Charlotte Siegfried

Charlotte  es una adolescente de diecisiete años de baja estatura. Tiene el pelo rubio hasta las caderas, grandes ojos azules y una figura menuda. Ella viste una camisa con rayas horizontales blancas y negras, un cárdigan blanco suelto, pantalones cortos negros y botas negras torpe con hebillas de plata. Además, Charlotte usa una gargantilla negra lisa y tiene una pequeña bolsa de mensajero negra con una solapa triangular donde carga objetos personales y comida. Link Link

Charlotte no de caracteriza por ser alegre, por el contrario, es una muchacha de personalidad muy seria y cortante. Tiene graves problemas para socializar, al punto de sufrir ataques de pánico en ambientes con mucha gente interactuando con ella. Es evidente que es muy tímida, es fácil que de quede sin palabras, guardando silencio a pesar de que le hablen. No significa que lo haga intencionadamente; interiormente ella querrá responder y socializar pero su cerebro se bloquea dando la sensación de que no le interesa socializar. En el mejor de los casos responderá de modo cortante, con monosílabos que se repiten una y otra vez.

Está acostumbrada a ser el objetivo de burlas y culpas. Sin importar haber sido responsable o no, pedirá disculpas y aceptará el castigo. A veces incluso cargará con la culpa para proteger a un amigo que aprecie. Todo esto conlleva que Charlotte apenas sienta nada ante las críticas, al menos exteriormente. En el fondo le duele todo ese odio irracional hacia ella que no comprende, y solo quiere estar tranquila.

Desconocía la amistad hasta conocer a Lunamon. Charlotte pronto desarrolló un gran cariño por su compañera digimon, convirtiéndose en su primera amiga. Para la tamer su compañera es tan importante que teme perderla, o peor, que la odie como todos los demás. Gracias a Lunamon, Charlotte ha conseguido mostrar alguna sonrisa, sacar a la chica que desea ser feliz y normal. Bajo esa imagen inicial de esconde una muchacha con ganas de vivir, alegre y amable que luchará por sus seres queridos.

La infancia de Charlotte no fue precisamente alegre. Su madre se había quedado embarazada siendo muy joven, con dieciséis años. Los primeros años transcurrieron dentro de lo normal. Sus padres eran inexpertos y jóvenes, no eran capaces de atender correctamente a Charlotte. Al cumplir los cuatro años sus padres se separaron, y su padre desapareció del mapa, desentendiendose de la niña. Su madre la crió sola los siguientes años. Con el paso del tiempo la madre de Charlotte comenzó a comportarse negativamente con ella. Insultos, amenazas, golpes... culpaba a su propia hija de su infelicidad, se arrepentía de haberla tenido. Charlotte no tenía culpa ninguna, sin embargo se sentía culpable por arruinar la vida de su madre.

Con el tiempo la niña aprendió a convivir con la situación. Los primeros años le costaba pero después el dolor y tristeza se volvieron parte de su rutina. Esto sucedió también fuera de casa. Pronto se convirtió en el objetivo perfecto para las culpas. Todos se burlaban de ella, acosaban y culpan por simplemente estar parada a su lado. Incluso los propios profesores empezaron a verla con malos ojos. La soledad se convirtió en su única amiga.

Un día como otro cualquiera, regresando casa después de una nueva jornada de problemas, escuchó un grito desesperado proveniente de un callejón. Sin pensarlo dos veces acudió al origen del sonido.
Dos perros callejeros habían arrinconado a otro animal. Charlotte buscó a su alrededor algún objeto para espantar a los dos perros. Lo único que encontró fue la pata de una mesa de madera. Zarandeó amenazante y los dos perros no parecían asustados. Uno de los animales se abalanzó sobre ella, preparado para morderle. Algo golpeó al perro, lo lanzó lejos de Charlotte. El otro perro pronto también voló al lado de la chica. El tercer animal, el arrinconado, había salido de su escondite. Nunca había visto a un animal así. De primeras pensó se trataba de un conejo de gran tamaño y aspecto raro pero al escucharle hablar estuvo segura de que eso no era un animal ¿Qué era entonces? Se identificó como Lunamon, un digimon. Charlotte no entendía exactamente lo que Lunamon le explicaba.
Charlotte tardó en darse cuenta de ya casi había atardecido. Lunamon en brazos regresó a casa lo más rápido que sus piernas le permitieron.
Lo primero que hizo al llegar fue esconder a Lunamon en su habitación. Lo que sucedió después era muy predecible. La madre de Charlotte castigó a su hija injustamente.

La vida de Charlotte cambió radicalmente con la llegada de Lunamon. Por primera vez en su vida tenía una amiga, la cual la trataba con cariño y se preocupaba por ella. Lentamente Charlotte fue tomado confianza en sí misma, y Lunamon le ayudó a comprender algo: Todo podía cambiar. La unión entre digimon y humano de volvió irrompible. En ese mismo momento apareció el que sería su dispositivo que la marcaría como tamer. La madre de Charlotte llegó justo en ese instante, descubriendo a Lunamon. La mujer entró en pánico al verla, ordenó a su hija capturar a Lunamon para entregarla a la policía. Charlotte se negó. Eso era nuevo para la mujer, que entró en cólera. Antes de poder arremeter contra Charlotte, una luz envolvió a la chica y al digimon, desapareciendo del mundo real.
Al abrir los ojos Charlotte de encontraba en el mundo de Lunamon, el mundo digital, y ahora podía empezar de nuevo.


Lunamon, o Rhapsody como Charlotte le bautizó, no comparte en nada la personalidad de su tamer. De aspecto tal vez tímido, esa imagen se disipa encuanto comienza a hablar. No se corta un pelo a la hora de juzgar o preguntar, provocando ciertas situaciones incómodas. Puede pararse a hablar con cualquiera, y a veces hace sentir incómoda a las demás personas. Es muy cariñosa y atenta con Charlotte, comprendiendo que esta necesita su protección por encima de todo. Esto hace que sea muy protectora con Charlotte, aunque muchas veces debe obligarla a hablar, normalmente ella hace de intermediaria entre la chica y el resto del mundo.

No le gusta su aspecto, cree que se ve demasiado adorable y quiere verse más "impresionante" (como ella dice), además no le gusta ser un Lunamon más, por ello aceptó encantada el nombre que Charlotte le dio. Ya no era una simple Lunamon, se llamaba Rhapsody.
Rhapsody