遺産 (Legado) [Priv. Erza Scarlet]

por Roku Ginshô Miér Mar 14, 2018 8:53 pm

No tenía ningún sentido. La hoja que empleó en vida el otrora líder del clan, pese a que podia ser vista en una de las plazas del Área Dimensional, como monumento a los caídos y homenaje a su legado, no dejaba de ser una copia en mármol. El arma original, en nefastas condiciones tras su batalla contra los invasores que dieron nombre al fatídico evento, el cual propició su muerte y la de muchos, había sido apartada y almacenada, no por burdos intereses religiosos o tribales. Era insólito que, tras la muerte de su portador, esta no se hubiera deshecho junto a él. Presentaba grietas, imperfecciones, y una condición que distaba mucho de ser perfecta, pero ya era más que ser un amasijo de polvo, un recuerdo del glorioso Imperialdramon.

Ni la división de Investigación y Desarrollo, atendiendo al departamento de herrería y armamento, se habían atrevido a analizarla, y mucho menos restaurarla, pues los materiales no dejaban de proceder del propio digimon, y sin una muestra de un Paladín, poco podía hacerse con aquellos restos. Y los RK no estarían muy dispuestos en ayudar proporcionando los datos de su progenitor y Primer Adalid de Yggdrassil. Estaban ante una tabla en blanco, y el uso del verbo pasado era tremendamente correcto: ya no había espada.

¿Quién querría hacerse con esta? ¿Para qué arriesgarse sustrayéndola de una base vigilada? Las cámaras habían sido saboteadas a la hora del crimen, y no había ninguna cerradura forzada o hackeada, del mismo modo que tampoco había algún destrozo que facilitara la huida. Lo primero que podía pensarse era el uso de portales, privilegio RK, pero para qué querrían ellos esa espalda. Parecía un robo destinado a acusar al clan de los Caballeros, sí, y aunque la histeria inicial los señalaba como culpables, Roku descartó esto. Existían otros digimons capaces de plegar la realidad, y un portal no justificaría el problema de las cámaras.

Adam, frente al resto de agentes allí presentes, fue golpeando con un bastón las diferentes losetas del suelo, y ante sorpresa de todos, encontró un punto hueco. Hizo esto después de preguntar sobre el estado de ventanas, canales de ventilación, red eléctrica o cañería de agua. Un digimon podría infiltrarse por todos estos medios, pero también por el subsuelo. Al hacer palanca, mostró un túnel que fue el método usado para el robo.

-Bueno, caballeros -dijo, sin emoción alguna, transmitiendo una perturbadora sensación de miedo-. Me temo que Sven y yo nos vamos de caza.

por **Erza Scarlet** Miér Mar 14, 2018 11:27 pm

La Ciudad Central fue el lugar donde todo termino para Imperialdramon, pero también significó un nuevo comienzo para él lado de Erza. Aunque aquello había significado dejar atrás muchas cosas, como sus amigos y el que una vez fue su hogar. No negaba que lo echaba de menos, los echaba de menos a todos pero volver no serviría de nada. Su línea evolutiva era tan diferente ahora que nadie le creería si el dijera que es Imperialdramon. De todos modos aquél día no fue allí para rememorar su pasado si no para tratar de animar a Erza. Hace poco, la joven tamer tuvo una entrevista de trabajo en un restaurante de Japón pero no hubo suerte. Ella estaba viviendo de manera independiente en el país nipón pero desde que había quedado sin trabajo cada vez le fue costando más pagar el alquiler. Empezaba a llegar la fecha límite, en unos días ya no podría pagar más.

Debía encontrar un nuevo lugar donde vivir, y si no podía ser en el Mundo Humano sería en el Digital. Solo debía encontrar un lugar y trasladar sus cosas. Aunque decirlo era más fácil que hacerlo. Puesto que todo era un poco estresante para Erza, Arslan pensó que pasar el día en Ciudad Central le ayudaría a despejarse. Al fin y al cabo era un lugar muy visitado, e incluso a pesar del ataque de las quimeras que sufrió hace ya un tiempo.

Ambos iban caminando por las calles, mientras Arslan le iba contando cosas sobre la ciudad. La pelirroja llevaba ropa cómoda: zapatillas, pantalones largos de color negro, en cuyos bolsillos iba el digivice, y una sudadera fina de un gris claro. A su espalda una pequeña mochila con algunas cosas útiles como una botella de agua y un monedero con varios bits que había cambiado en la DigiCentral. Además, dentro también llevaba un libro de cuentos con un marca páginas con hadas dibujadas. Era el mismo libro que sus padres le leían de pequeña, para ella significaba mucho y, siempre que podía, lo llevaba consigo.

Para hacer una pausa de su paseo compraron unos batidos en un puesto que los hacía con frutas digitales de la zona, y se sentaron en un banco situado en una calle cercana. Tranquila y sin apenas ajetreo de gente.

por Roku Ginshô Jue Mar 15, 2018 12:32 am

El túnel desembocaba en las alcantarillas. Un festival de olores golpeó con fiereza sus narices, y una súbita náusea caso les noquea. Roku pudo taparse con un pañuelo la nariz y boca, haciendo de improvisado filtro para poder respirar algo, pero Sven, con un sentido del olfato más agudo, fue demasiado agresivo: no pudo evitar expeler su desayuno contra el suelo, dejando un charco de ácido gástrico y comida semidescompuesta. A juego con la materia fecal que atravesaba ese increíble canal de caca, donde orines e inmundicias de todos los distritos se reunían en una orgía nauseabunda que atentaba contra los cinco sentidos. El olor no tardaría en pegarse a la ropa, piel y pelo, dejando un apestoso recuerdo cuando salieran de allí.

Roku, portando la máscara de Adam y su traje típico, no dudó un segundo. Hizo señas para que Sven retrocediera, y él mismo regresó a la ruta previa. Se comunicó con los equipos de la superficie para que prepararan una serie de elementos, y fueron a recogerlos. Podría pensarse que con este capricho perderían el rastro, pero qué rastro iban a seguir si solo había popó por todas partes. Ya arriba, Sven se enjuagó la boca, aseó un poco, y bebía un zumo al tiempo que Roku examinaba todo. Para prepararse, vistió a Sven con un mono, similar a los empleados para trabajar con materiales tóxicos, y una máscara de gas. Él cogió ropa similar, pero añadiendo un atuendo más informal debajo. Cuando salieran, vestir de traje y con máscara sería de todo menos discreto.

Se cambiaron en el túnel, ajenos a las mirada, y la máscara de Adam, y su identidad, se guardó en una mochila preparada con varios útiles para investigar a donde quiera que acabasen. Y Sven portaba otra, más pequeña, con menos herramientas, pero otros zumitos, un cuaderno de dibujo, y ceras. Era Sven, ¿qué más necesitaba? Al bajar a aquel infierno apestoso, Roku, siendo este y no Adam, sustrajo un pulverizador de agua. Él no era un químico experto, y menos un ignorante, por lo que preguntó si tenían algún preparado para detectar lípidos. Conocía fórmulas del mundo humano usadas para delatar este tipo de sustancias, liberadas por el sudor o la sangre, en escenas del crimen. Teniendo en cuenta que tras hacer esa galería, el o los responsables estarían cansados, y debido a que la mayoría de los digimons iban desnudos o descalzos, algún rastro debía haber, una huella o algo. Esparció algo de aquel líquido, en una fina capa de agua, y luego preparó unas gafas que, según le explicaron, simulaba las condiciones de luz para detectar las marcas.

-¿Qué se supone que buscamos? -ya estaba enfadado, no le gustó bajar allí, y menos sin saber a quién golpear- ¿Vamos a tardar mucho?
-No es seguro -detectó un par de huellas, fotografiándolas como futura referencia-, pero al menos ya tenemos una primera pista. Ellos van unos cuantos pasos por delante, y probablemente se creerán a salvo. No se esperan que les estemos siguiendo el rastro.

Y mientras avanzaban, Roku elaboraba hipótesis. Las huellas cambiaban, manifestando que el digimon cambio de etapa, y eran un grupo de pisadas, separándolas por similitud y fisionomía, podría intentar averiguar el número de ladrones a los que intentaban dar caza. Llegaron hasta una de las salidas, y este hecho disparó su capacidad deductiva: si iban a salir a la superficie, cargando un arma tan llamativa, necesitarían una artimaña para no delatar su crimen. Él pensó que, lo más probable, es que usaran trajes de operarios de alcantarillado, un disfraz que no despertaría sospecha alguna, y la espada podía ocultarse dentro de una tubería, o incluso en una viga hueca. El problema, es que solo se le ocurría un modo de conseguir dichos trajes, y no le gustaba esa opción.

-Cuando salgamos -preguntaba Sven-, ¿qué debe buscar Sven? ¿Un tipo grande, uno pequeño? ¡¿Un robot?! -quería algo que al golpear saltara en pedazos- ¿O es una persona normal?
-Son varios, Sven -también barajó la opción de que uno del grupo vigilase la salida, para avisar en caso de que los estuvieran siguiendo-. Quizás, si han dejado a alguien atrás, para saber si los seguimos... Yo diría que debería ser algo común, vestimenta muy simple. Y debería ser una persona, pues las huellas y apariencia de los digimons es más reconocible.

Con esta información, y al momento de salir, Sven se desvistió rápido, buscando con su mirada felina al responsable que acabaría, sin duda, sustituyendo la comida que soltó. Y pese al tráfico que había a esas horas, en esa calle en concreto, Sven se fijó en, probablemente, la tamer con el pelo más llamativo, refulgiendo al sol de aquellas horas. Este fogonazo contrastaba con sus ropas, simples, como le dijo Roku que llevarían. Sin dudarlo, pensando que ya lo había encontrado, el leoncito se encaró frente a ella, y dijo.

-¡Sven te ha pillado, ladrona!

por **Erza Scarlet** Jue Mar 15, 2018 7:26 pm

Ambos estuvieron comentando sobre cosas del Mundo Digital mientras el batido iba bajando. Tenía un buen sabor. Naturalmente Erza no conocía las frutas de la zona pero se había dejado aconsejar por Arslan para elegir. Le recordaba a las fresas con un regusto a naranja, y el del digimon tenía un sabor similar a la piña. Había sido buena idea parar allí, aunque sabía que luego deberían seguir su búsqueda. Tal vez lo primero que deberían buscar son lugares en los que poder dormir y luego centrarse en encontrar un trabajo allí. ¿Pero qué tipo de trabajos puede hacer un humano en ese mundo?

Erza había empezado a hacerse una lista mental de cosas que podría hacer cuando alguien se acercó y empezó a acusarla de ladrona. ¿Es que ya no se puede estar bebiendo tranquilamente un simple batido? Miró al digimon, parecía un pequeño león blanco pero no lo conocía de nada, jamás lo había visto y su compañero parecía estar en la misma situación.

- ¿De qué estás hablando? El batido lo he comprado con mi dinero. Lo puedes preguntar en la tienda de allí – dijo molesta Erza mientras señalaba al comercio - No soy ninguna ladrona.

Arslan decidió apelar al dialogo, debía de haber habido algún malentendido. Además una pelea no les ayudaría en nada puesto que desconocía el poder de ese digimon o lo que sería capaz de hacer. Esperaba poder hacerle entrar en razón y saber lo que había ocurrido o si podían ayudar de algún modo.

- Debe tratarse de un malentendido- dijo el Elecmon, levantándose del banco en el que había estado sentado y en el que aún seguía sentada su compañera- Nosotros no hemos robado nada.

por Roku Ginshô Vie Mar 16, 2018 5:01 am

Encaramándose ante esos desconocidos, y haciendo oídos sordos a lo que decían, Sven pensaba que ya había encontrado a los responsables del robo, que la misión ya estaba cumplida, pese a que ni tenían la espada ni estaban haciendo lo que Roku dijo. Por el otro lado, este sí atendía a quien intentara comunicarse por teléfono, prestando atención a quien intentara ocultarse o pasar desapercibido entre la multitud. Se presentaba un doble problema, pues con enviar un mensaje de texto ya preparado ya informaría a los suyos, pudiendo estar sentado fingiendo normalidad. Pero él tenía un plan, a diferencia del Spadamon.

Este, adoptando el papel innato de “poli malo”, golpeó uno de los batidos, el de la chica, para que este cayera al suelo, y antes de que dijera nada, desenvainó su espada. Pese al esmalte azul del arma, que la hacía parecerse más a un juguete, el filo era muy real, y así lo demostró al partir por la mitad el segundo envase, transmitiendo un aire de violencia impropio de un agente de la ley. Luego señaló con su acero para dejar en claro que lo siguiente eran ellos.

-¡Confesad antes de que me enfade! -dijo, enfadado porque no estaban admitiendo que eran los culpables- ¡No me obliguéis a “aceros” daño! -bajó el arma, preguntándose algo serio a sí mismo, para luego decirlo en voz alta- ¿”Aceros daño” viene de “acero”?

Con su spray, Roku apuntó a la tapa de la alcantarilla, examinando la huella de quien hubiera salido el primero, y también el alrededor, pero se superponían demasiadas huellas. Así que empezó a pensar en otra posible salida, y de haberse quedado allí, no se habría deshecho del olor a desperdicios, por lo que la peste le delataría.

-¡¡Sven!! -y este, por miedo a Azazel, movió las orejas, deteniéndose- ¡Usa tu ultimate para oler esta zona! ¡Quien huela como abajo, es el culpable!

Y así lo hizo, el leoncito cambió su forma para convertirse en un enorme lobo acorazado. A esto, la gente ya mostró miedo, y más cuando al captar esa fragancia que tanto le repugnaba, rugió. Saltó sin pensárselo dos veces a un grupo de gente, olisqueando más y más, hasta que supo de quién nacía ese olor. Le daba asco, y le repugnaba hacerlo, pero clavó sus dientes en el brazo, rompiéndoselo, para luego zarandearlo sin piedad. Inmisericorde, lo lanzó hacia arriba, y masticando las piernas, quebró rodillas y otros tantos huesos. Su víctima lloraba.

-Me temo que hubo un malentendido -explicó Roku a la pareja que antes fue acusada-. Mi compañero está irritado porque un ladrón lo ha hecho bajar a las alcantarillas. Así que...-la gente corría, gritando que avisaran a los US, a los RK's, o a quien fuera- ¿Me permiten retribuirles sus batidos?

por **Erza Scarlet** Lun Abr 09, 2018 6:42 pm

Los batidos cayeron al suelo y cuando vieron que les apuntaba con la espada, ambos se dieron cuenta de que las palabras no iban a funcionar. Arslan se situó a cuatro patas en el suelo y desplegó su cola que empezó a cargarse de electricidad. No sabía porque estaban siendo atacados, pero no iba a dejar de defenderse por eso. Erza, situada detrás de su compañero escuchó con curiosidad la duda del león blanco. ¿En serio se ponía a preguntar a los que estaba amenazando en ese preciso instante?
Arslan no quería iniciar el primer movimiento pero parecía que la batalla ya era inevitable. Hasta ahora habían podido viajar sin ningún enfrentamiento con otro digimon, pero por lo visto esa racha ya se había acabado. ¿O tal vez no? Una voz autoritaria distrajo al león blanco del dúo, que también apartaron la mirada para observar al que creyeron el tamer de quién les había amenazado.

Tras un parpadeo, el león blanco paso a convertirse en un gran lobo metálico. Erza dio unos pasos hacia atrás, sorprendida y un poco asustada por el tremendo cambio, tanto que su mochila cayó al suelo. Por suerte o por desgracia, el digimon se alejó de ellos hacia la gente. Arslan dio un paso hacia adelante, aun con la cola cargándose de electricidad, con la intención de ir a ayudar a esa gente. Pero se detuvo, ya no tenía el poder de antes, no era rival para ese digimon.

Fue peor cuando el digimon encontró una víctima. El sonido de los huesos quebrándose, los gritos de dolor… Erza tuvo que apartar la mirada, se le estaba revolviendo el estómago y no quería acabar tirando el poco batido que había podido tomar. El supuesto tamer se les acercó, disculpándose por un malentendido y que les habían confundido con un ladrón.

- Solo fueron unos bits pero… ¿¡Se puede saber qué fue lo que robó ese ladrón para se le dé un trato así!? – preguntó Erza incrédula, escuchando de fondo los gritos de la gente pidiendo ayuda.
- ¿Quiénes sois? – preguntó Arslan incapaz de relajar su cola electrificada con tantos gritos.

Por un lado quería detener la extrema violencia del lobo, por otro sabía que no podría hacer nada y que era mejor permanecer al lado de su compañera.

por Roku Ginshô Mar Abr 10, 2018 9:02 pm

Indicó, alzando un dedo, que le dieran unos segundos. Del equipo que cargaba sustrajo una terminal de radio, un medio de comunicación más directo que el uso de móviles o el propio digivice, además de que disponía de las frecuencias de distintos puntos de la ciudad. Una vez comprobó la frecuencia, contactó con una de las dependencias más cercanas para que acudieran a cercar la zona, pues el paso continuo de viandantes amenazaba con contaminar la escena, y cualquier pista era crucial para identificar a los autores del robo. Una vez avisada la respectiva base, solo quedaba esperar.

-Somos US en un operativo especial, y estos han robado una propiedad histórica. Más que por la damnificación del delito, que también, queremos dar el mensaje de que no toleramos dichos actos -con su mano, indicó a Sven que dejara la presa en el suelo, y así lo hizo, escupiéndola con violencia-. Y ahora, antes de que pierdas la consciencia...

Tarde. El tipo, por el masivo dolor causado por los desgarros y contusiones, andaba K.O. Y eso era un problema, pues aunque usara la dimensión oscura de SkullBaluchimon para indagar en lo que hubiera motivado sus acciones, al no estar operativo, simplemente sería una siesta en el limbo. Y necesitaba respuestas... Sí, definitivamente dejar que Sven se desahogara fue contraproducente, claro que fue una decisión de improvisto, y nada garantizaba que al abalanzarse no fuera respaldado por un grupo. Mejor pensar en los triunfos antes que en el fracaso.

-Vaya, creo que aplicaste demasiada fuerza. Mientras llegan los demás...-sustrajo su cartera para darle a Sven, ya que era de nuevo un Spadamon- ¿Y si te disculpas y vas a por unos batidos?
-¿Por qué tengo que pedir perdón? ¡Eran sospechosos! -protestaba, no queriendo reconocer su fallo- ¡Y quería pegarme un impactrueno!
-No podemos acusar sin pruebas. En este caso, el olor lo ha delatado, pero esta pareja no nos ha hecho nada -le reprendía del mismo modo que un padre a un hijo que no admite haber obrado mal-. Por eso, aunque seas más fuerte, debes aprender a dirigir ese poder hacia los verdaderos culpables. Ahora, mientras piensas en esto, los batidos.

La gente, asustada por las acciones de Sven, ya se había alejado lo suficiente para que Roku, caracterizado como Adam, pudiese trabajar. Mientras Sven se dirigía con Erza y el Elecmon al puesto, él comenzó a examinar el cuerpo. Era un humano, así que lo primero era localizar lo que dispone cualquiera en este mundo: su digivice. Bolsillos, agarres, alguna cartera o similar... En algún lugar debía esconderlo, pero esto suscitaba otro problema. De usar spirit, se habría transformado para defenderse de Sven, pero, de ser otro modelo, ¿dónde estaba su compañero?

-Sven quiere uno de chocolate y vainilla -informaba, encaramándose sobre el mostrador y poniendo el dinero-. Y ellos quieren... Otros, ¡porque el de vainilla y chocolate es mío! -lo decía en serio, poniendo cara de enojo- Y... Y lo siento -añadió, apartando la mirada, a espera de que le dieran el suyo-, no tenía que haber amenazado con matarlos y eso.

por **Erza Scarlet** Mar Abr 10, 2018 11:23 pm

Arslan empezó a relajarse cuando les oyó decir que eran Union Saber, e incluso su cola dejó de soltar chispas. Entonces no estaban actuando por su cuenta, todo aquello eran órdenes del clan, por lo que debía de ser algo grave si actuaban de aquella manera. ¿Qué habría ocurrido en su antiguo clan? Odiaba esa incertidumbre, saber que pasaba algo pero no exactamente el qué. Ahora era un civil, no tenía ningún tipo de autorización para saber los detalles de aquél robo. Realmente era difícil acostumbrarse del todo a esa vida, habiendo llevando años entre las paredes de aquella base.

Cuando trajeron a aquél tipo, Erza decidió no arriesgarse a mirar. Se estaba imaginando cómo debía de haber acabado y estaba segura de que no sería agradable. Arslan si lo hizo, no era agradable pero el vio cosas peores durante su anterior vida. Además estaba demasiado distraído pensando en qué tipo de reliquia histórica podrían haber robado, repasando mentalmente todos los objetos que recordaba.

Mientras tanto, el tamer sacó su cartera y pidió a su supuesto compañero que les acompañara a por unos batidos. El, de nuevo, león blanco no parecía muy contento con la idea, más bien con la idea de pedir perdón. Aún así hizo el esfuerzo de intentarlo o esa sensación le dio a Erza, así que tras recoger su mochila del suelo, ella y Elecmon le acompañaron hasta el puesto de los batidos. Al llegar, a Erza le pareció adorable Sven al ver como se subía al mostrador, ponía el dinero y acaparaba dos sabores. Le parecía curioso que un digimon que podría haber calificado como “un niño pudiese transformarse en aquél lobo y demostrar tal fiereza. Pero eran los Union Saver, debían de tener una razón, por lo que decidió confiar en ellos. Al fin y al cabo e incluso les estaba pidiendo perdón.

- Es verdad, el chocolate y la vainilla son sabores para héroes. Tú eres un héroe ¿verdad? Has atrapado a un ladrón, aunque haya sido un poco desagradable de oír y ver- le dijo Erza con voz amable- Y te perdono, fue sólo un error.
- Yo también te perdono – añadió Arslan.

Ambos volvieron a pedir los mismos sabores de antes que, por supuesto, no eran de chocolate ni de vainilla. Tras unos instantes estuvieron listos y Erza le dio unos sorbos al suyo nada más se lo dieron, este esperaba terminarlo sin percances.

- Te llamabas Sven ¿no? Así es como te llamó el tamer de antes- preguntó el Elecmon- Me gustaría presentarme como es debido. Mi nombre es Arslan y ella es mi compañera, Erza. Me gustaría saber si podremos ayudaros en algo.
- Arslan, no podemos hacer gran cosa. A mí también me gustaría ayudar pero ni siquiera tengo cartas y mucho menos puedo hacer que evoluciones- le recordó.
- Soy consciente de ello, pero quiero ayudarles de algún modo.

“… porque los Union Saver fueron mi familia”. Arslan no pudo terminar la frase por obvias razones pero Erza captó los motivos que empujaban a su compañero a ayudarles con ese caso, aunque fuese en alguna tarea menor.

por Roku Ginshô Miér Abr 11, 2018 1:11 am

Examinaba el cuerpo buscando el dichoso digivice. No tenía sentido que una persona carente de uno se dispusiera a iniciar un pleito contra un clan. Cualquier persona que careciera de la condición de tamer, rodeada de criaturas desconocidas en un ambiente igualmente inhóspito, procuraría encontrar los medios necesarios para volver a casa. Bueno, él no lo hizo, claro que atendía a circunstancias adversas y únicas, que han permitido su supervivencia, no como ese pobre diablo. Regresando a la premisa principal, un humano cualquiera dispuesto a participar en una operación que involucrara una de las mayores fuerzas militares de dicho mundo, mínimo debería disponer del útil básico dispuesto para ser considerado “amenaza”.

Siempre podría tratarse de un humano sin cualidades forzado a participar en ese golpe, lo cual habría hecho que lesionaran de gravedad a un inocente civil. Podría sentirse culpable, dubitativo ante este abuso de poder y la cuestión ética, pero dado que con el comando “Mega Heal” que controlaban algunos digimons podrían restituirle de todo daño, dichos problemas se desvanecían de su pensamiento, prefiriendo dedicar sus esfuerzos en demostrar la hipótesis de que aquel individuo era un tamer, y su digivice, un instrumento igual de peligroso que una bomba o una ametralladora, pues bien usado, podría suponer un riesgo mortal, y más si convergían con él otros tantos.

-Yo no soy un héroe -declaraba el pequeño-, soy Sven. Hago lo que me ordenan, y me felicitan, pero la gente no. Sé que doy miedo -y atendía ahora a su batido-, pero Sven no sabe “no dar miedo”, así que cumple las órdenes, e intenta ser un buen chico.

Era consciente de qué era. Y aunque quisiera cambiar, no tenía idea alguna para iniciar ese proceso. Aunque ahora tenía una figura similar a la paterna, un modelo en el que reflejarse y aprender, este se ocupaba ahora en el trabajo de investigación. Por fin encontró el digivice, bien guarecido, y supo identificar inmediatamente el modelo: un IC. Usuario de digisoul, pero más importante, alguien capaz de almacenar a su compañero en el propio digivice. Situado en cuclillas, inclinó el cuerpo hacia atrás, pues en un segundo ya sabía el truco que habían preparado. Como si fuera un “seguro”, el digimon esperaba en ese refugio, y en caso de que su compañero cayese, saltar sobre quien sostuviera el digivice. Ya no sabía si su intención sería atacar a todo lo que se moviera, o coger a la persona de rehén y asegurar la huida.

Ya tenía preparada su transformación, para dispararla en caso de que su vida peligrase ante un súbito ataque, que no inesperado. No se sorprendió al ver ese gigantesco puño emerger del digivice, dando un salto hacia atrás para evadir el golpe, aunque por la cercanía pareciera que sí le había impactado. Cayó al suelo, como si estuviera herido, pero era mejor fingir debilidad en estos compases, para que al huir, revelara la ruta seguida por los ladrones. Sven, viendo como ese monstruo aparecía de pronto, ya iba a repetir su abuso de fuerza policial, pero se detuvo ante una indicación de Roku. Tan simple como un pulgar elevado, bastó para que supiera que era todo parte de un plan. Claro que el digimon de veras pensó que todo iba bien para ellos, y sabiendo que su compañero había sido malherido, apuntó hacia el responsable.

De figura humanoide, musculatura marcada y melena al viento, el digimon, empuñando una espada, se identificaba como un Leomon. Sven se distrajo unos momentos, bajando de la barra, y preguntándose si por tener ambos un diseño similar al león, serían parientes de algún modo. Lejos de tener esta duda, la bestia acumuló energía en su diestra, y con claras intenciones homicidas, proyectó un golpe hacia el puesto, liberando un ataque consistente en arrojar su efigie como onda de calor pura. Sven tenía que respetar la orden, y viendo que aquella cosa se dirigía a él, no dudó. Cambió a su etapa de Kumamon, el oso de nieve, y empujó a la tamer para sacarla del radio del ataque. Este impactó sobre él, y aunque intentó mitigar el impacto, la detonación de este esparció su cuerpo por varios rincones de la zona. Solo quedó parte del tronco y las piernas, que se desplomaron contra el suelo.

Una reacción tan trágica como teatral, pues él seguía vivo. Descompuesto, necesitando unos minutos para acumular su nieve de nuevo, pero vivo. El principal problema era que el ataque era de naturaleza opuesta a la suya, y que el calor afectaba a su cuerpo, ablandando su masa y dificultando su control. Apuntó mentalmente la afrenta, y si a su tamer casi lo mató, sin duda a este león lo asesinaría con sus propias manos.

por **Erza Scarlet** Sáb Jun 16, 2018 9:34 pm

El batido iba bajando mientras escuchaban a Sven hablar, pero ni siquiera aquella vez podrían acabarlo en paz. Por lo visto hoy no era el día de Erza. De repente volvió el jaleo y al girarse vieron a un digimon león atacar a un enmascarado.

- ¿Ese no es el tamer de la otra vez? – preguntó en voz alta.

No sabía su nombre, pero recordaba haberlo visto junto a los Valkyrimons en las zonas áridas. Buscó con la mirada al otro tamer pero no lo encontró, es posible que se hubiera marchado, tal vez por refuerzos o a investigar otra zona. Pero ahora había algo más importante de lo que ocuparse, un digimon que parecía tener la clara intención de matar a alguien. Erza vio a su compañero, estaba tenso, como si estuviese preparado para saltar hacia el Leomon en cualquier momento. Aún así se mostraba cauto, era consciente de sus pocas posibilidades de vencer o si quiera de causarle daño suficiente como para cansarlo. Erza volvió a mirar hacia adelante solo para ver una onda de energía venir hacia ella. Se quedó paralizada. ¿Iba a morir? ¿Todo acabaría tan pronto?

Sven la empujó, apartándola de la trayectoria del ataque y haciéndola rodar un poco por el suelo. Su mochila también había caído al suelo a un metro de distancia. Escuchó a Arslan acercarse hacia ella y preguntar si estaba bien, pero Erza apenas lo escuchaba. Solo veía la mitad del cuerpo de Sven y pedazos de nieve por todas partes. En ese momento se enfadó muchísimo, con el Leomon por haber matado a Sven y con ella misma por haber causado su muerte.

- ¡Maldito seas! – le gritó.

Sin pensar en las consecuencias agarró una piedra del suelo y la arrojó con fuerza contra el digimon. Le dio justo entre los ojos, era una muy buena puntería pero aquello solo iba a complicar las cosas. Furioso ante aquél ataque, el león rugió y preparó su espada. Erza se acababa de dar cuenta de que había metido la pata y sintió miedo. Si antes se había salvado ahora dudaba de que tuviera tanta suerte.

- ¡Quédate detrás! – dijo su compañero situándose delante de su compañera al tiempo que electrificaba su cola.

El enemigo corrió hacia ellos dispuesto a decapitarlos de un espadazo. Arslan, a pesar de la diferencia de nivel, corrió hacia su encuentro y cuando vio la espada descander sobre él saltó para esquivarla. Era el momento de atacar. Aún el aire lanzó pequeñas cuchillas formadas por electricidad directamente a la cara del Leomon. Aquello le dolió pero era más un dolor molesto que un verdadero daño y, sin esperar que volviese a tocar tierra, el puño del león le golpeó y lo mandó hacia un lado estrellándose con fuerza contra el suelo.

- ¡Arslan! – gritó preocupada y asustada.

El Elecmon intentó levantarse pero le dolía todo el cuerpo. Lo vio acercarse hacía él, caminando con su espada en mano, como si no tuviera prisa en darle el golpe de gracia. No era rival para él, no podía hacerle nada.

- ¡¡¡Arslan!!! – volvió a gritar.

Esta vez ocurrió algo, su mochila empezó a brillar o más bien algo de su interior. Erza fue a comprobarlo a toda prisa y se percató que el origen de ese brillo azulado era el marca páginas que asomaba por su libro de cuentos. Lo extrajo del libro y entonces se transformó en una carta de un intenso azul. Con la otra mano sacó su digivice y miró a su compañero que ya tenía encima la espada del Leomon.

Y entonces reaccionó.

Dejándose llevar por su instinto, pasó la carta por el lector del D-Arc y por primera vez sintió esa energía recorrer sus dedos. La inconfundible energía de la digievolución también rodeó a Arslan y esa luz hizo retroceder al Leomon que se cubría los ojos, incapaz de ver. De repente, una bola eléctrica emergió de la luz y golpeó de lleno al Leomon al que derribó al suelo al no esperarse ese ataque. La luz se desvaneció y Elecmon ya no estaba, en su lugar Raidramon hizo su aparición.

Erza observó la escena, totalmente impresionada con lo que estaba viendo y aliviada al ver que su compañero estaba vivo y que se había vuelto más fuerte. La carta azul aún seguía en su mano pero por poco tiempo, ya que volvió a transformarse, no en un marca páginas si no en un mazo de cartas distintas. Sus primeras cartas.

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