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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
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y Sigrun Vinter
Un Nuevo Mundo. (Libre)
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Un Nuevo Mundo. (Libre)
-¡Mike! ¡Mike! ¡Hola! ¡Hola! ¡Despierta! ¿Estás bien? ¡Despierta ya!
Miguel se despertó de golpe, aturdido y confuso. A su lado, en el piso, se hallaba una extraña criatura rechoncha, peluda y con una expresión exageradamente feliz que... ¿Hablaba? Sí, en efecto, ese animal estaba hablando y llamándolo por su nombre.
-¿Mike? ¿Ya despertaste? ¡Hola! ¡Al fín nos conocemos!
-¿Qué está sucediendo aquí? ¿D-d-dónde estoy?
-Bienvenido Mike al Digimundo. Estamos en los Bosques del Sur. -Respondió con una gran sonrisa.
-¿Bosques del Sur? ¿Digimundo? No creo conocer éste lugar.
P-p-pero... ¿Qué eres? ¿Por qué puedes hablar? ¿Ésto es un sueño?
-Uh... Haces muchas preguntas... No, no es un sueño, yo soy un pagumon y puedo hablar, al igual que tú y que todos los demás digimon.
-¿Digimon? ¿Qué es eso? Yo soy una persona, un humano.
Además... ¿Cómo es que sabes mi nombre?
-Bueno, a decir verdad no sé cómo... Pero creo que siempre supe tu nombre, desde que nací te estoy esperando muy ansioso para ser tu compañero.
Miguel no caía, no entendía si se trataba de un sueño o de una alucinación, pero pensaba que pronto despertaría de toda esa locura y todo volvería a la normalidad, así que pensó en seguirle la corriente a ese ser tan raro y gritón y dejarse llevar un poco por la situación.
-Ok, vamos a ver... Me dijiste que eres un pagumon ¿Cierto? Creo que eso fue lo que escuché.
-Sí, y tú dices que eres un munano ¿Escuché bien?
-Ehmm... Jajajaja, no. Se dice "humano".
-Bueno, pero es mejor llamarte Mike, ese nombre sí me lo sé bien.
-Entonces mejor dime tu nombre, así sé cómo puedo llamarte.
-Es que mi nombre es Pagumon.
-A ver ¿Eres un pagumon y tu nombre es Pagumon? Pero qué criatura tan confusa...
-Te estoy esperando desde hace mucho, te imaginaba más pequeño, pero eres muy grande. ¡Eres genial, Mike!
-¿Cómo es eso de que me has estado esperando? Bueno, mejor voy a ver dónde diantres me encuentro ahora... ¡Upa!
Miguel se levantó del suelo y comenzó a inspeccionar el lugar. El pagumon saltaba y saltaba detrás de él, siguiéndolo como un pollito a la gallina.
-No recuerdo haber estado nunca antes aquí...
Entonces Miguel sacó su celular, pero se dio cuenta de que no recibía señal.
-Oh, no... el móvil no tiene señal, debo estar muy lejos de algún lugar poblado.
¡Oye, Pagumon! ¿Acaso sabes dónde está el pueblo o ciudad más cercana?
-A decir verdad, yo siempre he vivido aquí, en los bosques... Pero podemos pedirle ayuda a otro digimon que sepa lo que me estás preguntando.
Fue así como los dos comenzaron a caminar juntos por el bosque, en busca de alguien que les pudiera indicar el camino a la civilización más próxima.
-Así que los pagumon hablan, eh...
-Por supuesto, al igual que la mayoría de los digimon... o al menos los que yo he conocido.
-Y dime... ¿Qué tipo de criatura es un pagumon?
-Los pagumon somos lindos.
-Ehmmm... errgg... Me refiero a qué tipo de animal es un pagumon.
Por ejemplo, puedes ser un mamífero... o un ave... aunque yo dudo mucho que seas un ave, tampoco pareces ser un reptil... y mucho menos un pez. Definitivamente debes ser un mamífero.
-Pues... los pagumon somos digimons.
-Interesante, nunca antes había escuchado hablar de ese tipo de animales.
Por cierto, te he estado tratando como a un masculino, pero la verdad es que no tengo ni idea de si eres niño o niña.
-Yo no soy un niño... tampoco soy una niña, yo soy un pagumon. El que se supone que debería ser un niño eres tú, pero yo me imaginaba a los niños más pequeños.
-Me refiero a si eres macho o hembra.
-No comprendo qué significa eso.
Haces preguntas muy raras, Mike.
-Digo... entonces, veamos... ¿Cómo se reproducen los digimon?
Mientras discutían y se iban conociendo mejor, no se daban cuenta de lo que estaba sucediendo muy cerca de allí. De repente, escucharon un sonido que los alarmó.
-¿Qué fue eso? -Preguntó algo sobresaltado Miguel.
-No lo sé, pero espero que no sea nada peligroso. -Dijo un mucho más alterado pagumon.
-Ok, pero recuerda qué fue lo último que te pregunté, eres una criatura muy interesante y quisiera entender bien qué eres.
Ambos se quedaron alerta, intentando descubrir de quién o qué era esa presencia que los venía siguiendo de cerca. Sin saber si se trataba de algún tipo de peligro, aunque Miguel no estaba tan preocupado como Pagumon, ya que él creía que todo se trataba de un sueño y que pronto despertaría para seguir con su vida habitual.
-No te preocupes Mike, yo te protegeré de cualquier amenaza.-Dijo el pagumon con una voz más seria.
-¿Tú? ¿Protegerme a mí? Jajajaja, creo que sería más lógico que fuera al revés.-Respondió Miguel con tono burlón.
De pronto, se escuchó un segundo sonido. Ésta vez más cerca...
Miguel se despertó de golpe, aturdido y confuso. A su lado, en el piso, se hallaba una extraña criatura rechoncha, peluda y con una expresión exageradamente feliz que... ¿Hablaba? Sí, en efecto, ese animal estaba hablando y llamándolo por su nombre.
-¿Mike? ¿Ya despertaste? ¡Hola! ¡Al fín nos conocemos!
-¿Qué está sucediendo aquí? ¿D-d-dónde estoy?
-Bienvenido Mike al Digimundo. Estamos en los Bosques del Sur. -Respondió con una gran sonrisa.
-¿Bosques del Sur? ¿Digimundo? No creo conocer éste lugar.
P-p-pero... ¿Qué eres? ¿Por qué puedes hablar? ¿Ésto es un sueño?
-Uh... Haces muchas preguntas... No, no es un sueño, yo soy un pagumon y puedo hablar, al igual que tú y que todos los demás digimon.
-¿Digimon? ¿Qué es eso? Yo soy una persona, un humano.
Además... ¿Cómo es que sabes mi nombre?
-Bueno, a decir verdad no sé cómo... Pero creo que siempre supe tu nombre, desde que nací te estoy esperando muy ansioso para ser tu compañero.
Miguel no caía, no entendía si se trataba de un sueño o de una alucinación, pero pensaba que pronto despertaría de toda esa locura y todo volvería a la normalidad, así que pensó en seguirle la corriente a ese ser tan raro y gritón y dejarse llevar un poco por la situación.
-Ok, vamos a ver... Me dijiste que eres un pagumon ¿Cierto? Creo que eso fue lo que escuché.
-Sí, y tú dices que eres un munano ¿Escuché bien?
-Ehmm... Jajajaja, no. Se dice "humano".
-Bueno, pero es mejor llamarte Mike, ese nombre sí me lo sé bien.
-Entonces mejor dime tu nombre, así sé cómo puedo llamarte.
-Es que mi nombre es Pagumon.
-A ver ¿Eres un pagumon y tu nombre es Pagumon? Pero qué criatura tan confusa...
-Te estoy esperando desde hace mucho, te imaginaba más pequeño, pero eres muy grande. ¡Eres genial, Mike!
-¿Cómo es eso de que me has estado esperando? Bueno, mejor voy a ver dónde diantres me encuentro ahora... ¡Upa!
Miguel se levantó del suelo y comenzó a inspeccionar el lugar. El pagumon saltaba y saltaba detrás de él, siguiéndolo como un pollito a la gallina.
-No recuerdo haber estado nunca antes aquí...
Entonces Miguel sacó su celular, pero se dio cuenta de que no recibía señal.
-Oh, no... el móvil no tiene señal, debo estar muy lejos de algún lugar poblado.
¡Oye, Pagumon! ¿Acaso sabes dónde está el pueblo o ciudad más cercana?
-A decir verdad, yo siempre he vivido aquí, en los bosques... Pero podemos pedirle ayuda a otro digimon que sepa lo que me estás preguntando.
Fue así como los dos comenzaron a caminar juntos por el bosque, en busca de alguien que les pudiera indicar el camino a la civilización más próxima.
-Así que los pagumon hablan, eh...
-Por supuesto, al igual que la mayoría de los digimon... o al menos los que yo he conocido.
-Y dime... ¿Qué tipo de criatura es un pagumon?
-Los pagumon somos lindos.
-Ehmmm... errgg... Me refiero a qué tipo de animal es un pagumon.
Por ejemplo, puedes ser un mamífero... o un ave... aunque yo dudo mucho que seas un ave, tampoco pareces ser un reptil... y mucho menos un pez. Definitivamente debes ser un mamífero.
-Pues... los pagumon somos digimons.
-Interesante, nunca antes había escuchado hablar de ese tipo de animales.
Por cierto, te he estado tratando como a un masculino, pero la verdad es que no tengo ni idea de si eres niño o niña.
-Yo no soy un niño... tampoco soy una niña, yo soy un pagumon. El que se supone que debería ser un niño eres tú, pero yo me imaginaba a los niños más pequeños.
-Me refiero a si eres macho o hembra.
-No comprendo qué significa eso.
Haces preguntas muy raras, Mike.
-Digo... entonces, veamos... ¿Cómo se reproducen los digimon?
Mientras discutían y se iban conociendo mejor, no se daban cuenta de lo que estaba sucediendo muy cerca de allí. De repente, escucharon un sonido que los alarmó.
-¿Qué fue eso? -Preguntó algo sobresaltado Miguel.
-No lo sé, pero espero que no sea nada peligroso. -Dijo un mucho más alterado pagumon.
-Ok, pero recuerda qué fue lo último que te pregunté, eres una criatura muy interesante y quisiera entender bien qué eres.
Ambos se quedaron alerta, intentando descubrir de quién o qué era esa presencia que los venía siguiendo de cerca. Sin saber si se trataba de algún tipo de peligro, aunque Miguel no estaba tan preocupado como Pagumon, ya que él creía que todo se trataba de un sueño y que pronto despertaría para seguir con su vida habitual.
-No te preocupes Mike, yo te protegeré de cualquier amenaza.-Dijo el pagumon con una voz más seria.
-¿Tú? ¿Protegerme a mí? Jajajaja, creo que sería más lógico que fuera al revés.-Respondió Miguel con tono burlón.
De pronto, se escuchó un segundo sonido. Ésta vez más cerca...
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :26Nivel On Rol :Bebe II
Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Habían pasado algunos días desde la última vez que Taiga y Artaud habían viajado al Digimundo. Luego de aquel primer viaje planificado al Digimundo, y de la memorable carrera de la que habían participado, ambos habían regresado al mundo humano. Taiga debía cumplir la promesa que le había hecho a su padre, de no descuidar su vida en la Tierra por el Digimundo, por lo que los últimos días habían transcurrido con normalidad: Taiga iba a estudiar por la mañana, Artaud se quedaba en la casa, bien durmiendo, o bien ayudando al padre de Taiga en el taller. Luego, Taiga regresaba y continuaban el resto del día juntos. Las tardes se pasaban entre algo de estudio, violonchelo (que a Artaud no le había fascinado tanto como Taiga hubiera deseado, sino que se quedaba dormido cada vez que ella se ponía a tocar), y leer algo de la enorme base de datos que su tío le había dado sobre sus investigaciones del Digimundo.
Taiga llegaba nuevamente de la preparatoria, pero esta vez, encontró que en su casa estaba su tío Hayate de visita. Tanto él como su padre Kazuo habían invadido su cuarto: Hayate le estaba mostrando imágenes del Digimundo y de los digimons a Kazuo en la computadora de Taiga.
- Hey, hola, ¿cómo estás?
Saludó Hayate al verla llegar.
- Hola... Bien, vengo de estudiar, como te habrás dado cuenta... Artaud, se supone que debes cuidar mi cuarto para que no me lo invadan de esta manera...
Dijo en tono burlón dirigiéndose a su compañero murciélago.
- Hola Taiga... ¿Pero qué dices? Hayate es tu tío, además me cae muy bien.
Entonces, Hayate se inclinó hacia atrás en la silla y le susurró algo al oído a Artaud, que se volteó hacia Taiga para decir en voz alta:
- Dice que encontró las fotos de ese tío guapo que toca el violonchelo.
Taiga se sobresaltó, detestaba que le revisaran su computadora.
- ¡¿Qué?! ¿Pero que estás diciendo?
- Y tamibén del que se para los pelos como tú...
- ¡Ya basta!
- Jajajaja, Taiga, ven aquí, es hora de que cumplas tu promesa.
Taiga empezaba a considerar que debía dejar de prometer tantas cosas...
- Logré crear un portal al Digimundo en tu computadora.
- No me digas...
Dijo Taiga, ella sabía perfetamente que el "portal" siempre estuvo ahí, ya que las dos primeras veces viajó al Digimundo accidentalmente a través de esa computadora.
- Me refiero a uno que podamos abrir y cerrar cuando queramos.
Recién ahí se sorprendió Taiga.
- ¡¿En serio?! ¿Y por qué no pudiste hacerlo en tu computadora pero sí en la mía?
- Es una buena pregunta que no puedo responderte todavía... Pero qué dices, ¿me llevas al Digimundo como me prometiste? Vamos, por favor, llevo casi toda mi vida queriendo ir...
Hayate se ponía tremendamente infantil cuando de esas cosas se trataba. Taiga miró a su padre, sabía que a él no le agradaba la idea de viajar al Digimundo. Este entendió la pregunta de Taiga sin que ella la dijera:
- Vayan... Pero regresen hoy, por favor... Hayate, cuida a Taiga.
Dijo mientras se alejaba de la computadora. Taiga y Artaud se acercaron a la computadora para ver cómo abría ese portal, y Hayate dijo:
- No te preocupes, hermano, creo que será Taiga la que tendrá que cuidarme a mi...
Sólo bastó presionar una tecla y la máquina emitió una brillante luz blanca que se llevó a Taiga, Artaud y Hayate. Kazuo se quedó boquiabierto:
- La... La máquina... Se los tragó... Será mejor que vuelva a trabajar...
Lo primero que notó Taiga al llegar al Digimundo fue que esta vez su ropa había cambiado: en vez del uniforme de la preparatoria tenía la misma ropa que había llevado las últimas veces al Digimundo: su camisa violeta, su pantalón y sus botas negras. Mientras se paraba los pelos con las manos (que, aunque siempre los tenía así, a veces se los "acomodaba"), observó a Hayate. Este seguía con la misma ropa: un pantalón negro formal, camisa blanca y corbata negra. Y sus lentes, por supuesto. Estaban en un bosque, muy parecido al primer lugar donde Taiga había aparecido en su primer viaje. Hayate se puso a tocar el suelo.
- ¿Ya estamos en el Digimundo? Es todo tan real... ¡Yay, estoy en el Digimundo!
Dijo saltando y se lanzó a abrazar un árbol, pero lo traspasó y cayó al suelo del otro lado.
- Ouch... ¿Pero qué...?
Taiga se asustó, porque a ella nunca le había pasado eso, pero Artaud advirtió:
- No todos los árboles son sólidos...
Como si fuera una obviedad. Hayate se puso de pie, y preguntó:
- Y... ¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo sé si Koromon existe?
- La primera vez que aparecí en el Digimundo, aparecí justo donde Artaud estaba... Bueno, no quiero desanimarte, pero yo no veo ningún Koromon aquí... Aunque puede ser porque abriste el portal manualmente... No tienes digivice...
- Entonces llévame a recorrer el lugar, quiero ver digimons...
- Ya, ya... A ver... Artaud, ¿puedes volar alto y decirnos en qué dirección ir?
- ¡Por supuesto!
Dijo él, con todo el entusiasmo que siempre tenía, y despegó hasta que su altura superara la de los árboles que los rodeaban. Luego de unos instantes, descendió nuevamente.
- El bosque termina hacia aquella dirección, y creo haber visto algo, no sé si era un poblado o algo así...
- Bueno, vamos hacia allá entonces...
El grupo caminó durante varios minutos. Al principio Taiga y Artaud le comentaban a Hayate algo de lo que sabían del Digimundo, y Hayate a su vez les contaba lo que había estado investigando, pero luego todos se quedaron en silencio, al escuchar unos sonidos. Hayate se puso ansioso, esperaba ver un digimon en el Digimundo, uno distinto a Artaud, o encontrar al Koromon con el que se había contactado hace años, suponiendo que siguiera existiendo. El bosque estaba bastante denso, y no habían encontrado ningún claro hasta el momento. Además, no eran sólo los altos árboles los que ocupaban el ambiente, sino también varios arbustos, algunos bajitos y con bayas rojas, y otros más altos. Creyeron escuchar voces, una conversación, pero luego esta cesó. ¿Serían digimons? Taiga le hizo señas a Hayate de que hiciera silencio y se quedara detrás. Sabía que los digimons podían ser mucho más peligrosos de lo que parecían. De repente, llegaron a una parte en la que la única forma de avanzar sin volver por donde vinieron era atravesar un arbusto, así que se metieron entre las ramas, causando bastante ruido, por lo que Taiga se preocupó, no quería alarmar a los digimons que andaban al acecho. Pero al salir de entre los arbustos, con todo el trabajo que eso les costó, y con varias ramitas y hojas enganchadas en el pelo y la ropa, encontraron a un muchacho, que estaba acompañado de un Pagumon. Taiga quiso, primero que nada, porque ya estaba acostumbrada a encontrar tamers novatos, y ella misma lo había sido no hace mucho, dejarle en claro al muchacho que no le harían daño. Lo que le hacía pensar que este chico era nuevo por aquí era el nivel del digimon que lo acompañaba, aunque claro, este criterio podía fallar, ya que Artaud mismo había regresado varias veces a su forma de Pagumon.
- Hola, soy Taiga, no queremos hacerte daño, él es Artaud y él es mi tío Hayate.
Dijo señalando primero a su DemiDevimon, y luego al señor de corbata que torpemente se asomaba por el arbusto. Artaud, que vivía en una nube de optimismo, sonrisas y fantasía de un mundo donde todos se llevan de maravilla, dijo con voz fuerte y una enorme sonrisa:
- ¡Hola! ¿Cómo se llaman?
Taiga sólo pudo poner una expresión de entre dolor (porque Artaud había hablado muy fuerte prácticamente al lado de su oído) y de vergüenza. Así era su compañero, y en parte ya se estaba acostumbrando a él...
Taiga llegaba nuevamente de la preparatoria, pero esta vez, encontró que en su casa estaba su tío Hayate de visita. Tanto él como su padre Kazuo habían invadido su cuarto: Hayate le estaba mostrando imágenes del Digimundo y de los digimons a Kazuo en la computadora de Taiga.
- Hey, hola, ¿cómo estás?
Saludó Hayate al verla llegar.
- Hola... Bien, vengo de estudiar, como te habrás dado cuenta... Artaud, se supone que debes cuidar mi cuarto para que no me lo invadan de esta manera...
Dijo en tono burlón dirigiéndose a su compañero murciélago.
- Hola Taiga... ¿Pero qué dices? Hayate es tu tío, además me cae muy bien.
Entonces, Hayate se inclinó hacia atrás en la silla y le susurró algo al oído a Artaud, que se volteó hacia Taiga para decir en voz alta:
- Dice que encontró las fotos de ese tío guapo que toca el violonchelo.
Taiga se sobresaltó, detestaba que le revisaran su computadora.
- ¡¿Qué?! ¿Pero que estás diciendo?
- Y tamibén del que se para los pelos como tú...
- ¡Ya basta!
- Jajajaja, Taiga, ven aquí, es hora de que cumplas tu promesa.
Taiga empezaba a considerar que debía dejar de prometer tantas cosas...
- Logré crear un portal al Digimundo en tu computadora.
- No me digas...
Dijo Taiga, ella sabía perfetamente que el "portal" siempre estuvo ahí, ya que las dos primeras veces viajó al Digimundo accidentalmente a través de esa computadora.
- Me refiero a uno que podamos abrir y cerrar cuando queramos.
Recién ahí se sorprendió Taiga.
- ¡¿En serio?! ¿Y por qué no pudiste hacerlo en tu computadora pero sí en la mía?
- Es una buena pregunta que no puedo responderte todavía... Pero qué dices, ¿me llevas al Digimundo como me prometiste? Vamos, por favor, llevo casi toda mi vida queriendo ir...
Hayate se ponía tremendamente infantil cuando de esas cosas se trataba. Taiga miró a su padre, sabía que a él no le agradaba la idea de viajar al Digimundo. Este entendió la pregunta de Taiga sin que ella la dijera:
- Vayan... Pero regresen hoy, por favor... Hayate, cuida a Taiga.
Dijo mientras se alejaba de la computadora. Taiga y Artaud se acercaron a la computadora para ver cómo abría ese portal, y Hayate dijo:
- No te preocupes, hermano, creo que será Taiga la que tendrá que cuidarme a mi...
Sólo bastó presionar una tecla y la máquina emitió una brillante luz blanca que se llevó a Taiga, Artaud y Hayate. Kazuo se quedó boquiabierto:
- La... La máquina... Se los tragó... Será mejor que vuelva a trabajar...
Lo primero que notó Taiga al llegar al Digimundo fue que esta vez su ropa había cambiado: en vez del uniforme de la preparatoria tenía la misma ropa que había llevado las últimas veces al Digimundo: su camisa violeta, su pantalón y sus botas negras. Mientras se paraba los pelos con las manos (que, aunque siempre los tenía así, a veces se los "acomodaba"), observó a Hayate. Este seguía con la misma ropa: un pantalón negro formal, camisa blanca y corbata negra. Y sus lentes, por supuesto. Estaban en un bosque, muy parecido al primer lugar donde Taiga había aparecido en su primer viaje. Hayate se puso a tocar el suelo.
- ¿Ya estamos en el Digimundo? Es todo tan real... ¡Yay, estoy en el Digimundo!
Dijo saltando y se lanzó a abrazar un árbol, pero lo traspasó y cayó al suelo del otro lado.
- Ouch... ¿Pero qué...?
Taiga se asustó, porque a ella nunca le había pasado eso, pero Artaud advirtió:
- No todos los árboles son sólidos...
Como si fuera una obviedad. Hayate se puso de pie, y preguntó:
- Y... ¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo sé si Koromon existe?
- La primera vez que aparecí en el Digimundo, aparecí justo donde Artaud estaba... Bueno, no quiero desanimarte, pero yo no veo ningún Koromon aquí... Aunque puede ser porque abriste el portal manualmente... No tienes digivice...
- Entonces llévame a recorrer el lugar, quiero ver digimons...
- Ya, ya... A ver... Artaud, ¿puedes volar alto y decirnos en qué dirección ir?
- ¡Por supuesto!
Dijo él, con todo el entusiasmo que siempre tenía, y despegó hasta que su altura superara la de los árboles que los rodeaban. Luego de unos instantes, descendió nuevamente.
- El bosque termina hacia aquella dirección, y creo haber visto algo, no sé si era un poblado o algo así...
- Bueno, vamos hacia allá entonces...
El grupo caminó durante varios minutos. Al principio Taiga y Artaud le comentaban a Hayate algo de lo que sabían del Digimundo, y Hayate a su vez les contaba lo que había estado investigando, pero luego todos se quedaron en silencio, al escuchar unos sonidos. Hayate se puso ansioso, esperaba ver un digimon en el Digimundo, uno distinto a Artaud, o encontrar al Koromon con el que se había contactado hace años, suponiendo que siguiera existiendo. El bosque estaba bastante denso, y no habían encontrado ningún claro hasta el momento. Además, no eran sólo los altos árboles los que ocupaban el ambiente, sino también varios arbustos, algunos bajitos y con bayas rojas, y otros más altos. Creyeron escuchar voces, una conversación, pero luego esta cesó. ¿Serían digimons? Taiga le hizo señas a Hayate de que hiciera silencio y se quedara detrás. Sabía que los digimons podían ser mucho más peligrosos de lo que parecían. De repente, llegaron a una parte en la que la única forma de avanzar sin volver por donde vinieron era atravesar un arbusto, así que se metieron entre las ramas, causando bastante ruido, por lo que Taiga se preocupó, no quería alarmar a los digimons que andaban al acecho. Pero al salir de entre los arbustos, con todo el trabajo que eso les costó, y con varias ramitas y hojas enganchadas en el pelo y la ropa, encontraron a un muchacho, que estaba acompañado de un Pagumon. Taiga quiso, primero que nada, porque ya estaba acostumbrada a encontrar tamers novatos, y ella misma lo había sido no hace mucho, dejarle en claro al muchacho que no le harían daño. Lo que le hacía pensar que este chico era nuevo por aquí era el nivel del digimon que lo acompañaba, aunque claro, este criterio podía fallar, ya que Artaud mismo había regresado varias veces a su forma de Pagumon.
- Hola, soy Taiga, no queremos hacerte daño, él es Artaud y él es mi tío Hayate.
Dijo señalando primero a su DemiDevimon, y luego al señor de corbata que torpemente se asomaba por el arbusto. Artaud, que vivía en una nube de optimismo, sonrisas y fantasía de un mundo donde todos se llevan de maravilla, dijo con voz fuerte y una enorme sonrisa:
- ¡Hola! ¿Cómo se llaman?
Taiga sólo pudo poner una expresión de entre dolor (porque Artaud había hablado muy fuerte prácticamente al lado de su oído) y de vergüenza. Así era su compañero, y en parte ya se estaba acostumbrando a él...
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :98Nivel On Rol :ChampionInventario :
Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Miguel y Pagumon estaban preparados para encontrarse con cualquier cosa, realmente ninguno de los dos sabía qué o quién podía aparecer por detrás de los arbustos y cuáles serían sus intenciones. Podía tratarse de algún individuo amistoso, alguna criatura salvaje o algún ser absolutamente neutro e indefenso.
Para sorpresa de ambos, las hojas de la rama más baja de un árbol se abrieron ante el paso de tres sujetos, dos humanos y una criatura que Miguel no logró reconocer, pero que Pagumon identificó enseguida como un Demidevimon.
Uno de los humanos era un hombre adulto, bastante prolijo, usaba lentes y estaba vestido como oficinista (con camisa, corbata, etcétera), la segunda persona era una muchacha joven, quizás menor que Miguel, con los pelos todos alborotados y ropa oscura... pero lo que captó la atención de Miguel fue el digimon.
La chica se presentó y, a modo de previo aviso o aclaración, lo primero que atinó a decir fue dejar bien en claro que no tenían intenciones hostiles y que no les harían daño. Luego pasó a presentar a los miembros del grupo, lo que se vio interrumpido por un abrupto grito de la pequeña criatura que dio un salto repentino y luego de saludar a Miguel y a Pagumon muy emocionado, les preguntó con cierta prepotencia sus nombres.
-Ja... Primero que nada, dejadme decir que estoy muy aliviado de ver humanos nuevamente, un par de veces se me pasó por la cabeza la idea de que no volvería a ver personas nunca más. Mi nombre es Miguel, aunque es más común que me llamen Mike.
Miguel terminó de presentarse cuando recordó a su acompañante y añadió:
-Ah... y... y éste pequeño aquí dice llamarse Pagumon, aunque realmente acabo de conocerlo hace algunos minutos, no hace una hora todavía. Estamos buscando algún pueblo o ciudad donde pueda...
Miguel se distrajo por un momento de lo que estaba diciendo por quedarse mirando al extraño animal que les había preguntado sus nombres y, desvaneciendo por completo el final de su frase sin terminar, cambió su tono informativo a uno indagativo, se rascó el mentón y, levantando una ceja, preguntó:
-¿Así que tú también eres un digimon? ¿Qué tipo de digimon eres?
Para sorpresa de ambos, las hojas de la rama más baja de un árbol se abrieron ante el paso de tres sujetos, dos humanos y una criatura que Miguel no logró reconocer, pero que Pagumon identificó enseguida como un Demidevimon.
Uno de los humanos era un hombre adulto, bastante prolijo, usaba lentes y estaba vestido como oficinista (con camisa, corbata, etcétera), la segunda persona era una muchacha joven, quizás menor que Miguel, con los pelos todos alborotados y ropa oscura... pero lo que captó la atención de Miguel fue el digimon.
La chica se presentó y, a modo de previo aviso o aclaración, lo primero que atinó a decir fue dejar bien en claro que no tenían intenciones hostiles y que no les harían daño. Luego pasó a presentar a los miembros del grupo, lo que se vio interrumpido por un abrupto grito de la pequeña criatura que dio un salto repentino y luego de saludar a Miguel y a Pagumon muy emocionado, les preguntó con cierta prepotencia sus nombres.
-Ja... Primero que nada, dejadme decir que estoy muy aliviado de ver humanos nuevamente, un par de veces se me pasó por la cabeza la idea de que no volvería a ver personas nunca más. Mi nombre es Miguel, aunque es más común que me llamen Mike.
Miguel terminó de presentarse cuando recordó a su acompañante y añadió:
-Ah... y... y éste pequeño aquí dice llamarse Pagumon, aunque realmente acabo de conocerlo hace algunos minutos, no hace una hora todavía. Estamos buscando algún pueblo o ciudad donde pueda...
Miguel se distrajo por un momento de lo que estaba diciendo por quedarse mirando al extraño animal que les había preguntado sus nombres y, desvaneciendo por completo el final de su frase sin terminar, cambió su tono informativo a uno indagativo, se rascó el mentón y, levantando una ceja, preguntó:
-¿Así que tú también eres un digimon? ¿Qué tipo de digimon eres?
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :26Nivel On Rol :Bebe II
Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Cada palabra que pronunciaba delataba a ese chico: sin duda era un tamer recién llegado al Digimundo. "Vaya, ahora tendré que explicarle todo, tal como Rony lo hizo conmigo", pensó Taiga. Estiró su brazo conteniendo a Artaud, que estaba a punto de lanzarse a contestar. Sabía por experiencia que Artaud sólo le causaría más confusión al chico nuevo. Y comenzó a explicar:
- Bueno, quizás todo esto te resulte algo confuso, pero de alguna forma viajaste a otro mundo. Ahora mismo no estás en la Tierra, estás en un lugar llamado Digimundo, que es un mundo entre digital y real al que seguramente accediste desde una computadora...
Taiga recordaba la primera vez que llegó al Digimundo, lo había hecho a través de su computadora pero al principio le había costado entender eso. No quería darle demasiada información de golpe al chico o no entendería nada, como a ella misma le había pasado. Creyó que lo mejor era empezar con lo básico y luego ir respondiendo a medida que él preguntara. Señalando al Pagumon y a su compañero Artaud, dijo:
- Y estas criaturas se llaman digimons, hay muchos y muy diversos, como habrás notado, pueden hablar, y a lo largo de su vida van cambiando de forma, lo que se conoce como digievolución. Sé que todo esto es mucha información de golpe y es muy difícil de creer, créeme que ni yo lo creería de no ser porque lo vivo... Sólo te advierto que tengas cuidado porque no son como animales comunes y corrientes, tienen algunas habilidades especiales difíciles de explicar, pero que pueden llegar a hacer mucho daño si te metes con ellos...
Bueno, lo básico ya estaba, pensó que su trabajo estaba hecho, y pudo adivinar que el muchacho buscaba regresar a su mundo, por lo que, por último, dijo:
- Nos dirigimos a lo que creemos que es un poblado y se encuentra en aquella dirección, si quieres puedes venir con nosotros, será mejor que no andes sólo por el Digimundo si no lo conoces muy bien...
Taiga intentaba ser amable, no porque fuera su naturaleza, sino porque siempre que encontraba un tamer nuevo intentaba hacer con ellos exactamente lo mismo que Rony hizo con ella. Distintas eran las cosas cuando encontraba tamers con experiencia, ahí se manejaba con mucha más cautela, y con su actitud fría de siempre. Artaud se quedó en silencio pero inconforme, quería hablar, pero respetaba las decisiones de Taiga, pensaba que ella sabía lo que era mejor, al menos mientras él estuviera en sus primeras formas. Y Hayate... Él sólo quería seguir avanzando de una vez para ver más digimons, quizás alguno que no conociera, o comprobar si realmente existía ese Koromon que había conocido hace tantos años...
- Bueno, quizás todo esto te resulte algo confuso, pero de alguna forma viajaste a otro mundo. Ahora mismo no estás en la Tierra, estás en un lugar llamado Digimundo, que es un mundo entre digital y real al que seguramente accediste desde una computadora...
Taiga recordaba la primera vez que llegó al Digimundo, lo había hecho a través de su computadora pero al principio le había costado entender eso. No quería darle demasiada información de golpe al chico o no entendería nada, como a ella misma le había pasado. Creyó que lo mejor era empezar con lo básico y luego ir respondiendo a medida que él preguntara. Señalando al Pagumon y a su compañero Artaud, dijo:
- Y estas criaturas se llaman digimons, hay muchos y muy diversos, como habrás notado, pueden hablar, y a lo largo de su vida van cambiando de forma, lo que se conoce como digievolución. Sé que todo esto es mucha información de golpe y es muy difícil de creer, créeme que ni yo lo creería de no ser porque lo vivo... Sólo te advierto que tengas cuidado porque no son como animales comunes y corrientes, tienen algunas habilidades especiales difíciles de explicar, pero que pueden llegar a hacer mucho daño si te metes con ellos...
Bueno, lo básico ya estaba, pensó que su trabajo estaba hecho, y pudo adivinar que el muchacho buscaba regresar a su mundo, por lo que, por último, dijo:
- Nos dirigimos a lo que creemos que es un poblado y se encuentra en aquella dirección, si quieres puedes venir con nosotros, será mejor que no andes sólo por el Digimundo si no lo conoces muy bien...
Taiga intentaba ser amable, no porque fuera su naturaleza, sino porque siempre que encontraba un tamer nuevo intentaba hacer con ellos exactamente lo mismo que Rony hizo con ella. Distintas eran las cosas cuando encontraba tamers con experiencia, ahí se manejaba con mucha más cautela, y con su actitud fría de siempre. Artaud se quedó en silencio pero inconforme, quería hablar, pero respetaba las decisiones de Taiga, pensaba que ella sabía lo que era mejor, al menos mientras él estuviera en sus primeras formas. Y Hayate... Él sólo quería seguir avanzando de una vez para ver más digimons, quizás alguno que no conociera, o comprobar si realmente existía ese Koromon que había conocido hace tantos años...
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Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Miguel escuchaba cada palabra pronunciada por esa chica y, creyendo aún que todo se trataba de un sueño, pensaba cosas como "Pero qué sueño tan aburrido, es extraño pero no hay acción". Lo único que le había resultado medianamente interesante de ese sueño eran esas criaturas denominadas como "digimon" y cuando le habló a ese pequeño ser con forma similar a la de un murciélago, la chica habló por él y no le dejó seguir investigando la naturaleza de tan particulares seres.
-Bueno, quería comunicarme con éste pequeño digimon, pero de todas formas te agradezco mucho por la información que me has brindado.
Antes de que éste sueño tan raro termine, me gustaría moverme un poco más y ver más de éste tipo de seres parlanchines. Nunca antes había tenido un sueño tan realista, puedo sentir cosas que jamás había sentido antes con tanto detalle mientras soñaba, ni siquiera en la pesadilla más detallista. Siento aromas, siento la brisa y siento... hambre. Jajajajaja, es que no he almorzado nada aún, apenas llegué a casa y me quedé dormido.
Miguel seguía absolutamente convencido de que lo que había ocurrido es que se quedó dormido apenas llegó a la casa. Obviamente creía también que estaba durmiendo e imaginando todo lo que estaba sucediendo en ese "mundo digital".
-Por lo que veo, no parece que vaya a despertar pronto, así que al menos vayamos a buscar un lugar donde podamos comer algo, a ver si eso engaña a mi estómago y me sacia el hambre hasta que al fin despierte de toda ésta locura.
Si vosotros vais hacia ese lugar poblado que mencionaste antes, pues entonces nosotros os seguiremos, hala.
Y fue así como, acompañados por los tres nuevos compañeros de aventura, Miguel y Pagumon siguieron caminando por el camino que llevaba al pueblo más próximo.
Pagumon se encontraba bastante consternado ante lo dicho anteriormente por Miguel, así que tuvo que preguntar:
-Mike ¿De verdad crees que todo ésto se trata de un sueño? ¿No crees que yo sea real? El Digimundo es real y yo también, como tú.
-Ok, Pagumon. Supongamos que eres real, al igual que ese otro "digimon" que va adelante con esa chica y el señor de corbata. Así que entonces ahora me encuentro en otro planeta que no es la Tierra. Qué emocionante, eso significa que al fín descubrimos que existe vida inteligente extraterrestre.
Miguel continuaba con su actitud de seguirle la corriente a lo que él pensaba que era un sueño y hablaba con todos de forma sarcástica y burlona, como quien le sigue el hilo de una conversación a un loco, a un niño pequeño o a un anciano senil, escéptico de todo lo que estaba viendo y escuchando, pero con cierta curiosidad e interés por ver qué otra locura ocurriría. Al fín y al cabo se estaba entreteniendo bastante con toda esa idea de los peluches que hablan y de los viajes interdimensionales, era el sueño más loco, descabellado, interesante y original que había tenido en toda su vida.
Entonces recordó algo de lo poco a lo que había prestado atención del discurso de aquella chica de nombre muy extraño como para recordar... digi... evolución... "digievolución".
-Disculpa ¿Cómo era eso que mencionaste sobre la "digievolución"?
Le preguntó a Taiga con una expresión que intentaba amalgamar los sentimientos de "Me interesa seguir escuchando sobre esa locura" y "Pero no voy a creer ni medio de todo lo que me cuentes". Para él era como poner a prueba la originalidad de su propio cerebro a la hora de inventarse historias para sus propios sueños.
-Bueno, quería comunicarme con éste pequeño digimon, pero de todas formas te agradezco mucho por la información que me has brindado.
Antes de que éste sueño tan raro termine, me gustaría moverme un poco más y ver más de éste tipo de seres parlanchines. Nunca antes había tenido un sueño tan realista, puedo sentir cosas que jamás había sentido antes con tanto detalle mientras soñaba, ni siquiera en la pesadilla más detallista. Siento aromas, siento la brisa y siento... hambre. Jajajajaja, es que no he almorzado nada aún, apenas llegué a casa y me quedé dormido.
Miguel seguía absolutamente convencido de que lo que había ocurrido es que se quedó dormido apenas llegó a la casa. Obviamente creía también que estaba durmiendo e imaginando todo lo que estaba sucediendo en ese "mundo digital".
-Por lo que veo, no parece que vaya a despertar pronto, así que al menos vayamos a buscar un lugar donde podamos comer algo, a ver si eso engaña a mi estómago y me sacia el hambre hasta que al fin despierte de toda ésta locura.
Si vosotros vais hacia ese lugar poblado que mencionaste antes, pues entonces nosotros os seguiremos, hala.
Y fue así como, acompañados por los tres nuevos compañeros de aventura, Miguel y Pagumon siguieron caminando por el camino que llevaba al pueblo más próximo.
Pagumon se encontraba bastante consternado ante lo dicho anteriormente por Miguel, así que tuvo que preguntar:
-Mike ¿De verdad crees que todo ésto se trata de un sueño? ¿No crees que yo sea real? El Digimundo es real y yo también, como tú.
-Ok, Pagumon. Supongamos que eres real, al igual que ese otro "digimon" que va adelante con esa chica y el señor de corbata. Así que entonces ahora me encuentro en otro planeta que no es la Tierra. Qué emocionante, eso significa que al fín descubrimos que existe vida inteligente extraterrestre.
Miguel continuaba con su actitud de seguirle la corriente a lo que él pensaba que era un sueño y hablaba con todos de forma sarcástica y burlona, como quien le sigue el hilo de una conversación a un loco, a un niño pequeño o a un anciano senil, escéptico de todo lo que estaba viendo y escuchando, pero con cierta curiosidad e interés por ver qué otra locura ocurriría. Al fín y al cabo se estaba entreteniendo bastante con toda esa idea de los peluches que hablan y de los viajes interdimensionales, era el sueño más loco, descabellado, interesante y original que había tenido en toda su vida.
Entonces recordó algo de lo poco a lo que había prestado atención del discurso de aquella chica de nombre muy extraño como para recordar... digi... evolución... "digievolución".
-Disculpa ¿Cómo era eso que mencionaste sobre la "digievolución"?
Le preguntó a Taiga con una expresión que intentaba amalgamar los sentimientos de "Me interesa seguir escuchando sobre esa locura" y "Pero no voy a creer ni medio de todo lo que me cuentes". Para él era como poner a prueba la originalidad de su propio cerebro a la hora de inventarse historias para sus propios sueños.
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Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Taiga y Artaud se miraron entre sí al escuchar al muchacho. Taiga pensaba que su forma de hablar era bastante extraña, y Artaud estaba a punto de estallar en risa por el hecho de que el muchacho parecía estar convencido de que estaba soñando. Pero sabía que reirse tiraría por la borda todo el esfuerzo de Taiga por ser amable, así que intentó aguantar.
Todos empezaron a caminar en grupo en la misma dirección. Mientras escuchaban la breve conversación entre Mike, como él había dicho llamarse, y Pagumon, Taiga cerraba los ojos intentando juntar paciencia, pero Artaud no era un ser tan paciente. Se acercó a Taiga y le susurró al oído:
- Taiga... ¿Puedo pellizcarlo?
- ¿Qué? No, déjalo, ya se dará cuenta de que todo es real... Al menos no está tan asustado y molesto como estaba yo cuando llegué aquí...
Al rato, otra vez:
- Taiga... ¿Ya puedo?
- No, déjalo que así no molesta...
Entonces, el joven preguntó por la digievolución:
- Bueno, a ver... Estos bichos, los digimons, tienen un ciclo de vida muy parecido al de, por ejemplo, las mariposas. A veces cambian de forma, la única diferencia es que ellos no pasan tiempo en una crisálida para cambiar, ellos cambian de golpe, en unos segundos... Te lo mostraría, pero ese cambio les cuesta energía a los digimons, y no quiero que Artaud se canse tan rápido... Además, su siguiente forma es bastante fea y no quiero asustarte.
Taiga sonrió con picardía. La verdad, a ella también le fastidiaba un poco esa actitud tan altanera en el muchacho. Digamos, tenía la vena hinchada desde que había escuchado la frase "supongamos que eres real". Su digimon no merecía ese trato tan escéptico, debía sentirse muy mal, es sólo un Pagumon... Artaud, mientras tanto, estaba experimentando con su lado sádico de digimon virus, en su imaginación. Imaginaba que digievolucionaba en Devimon y lo agarraba con sus manos y lo apretaba fuerte, diciendo "¿Se siente real, eh, sigues pensando que estás soñando?". Por suerte, Taiga no conocía ese lado de su compañero, de otro modo le tendría miedo a su propio digimon. En eso, Artaud tuvo la idea de cómo bajarle esa actitud al joven humano, sin que Taiga se enojara: con humor, o lo que él consideraba humor. Dijo con su tono explicativo:
- Será mejor que cambies esa actitud, si no nos crees y nos tratas mal, esto se convertirá en una pesadilla y te arrepentirás.
Taiga lo miró con expresión de "¿Qué rayos estás haciendo?", pero en el fondo se reía a carcajadas. Quizás, lo más cómico era el tono explicativo del DemiDevimon, ese tono que usaba para decir cosas terribles, o cosas absurdas, como si estuviese enseñando a una clase cómo funciona el mundo.
La caminata se pasó rápido y terminaron por salir del bosque a una zona donde el suelo era sólo de tierra, sin hierba alguna. En cuanto dejaron de tener árboles en frente pudieron ver un conjunto de construcciones, y se dirigieron allí, pensando que sería un pueblo. Al llegar, notaron que efectivamente parecía ser un pueblo, o haberlo sido en algún momento: se levantaban allí algunas casas de piedra gris, pero no se oía ni se veía a nadie.
- Desde el aire parecía un pueblo, no sabía que estaba vacío, lo siento...
Dijo Artaud, disculpándose por algo que obviamente no era su culpa.
- Qué extraño, es la primera vez que veo un pueblo abandonado... Lo malo es que ahora tendremos que buscar otro pueblo...
Dijo Taiga, calculando lo que tendrían por delante, cuando de repente escucharon un sonido. No era cualquier sonido, era uno que tanto Taiga como Artaud conocían a la perfección: el sonido de un digivice. Taiga sacó el suyo de su bolsillo para comprobar que el sonido no provenía de ahí, y en efecto, el sonido intermitente parecía venir de adentro de una de las casas. Artaud ni lo pensó y se adelantó para meterse dentro, pero quien estaba allí dentro fue más rápido y salió de la construcción: era un Koromon, y tenía colgada de sus orejas una cuerdita con un digivice atado, el cual se dejaba caer hacia atrás del pequeño digimon. Este, con un tono de entre furia y miedo, exclamó:
- ¡Váyanse de aquí! ¡No queremos digimons virus en este pueblo!
Artaud se sintió terríblemente ofendido:
- ¡Hey! ¿Por qué esa discriminación?
Entonces más Koromons salieron de la casa y uno de ellos dijo:
- No dejamos entrar digimons virus a este pueblo, es peligroso para nosotros, no lo tomen a mal, pero váyanse.
Taiga no soportaba la incoherencia de insultar de esa forma y luego decir "no lo tomen a mal":
- No podemos tomar a mal semejante acto de discriminación, a menos que nos des una buena razón, pero no todos los digimon virus son malos...
Otro de los Koromons, con tono culposo, explicó:
- Ya sabemos que los digimons virus no son malos, siempre vivimos con Pagumons, pero ayer vino un digimon muy poderoso que exterminó a todos los digimons virus y castigó a los que quisimos defenderlos, así que no volveremos a dejar entrar digimons virus aquí.
El Koromon que tenía el digivice colgado dijo:
- Más vale que se vayan pronto porque ese Angemon está durmiendo en la casa de allí y si se despierta los atacará.
A todo esto, Hayate estaba fascinado: era la primera vez que veía Koromons, y ni siquiera estaba prestando atención a la conversación. Se arrodilló en el suelo y dijo:
- ¡Son Koromons! ¡Y muchos! ¡Al fin los veo!
Lamentablemente, la voz fuerte de Hayate pareció despertar a aquel temible digimon del que hablaban los Koromons, porque se escucharon ruidos en la casa que el Koromon del digivice había indicado, y luego salió de allí un digimon con apariencia de ángel, ropas blancas y azules, cabellos dorados y alas blancas que brillaban al reflejar la luz del Sol. Este levantó vuelo rápidamente y se alzó sobre el tumulto de humanos y digimons, diciendo:
- ¡Traidores! ¡Les he enseñado el camino del bien y me han traicionado, han vuelto a dejar entrar virus al pueblo que yo mismo purifiqué!
Ahora sí que estaban en problemas, y este era el momento menos indicado: Artaud, Taiga y Hayate sabían que aquel era un digimon nivel champion, y que fácilmente podría hacerles gran daño a los Koromons, al Pagumon y al chico nuevo. Taiga intentó advertir, esperando que el muchacho obedeciera por su bien:
- ¡Todos adentro! Intentaré razonar con él pero ustedes pónganse a salvo.
Sabía que razonar con alguien que hablaba en esos términos podía ser muy difícil, por lo que se preparó mentalmente para la batalla que se veía venir. Hayate se metió adentro de la casa con los Koromons, amontonándose todos contra una pared y diciéndoles:
- Quédense aquí, yo los cuidaré.
El Angemon no esperó y lanzó un ataque hacia donde Taiga y Artaud estaban, gritando con euforia:
- ¡Golpe de Fe!
Taiga y Artaud se lanzaron al suelo para no ser alcanzados por el ataque. Era evidente que de este modo no podrían evitar que nadie saliera lastimado, así que Taiga extendió su Digivice hacia Artaud, gritando:
- ¡Artaud, digievoluciona!
Una luz blanca salió del dispositivo, iluminando por completo al pequeño murciélago azul hasta que este creció, cambió de color y tomó su forma de Devimon. Angemon comenzó a reír, y dijo:
- Vaya, los demonios vienen a enfrentarme para probar mi fe...
Mientras, de la casa donde Angemon estaba, salió otro digimon, pero este era un rookie: un Tapirmon. Se acercó diciendo:
- ¡Señor Angemon, déjeme ayudarlo!
A lo que Angemon dijo:
- ¡Déjame este demonio a mi y ocúpate de los otros, no quiero que salgas herido, eres mi único discípulo, confío en ti!
Todos empezaron a caminar en grupo en la misma dirección. Mientras escuchaban la breve conversación entre Mike, como él había dicho llamarse, y Pagumon, Taiga cerraba los ojos intentando juntar paciencia, pero Artaud no era un ser tan paciente. Se acercó a Taiga y le susurró al oído:
- Taiga... ¿Puedo pellizcarlo?
- ¿Qué? No, déjalo, ya se dará cuenta de que todo es real... Al menos no está tan asustado y molesto como estaba yo cuando llegué aquí...
Al rato, otra vez:
- Taiga... ¿Ya puedo?
- No, déjalo que así no molesta...
Entonces, el joven preguntó por la digievolución:
- Bueno, a ver... Estos bichos, los digimons, tienen un ciclo de vida muy parecido al de, por ejemplo, las mariposas. A veces cambian de forma, la única diferencia es que ellos no pasan tiempo en una crisálida para cambiar, ellos cambian de golpe, en unos segundos... Te lo mostraría, pero ese cambio les cuesta energía a los digimons, y no quiero que Artaud se canse tan rápido... Además, su siguiente forma es bastante fea y no quiero asustarte.
Taiga sonrió con picardía. La verdad, a ella también le fastidiaba un poco esa actitud tan altanera en el muchacho. Digamos, tenía la vena hinchada desde que había escuchado la frase "supongamos que eres real". Su digimon no merecía ese trato tan escéptico, debía sentirse muy mal, es sólo un Pagumon... Artaud, mientras tanto, estaba experimentando con su lado sádico de digimon virus, en su imaginación. Imaginaba que digievolucionaba en Devimon y lo agarraba con sus manos y lo apretaba fuerte, diciendo "¿Se siente real, eh, sigues pensando que estás soñando?". Por suerte, Taiga no conocía ese lado de su compañero, de otro modo le tendría miedo a su propio digimon. En eso, Artaud tuvo la idea de cómo bajarle esa actitud al joven humano, sin que Taiga se enojara: con humor, o lo que él consideraba humor. Dijo con su tono explicativo:
- Será mejor que cambies esa actitud, si no nos crees y nos tratas mal, esto se convertirá en una pesadilla y te arrepentirás.
Taiga lo miró con expresión de "¿Qué rayos estás haciendo?", pero en el fondo se reía a carcajadas. Quizás, lo más cómico era el tono explicativo del DemiDevimon, ese tono que usaba para decir cosas terribles, o cosas absurdas, como si estuviese enseñando a una clase cómo funciona el mundo.
La caminata se pasó rápido y terminaron por salir del bosque a una zona donde el suelo era sólo de tierra, sin hierba alguna. En cuanto dejaron de tener árboles en frente pudieron ver un conjunto de construcciones, y se dirigieron allí, pensando que sería un pueblo. Al llegar, notaron que efectivamente parecía ser un pueblo, o haberlo sido en algún momento: se levantaban allí algunas casas de piedra gris, pero no se oía ni se veía a nadie.
- Desde el aire parecía un pueblo, no sabía que estaba vacío, lo siento...
Dijo Artaud, disculpándose por algo que obviamente no era su culpa.
- Qué extraño, es la primera vez que veo un pueblo abandonado... Lo malo es que ahora tendremos que buscar otro pueblo...
Dijo Taiga, calculando lo que tendrían por delante, cuando de repente escucharon un sonido. No era cualquier sonido, era uno que tanto Taiga como Artaud conocían a la perfección: el sonido de un digivice. Taiga sacó el suyo de su bolsillo para comprobar que el sonido no provenía de ahí, y en efecto, el sonido intermitente parecía venir de adentro de una de las casas. Artaud ni lo pensó y se adelantó para meterse dentro, pero quien estaba allí dentro fue más rápido y salió de la construcción: era un Koromon, y tenía colgada de sus orejas una cuerdita con un digivice atado, el cual se dejaba caer hacia atrás del pequeño digimon. Este, con un tono de entre furia y miedo, exclamó:
- ¡Váyanse de aquí! ¡No queremos digimons virus en este pueblo!
Artaud se sintió terríblemente ofendido:
- ¡Hey! ¿Por qué esa discriminación?
Entonces más Koromons salieron de la casa y uno de ellos dijo:
- No dejamos entrar digimons virus a este pueblo, es peligroso para nosotros, no lo tomen a mal, pero váyanse.
Taiga no soportaba la incoherencia de insultar de esa forma y luego decir "no lo tomen a mal":
- No podemos tomar a mal semejante acto de discriminación, a menos que nos des una buena razón, pero no todos los digimon virus son malos...
Otro de los Koromons, con tono culposo, explicó:
- Ya sabemos que los digimons virus no son malos, siempre vivimos con Pagumons, pero ayer vino un digimon muy poderoso que exterminó a todos los digimons virus y castigó a los que quisimos defenderlos, así que no volveremos a dejar entrar digimons virus aquí.
El Koromon que tenía el digivice colgado dijo:
- Más vale que se vayan pronto porque ese Angemon está durmiendo en la casa de allí y si se despierta los atacará.
A todo esto, Hayate estaba fascinado: era la primera vez que veía Koromons, y ni siquiera estaba prestando atención a la conversación. Se arrodilló en el suelo y dijo:
- ¡Son Koromons! ¡Y muchos! ¡Al fin los veo!
Lamentablemente, la voz fuerte de Hayate pareció despertar a aquel temible digimon del que hablaban los Koromons, porque se escucharon ruidos en la casa que el Koromon del digivice había indicado, y luego salió de allí un digimon con apariencia de ángel, ropas blancas y azules, cabellos dorados y alas blancas que brillaban al reflejar la luz del Sol. Este levantó vuelo rápidamente y se alzó sobre el tumulto de humanos y digimons, diciendo:
- ¡Traidores! ¡Les he enseñado el camino del bien y me han traicionado, han vuelto a dejar entrar virus al pueblo que yo mismo purifiqué!
Ahora sí que estaban en problemas, y este era el momento menos indicado: Artaud, Taiga y Hayate sabían que aquel era un digimon nivel champion, y que fácilmente podría hacerles gran daño a los Koromons, al Pagumon y al chico nuevo. Taiga intentó advertir, esperando que el muchacho obedeciera por su bien:
- ¡Todos adentro! Intentaré razonar con él pero ustedes pónganse a salvo.
Sabía que razonar con alguien que hablaba en esos términos podía ser muy difícil, por lo que se preparó mentalmente para la batalla que se veía venir. Hayate se metió adentro de la casa con los Koromons, amontonándose todos contra una pared y diciéndoles:
- Quédense aquí, yo los cuidaré.
El Angemon no esperó y lanzó un ataque hacia donde Taiga y Artaud estaban, gritando con euforia:
- ¡Golpe de Fe!
Taiga y Artaud se lanzaron al suelo para no ser alcanzados por el ataque. Era evidente que de este modo no podrían evitar que nadie saliera lastimado, así que Taiga extendió su Digivice hacia Artaud, gritando:
- ¡Artaud, digievoluciona!
Una luz blanca salió del dispositivo, iluminando por completo al pequeño murciélago azul hasta que este creció, cambió de color y tomó su forma de Devimon. Angemon comenzó a reír, y dijo:
- Vaya, los demonios vienen a enfrentarme para probar mi fe...
Mientras, de la casa donde Angemon estaba, salió otro digimon, pero este era un rookie: un Tapirmon. Se acercó diciendo:
- ¡Señor Angemon, déjeme ayudarlo!
A lo que Angemon dijo:
- ¡Déjame este demonio a mi y ocúpate de los otros, no quiero que salgas herido, eres mi único discípulo, confío en ti!
- Off Rol:
- Podés controlar a Tapirmon si querés, sólo te pido que tengas en cuenta que él no es malo, hace maldades porque cree que está haciendo lo correcto, le llenó la cabeza Angemon. También podés controlar a todos los Koromons menos al del digivice. Tanto Angemon como el Koromon del digivice son NPCs míos, dejé los enlaces a sus fichas en el mismo rol.
Última edición por Taiga & Artaud el Miér Ago 26, 2015 3:52 pm, editado 1 vez
- Tamer & Digimon
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Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
La explicación de Taiga acerca de la famosa "digievolución" dejó pensando por un rato largo a Miguel, estaba sorprendido de la historia tan original que, según él, su propio cerebro le había creado para ese sueño que él creía estar soñando. Tanto fue el asombro que apenas escuchó al Demidevimon esbozar un intento de susto o amenaza, frase que pasó sin pena ni gloria por los oídos de un distraído Miguel.
-Ésto es flipante, nunca había tenido un sueño tan viajado.
-No entiendo qué cosas dices, Mike. Replicaba Pagumon, muy confundido y quizás algo decepcionado de ese tamer al que esperó toda su vida.
Entre tanta charla no se dieron cuenta en qué momento habían salido ya de la zona del bosque y ahora iban andando por un camino más árido, carente de vegetación. Apenas la vista se despejó de la presencia de árboles, comenzaron a divisar lo que a lo lejos parecían ser edificaciones, rápidamente se acercaron con la esperanza de encontrar ese pueblo que estaban buscando.
El lugar parecía estar en ruinas, era un desastre, todo gris, no parecía estar habitado, más bien se asemejaba a un pueblo fantasma.
El Demidevimon se disculpaba por la falsa alarma mientras que Taiga parecía experimentar una mezcla entre fastidio, decepción y algo que no le cerraba del todo. Luego de corroborar que el lugar aparentemente estaba abandonado, propone seguir la búsqueda hacia otro pueblo.
Entonces comenzó a sonar algo que emitía un sonido que a Miguel le resultaba familiar, era el mismo sonido que se escuchó cuando lo iluminó esa extraña luz proveniente del monitor de su portátil, justo antes de aparecer en éste sueño tan descabellado.
Taiga sacó de su bolsillo un objeto que era idéntico a aquel extraño artefacto que Miguel había encontrado tirado camino a la reserva, solo que con colores diferentes, y lo miró como quién mira un teléfono celular cuando escucha un ringtone para corroborar que no sea el suyo el que está sonando.
Cuando Miguel estaba a punto de preguntarle a Taiga acerca de ese objeto tan curioso, se escuchó una voz aguda y algo ronca que les decía con bastante preocupación (o miedo) que se tenían que ir del pueblo. Eran un montón de pequeños seres, todos iguales entre sí... o al menos eso era lo que veían los ojos de Miguel, que no estaba acostumbrado aún a ver digimons, que rebotaban hacia donde estaban los humanos.
Decían algo de que no aceptaban "virus" en ese pueblo, y al parecer eso ofendió de alguna forma a la chica, al Demidevimon y al Pagumon, que reclamaban que no se les discriminara. Obviamente Miguel no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, y tampoco le daban lugar a preguntar nada, simplemente estaba tan confundido que por una milésima de segundo casi creyó que quizás toda ésta situación podría ser real y no un sueño.
En medio de la confusión, de la extraña discusión de si los "virus" son buenos o malos, de algo llamado "Angemon" que, al parecer, se dedicaba a exterminar "virus" y de una repentina felicidad que invadió de golpe al hombre adulto, ocurrió algo que le dio un nuevo giro a todo éste lío en el que Miguel se vio metido: Algo apareció volando en el cielo, algo muy blanco, tan blanco que reflejaba demasiada luz del Sol y encandilaba la vista de Miguel, sin poder identificar de qué se trataba.
Se escuchó una voz grave, fuerte y firme que decía:
- ¡Traidores! ¡Les he enseñado el camino del bien y me han traicionado, han vuelto a dejar entrar virus al pueblo que yo mismo purifiqué!
Entonces la chica, Taiga, muy preocupada les gritó a todos que corrieran a esconderse.
Pagumon entró en pánico al ver a ese ser brillante y volador.
-¡Rápido, Mike! ¡Escóndete que yo te defenderé con todas mis fuerzas! Le gritó a Miguel mientras se ponía delante de él y de frente a la extraña amenaza.
-De eso nada, deja que se maten entre ellos, tú te vienes conmigo a esconderte.
Entonces Miguel tomó al Pagumon por primera vez entre sus brazos y salió corriendo a esconderse detrás de un muro en ruinas.
Ya a salvo, Miguel empezó a sentir una adrenalina que le resultaba demasiado real como para tratarse de un sueño.
-¡Despierta ya! Se decía una y otra vez a sí mismo.
-¡Quiero salir de ésta maldita locura de una vez y seguir con mi vida!
Entonces tomó nuevamente al Pagumon entre sus brazos y sacudiéndolo un poco lo miró a los ojos y le dijo:
-¡Necesito que me expliques qué es lo que está ocurriendo aquí!
¿Qué es ese ser brillante que quiere matarnos a todos y por qué?
El Pagumon, más asustado que él, se dispuso a responder:
-Ese es un digimon llamado Angemon. Creo que quiere exterminar a todos los digimon tipo VIRUS.
A lo que Miguel, más confundido aún, replicó:
-¿Tipo virus? ¿Y eso qué significa?
-Existen tres tipos de digimon: Vacuna, virus y datos. Existe una rivalidad eterna entre los digimon más extremistas del tipo vacuna y los digimon más extremistas del tipo virus, como una guerra.
Se odian a muerte y se pelean muy seguido.
Miguel comenzó a entender un poco lo que estaba pasando, pero eso no significaba un alivio, ya que los engranages de su mente se pusieron en marcha e hizo la pregunta clave:
-¿Y... qué tipo de digimon eres tú?
Pagumon hizo una pausa, se dio cuenta de que su respuesta no era lo que Miguel quería escuchar, pero tenía que decirle la verdad a su compañero humano.
-Los Pagumon somos digimon tipo virus.
La cara de Miguel tomó un tono mayor de preocupación, se quedó en silencio un rato, como pensando qué hacer. Justo cuando iba a proponer un plan, se escucha la voz de Taiga gritándole a Artaud: "¡Digievoluciona!" mientras apuntaba con el extraño dispositivo hacia el cielo. Del artefacto salió una luz muy brillante que iluminó al pequeño murciélago, que comenzó a crecer y a cambiar de forma hasta convertirse en una especie de ser todo negro y con un aire bastante siniestro. Tenía alas negras, cuernos, brazos muy largos y ojos rojos, además de una sonrisa maquiavélica que hacía erizar la piel de quien le plantara la mirada.
El otro ser, el blanco resplandeciente emitió un comentario:
- Vaya, los demonios vienen a enfrentarme para probar mi fe...
De una puerta que estaba detrás del Angemon salió otro animal más extraño aún, pidiéndole al más grande que lo dejara ayudarlo a pelear, pero la respuesta del que parecía ser su jefe, o algo así, fue que mejor se encargase de "los otros".
Miguel enseguida entendió que con "los otros" se refería a todos los que no fueran Taiga y Artaud, así que empezó a caminar lento, con su compañero digimon entre sus brazos, hacia la casa donde se encontraban escondidos los Koromon y el señor Hayate. Pero mientras caminaba pisó una rama seca que había en el piso, haciéndola crujir de tal forma que el sonido rebotó e hizo eco en el lugar, alertando a todos los que estaban allí, que quizás ni siquiera se habían percatado de la presencia de ellos dos tras ese muro.
Entonces Miguel, para no delatar el escondite de los Koromon, cambió de rumbo y salió corriendo en otra dirección.
Entonces el esbirro del Angemon comenzó a seguirlos a toda velocidad, obedeciendo las órdenes de su líder.
-Ésto es flipante, nunca había tenido un sueño tan viajado.
-No entiendo qué cosas dices, Mike. Replicaba Pagumon, muy confundido y quizás algo decepcionado de ese tamer al que esperó toda su vida.
Entre tanta charla no se dieron cuenta en qué momento habían salido ya de la zona del bosque y ahora iban andando por un camino más árido, carente de vegetación. Apenas la vista se despejó de la presencia de árboles, comenzaron a divisar lo que a lo lejos parecían ser edificaciones, rápidamente se acercaron con la esperanza de encontrar ese pueblo que estaban buscando.
El lugar parecía estar en ruinas, era un desastre, todo gris, no parecía estar habitado, más bien se asemejaba a un pueblo fantasma.
El Demidevimon se disculpaba por la falsa alarma mientras que Taiga parecía experimentar una mezcla entre fastidio, decepción y algo que no le cerraba del todo. Luego de corroborar que el lugar aparentemente estaba abandonado, propone seguir la búsqueda hacia otro pueblo.
Entonces comenzó a sonar algo que emitía un sonido que a Miguel le resultaba familiar, era el mismo sonido que se escuchó cuando lo iluminó esa extraña luz proveniente del monitor de su portátil, justo antes de aparecer en éste sueño tan descabellado.
Taiga sacó de su bolsillo un objeto que era idéntico a aquel extraño artefacto que Miguel había encontrado tirado camino a la reserva, solo que con colores diferentes, y lo miró como quién mira un teléfono celular cuando escucha un ringtone para corroborar que no sea el suyo el que está sonando.
Cuando Miguel estaba a punto de preguntarle a Taiga acerca de ese objeto tan curioso, se escuchó una voz aguda y algo ronca que les decía con bastante preocupación (o miedo) que se tenían que ir del pueblo. Eran un montón de pequeños seres, todos iguales entre sí... o al menos eso era lo que veían los ojos de Miguel, que no estaba acostumbrado aún a ver digimons, que rebotaban hacia donde estaban los humanos.
Decían algo de que no aceptaban "virus" en ese pueblo, y al parecer eso ofendió de alguna forma a la chica, al Demidevimon y al Pagumon, que reclamaban que no se les discriminara. Obviamente Miguel no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, y tampoco le daban lugar a preguntar nada, simplemente estaba tan confundido que por una milésima de segundo casi creyó que quizás toda ésta situación podría ser real y no un sueño.
En medio de la confusión, de la extraña discusión de si los "virus" son buenos o malos, de algo llamado "Angemon" que, al parecer, se dedicaba a exterminar "virus" y de una repentina felicidad que invadió de golpe al hombre adulto, ocurrió algo que le dio un nuevo giro a todo éste lío en el que Miguel se vio metido: Algo apareció volando en el cielo, algo muy blanco, tan blanco que reflejaba demasiada luz del Sol y encandilaba la vista de Miguel, sin poder identificar de qué se trataba.
Se escuchó una voz grave, fuerte y firme que decía:
- ¡Traidores! ¡Les he enseñado el camino del bien y me han traicionado, han vuelto a dejar entrar virus al pueblo que yo mismo purifiqué!
Entonces la chica, Taiga, muy preocupada les gritó a todos que corrieran a esconderse.
Pagumon entró en pánico al ver a ese ser brillante y volador.
-¡Rápido, Mike! ¡Escóndete que yo te defenderé con todas mis fuerzas! Le gritó a Miguel mientras se ponía delante de él y de frente a la extraña amenaza.
-De eso nada, deja que se maten entre ellos, tú te vienes conmigo a esconderte.
Entonces Miguel tomó al Pagumon por primera vez entre sus brazos y salió corriendo a esconderse detrás de un muro en ruinas.
Ya a salvo, Miguel empezó a sentir una adrenalina que le resultaba demasiado real como para tratarse de un sueño.
-¡Despierta ya! Se decía una y otra vez a sí mismo.
-¡Quiero salir de ésta maldita locura de una vez y seguir con mi vida!
Entonces tomó nuevamente al Pagumon entre sus brazos y sacudiéndolo un poco lo miró a los ojos y le dijo:
-¡Necesito que me expliques qué es lo que está ocurriendo aquí!
¿Qué es ese ser brillante que quiere matarnos a todos y por qué?
El Pagumon, más asustado que él, se dispuso a responder:
-Ese es un digimon llamado Angemon. Creo que quiere exterminar a todos los digimon tipo VIRUS.
A lo que Miguel, más confundido aún, replicó:
-¿Tipo virus? ¿Y eso qué significa?
-Existen tres tipos de digimon: Vacuna, virus y datos. Existe una rivalidad eterna entre los digimon más extremistas del tipo vacuna y los digimon más extremistas del tipo virus, como una guerra.
Se odian a muerte y se pelean muy seguido.
Miguel comenzó a entender un poco lo que estaba pasando, pero eso no significaba un alivio, ya que los engranages de su mente se pusieron en marcha e hizo la pregunta clave:
-¿Y... qué tipo de digimon eres tú?
Pagumon hizo una pausa, se dio cuenta de que su respuesta no era lo que Miguel quería escuchar, pero tenía que decirle la verdad a su compañero humano.
-Los Pagumon somos digimon tipo virus.
La cara de Miguel tomó un tono mayor de preocupación, se quedó en silencio un rato, como pensando qué hacer. Justo cuando iba a proponer un plan, se escucha la voz de Taiga gritándole a Artaud: "¡Digievoluciona!" mientras apuntaba con el extraño dispositivo hacia el cielo. Del artefacto salió una luz muy brillante que iluminó al pequeño murciélago, que comenzó a crecer y a cambiar de forma hasta convertirse en una especie de ser todo negro y con un aire bastante siniestro. Tenía alas negras, cuernos, brazos muy largos y ojos rojos, además de una sonrisa maquiavélica que hacía erizar la piel de quien le plantara la mirada.
- Spoiler:
El otro ser, el blanco resplandeciente emitió un comentario:
- Vaya, los demonios vienen a enfrentarme para probar mi fe...
- Spoiler:
De una puerta que estaba detrás del Angemon salió otro animal más extraño aún, pidiéndole al más grande que lo dejara ayudarlo a pelear, pero la respuesta del que parecía ser su jefe, o algo así, fue que mejor se encargase de "los otros".
Miguel enseguida entendió que con "los otros" se refería a todos los que no fueran Taiga y Artaud, así que empezó a caminar lento, con su compañero digimon entre sus brazos, hacia la casa donde se encontraban escondidos los Koromon y el señor Hayate. Pero mientras caminaba pisó una rama seca que había en el piso, haciéndola crujir de tal forma que el sonido rebotó e hizo eco en el lugar, alertando a todos los que estaban allí, que quizás ni siquiera se habían percatado de la presencia de ellos dos tras ese muro.
Entonces Miguel, para no delatar el escondite de los Koromon, cambió de rumbo y salió corriendo en otra dirección.
Entonces el esbirro del Angemon comenzó a seguirlos a toda velocidad, obedeciendo las órdenes de su líder.
- Tamer & Digimon
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Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Taiga, Artaud, Angemon y Tapirmon se voltearon a ver a Mike, que había llamado la atención al hacer crujir una rama seca con su pie, algo que puede parecer sutil pero que fue el eco lo que hizo que aquel sonido llamase más la atención. "Si sigue creyendo que todo es un sueño debe sentirse inmune, o que todo esto es un juego, tendremos que alejar a Angemon de aquí o ese chico terminará saliendo herido", pensó Taiga, y le gritó a su compañero Artaud:
- ¡Aléjalo de aquí! ¡No queremos destruir el pueblo ni que nadie salga herido!
Artaud escuchó y rápidamente tomó altura, esperando que al estar varios metros sobre el pueblo nadie saliera lastimado. Angemon se había preparado para defenderse, creyendo que él lo atacaría, pero al verlo volar hacia arriba, lo siguió, preparándose para atacar y terminar de una vez por todas con aquel demonio. Lo que ni Taiga ni Artaud notaron era que el Tapirmon sí se había lanzado tras el equipo de novatos. Taiga sabía que era inminente una batalla, por lo que su prioridad ahora que creía que todos los demás estaban a salvo era apoyar a su compañero. Aunque estando ella en el suelo y ellos en el aire era todo más difícil, por lo que buscó la forma de intentar subir a uno de los techos de las casas. Encontró una pila de cajones al costado de una de las construcciones, un barril en otra y unos trozos de tronco en otra, así que se puso a mover todo aquello con gran esfuerzo para disponerlo junto a una de las casas de forma que le permitiera trepar hasta el tejado, ayudándose también de una ventana de esa misma casa como punto de apoyo para uno de sus pies. Finalmente, consiguió subir hasta el tejado, para ver que el combate ya había comenzado.
Mientras, dentro de la casa donde se encontraba Hayate con los Koromons, todos estaban acurrucados contra una pared, y Hayate sólo pensaba en aquel digivice que uno de ellos tenía colgado.
- Disculpa, ¿qué es esto que tienes aquí?
Le preguntó, haciéndose pasar por ignorante para ver qué le respondía el digimon. Este, con una expresión seria, dijo:
- Eso no te incumbe.
Hayate no se esperaba esa clase de respuesta, pensaba que los Koromons eran seres tiernos e inofensivos, como el que había conocido hace tantos años. Pensó que quizás estaba molesto porque ahora el pueblo estaba en peligro por culpa de la llegada de los digimons de Taiga y de Mike, por lo que dijo:
- Escuchen, nosotros no somos los culpables de que haya digimons que quieran atacar a otros, no se confundan. Angemon es quien está equivocado y tenemos que corregirlo. Sé que ustedes son apenas unos bebés y no pueden hacer nada contra él, pero les prometo que Taiga y Artaud lo convencerán de que se vaya y no regrese nunca más a molestarlos. Además, sus amigos Pagumon pronto renacerán y volverán aquí, estoy seguro.
Los Koromons se alegraban al escuchar esas palabras, pero el del digivice parecía más pesimista que el resto:
- Eres un humano. Así que no confío en tí, ni en los otros dos. No creo que ese Devimon pueda ganarle a Angemon sólo por ir acompañado de un humano.
Hayate sintió algo de rencor en esas palabras, y por un momento llegó a pensar que quizás, si su Koromon existiera, estaría igual de rencoroso con él por haberlo abandonado.
- Por lo que dices, prácticamente me obligas a asumir que un humano te hizo algún daño. Mira, así como no todos los digimons son iguales, no todos los humanos son iguales. Además, yo he vivido toda mi vida en el mundo humano, y allí la gran mayoría no sabe que existe el Digimundo y los digimons, y viven una vida completamente diferente a la que se vive aquí, con muchas responsabilidades y obligaciones que ustedes no tienen porque su sociedad funciona diferente...
Koromon parecía más irritado:
- Cállate, humano, no conoces mi historia, no sabes todo lo que he tenido que pasar, si vuelves a suponer que me conoces te sacaremos de aquí y que Angemon se encargue de ti.
Hayate sintió pena por esas palabras, y decidió decir lo que sabía:
- No estoy suponiendo, pero eso que llevas ahí es un digivice, un dispositivo que tienen los tamers y que hacen que sus compañeros digimons puedan digievolucionar y volver a sus estados anteriores una y otra vez, en vez de digievolucionar normalmente como los otros digimons. Si tienes eso es por dos razones: o porque se lo robaste a un tamer, o porque tuviste un tamer, y algo le pasó, o te abandonó. Si eso fue lo que te causa ese rencor, quizás no estás contemplando completamente la situación, y o tu tamer no quería realmente abandonarte, o si quería hacerlo, no significa que todos los humanos sean como él.
Retrocediendo unos minutos en el tiempo, mientras aquella conversación se daba dentro de la casa, y mientras Taiga buscaba la forma de subir a un techo para apoyar a Artaud, este se encontraba frente a Angemon en el cielo. El angel se lanzó a atacarlo con su báculo, y Artaud esquivó varios golpes hasta que logró tomar el báculo con sus manos y comenzaron a forcejear.
- ¿Así que te dedicas a purificar el Digimundo de virus?
Dijo Artaud con cierto tono sarcástico. Angemon parecía encolerizado:
- Es mi deber, calla demonio, no entiendes nada de la bondad y la luz y no puedes juzgar con tu sentido retorcido de la justicia.
Artaud no pudo evitar reírse, lamentablemente su risa no ayudaba en la tarea de convencer a ese Angemon de que no todos los digimon virus son malos, porque Artaud realmente provocaba cierto pavor a cualquiera que no lo conociera.
- El que no tiene idea de nada eres tú, y tu ceguera es mucho más amplia que tu falta de visión: no eres capaz de ver que la naturaleza de un ser no lo condiciona totalmente durante toda su vida, y uno puede elegir su propio camino independientemente de la marca de nacimiento que lleva.
- ¡Calla, demonio! ¿Quién podría creer semejante sinsentido? Un virus siempre será un virus, es lo que es.
- Mira, tonto ignorante, no tengo intenciones de pelear contigo, ni con nadie, pero eres tú quien me ataca y no sólo eso, sino que vas por el mundo creyéndote dueño de la verdad absoluta y de la capacidad de juzgar a los demás. Eres un ser dañino, y creer que sólo por ser vacuna te hace un ser perfecto y bondadoso es un gran error. No es eso lo que determina tu bondad, sino las acciones y las decisiones que tomas en tu vida.
- ¿Crees que voy a creer tus mentiras?
Dijo Angemon y se separó rápidamente de Artaud, haciendo girar su báculo para causar un tornado que se dirigió directamente al Devimon. Él lo esquivó, pero no sabía cuánto tiempo más podría evitar los ataques de Angemon, además, este atacaría cada vez con más intensidad a medida que descubriera que su rival no era tan fácil de derrotar, por lo que eventualmente no le quedaría otra que atacar. Entonces, vio que Taiga lograba subir a un techo cercano, y aprovechó para preguntarle, confiando en el criterio de su tamer:
- ¡Taiga, ¿debo pelear con este sujeto?!
- ¡Aléjalo de aquí! ¡No queremos destruir el pueblo ni que nadie salga herido!
Artaud escuchó y rápidamente tomó altura, esperando que al estar varios metros sobre el pueblo nadie saliera lastimado. Angemon se había preparado para defenderse, creyendo que él lo atacaría, pero al verlo volar hacia arriba, lo siguió, preparándose para atacar y terminar de una vez por todas con aquel demonio. Lo que ni Taiga ni Artaud notaron era que el Tapirmon sí se había lanzado tras el equipo de novatos. Taiga sabía que era inminente una batalla, por lo que su prioridad ahora que creía que todos los demás estaban a salvo era apoyar a su compañero. Aunque estando ella en el suelo y ellos en el aire era todo más difícil, por lo que buscó la forma de intentar subir a uno de los techos de las casas. Encontró una pila de cajones al costado de una de las construcciones, un barril en otra y unos trozos de tronco en otra, así que se puso a mover todo aquello con gran esfuerzo para disponerlo junto a una de las casas de forma que le permitiera trepar hasta el tejado, ayudándose también de una ventana de esa misma casa como punto de apoyo para uno de sus pies. Finalmente, consiguió subir hasta el tejado, para ver que el combate ya había comenzado.
Mientras, dentro de la casa donde se encontraba Hayate con los Koromons, todos estaban acurrucados contra una pared, y Hayate sólo pensaba en aquel digivice que uno de ellos tenía colgado.
- Disculpa, ¿qué es esto que tienes aquí?
Le preguntó, haciéndose pasar por ignorante para ver qué le respondía el digimon. Este, con una expresión seria, dijo:
- Eso no te incumbe.
Hayate no se esperaba esa clase de respuesta, pensaba que los Koromons eran seres tiernos e inofensivos, como el que había conocido hace tantos años. Pensó que quizás estaba molesto porque ahora el pueblo estaba en peligro por culpa de la llegada de los digimons de Taiga y de Mike, por lo que dijo:
- Escuchen, nosotros no somos los culpables de que haya digimons que quieran atacar a otros, no se confundan. Angemon es quien está equivocado y tenemos que corregirlo. Sé que ustedes son apenas unos bebés y no pueden hacer nada contra él, pero les prometo que Taiga y Artaud lo convencerán de que se vaya y no regrese nunca más a molestarlos. Además, sus amigos Pagumon pronto renacerán y volverán aquí, estoy seguro.
Los Koromons se alegraban al escuchar esas palabras, pero el del digivice parecía más pesimista que el resto:
- Eres un humano. Así que no confío en tí, ni en los otros dos. No creo que ese Devimon pueda ganarle a Angemon sólo por ir acompañado de un humano.
Hayate sintió algo de rencor en esas palabras, y por un momento llegó a pensar que quizás, si su Koromon existiera, estaría igual de rencoroso con él por haberlo abandonado.
- Por lo que dices, prácticamente me obligas a asumir que un humano te hizo algún daño. Mira, así como no todos los digimons son iguales, no todos los humanos son iguales. Además, yo he vivido toda mi vida en el mundo humano, y allí la gran mayoría no sabe que existe el Digimundo y los digimons, y viven una vida completamente diferente a la que se vive aquí, con muchas responsabilidades y obligaciones que ustedes no tienen porque su sociedad funciona diferente...
Koromon parecía más irritado:
- Cállate, humano, no conoces mi historia, no sabes todo lo que he tenido que pasar, si vuelves a suponer que me conoces te sacaremos de aquí y que Angemon se encargue de ti.
Hayate sintió pena por esas palabras, y decidió decir lo que sabía:
- No estoy suponiendo, pero eso que llevas ahí es un digivice, un dispositivo que tienen los tamers y que hacen que sus compañeros digimons puedan digievolucionar y volver a sus estados anteriores una y otra vez, en vez de digievolucionar normalmente como los otros digimons. Si tienes eso es por dos razones: o porque se lo robaste a un tamer, o porque tuviste un tamer, y algo le pasó, o te abandonó. Si eso fue lo que te causa ese rencor, quizás no estás contemplando completamente la situación, y o tu tamer no quería realmente abandonarte, o si quería hacerlo, no significa que todos los humanos sean como él.
- Digivice de Koromon:
Retrocediendo unos minutos en el tiempo, mientras aquella conversación se daba dentro de la casa, y mientras Taiga buscaba la forma de subir a un techo para apoyar a Artaud, este se encontraba frente a Angemon en el cielo. El angel se lanzó a atacarlo con su báculo, y Artaud esquivó varios golpes hasta que logró tomar el báculo con sus manos y comenzaron a forcejear.
- ¿Así que te dedicas a purificar el Digimundo de virus?
Dijo Artaud con cierto tono sarcástico. Angemon parecía encolerizado:
- Es mi deber, calla demonio, no entiendes nada de la bondad y la luz y no puedes juzgar con tu sentido retorcido de la justicia.
Artaud no pudo evitar reírse, lamentablemente su risa no ayudaba en la tarea de convencer a ese Angemon de que no todos los digimon virus son malos, porque Artaud realmente provocaba cierto pavor a cualquiera que no lo conociera.
- El que no tiene idea de nada eres tú, y tu ceguera es mucho más amplia que tu falta de visión: no eres capaz de ver que la naturaleza de un ser no lo condiciona totalmente durante toda su vida, y uno puede elegir su propio camino independientemente de la marca de nacimiento que lleva.
- ¡Calla, demonio! ¿Quién podría creer semejante sinsentido? Un virus siempre será un virus, es lo que es.
- Mira, tonto ignorante, no tengo intenciones de pelear contigo, ni con nadie, pero eres tú quien me ataca y no sólo eso, sino que vas por el mundo creyéndote dueño de la verdad absoluta y de la capacidad de juzgar a los demás. Eres un ser dañino, y creer que sólo por ser vacuna te hace un ser perfecto y bondadoso es un gran error. No es eso lo que determina tu bondad, sino las acciones y las decisiones que tomas en tu vida.
- ¿Crees que voy a creer tus mentiras?
Dijo Angemon y se separó rápidamente de Artaud, haciendo girar su báculo para causar un tornado que se dirigió directamente al Devimon. Él lo esquivó, pero no sabía cuánto tiempo más podría evitar los ataques de Angemon, además, este atacaría cada vez con más intensidad a medida que descubriera que su rival no era tan fácil de derrotar, por lo que eventualmente no le quedaría otra que atacar. Entonces, vio que Taiga lograba subir a un techo cercano, y aprovechó para preguntarle, confiando en el criterio de su tamer:
- ¡Taiga, ¿debo pelear con este sujeto?!
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Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Habiendo tomado bastante ventaja, Miguel logró escapar de la vista del ser que los perseguía.
-¡Eres muy rápido corriendo, Mike! Dijo el Pagumon que iba entre los brazos de su compañero humano.
-Ahora que ya no nos ve, vamos a desaparecer por completo. Dijo Miguel entre jadeos de cansancio por la carrera.
Entonces tanteó con sus manos la rama de un árbol para corroborar que fuese un árbol tangible, macizo, y se trepó a él.
Ya arriba del mismo, se escondió entre las hojas, aún con el Pagumon entre sus brazos, y descansó un poco. Sacó de su mochila una cantimplora que contenía un poco de agua y bebió, luego le ofreció agua para que bebiera el pequeño digimon.
Mientras veía al animalejo tomar lo poco que quedaba de agua, Miguel empezó a sospechar de lo que él creía acerca de la situación en la que se veía involucrado. Mil veces había corrido en sus sueños, carreras largas y extenuantes en la vida real, pero que en los sueños no lo cansaban ni un poquito. Esa carrera se sintió muy real...
-¿Tú también puedes "digievolucionar"? Le preguntó Miguel al pequeño Pagumon.
-Por supuesto, todos los digimon pueden digievolucionar. Respondió el digimon con tono de erudito.
-Me refiero a que si puedes cambiar de forma como cuando Artaud pasó de ser un pequeño murciélago a ese tan majestuoso e intimidante demonio negro con ojos rojos.
-Bueno, para serte sincero, la verdad es que nunca se sabe con total seguridad cuál será la siguiente forma de un digimon. Como yo soy un digimon de tipo virus, es posible que digievoucione alguna vez en un Devimon, como Artaud. Pero también podría digievolucionar en otro tipo de digimon virus, no lo sé con total certeza, disculpa Mike.
-Entonces éste aparato sirve para hacerte digievolucionar. Dijo Mike mientras revisaba en su mochila y sacaba aquel extraño artefacto que encontró minutos antes de aparecer en éste mundo de fantasía.
Ambos se quedaron mirando fijamente ese objeto, meditando en silencio, fantaseando con qué ocurriría si lograban comprender cómo funciona y cómo poder utilizarlo.
Desde donde estaban ellos se podía ver claramente la batalla que estaban teniendo el Devimon y el Angemon en el cielo.
-¡Eres muy rápido corriendo, Mike! Dijo el Pagumon que iba entre los brazos de su compañero humano.
-Ahora que ya no nos ve, vamos a desaparecer por completo. Dijo Miguel entre jadeos de cansancio por la carrera.
Entonces tanteó con sus manos la rama de un árbol para corroborar que fuese un árbol tangible, macizo, y se trepó a él.
Ya arriba del mismo, se escondió entre las hojas, aún con el Pagumon entre sus brazos, y descansó un poco. Sacó de su mochila una cantimplora que contenía un poco de agua y bebió, luego le ofreció agua para que bebiera el pequeño digimon.
Mientras veía al animalejo tomar lo poco que quedaba de agua, Miguel empezó a sospechar de lo que él creía acerca de la situación en la que se veía involucrado. Mil veces había corrido en sus sueños, carreras largas y extenuantes en la vida real, pero que en los sueños no lo cansaban ni un poquito. Esa carrera se sintió muy real...
-¿Tú también puedes "digievolucionar"? Le preguntó Miguel al pequeño Pagumon.
-Por supuesto, todos los digimon pueden digievolucionar. Respondió el digimon con tono de erudito.
-Me refiero a que si puedes cambiar de forma como cuando Artaud pasó de ser un pequeño murciélago a ese tan majestuoso e intimidante demonio negro con ojos rojos.
-Bueno, para serte sincero, la verdad es que nunca se sabe con total seguridad cuál será la siguiente forma de un digimon. Como yo soy un digimon de tipo virus, es posible que digievoucione alguna vez en un Devimon, como Artaud. Pero también podría digievolucionar en otro tipo de digimon virus, no lo sé con total certeza, disculpa Mike.
-Entonces éste aparato sirve para hacerte digievolucionar. Dijo Mike mientras revisaba en su mochila y sacaba aquel extraño artefacto que encontró minutos antes de aparecer en éste mundo de fantasía.
Ambos se quedaron mirando fijamente ese objeto, meditando en silencio, fantaseando con qué ocurriría si lograban comprender cómo funciona y cómo poder utilizarlo.
Desde donde estaban ellos se podía ver claramente la batalla que estaban teniendo el Devimon y el Angemon en el cielo.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :26Nivel On Rol :Bebe II
Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Si debía o no pelear con Angemon no era algo que Taiga pudiera decidir antes de que se decidiera por sí sólo: el ángel volvía a atacar.
- ¡Golpe de Fe!
Su puño derecho se cubrió de luz dorada y fue lanzada en forma de rayo con el movimiento de puñetazo que hizo. Devimon debió volar rápidamente para esquivarlo, pero mientras lo hacía no pudo reaccionar a que el Angemon voló hacia él y lo golpeó con su báculo. Artaud tomó el báculo con su mano izquierda para que no le siguiera golpeando, y atacó:
- Mano de la Muerte
Sus garras de la mano derecha se cubrieron de un aura oscura y golpeó con eso al Angemon, que recibió el ataque mientras intentaba liberar su báculo de la mano de Devimon. Por el impacto del ataque, cayó hacia uno de los techos de las casas del pueblo, rompiendo parte de este, que cayó. Mientras, Taiga buscaba por el suelo con la vista a los demás, preguntándose si estarían bien, pero no lograba ver a nadie, y no sabía dónde estaban escondidos. Angemon se recuperó y volvió a atacar:
- ¡Tornado de Dios!
Comenzó a girar y formó un tornado que se abalanzó sobre Artaud, con lo que este perdió el equilibrio y no logró maniobrar para evitar dar un giro en torno al tornado y salir despedido hacia otra de las casas.
- ¡Artaud! ¡¿Estás bien?!
Gritó Taiga, mientras Artaud intentaba levantarse. Mientras, el Tapirmon, que había perdido de vista a Mike y a Pagumon, continuaba buscándolos y se acercaba hacia donde estaban.
Dentro del refugio de los Koromons, que por suerte no había sido alcanzado por ningún ataque, todos estaban sorprendidos por la discusión entre Hayate Fukuoka y el Koromon del digivice. Este, aún enojado, dijo:
- ¿Me llamas ladrón? Yo no le robé esto a nadie, estaba junto a mí cuando nací, y me pertenece sólo a mí. No necesito un tamer para vivir, ni para digievolucionar, pude vivir sólo todo este tiempo y los tamers sólo son para problemas y para decepciones. No entiendo a esos tontos digimons que pasan toda su vida esperándolos, por favor, vivan sus propias vidas...
Hayate se sentía muy culpable por lo que le había hecho a su propio Koromon, por lo que las palabras de este casi podían herirlo.
- Bueno... Yo... Esperé toda la vida a mi digimon... Incluso creía que lo había encontrado... Pero luego... Sólo... No lo entenderías, no tienes idea de cómo es el mundo humano, allí nadie sabe que los digimons existen así como aquí muchos digimons no saben que los humanos existen. Y por un momento creí que los digimons y el digimundo existían, pero al pasar tantos años buscándolo sin poder llegar a él, llegué a pensar que eran ideas mías... Pasó mucho tiempo hasta que Taiga, mi sobrina, esa chica de allí afuera, me dijo que realmente existía, y desde que lo supe sólo pensé en venir... Y buscar a mi digimon, si es que realmente existe...
Entonces, todos escucharon cómo uno de los digimons de afuera caía en una de las casas cercanas. Si aquel combate no terminaba pronto, podrían salir todos heridos de allí... Y a todo eso, nadie había visto ni a Mike ni a su compañero Pagumon, quién sabe si se había escondido en otro lugar y si estaba a salvo, o si había sido alcanzado por Tapirmon...
- ¡Golpe de Fe!
Su puño derecho se cubrió de luz dorada y fue lanzada en forma de rayo con el movimiento de puñetazo que hizo. Devimon debió volar rápidamente para esquivarlo, pero mientras lo hacía no pudo reaccionar a que el Angemon voló hacia él y lo golpeó con su báculo. Artaud tomó el báculo con su mano izquierda para que no le siguiera golpeando, y atacó:
- Mano de la Muerte
Sus garras de la mano derecha se cubrieron de un aura oscura y golpeó con eso al Angemon, que recibió el ataque mientras intentaba liberar su báculo de la mano de Devimon. Por el impacto del ataque, cayó hacia uno de los techos de las casas del pueblo, rompiendo parte de este, que cayó. Mientras, Taiga buscaba por el suelo con la vista a los demás, preguntándose si estarían bien, pero no lograba ver a nadie, y no sabía dónde estaban escondidos. Angemon se recuperó y volvió a atacar:
- ¡Tornado de Dios!
Comenzó a girar y formó un tornado que se abalanzó sobre Artaud, con lo que este perdió el equilibrio y no logró maniobrar para evitar dar un giro en torno al tornado y salir despedido hacia otra de las casas.
- ¡Artaud! ¡¿Estás bien?!
Gritó Taiga, mientras Artaud intentaba levantarse. Mientras, el Tapirmon, que había perdido de vista a Mike y a Pagumon, continuaba buscándolos y se acercaba hacia donde estaban.
Dentro del refugio de los Koromons, que por suerte no había sido alcanzado por ningún ataque, todos estaban sorprendidos por la discusión entre Hayate Fukuoka y el Koromon del digivice. Este, aún enojado, dijo:
- ¿Me llamas ladrón? Yo no le robé esto a nadie, estaba junto a mí cuando nací, y me pertenece sólo a mí. No necesito un tamer para vivir, ni para digievolucionar, pude vivir sólo todo este tiempo y los tamers sólo son para problemas y para decepciones. No entiendo a esos tontos digimons que pasan toda su vida esperándolos, por favor, vivan sus propias vidas...
Hayate se sentía muy culpable por lo que le había hecho a su propio Koromon, por lo que las palabras de este casi podían herirlo.
- Bueno... Yo... Esperé toda la vida a mi digimon... Incluso creía que lo había encontrado... Pero luego... Sólo... No lo entenderías, no tienes idea de cómo es el mundo humano, allí nadie sabe que los digimons existen así como aquí muchos digimons no saben que los humanos existen. Y por un momento creí que los digimons y el digimundo existían, pero al pasar tantos años buscándolo sin poder llegar a él, llegué a pensar que eran ideas mías... Pasó mucho tiempo hasta que Taiga, mi sobrina, esa chica de allí afuera, me dijo que realmente existía, y desde que lo supe sólo pensé en venir... Y buscar a mi digimon, si es que realmente existe...
Entonces, todos escucharon cómo uno de los digimons de afuera caía en una de las casas cercanas. Si aquel combate no terminaba pronto, podrían salir todos heridos de allí... Y a todo eso, nadie había visto ni a Mike ni a su compañero Pagumon, quién sabe si se había escondido en otro lugar y si estaba a salvo, o si había sido alcanzado por Tapirmon...
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :98Nivel On Rol :ChampionInventario :
Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Miguel y Pagumon no sabían qué tenían que hacer para que el pequeño digimon se convirtiera en otro Devimon, y así poder ayudar a Artaud contra el terrible Angemon que quería aniquilar a todos los digimon de tipo virus.
Mientras tanto, el Tapirmon se acercaba hacia el árbol donde se encontraban escondidos nuestros amigos.
Miguel se percató de ello y, al ver que las ramas de los árboles estaban tan cerca unas de las otras, pensó que podría saltar de rama en rama por encima de los árboles, sin que nadie se diera cuenta, de regreso hacia el pueblo de los Koromon y perdiendo de vista a quien les venía persiguiendo.
Eso fue lo que hizo, pero justo cuando estaba por llegar al pueblo, una de las ramas sobre las que saltó resultó estar floja... y Miguel, con Pagumon en sus brazos, cayó al piso de espaldas, alertando al Tapirmon, que rápidamente se detuvo y volvió hacia atrás luego de escuchar el sonido del golpe contra el suelo.
Miguel se incorporó lo más rápido que pudo y nuevamente comenzó a correr camino al pueblo, notando que al correr se cansaba. Quizás todo ésto no se trataba de un sueño después de todo, tal vez se trataba de algo que estaba ocurriendo en la realidad, de alguna forma extraña y por alguna muy extraña razón.
Nada de eso importaba ahora, lo único realmente importante era huír.
El Tapirmon se detuvo por un momento y de su boca empezó a salir una nube muy oscura, que persiguió a Miguel y a Pagumon a gran velocidad. Miguel atinó a tirarse al piso para que esa nube negra no los tocara... Ya estaba muy cansado, no podía seguir corriendo, tendría que enfrentarse a ese bicho tan insistente.
Un estruendo sonó en el cielo, como un relámpago, y todos miraron asombrados hacia el cielo, donde se desarrollaba aún la gran lucha entre Devimon y Angemon.
Mientras tanto, el Tapirmon se acercaba hacia el árbol donde se encontraban escondidos nuestros amigos.
Miguel se percató de ello y, al ver que las ramas de los árboles estaban tan cerca unas de las otras, pensó que podría saltar de rama en rama por encima de los árboles, sin que nadie se diera cuenta, de regreso hacia el pueblo de los Koromon y perdiendo de vista a quien les venía persiguiendo.
Eso fue lo que hizo, pero justo cuando estaba por llegar al pueblo, una de las ramas sobre las que saltó resultó estar floja... y Miguel, con Pagumon en sus brazos, cayó al piso de espaldas, alertando al Tapirmon, que rápidamente se detuvo y volvió hacia atrás luego de escuchar el sonido del golpe contra el suelo.
Miguel se incorporó lo más rápido que pudo y nuevamente comenzó a correr camino al pueblo, notando que al correr se cansaba. Quizás todo ésto no se trataba de un sueño después de todo, tal vez se trataba de algo que estaba ocurriendo en la realidad, de alguna forma extraña y por alguna muy extraña razón.
Nada de eso importaba ahora, lo único realmente importante era huír.
El Tapirmon se detuvo por un momento y de su boca empezó a salir una nube muy oscura, que persiguió a Miguel y a Pagumon a gran velocidad. Miguel atinó a tirarse al piso para que esa nube negra no los tocara... Ya estaba muy cansado, no podía seguir corriendo, tendría que enfrentarse a ese bicho tan insistente.
Un estruendo sonó en el cielo, como un relámpago, y todos miraron asombrados hacia el cielo, donde se desarrollaba aún la gran lucha entre Devimon y Angemon.
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Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Koromon había escuchado la historia de Hayate, y por un instante llegó a pensar que esa misma podría ser la historia de su tamer perdido. Pero era imposible, pensaba: ¿cómo podría ese extraño llegado allí por casualidad ser su tamer perdido hace tantos años atrás? Sólo había una forma de saberlo: preguntar el nombre de aquel humano, ya que el único dato que tenía sobre su tamer era el nombre con el que él se hacía llamar.
- Dime tu nombre.
Dijo fríamente, fingiendo que no le importaba, aunque por dentro aquel era un momento crucial para él. Intentaba disimular la ansiedad y el temblor que esta le ocasionaba. Si fuera él, ¿qué haría luego? ¿Sería capaz de perdonarlo? Hayate lo miró confuso, y luego recordó que jamás habían llegado a presentarse, ya que Angemon los había interrumpido, así que respondió como una presentación normal:
- Oh, lo siento, nunca me presenté correctamente, la circunstancia no se dio... Yo me llamo Hayate Fukuoka.
"Hayate", ¡ese era el nombre! Koromon abrió los ojos enormes: no podía creer que ese hombre tan grande fuera su tamer, y que hubiera llegado, después de tantos años desaparecido, a su vida de esa forma tan arbitraria.
- ¿Qué? ¿Ese es tu nombre de verdad?
Preguntó atónito.
- Claro, ¿por qué te mentiría?
No sabía cómo decirlo, pero se esforzó, aunque la mezcla de sensaciones en su interior parecía retrasar sus palabras:
- No puede ser... Entonces... Tú... Tú eres... Mi tamer...
Hayate se sorprendió:
- ¿Qué? ¿Quieres decir que tú eres Koromon, es decir, mi Koromon?
Luego pensó: todo tenía sentido, las experiencias que le había contado, y el digivice que llevaba siempre consigo... Ese digivice, entonces, le pertenecía a él.
- ¿Tú eras el que me hablaba desde el otro mundo? ¡Prometiste que vendrías por mí! ¿Por qué desapareciste todo este tiempo? No tienes idea de todo lo que pasé...
- Yo... Sí... Soy yo... Lo siento mucho, no era mi intención...
Entonces escucharon un estruendo afuera, como si algo muy grande cayera.
- ¡Taiga! Mi sobrina, está peleando sola, le prometí a mi hermano que la cuidaría y estoy aquí escondido sin hacer nada...
- Entonces vamos a ayudarlos, toma, esto es tuyo.
Dijo Koromon decidido y le entregó a Hayate el digivice...
Artaud se había levantado con esfuerzo del techo de la casa donde había caído, lanzando un ataque hacia el Angemon para alejarlo y que no lo atacara por un momento. Quería ganar tiempo para recuperarse por completo del golpe.
- ¡Viento Endemoniado!
Agitó sus alas y lanzó dos ráfagas de viento cortante. Angemon subestimó por competo el poder del ataque y lo recibió, con lo que salió despedido varios metros hacia atrás y resultó herido. Taiga, mientras tanto, llegó a ver desde el tejado en el que se encontraba, que en otra parte del pueblo habían aparecido, desde su perspectiva, Mike y Pagumon, pero el Tapirmon los seguía muy de cerca y los llegó a atacar, aunque por suerte pudieron esquivar el ataque. Pensó que Artaud quizás podría defenderse sólo, pero Mike era nuevo en el Digimundo y Pagumon era apenas un bebé, por lo que quizás lo mejor sería ir a ayudarlos a ellos. Apenas movió su pie para poner en marcha su nuevo plan, que vio a Artaud caer al suelo, justo en la puerta del refugio de Hayate y los Koromons. Angemon le había lanzado su báculo como si fuera una jabalina y Artaud no había logrado recuperarse por completo del último golpe, por lo que le dio de lleno. Entonces, vio también salir del refugio a Hayate con todos los Koromons.
- ¡¿Qué están haciendo?! ¡Escóndanse, saldrán heridos!
- ¡De ninguna manera! ¡Nosotros también tenemos que ayudar!
Dijo Koromon, mientras que Hayate se acercaba al Devimon para asistirlo.
- Artaud, ¿estás bien?
Dijo mientras lo ayudaba a ponerse de pie.
- No te preocupes por mí, protege a los Koromons...
Dijo Artaud cuando logró pararse, y Taiga, desde el tejado, les gritó:
- ¡Si quieren ayudar busquen a Mike y a Pagumon, la están pasando peor que nosotros! ¡Están por allí!
Señaló con el dedo índice la dirección en la que veía a Mike y a Pagumon, sabiendo que todos esos Koromons probablemente podrían contra el Tapirmon si actuaban todos juntos.
- ¡Ya oyeron, muévanse, hay que ayudar al otro humano y a Pagumon!
La horda de bolas rosadas se dirigió a los saltos al lugar donde estaban Mike y Pagumon, y Hayate los acompañó.
- ¡Ataquen todos juntos!
Comandó Koromon a todos los demás, y se lanzó a atacarlo con sus burbujas, un ataque básico de digimons bebés. El ataque de un sólo Koromon no le haría daño alguno, pero habían allí diez Koromons que tranquilamente podrían vencerlo, aunque aún sentían algo de miedo y estaban decidiendo si arriesgarse a atacar o no...
- Dime tu nombre.
Dijo fríamente, fingiendo que no le importaba, aunque por dentro aquel era un momento crucial para él. Intentaba disimular la ansiedad y el temblor que esta le ocasionaba. Si fuera él, ¿qué haría luego? ¿Sería capaz de perdonarlo? Hayate lo miró confuso, y luego recordó que jamás habían llegado a presentarse, ya que Angemon los había interrumpido, así que respondió como una presentación normal:
- Oh, lo siento, nunca me presenté correctamente, la circunstancia no se dio... Yo me llamo Hayate Fukuoka.
"Hayate", ¡ese era el nombre! Koromon abrió los ojos enormes: no podía creer que ese hombre tan grande fuera su tamer, y que hubiera llegado, después de tantos años desaparecido, a su vida de esa forma tan arbitraria.
- ¿Qué? ¿Ese es tu nombre de verdad?
Preguntó atónito.
- Claro, ¿por qué te mentiría?
No sabía cómo decirlo, pero se esforzó, aunque la mezcla de sensaciones en su interior parecía retrasar sus palabras:
- No puede ser... Entonces... Tú... Tú eres... Mi tamer...
Hayate se sorprendió:
- ¿Qué? ¿Quieres decir que tú eres Koromon, es decir, mi Koromon?
Luego pensó: todo tenía sentido, las experiencias que le había contado, y el digivice que llevaba siempre consigo... Ese digivice, entonces, le pertenecía a él.
- ¿Tú eras el que me hablaba desde el otro mundo? ¡Prometiste que vendrías por mí! ¿Por qué desapareciste todo este tiempo? No tienes idea de todo lo que pasé...
- Yo... Sí... Soy yo... Lo siento mucho, no era mi intención...
Entonces escucharon un estruendo afuera, como si algo muy grande cayera.
- ¡Taiga! Mi sobrina, está peleando sola, le prometí a mi hermano que la cuidaría y estoy aquí escondido sin hacer nada...
- Entonces vamos a ayudarlos, toma, esto es tuyo.
Dijo Koromon decidido y le entregó a Hayate el digivice...
- Digivice:
Artaud se había levantado con esfuerzo del techo de la casa donde había caído, lanzando un ataque hacia el Angemon para alejarlo y que no lo atacara por un momento. Quería ganar tiempo para recuperarse por completo del golpe.
- ¡Viento Endemoniado!
Agitó sus alas y lanzó dos ráfagas de viento cortante. Angemon subestimó por competo el poder del ataque y lo recibió, con lo que salió despedido varios metros hacia atrás y resultó herido. Taiga, mientras tanto, llegó a ver desde el tejado en el que se encontraba, que en otra parte del pueblo habían aparecido, desde su perspectiva, Mike y Pagumon, pero el Tapirmon los seguía muy de cerca y los llegó a atacar, aunque por suerte pudieron esquivar el ataque. Pensó que Artaud quizás podría defenderse sólo, pero Mike era nuevo en el Digimundo y Pagumon era apenas un bebé, por lo que quizás lo mejor sería ir a ayudarlos a ellos. Apenas movió su pie para poner en marcha su nuevo plan, que vio a Artaud caer al suelo, justo en la puerta del refugio de Hayate y los Koromons. Angemon le había lanzado su báculo como si fuera una jabalina y Artaud no había logrado recuperarse por completo del último golpe, por lo que le dio de lleno. Entonces, vio también salir del refugio a Hayate con todos los Koromons.
- ¡¿Qué están haciendo?! ¡Escóndanse, saldrán heridos!
- ¡De ninguna manera! ¡Nosotros también tenemos que ayudar!
Dijo Koromon, mientras que Hayate se acercaba al Devimon para asistirlo.
- Artaud, ¿estás bien?
Dijo mientras lo ayudaba a ponerse de pie.
- No te preocupes por mí, protege a los Koromons...
Dijo Artaud cuando logró pararse, y Taiga, desde el tejado, les gritó:
- ¡Si quieren ayudar busquen a Mike y a Pagumon, la están pasando peor que nosotros! ¡Están por allí!
Señaló con el dedo índice la dirección en la que veía a Mike y a Pagumon, sabiendo que todos esos Koromons probablemente podrían contra el Tapirmon si actuaban todos juntos.
- ¡Ya oyeron, muévanse, hay que ayudar al otro humano y a Pagumon!
La horda de bolas rosadas se dirigió a los saltos al lugar donde estaban Mike y Pagumon, y Hayate los acompañó.
- ¡Ataquen todos juntos!
Comandó Koromon a todos los demás, y se lanzó a atacarlo con sus burbujas, un ataque básico de digimons bebés. El ataque de un sólo Koromon no le haría daño alguno, pero habían allí diez Koromons que tranquilamente podrían vencerlo, aunque aún sentían algo de miedo y estaban decidiendo si arriesgarse a atacar o no...
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Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Miguel, que estaba tirado en el piso, muy cansado de tanto correr, vio como a su alrededor se llenó de Koromons, comandados por el Señor Hayate y por un Koromon que parecía ser el líder de los otros.
-¿Qué están haciendo todos aquí? Preguntó Miguel al verse rodeado por un mar de pequeñas pelotas de color rosa con grandes ojos y bocas.
-¡No te preocupes, Mike! ¡Ahora seré yo quien te defienda a tí! Dijo Pagumon muy decidido.
-¡Amigos! ¡Vamos a detener a ese canalla de una vez!
Por favor, ayúdenme con ese Tapirmon que está ayudando al Angemon que nos quiere exterminar, se los agradecería mucho.
Una vez dicho ésto, todos los Koromon se pusieron frente a Miguel y al Señor Hayate, protegiéndolos y uno de los Koromon gritó: -¡Al ataque, equipo!
Entonces Pagumon y todos los Koromon empezaron a escupir burbujas por su boca, bombardeando al Tapirmon por todos lados. Las burbujas explosivas lo cubrieron por completo, y tan masivo fue el ataque que, al cabo de unos pocos minutos recibiendo los impactos, el Tapirmon cayó herido al suelo, inconsciente.
Los Koromon y el Pagumon saltaron de felicidad al ver que habían podido vencer al malvado Tapirmon, Hayate festejaba con ellos y Miguel cayo de espaldas, suspirando y con la mirada perdida en el cielo, como en señal de alivio.
Pero, mientras que por un lado se había solucionado el problema y todo parecía ser festejos y risas, por el otro lado seguía la lucha y no había razones para festejar...
-¿Qué están haciendo todos aquí? Preguntó Miguel al verse rodeado por un mar de pequeñas pelotas de color rosa con grandes ojos y bocas.
-¡No te preocupes, Mike! ¡Ahora seré yo quien te defienda a tí! Dijo Pagumon muy decidido.
-¡Amigos! ¡Vamos a detener a ese canalla de una vez!
Por favor, ayúdenme con ese Tapirmon que está ayudando al Angemon que nos quiere exterminar, se los agradecería mucho.
Una vez dicho ésto, todos los Koromon se pusieron frente a Miguel y al Señor Hayate, protegiéndolos y uno de los Koromon gritó: -¡Al ataque, equipo!
Entonces Pagumon y todos los Koromon empezaron a escupir burbujas por su boca, bombardeando al Tapirmon por todos lados. Las burbujas explosivas lo cubrieron por completo, y tan masivo fue el ataque que, al cabo de unos pocos minutos recibiendo los impactos, el Tapirmon cayó herido al suelo, inconsciente.
Los Koromon y el Pagumon saltaron de felicidad al ver que habían podido vencer al malvado Tapirmon, Hayate festejaba con ellos y Miguel cayo de espaldas, suspirando y con la mirada perdida en el cielo, como en señal de alivio.
Pero, mientras que por un lado se había solucionado el problema y todo parecía ser festejos y risas, por el otro lado seguía la lucha y no había razones para festejar...
- Tamer & Digimon
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Mike y Mukalimba
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
Al ver que Tapirmon quedó en el suelo, completamente incapacitado para seguir luchando, Hayate dijo:
- ¡Excelente! Bien hecho, Koromons, Pagumon...
Todos los Koromons saltaban festejando, y no era el hecho de haber dejado inconsciente a un digimon lo que los ponía de buen humor, sino el que hubieran podido vencer un enemigo más poderoso ellos, tan pequéños y débiles, al hacerlo juntos y en equipo. Sin embargo, el Koromon que antes tenía el digivice de Hayate no estaba festejando. Se acercó a Hayate y le dijo:
- Deberíamos ir a ayudar al Devimon... Pero Angemon es mucho más fuerte que este Tapirmon, no podríamos nosotros y podría matarnos si uno de sus ataques nos alcanzara... Se supone que con ese digivice tu podrías hacerme digievolucionar, hazlo para que podamos darle una paliza a ese Angemon.
Hayate miró el artefacto. La teoría indicaba que se utilizaba para hacer digievolucionar a los digimons, pero no tenía ni idea de cómo hacer eso. Pensó en preguntarle a Mike, pero era evidente que si no había hecho digievolucionar a Pagumon antes era porque no sabía hacerlo.
- Discúlpame, pero no tengo ni idea de cómo se usa esto...
Dijo resignado, y Koromon se decepcionó.
- ¿Cómo que no sabes? Es tuyo, deberías saber cómo funciona...
- Es mio, pero eso no significa que deba saber usarlo, alguien tiene que enseñarme, nunca había visto uno de estos antes, excepto el de Taiga, pero lo vi brevemente y no me enseñó a usarlo... Además, mira al otro muchacho, parece que él tampoco sabe usarlo.
Entonces, sintieron que el Tapirmon en el suelo despertaba, pero no podía moverse, y se quejó un poco del dolor con algunos gruñidos. Hayate se acercó a él y lo examinó un poco.
- ¿Deberíamos ayudarlo?
- ¿De qué estás hablando? Si acabamos de vencerlo...
- Lo sé, pero está herido y es pequeño, quizás hacía lo que hacía porque Angemon lo obligaba...
Koromon lo pensó, pero la idea no le convencía para nada.
- Haz lo que quieras, yo no pienso ayudar a alguien que vino a traer caos a nuestro pueblo.
Hayate se quedó pensativo.
- Tal vez, si lo ayudamos, se arrepienta y deje de seguir a Angemon... Estoy seguro de que podremos razonar con él si le demostramos que somos buenas personas. El único problema es que no tengo nada con qué curarle las heridas, ni siquiera agua para lavárselas...
Artaud volvió a subir al cielo, a la altura de Angemon, y dijo:
- Si me dices que en toda tu vida nunca te has encontrado con un digimon virus bueno, no te creeré... Hay muchos, y varios de ellos andan con humanos, los cuidan, son sus amigos... ¿Por qué tienes esa creencia de que somos todos malos? ¿Tan superior te consideras que crees que puedes prejuzgar a todos sin conocerlos?
A leguas se veía que Angemon no era un ser paciente, aún así se dignó en responder:
- Justamente porque me he encontrado los suficientes digimon virus es que conozco su naturaleza, son seres de oscuridad que sólo traen caos y maldad al mundo, deben ser exterminados.
Esa respuesta no le servía de nada a Artaud, aún así, volvió a intentar razonar con él:
- Yo no tenía intenciones de atacarte, nunca las tuve, pero veo que no entiendes razones, si hubieras llegado al pueblo y hubieras hablado con los Pagumons que vivían aquí, si los hubieras conocido y hubieses pasado días con ellos como hacían estos Koromons, hubieses sabido que eran buenas personas, como estos Koromons dicen... Estoy seguro de que ellos no mienten.
- Nadie podría ser tan ingenuo de creer ese cuento, seguramente los Koromons estaban amenazados por los Pagumons y por eso no hablaban mal de ellos. He venido a liberarlos de la prisión de temor, ahora son libres y podrán vivir en paz.
- Yo no veo que estén en paz, míralos, destruiste varias de sus casas, ¿eso no es acaso traer caos al mundo?
- ¡Silencio! No soportaré ni una más de tus viles mentiras. ¡Golpe de Fe!
Claro estaba que ese diálogo no se extendería demasiado, Angemon parecía ser de los que jamás reconocen cuando se equivocan, y su respuesta a todo el que lo desafiara, aunque fuera con el mayor de los respetos y razones, era eliminarlo. Nuevamente se lanzó a atacar a Devimon con su puño, y él no tuvo más opción que esquivarlo. Una parte de sí quería eliminarlo de una vez, porque lo veía como un tonto que sólo causaba problemas y sufrimiento a los demás, pero otra parte quería evitar dañarlo, porque sentía que el Angemon sólo quería hacer el bien, desde su punto de vista, aunque hiciera todo lo contrario. Todo se resolvería en la mente de Artaud si lograra comprobar que Angemon sólo buscaba una excusa para actuar con malicia porque era un ser maligno, ya que así podría atacarlo sin remordimientos.
- ¡Excelente! Bien hecho, Koromons, Pagumon...
Todos los Koromons saltaban festejando, y no era el hecho de haber dejado inconsciente a un digimon lo que los ponía de buen humor, sino el que hubieran podido vencer un enemigo más poderoso ellos, tan pequéños y débiles, al hacerlo juntos y en equipo. Sin embargo, el Koromon que antes tenía el digivice de Hayate no estaba festejando. Se acercó a Hayate y le dijo:
- Deberíamos ir a ayudar al Devimon... Pero Angemon es mucho más fuerte que este Tapirmon, no podríamos nosotros y podría matarnos si uno de sus ataques nos alcanzara... Se supone que con ese digivice tu podrías hacerme digievolucionar, hazlo para que podamos darle una paliza a ese Angemon.
Hayate miró el artefacto. La teoría indicaba que se utilizaba para hacer digievolucionar a los digimons, pero no tenía ni idea de cómo hacer eso. Pensó en preguntarle a Mike, pero era evidente que si no había hecho digievolucionar a Pagumon antes era porque no sabía hacerlo.
- Discúlpame, pero no tengo ni idea de cómo se usa esto...
Dijo resignado, y Koromon se decepcionó.
- ¿Cómo que no sabes? Es tuyo, deberías saber cómo funciona...
- Es mio, pero eso no significa que deba saber usarlo, alguien tiene que enseñarme, nunca había visto uno de estos antes, excepto el de Taiga, pero lo vi brevemente y no me enseñó a usarlo... Además, mira al otro muchacho, parece que él tampoco sabe usarlo.
Entonces, sintieron que el Tapirmon en el suelo despertaba, pero no podía moverse, y se quejó un poco del dolor con algunos gruñidos. Hayate se acercó a él y lo examinó un poco.
- ¿Deberíamos ayudarlo?
- ¿De qué estás hablando? Si acabamos de vencerlo...
- Lo sé, pero está herido y es pequeño, quizás hacía lo que hacía porque Angemon lo obligaba...
Koromon lo pensó, pero la idea no le convencía para nada.
- Haz lo que quieras, yo no pienso ayudar a alguien que vino a traer caos a nuestro pueblo.
Hayate se quedó pensativo.
- Tal vez, si lo ayudamos, se arrepienta y deje de seguir a Angemon... Estoy seguro de que podremos razonar con él si le demostramos que somos buenas personas. El único problema es que no tengo nada con qué curarle las heridas, ni siquiera agua para lavárselas...
Artaud volvió a subir al cielo, a la altura de Angemon, y dijo:
- Si me dices que en toda tu vida nunca te has encontrado con un digimon virus bueno, no te creeré... Hay muchos, y varios de ellos andan con humanos, los cuidan, son sus amigos... ¿Por qué tienes esa creencia de que somos todos malos? ¿Tan superior te consideras que crees que puedes prejuzgar a todos sin conocerlos?
A leguas se veía que Angemon no era un ser paciente, aún así se dignó en responder:
- Justamente porque me he encontrado los suficientes digimon virus es que conozco su naturaleza, son seres de oscuridad que sólo traen caos y maldad al mundo, deben ser exterminados.
Esa respuesta no le servía de nada a Artaud, aún así, volvió a intentar razonar con él:
- Yo no tenía intenciones de atacarte, nunca las tuve, pero veo que no entiendes razones, si hubieras llegado al pueblo y hubieras hablado con los Pagumons que vivían aquí, si los hubieras conocido y hubieses pasado días con ellos como hacían estos Koromons, hubieses sabido que eran buenas personas, como estos Koromons dicen... Estoy seguro de que ellos no mienten.
- Nadie podría ser tan ingenuo de creer ese cuento, seguramente los Koromons estaban amenazados por los Pagumons y por eso no hablaban mal de ellos. He venido a liberarlos de la prisión de temor, ahora son libres y podrán vivir en paz.
- Yo no veo que estén en paz, míralos, destruiste varias de sus casas, ¿eso no es acaso traer caos al mundo?
- ¡Silencio! No soportaré ni una más de tus viles mentiras. ¡Golpe de Fe!
Claro estaba que ese diálogo no se extendería demasiado, Angemon parecía ser de los que jamás reconocen cuando se equivocan, y su respuesta a todo el que lo desafiara, aunque fuera con el mayor de los respetos y razones, era eliminarlo. Nuevamente se lanzó a atacar a Devimon con su puño, y él no tuvo más opción que esquivarlo. Una parte de sí quería eliminarlo de una vez, porque lo veía como un tonto que sólo causaba problemas y sufrimiento a los demás, pero otra parte quería evitar dañarlo, porque sentía que el Angemon sólo quería hacer el bien, desde su punto de vista, aunque hiciera todo lo contrario. Todo se resolvería en la mente de Artaud si lograra comprobar que Angemon sólo buscaba una excusa para actuar con malicia porque era un ser maligno, ya que así podría atacarlo sin remordimientos.
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Taiga & Artaud
Re: Un Nuevo Mundo. (Libre)
-¡Lo logramos, Mike! Gritaba Pagumon mientras saltaba y rebotaba de alegría.
Miguel estaba exhausto de tanto correr de aquí para allá, se quedó tendido en el piso, intentando tomar un respiro de toda esa locura. Dentro de su mente ya estaba comenzando a considerar la idea de que todo ésto quizás no era un sueño y era la realidad. Una realidad muy extraña e ilógica...
-¿Por qué quedó inconsciente? Tan sólo le tiraron burbujas. Le preguntó Miguel a su compañero digimon, a lo que le respondieron:
-Las burbujas de los Koromons son explosivas, pero las burbujas que lanzamos los Pagumons son venenosas. Posiblemente ese Tapirmon está envenenado ahora mismo.
-¿Me estás hablando en serio? ¿Entonces puede morir por culpa de ese veneno?
-Lo dudo mucho, ese digimon es más poderoso que yo... pero... ¿Por qué te preocupas tanto por él, Mike?
-Bueno, aunque nos estaba persiguiendo, creo que es un ser vivo... por eso me preocupa que no lo hayamos matado.
-Pero... Mike, él nos quería aniquilar a nosotros.
-Eso no lo sabemos. Por lo que ví, él simplemente estaba siguiendo las órdenes de ese tal "Angemon". Quizás le obedece de forma voluntaria, o tal vez le hace caso solamente porque está amenazado de alguna manera y le tiene miedo.
-¿Qué crees que debemos hacer entonces?
-No sé si me arrepentiré de mi decisión, espero que no, pero supongo que podríamos ayudarlo y averiguar qué es lo que está ocurriendo.
Déjame ver... Creo que puedo tener algo que sirva de ayuda aquí...
Sentado aún en el suelo, Miguel abrió su mochila y empezó a escarbar en su interior, visualizando los elementos que llevaba allí dentro.
-Bueno, tengo una cantimplora con agua, quizás le ayude a reaccionar.
No sé cómo funciona la biología de los digimon, pero si sois seres vivos, de seguro que el agua es algo bueno para vosotros.
Mientras que los Koromons no se veían para nada de acuerdo con que Miguel intentase ayudar al "enemigo", parecía que al señor Hayate le agradaba la actitud solidaria y despojada de rencor que mostraba Miguel.
-Por favor, Señor Hayate, le agradecería si usted pudiera ayudarme a reanimar a ese pequeño digimon. También voy a necesitar la ayuda de los demás, necesitaría que os quedaseis alerta por si acaso, si él nos vuelve a atacar vais a tener que contraatacar de nuevo y ya no me interesará la salud de un ser tan obstinado y agresivo.
Mientras Miguel y el Sr. Hayate se acercaban al Tapirmon con la cantimplora, los Koromons y el Pagumon estaban atentos ante cualquier muestra de hostilidad de parte del caído.
En el cielo seguían haciendo eco los estruendosos golpes que intercambiaban Devimon y Angemon...
Miguel estaba exhausto de tanto correr de aquí para allá, se quedó tendido en el piso, intentando tomar un respiro de toda esa locura. Dentro de su mente ya estaba comenzando a considerar la idea de que todo ésto quizás no era un sueño y era la realidad. Una realidad muy extraña e ilógica...
-¿Por qué quedó inconsciente? Tan sólo le tiraron burbujas. Le preguntó Miguel a su compañero digimon, a lo que le respondieron:
-Las burbujas de los Koromons son explosivas, pero las burbujas que lanzamos los Pagumons son venenosas. Posiblemente ese Tapirmon está envenenado ahora mismo.
-¿Me estás hablando en serio? ¿Entonces puede morir por culpa de ese veneno?
-Lo dudo mucho, ese digimon es más poderoso que yo... pero... ¿Por qué te preocupas tanto por él, Mike?
-Bueno, aunque nos estaba persiguiendo, creo que es un ser vivo... por eso me preocupa que no lo hayamos matado.
-Pero... Mike, él nos quería aniquilar a nosotros.
-Eso no lo sabemos. Por lo que ví, él simplemente estaba siguiendo las órdenes de ese tal "Angemon". Quizás le obedece de forma voluntaria, o tal vez le hace caso solamente porque está amenazado de alguna manera y le tiene miedo.
-¿Qué crees que debemos hacer entonces?
-No sé si me arrepentiré de mi decisión, espero que no, pero supongo que podríamos ayudarlo y averiguar qué es lo que está ocurriendo.
Déjame ver... Creo que puedo tener algo que sirva de ayuda aquí...
Sentado aún en el suelo, Miguel abrió su mochila y empezó a escarbar en su interior, visualizando los elementos que llevaba allí dentro.
-Bueno, tengo una cantimplora con agua, quizás le ayude a reaccionar.
No sé cómo funciona la biología de los digimon, pero si sois seres vivos, de seguro que el agua es algo bueno para vosotros.
Mientras que los Koromons no se veían para nada de acuerdo con que Miguel intentase ayudar al "enemigo", parecía que al señor Hayate le agradaba la actitud solidaria y despojada de rencor que mostraba Miguel.
-Por favor, Señor Hayate, le agradecería si usted pudiera ayudarme a reanimar a ese pequeño digimon. También voy a necesitar la ayuda de los demás, necesitaría que os quedaseis alerta por si acaso, si él nos vuelve a atacar vais a tener que contraatacar de nuevo y ya no me interesará la salud de un ser tan obstinado y agresivo.
Mientras Miguel y el Sr. Hayate se acercaban al Tapirmon con la cantimplora, los Koromons y el Pagumon estaban atentos ante cualquier muestra de hostilidad de parte del caído.
En el cielo seguían haciendo eco los estruendosos golpes que intercambiaban Devimon y Angemon...
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Mike y Mukalimba
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