C'est la vie [Priv. Elluka Clockworker]

por Fuji Raikomaru Mar Dic 22, 2015 4:26 am

“Mi estimada Elluka

Te escribo hoy con el propósito de invitarte cordialmente a encontrarnos, puesto hay una sorpresa que deseo mostrarte el día de mañana cuando el sol llegue a su punto más alto en la torre de reloj ubicada en el centro de la ciudad.
Espero con ansias puedas asistir a nuestra reunión.

Siempre tuyo, Fuji.”

La carta fue escrita, firmada, sellada y enviada por Fuji en persona. Lily fue quien entregó la carta a la posada donde se hospedaba la pelirrosada, mientras el joven esperaba atento a que el día en cuestión arribase. Tenía todo planeado, y a la vez quería dejar que todo fuese espontaneo, por lo que permitió que sus planificaciones de nivel militar se quedasen descansando mientras, el esperaba observando su reloj de bolsillo en la torre del reloj. Eran las 11:58 cuando el joven llegó al lugar, y acomodó su sombrero de manera que el sol no golpease contra su rostro.

Se posicionó contra la torre de piedra que comprendía ese enorme monumento en medio de la gran ciudad, y se decidió a esperar. Diversas emociones recorrían su interior, había verdaderamente extrañado la compañía de la joven, y no había sido solamente una carta la que envió para saber cómo le estaba yendo a la querida joven dueña de sus suspiros en su clan, puesto recientemente se había sumado a sus tropas nuevamente y acababa de volver de una experiencia que nadie desearía. El viento ondeaba su largo abrigo oscuro, estaba vestido con el traje simple que usaba en el mundo humano.

El día en el digimundo estaba soleada, la temperatura estaba en el punto exacto en que no hacía ni frío, ni calor, se encontraba templado. Los digimon, iban y venian por la ciudad caminando tranquilos, de vez en cuando le pedían autografos a Fuji o lo saludaban al reconocerlo, otros preferían apurar su paso por miedo al joven, pero el se mantenía inmovil esperando a la joven.

por **Elluka Clockworker** Mar Dic 22, 2015 7:33 am

Aquella mañana Elluka tenía planeado salir a arreglar los últimos detalles de su instalación en la base de los Union Saver. Se dispuso a salir de la posada, pero la dueña de la instalación la llamó. Era una mujer amable y gentil, siempre estaba atendiendo a las personas en la recepción. La joven de cabellos rosados nunca olvidaría la gentileza de dicha señorita. Tomó la carta que venía con su nombre. Ladeó un poco la cabeza en señal de confusión, no conocía a nadie lo suficiente como para recibir una carta, a nadie con excepción de un hombre. Sus mejillas enrojecieron en un pequeño rubor al tiempo que esbozaba una sonrisa al leer la nota. Olvidó por completo el asunto que tenía pensado hacer y subió a su habitación a leer de nuevo la carta. Un suspiro soñador salió de sus labios.
-Siempre mío. -Murmuró mientras se acercaba a su armario con un grácil giró sobre su propio eje. No tenía demasiadas prendas, pero sabía perfectamente qué usar. A su mente vinieron esos ojos de aguijón de abeja con los cuales había soñado mucho tiempo. Ahora se sentían mucho más diferentes a como los veía en su imaginación. Ya no eran un símbolo de huecos por llenar en su cabeza, eran la señal de que debía seguir adelante. Eran mucho más que una meta, eran un deseo que podía palpar. Se convirtieron en un anhelo cada día. ¿Por qué sería que cada día deseaba con más intensidad el estar con él? Se había vuelto más preciado para ella que él último peón en un final Rey-peón contra Rey, y eso para Elluka era demasiado. Mucho más importante que la pieza que deberías proteger con toda tu intensidad. Mucho más importante que la clave del éxito final.

Llegado el día del encuentro, Elluka se había levantado especialmente temprano. Dedicó su tiempo a arreglarse el cabello, pero -como siempre- terminó optando por dejarlo suelto al natural. Decoró su cabeza con una diadema sencilla de color quemado. Era un día un tanto frío, a lo cual su perfecto plan de usar su vestido favorito se había estropeado. Acabó usando un atuendo en colores pasteles; una falda larga color crema que iniciaba en un corte liso en el vientre y finalizaba en un punto visible de la doble capa de la prenda. Un suéter de cuello tortuga rosado también formaba juego del atuendo, era holgado y aparentemente grueso. La cereza en el pastel en definitiva era el medallón dorado. Sencillo y coqueto, quitaba la monotonía del conjunto de ropa. Se puso un par de botas planas y se encaminó a la puerta, no sin antes dar un último vistazo a la carta. Sonrió ampliamente y salió del lugar rodeada de un aura de completa alegría.

El centro de la ciudad era concurrido, pero no tanto como Elluka esperaba que estuviese. Miró el reloj de la torre. No podía apreciar bien los números, pero se apreciaba perfectamente que eran las doce en punto. Si bien, el clima era fresco, el sol era omnipresente en la escena. Probablemente eran los vientos que venían del mar los que traían un clima fríamente agradable al combinarse con los rayos del sol. Comenzó a buscar con la mirada al hombre que tanto esperaba encontrar hasta ubicarlo al pie del mencionado establecimiento.
-¡Bounjour! -Saludó a la distancia alzando levemente la zurda y dedicó una reverencia ligera al llegar al frente del elegante hombre de ojos ámbar. ¿Cómo ha estado?, lo extrañé, me sorprendió su invitación, ¿cuál es plan para hoy?, todas esas palabras querían salir desde lo más profundo de las entrañas de la joven, pero todo se reflejó en una curvatura labial y la postura tímida que adoptó la chica de ojos de cielo.

por Fuji Raikomaru Mar Dic 22, 2015 8:22 am

Soundtrack.

Cuando la vió sus orbes dorados de abrieron de par en par, el reloj de bolsillo que portaba en su diestra cayó al suelo, y no importó en lo mas minimo. Su expresión mostró una sonrisa dulce, genuina, una alegría incomensurable lo había inundado al verla en aquel momento. Cuando la joven saludó, el chico curiosamente desprevenido, respondió de la misma forma con la diestra. - ¡B-Bonjour! -Exclamó, notando en su tono de voz como un ligero rubor llegaba a sus mejillas. Cuando sintió el calor en su rostro, lo ladeó para esconderlo hasta que ella llegase hasta él, tapandose con el ala de su sombrero como si hubiese perdido algo en el suelo.

Elluka llegó frente a él, y fue cuando suspiró. Llevó su mirada a la joven, y cuando la observó de pies a cabeza, titubeó por un momento. "¿Como puede ser que esté tan hermosa?, es tan... simple, pero encantador, su belleza se ve resaltada, cada uno de sus rasgos es tan... perfecto" -Se mantuvo en silencio por unos segundos, antes de sonrojarse aún mas y en medio de sus nervios realizar una muy formal reverencia japonesa de casi 90º. Aunque no estuvo sola, dicha reverencia fue seguida de una mirada fija a los ojos de la joven, dejando escapar una profunda carcajada.

- No entiendo que... me sucede, es decir... -llevó la zurda a su nuca pensativo, antes de ladear el rostro sonriente. - Te he echado mucho de menos, te ves hermosa, verdaderamente hermosa... Por un momento no sabía donde esconderme, me he sentido como un simple peón frente a la reina -Aclaró, relajandose cuando dejó que un fuerte suspiro escape de sus labios, y aplaudiendo para disipar sus inquietudes. - Me alegra que hayas acudido, sé que es un poco... Inesperado, quizás, pero quiero llevarte a conocer la ciudad donde me he criado, es un lugar mágico, donde el amor, el arte, la cultura y la pasión se encuentran flotando en el aire -explicó, antes de sacar desde adentro de su abrigo un bastón de madera corto, con un color negro que se veía decorado por flores estampadas en oro puro.

Al chasquear los dedos, un portal se abrió, dejando ver un hermoso paisaje verdoso con estructuras de piedra que dejaban ver el paso del tiempo sin encontrarse deterioradas. El cielo pintaba un color violaceo claro, puesto el alba acababa de arribar iniciando la madrugada en dicho lugar, y se podía oir a través del portal el canto de los pájaros al unísono, practicamente invitando a los jovenes a entrar. Era, sin duda alguna, el Champ-de-Mars, uno de los jardines mas bellos de París, cercanos al Río Sena y a la íconica Torre Eiffel. - Despues de usted, mi reina -exclamó Fuji haciendo una reverencia para que avanzase sin miedo.

por **Elluka Clockworker** Mar Dic 22, 2015 8:32 pm

Elluka no entendía la tensión del hombre ¿Había hecho algo malo? Justo cuando iba a preguntar qué ocurría, Fuji la miró y rió con una carcajada. La joven pudo sentir perfectamente bien cómo su corazón dio un salto y un giro mortal ante la expresión ajena. Era una mirada tan natural, tan simple y tan perfecta. Estaba tan anonadada que a duras penas pudo escuchar el cumplido del hombre. Se acomodó hacia adelante la manga diestra usando la mano contraria, tratando de hacer de lado su rostro que comenzaba a hervir.
-Yo... Lo extrañé, si soy honesta -Si bien, dijo esto con una voz suave y sincera, seguía tan nerviosa que no podía hacer contacto visual con el hombre que le había provocado esto tan repentinamente como una reacción química espontánea. -Me hizo extremadamente feliz el recibir su... -La intensidad de su voz disminuyó de manera significativa al notar el bastón. Ladeó la cabeza en señal de confusión y terminó su oración. -...Carta. -Arrastró la última palabra, centrando su vista en el delgado y elegante cilindro. Levantó la mirada ante el chasquido de dedos y arqueó ambas cejas al notar no sólo el gran portal, si no también el interior de dicha brecha espacio-temporal. Era un enorme jardín, tan verde como una selva perfectamente podada y enorme cual avenida principal. El cielo era violeta, probablemente estaba amaneciendo en el lugar.
-¡Eso es...! -Exclamó justo después de ahogar un grito de asombro. Un hermoso edificio en punta robó toda su atención. Imponente y elegante, un monarca de la arquitectura, la elegancia esculpida en un edificio cuya historia oscura sería irremplazable. -¡La tour Eiffel! C'est la tour Eiffel -Miró al hombre con unos inconfundibles ojos de emoción profunda. Elluka había reconocido el lugar, era París, la ciudad del amor, el arte y la pasión. La ciudad más bella del mundo a los ojos de la joven de colores pasteles. Agradeció con una sonrisa el permiso de entrar y traspasó el portal con la energía que un niño derrocha en Navidad.
El cantar de las aves era música para sus oídos. Aún podía oler el aroma mezclado entre los finos fumadores de cigarros exóticos y aromáticos, el delicado perfume de las doncellas que habrían pasado durante el día y las flores del hermoso Champ-de-Mars. Elluka conocía la esencia del lugar, no importaba la hora del día, siempre era la misma. Se podía sentir la artística y romántica pasión en el aire. La joven de cabellos de cerezo estaba tan ocupada con sus pensamientos que tardó en recaer en que su visión se tornaba borrosa. Los ojos de la joven volvían a pasar a todas las tonalidades que había entre el azul y el rosado, frunció un poco el ceño hasta estabilizarse. No podía ver bien, era como si un plástico poroso estuviera cubriendo sus ojos. Buscó al hombre girando la cabeza y le sonrió al encontrarlo. No quería preocuparle, mucho menos cuando se había tomado la molestia de traerla a ese lugar tan bello.
-He estado aquí antes, ¿Verdad? Es París -Juntó ambas manos a la altura de los labios. Estaba demasiado contenta con la sorpresa como para preocuparse por cualquier otro asunto.

por Fuji Raikomaru Mar Dic 22, 2015 11:00 pm

Al ver la sorpresa de la joven al observar por el portal, sonrió genuinamente, sintió ternura recorriendo su interior y no pudo pensar en nada mas que en hacer feliz a esa dama. ¿Por qué?, no sabía responder a esa respuesta, y tampoco le interesaba el motivo, nada le interesaba si estaba junto a aquella mujer a quien le había jurado devoción. Al escuchar las palabras de la joven respecto al paisaje del portal, aplaudió con simpleza. - Bravo, has acertado, es la torre Eiffel en efecto -Asintió con la cabeza, siguiendo a la joven a través del portal con un andar simple y despreocupado.

Una vez posó uno de sus pies sobre la calzada de piedra que recorrìa el centro de aquellos jardines, el bastón que lo acompañaba lo ayudó a reafirmarse cuando su cuerpo había vuelto a volverse en cierta forma imperfecto. - Me crié en esta ciudad desde que fui un infante hasta que cumpli los once años, solía ir todas semanas a la cima de la torre con el ama de llaves de mi familia... Para un niño de cinco años, estar a casi 280 metros es una experiencia gratificante, que sin duda alguna explica muchas cosas de mi ego -bromeó pensando en su personalidad fuerte, y su incapacidad de bajar la frente ante nadie. A veces lo veía como una virtud, otras veces como un defecto.

Paso, paso, tac; se acercó a la joven observandola directamente a los ojos. - ¿Está todo en orden?, quiero que éste día no sea mas que perfecto para tí, así que cualquier cosa que sientas no dudes en comentarmela -Tal vez era intuición o simple caballerosidad, pero entregó una expresión comprensiva y cálida a su acompañante. Antes de caminar, cerró ambos ojos, inhalado con fuerza para poder sentir el aroma del cesped humedecido por el rocío matutino, la fragancia de las flores en las cercanías e inclusive para poder oir el cantar de las aves.

por **Elluka Clockworker** Miér Dic 23, 2015 7:51 am

Elluka esbozó una sonrisa ante las palabras del gallardo. Notó como se apoyaba del bastón ¿Se habría lastimado en el camino? No, parecía venir preparado para el asunto. Tal vez los daños físicos no eran iguales en el mundo digital y en el mundo humano. Comenzaba a comprender poco a poco, tal vez su visión en el mundo que pisaba en esos momentos había sido afectada durante algún momento de su vida. No recordaba usar anteojos, quizás era un efecto secundario del cambio de tinte en sus pupilas. Sí recordaba a la perfección el dolor y la molestia que eran sus ojos durante los primeros días de los que tenía memoria. Dirigió su mirada al hombre, pero ahora su visión era más nublada que antes. En un intento fallido por enfocar la visión, entrecerró los ojos. Miró la torre Eiffel, la podía ver a la perfección, pero cuando regresaba sus ojos al hombre todo se hacía borroso.
-No se preocupe, debe ser que he pasado mucho tiempo en el mundo digital. -Rió nerviosa mientras se acomodaba el cabello desde la nuca con una mano. Se sentía algo insegura, a decir verdad, sentir tan cerca a ese príncipe pero no poder asegurar su presencia. Casi inconscientemente buscó la mano ajena y la tomó con suavidad. -Solo... No se aleje de mi, que su presencia hace en mi lo que el agua a las flores. -Pidió en un murmullo, aún clavando sus ojos en la torre. Le era mucho más cómodo ver a una figura definida que a una que parecía una obra de acuarelas no definida. Entrelazó sus dedos con los ajenos. No quería perder al hombre ni un solo momento. Se concentró en sus manos, en el perfume de su porte. Giró la cabeza hasta poder mostrar un rostro de genuina felicidad y satisfacción. -¿Dijo que creció aquí? Creo que yo también soy de estos rumbos, me apasiona demasiado este lugar y no sé el porqué. -Suspiró mientras acortaba un poco la distancia lateral entre ambos. -Casi puedo asegurar que es mi ciudad natal. ¡Quizás nos vimos antes y nunca nos percatamos! -Continuó mientras analizaba con detenimiento todas las figuras que eran claras para Elluka. Las avecillas cantaban en coro como si estuviesen felices por la llegada de ambos, aunque probablemente estaban dando la bienvenida al sol que apenas trataba de despertar a la ciudad. La joven no podía describir el sentimiento que florecía en su corazón, era un amor tan puro y limpio que podía ser palpable si se prestaba atención a los ojos de la dama. Apretó la mano ajena sin querer. ¿Llegaría a sentir algo así por el hombre a su lado? Elluka estaba consciente de que Fuji le atraía demasiado, le gustaba. Era obvio, pasaba horas y horas cantando mientras pensaba en él. Pero ¿Podría considerarlo algo más fuerte? ¿Cómo comparar lo que sentía por la ciudad con lo que sentía por este caballero? Su simple imagen hacía que tuviese ganas de bailar justo en el mismo lugar en el que se paraba. Era una situación demasiado compleja. Tomó aire para hablar, pero un par de lejanas figuras blancas captaron la atención de la chica de ojos celestinos. Ambas parecieron notar a la pareja, puesto repentinamente una desapareció. ¿Ese era un PawnChessmon? Elluka no podía asegurar nada, así que solo miró al contrario un tanto confundida -tanto por su mala vista como por la reciente escena.-

por Fuji Raikomaru Miér Dic 23, 2015 8:14 am

Con especial atención a los detalles corporales, Fuji sonrió de lado al escucharla, parecía que tanto él como ellan tenían limitaciones en el mundo humano; aunque las de la joven, agradeció a los dioses Fuji, eran mucho menos graves que los que él tenia que padecer. - Decidido, despues iremos a un oculista para solventar cualquier clase de inconveniente que no te permita vislumbrar esta ciudad, tan perfecta como tú -exclamó apegandose mas a ella, antes de tomar con su diestra la zurda ajena, entrelazando sus dedos. - Hasta entonces, no te soltaré, me mantendré a tu lado firme como el faro que ilumina tu camino en el mar para que llegues a buen puerto -Murmuró con un tono calmo, depositando un beso en la mejilla de la joven, jugueton. Percibió el aroma de la joven, era embriagador, tan simple aunque perfecto como los petalos de las flores abriendose para recibir los rayos del sol, un espectaculo digno de los dioses pero que pocos sabrían apreciar.

- Puede que nos hayamos visto antes, puede inclusive que nos hayamos encontrado en otra vida, dos amantes de estrellas cruzadas que debieron esperar eones para poder estar juntos... Que romantica eres, Elluka -A pesar de que las palabras habían salido de su boca, el joven entregó una mirada bromista a su acompañante, antes de reír de manera simple aunque genuina. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron el frente, notó dos presencias frente a ellos. Su vista, aunque deteriorada por no tener vista del organo derecha, pudo notar con total claridad un Pawn Chessmon, puesto los veía a diario en su castillo. Chasqueó la lengua, su ceño se frunció ligeramente, ¿acaso era un tamer que los había seguido?, ¿un autografo, o un desafio?, eran las únicas opciones que Fuji barajó en su mente, estaba acostumbrado a ambas, era normal que decenas de jovenes quisieran probar su valía enfrentandose en un duelo con él, pero precisamente en ese día no deseaba hacerlo.

Fuji reafirmó el agarre de su bastón, de desearlo se convertiría en un sable. Pero tras unos fugaces pensamientos, el joven desistió. Estaba junto a la joven que con su sola aparición en los pensamientos del peliverde hacía brotar en su corazón un torrente de emociones tan bellas como desconocidas para él, no planeaba preocuparla, ni mucho menos arruinar lo que esperaba fuese un día especial para ella. Le entregó una mirada despreocupada tras relajarse. - Parece que no estamos completamente solos a pesar del horario, Paris nunca dejará de sorprederme con cada visita -Dijo antes de suspirar, dejando que los musculos de su cuerpo se relajen ligeramente.

por **Elluka Clockworker** Miér Dic 23, 2015 8:46 pm

Elluka podía notar que su acompañante no se encontraba feliz ante la presencia de un tercer tamer. En cuanto a ella, se mostraba confundida. ¿Entonces también habían digimon en el mundo humano? ¿Era normal salir con tu compañero digimon a un lugar tan público como el Champ-de-Mars? Lo más probable era que esa persona no contaba con que una pareja visitara el centro turístico a la primera luz del sol. La joven quería que el día, el paseo fuese especial para ambos, así que tomó la decisión de ignorar al ahora no tan lejano tercero y cambiar el tema.
-No tiene por qué llevarme a un oculista, estoy bien. -Rió levemente. No quería que su risa pareciera forzada o nerviosa, necesitaba ser lo más natural posible, aunque para ello debería dejar de mirar a la lejanía. -Eso puedo hacerlo después. Por ahora, sólo necesito su mano para sentirme completa. -Dirigió su rostro al contrario y le dedicó una sonrisa con esa boca de capullo por florecer. Cruzó miradas con la figura que parecía tener dudas en acercarse o no por un par de segundos. Esos dos segundos fueron suficientes para que Elluka pudiese desmenuzar el porte ajeno. Un par de extraños, desiguales ojos rojos y azules, y un abortado cabello rubio. Tenía una postura elegante también, parecía un noble con ese ropaje blanco de príncipe. Le era familiar, demasiado familiar. ¿Lo conocía de algún lado? Pero el día no estaba a discusión, lo pasaría junto a Fuji bajo cualquier costo. Quería pasarlo con ese hombre de ojos de oro, quería que fuese él quien la guiara por su hogar perdido.
-¿Qué será lo primero por hacer, monsieur? -Preguntó mientras aferraba la extremidad superior libre en el brazo cuya mano ya tomaba con la propia. -¿Por dónde empezaremos, el arte, el amor, o la cultura? -Rió levemente, ignorando por completo el hecho de que el conocido rubio no despegaba la vista de ambos, aunque lo hacía de una manera sutil. -Confío en que tengo el mejor guía turístico de Francia. -Bromeó con una risita y un encoger de hombros que trataba de ocultar la misma. El viento matutino no afectaba a la joven Elluka, estaba lo suficientemente abrigada, pero su cabello ondeó en una danza con el aire. La chica comenzó a pensar que hubiese sido mejor recoger su cabellera.

por Fuji Raikomaru Jue Dic 24, 2015 10:25 am

Fuji siguió su andar contento como un niño con un juguete nuevo, había decidido obviar la presencia de aquel joven de cabellos dorados que ligeramente nublaba su buen humor, se le hacía conocido de cierta forma, y tal vez fuese por el Digispirit de Duftmon, pudo sentir de manera instintiva una especie de lucha de egos al cruzar miradas con aquel sujeto. - ¿Qué será lo primero? Hmpf… -ladeó el rostro pensativo, llevando ambos ojos al cielo como si buscase la respuesta en el alba del firmamento. – Arte, amor o cultura… Es imposible separarlas, en esta ciudad todo se corresponde con todo, por ejemplo la toma de la bastilla, es parte fundamental de la cultura del país puesto marca un momento crucial de la rebelión de las muchedumbres, de esa forma representando el amor que sentían por su patria al perseguir la libertad contra las cadenas de la opresión… ¿Y no es acaso la lucha contra el destino una forma absoluta de arte? –Exclamó maravillado al recordar la historia de su patria. Fuji siempre había admirado a la nobleza de tiempos pasado, a los monarcas y especialmente a los tiranos, como Neron y Caligula; pero su más grande admiración siempre habían sido las minorías, desafiantes del poder, desafiantes inclusive de su propio destino con tal de seguir sus ideales y su fe, como lo fue Jean D’Arc contra los ingleses, inmortalizándose al guiar a un pueblo que poco después la traicionaría llevándola a la hoguera, sin importarle nada más que su fe ciega y su misión.

- La torre Eiffel abrirá sus puertas en un par de horas, eso es excelente, tenemos tiempo... Creo que he decidido el primer lugar de nuestro viaje por este tour de sentimientos–Murmuró prácticamente para sus adentros, antes de calzar el mango circular de su bastón negro en el antebrazo, para liberar la mano que no se encontraba reposando junto a la ajena. Buscó en uno de sus bolsillos, tomando su D-Scanner. Sutilmente se separó unos centímetros de la joven, y con un movimiento de manos cual ilusionista y un susurro, su cuerpo de cubrió de datos. Parecían pétalos de rosa, negros como la noche, abarcando la totalidad de su cuerpo.

De entre la oscuridad, un par de alas de ángel emergieron, abriendo paso a un caballero de apariencia delicada aunque imponente. Con una mirada gentil que se podía percibir a través de su casco, las plumas blancas como la nieve de sus alas se desprendían y caían con gracia mientras observaba a la joven. - ¿Me permitiría, mi bella dama, llevarla por un segundo a la cima del mundo?, pues para mí, ningún otro lugar en este mundo terrenal podría compararse a la sensación que su mirada me genera –Duftmon, hizo desaparecer la espada que portaba en su diestra, no planeaba atacar a nadie en ese momento. Al menos no con un arma, puesto de poder liberaría toda su artillería emocional directamente en el corazón de su acompañante.

Extendió la mano en dirección a Elluka, esperando su confirmación para proseguir.

por **Elluka Clockworker** Vie Dic 25, 2015 8:20 pm

OFF:

Elluka

Elluka sonrió a Duftmon después de asegurarse que nadie más estuviese en el área cercana. No podía apreciar demasiado bien la figura del digimon, pero sí podía notar ese par de pequeñas alas angelicales que lo hacían parecer como un elegante querubín en una armadura de bronce. Aceptó la mano de su acompañante con un poco de temor. Ese chico rubio aún los observaba, pero no parecía sorprendido en lo más mínimo. Tenía ese par de dagas roja y azul apuntando fervientemente a Fuji, a lo cual, la dueña de la larga cabellera de camelia sólo pudo fruncir el ceño y regresar una mirada de fiera mientras el de la vestimenta nobiliaria se acercaba a paso calmado.
-París es un lugar concurrido en el mundo humano, no es un lugar para hacer gala de digispirits -Comentó el muchacho en un tono tajante. Su voz era grave, pero por lo que recordaba de cuando podía verlo bien a la lejanía, no debía tener más de dieciocho o diecinueve años. Tenía un aspecto familiar, pero Elluka no estaba pensando en ello. Ella simplemente estaba molesta por la forma tan condescendiente en la que ese joven miraba a Duftmon.
-Mi señor, es temprano aún. -Salió una voz aguda, pero masculina, del artefacto que portaba el muchacho. ¿Un digivice? Elluka ya no podía apreciar bien al muchacho, pero podía distinguir que eran diferentes voces las que hablaban. -No debe haber problema mientras no haya gente aquí.
-Pensé que con una reputación como la suya, Holy Knight Raikomaru, tendría un poco de más sentido común. -El muchacho ignoró por completo a su digivice. Elluka tenía entendido que monsieur Fuji era bastante popular entre los tamer, probablemente por su puesto, quizás por su historia; así que no se removió demasiado ante la familiaridad del muchacho, y aún así, notó como el joven no la miraba para nada. ¿La estaba evitando quizás?

Julio

-No moleste. -Tajó la pelirrosada. Esa voz y esa manera de hablar tan filosa era sumamente conocida para Julio, pero no sabía él porqué. Por alguna razón el hecho de que la joven estuviese con él Holy Knight le hacía hervir por dentro. -PawnChessmon estaba fuera cuando llegamos, su argumento es mera hipocresía. -Prosiguió la dama con esa misma tonalidad agresiva. La mujer le era tan conocida que no pudo evitar dar un paso hacia ella, a lo cual la mencionada retrocedió y se aferró al brazo de Duftmon.
-Louise Françoise -Murmuró sin caer en cuenta que su mirada se encontraba perdida en la cabellera de la joven. Sólo conocía a una persona con unos cabellos tan rosados como el atardecer parisino, pero su bambina Louise debía tener dieciséis años. Sí, era imposible, Louise Françoise debería cumplir diecisiete el último día de enero; esa joven debería tener alrededor de unos veinte años, tal vez un poco menos. Rió silenciosamente ante su estúpido pensamiento y se llevó la mano a la frente, tratando de ocultar el dolor de su expresión. -Lo siento, señorita, me recordó a alguien. -El recuerdo de esa muchacha comenzaba a volverlo loco, Cheshire tenía razón. Hizo una formal reverencia mientras tomaba la mano de la doncellas señal de disculpa profunda. La muchacha enrojeció, pero Julio podía notar que esta mujer de ojos de cielo no tenía una buena visión, parecía estar siempre viendo a la lejanía.
-Dejémoslos en paz, mi señor. -La voz de Cheshire era un tanto más nerviosa, quizás algo desesperada. Julio se acomodó el flequillo con un ademán soberbio. Puede que él Royal Knight frente a ellos fuese muy conocido, pero al de cabellos de oro no le importaba. El muchacho de los ojos heterocromos se sentía indiferente -incluso tal vez poco respetuoso- hacia la supuesta magnificencia o esa tan hablaba aura siniestra de la que la popularidad del más alto de los tres presentes.
-Sea cual sea el caso, absténganse de cualquier tipo de referencia al mundo digital aquí. -Continuó ignorando una vez más al PawnChessmon que le hablaba desde su IC. La sonrisa ladina del joven era tan abstracta que podría interpretarse como un reto o incluso como una muestra genuina de inocencia. No era nada personal contra el hombre, simplemente no le agradaba la combinación que hacía con la doncella ¿Cómo saber el porqué? No eran sus diferencias de ideales con los mensajeros de Yggdrasil, mucho menos tenía que ver el tan hablado pasado del hombre. Cruzó miradas con la muchacha y dejó escapar una sonrisa más genuina y natural. Definitivamente era muy parecida a su bambina.
-Fuji no hace nada malo. -Protestó la dueña de la voz angelical. Julio frunció el ceño ligeramente ¿Por qué tanto empeño en defenderlo? Era irritante, pero debía mantener su compostura.

por Fuji Raikomaru Sáb Dic 26, 2015 1:05 am

Duftmon tomó con calma la mano de la joven, en un gesto de calidez la observó con una mirada serena. Sin embargo, la tranquilidad de ambos poco duró, puesto un imprudente joven de cabellos rubios se acercó a ellos en un tono reprensivo. Fuji se tomó la molestia de escuchar sus planteos, posiblemente por mera cortesía. - Deberías escuchar a tu acompañante, pequeño, y aprender a dirigirte a tus mayores no estaría mal... -El caballero alado llevo instintivamente una de sus manos a la empuñadura de su sable, el cual resposaba en su cintura, no por que fuese a pelear si no por que de hacerlo, él estaría listo.

La paciencia del caballero comenzó a agotarse cuando noto que la presencia de Julio molestaba genuinamente a su acompañante, y mas aún, cuando este tomó la mano de la joven. Fuji volvió a su forma humana en ese momento, y ondeó su flequillo, entregando una mirada gélida al rubio. - Entiendo... -Susurró el joven antes de interponerse frente a Elluka y Julio, su expresión era la de una cobra lista para clavar su veneno en quien lo moleste. Sus cejas verdosas estaban firmes en su rostro por el ceño fruncido que mostraba, era verdaderamente una expresión que en su momento había sabido intimidar sin problemas al emperador de las Zonas Gélidas, Vikemon.

- Un mocoso sin experiencia que intenta reprender a alguien que ha llegado a la cima por meritos propios, quien como bien ha notado mi amada, ha tenido falsos aires de hipocrecía; no solo ha osado enfadar a la joven a mi lado, si no que ha tenido el atrevimiento de poner en tela de juicio mi sentido común... Eso me suena a ofensa, lo mires por donde lo mires -La zurda del peliverde se elevó, y propinó una potente bofetada en el rostro del contrario, tras haber hablado tan severo como un emperador ante sus vasallos. - Habiendo sido provocado, y al haber tú, ofendido mi honor exijo una satisfacción, y si tu orgullo es tán noble como esas palabras ignorantes que sueltas por esa sucia boca; espero, mocoso insolente, aceptes el duelo-Sentenció el caballero tras haber retado al joven al mismo estilo que se hacìa en los tiempos victoriano.

La ofensa a su persona poco le importaba, pero su sangre hirvió cuando vió que este joven habìa tomado la mano de Elluka, era orgulloso, celoso y caprichoso; y con la misma fuerza que amaba era capaz de odiar, por lo que nunca cerraría la boca ante tales provocaciones. - Si te tiemblan demasiado las piernas para responder, aceptaré que beses mis zapatos como disculpa, falso noble -Nuevamente su tono viperino había vuelto mostrando una sonrisa de superioridad que, por la diferencia de alturas, y la personalidad avasallante del peliverde, hacía parecer que ellos dos eran un cazador y su preas, un gato y un raton.

por **Elluka Clockworker** Sáb Dic 26, 2015 3:35 am

OFF:

Cheshire

Ante la tensión del asunto, PawnChessmon no pudo evitar materializarse por cuenta propia y tomó el brazo de su señor en un intento por retenerlo. Julio frunció el ceño al recibir la abofeteada por parte del hombre, clavando sus irregulares orbes con una mirada asesina.
-¡Fuji! -Reclamó la dama, quien parecía horrorizada por la acción de su acompañante. Su señor rechinó los dientes y apretó los puños, dando un aspecto completamente diferente al príncipe rubio que solía mostrar, parecía una bestia a la que le habían arrebatado el almuerzo. Hizo una mueca, probablemente tratando de estirar su entumecida mejilla.
-Ser tan barbárico en pleno siglo XXI sólo demuestra que es mucho más ingenuo e inexperto que yo. -La voz del señor Chesaré era arrastrada y tosca, hizo un ademán con la cabeza hacia la joven que ahora se mantenía un par de pasos más alejada, quizás algo intimidada por la situación. ¿Por qué se empeñaba tanto en ella? Se estaba metiendo a su propia tumba retando de esa manera al hombre.
-Julio, detente. -Cheshire haló del brazo de su amo para llamar su atención, pero él no despegaba la mirada afilada del hombre. -Julio, ¡basta! -La pieza de ajedrez subió su tono de voz. Ya había dejado de llamarlo con honoríficos, si lo había llamado por su nombre de pila es porque estaba desesperado. La pasión de ese muchacho lo iba a matar un día, pero no en su guardia.
-No te preocupes, Cheshire, no es tan tonto. -Reaccionó, pero no miró en ningún momento a su compañero. -Si esta doncella es su amada, será prudente y no la asustará más... De lo que ya ha lo hecho. ¿No es así, Su alteza, Holy Knight Raikomaru?
-Fue suficiente, Julio. -Tajó el caballerito blanco. Se empeñaba en seguir provocando al hombre con ese tono sarcástico y agresivo. La dama presente parecía más enfurecida que ambos hombres, puesto su cara enrojecía como una cereza madura. La expresión del señor se suavizó al notar a la mujer, por una vez el recuerdo de esa niña le trajo algo bueno.
-Fue suficiente. -Repitió la doncella con una voz fúnebre, con su mano trató de halar de la manga del de los cabellos verdes, pero parecía perdida. -Déjelo, monsieur Fuji. -El tono se permanecía recto y serio, algo triste al parecer de Cheshire. También notó como cambió la manera de llamar al hombre, si hacía unos segundos lo tuteó. Dirigió su mirada al amo, parecía tener palabras atoradas en su boca. Siempre que le pasaba algo así, el no poder pronunciar las palabras que deseaba, tenía esa expresión orgullosa que se debatía con una pequeña humildad que lo hacía enrojecer levemente.
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por Fuji Raikomaru Sáb Dic 26, 2015 4:31 am

Fuji emitió una ligera risa desde sus labios, burlón y victorioso en su porte, antes de ondear su flequillo al pasar junto al Pawn Chessmon y su acompañante, cruzando miradas con este por un segundo. - Eso es, intenta conservar tu orgullo falso y quebrado con palabras duras, y sé fuerte para que no caigan lagrimas por tu ego herido -Murmuró el caballero de la rosa negra, antes de alejarse junto con la dama ojos de cielo de aquella escena, en la cual él mismo se había coronado victorioso de manera espiritual. Sin embargo, algo en su pecho aun le molestaba, ¿por que sí acababa de humillar a alguien no se sentía poderoso?, él había seguido todos los pasos para sentirse bien consigo mismo despues de pisar el ego de alguien, hizo lo mismo que hacía desde joven, pero esta vez al notar la mirada de Elluka y escuchar su voz, una extraña opresión en su pecho se hacìa presente. - Yo... -No entendía que le sucedìa, detuvo su andar para llevar sus ojos dorados a los ajenos.

- Fui egoista... Siento en el pecho que algo esta mál, nunca sentí algo así pero por algun motivo siento que te hice preocupar y, no me comporté como debía -Fuji trataba de descifrar que estaba mal en su interior, ¿Era acaso culpa?, ¿O sentía que se había equivocado?, era impensable para él que lo que el consideró toda su vida como justo esta vez estuviese haciendolo sentir mal. Asì fue siempre para él, el fuerte pisotea al débil si el débil no conoce su lugar, nunca importaban los demas, lo que pensasen o lo que sintiesen, pero ella era la excepción de la regla de oro, era la única persona que le importaba y poco a poco se iba dando cuenta de ello.

- Cuando tomó tu mano, mi sangre ardió, ¿como se atreve ese intento de plebeyo a tocar a mi diosa?, no permitiré que nadie se acerque a tí y te contamine, y... te aleje de mi -Tomó aire, inflando su pecho intentando mostrarse fuerte, pero no podía puesto se sentía vulnerable como un niño pequeño en ese momento. - Por que si te pierdo, estaré acabado... Y eso me da miedo -Reconoció bajando la mirada, antes de dejar salir un gran suspiro.

por **Elluka Clockworker** Sáb Dic 26, 2015 6:55 am

Elluka

Poco me importó que mi acompañante se hubiese reclamado ganador del supuesto duelo, me sentía dolida por la actitud que tomó. Aquella vez en la cantina donde solía trabajar fue distinto, el hombre me había ofendido abiertamente y me sentí protegida por Fuji. Fue un acto de caballerosidad a su manera, yo también estaba molesta con el hombre de esa noche tan mágica en la que conoció a ese hombre cuya masculina mano sostenía. Crucé miradas un momento con Julio ¿Ese era su nombre? Me parecía que le sentaba bien. Él también parecía un tanto desconcertado, el presentimiento que tenía guardado en mi pecho se hacía mayor a medida que podía verlo mejor con la distancia que tomábamos del de los cabellos de sol. Las palabras de monsieur Fuji fueron un salvavidas en mi mar de pensamientos. Mi mirada se tornó algo espesa, entristecida conforme seguía escuchando el discurso del de los ojos dorados.
-Quisiera que algo quedará claro. -Comenté justo después del suspiro de Fuji mientras sujetaba el dije dorado que adornaba mi pálido y sencillo suéter con una voz algo distante. -Si alguien me va a separar de usted, será su persona. -Continué mientras frenaba mi paso y clavaba mi vista en la majestuosa torre Eiffel. Estaba molesta por la escena anterior, pero no entendía el por qué. Si bien, la hipocresía del muchacho me molestó, sentía que no había hecho nada malo. No me podía enojar con Julio, era un hecho extraño, pero cierto. -Nadie más que usted puede decidir o no mis sentimientos sobre usted. -Acaricié la mano ajena con mi pulgar con una dulzura completamente diferente a mi voz que regañaba al del bastón, quería ver a ese hombre que tanto me encantaba, pero sabía que mi visión me iba a traicionar. -Usted es mucho más que un amigo, ¿lo sabe, no? Mi mundo se vuelve tan suave como el algodón y tan rosado como el inicio del atardecer en las montañas cuando estoy con usted. -Había vuelto a las formalidades que tanto procuraba cuidar. No quería parecer impropia y esperaba que Fuji no se hubiera dado cuenta de ello en su momento. -No dude de usted, no hay necesidad de plasmar esa furia en la mejilla de alguien. -Volvió a retomar el paso de manera calmada mientras observaba el cielo tomar un tono más cerúleo. Trataba de enojarse realmente por la situación, no molestarse, pero no podía. Solo imaginaba la expresión arrepentida del rostro que no podía apreciar y su corazón daba una pirueta que acababa en una vuelta de 180 grados.
-Julio me conoce. -Soltó mientras seguía caminando por el extenso Campo de Marte. -Me llamó Louise Françoise, si es que mis oídos no me traicionan. ¿Me equivoco, monsieur? -Era la duda que tenía más presente en ese momento. Quería una respuesta ante ello ¿Quién era Julio? Lo más seguro es que Fuji no lo hubiese escuchado, pero no quería quedarme con el pensamiento revoloteando en mi cabeza.

por Fuji Raikomaru Sáb Dic 26, 2015 8:02 am

Fuji

Mi mirada permenacía en el suelo mientras caminabamos de la mano, firme e inamovible, no sentía la fuerza para levantarla hacía arriba, y ese desanimo aumentaba a medida en que me daba cuenta como me comporté. Los caballeros deben defender su honor, los nobles deben imponerse ante los demas, yo no hice nada malo... Pero tal vez el rubio oxigenado tenía razón, estamos en el siglo XXI, ¿Estaré tan acostumbrado al estilo del digimundo?, allí los problemas se resuelven por la fuerza, no existe algo como mediadores a los que debas darles importancia, es la supervivencia del mas apto. - ... -No pude decirle nada, usualmente respondería algun tipo de broma con segundas intneciones, sonreiría y problema resuelto; pero por mucho que me pese sé que tiene razón. ¿Que clase de poder hipnotico, mìstico y milagroso tenia ella?, estaba claro que las únicas palabras que me importarían podían venir de Elluka. Con esfuerzo, elevé la mirada cuando terminó de hablar, cada palabra habìa dolido mas que cualquier herido que recibí a lo largo de mis innumerables batallas, pero a la véz note como ese tono cariñoso llegaba a mi. No estaba molesta, estaba dolida, ¿Acaso sintió que no confío en ella?, es posible.

- Desde pequeño yo... He estado solo, mi familia murió cuando era pequeño, y verdaderamente no había muchos sentimientos que pudiese sentir hacia los trabajadores de mi familia, eran como... muebles para mí -No sé que en que estaba pensando, tal vez no lo estaba haciendo, ultimamente era costumbre; pero decidí ser completamente honesto con ella, se lo ganó. - A lo largo de mi vida, he ahuyentado a todos y me acostumbré a la soledad, estaba bien para mí, así nada podría herirme y yo no heriría a ningun suicida que intente acercarse a mi... Era un juego de distancias, y mascaras con todos, se volvió algo natural en cierto punto; cuando ya tenía toda mi vida lista para no tener que preocuparme por nada, ni nadie; apareciste... Diste vuelta mi mundo, mi forma de ver la vida, me hiciste sentir el hombre mas fuerte y el mas frágil a la vez -Cerré ambos ojos, no iba a dejar que vea las lagrimas acumuladas, no de nuevo. Acerqué su mano a mi rostro, y lo posé sobre una de mis mejillas, era cálida, dulce, era como estar en casa. - Por eso no sé como reaccionar, no sé querer, no hay un manual para saber como reaccionar cuando estás celoso, no hay tutoriales para superar el miedo... Así que te pido me tengas paciencia, y me acompañes en mi aprendizaje, puesto solo contigo quiero hacerlo

Suspiré, antes de volver a recuperar la compostura para responderle como esa figura madura que ella veía de mi. - Posiblemente haya conocido a Louise, es verdad, es una figura que solía toparme en la Ciudad Central pero nunca intercambiamos palabras... Tal vez deberías preguntarle -Por mi mente pasaron mil ideas que mas que ideas parecían pesadillas, ¿Que haría si su pasado vuelve a buscarla?, tal vez ese joven era el amor de su vida, era mas joven que yo, y seguramente tenía dos piernas. Negué con la cabeza, sería egoista seguir cargandola con mis propias inseguridades, ella tenía razon, sin importar su pasado yo era su presente, ¿Cierto?. Le sonreí de corazonpara motivarla, sin embargo, había algo que estaba empezando a notar y quería recalcarselo. - Puedes tutearme... Digo, las persona que s-se quieren se tutean, ¿cierto? -Maldición, mi corazón comenzó a latir de prisa, sentí calor en las mejillas, me habìa ruborizado. Me mantuve firme, esperando que no lo note.

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