Descanso Veraniego [Libre: Cupos Libres: 1]

Era la primera vez que utilizaba uno de aquellos portales. Sus superiores en el clan le habían mostrado cómo utilizar esos extraños portales que podían conectar zonas del Mundo Digital entre sí, al igual que el Mundo Digital y el Mundo Humano pero, hasta esa ocasión, nunca la había utilizado. Había decidido tomarse unos días libres de su trabajo de investigador de los Royal Knights.

Acompañándolo, se encontraban los dos Digimon reptiles. Hiro, un Guilmon cuyo cerebro no daba para actuar más allá de lo que haría cualquier niño pequeño. Y Shin, su compañero Digimon, un Veemon que le seguía a todas partes y que se mantenía a su lado, como el amigo fiel que era. A su espalda, se encontraba una mochila, con todo lo necesario para pasar un día en la playa: toallas, sombrilla, comida y bebida, una cartera con dinero... Y, obviamente, el D-3 y el D-Terminal, eso no podría faltar nunca. ¿Qué clase de Tamer sería si perdiese su Digivice? Alguien que no merece ser tratado como tal, desde luego.

¡Playita!- sonrió Hiro, lanzándose hacia donde comenzaba la playa, entusiasmado, como un infante que llevaba años sin pisar dicho escenario.

Definitivamente, es como un niño pequeño...- suspiró el Veemon mientras se encogía de hombros y caminaba junto a su Tamer, sin perder de vista a su amigo de color carmesí, quien les llamaba con sus dos zarpas, pues había encontrado un sitio libre. A su alrededor, podían ver una gran variedad de Tamers y Digimon, descansando sobre la arena, en sus respectivas tumbonas, mantas, etc.

Déjale, él es feliz siendo como es... ¿Acaso te impide ello disfrutar de tu vida?- sonrió el chico, burlándose de su amigo, mientras éste se encogía de hombros nuevamente y se callaba sin decir nada, pero observaba receloso cómo su Tamer llegaba hasta Hiro y ambos colocaban la sombrilla en la arena. ¿Qué era ese sentimiento que estaba floreciendo des que conocieron a ese bobalicón de Hiro?

—¡AAAHHHHH!— Gritaban el par al unísono mientras se mantenían sobre el... ¿lomo?, tal vez, pero se mantenían sobre un Seadramon que rápidamente se movían en dirección a una de las playas, pues desde el Continente Folder los viajes por vía marítima solían ser muy largos y el centro de mando había decidido darle unas pequeñas vacaciones al castaño y a su compañero por su exhaustivo servicio tras una dura misión que finalmente se había visto interrumpida por la excursión de uno de los presuntos Royal Knight, Kyrie Eleison, un hombre que dejaría al tamer con muchas cosas para pensar.

Ahora, ¿por qué estaban sobre un Seadramon?, era una historia graciosa... bueno, en realidad no.

—Siguiente parada— Sonrió con malicia mientras se mantenía a toda velocidad. —¡Esa playa muy habitada!.— Y sí, en frente claramente había una playa muy habitada.
—MÁS LENTO.— Gritó el humano que apenas y podía mantenerse sobre la espalda del Digimon marítimo. —¡Ryūjin!.— Sí, acabaría por llamar por su nombre a la serpiente marina, que vamos, a ese paso acabaría creando un tsunami.
—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAH.— Por su parte, Dracomon seguía gritando, sin embargo estaba gritando por la emoción del momento, ¿miedo?, ¡claramente eso no era para el dragón progenitor!, estaba disfrutando en gran medida el viaje que Ryūjin les estaba dando, era impresionante.

Finalmente, tal y como el humano lo había imaginado, aquel Seadramon que había sido encargado a llevarles a su zona de confort acabaría creando un gran escándalo llevando consigo una gran ola que a pesar de no inundar a los allí presentes, sí empapó a muchas personas que estaban se relajaban peligrosamente a cercanías de las anteriormente pacíficas aguas, por lo menos los salvavidas, aquellos Hangyomon, estaban al tanto de la situación y socorrerían sin demasiados problemas a los afectados por el cambio de corriente que había provocado la serpiente marina. Hibiki bajó un tanto avergonzado del Digimon que le había servido como transporte, el cual alegremente se alejaría lentamente del lugar y comenzaría a hundirse en las aguas que con un tono cristalino se mantendrían en todo momento, solo esperaba que nunca fuese enviado junto a aquel Seadramon a alguna misión de espionaje.

—Hibiki.— Su Digimon compañero y amigo llamó su atención. —Tengo hambre.— Y claro, era el humano quién mantenía los bits en caso de emergencia, y el apetito del dragón cornudo siempre podía ser considerado una emergencia.

El grupo ya había establecido su base en la zona de la playa. La sombrilla que habían dispuesto, como si fuese una bandera clavándose en tierra enemiga tras su conquista, se mantenía firme, deteniendo los rayos del Sol que llegaban hasta esa parte del Digimundo. Hepokomaru ya se había deshecho de su camisa, no sin antes haberla guardado en la bolsa y unas gafas de sol adornaban su cara. Por último, después de colocarse loción protectora contra las quemaduras solares y de que Shin se ofreciese a echarla en aquellas zonas donde no llegaba, especialmente la espalda, el chico de cabellos plateados se disponía a tumbarse en la tumbona que habían preparado previamente.

Hiro tiene hambre... ¡Hiro quiere un helado!- suplicó irritantemente para Shin el Digimon de color escarlata, ante lo que el chico señaló su bolsa.

Busca la cartera y cómprate un helado, probablemente haya por aquí un montón de heladerías- mencionó su amigo, mientras Shin le miraba con cara de pocos amigos, cruzándose de brazos.

¿Por qué le consientes todos los caprichos?- el Digimon se mostraba enfadado, como si se encontrase celoso de la relación que había florecido entre Hepokomaru y el Digimon de color ardiente. Se sentía como si fuese el hermano mayor y su compañero reptiliano fuese el hermano menor mimado.

Nos han encargado cuidar de Hiro. Sabiendo cómo es y su manía de meterse en líos, ¿no te parece que es mejor tenerlo controlado y contento que descontrolado y que se encuentre peleándose con todo el mundo?- las palabras de Hepokomaru no afectaron a Shin, al menos no como él pretendía. Sólamente hicieron que Shin se mostrase más enfadado todavía, ante lo que Hepokomaru llamó a Hiro- ¡Hiro, espera! ¡Shin te va a acompañar! Traéme un helado de chocolate, ¿de acuerdo?- era su modo de regañar a Shin por su comportamiento celoso, ante lo que el Digimon, refunfuñando, persiguió a su compañero.

Una vez que se encontró en paz, el chico pudo cerrar los ojos, ocultos entre las gafas de sol. Sin embargo, no pudo descansar apropiadamente, puesto que un molesto ruido le alertó. Al abrir sus ojos pudo ver algo que se acercaba, una figura grotesca... O más bien una fusión de figuras. Una de ellas, la más grande, parecía pertenecer a un Seadramon, un Digimon marino que se acercaba peligrosamente a la playa. Muchos de los que allí se encontraban ya se habían ido, pero a Hepokomaru no le dio tiempo a esquivarlo y, antes de que se diera cuenta, ya se encontraba totalmente empapado. Gracias a Yggdrassill que la bolsa permanecía cerrada porque, de lo contrario, su cuaderno de dibujo, entre otras cosas, se habrían echado a perder. Entonces, cuando se hubo deshecho del agua que le había empapado, pudo observar a Hiro, que, al volver de la tienda de helados, se encontraba con los cucuruchos en la mano. Las bolas de los helados se le habían caído y parecía estar a punto de llorar.

Fireball!- sin embargo lo único que recorría el código del Guilmon era una intensa furia y rabia y estaba disparando bolas de fuego en todas las direcciones. Como un niño, estaba teniendo una rabieta. Sin embargo, Shin se encontraba dispuesto a pararlo.

V-Mon Punch!- un sonoro derechazo, en el que descargó toda la tensión que guardaba dentro de si mismo, fue dirigido hacia el morro del Guilmon, al que dejó K.O. al instante, cesando los proyectiles ígneos del mismo.

Antes de dirigirse hacia donde se encontraban ambos Digimon, se pudo fijar en que los disparos del Guilmon se habían dirigido a la playa, cayendo al mar, intentando alcanzar al Seadramon, sin éxito Sin más dilación, Hepokomaru se dirigió raudamente hacia donde se encontraban sus dos amigos.

¿¡Qué haces, Shin?!- protestó Hepokomaru, gritándole a su compañero Digimon, que le miraba, primero asustado, y después enfadado.

¿Que qué hago? ¡Hacer TU maldito trabajo, idiota!- el Digimon apretaba con fuerza su puño, lleno de rabia, al mirar cómo Hepokomaru comprobaba que Hiro no había sufrido mayores daños.

¡Así no se solucionan las cosas con Hiro! ¡Es tan sólo un niño que hace poco que ha digievolucionado! ¡Y a mi no me insultes, retaco!- enfadado, Hepokomaru le devolvió el embite verbal, ante lo que Shin torció la cabeza.

Bien, pues si tanto te has encariñado de ese estúpido que no puede controlarse, ¡ahí te quedas!- dicho lo cual, el Digimon se dio media vuelta y se marchó del lugar, completamente enfadado. Hepokomaru quería evitarlo, pero, al igual que su compañero, estaba lo suficientemente cabreado como para pedirle que no lo hiciese, por lo que se quedó cuidando al lagarto carmesí que, poco a poco, fue abriendo sus ojos amarillentos.

Hepo... ¡Destruyeron mis helados! - al igual que un niño, el Digimon se echó a llorar, con lo que Hepokomaru suspiró y, cogiendo la cartera que Hiro había protegido del agua, fue a comprarle un nuevo helado a Hiro... Y otro para si mismo...

Hibiki no tardó en percatarse de la escena que se había armado después del GRAN problema que la salamandra maritima había provocado antes de simplemente retirarse, ¿y cómo era que se había percatado exáctamente?, ¡fácil!, pues una de aquellas bolas de fuego rozó su rostro quemando un par de pelos de su cabellera rebelde, por otra parte, Dracomon reaccionó rápidamente disparando igualmente una bola de fuego que interceptaría una de las tantas que quizás aleatoriamente irían dirigidas hacia el humano, o quizás hacia el ser que se había retirado por las profundas aguas, a su espalda.

—Bien hecho, Ryūjin— Llevó su mano hacia su rostro y tapó gran parte de esta con la palma y los dedos, claramente desconcertado por la situación que se había armado tras la caótica intervención en un lugar tan pacífico como podía ser una playa, ¡no habían problemas!, por lo menos no hasta que el humano y su compañero habían llegado a una supuestas vacaciones del recuerdo.

El humano y el dragón caminaron sin más, no estaban con ropa playera, y al vestir en gran medida prendas negras pues el joven tamer moría de calor, por lo que no tuvo más opción que quitarse aquella chaqueta que le caracterizaba para mantenerse con la polera roja con detalles negros en la misma. Sí, le gustaba un poco el negro, ¡pero no por eso era emo o algo parecido!, el punto, se encontrarían con el aparente fin de un drama o al parecer un gran problema, pues un Veemon, digimon de etapa rookie parecía retirarse sumamente molesto del lugar, después de todo había pasado por su lado con una cara de fastidio, ¿sería que acaso tendría relación con el hiperactivo Seadramon?. Suspiró y siguió caminando, después de todo no debía inmiscuirse en un problema que no le correspondía, estaba de vacaciones, pero de todos modos le dejaba un mal sabor de boca pensar que en parte podía ser su culpa, para la próxima confiaría en el pacífico Plesiomon para ayudarle de transporte.

—Dos helados, por favor.— Dijo el humano entregando los bits correspondientes, ¿sabor?, le era indiferente y lo indicó con un movimiento con su zurda, ante lo cual Pandamon, el encargado del puesto sonreiría feliz al recibir su paga y entregaría los productos al tamer y su Digimon. Simultaneamente, el castaño se encontraba en aquel lugar en compañía de aquel hombre que anteriormente había visto en la disputa con el dinosaurio celeste. —¿Todo bien?.— Sí, quizás una forma demasiado directa para relacionarse en una primera instancia, pero quizás llamarle amigo podía empeorar las cosas, mas lo que llamó su atención era que el contrario estuviese empapado, ¿sería acaso por Seadramon o porque había entrado a bañarse?, quería creer en la segunda opción.

—¡Hibiki!, quiero otro.— Y VAMOS, que Dracomon ya había acabado con el helado que hace no más de TRES SEGUNDOS el humano le había entregado. —Por favooooooooooooooooooooor.— Hibiki cedió, pero en lugar de comprar otro le entregó el propio, el cual sin vacilo alguno el dragón aceptó.

Antes de que pudiese darse cuenta, un chico, acompañado de un Digimon dragón de color verde azulado y cuernos y alas rojizas se había acercado a él. Al igual que Hiro, la criatura reptiliana estaba totalmente concentrada en su helado. El desconocido le preguntó si marchaba todo bien, ante lo que no el japonés de cabello teñido no pudo evitar encogerse de hombros, exhalando una gran cantidad de aire, mientras veía a su compañero azulado alejarse, completamente enfadado. Parecía como si el color frío de su cuerpo fuese a cambiar a uno mucho más cálido, debido a su estado emocional.

Supongo que es demasiado temperamental...- dijo, aún tocado por la marcha del que, hasta ese encontes, había sido su mejor amigo. Quería ir tras él, detenerle y pedirle perdón... Pero ambos eran demasiado orgullosos como para disculparse... Especialmente Shin. Ahora mismo, le supondría una total vergüenza disculparse por gritarle así... Pero sabía que lo que había hecho el Veemon estaba mal. A pesar de que Hiro había puesto en peligro innecesario a todos los allí presentes, el peligris seguía manteniendo que el Guilmon tan sólo era un bebé que hacía poco que había digievolucionado. Aún no podía controlar tanto como le gustaría su temperamento o sus acciones, por lo que pensaba que se le debía de castigar de otro modo en lugar de darle un gancho y dejarle K.O. durante unos segundos.

La culpa es de Hiro... Lo siento- ante la disculpa del Digimon, quien seguía comiendo su helado, el chico negó con la cabeza, como restándole importancia.

Lo hecho, hecho está- dicho esto, se disculpó con el chico y los allí presentes por el accidente ocurrido con los dos Digimon que le acompañaban, volviendo a la playa y revisando la bolsa para así asegurarse de que ninguno de sus objetos se había echado a perder con la ducha que le había dado el Seadramon...

~~Shin~~

Los pies del Digimon de color celeste se clavaban con furia en el terreno. Se había alejado completamente de la playa, pero su enfado no había disminuido ni siquiera un ápice. Estaba cabreado, furioso, enfadado y cualquiera de los adjetivos que compartían dicho significado. Sin embargo, sentía que no debía alejarse. Pero no podía permitir que a ese estúpido Guilmon le permitiese cualquier tipo de capricho y el se tuviese que comportar adecuadamente. ¿Estaba celoso? Es posible. Pero eso no le hacía estar menos enfadado.

Calor. Mucho calor. Keiko no podía pensar en ninguna otra cosa en ese momento, aparte de que odiaba el sol y deseaba "desenchufarlo". A lo mejor no toda la culpa era del astro rey, sino del memo que paseaba bajo sus rayos directos vestido con una chaqueta, guantes, pantalones largos y una capucha que no se podía quitar. Pero obviamente, Keiko no se iba a echar la culpa a sí mismo, así que...

Lo único que había hecho durante las últimas dos horas era caminar sin rumbo fijo, todo por que las especificaciones que le dio un Elecmon que se encontró por el camino habían sido: ¿Agua? Por allí. Señalando lo que Keiko juraría que había sido una dirección totalmente al azar.
Así que aquí nos encontramos. Un Tamer vagabundeando por el Digimundo, sudando la gota gorda y empezando a creer que estaba fundiéndose como esas lonchas de queso que tienen algunos sándwiches que "Grrrrr...."

Keiko se llevo las manos a su rugiente estómago. - Perfecto, ahora también tengo hambre. - Soltando otro par de insultos silenciosos dirigidos al sol, a oídos del muchacho llegó el sonido de unos fuertes pasos. No fuertes de alguien muy grande o pesado, sino ese tipo de fuerza que utilizaba él mismo cuando quería encender las luces de sus zapatillas.
Buscando el origen del sonido, tomó una bocanada de aire y empezó a correr en aquella dirección. Si escuchaba pasos significaba que había gente, si encontraba gente podría encontrar agua (Y gorronear algo de comida, ejem, ejem) y, si se trataba de un Elecmon poder pintarrajearlo de color rosa por no saber dar bien las direcciones. Todo eran ventajas.

Por suerte, o por desgracia, no era un Elecmon lo que Keiko encontró, sino un Veemon. Keiko le miraba de espaldas, pero aún sin verle la cara era bastante obvio que el digimon no estaba contento. Si fue empatía o solo curiosidad, no se sabe, pero se olvido de lo sediento que estaba durante un momento. - ¡Ey, Dude! Te veo apagado ¿Está todo bien?

Off:

—¿Demasiado temperamental?.— Sí, había repetido lo que el contrario había dicho, pero al parecer este se había percatado de la presencia del castaño en ese momento en el cual el saurio celeste se había retirado refunfuñando sin decir absolutamente nada más. —Solo no lo pierdas de vista, se le pasará y podrán hablarlo tranquilamente.— Respondió claramente haciendo referencia a lo que sea que hubiese pasado exactamente, pues al no poseer información concreta no podía darle una solución definitiva (o más bien, un consejo) al problema que el chico acompañado del Guilmon parecía tener, que vamos, parecía ser tan serio que él mismo esperaba que jamás estuviese en una situación similar en conjunto a Dracomon, su hambriento compañero.

—Áaaaanimo.— Dijo Dracomon al dragón rojo que en frente tenía, pues si disculpa, por lo menos para él a pesar de no conocer realmente la situación le era realmente sincera, de cierta forma podía llegar a sentir su dolor, por lo que antes de dar el último (y primer zarpado) a su helado, el cual prefirió entregar al digimon el cual parecía referirse a sí mismo en tercera persona. —¿Te llamas Hiro?.— Preguntó antes de hacer una cara graciosa esperando animar al rookie contrario, porque sí, Dracomon además de ser bastante enérgico también poseía el corazón de una abuelita. —¡El mío es Seiryū!.—.

—Disculpa mis modales.— El tamer sobó su nuca sin verdadera vergüenza. —Me llamo Hibiki, un placer.— ¡No podía creer que su compañero se le había adelantado!, realmente aquella era una mala jugada de su parte tomando en cuenta la típica actitud que el mismo llevaba, siendo su tamer el que la mayor parte de las veces tomaba la iniciativa en cuanto a formalidades, sin embargo Dracomon ya había ganado un punto a su favor.

No quería parecer un metiche, mucho menos un psicópata, sin embargo siguió al joven que quizás necesitaba un momento a solas para pensar, pero al mismo tiempo el castaño pensaba que podía necesitar a una persona para hablarlo, y vamos, no le conocía de ninguna parte, pero a pesar de estar en un pequeño receso el humano sentía que debía ayudar, no se quedaría satisfecho hasta ver a aquellos dos con un apretón de manos. ¡Pero vaya!, de la nada un leve temblor azotó, la corriente se volvió un poco más brava, incluso más que cuando Seadramon había aparecido y había armado tal escándalo, y al parecer por consiguiente el problema que el humano había tenido con ambos Digimon, la gran diferencia era que esta vez la ola había sido lo suficientemente grande como para empapar a casi todos los allí presentes, contando al Tamer de ojos rojos junto a su compañero alado.

—¿Qué dem...?.— Y sí, esta vez no había sido culpa del entusiasmado Seadramon que se había retirado hace bastante de la escena, y ahora un empapado Hibiki que había logrado luchar contra la marea de la gran ola que azotó estaba reincorporándose, ¡pero había un detalle del cual no se había percatado con mayor rapidez!. —¡¿Dónde están todos?!.— Es decir, aún estaba acompañado, pero gran parte de la gente que hace un momento seguía allí simplemente había desaparecido de la nada, literalmente como si se los hubiese tragado el mar.

chico de cabellos plateados no hizo otra cosa que no fuese encogerse de hombros. Sinceramente, no necesitaba que nadie, y mucho menos un desconocido, intentase animarle y parecer amistoso con él. Pero tampoco debía mostrarse antipático, por lo que tampoco le dijo que no necesitaba su ayuda.

Gracias, lo tendré en cuenta- contestó secamente, lo mejor que pudo, para que aquél chico castaño no se sintiese ofendido. A pesar de todo, no se podía negar que Hepokomaru tenía un buen corazón... Pero no era de ese tipo de personas que lo demostraban a menudo, a no ser que fuese completamente necesario.

Por otra parte, el Digimon, que parecía ser de la especie de los Dracomon, se encontraba intentando animar a Hiro, el Guilmon, quien le respondió con una sonrisa y un leve movimiento de su cabeza hacia arriba y hacia abajo. El Dracomon entonces terminó presentándose también como Seiryū.

¡Éste Guilmon se llama Hiro! ¿Seiryū es el nombre de Dracomon? ¡Es genial!- el Digimon de color carmesí parecía terriblemente contento, como si el suceso que acababa de suceder con Shin no hubiese tenido lugar.

Mientras el Digimon con mentalidad de niño pequeño se reía de las caras graciosas que su nuevo amigo le ponía y el las imitaba e intentaba superarlas, el Tamer del dragón cornudo se presentó ante el Royal Knight como Hibiki, ante lo que el caballero le miró, intentando evitar parecer descortés.

Hepokomaru. Me llamo Hepokomaru, aunque mis amigos me dicen Hepo- una vez terminadas las presentaciones, se dirigió hacia su mochila y comprobó que todo estaba en orden.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que una nueva ola, mucho más grande que la que había acontecido anteriormente y que había provocado que Shin se separase del grupo. Hepokomaru se percató de que no podría huir de ella, como había pasado con la anterior, por lo que cerró su mochila y se aferró con fuerza a ella, tratando de protegerla a toda cosa. No era una simple mochila, allí estaba el trabajo de investigación que había reunido durante meses, por lo que lo defendería fuese como fuese. Hiro, consciente el peligro, fue a socorrer a su amigo, colocándose encima de él y recibiendo todo el daño que le podría producir la ola. Era bastante más resistente que un humano, eso estaba claro, pero... Había un problema. No sabía nadar. Si era arrastrado por las olas, no podría sobrevivir si no era ayudado de inmediato.

Al final, tan sólo quedó en un susto, puesto que tanto Hepokomaru como Hiro se habían mantenido en la playa, junto a ese chico, Hibiki y a su compañero Digimon. Sin embargo, el resto de los que hacía diez minutos se encontraban allí, fuesen Digimon o Tamers, habían desaparecido por completo...

¿¡Qué demonios?!- preguntó Hepokomaru, completamente empapado y mirando a su alrededor, cerciorándose de que no no quedaba nadie más que ellos cuatro en las inmediaciones- ¿Dónde fue todo el mundo?




Shin seguía caminando, enfadado. Era demasiado orgulloso como para admitir que quería darse media vuelta y pedir perdón a su amigo... ¡No podía permitir rebajarse a tales niveles por un Guilmon descerebrado! Sin embargo, el sentimiento de culpa le inundaba por completo.

Mientras caminaba, se encontró a un desconocido, quien se encontraba hablándole hacia su espalda. El Digimon celeste no tardó en darse la vuelta, mirando al muchacho de arriba a abajo. A pesar del calor que hacía en esa zona, vestía ropajes que no eran en absoluto los más apropiados para esa zona del Mundo Digital. Shin no pudo evitar sonreír brevemente, a pesar de su enfado. Era gracioso encontrarse a una persona vestida de tal forma en una zona tan calurosa. El chico le preguntó qué le pasaba, ante lo que el Digimon de color celeste le miró.

¿De dónde vienes sois todos tan entrometidos?- el Digimon exhaló una pequeña bocanada de aire, dejando salir su frustración. Es cierto, él no tenía la culpa de nada, por lo que no debía enfadarse con él- Perdona mis modales. Simplemente que estoy enfadado con mi Tamer por un asunto que nos concierne a nosotros dos y a otro Digimon... No le des importancia...- el Veemon ladeó brevemente su cabeza, mientras se cruzaba de brazos- Más bien, creo que tú tienes un problema aún mayor. ¿¡No te mueres de calor?! Me estás dando calor solo con verte, amigo mío- el Digimon se rió levemente, sin soltar ninguna carcajada y, antes de que pudiese hacer nada más, la pareja oyó un tremendo ruido, ante lo que el Digimon azulado miró al encapuchado, anonadado- ¿Qué habrá sido eso?

Aquel Veemon se dio la vuelta y... La pregunta que soltó hizo que Keiko sonriera ampliamente, aunque, gracias a dios, la máscara que llevaba puesta no dejase verlo. Tuvo la gran tentación de asentir y decir "Por supuesto que si, es por la prensa rosa, que ha hecho mucho daño", pero se contuvo. Notaba que el pequeño digimon solo se estaba desahogando un poco ¿Y quién era él para enfadarse por ello? Si básicamente tenía razón, se había entrometido de una forma muy poco sutil.

— Ey, no te preocupes. No hay por qué disculparse. — Se encogió de hombros tratando de quitarle importancia al asunto. Aunque, wow, que rapidez para pasar de molesto a amigable. Solo había una forma de describirlo y era tierno. Si, ese Veemon era muy tierno. — Well, solo diré que los amigos también se pelean, es algo normal. Aunque el comentario había sido sincero, hay que admitir que Keiko no era un gran consejero, y él también era consciente de ello, pero reconozcámosle el esfuerzo ¿Vale?
— Sobre eso... Si. Me estoy muriendo de calor. — también soltó una leve risita a pesar de que terminó pareciéndose más a un suspiro. — Por eso me preguntaba si sabías donde podía encontrar algo de beber ¿Agua, refrescos, sangre? — Eso último lo había dicho de broma y esperaba que el digimon lo entendiese. — Cualquier cosa que me quite esta sed me val-... — No había terminado de hablar cuando un fuerte estruendo resonó por toda la zona.

Como un ciervo al que han apuntado con los faros, Keiko se quedó inmóvil durante un segundo y luego miró alrededor, preocupado de que algo o alguien estuviese atacando. No vio absolutamente nada de lo que buscaba. — No tengo ni la más remota idea. — Respondió, sin siquiera dirigirle la mirada al azulado, ya que ya se había girado y estaba empezado a correr en la dirección de la que procedía aquel alboroto. Se detuvo en seco para mirar de nuevo al veemon y hacerle un gesto con la cabeza. El gesto mundial de "Vente", antes de salir corriendo de nuevo, sin fijarse si el digimon le seguía o no.

No tardó nada en ver una playa, aunque no se fijó mucho al principio. De verdad, que calor. Entre las carreritas, la capucha y el sol, Keiko ya estaba jadeando. Tras un par de segundos apoyándose en sus rodillas para recuperar el aliento y dejar de resoplar como un perro medio muerto, volvió a mirar la playa, esta vez más detenidamente.
Estaba vacía, salvo por un par de personas, pero eso no era lo raro. Juraría que aquel ruido había venido de aquí... ¿Se había matado a correr para nada, en serio? ¿De dónde había salido aquel sonido?

Claramente era un enigma le hecho de cómo todas las demás personas que aún se mantenía en la playa antes de la aparición de la gran ola habían desaparecido de la nada, era impresionante, ¿sería que de verdad se los había llevado la marea?, aunque fuese así algún Digimon o personas sería visible, lo cual también volvía imposible la segunda teoría del castaño pues con tal rapidez no habrían escapado todos de forma tan organizada, ¡había claramente algo más que estaban ignorando o que simplemente estaba mucho más allá de su entendimiento!, por lo menos del entendimiento que poseían de acuerdo a la situación actual ante la cual prácticamente tenían... nada.

—¿Están bien?.— Preguntó a los aún allí presentes, es decir Hepokomaru y Hiro. —Esto no es ni cuanto menos normal, ¿dónde está Veemon?.— Claramente hacía referencia al Veemon con el cual se había peleado su allí presente acompañante humano, no era la idea que le perdiesen de vista, además lo menos conveniente hubiese sido que se lo llevase la marea como al parecer había sucedido con el resto de visitantes de la playa, ¡ni siquiera los salvavidas estaban presentes!, habían desaparecido junto al resto de la multitud que antes estaba distribuida por toda la playa.

Una vez más un leve temblor retumbó, sin embargo no fue lo suficientemente fuerte como para convocar una nueva ola por lo que en parte podían mantenerse tranquilos, en parte.

—¿Qué es eso, Hibiki?.— Dracomon observaba hacia el mar a un punto en específico.
—¿El qué?.— Preguntó el tamer un tanto desorientado, de alguna forma no estaba del todo claro de qué se refería exactamente su compañero, ¿había algo más que se le estuviese pasando por alto?.
—Eso— Apuntó a una formación de burbujas que había no tan cerca de su posición. —, parece que alguien se está ahogando, ¡tenemos que hacer al...— Y de la nada Hookmon, un Digimon de etapa Adult se aparecería desde debajo de donde se encontraba la formación de burbujas haciendo una entrada cuanto menos peculiar.
—YAAAAAAAAAAAAARH.— Exclamó el pirata (como vamos, cual pirata haría) mientras apuntaba con su garfio al Digimon alado, claramente se trataba de algo fuera de su compresión.
—¡Un momento!.— Se antepuso entre ambos Digimon, claramente no sabía si podría aguantar el impacto de una bala del Digimon virus, pero quizás así evitaba que este hiciese una estupidez como disparar, estaba en desventaja numérica, además Dracomon podía evolucionar y hacerle frente si era necesario. —¡¿Qué es lo que quieres?!.—

Las olas golpeaba contra algunas de las formaciones rocosas que estaban repartidas en algunas zonas de la playa, en toda playa habían algunas donde se juntasen cosas como conchas y cangrejos (en algunos casos, jaivas), ¿por qué en el mundo Digital no habría de haber?, además un viento frío azotó, la tension era palpable.

—¡¿Acaso no habéis sido vosotros quien robó mi tesoro?!.— Reafirmó su poder con un movimiento de su brazo izquierdo por el cual se asomaba el gran cañón. —¡No caeré en las palabras de marineros de agua dulce!.— Hookmon parecía seguro de lo que decia, ¿cómo podían combatir con eso?

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Obviamente pueden manejar a su gusto a Hookmon~

A Shin no le hizo falta mirar a aquél desconocido, el cual estaba provisto de unas prendas demasiado calurosas, para lanzarse de cabeza hacia el origen de ese tenebroso ruido. No había sucedido demasiado lejos, pues había notado incluso un temblor, por lo que se dirigió hacia el único lugar que se le ocurría en el que podría haber sucedido aquél temblor. Bueno, básicamente era el único lugar que conocía de aquella zona: la playa.

Una vez llegó, acompañado de un exhausto humano, del cual aún no conocía el nombre, pudo observar algo que no le inspiraba ninguna confianza. En esa playa no había casi nadie, la mayoría de las personas y Digimon habían desaparecido. La arena estaba mojada, mucho más de lo que había estado con el emocionado Seadramon de antes. Fijándose un poco más, pudo ver que los únicos que permanecían allí eran Hepokomaru, Hiro y los dos visitantes que habían llegado montados en aquella serpiente marina del Mundo Digital: un chico de cabellos castaños y su compañero, un Dracomon. A éstos últimos no los conocía, pues simplemente les había visto mojar a su Tamer y a varios turistas más. Sin embargo, no parecían ser los causantes de ese nuevo incidente, puesto que ellos también se encontraban empapados. Tragándose su orgullo, Shin corrió hacia donde su Tamer. Sí, es posible que estuviese enfadado con él... Pero eran amigos, era imposible que no estuviese preocupado por él. Incluso se preocupaba por Hiro, a pesar de que éste le sacaba de sus casillas.

Sí, estamos bien- mencionó Hepokomaru, hablándoles al chico de cabello castaño y al Dracomon, viendo venir después, a toda prisa a aquél Digimon que habían visto irse antes, enfadado.

¡Hepo! ¡Hiro! ¡¿Estáis bien?! ¡¿Qué os ha pasado?!- preguntó el Digimon de color azulado, fijándose en que ambos se encontraban completamente empapados.

Shin... ¿Dónde te habías ido, cabezahueca?- el Tamer le dio un ligero coscorrón en la cabeza a su compañero Digimon, asintiendo, mientras miraba alrededor, sin lograr ver a nadie más que aquél chico llamado Hibiki y su Digimon, un Dracomon llamado Seiryū.

¿Shin ha dejado de estar enfadado? Hiro lo siente mucho...- se disculpó el Digimon lagarto de color carmesí, mientras agachaba la cabeza, ante lo que Shin sólamente suspiró.

No, sigo enfadado... Pero es inevitable que me preocupe por vosotros. Sois mis amigos- el pequeño Digimon miró hacia otro lado, avergonzado de haber reconocido esos sentimientos.

Un nuevo temblor interrumpió la charla. Todos miraron hacia todos lados, aunque se sintieron a salvo al comprobar que ninguna ola se dirigía nuevamente hacia ellos, por lo que el temblor debía ser menos fuerte. Sin embargo, en el mar, a lo lejos, podían vislumbrar una figura emergiendo. Una masa de burbujas se concentraban en un punto en específico, y, entre ellas, un Digimon, similar a un pirata emergió, amenazando a todos los presentes con su garfio y su cañón. ¿El motivo? Alegaba que ellos habían robado su tesoro pirata. Genial, ahora eran acusados de robo.

Te aseguro que nosotros no hemos sido- afirmó Hepokomaru, acercándose al lado de Hibiki, mientras se cruzaba de brazos, negando con la cabeza- ¿Para qué ibamos a querer tu tesoro, si ni siquiera sabemos de qué se trata?- el chico se encogió de hombros, mientras que Hiro y Shin se colocaban a su lado, mirando al Digimon de agua salada- ¿Quieres una prueba de ello? Te ayudaremos a encontrarlo. Por mi honor de caballero, ¡lo prometo!- no era algo de lo que solía presumir, pertenecer a los Royal Knights... Pero, en esa ocasión, era la mejor solución para evadir ese problema... Y descubrir dónde se encontraban todos los desaparecidos. Tenían que encontrarlos.

Los caballeros no son... ¿Nada?- esas palabras molestaron visiblemente a Hepokomaru, pero trató de ignorarlas, a pesar de que no le gustaba cómo aquél pirata había desprestigiado a los Royal Knights. Pero, al menos, había bajado su cañón, por lo que parecía que sus palabras habían hecho efecto.

De todas formas, miró hacia Hiro, el Guilmon que le acompañaba desde hacía ya un tiempo. Sabía que era fácil de provocar, no había que hacer nada más que echar la vista hacia atrás unos minutos para comprobarlo. Y ahí estaba él, a punto de saltar de nuevo. Estaba completamente claro que era un Digimon cuyos comportamientos se parecían a los de un niño pequeño. Sin embargo, Hepokomaru se adelantó a los sucesos y le acarició la cabeza, intentando tranquilizar al Digimon escarlata, consiguiéndolo. Debía hacer algo con él, de eso no cabía duda. Enseñarle a controlar su ira o algo...

Para sorpresa de los Royal Knights, el Digimon armado con un cañón y un garfio dorado, les invitó a ayudarle. Decían que tenían que conseguir un Digiegg, algo que, sinceramente, despertó la curiosidad de Hepokomaru. Ya eran tres los Digieggs que había conseguido: Valor, Amistad y Conocimiento. Sumar uno más a la colección podría suponer un beneficio para él, claro estaba... Pero suponía que éste pertenecía a Hookmon, si verdaderamente las palabras del pirata eran ciertas. Un gran bote, controlado probablemente por aquél Digimon, surgió desde el mar y comenzó a acercarse lentamente a la playa, mientras que Hibiki le preguntaba a Hepokomaru sobre los Digihuevos.

Un Digihuevo, Digiegg o Digimental es un objeto preciado por algunos Tamers con un Digivice en concreto. Cada Digihuevo representa una cualidad, ya sea valor, amistad, conocimiento...- comenzó a hablar, nombrando los únicos Digieggs que él conocía aunque, por lo que había dado a entender el corsario, probablemente existiesen más- Permite a un Digimon alcanzar su etapa Armor o Armadura. Siempre que las cualidades que represente ese Digihuevo se demuestren, éste se activará y dará a un Digimon una nueva forma evolutiva- prosiguió con la conversación el peligris mientras que el barco se iba acercando cada vez más y más.

Cada Digihuevo te permite armodigievolucionar en un Digimon distinto. Si Hepokomaru utiliza el Digihuevo del Valor en mi, me convierto en Flamedramon. Si utiliza el de la Amistad, me convierto en Raidramon. Y si utiliza el de los Conocimientos, me convierto en Yaksamon- mencionó el Veemon, mientras su Tamer enseñaba su Digivice D-3 de color azul y negro.

El Digivice en cuestión es éste de aquí- mencionó Hepokomaru mientras se lo mostraba a Hibiki, llevándose su mano al bolsillo de su pantalón y extrayendo su D-Terminal, una especie de PDA de color blanco- Y ésto es el D-Terminal, donde se almacenan los Digimentals- el chico encendió la pantalla y le mostró a Hibiki los tres Digihuevos de los que disponía- Pero estos Digihuevos los conseguí antes de llegar aquí, no te preocupes- sonrió el muchacho, mientras volvía a guardar ambos dispositivos y se subía encima del bote que acababa de llegar a la orilla. Tal vez fuese por curiosidad, tal vez fuese por orgullo o tal vez fuese porque quería ese nuevo Digiegg... Pero ayudaría a Hookmon a recuperar su particular tesoro.

El chico de cabellos plateados atendió a la pregunta de Hibiki, antes de confesar, asintiendo con la cabeza, mientras martilleaba ligeramente su barbilla, pensativo.

En efecto, una Armodigievolución es una evolución alternativa a la original de un Digimon. Es decir, un Digimon tiene su línea evolutiva original y luego varias digievoluciones sueltas con cada uno de los Digihuevos- admitió el Royal Knight, trazando luego una línea vertical imaginaria en el aire- Piénsalo de éste modo, poniendo como ejemplo un árbol. Supongamos que la línea evolutiva de Shin es el tronco del árbol, pues bien- el chico comenzó a dibujar líneas invisibles con la punta de su dedo índice que salían desde el tronco- Digamos que las armodigievolución son las ramas secundarias que conforman ese árbol, siendo éstas capaces de infinitas posibilidades- contestó el científico con una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de sus más recientes descubrimientos en cuanto a las Armor- Otras posibles ramas complementarias podrían ser las DNAs o fusiones que existen entre dos o más Digimon- mencionó el muchacho, recordando esa otra forma de digievolución que había leído en algunos de los pocos libros que había podido ojear en la base.

El grupo no tardó mucho en subirse a la nave del capitán Digimon. Hepokomaru jamás había estado en un barco, ya ni digamos los dos Digimon que le acompañaban. Hacía alarde de que él era la persona más sincera del mundo, autodenominándose "un cruel pirata".

Ay, Yggdrassill mío, lo que hay que aguantar... - suspiró con voz baja el Digimon azulado, procurando que el pirata y sus navegantes no le oyeran, causando que Hepokomaru arqueara su labio de forma ascendente, en un símil de media sonrisa.

Hiro quiere comer... ¿Seiryu también tiene hambre? ¿Seiryu cree que Hiro y él puedan ir a la cocina a comer?- preguntó inocentemente el saurio escarlata mientras se dirigía al dragón que acompañaba a Hibiki, quien, a su vez, se acercó a Hepokomaru, proponiéndole un plan.

Así que, un Union Saver ¿eh?- volvió a sonreír el muchacho al escuchar el plan de Hibiki, mirándole- no te conozco demasiado, pero te queda bien el título- comentó, colocando sus brazos en el costado de babor del barco, apoyándose y mirando al mar, mientras el barco avanzaba- Por otro lado, no es tan sencillo hacerse con un Digimental. Quiero decir, tienes que reunir unos requisitos específicos no sólo para usarlos, sino para poder recogerlos- el chico comenzó a recordar cómo consiguió su primer Digimental, el del Valor- Cuando logré mi primer Digimental, el del Valor, tuve que realizar una prueba de Valor, mientras que al conseguir el Digimental de la Amistad tuve que demostrar mis lazos con Shin- puso como ejemplos esos dos Digihuevos, mientras miraba a Hibiki, suspirando- [color=silver]Por lo pronto, quiero ver qué hace Hookmon con ese Digimental... Pero si realmente vamos a hacernos con él, eniendo en cuenta que es un Digimon Champion, dudo mucho que lo utilice en esa forma, deberá hacer una regresión a su forma Rookie. Ése será el momento en el que tengamos que actuar para quitarle el Digihuevo y tú podrás arrestarle[color=silver][b]- como usuario de Digimental, sabía perfectamente que, al menos los Digimental que conocía, sólamente se podían utilizar en Digimon en etapa Rookie. Utilizando a cualquiera de sus Armor o, incluso, a ExVeemon, la forma Champion, sin embargo...- [b]El problema son sus subordinados... Por lo que veo hay muchos Rookies entre ellos, pero no me extrañaría nada que hubiese algún que otro Champion merodeando por aquí... Incluso alguno de estos Rookies, probablemente, pueda digievolucionar... Vayamos con cautela, por el momento- sugirió el chico, mientras continuaba hablando, tan bajo que los únicos que pudiesen estar atentos a esa conversación fuesen ellos dos y Shin.