Un tipo raro pero sexy en la terraza [privado: Fuji - Lily]

Sin importar que haya abandonado esa misma escuela hace casi cinco años, sin terminar la educación secundaria, el peliverde era uno de los hombres con la billetera mas gorda en esa ciudad de mala muerte y eso, se ganaba el respeto de todos los profesionales que en su momento lo llamaron, mocoso irresponsable. – no es mi culpa haber dicho que la escuela no servía de nada… -refunfuñó molesto, fumando en la terraza de la escuela, a pesar de estar terminantemente prohibido. Había sido convocado en esa mañana, para dar una especie de cátedra respecto a la administración de empresas para las clases superiores aunque se había ganado la furia de los profesores al decir “Yo abandoné la escuela, cuatro años después tengo tanto dinero que no podría gastármelo en una vida… la escuela no sirve de nada” sin duda, la idea de decir lo que quisiese cuando quisiese y como quisiese a veces le jugaba en contra.

Para poder evitar el bullicio habia subido previamente a la terraza mientras tuvo que ir urgentemente al baño para poder sacar el paquete de cigarro que había escondido anteriormente atrás de un inodoro. – estos malditos niños de primaria, si los encontrasen parecerían chimeneas con patas… -molesto colocó nuevamente un cigarro en su boca, mientras caminaba escaleras arriba hacia la azotea que casi nadie usaba, pero fue entonces que al llegar nuevamente una escena capto su atención. En la terraza, ¡había una chica con el pelo rubio! Y un digimon, claro, pero ¡Una chica con el pelo rubio!. – Oye, ¿sabias que no se deben traer digimon a la escuela?... ¿eres japonesa? –lo que mas le importaba al peliverde era simplemente la nacionalidad de la joven, puesto las japonesas rubias… eran un mito peor que el reinado de Sukamon en el digimundo. Con la mano derecha, tomó el cigarro mientras caminaba hacia al rubia y su nyaromon, posiblemente lo había obtenido hace poco… ¿Qué acaso todos los alumnos de esa maldita escuela tendrían digimon? En ese lugar fue donde conoció a Kapurimon, quien fue su mas grande amigo.

Sin duda ese acento resaltaba el londinense toque de sensualidad que tanto le gustaba al empresario, ¡big ben! ¡té! ¡reina! ¡clichés! Todos esos componente producían en el peliverde una ligera sonrisa, en especial por ser su madre inglesa o por lo menos, cuando estaba viva. – era solo una broma, no existen reglas así en la escuela… creo, todo es tan descabellado que no me sorprendería –exhaló el humo sonriente, mientras se quitaba el sombrero para acomodar los cabellos de su flequillo en aquel matorral de pelos esmeralda. Ante la presentación de la joven, no dudó en tomar su mano derecha y arrodillarse ante ella, besando el dorso de esta en un gesto de caballerosidad. – Fuji Raikomaru, un simple transeúnte de la vida misma maravillado por la preciosidad de esta británica en uniforme japonés… -era un pervertido, pero posiblemente con razones puesto la belleza de la dama era digna de admirar.

Una vez se levantó, observo a la pequeña Nyaromon, lanzando su sombrero con la intención de ocultarla temporalmente. – ten cuidado, pequeña, si las personas piensan que eres un peluche en un lugar donde niños sin ética alguna, y manos sucias, abundan por doquier… no quiero pensar que podría pasarle a tu integridad física –su mueca mostró cierto disgusto ante la idea de un grupo de niños manoseando al pobre digimon, como en las ciudades de gomorra y somoda, pero con mucha mas perversión infantil y mocos.

Tras unos segundos de aquella traumática escena mental, la sonrisa inalterable del verdoso caballero mostró nuevamente su máximo nivel al dirigir la mirada a la pequeña rubia, el hecho de que ella haya dicho “aun no logro sentirme cómoda” generó en el perspicaz joven una inmediata aceptación y hasta comprensión de la situación de la dama, cruzándose de brazos con una sonrisa mientras calzaba en cigarro, apagado previamente sin terminarse, sobre su oreja. - ¿no te sientes cómoda pequeña Lily? Yo podría ayudarte, muchas veces he sentido en el pasado que no encajaba del todo en ningún lugar… ya sea por mi apariencia, mis gustos o mis pasatiempos… en tu caso, seguramente es por tu exorbitante belleza ¿cierto? –una ligera risa escapó entre sus labios, mientras dirigía su atención a la dama intentando que pudiese entrar en confianza.

¿Qué sucedió? Sin duda alguna, el Nyaromon estaba por digievolucionar ¿en que se convertiría? La crianza inicial era fundamental para determinar el tipo de rookie que sería y las posibilidades eran miles. – Digievolución, nunca me cansaré de verla –comentó maravillado por los destellos, mientras caminaba hacia Lily, cruzándose de brazos a su lado para observar el espectáculo. - Como los digimon son en su totalidad compuestos por pura información, ellos pueden descargar información de la red a su núcleo recopilando información del ambiente, de lecciones aprendidas, batallas o data absorbida de enemigos por ejemplo,, haciéndose más fuertes en el proceso. Cuando han descargado o absorbido suficiente información, el Digicore, o el núcleo sufre una violenta sobreescritura, haciendo que el Digimon evolucione o como solemos decir los tamer “Digievolucione”, transformándose en una nueva criatura, generalmente más grande y poderosa que la anterior aunque suele haber casos en el que, su tamaño se reduzca. Cuando un Digimon evoluciona, aunque su forma exterior cambia, pero su conciencia, personalidad y sentimientos no lo suelen hacer aunque claro siempre hay excepciones, generalmente entre las evoluciones corruptas–explicó tomando asiento contra una esquina de la terraza, calzándose contra el borde para poder fumar observando la calle esperando que la evolución muestre a quien presentaría como la acompañante de Lily, lo mas probable era que fuese salamon y de hecho, era lo que el peliverde esperaba.