompañó el agradecimiento con una leve reverencia con la cabeza. Luna se preguntó si Floramon podía no ser formal. Por supuesto, la notaba mucho más cercana con aquellos a los que más afecto les guardaba, pero aunque la cubriera de dulzura esa formalidad siempre residía en ella-Aunque no provenga de una heladería, el helado es delicioso.
Luna extendió un poco del helado por los labios de Flora, e hizo lo mismo con sus labios, así que el color rosado chillón del helado parecía ser un pintalabios. Luna no pudo evitar poner morritos y decir:
-Somos geishas, Flora, las geishas más hermosas de esta ciudad-la digimon flor rió levemente, aunque Luna sabía que ésa risita tenía un matiz que la hacía equivalente a una carcajada. Floramon no solía ser explosiva en sus emociones, ni en las buenas ni en las malas, así que era difícil verla reír a carcajadas o llorar desconsoladamente. Eso invitaba a pensar que Floramon era una fría y educada muñeca de porcelana, pero estaba muy lejos de la realidad; Floramon podía sentir mucho y muy intensamente en ciertos momentos, si bien era cierto que tenía un carácter sereno, pero los expresaba principalmente con el olor de sus pétalos por lo que alguien que no tuviera el olfato desarrollado no se podía dar cuenta de la sutilidad de su lenguaje corporal.
-Deberíamos arrojar los envoltorios en algún lugar, pero no debemos ensuciar este paraje-Floramon recogió los papelillos que rodeaban los conos tras terminar el suyo. Mientras tanto, se habían limitado a mirar las estrellas, Luna medio dormitando y Floramon concentrada en tomarse el helado antes de que su tamer se durmiera por completo-Dijiste que cerca se encuentra una plaza, posiblemente haya instalados recipientes para tirar los desechos como estos papeles, ¿no es cierto?
Luna dio un pequeño salto, al ver interrumpido su pequeña cabezada, y balbuceó un poco. Necesitó unos segundos para reincorporarse, papeles en mano, y emitió un sonoro bostezo. Se alegró de ver la plaza vacía, así que le indicó a Floramon que todo estaba despejado y la digimon salió de entre los arbustos. Mientras Luna se agitaba el pelo para quitarse todo restro de ramitas y hojas, Flora se acercó a la fuente a oír el canto del agua sobre la piedra marmólea. Luna pudo ver que la digimon mostró una amplia sonrisa cuando tocó la superficie del agua con la punta de un pétalo de sus manos y dibujaba un semicírculo. Luna se deshizo de los papeles y se acercó a Flora.
-Es muy gratificante sentir el agua correr entre mis manos-se explicó Floramon, algo ruborizada.
La mirada de Floramon se cruzó con los destellos que emitía las luces encendidas del gran edificio que se alzaba aunque estuviera lejos, sobre el resto de rascacielos. Era el edificio más alto de la ciudad, y parecía mirarla con desdén.
-Ése edificio es muy grande-Floramon pronunció aquello con tal seriedad, que además de querer indicar lo alto que era, parecía querer indicar que algo no iba bien con ello. Las intuiciones de Flora solían ser, aunque inexplicables, bastante acertadas; por supuesto, nunca se imaginarían que aquel edificio escondía secretos oscuros y mucho menos que el padre de Luna estaba inmerso en ellos. Luna simplemente pensó que aquella mala impresión para Floramon se debía porque rompía la armonía del firmamento, nada más. Ella estaba segura de que Flora viviría de buen grado en un pequeño pueblo de campo.
-Es Digital I.N.C, y se encarga de cosas electrónicas...ordenadores, televisiones...todo ése tipo de cosas-dijo Luna, sentándose en el borde de la fuente junto a Flora. Era lo que se sabía de la empresa, que tenía un poder de absorción terriblemente grande; muchísimas pequeñas empresas de tecnología estaban adheridas a ella, así que su padre tenía su despacho allí. Lo cierto es que no sabía cómo se llamaba la empresa siquiera, su padre era muy hermético en cuanto a eso, tampoco el cargo que ostentaba. No debía ser cualquier cosa, el ático donde Luna vivía era de lujo, y tenía siempre cantidades más que decentes en su cartilla personal.
-Tu papá trabaja allí...podrías visitarle, y hacerle un presente, ¡se pondrá muy contento! Incluso si le compras un simple plato precocinado, que su hija se lo lleve le alegrará mucho-realmente la imagen que tenía Floramon del padre de Luna era la de un hombre importante y extremadamente ocupado que se sacrificaba el estar con su hija por una acaudalada cuenta, para que Luna tuviera todo lo que quisiera.
-Me tiene terminantemente prohibido ir, Flora. Ni siquiera tengo identificación, no podría entrar-su padre jamás le había permitido que fuera. Excepto una vez, pero fue porque dejó las llaves dentro de casa de noche, cuando tenía unos ocho años y sabía que dejarla merodeando por la calle lo podía poner en un aprieto con la justicia, y aún así regañó mucho a Luna por eso. No le faltaban ganas; hablaban muy de vez en cuando, por teléfono y apenas unos minutos y Luna lo echaba de menos. Incluso si tenía que estar sentada viéndole trabajar, no le importaba, pasaría horas mirándolo en silencio.
-Seguro que los guardias de seguridad entienden-Luna se quedó callada algo más de un minuto, con la mirada perdida en la superficie del agua; en aquel momento era una niña, así que podía desordenar papeles y necesitaba atención, pero ahora que era tan mayor, su padre no tendría que vigilarla. Quizás no le importaría, pensado así. La sonrisa de Floramon, le dio el último empujón que necesitaba.
-¿Crees que le ilusionará?-preguntó Luna respondiéndole con otra sonrisa y con los ojos brillantes bajo el cristal de las gafas.
-Sí, eres su preciada hija, al fin de al cabo-Floramon agarró la mano de su tamer con suavidad, levantándose y la empujó levemente-¡Vamos!Me esconderé entre los callejones mientras tú adquieres la comida e iremos juntas. Cuando dejen que entres, yo volveré a casa por mí misma. Tú sólo concéntrate en pensar que todo saldrá bien y disfrutar del tiempo que pasarás con tu querido padre.
* * *
Tras comprar un par de bocatas en cualquier tienda de comida rápida los cuales llevaba en una bolsa de papel, Luna comenzó a caminar hacia el gran edificio. En principio, le pidió a Floramon que se escondiera en el punto ciego que formaban la valla y la pared, pero todo estaba desierto, así que Luna caminó sin problema por mitad de la calle. Aunque la luz de la caseta estaba encendida, aparentemente no había nadie.
-Oh, puede que los guardias se hayan tomado un descanso para cenar. Aunque es curioso que un edificio tan grande, o al menos su acceso, esté completamente solo-aventuró a decir Floramon saliendo de su escondite. Luna intentó abrir la puerta de la caseta, pero estaba cerrada con llave. Luna creyó oír una especie de murmullo, pero lo achacó al viento colándose entre los callejones.
-Entraré, entonces. La suerte me sonríe, amiga mía.
-¿No sería mejor que esperases para pedir permiso?-sugirió la digimon al ver lo resuelta que estaba Luna a entrar. Normalmente, de ser cualquier otro motivo, Luna se habría limitado a esperar y hacerlo todo regularmente, a la tamer no le gustaban las situaciones donde se podía meter en un lío, pero cuando se trataba de pensar que podría ver a su padre, no parecía dispuesta a respetar el protocolo.
-¿Y arriesgarme a que me lo nieguen?-Luna se quedó pensativa unos instantes, y extendió la mano hacia Floramon-Ven conmigo. Creo que mi padre debería conocer a lo más cercano a una madre que tengo.
Flora dudó unos instantes.
-¿No será arriesgado, que los empleados me vean allí?
-Si fuera está vacío, dentro no habrá mucha gente, así que será fácil esconderte. Además, mi padre es muy bueno aunque parezca distante-añadió Luna con una amplia sonrisa y tomando la mano de Floramon, que asintió.
-¡Será un honor conocerlo, Luna!¿Crees... que le resultaré buena influencia para ti?-preguntó la flor algo nerviosa mientras tomaba la mano de Luna y caminaban juntas. Lo que Luna no esperó fue ver que cierto tamer al que conocía estaba allí, con su alegre digimon dragón.
-¡Edward!-exclamó Luna. Luego bajó la voz-¿Qué haces tú con Monodramon aquí? ¿Sabéis el revuelo que podríais causar?
Flora rió y añadió, para sonrojo de Luna:
-Técnicamente nosotras estamos cometiendo la misma infracción. Vinimos a traer algo de comer al papá de Luna, y de paso, presentarme a él como es debido-Luna se preguntó si Flora debía ser tan sincera y transparente, realmente no le gustaba gritar a los cuatro vientos que tenía una familia desestructurada. De hecho, pocos sabían que Luna no tenía madre, puesto que ella obviaba ése dato-Edward, Monodramon, es una alegría que nos hayamos reencontrado tras tanto tiempo. ¿Han transcurrido con tranquilidad vuestros quehaceres durante todo este tiempo?
-Siento interrumpir su charla-dijo Luna codeando a Flora-Pero ninguno de los cuarto debería estar aquí, así que no creo que sea buen momento de socializar.
Oyeron algunos pasos acercarse hacia su posición. Luna y Floramon se miraron, para luego dirigirles a Edward y Monodramon una pregunta con los ojos; ¿Qué hacemos ahora?
- Tamer & Digimon
- Faltas :1Prueba de Rol :ADigi Puntos :402Ficha :Nivel On Rol :RookieNivel On Rol de los Digi Aliados :Leonardo
Champion
Icono :Rango y Unidad :Luna Naitoenjeru
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield Tortule
Flora
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield Tortule
Rango y Unidad Digi Aliado :Leonardo
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TortuleInventario :
Luna Kobayashi
Re: Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
Ese es vuestro compañero en esta aventura, Vickthor Devlin y su Digimon PawnChessmon, un Digimon que, si os fijáis bien, se parece a un peón de un juego del Mundo Humano, el ajedrez- Jijimon, con voz amable les explicó a Max y a Tsukaimon quiénes eran sus aliados en esta misión, por lo que parecía que era- Vickthor estos son Max y Tsukaimon- Jijimon siguió con la presentación de los dos Tamers y los dos Digimons.
¿Cómo sabes tanto de Vickhtor y PawnChessmon?- preguntó Tsukaimon posándose en la cabeza de su Tamer peliverde observando curiosamente a PawnChessmon, pues le parecía que tenía una forma peculiar.
Tengo información de todos y cada uno de los Tamers que viven en Japón- Jijimon tosió un par de veces, como queriendo aclarar su voz- aunque Vickthor y PawnChessmon no me conozcan en absoluto- una sonrisa se formó debajo de la poblada y blanca barba del anciano Digimon. Entonces Jijimon les dijo a los recién llegados y a Max y a Tsukaimon que algo malo estaba pasando en Digital Inc y que tendrían que investigarlo.
Entonces, un gusto conoceros Vickthor y PawnChessmon- dijo Max sonriendo despreocupadamente mientras le tendía la mano al Tamer que acababa de conocer hace escasos instantes- cuatro aliados siempre serán mejores que dos ¿no es asi?- entonces miró las vallas que suponía que estaban electrificadas y que rodeaban aquél enorme edificio- ¿cómo vamos a entrar?- dijo Max percatándose de que a no ser que Tsukaimon tuviese fuerza suficiente como para llevar volando a Vickthor, a PawnChessmon y a Max por encima de las vallas no podrían pasar.
De eso me encargo yo- dijo Jijimon dando un salto y golpeando las vallas con su bastón en forma de garra, rasgándola e improvisando una entrada a Digital Inc- podéis pasar, mucha suerte y si necesitáis ayuda, mandadme un mensaje con la PDA que os regalé- dijo Jijimon dirigiéndose al final a Max mientras se daba media vuelta y marchándose al poco tiempo.
Así es Jijimon- dijo Max mientras se encogía de brazos al mirar a Vickthor, quien parecía tener una experiencia en cuanto a ser Tamer parecida a la que tenía él.
Entremos ya, al final van a venir guardias tras escuchar el ruido de las vallas romperse- animaba Tsukaimon mientras echaba a revolotear hacia delante y encaminándose hacia donde se suponía que debía de estar la entrada principal, ya que era la entrada más cercana de donde estaban ellos.
Max siguió a su Digimon y suponía que Vickthor y PawnChessmon les seguirían también por lo que giró hacia la derecha que era el lugar donde estaba la entrada principal. Allí vio a cuatro figuras que no las distinguía muy bien, aunque dos eran más altas que las otras dos. Tsukaimon y Max se acercaron curiosamente a una columna que los tapaba de la vista de las figuras y entonces vieron más claramente quiénes eran esas cuatro personas. La primera de ellas era un muchacho rubio con el pelo era algo largo para tratarse de un chico. La otra figura alta era una chica de pelo oscuro y gafas, aunque tenía la impresión de haber visto a esa persona antes, aunque no le dio más vueltas al asunto. La tercera figura baja era un dragón morado y la cuarta era una especie de reptil con cuerpo de flores.
Esos dos pequeñajos son Digimons- dijo Tsukaimon revoloteando al lado de la cara de su Tamer peliverde.
No eres el más adecuado para hablar de los tamaños de los Digimons, ¿eh Tsukaimon?- dijo el joven y alto Max con una leve sonrisa en la cara que contagió también a su Digimon, mientras sacaba su Digivice y analizaba los datos de esos dos Digimons, empezando primero por el Digimon flor.
Vaya, vaya, son Digimons bastante fuertes por lo que parecen- Tsukaimon emitió una sonrisa mirando al Digivice de su Tamer mientras éste transmitía la información sobre aquellos Digimons.
Más que tú, eso está claro- dijo Max en tono de broma, algo que hizo reír a su Digimon.
Ellos no dominan la oscuridad como yo- dijo Tsukaimon cruzando sus brazos mientras revoloteaba en el aire con sus orejas.
¡Oh, perdóneme usted, Gran Rey Demonio!- dijo Max en tono sarcástico mientras reía junto a su Digimon.
Lo que está claro, es que tanto Monodramon como Floramon desprenden ese aroma a experiencia de batalla- dijo Tsukaimon olfateando el aire con un tono más serio. Max no dejaba nunca de sorprenderse del agudo sentido del olfato que su Digimon poseía, ya que con él podía saber si un Digimon era demasiado fuerte o demasiado débil- ¿Crees que han venido a ayudar y Jijimon no nos lo dijo? ¿O por qué crees que estarán aqui?- preguntó Tsukaimon mirando inquietante a su Tamer que parecía tranquilo. La serenidad de Max pocas veces era alterada, pero cuando se alteraba... podía desatar un caos, como decían los que le conocían de verdad.
Solo hay una forma de averiguarlo...- y antes de que su Digimon pudiese impedírselo, Max ya avanzaba hacia los desconocidos Tamers con sus respectivos Digimons, entonces vio que primero la joven le había visto y ésta les advirtió a los otros tres de la presencia de Max, seguido por su inseparable amigo Digimon Tsukaimon que volvió a posarse en la cabeza del joven peliverde.
¿Cómo diablos habrán logrado entrar? ¿Y dónde están los guardias?- se preguntó Tsukaimon, preguntas que sabía que también pasaban por la mente de Max, aunque él sabía disimular su estado de ánimo, a pesar de que no siempre lo hiciese.
Hola, ¿qué hay?- dijo Max sonriendo despreocupadamente a los Tamers y mirando sonriente a Floramon y a Monodramon- ¿son vuestros Digimons?- dijo Max intentando parecer algo inocente para conseguir la máxima información posible- se supone que no debéis estar aqui, ¿no es cierto?- dijo Max cruzándose de brazos sin que desapareciera su postura amable.
No somos los más adecuados para decir eso, Max- dijo Tsukaimon sobre la cabeza de su Tamer, algo que solía hacer ya que a veces, Tsukaimon podía parecer algo tímido, debido a que muchos Tamers y Digimons lo consideraban un mal Digimon al ser del Atributo Virus.
Si alguien pregunta, diremos que la puerta estaba abierta- Max, despreocupadamente, lo único que hizo fue encogerse de hombros, restándole importancia a ese pequeño detalle que había apuntado su Digimon hámster volador de color violeta llamado Tsukaimon. La verdad es que la pareja de Max y Tsukaimon a muchas personas les podía parecer un tanto... peculiar, por así decirlo. Después, miraron atentamente a la chica y a la Floramon como intentando recordar quienes eran ya que le sonaba su cara- ¡Ey! ¡Ya sé quienes sois vosotras dos! ¡Sois Luna y Floramon, ¿cierto?!- dijo Max sonriendo al reconocer a su antigua compañera de una misión
Es cierto, sois vosotras- dijo Tsukaimon sonriendo sobrevolando la zona que había entre Max y Floramon.
OFF ROL: He editado esto ultimo para que concuerde con la historia de Luna ya que al PJ y al Digimon de Yatter lo conocemos en una misión que tendremos que hacer pronto :3
¿Cómo sabes tanto de Vickhtor y PawnChessmon?- preguntó Tsukaimon posándose en la cabeza de su Tamer peliverde observando curiosamente a PawnChessmon, pues le parecía que tenía una forma peculiar.
Tengo información de todos y cada uno de los Tamers que viven en Japón- Jijimon tosió un par de veces, como queriendo aclarar su voz- aunque Vickthor y PawnChessmon no me conozcan en absoluto- una sonrisa se formó debajo de la poblada y blanca barba del anciano Digimon. Entonces Jijimon les dijo a los recién llegados y a Max y a Tsukaimon que algo malo estaba pasando en Digital Inc y que tendrían que investigarlo.
Entonces, un gusto conoceros Vickthor y PawnChessmon- dijo Max sonriendo despreocupadamente mientras le tendía la mano al Tamer que acababa de conocer hace escasos instantes- cuatro aliados siempre serán mejores que dos ¿no es asi?- entonces miró las vallas que suponía que estaban electrificadas y que rodeaban aquél enorme edificio- ¿cómo vamos a entrar?- dijo Max percatándose de que a no ser que Tsukaimon tuviese fuerza suficiente como para llevar volando a Vickthor, a PawnChessmon y a Max por encima de las vallas no podrían pasar.
De eso me encargo yo- dijo Jijimon dando un salto y golpeando las vallas con su bastón en forma de garra, rasgándola e improvisando una entrada a Digital Inc- podéis pasar, mucha suerte y si necesitáis ayuda, mandadme un mensaje con la PDA que os regalé- dijo Jijimon dirigiéndose al final a Max mientras se daba media vuelta y marchándose al poco tiempo.
Así es Jijimon- dijo Max mientras se encogía de brazos al mirar a Vickthor, quien parecía tener una experiencia en cuanto a ser Tamer parecida a la que tenía él.
Entremos ya, al final van a venir guardias tras escuchar el ruido de las vallas romperse- animaba Tsukaimon mientras echaba a revolotear hacia delante y encaminándose hacia donde se suponía que debía de estar la entrada principal, ya que era la entrada más cercana de donde estaban ellos.
Max siguió a su Digimon y suponía que Vickthor y PawnChessmon les seguirían también por lo que giró hacia la derecha que era el lugar donde estaba la entrada principal. Allí vio a cuatro figuras que no las distinguía muy bien, aunque dos eran más altas que las otras dos. Tsukaimon y Max se acercaron curiosamente a una columna que los tapaba de la vista de las figuras y entonces vieron más claramente quiénes eran esas cuatro personas. La primera de ellas era un muchacho rubio con el pelo era algo largo para tratarse de un chico. La otra figura alta era una chica de pelo oscuro y gafas, aunque tenía la impresión de haber visto a esa persona antes, aunque no le dio más vueltas al asunto. La tercera figura baja era un dragón morado y la cuarta era una especie de reptil con cuerpo de flores.
Esos dos pequeñajos son Digimons- dijo Tsukaimon revoloteando al lado de la cara de su Tamer peliverde.
No eres el más adecuado para hablar de los tamaños de los Digimons, ¿eh Tsukaimon?- dijo el joven y alto Max con una leve sonrisa en la cara que contagió también a su Digimon, mientras sacaba su Digivice y analizaba los datos de esos dos Digimons, empezando primero por el Digimon flor.
- Analizador de Digimons (Floramon):
- Nombre: Floramon.Nivel: Novato.Atributo: Datos.Información: A pesar de tener apariencia reptiliana, es considerado un Digimon Planta. Su rostro tiene la apariencia de una bella flor, así como sus manos. Según cómo esté su estado de ánimo puede emitir ciertos olores, y las flores de su cabeza y sus manos pueden abrirse o cerrarse.Ataques: Ducha Alérgica y Olor Dulce.
- Analizador de Digimons (Monodramon):
- Nombre: Monodramon.Nivel: Novato.Atributo: Vacuna.Información: Un Digimon Dragón que tiene alas de murciélago unidas a sus manos, lo que le permite planear pero no volar. A pesar de ser un Digimon de Atributo Vacuna, su personalidad es un tanto áspera, rozando casi la brutalidad, aunque llega a controlarse a la perfección.Ataques: Mordida Roedora y Batido de Nudillos.
Vaya, vaya, son Digimons bastante fuertes por lo que parecen- Tsukaimon emitió una sonrisa mirando al Digivice de su Tamer mientras éste transmitía la información sobre aquellos Digimons.
Más que tú, eso está claro- dijo Max en tono de broma, algo que hizo reír a su Digimon.
Ellos no dominan la oscuridad como yo- dijo Tsukaimon cruzando sus brazos mientras revoloteaba en el aire con sus orejas.
¡Oh, perdóneme usted, Gran Rey Demonio!- dijo Max en tono sarcástico mientras reía junto a su Digimon.
Lo que está claro, es que tanto Monodramon como Floramon desprenden ese aroma a experiencia de batalla- dijo Tsukaimon olfateando el aire con un tono más serio. Max no dejaba nunca de sorprenderse del agudo sentido del olfato que su Digimon poseía, ya que con él podía saber si un Digimon era demasiado fuerte o demasiado débil- ¿Crees que han venido a ayudar y Jijimon no nos lo dijo? ¿O por qué crees que estarán aqui?- preguntó Tsukaimon mirando inquietante a su Tamer que parecía tranquilo. La serenidad de Max pocas veces era alterada, pero cuando se alteraba... podía desatar un caos, como decían los que le conocían de verdad.
Solo hay una forma de averiguarlo...- y antes de que su Digimon pudiese impedírselo, Max ya avanzaba hacia los desconocidos Tamers con sus respectivos Digimons, entonces vio que primero la joven le había visto y ésta les advirtió a los otros tres de la presencia de Max, seguido por su inseparable amigo Digimon Tsukaimon que volvió a posarse en la cabeza del joven peliverde.
¿Cómo diablos habrán logrado entrar? ¿Y dónde están los guardias?- se preguntó Tsukaimon, preguntas que sabía que también pasaban por la mente de Max, aunque él sabía disimular su estado de ánimo, a pesar de que no siempre lo hiciese.
Hola, ¿qué hay?- dijo Max sonriendo despreocupadamente a los Tamers y mirando sonriente a Floramon y a Monodramon- ¿son vuestros Digimons?- dijo Max intentando parecer algo inocente para conseguir la máxima información posible- se supone que no debéis estar aqui, ¿no es cierto?- dijo Max cruzándose de brazos sin que desapareciera su postura amable.
No somos los más adecuados para decir eso, Max- dijo Tsukaimon sobre la cabeza de su Tamer, algo que solía hacer ya que a veces, Tsukaimon podía parecer algo tímido, debido a que muchos Tamers y Digimons lo consideraban un mal Digimon al ser del Atributo Virus.
Si alguien pregunta, diremos que la puerta estaba abierta- Max, despreocupadamente, lo único que hizo fue encogerse de hombros, restándole importancia a ese pequeño detalle que había apuntado su Digimon hámster volador de color violeta llamado Tsukaimon. La verdad es que la pareja de Max y Tsukaimon a muchas personas les podía parecer un tanto... peculiar, por así decirlo. Después, miraron atentamente a la chica y a la Floramon como intentando recordar quienes eran ya que le sonaba su cara- ¡Ey! ¡Ya sé quienes sois vosotras dos! ¡Sois Luna y Floramon, ¿cierto?!- dijo Max sonriendo al reconocer a su antigua compañera de una misión
Es cierto, sois vosotras- dijo Tsukaimon sonriendo sobrevolando la zona que había entre Max y Floramon.
OFF ROL: He editado esto ultimo para que concuerde con la historia de Luna ya que al PJ y al Digimon de Yatter lo conocemos en una misión que tendremos que hacer pronto :3
Última edición por Max ``Kenku´´ el Dom Dic 08, 2013 7:18 pm, editado 1 vez
- Tamer & Digimon
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :67Nivel On Rol :UltimateInventario :
Akira Kurusu
Re: Infiltración, Rescate y Acción (Libre)
OFF: ///// LES PIDO MIL DISCULPAS POR LAS DEMORAS!!!! estoy sin pc desde hace un tiempo. Ahora estoy de Vacaciones asi que voy a estar mas activo y ya tendré la pc arreglada. Saludos!!
De un momento a otro estaba rodeado de personajes que jamás en mi vida había visto. Un digimon con aspecto de anciano, un pequeño digimon morando con forma de hámster volador y un muchacho con cuerpo de basquetbolista profesional. Ya nada me sorprende pero últimamente me había convertido en una persona muy poco social. Pawnchessmon se notaba alegre, seguramente por ver pares digimones como él. Jijimon, nos presentó y pronto comprendimos que seriamos compañeros en esta aventura. Le extendí la mano para apretar la de Max como gesto de cordial saludo. -El placer es mio.- dije sonriendo calidamente.
Jijimon, el digimon con apariencia de viejito nos confirmó que sin lugar a dudas dentro de Digital Inc. sucedían cosas nefastas pero que se mantenían ocultas al público. Yo me noté mucho menos sorprendido, sabia que esa corporación es maligna desde el momento en que mi padre comenzó a hacer negocios con los altos mandos de Digital Inc. y secuestraron a toda mi familia. Por suerte pude levantar y mantener la empresa de mi padre, Devlin Corp. y puedo continuo con la labor de mi papá, ser el presidente y mantener una compañía pionera en la creación de videojuegos.
Para poder infiltrarnos el viejito hizo una grieta en el alambrado que separaba la propiedad privada de la empresa con el exterior. Inmediatamente lo cruzamos y el anciano desapareció. Pawnchessmon comenzó a caminar con su lanza y escudo a mano, manteniendo una postura de alerta.
Mi corazón palpitaba muy fuerte, todo me indicaba que estaba tras la pista correcta y después de mucho tiempo de lucha podría desenmascarar a la maligna corporación digital. Sin dar muchos pasos nos encontramos con dos humanos más y sus camaradas digimones. Un rubio con rasgos algo siniestros y una chica de cabellos oscuros y de aspecto muy simpático, una pareja dispareja sus rasgos se complementaban. Un dragón morado y una flor con brazos y piernas los acompañaban. El digivice de Max rápidamente se iluminó y los datos de esos digimones fueron descriptos por el dispositivo digimon que Max llevaba en sus manos.
-¿Más elegidos?- preguntó por lo bajo mi camarada. –Esto debe ser algo muy grande.- respondí con muchos nervios. –Jamás en mi vida me había cruzado con tantos digielegidos.- completé mi oración.
La situación me desesperaba un poco, eran altas horas de la noche, estábamos infligiendo una propiedad privada y de la nada me cruzo con personas y digimones que nunca había visto. Trate de no mostrarme nervioso y nos reunimos con los nuevos integrantes de la aventura.
Max se adelantó junto con su digimon y se acercó de inmediato a los desconocidos. Y cuando me acerqué, Max ya había entablado una charla con los otros tamers. -Se supone que no debéis estar aqui, ¿no es cierto?- dijo Max con un tono amable cruzándose de brazos.
-¿Quiénes son ustedes? ¡Identifiquense!- me animé a preguntar de manera directa y con voz algo amenazadora aunque por dentro de estaba muriendo de los nervios. Solo esperaba que no sean empleados del lugar.
De un momento a otro estaba rodeado de personajes que jamás en mi vida había visto. Un digimon con aspecto de anciano, un pequeño digimon morando con forma de hámster volador y un muchacho con cuerpo de basquetbolista profesional. Ya nada me sorprende pero últimamente me había convertido en una persona muy poco social. Pawnchessmon se notaba alegre, seguramente por ver pares digimones como él. Jijimon, nos presentó y pronto comprendimos que seriamos compañeros en esta aventura. Le extendí la mano para apretar la de Max como gesto de cordial saludo. -El placer es mio.- dije sonriendo calidamente.
Jijimon, el digimon con apariencia de viejito nos confirmó que sin lugar a dudas dentro de Digital Inc. sucedían cosas nefastas pero que se mantenían ocultas al público. Yo me noté mucho menos sorprendido, sabia que esa corporación es maligna desde el momento en que mi padre comenzó a hacer negocios con los altos mandos de Digital Inc. y secuestraron a toda mi familia. Por suerte pude levantar y mantener la empresa de mi padre, Devlin Corp. y puedo continuo con la labor de mi papá, ser el presidente y mantener una compañía pionera en la creación de videojuegos.
Para poder infiltrarnos el viejito hizo una grieta en el alambrado que separaba la propiedad privada de la empresa con el exterior. Inmediatamente lo cruzamos y el anciano desapareció. Pawnchessmon comenzó a caminar con su lanza y escudo a mano, manteniendo una postura de alerta.
Mi corazón palpitaba muy fuerte, todo me indicaba que estaba tras la pista correcta y después de mucho tiempo de lucha podría desenmascarar a la maligna corporación digital. Sin dar muchos pasos nos encontramos con dos humanos más y sus camaradas digimones. Un rubio con rasgos algo siniestros y una chica de cabellos oscuros y de aspecto muy simpático, una pareja dispareja sus rasgos se complementaban. Un dragón morado y una flor con brazos y piernas los acompañaban. El digivice de Max rápidamente se iluminó y los datos de esos digimones fueron descriptos por el dispositivo digimon que Max llevaba en sus manos.
-¿Más elegidos?- preguntó por lo bajo mi camarada. –Esto debe ser algo muy grande.- respondí con muchos nervios. –Jamás en mi vida me había cruzado con tantos digielegidos.- completé mi oración.
La situación me desesperaba un poco, eran altas horas de la noche, estábamos infligiendo una propiedad privada y de la nada me cruzo con personas y digimones que nunca había visto. Trate de no mostrarme nervioso y nos reunimos con los nuevos integrantes de la aventura.
Max se adelantó junto con su digimon y se acercó de inmediato a los desconocidos. Y cuando me acerqué, Max ya había entablado una charla con los otros tamers. -Se supone que no debéis estar aqui, ¿no es cierto?- dijo Max con un tono amable cruzándose de brazos.
-¿Quiénes son ustedes? ¡Identifiquense!- me animé a preguntar de manera directa y con voz algo amenazadora aunque por dentro de estaba muriendo de los nervios. Solo esperaba que no sean empleados del lugar.
- Invitado
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