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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
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Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
Habían pasado ya un par de días desde que Yuzuki conoció a Moonmon y, a pesar de lo imaginativa que puede llegar a ser la joven respecto a las consecuencias y causas de sus acciones, nunca se le cruzó por la cabeza lo que repercutiría tener a su lado a un compañero digimon. Tuvo la suerte de que el día en que ella llegó su madre había estado fuera de casa, y muy posiblemente eso pueda durar un par de semanas más, por lo que Moonmon puede saltar y correr todo lo que quiera sin preocuparse de que alguien que no sea su compañera humana la vea; desgraciadamente estas travesuras les costaría caro este día, pues en un acto ingenuo por parte de la digimon, quien pensó que unas joyas guardadas eran en realidad alimento, obligaría a Yuzuki a tomar manos en el asunto... ¿Pero cómo hacerlo?
- ¡Vamos, escupe! -le exigía la chica a su digimon mientras le daba palmeos detrás.
- ¿Que se supone que vamos a lograr con esto? -preguntó su confundida compañera, quien en realidad no sabía que había hecho mal.
- Te comiste todas las joyas de mamá, no tienes idea de lo mal que me irá si se entera que las perdí ¡Valen mucho!
- ¿Qué son "joyas"?
- Pues, son... -negó con la cabeza- ¡No creas que te libraras de esto haciéndome divagar! -le gritó. Estaba furiosa, pero mayor parte de esa ira se debía al terror que le tenía a su madre cuando se enfadaba, y esto iba a meritar un castigo- Cielos, sí no hay forma de que puedas escupirlos entonces tengo que ir a comprarlas todas de nuevo -suspiró con desgano.
- Lo siento... -expresó la joven digimon, inclinando su cabeza con arrepentimiento- ¿Estas molesta conmigo?
- Estoy... asustada, Moonmon -cerró los ojos. No podía echarle toda la bronca, ella sabía el poco conocimiento que tiene Moonmon acerca de los humanos y sus cosas, y fue su culpa el no haberla instruido un poco sobre eso- Pero no importa, por ahora hay que salir a reponer las joyas que te comiste -se cruzó de brazos- Tendré que usar la tarjeta de crédito de mamá, es lo único que me dejó para emergencias, espero no se entere muy pronto.
- Moonmon tratará de no meterte en más problemas de nuevo, es una promesa.
- No se pueden prometer esas cosas -le sonrió tímidamente antes de dirigirse hacia la entrada- Andando, no quiero que se junte mucha gente en la tienda.
Moonmon siguió a su compañera hacia la entrada de su casa, y tras esperar a que terminara de colocarse su chaqueta y accesorios, dio un brinco para colocarse entre sus brazos. La forma pequeña y linda de Moonmon funcionaba bien para que fingiera ser un peluche cada vez que Yuzuki salía a la calle.
La tienda de joyería a la que se dirigían no estaba tampoco muy cerca de su casa, antes habría que caminar y cruzar muchas calles, y algo que odiaba Yuzuki era tener que cruzar por callejones mientras traía dinero- Solo quiero que acabe esto pronto -pensó. Moonmon podía notar con las expresiones de su compañera lo mal que la estaba pasando, y eso la hacía sentir culpable.
- ¡Vamos, escupe! -le exigía la chica a su digimon mientras le daba palmeos detrás.
- ¿Que se supone que vamos a lograr con esto? -preguntó su confundida compañera, quien en realidad no sabía que había hecho mal.
- Te comiste todas las joyas de mamá, no tienes idea de lo mal que me irá si se entera que las perdí ¡Valen mucho!
- ¿Qué son "joyas"?
- Pues, son... -negó con la cabeza- ¡No creas que te libraras de esto haciéndome divagar! -le gritó. Estaba furiosa, pero mayor parte de esa ira se debía al terror que le tenía a su madre cuando se enfadaba, y esto iba a meritar un castigo- Cielos, sí no hay forma de que puedas escupirlos entonces tengo que ir a comprarlas todas de nuevo -suspiró con desgano.
- Lo siento... -expresó la joven digimon, inclinando su cabeza con arrepentimiento- ¿Estas molesta conmigo?
- Estoy... asustada, Moonmon -cerró los ojos. No podía echarle toda la bronca, ella sabía el poco conocimiento que tiene Moonmon acerca de los humanos y sus cosas, y fue su culpa el no haberla instruido un poco sobre eso- Pero no importa, por ahora hay que salir a reponer las joyas que te comiste -se cruzó de brazos- Tendré que usar la tarjeta de crédito de mamá, es lo único que me dejó para emergencias, espero no se entere muy pronto.
- Moonmon tratará de no meterte en más problemas de nuevo, es una promesa.
- No se pueden prometer esas cosas -le sonrió tímidamente antes de dirigirse hacia la entrada- Andando, no quiero que se junte mucha gente en la tienda.
Moonmon siguió a su compañera hacia la entrada de su casa, y tras esperar a que terminara de colocarse su chaqueta y accesorios, dio un brinco para colocarse entre sus brazos. La forma pequeña y linda de Moonmon funcionaba bien para que fingiera ser un peluche cada vez que Yuzuki salía a la calle.
La tienda de joyería a la que se dirigían no estaba tampoco muy cerca de su casa, antes habría que caminar y cruzar muchas calles, y algo que odiaba Yuzuki era tener que cruzar por callejones mientras traía dinero- Solo quiero que acabe esto pronto -pensó. Moonmon podía notar con las expresiones de su compañera lo mal que la estaba pasando, y eso la hacía sentir culpable.
Re: Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
Argus/Minerva
Un batir de alas sacudía la ciudad. Una mancha oscura surcaba los cielos de Japón. La mancha oscura pertenecía, ni más ni menos, que a Minerva, mejor conocida como Argus, su nombre en clave dentro de los Union Savers, el clan destinado a la protección tanto del Mundo Humano como del Mundo Digital. Su forma de búho le permitía pasar inadvertida por el Mundo Humano, puesto que era un animal que se solía encontrar en esa dimensión paralela a su lugar de origen... Sin embargo, había investigado y las aves rapaces a las que tanto se parecía eran animales nocturnos, por lo que quizás encontraban raro que un búho campara a sus anchas en pleno día por una ciudad tan abarrotada como aquella... Pero no iría más allá. La catalogarían como un animal que se había desorientado o perdido y ya, no habría ningún problema mientras no hablase con la gente. Porque, claro estaba, esa era una de las características de los Digimon: aunque pareciesen animales, tenían la capacidad de hablar.
Estoy harta de buscar...- dijo para si misma mientras se detenía en la rama de un árbol a descansar, al mismo tiempo que la sombra que le otorgaba la copa del mismo árbol la cubría de los rayos del astro rey que brillaba con más fuerza que los días pasados que había viajado al Mundo Humano. Eso sólamente se debía a una razón: Era Verano. La estación del calor, de las vacaciones, del Sol, de las playas y piscinas, de los helados y de las barbacoas, entre otras tantas características que hacían de esa estación, la favorita de muchos seres vivos, ya fuesen Digimon o humanos. Entonces vio pasar a una muchacha de figura delgada y delicada y con un cabello de color lavanda claro, sedoso y parecía cuidado. En sus brazos reposaba un pequeño ser con forma de bola y una protuberancia en la parte superior de su cuerpo. Pertenecía a la especie de los Moonmon. El Digimon ave de género femenino se quedó mirando a la pareja, quien se encontraban delante de ella. ¿Sospecharían, en el caso de verla, que Minerva era un Digimon o creerían que era un simple búho? Sus reacciones dictaminarían lo que ambas sabían acerca del Mundo Digital...
- Tamer & Digimon
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :67Nivel On Rol :UltimateInventario :
Akira Kurusu
Re: Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
Los rayos del sol parecían ser hoy más intensos que nunca y hacían que la joven humana comenzara a arrepentirse seriamente por haberse traído su chaqueta favorita pues, a pesar de ser su prenda favorita y que la volvía casi distintiva para ella, sus colores oscuros le proporcionaban incluso más calor que el que de por sí ya hacía. Con tan solo un movimiento de cabeza hizo que su gorro se le cayera, dejando a la vista un par de trenzas cuyos listones las cubrían casi por completo, era un peinado cuidadoso y laborioso pero cuya estética final agradaba a su usuaria.
- Hace calor, ¿No? -preguntó a su compañera, olvidando por unos instantes la tensión que antes se había tornado entre ambas; por otro lado Moonmon, quien se había dicho ya no causar más problemas, prefirió tomar por primera vez enserio su papel de "peluche" y permanecer callada, ignorando la pregunta de Yuzuki.
Tal gesto provocó que la chica se sintiera un tanto mal, ella estaba consciente de que había estado echando toda la culpa del embrollo a la bebé digimon, quien ni siquiera había tenido en sus acciones ninguna mala intención, y cuyo único pecado era la curiosidad e ingenuidad de un niño pequeño, actitudes que la caracterizaban por sobremedida.
Cada vez faltaba menos para llegar a su destino, la joyería a donde se dirigían se encontraba tan solo a la vuelta de la esquina, pero algo inusual hizo que Moonmon reaccionase y saliese de su papel para mirar con fijeza hacia cierto lugar: un árbol. Su movimiento, aunque sutil, era difícil de ignorar por su compañera, por lo que la duda surgió.
- ¿Sucede algo? -primeramente preguntó, deteniendo su caminar para prestarle total atención a su compañera.
- Yo... ¿No lo sé? -Moonmon siguió observando hacia aquel sitio en la búsqueda de algo- Tengo una extraña sensación, es como si... -olfateó el aire- ¿Es el aroma de un digimon?
- ¿Aroma de un digimon? ¿Cómo voy a saber eso yo? -arqueó la ceja. Yuzuki no sabía si los digimon tenían una especie de radar entre ellos o si tan solo era una de las extrañas imaginaciones de su compañera, pero para ella, lo más seguro era la segunda opción- Deben ser solo ideas tuyas, Moonmon -trató de calmarla con una palmada sobre su cabeza- ¿Te parece si me esperas aquí? Trataré de no tardar.
La bebé digimon tan solo asintió, aún un poco desconcertada por aquel aroma que hace tiempo no lograba captar y que, por lo tanto, le hacía dudar. Yuzuki la colocó detrás de unos arbustos pues deseaba más que nada que ninguna otra persona la viera, sí Moonmon seguía con su papel de muñeco entonces el problema vendría siendo que algún niño curioso la tomara creyendo que es tan solo un juguete, ¡No toleraría si eso pasara!- No te muevas de aquí, regreso en unos minutos -es lo único que le dijo antes de marcharse en un camino recto por la banqueta.
Una vez sola, escondida tras los matorrales, Moonmon intranquila siguió buscando con la mirada y con leves olfateos la dirección de aquel digimon, atreviéndose a hablar- ¿Hola? ¿Hay algún digimon cerca, o eres solo un producto de mi imaginación? -la antena de su cabeza se inclinó hacia delante, mostrando inseguridad en su estado de ánimo- ...Espero no estarme volviendo loca -añadió para sí misma.
- Hace calor, ¿No? -preguntó a su compañera, olvidando por unos instantes la tensión que antes se había tornado entre ambas; por otro lado Moonmon, quien se había dicho ya no causar más problemas, prefirió tomar por primera vez enserio su papel de "peluche" y permanecer callada, ignorando la pregunta de Yuzuki.
Tal gesto provocó que la chica se sintiera un tanto mal, ella estaba consciente de que había estado echando toda la culpa del embrollo a la bebé digimon, quien ni siquiera había tenido en sus acciones ninguna mala intención, y cuyo único pecado era la curiosidad e ingenuidad de un niño pequeño, actitudes que la caracterizaban por sobremedida.
Cada vez faltaba menos para llegar a su destino, la joyería a donde se dirigían se encontraba tan solo a la vuelta de la esquina, pero algo inusual hizo que Moonmon reaccionase y saliese de su papel para mirar con fijeza hacia cierto lugar: un árbol. Su movimiento, aunque sutil, era difícil de ignorar por su compañera, por lo que la duda surgió.
- ¿Sucede algo? -primeramente preguntó, deteniendo su caminar para prestarle total atención a su compañera.
- Yo... ¿No lo sé? -Moonmon siguió observando hacia aquel sitio en la búsqueda de algo- Tengo una extraña sensación, es como si... -olfateó el aire- ¿Es el aroma de un digimon?
- ¿Aroma de un digimon? ¿Cómo voy a saber eso yo? -arqueó la ceja. Yuzuki no sabía si los digimon tenían una especie de radar entre ellos o si tan solo era una de las extrañas imaginaciones de su compañera, pero para ella, lo más seguro era la segunda opción- Deben ser solo ideas tuyas, Moonmon -trató de calmarla con una palmada sobre su cabeza- ¿Te parece si me esperas aquí? Trataré de no tardar.
La bebé digimon tan solo asintió, aún un poco desconcertada por aquel aroma que hace tiempo no lograba captar y que, por lo tanto, le hacía dudar. Yuzuki la colocó detrás de unos arbustos pues deseaba más que nada que ninguna otra persona la viera, sí Moonmon seguía con su papel de muñeco entonces el problema vendría siendo que algún niño curioso la tomara creyendo que es tan solo un juguete, ¡No toleraría si eso pasara!- No te muevas de aquí, regreso en unos minutos -es lo único que le dijo antes de marcharse en un camino recto por la banqueta.
Una vez sola, escondida tras los matorrales, Moonmon intranquila siguió buscando con la mirada y con leves olfateos la dirección de aquel digimon, atreviéndose a hablar- ¿Hola? ¿Hay algún digimon cerca, o eres solo un producto de mi imaginación? -la antena de su cabeza se inclinó hacia delante, mostrando inseguridad en su estado de ánimo- ...Espero no estarme volviendo loca -añadió para sí misma.
Re: Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
El Digimon femenino con aspecto de búho mantenía sus ojos fijos en la muchacha y en el pequeño Digimon que se encontraba en una de sus etapas más básicas. No era un Digimon demasiado abundante, como podrían ser otros de su mismo nivel como Koromon o Tsunomon, pero sin lugar a dudas no era un Digimon extraño o tan po o común como para asombrarse de su presencia en esa zona. Sin embargo, parecía que la criatura de color frío que pertenecía a la especie de los Moonmon, había logrado encontrarla o, al menos percibir su olor.
Únicamente os permito olerme porque no hay ningún peligro- pensaba la Falcomon, mientras se acicalaba sus alas. Una de sus características más visibles era que se trataba de un Digimon muy sigiloso, que sabía cubrir su rastro, ya fuese con distintas fragancias, caminando sin hacer ruido o, simplemente, volando. Era una ninja voladora, dicho de una forma bastante simple. La única razón por la que no utilizaba sus técnicas y sus conocimientos es porque estaba en el Mundo Humano y no debía infiltrarse en ningún lugar peligroso o que comprometiese su misión, además de que no esperaba encontrar ningún enemigo en las inmediaciones.
Entonces, pudo observar que la chica entraba en un edificio. Fijándose en lo poco que dejaban ver los cristales, pudo observar que se trataba de una tienda de joyería, un producto que, desde siempre, había coleccionado por su belleza y su brillo, como si en lugar de un búho, se tratase de un cuervo... Un cuervo gigante y que podía lanzar shurikens, un arma arrojadiza. Aunque tampoco es que tuviese mucho sentido, al menos desde el punto de vista humano alejado del Mundo Digital.
A su vez, pudo observar que la muchacha dejaba a la pequeña forma de vida digitalizada escondida entre unos matorrales cercanos al árbol en el que Minerva se escondía de las miradas curiosas e indiscretas. Sin embargo, utilizando su pequeño cuerpo esponjoso como un muelle, el diminuto ser buscaba el olor de Falcomon que desprendía la Digimon cuyo nombre en clave era Argus, sin ningún aparente éxito.
Pequeña, aquí arriba- le comentó en lo que parecía ser casi un susurro al pequeño Digimon que se encontraba a escasos metros de donde ella se encontraba-¿Me buscabas?
Únicamente os permito olerme porque no hay ningún peligro- pensaba la Falcomon, mientras se acicalaba sus alas. Una de sus características más visibles era que se trataba de un Digimon muy sigiloso, que sabía cubrir su rastro, ya fuese con distintas fragancias, caminando sin hacer ruido o, simplemente, volando. Era una ninja voladora, dicho de una forma bastante simple. La única razón por la que no utilizaba sus técnicas y sus conocimientos es porque estaba en el Mundo Humano y no debía infiltrarse en ningún lugar peligroso o que comprometiese su misión, además de que no esperaba encontrar ningún enemigo en las inmediaciones.
Entonces, pudo observar que la chica entraba en un edificio. Fijándose en lo poco que dejaban ver los cristales, pudo observar que se trataba de una tienda de joyería, un producto que, desde siempre, había coleccionado por su belleza y su brillo, como si en lugar de un búho, se tratase de un cuervo... Un cuervo gigante y que podía lanzar shurikens, un arma arrojadiza. Aunque tampoco es que tuviese mucho sentido, al menos desde el punto de vista humano alejado del Mundo Digital.
A su vez, pudo observar que la muchacha dejaba a la pequeña forma de vida digitalizada escondida entre unos matorrales cercanos al árbol en el que Minerva se escondía de las miradas curiosas e indiscretas. Sin embargo, utilizando su pequeño cuerpo esponjoso como un muelle, el diminuto ser buscaba el olor de Falcomon que desprendía la Digimon cuyo nombre en clave era Argus, sin ningún aparente éxito.
Pequeña, aquí arriba- le comentó en lo que parecía ser casi un susurro al pequeño Digimon que se encontraba a escasos metros de donde ella se encontraba-¿Me buscabas?
- Tamer & Digimon
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :67Nivel On Rol :UltimateInventario :
Akira Kurusu
Re: Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
Estaba confundida. Moonmon era aquella clase de digimon que ha pasado todo este tiempo en el mundo digital y cuya verdadera interacción con el mundo humano había comenzado hace tan solo un par de días atrás, cuando volvió a reencontrarse con su amiga de la infancia después de mucho tiempo.
Era todo demasiado extraño y nuevo para ella, aunque en el mundo digital existiesen también algunos edificios y ruinas que se asemejan parcialmente con las que existen en este mundo desconocido, existían otras miles diferencias que le abrumaban un poco pero no dejaba de verlo como experiencias que seguramente valdrían la pena probar. Claro está que la regla impuesta por su Tamer sobre mantenerse en cubierto cuando hay humanos cerca le desagrada un poco al limitarle esta aventura que ella misma se piensa; por ejemplo, lo único que tenía que hacer en esos momentos era guardar silencio y esperar hasta que su compañera terminara de arreglar los platos que ya misma había roto para evitar entonces meterla en más problemas, pero su curiosidad iba más allá de lo que ella podía soportar. Pero claro, Moonmon era una digimon bastante curiosa, con hambre de la aventura y libertad que tenía cuando estaba en el digimundo, hacía hace tiempo que no veía un digimon y la simple idea de haber captado la presencia de uno cercano la había hecho ilusionarse, pero como siempre que uno vuela mucho y pierde sus alas, la caída termina siendo igual de devastadora.
La digimon de baja estatura dejó salir un suspiro por entre sus labios, se estaba comenzando a aburrir pero estaba consciente de que en parte eso se lo merecía por pasarse de curiosa; no obstante, una voz desconocida hizo que la antena de su cabeza se levantara por completo tras la sorpresa de que, sí, efectivamente, ella tenía razón.
Inmediatamente, después de que aquella voz femenina se manifestara, Moonmon alzó su mirada hacia por donde provenía el sonido, contemplando ante sus ojos la figura de una lechuza de tamaño mediano y cuyo plumaje oscuro le funcionaba bastante bien como para fundirse entre la sombra de las hojas y ramas que le cubrían- ¡Eres tú! -exclamó, olvidando completamente la regla de su Tamer y que, en realidad, ambas se estaban escondiendo- ¡Lo sabía, sabía que había un digimon por aquí cerca! Zuki se va a emocionar mucho cuando te vea. Moonmon también está muy emocionada, ¿Tú no estás emocionada? -la pequeña digimon bebé no podía controlar sus ánimos, su voz causaba un alboroto y sus constantes botes provocaban que el arbusto que servía como escondite para ella dejara de pasar desapercibido.
Pronto la gente comenzó a notar el movimiento y, mientras más pasaba el tiempo, más llamaba la atención. Las personas más precavidas se limitaban a susurrar entre ellas, algunas preferían marcharse, pero había otros -en especial los humanos más jóvenes- cuya curiosidad los hacía acercarse más de lo debido, pero eso Moonmon no lo sabía, ella estaba completamente cegada por la emoción de hallar a un similar en esa basta ciudad.
Era todo demasiado extraño y nuevo para ella, aunque en el mundo digital existiesen también algunos edificios y ruinas que se asemejan parcialmente con las que existen en este mundo desconocido, existían otras miles diferencias que le abrumaban un poco pero no dejaba de verlo como experiencias que seguramente valdrían la pena probar. Claro está que la regla impuesta por su Tamer sobre mantenerse en cubierto cuando hay humanos cerca le desagrada un poco al limitarle esta aventura que ella misma se piensa; por ejemplo, lo único que tenía que hacer en esos momentos era guardar silencio y esperar hasta que su compañera terminara de arreglar los platos que ya misma había roto para evitar entonces meterla en más problemas, pero su curiosidad iba más allá de lo que ella podía soportar. Pero claro, Moonmon era una digimon bastante curiosa, con hambre de la aventura y libertad que tenía cuando estaba en el digimundo, hacía hace tiempo que no veía un digimon y la simple idea de haber captado la presencia de uno cercano la había hecho ilusionarse, pero como siempre que uno vuela mucho y pierde sus alas, la caída termina siendo igual de devastadora.
La digimon de baja estatura dejó salir un suspiro por entre sus labios, se estaba comenzando a aburrir pero estaba consciente de que en parte eso se lo merecía por pasarse de curiosa; no obstante, una voz desconocida hizo que la antena de su cabeza se levantara por completo tras la sorpresa de que, sí, efectivamente, ella tenía razón.
Inmediatamente, después de que aquella voz femenina se manifestara, Moonmon alzó su mirada hacia por donde provenía el sonido, contemplando ante sus ojos la figura de una lechuza de tamaño mediano y cuyo plumaje oscuro le funcionaba bastante bien como para fundirse entre la sombra de las hojas y ramas que le cubrían- ¡Eres tú! -exclamó, olvidando completamente la regla de su Tamer y que, en realidad, ambas se estaban escondiendo- ¡Lo sabía, sabía que había un digimon por aquí cerca! Zuki se va a emocionar mucho cuando te vea. Moonmon también está muy emocionada, ¿Tú no estás emocionada? -la pequeña digimon bebé no podía controlar sus ánimos, su voz causaba un alboroto y sus constantes botes provocaban que el arbusto que servía como escondite para ella dejara de pasar desapercibido.
Pronto la gente comenzó a notar el movimiento y, mientras más pasaba el tiempo, más llamaba la atención. Las personas más precavidas se limitaban a susurrar entre ellas, algunas preferían marcharse, pero había otros -en especial los humanos más jóvenes- cuya curiosidad los hacía acercarse más de lo debido, pero eso Moonmon no lo sabía, ella estaba completamente cegada por la emoción de hallar a un similar en esa basta ciudad.
Re: Un brillante encuentro [Priv. Max "Kenku"]
No, no estoy emocionada de ver a otro Digimon, convivo con otros Digimon constantemente- contestó secamente mientras observaba que aquella pequeña forma de vida digital comenzaba a causar un gran alboroto- Y, por lo que más quieras, baja la voz de una buena vez...- sin embargo, el Digimon de nivel Bebé hizo caso omiso a la sugerencia de la Falcomon, mientras ésta suspiraba y comprobaba cómo todos los allí sufrían las consecuencias de ello. Había humanos que, al pasear, y oír esos extraños gritos se alejaban, mientras que había otros, en su mayoría niños y pre-adolescentes, que se acercaban con una gran curiosidad en sus rostros, a comprobar cuál era el origen de aquél ruido, a pesar de las súplicas y las órdenes de sus padres.
Probablemente, Minerva debería hacer algo. Como miembro de los Union Savers, su deber era mantener la paz entre el Mundo Humano y el Mundo Digimon. Que unos niños encontrasen a un Digimon sin tan siquiera pertenecer al llamado grupo de los Tamers era señal de que nada bueno podría ocurrir. Y mucho menos en una situación en la que hubiesen tantos humanos aglomerados en un mismo sitio. Algún teléfono, alguna cámara, siempre se encontraban encendidas, tal vez se debiera al afán que tenían una gran parte de los humanos por volverse famosos y vivir bien sin trabajar. O simplemente porque necesitaban sentirse queridos y admirados por un gran número de personas. La psicología de los humanos, a veces, resultaba confusa... Y molesta, en ocasiones. O eso era lo que pensaba la Falcomon.
Por otro lado, Minerva también pensaba que, en contraposición a su estatus como miembro de los Union Savers, pensaba que una buena reprimenda hacia esa Moonmon la haría cambiar de parecer. Probablemente, después de ser atosigada por aquellos niños, se le quitasen las ganas de evitar pasar desapercibida en un mundo que aún no estaba preparado para conocer a los Digimon... Y mucho menos teniendo en cuenta otra característica de su mentalidad: tener miedo a lo desconocido y, por ello, sentirse atacados. No era la primera vez que la humanidad o parte de ella atacaba a todo aquello que se saliera de su imaginación o comprensión, cosa que Moonmon podría estropear con esos gritos. Resoplando fastidiada, Minerva extendió sus alas y varios objetos esféricos aparecieron debajo de ellas.
Hitting Bamboo Drop!- esos orbes, creados con un bambú especial del Digimundo, eran granadas. Sin embargo, lejos de ser mortales, se dirigieron hacia donde se encontraba la Moonmon. Éstas esferas estallaron, creando una cortina de humo que se dispersó desde los arbustos donde se encontraba la pequeña Digimon hasta el árbol donde se encontraba en esos momentos la lechuza de color oscuro. Sin perder tiempo, Minerva se lanzó hacia el Digimon bebé y, con intenciones de agarrar la antena que sobresalía de su esférico cuerpo, trató de sacarla de allí y llevarla a un lugar donde no fuese vista... Por ejemplo, el tejado del edificio donde acababa de meterse su Tamer. Ya volvería a por la Tamer de Moonmon más adelante, aunque fuese para calmarla...- ¿Es que acaso tienes la cabeza hueca? ¿¡Cómo se te ocurre montar un escándalo en el Mundo Humano siendo una Digimon?!- preguntó Minerva, una vez en el tejado, enfadada con la pequeña Digimon bebé, a quien observaba con sus dos ojos de color rojizos.
Probablemente, Minerva debería hacer algo. Como miembro de los Union Savers, su deber era mantener la paz entre el Mundo Humano y el Mundo Digimon. Que unos niños encontrasen a un Digimon sin tan siquiera pertenecer al llamado grupo de los Tamers era señal de que nada bueno podría ocurrir. Y mucho menos en una situación en la que hubiesen tantos humanos aglomerados en un mismo sitio. Algún teléfono, alguna cámara, siempre se encontraban encendidas, tal vez se debiera al afán que tenían una gran parte de los humanos por volverse famosos y vivir bien sin trabajar. O simplemente porque necesitaban sentirse queridos y admirados por un gran número de personas. La psicología de los humanos, a veces, resultaba confusa... Y molesta, en ocasiones. O eso era lo que pensaba la Falcomon.
Por otro lado, Minerva también pensaba que, en contraposición a su estatus como miembro de los Union Savers, pensaba que una buena reprimenda hacia esa Moonmon la haría cambiar de parecer. Probablemente, después de ser atosigada por aquellos niños, se le quitasen las ganas de evitar pasar desapercibida en un mundo que aún no estaba preparado para conocer a los Digimon... Y mucho menos teniendo en cuenta otra característica de su mentalidad: tener miedo a lo desconocido y, por ello, sentirse atacados. No era la primera vez que la humanidad o parte de ella atacaba a todo aquello que se saliera de su imaginación o comprensión, cosa que Moonmon podría estropear con esos gritos. Resoplando fastidiada, Minerva extendió sus alas y varios objetos esféricos aparecieron debajo de ellas.
Hitting Bamboo Drop!- esos orbes, creados con un bambú especial del Digimundo, eran granadas. Sin embargo, lejos de ser mortales, se dirigieron hacia donde se encontraba la Moonmon. Éstas esferas estallaron, creando una cortina de humo que se dispersó desde los arbustos donde se encontraba la pequeña Digimon hasta el árbol donde se encontraba en esos momentos la lechuza de color oscuro. Sin perder tiempo, Minerva se lanzó hacia el Digimon bebé y, con intenciones de agarrar la antena que sobresalía de su esférico cuerpo, trató de sacarla de allí y llevarla a un lugar donde no fuese vista... Por ejemplo, el tejado del edificio donde acababa de meterse su Tamer. Ya volvería a por la Tamer de Moonmon más adelante, aunque fuese para calmarla...- ¿Es que acaso tienes la cabeza hueca? ¿¡Cómo se te ocurre montar un escándalo en el Mundo Humano siendo una Digimon?!- preguntó Minerva, una vez en el tejado, enfadada con la pequeña Digimon bebé, a quien observaba con sus dos ojos de color rojizos.
- Tamer & Digimon
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Akira Kurusu
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