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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Lucha por escribir tu destino [Priv. Akira; Levy]
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Lucha por escribir tu destino [Priv. Akira; Levy]
Hacía tiempo que no regresaba a la escuela, ya había pasado mucho tiempo y ni sabía la cantidad exacta de días que había faltado. Perdí la noción del tiempo al entrar al Digimundo, tal vez fue porque me olvidé por completo de eso o porque alguna parte de mi, no quería pensar en eso. Estaba parado frente a la entrada, mirando al edificio, con la gran reja que hacía de primera puerta abierta en su totalidad.
Dudaba en entrar a pesar de que ya era tarde, me había quedado dormido, de seguro ese tonto despertador anda mal. Hasta ahora se había salvado de que varias veces lo arroje por la ventana.
Creo nadie se deberá acordar de mi, pensé. No tenía mejores amigos, apenas conocidos con los cuales sólo intercambiaba pocas palabras no muy seguido y que seguramente me mirarían extrañados una vez que entrara al salón de clases por haber faltado tanto tiempo.
Sin pensarlo más llevé mi mano derecha a mi hombro del mismo lado para acomodar el tirante de la funda de mi espada, pero no estaba allí, había olvidado de que la había perdido en el bosque, justo antes de que regresara a este mundo. Era sólo un reflejo. Di un paso hacia adelante, y luego otro, y otro, así hasta ir cubriendo el camino; la pequeña plaza de concreto que antecedía al edificio de la escuela. Creo que era hora de retomar la aburrida vida que había tenido, la vida sin un futuro cierto y aburrido.
Era seguro de que no volvería a ver de nuevo a Hyokomon, con él quedó mi parte de todos los deseos y sueños que tuvimos juntos... sólo desaparecieron. En el interior deseaba que él continuara con el camino que habíamos empezado y que cumpliera sus metas, a pesar de que él juró que no lo haría si no era codo a codo conmigo.
-No seas terco, Hyokomon, sigue y se el mejor espadachín del Mundo Digital. Hasta siempre.
Al decir esto, miré al cielo como si de alguna manera el polluelo estuviera ahí y pudiera oírme.
Crucé la puerta principal del edificio y me dirigía hacia el salón de siempre, no creo que hayan cambiado de lugar, al menos no quería encontrarme con esa sorpresa. Subí las escaleras hacia el segundo piso de los tres que había y continué hasta la mitad del pasillo. Me encontraba frete a la puerta, miré hacia ambos lados y supe que ya habían comenzado las clases, no había visto a nadie desde que entré al establecimiento. Puse mi vista en la puerta nuevamente, comencé a estirar mi mano para abrirla y notaba que temblaba mientras que un sudor frío me hacía contraer el cuerpo.
-Ahh -suspiré mientras fruncía un poco el ceño-, aquí vamos.
¡Estaban todos! Ese era mi salón y las mismas personas sentadas en el lugar que las recordaba, algunos sobre la silla y otros sobre la mesa, el profesor aún no había llegado. Y luego me llaman irresponsable a mi, tch.
-Ho... hola a todos.
Algunos me miraron y movieron la cabeza en señal de saludo, otros siguieron con sus conversaciones ignorándome por completo.
-Tarde como siempre, ¿acaso no piensa entrar, señor Okumura?
Sentí esa gruesa voz a mis espaldas, me tomó por sorpresa e hizo que moviera rápidamente mi cabeza hacia atrás un par de centímetros a la vez que abría grande los ojos. Era el profesor Kondo, siempre regañando a los demás a pesar de que él hacía lo mismo, con esa actitud soberbia. Lo reconocí al instante y sólo con saber que era él, lograba molestarme demasiado. Me encogí de hombros y agaché mi cabeza, sin voltearme, miré hacia atrás y fui a sentarme en mi lugar de siempre. En la segunda fila del medio, un banco antes de llegar al final.
-Siéntense bien todos, la clase está por comenzar.
Ni siquiera era capaz de saludar ni de dar los buenos días. Pero aún así, nadie parecía quejarse sobre ello, a nadie le importaba, sólo a mi.
Todos sacaron sus respectivos libros y los pusieron sobre la mesa, yo no fui la excepción.
-Abran sus libros en la página ciento veintiocho, continuaremos viendo el tema de células animales y vegetales. Señor Okumura, ¿sería tan amable de leer el contenido del primer título de esa página?
-¿Oh? Está... está bien -aclarando mi garganta-. Las células animales y las células vegetales pueden parecer similares, pero tienen muchas características...
Un momento, conocía este texto, por alguna razón lo recordaba... ¡claro! Ya lo había leído con anterioridad, recordaba que lo estaba estudiando el mismo día que llegué al Digimundo. Bueno, en realidad estaba leyendo manga, pero iba a estudiarlo, ¡en serio! Incluso ese viejo había pedido que lo leyera para la clase al igual que ahora.
-Espere profesor Kondo, ya hizo que leyera esto.
-Por eso mismo dije que continuábamos con el tema, repasaremos lo que vimos la semana pasada. Ahora lea.
-¡¿De qué habla?! Eso fue hace como dos meses.
-Señor Okumura, usted siempre viviendo en las nubes, siempre exagerando. Continúe, no haga perder tiempo de clase.
-Le estoy diciendo la verdad, fue hace mucho.
-Muy bien clase, al parecer su compañero ya sabe todo. Por lo que mañana habrá examen de todo el tema de células. Desde la página ciento veinte a la ciento treinta y dos.
Todos lanzaron un "Ohh" al mismo tiempo, mostrando descontento por la repentina fecha del examen. Incluso sentí insultos dirigidos hacia a mi que venían desde atrás.
-Lo anotaré en la pizarra por las dudas ses les olvide la fecha o simplemente se hagan la idea de que pasó mucho tiempo entre un día y otro, como al señor Okumura. Por cierto denle las gracias a él por eso -mientras agarraba una tiza y se volteaba para escribir a la vez que lo recitaba-. Mañana, veintitrés de...
El maldito siempre me tomaba como objeto de burla y me hacía culpable de las cosas por las cuales todos los del salón debían sufrir. Me miraban enojados, inclusive aquellos sabelotodos que no encontraban dificultad en el estudio como yo. Supongo que a nadie le gustaba rendir exámenes.
Pero yo estaba mucho más molesto, era imposible que ese viejo tuviera razón... ¡¿QUÉ?!
-¡¿Veintitrés de septiembre?! ¡¿De qué diablos estás hablando?!
Me levanté rápidamente de mi asiento y me agarré fuertemente de los bordes de mi mesa mientras que la silla en la que estaba sentado se caía hacia atrás. Todos se callaron y me miraron, incluso aquellos que no lo estaba haciendo antes. El viejo dejó de escribir y se volteó a verme.
-¡¿Qué ocurre ahora, Rin?!
-¡¿Acaso está loco?! ¡Esa fecha pasó hace siglos! ¿No se da cuenta?
-¡No empieces con eso de nuevo y no levantes la voz! ¡No en mi clase! ¡Así que vete de aquí!
-¡Escúcheme maldita sea! -golpeando el banco con mi puño derecho.
-¡Te vas!
Sólo sentía bronca y ganas de partirle el rostro de un golpe, a ese estúpido. Pero me limité a ceñir los dientes y a apretar mi puño contra la mesa. Guardé mi libro nuevamente en mi bolso y me dirigí a la salida.
-Y ni se te ocurra escaparte como otras veces. Luego tendrás que darle explicaciones al director
Me detuve una vez que abrí la puerta para escuchar sus últimas palabras, no le respondí nada, y una vez que terminó, crucé la puerta y la cerré con gran fuerza a mi espalda.
Dudaba en entrar a pesar de que ya era tarde, me había quedado dormido, de seguro ese tonto despertador anda mal. Hasta ahora se había salvado de que varias veces lo arroje por la ventana.
Creo nadie se deberá acordar de mi, pensé. No tenía mejores amigos, apenas conocidos con los cuales sólo intercambiaba pocas palabras no muy seguido y que seguramente me mirarían extrañados una vez que entrara al salón de clases por haber faltado tanto tiempo.
Sin pensarlo más llevé mi mano derecha a mi hombro del mismo lado para acomodar el tirante de la funda de mi espada, pero no estaba allí, había olvidado de que la había perdido en el bosque, justo antes de que regresara a este mundo. Era sólo un reflejo. Di un paso hacia adelante, y luego otro, y otro, así hasta ir cubriendo el camino; la pequeña plaza de concreto que antecedía al edificio de la escuela. Creo que era hora de retomar la aburrida vida que había tenido, la vida sin un futuro cierto y aburrido.
Era seguro de que no volvería a ver de nuevo a Hyokomon, con él quedó mi parte de todos los deseos y sueños que tuvimos juntos... sólo desaparecieron. En el interior deseaba que él continuara con el camino que habíamos empezado y que cumpliera sus metas, a pesar de que él juró que no lo haría si no era codo a codo conmigo.
-No seas terco, Hyokomon, sigue y se el mejor espadachín del Mundo Digital. Hasta siempre.
Al decir esto, miré al cielo como si de alguna manera el polluelo estuviera ahí y pudiera oírme.
Crucé la puerta principal del edificio y me dirigía hacia el salón de siempre, no creo que hayan cambiado de lugar, al menos no quería encontrarme con esa sorpresa. Subí las escaleras hacia el segundo piso de los tres que había y continué hasta la mitad del pasillo. Me encontraba frete a la puerta, miré hacia ambos lados y supe que ya habían comenzado las clases, no había visto a nadie desde que entré al establecimiento. Puse mi vista en la puerta nuevamente, comencé a estirar mi mano para abrirla y notaba que temblaba mientras que un sudor frío me hacía contraer el cuerpo.
-Ahh -suspiré mientras fruncía un poco el ceño-, aquí vamos.
¡Estaban todos! Ese era mi salón y las mismas personas sentadas en el lugar que las recordaba, algunos sobre la silla y otros sobre la mesa, el profesor aún no había llegado. Y luego me llaman irresponsable a mi, tch.
-Ho... hola a todos.
Algunos me miraron y movieron la cabeza en señal de saludo, otros siguieron con sus conversaciones ignorándome por completo.
-Tarde como siempre, ¿acaso no piensa entrar, señor Okumura?
Sentí esa gruesa voz a mis espaldas, me tomó por sorpresa e hizo que moviera rápidamente mi cabeza hacia atrás un par de centímetros a la vez que abría grande los ojos. Era el profesor Kondo, siempre regañando a los demás a pesar de que él hacía lo mismo, con esa actitud soberbia. Lo reconocí al instante y sólo con saber que era él, lograba molestarme demasiado. Me encogí de hombros y agaché mi cabeza, sin voltearme, miré hacia atrás y fui a sentarme en mi lugar de siempre. En la segunda fila del medio, un banco antes de llegar al final.
-Siéntense bien todos, la clase está por comenzar.
Ni siquiera era capaz de saludar ni de dar los buenos días. Pero aún así, nadie parecía quejarse sobre ello, a nadie le importaba, sólo a mi.
Todos sacaron sus respectivos libros y los pusieron sobre la mesa, yo no fui la excepción.
-Abran sus libros en la página ciento veintiocho, continuaremos viendo el tema de células animales y vegetales. Señor Okumura, ¿sería tan amable de leer el contenido del primer título de esa página?
-¿Oh? Está... está bien -aclarando mi garganta-. Las células animales y las células vegetales pueden parecer similares, pero tienen muchas características...
Un momento, conocía este texto, por alguna razón lo recordaba... ¡claro! Ya lo había leído con anterioridad, recordaba que lo estaba estudiando el mismo día que llegué al Digimundo. Bueno, en realidad estaba leyendo manga, pero iba a estudiarlo, ¡en serio! Incluso ese viejo había pedido que lo leyera para la clase al igual que ahora.
-Espere profesor Kondo, ya hizo que leyera esto.
-Por eso mismo dije que continuábamos con el tema, repasaremos lo que vimos la semana pasada. Ahora lea.
-¡¿De qué habla?! Eso fue hace como dos meses.
-Señor Okumura, usted siempre viviendo en las nubes, siempre exagerando. Continúe, no haga perder tiempo de clase.
-Le estoy diciendo la verdad, fue hace mucho.
-Muy bien clase, al parecer su compañero ya sabe todo. Por lo que mañana habrá examen de todo el tema de células. Desde la página ciento veinte a la ciento treinta y dos.
Todos lanzaron un "Ohh" al mismo tiempo, mostrando descontento por la repentina fecha del examen. Incluso sentí insultos dirigidos hacia a mi que venían desde atrás.
-Lo anotaré en la pizarra por las dudas ses les olvide la fecha o simplemente se hagan la idea de que pasó mucho tiempo entre un día y otro, como al señor Okumura. Por cierto denle las gracias a él por eso -mientras agarraba una tiza y se volteaba para escribir a la vez que lo recitaba-. Mañana, veintitrés de...
El maldito siempre me tomaba como objeto de burla y me hacía culpable de las cosas por las cuales todos los del salón debían sufrir. Me miraban enojados, inclusive aquellos sabelotodos que no encontraban dificultad en el estudio como yo. Supongo que a nadie le gustaba rendir exámenes.
Pero yo estaba mucho más molesto, era imposible que ese viejo tuviera razón... ¡¿QUÉ?!
-¡¿Veintitrés de septiembre?! ¡¿De qué diablos estás hablando?!
Me levanté rápidamente de mi asiento y me agarré fuertemente de los bordes de mi mesa mientras que la silla en la que estaba sentado se caía hacia atrás. Todos se callaron y me miraron, incluso aquellos que no lo estaba haciendo antes. El viejo dejó de escribir y se volteó a verme.
-¡¿Qué ocurre ahora, Rin?!
-¡¿Acaso está loco?! ¡Esa fecha pasó hace siglos! ¿No se da cuenta?
-¡No empieces con eso de nuevo y no levantes la voz! ¡No en mi clase! ¡Así que vete de aquí!
-¡Escúcheme maldita sea! -golpeando el banco con mi puño derecho.
-¡Te vas!
Sólo sentía bronca y ganas de partirle el rostro de un golpe, a ese estúpido. Pero me limité a ceñir los dientes y a apretar mi puño contra la mesa. Guardé mi libro nuevamente en mi bolso y me dirigí a la salida.
-Y ni se te ocurra escaparte como otras veces. Luego tendrás que darle explicaciones al director
Me detuve una vez que abrí la puerta para escuchar sus últimas palabras, no le respondí nada, y una vez que terminó, crucé la puerta y la cerré con gran fuerza a mi espalda.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :53Nivel On Rol :Rookie
Rin Okumura
Re: Lucha por escribir tu destino [Priv. Akira; Levy]
Sentía una terrible pesadez, de esa que sientes cuando te tienes que levantar temprano por la mañana y la noche anterior te habías desvelado bastante... ah, claro, tal vez era porque había hecho exactamente eso anoche, bufé, no quería levantarme por supuesto que no, pero eso había dejado de ser algo que decidiera yo hacía un tiempo atrás-¿No me escuchaste? ¡Es tarde, levántate!-¿Y que con que fuera tarde? No quería levantarme, no quería ir a la escuela, pero aquella pequeña masita café saltaba incansablemente sobre mí y no pararía hasta que me levantara, era la rutina de todas las mañanas-¡Vale vale! tch, fastidias demasiado-dije mirando de reojo a mi compañero que había rebotado en la cama al levantarme de golpe, di un amplio bostezo y talle un poco mi ojo-Es tarde, ya deberías estar llegando al colegio y ni siquiera te habías levantado -el pequeño suspiro algo cansado, el digimon se había convertido en mi "conciencia" o algo por el estilo, era como si fuese pinocho y él aquel grillo que le daba consejos buenos todo el tiempo, claro que en vez de un grillo yo tenía una masita marrón con cuernos, antes un conejo superdesarrollado o algo por el estilo, mucho más original supongo, sonreí pensando todo esto, pero chocomon era mucho más que eso, era mi mejor amigo, y sabía qué hacía todo eso porque quería cuidar de mí, enserio...se lo agradecía.
Me aliste para ir a la escuela, la escuela, probablemente era el lugar qué más aborrecía, pero al fin y al cabo, no me quedaba opción, chocomon no me permitiría irme de pinta y bueno, era mi “obligación” estudiar, chasquee la boca tomando mis cosas y haciéndole una seña a la masita para que viniera conmigo, era tan pequeño en esa forma… lo escondía con facilidad en mi mochila, también pasaba por un juguete sin levantar sospechas, era realmente cómodo que tuviese ese tamaño tan…compacto, así podíamos estar prácticamente todo el tiempo juntos. Abrí la puerta de mi casa con desgano, sostenía un paquete de galletas, el cual sería mi desayuno, solté un largo suspiro y comencé a caminar sin prisa alguna-Akii...-oi la voz un tanto preocupada de chocomon desde mi mochila, no le deje empezar su sermón-¿Qué? No pienso correr...toma-abrí las galletas y las deje en mi mochila para que él las comiera, no tenía demasiado apetito y sabía que le fascinaban.
El camino a la escuela era siempre el mismo, atravesaba el parque, un lugar que se había convertido en uno de los más importantes para mí, después de todo aquí nos habíamos conocido. Si un día antes alguien me hubiera dicho que me encontraría a un "monstruo digital" en el parque y que seriamos mejores amigos en definitiva nunca le hubiese creído, siendo sincera ¿qué clase de persona podría haber creído algo como eso? sin embargo era verdad, y no podía estar más feliz al respecto, desde ese día había pasado muy buenos ratos con él, me había explicado varias cosas, también yo le había enseñado algunas otras, no necesitábamos a nadie, no, los dos solos estábamos bien. Después de un rato caminando el imponente edificio de la escuela comenzaba a alzarse ante nosotros, acercándose un poco más con cada paso que daba. Suspire con fastidio, en verdad que no estaba de humor para la escuela hoy, pero ya estaba aquí ¿no?
-¿Ves? Llegamos tarde de nuevo…-se quejó el pequeño con un susurro desde su escondite al ver que la escuela estaba prácticamente vacía, todos se encontraban ya en el salón de clases, a veces llegaba a creer que a Chocomon le entretenían bastante las clases, al menos mucho más que a mí-Recuerda que no puedes hablar aquí-le replique en respuesta, avanzando a un paso algo más apresurado hacia el salón de clases.
Me esperaba, por supuesto, encontrar la clase ya en curso, también esperaba que me regañasen, esperaba muchas cosas que en verdad no me importaban, lo que no esperaba era ver parte de aquella “escenita”, era obvio que los gritos eran del vejete de Kondo, chasquee fastidiada con la boca-Genial, se pondrá aun peor de lo que pensé…-musite entre dientes para mí misma, siendo imposible que siquiera mi digimon escuchase. La victima esta vez era un chico de ojos azules y cabello oscuro, ¿Cómo se llamaba?... ¿Okumura?, no estaba segura, tampoco me importaba del todo, en realidad, nunca hablaba demasiado con la gente de la clase… Pero ahora me estorbaba, estaba justo delante de la puerta… Una vez que estuve cerca de él, le mire un tanto fastidiada pues gracias a lo que sea que hubiese hecho no me la dejaba del todo fácil con el anciano-Oye, me estorbas-le dije usando aquel tono indiferente que solía usar con la mayoría de las personas, si no es que con todas, más gritos comenzaron a oírse desde el interior del salón, seguro había empezado a sermonear y a regañar a todos aun cuando no tuviesen nada que ver-Enserio lo enfadaste-musite con poco interés, soltando un leve suspiro… no sería una mañana del todo agradable…
Me aliste para ir a la escuela, la escuela, probablemente era el lugar qué más aborrecía, pero al fin y al cabo, no me quedaba opción, chocomon no me permitiría irme de pinta y bueno, era mi “obligación” estudiar, chasquee la boca tomando mis cosas y haciéndole una seña a la masita para que viniera conmigo, era tan pequeño en esa forma… lo escondía con facilidad en mi mochila, también pasaba por un juguete sin levantar sospechas, era realmente cómodo que tuviese ese tamaño tan…compacto, así podíamos estar prácticamente todo el tiempo juntos. Abrí la puerta de mi casa con desgano, sostenía un paquete de galletas, el cual sería mi desayuno, solté un largo suspiro y comencé a caminar sin prisa alguna-Akii...-oi la voz un tanto preocupada de chocomon desde mi mochila, no le deje empezar su sermón-¿Qué? No pienso correr...toma-abrí las galletas y las deje en mi mochila para que él las comiera, no tenía demasiado apetito y sabía que le fascinaban.
El camino a la escuela era siempre el mismo, atravesaba el parque, un lugar que se había convertido en uno de los más importantes para mí, después de todo aquí nos habíamos conocido. Si un día antes alguien me hubiera dicho que me encontraría a un "monstruo digital" en el parque y que seriamos mejores amigos en definitiva nunca le hubiese creído, siendo sincera ¿qué clase de persona podría haber creído algo como eso? sin embargo era verdad, y no podía estar más feliz al respecto, desde ese día había pasado muy buenos ratos con él, me había explicado varias cosas, también yo le había enseñado algunas otras, no necesitábamos a nadie, no, los dos solos estábamos bien. Después de un rato caminando el imponente edificio de la escuela comenzaba a alzarse ante nosotros, acercándose un poco más con cada paso que daba. Suspire con fastidio, en verdad que no estaba de humor para la escuela hoy, pero ya estaba aquí ¿no?
-¿Ves? Llegamos tarde de nuevo…-se quejó el pequeño con un susurro desde su escondite al ver que la escuela estaba prácticamente vacía, todos se encontraban ya en el salón de clases, a veces llegaba a creer que a Chocomon le entretenían bastante las clases, al menos mucho más que a mí-Recuerda que no puedes hablar aquí-le replique en respuesta, avanzando a un paso algo más apresurado hacia el salón de clases.
Me esperaba, por supuesto, encontrar la clase ya en curso, también esperaba que me regañasen, esperaba muchas cosas que en verdad no me importaban, lo que no esperaba era ver parte de aquella “escenita”, era obvio que los gritos eran del vejete de Kondo, chasquee fastidiada con la boca-Genial, se pondrá aun peor de lo que pensé…-musite entre dientes para mí misma, siendo imposible que siquiera mi digimon escuchase. La victima esta vez era un chico de ojos azules y cabello oscuro, ¿Cómo se llamaba?... ¿Okumura?, no estaba segura, tampoco me importaba del todo, en realidad, nunca hablaba demasiado con la gente de la clase… Pero ahora me estorbaba, estaba justo delante de la puerta… Una vez que estuve cerca de él, le mire un tanto fastidiada pues gracias a lo que sea que hubiese hecho no me la dejaba del todo fácil con el anciano-Oye, me estorbas-le dije usando aquel tono indiferente que solía usar con la mayoría de las personas, si no es que con todas, más gritos comenzaron a oírse desde el interior del salón, seguro había empezado a sermonear y a regañar a todos aun cuando no tuviesen nada que ver-Enserio lo enfadaste-musite con poco interés, soltando un leve suspiro… no sería una mañana del todo agradable…
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :9Nivel On Rol :RookieInventario :
Akira Ryunosuke
Re: Lucha por escribir tu destino [Priv. Akira; Levy]
Habían pasado dos horas desde que había despertado, prácticamente todo estaba listo para irme a la escuela, todo menos una cosa Yaamon seguía dormido, desde que nos conocíamos habíamos sido muy unidos, pero algo me quedaba claro sería muy difícil despertarlo, probablemente ese era su único defecto, o al menos el único que yo conocía. No quería retrasarme así que estaba dispuesta a dejarlo en mi habitación, ya había salido de casa pero algo me hizo voltear hacia la ventana de mi habitación, por asares del destino Yaamon acababa de despertar y caía por el aire para aterrizar sobre mi cabeza, en un principio sentí pánico ya que era posible que se lastimara, pero el haber convivido con él me hacía saber lo arriesgado que era, todo lo contrario a mí, dejé que cayera en mí mientras comenzaba a caminar.
-Vaya, creí que nunca despertarías Yaamon.- dije a mi compañero sin esperar una respuesta a cambio.
Hubiese sido muy raro ir por la calle y ver a una chica con un ser morado en su cabeza por lo cual decidí tomarlo entre mis brazos, al principio Yaamon parecía extrañado al verme hacer esto, pero aún sin decir palabra alguna parecía que entendía la situación. El camino hacia la escuela era largo más sin embargo no era la distancia lo que hacía que tardara tanto en llegar si no la enorme cantidad de gente por las calles y el paso lento que estás llevaban al no poder avanzar. Me encantaba pasar el tiempo con Yaamon aunque ninguna palabra se escuchara en todo el tiempo que pasábamos, me di cuenta que la escuela estaba cerca e incluso alcanzaba a oír algunos gritos que me indicaba que los menores estaban jugando y que los mayores conversaban sobre sus vivencias el día anterior. Yaamon sabía que no lo podía tener afuera y que debía meterse en la mochila para no levantar sospecha alguna y así lo hizo, dejé el cierre de la mochila abierto lo suficiente para que le entrara aire a Yaamon, las clases estaban por empezar por lo cual apresuré mi paso. Entré al salón de clases como si fuera un día normal, puse la mochila a mis pies por si Yaamon llegaba a tener alguna necesidad, esperé a que sonara la campana, la primera clase era con la amable señorita Imoshi, era mi maestra favorita debido a su gran flexibilidad a la hora de presentar trabajos y tareas, eso sumado a su carisma y su sentido del humor la convertían, para mí en la mejor maestra.
La clase estaba fluyendo de una manera agradable, e incluso el aula se encontraba en un silencio agradable con todos escribiendo notas en el cuaderno hasta que un molesto ruido irrumpió la armonía de nuestra aula, los estrepitosos ruidos, al parecer provenían del profesor del aula siguiente, desconocía a los alumnos de esa aula, eran un año menor que yo y los profesores habían cambiado a final de curso. Sin embargo Kushina, una compañera de mi clase parecía reconocer la voz del profesor cuyo apellido era Kondo, realmente tenía idea de que admitieran profesores con ese temperamento en la escuela, digo, no lo conocía y sin embargo ya me estaba quejando de él. Despejé mi mente de pensamientos que no tenían relevancia alguna, los exámenes se acercaban y debía concentrarme (sí aún teniendo a Yaamon, debía hacerlo) si es que quería seguir obteniendo buenas notas.
La clase siguió después de tremendo escándalo armado, al parecer quedaba menos de una semana para el examen, las clases después de la materia impartida por la señorita Imoshi fueron realmente aburridas, y es que cuando te acostumbras a maestros tan amigables y carismáticos los demás te parecen amargados y odiosos. Mi mente estuvo centrada la mayor parte de ese tiempo en Yaamon, no veía la mochila moverse y eso me preocupaba, estaba apunto abrirla de la preocupación, pero la campana que indicaba el receso acababa de sonar, tomé mi mochila y salí volando para saber que era lo que le pasaba a mi perezoso compañero. De la prisa que tenía no me percate que una chica se encontraba frente a mi, por consiguiente choqué con ella.
-De verdad lo siento, no me fije por donde iba.-dije mientras cerraba mis ojos , mostraba una sonrisa y me llevaba mi mano a la parte trasera de mi cabeza.
-Vaya, creí que nunca despertarías Yaamon.- dije a mi compañero sin esperar una respuesta a cambio.
Hubiese sido muy raro ir por la calle y ver a una chica con un ser morado en su cabeza por lo cual decidí tomarlo entre mis brazos, al principio Yaamon parecía extrañado al verme hacer esto, pero aún sin decir palabra alguna parecía que entendía la situación. El camino hacia la escuela era largo más sin embargo no era la distancia lo que hacía que tardara tanto en llegar si no la enorme cantidad de gente por las calles y el paso lento que estás llevaban al no poder avanzar. Me encantaba pasar el tiempo con Yaamon aunque ninguna palabra se escuchara en todo el tiempo que pasábamos, me di cuenta que la escuela estaba cerca e incluso alcanzaba a oír algunos gritos que me indicaba que los menores estaban jugando y que los mayores conversaban sobre sus vivencias el día anterior. Yaamon sabía que no lo podía tener afuera y que debía meterse en la mochila para no levantar sospecha alguna y así lo hizo, dejé el cierre de la mochila abierto lo suficiente para que le entrara aire a Yaamon, las clases estaban por empezar por lo cual apresuré mi paso. Entré al salón de clases como si fuera un día normal, puse la mochila a mis pies por si Yaamon llegaba a tener alguna necesidad, esperé a que sonara la campana, la primera clase era con la amable señorita Imoshi, era mi maestra favorita debido a su gran flexibilidad a la hora de presentar trabajos y tareas, eso sumado a su carisma y su sentido del humor la convertían, para mí en la mejor maestra.
La clase estaba fluyendo de una manera agradable, e incluso el aula se encontraba en un silencio agradable con todos escribiendo notas en el cuaderno hasta que un molesto ruido irrumpió la armonía de nuestra aula, los estrepitosos ruidos, al parecer provenían del profesor del aula siguiente, desconocía a los alumnos de esa aula, eran un año menor que yo y los profesores habían cambiado a final de curso. Sin embargo Kushina, una compañera de mi clase parecía reconocer la voz del profesor cuyo apellido era Kondo, realmente tenía idea de que admitieran profesores con ese temperamento en la escuela, digo, no lo conocía y sin embargo ya me estaba quejando de él. Despejé mi mente de pensamientos que no tenían relevancia alguna, los exámenes se acercaban y debía concentrarme (sí aún teniendo a Yaamon, debía hacerlo) si es que quería seguir obteniendo buenas notas.
La clase siguió después de tremendo escándalo armado, al parecer quedaba menos de una semana para el examen, las clases después de la materia impartida por la señorita Imoshi fueron realmente aburridas, y es que cuando te acostumbras a maestros tan amigables y carismáticos los demás te parecen amargados y odiosos. Mi mente estuvo centrada la mayor parte de ese tiempo en Yaamon, no veía la mochila moverse y eso me preocupaba, estaba apunto abrirla de la preocupación, pero la campana que indicaba el receso acababa de sonar, tomé mi mochila y salí volando para saber que era lo que le pasaba a mi perezoso compañero. De la prisa que tenía no me percate que una chica se encontraba frente a mi, por consiguiente choqué con ella.
-De verdad lo siento, no me fije por donde iba.-dije mientras cerraba mis ojos , mostraba una sonrisa y me llevaba mi mano a la parte trasera de mi cabeza.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :21Nivel On Rol :Rookie
Levy McGarden
Re: Lucha por escribir tu destino [Priv. Akira; Levy]
Un instante antes de retirarme por completo del salón me crucé con alguien que intentaba entrar a clases y llegaba tarde, inclusive mucho más que yo y que el profesor, pero perdía cuidado por ella ya que estaba seguro que pasaría desapercibida frente a los ojos de Kondo. Claro, siempre era yo el que lo enojaba, el escandaloso de la clase y el que por mi culpa todos sufrían a pesar de que los demás hicieran algo mucho peor que yo. Si sabía que esto pasaría, ni pensaba en regresar a la escuela, de seguro sería mejor si consiguiera un aburrido trabajo de tiempo completo.
Quien estaba en frente mío era alguien que no conocía en absoluto pero aún así me hablaba como si me conociera de toda la vida o peor aún, me odiara. Era una alumna del colegio, eso es seguro, unos centímetros más baja que yo y me miraba sin una expresión clara en su rostro pero aún así se notaba que contenta no estaba. No me sorprendería que fuera una compañera nueva que haya entrado en todo este tiempo en el que estuve ausente, pero tampoco tenía porque mostrarse tan antipática conmigo.
Estaba demasiado furioso en ese momento como para pensar en pequeñas cosas que no tenían que ver conmigo y mucho menos para responder sus acusaciones. Sólo la miré un instante con la misma expresión de enojo con la que discutía con el viejo y le dí lugar para que pasara.
Una vez que bajé por las mismas escaleras por las que había subido, me di cuenta que necesitaba un lugar para pasar el rato, al menos hasta que la clase del profesor Kondo terminaran y sea tiempo del descanso. Luego de eso tenía otras de las aburridas asignaturas del instituto pero al menos con un profesor distinto.
Como primera opción pensé en el patio de atrás, el que estaba antes de llegar a los campos de deportes, era enorme y hacia ambos lados había árboles que daban mucha sobra y lugar para descansar, así me decidí ir a donde estaban los juegos para niños, claro que no para jugar, ya era un adulto, no tenía porqué hacerlo. Estaban justo detrás del edificio a un lado derecho y de todos lo juegos decidí ir a las tres hamacas que colgaban de un poste, tal vez porque era el más cómodo o el que menos infantil parecía. Me senté en una del extremo luego de dejar mi bolso apoyado en uno de los postes que las sostenían, eran de esas simples que sólo son una tabla con una cadena a cada lado.
Con la espalda inclinada, apoyaba mis brazos sobre mis piernas y mi mano izquierda sostenía mi cabeza por debajo, mi enojo comenzaba a esfumarse y a disminuir rápidamente. A medida que me calmaba comencé a recordar la discusión que había tenido hace unos minutos atrás y el problema de esta. ¿Por qué Kondo no me creía en lo absoluto? Lo del Digimundo no había sido un sueño, tenía marcas que lo comprobaban, además recordaba muy bien las cosas que ocurrieron, con un sueño eso era algo imposible o al menos en casi todos los casos.
-Ahora que lo recuerdo, nadie en clases se sorprendió al verme -dije mientras enderezaba mi espalda sentándome derecho y sostenía las cadenas de la haca con mis manos-. Agh, tan sólo se volvieron idiotas con el tiempo... si tan sólo Hyokomon estuviera aquí, no estaría tan confundido.
-Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí, otra vez lo sacaron de clase.
-¿Hablando con fantasmas, Okumura? Jajaja
Eran los mismos tres matones de siempre, tres alumnos de tercer año que andaban juntos todo el tiempo molestando a todos quienes se encontraban a su alcance.
-¿Ahora qué quieren?
-Vamos, no tienes que ser tan duro con nosotros, al fin de cuentas somos tus amigos ¿no?
-¿Por qué debería considerar como amigos a gente como ustedes? Sólo lastiman a las personas.
-Nosotros siempre lo hacemos con cariño, sólo nos gusta hacer reír a los demás. No me dirás que nunca hiciste una travesura.
-Déjenme sólo, no tengo ganas de pelear con ustedes ahora.
-Rin Okumura, señores, el chico que jamás hizo algo malo, ni una...
-¡Cierra la boca!
-Ohh, el bebé está enojado.
-Tal vez va a llorar porque extraña a su papi.
-Todos saben que el reverendo Fujimoto te odiaba en su interior, aunque hay que admitir que era bueno ocultándolo. Eras una maldición para él... pero bueno, ahora que murió se liberó de eso, al menos está en un lugar menor ¿no lo crees? Jajajaj.
Salté de donde estaba sentado y le dí un puñetazo en el rostro, haciendo que trastabillara y cayera al piso.
-Te dije que nunca más vuelvas a mencionar a mi padre con tu sucia boca.
-Jaja, ya te lo dije, para ser una basura de primer año pegas bastante duro. Tienes actitud -dijo mientras posaba su mano en donde le había golpeado-. ¡Atrápenlo!
-Pero la campana acaba de sonar, cuando salgan de sus salones nos verán.
-¡No me interesa! Hagan lo que les pedí.
Inmediatamente los otros dos que quedaban se acercaron a mi por los lados, uno de ellos logró tomar mi brazo derecho a la altura del codo pero con la mano que me quedaba libre pude darle un golpe aunque no fue lo suficientemente fuerte como para que me soltara. Sentí que me tomaban del hombro y me jalaban hacia abajo, al principio pude resistir hasta que un algo golpeó fuerte mi nuca y caí boca abajo al suelo. Los dos que ahora sostenían mis brazos, apoyaron sus rodillas en mi espalda, era imposible que me moviera, por más fuerza que hacía no lograba quitármelos de encima.
Momochi se ponía de pié mientras se sacudía el polvo del uniforme desarreglado que siempre llevaba, al terminar de reincorporarse metió su mano en el bolsillo de su pantalón y la sacó sosteniendo una navaja de gran tamaño.
-Y bien ¿por donde empezamos? -dijo mientras apretaba el botón de su navaja y el filo salía del interior-. Mmm, veamos, podríamos comenzar por sus ojos y terminar por esas feas y puntiagudas orejas que tienes.
-Deberías cortarle la lengua, Momochi, para que no diga más estupideces.
-Jaja, buena idea, ahora pagarás por lo que hiciste y mucho más caro.
-O... oye ¿no crees que estás llevando esto demasiado lejos? Podríamos ir a prisión o algo por el estílo.
-Cállate, el idiota se lo merece, sólo serán un par de cortes. Además ¿quién le creerá a este pobre diablo?
Me tomó del pelo con la mano libre y me jaló separando aún más mi cara del suelo mientras pasaba el filo muy cerca de mi cara ¿Qué era lo que iba a hacer? Este tipo hablaba en serio, iba despedazarme si no hacía nada al respecto, sentía una gran desesperación y miedo pero no podía soltarme, no podía, creo que acá se termina todo... Hyokomon, ¡ayúdame!
Off: está un poco corto .-. Acá es donde se supone que una de las dos tiene que interceder... creo que Levy era la encargada de eso ^^
Quien estaba en frente mío era alguien que no conocía en absoluto pero aún así me hablaba como si me conociera de toda la vida o peor aún, me odiara. Era una alumna del colegio, eso es seguro, unos centímetros más baja que yo y me miraba sin una expresión clara en su rostro pero aún así se notaba que contenta no estaba. No me sorprendería que fuera una compañera nueva que haya entrado en todo este tiempo en el que estuve ausente, pero tampoco tenía porque mostrarse tan antipática conmigo.
Estaba demasiado furioso en ese momento como para pensar en pequeñas cosas que no tenían que ver conmigo y mucho menos para responder sus acusaciones. Sólo la miré un instante con la misma expresión de enojo con la que discutía con el viejo y le dí lugar para que pasara.
Una vez que bajé por las mismas escaleras por las que había subido, me di cuenta que necesitaba un lugar para pasar el rato, al menos hasta que la clase del profesor Kondo terminaran y sea tiempo del descanso. Luego de eso tenía otras de las aburridas asignaturas del instituto pero al menos con un profesor distinto.
Como primera opción pensé en el patio de atrás, el que estaba antes de llegar a los campos de deportes, era enorme y hacia ambos lados había árboles que daban mucha sobra y lugar para descansar, así me decidí ir a donde estaban los juegos para niños, claro que no para jugar, ya era un adulto, no tenía porqué hacerlo. Estaban justo detrás del edificio a un lado derecho y de todos lo juegos decidí ir a las tres hamacas que colgaban de un poste, tal vez porque era el más cómodo o el que menos infantil parecía. Me senté en una del extremo luego de dejar mi bolso apoyado en uno de los postes que las sostenían, eran de esas simples que sólo son una tabla con una cadena a cada lado.
Con la espalda inclinada, apoyaba mis brazos sobre mis piernas y mi mano izquierda sostenía mi cabeza por debajo, mi enojo comenzaba a esfumarse y a disminuir rápidamente. A medida que me calmaba comencé a recordar la discusión que había tenido hace unos minutos atrás y el problema de esta. ¿Por qué Kondo no me creía en lo absoluto? Lo del Digimundo no había sido un sueño, tenía marcas que lo comprobaban, además recordaba muy bien las cosas que ocurrieron, con un sueño eso era algo imposible o al menos en casi todos los casos.
-Ahora que lo recuerdo, nadie en clases se sorprendió al verme -dije mientras enderezaba mi espalda sentándome derecho y sostenía las cadenas de la haca con mis manos-. Agh, tan sólo se volvieron idiotas con el tiempo... si tan sólo Hyokomon estuviera aquí, no estaría tan confundido.
-Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí, otra vez lo sacaron de clase.
-¿Hablando con fantasmas, Okumura? Jajaja
Eran los mismos tres matones de siempre, tres alumnos de tercer año que andaban juntos todo el tiempo molestando a todos quienes se encontraban a su alcance.
-¿Ahora qué quieren?
-Vamos, no tienes que ser tan duro con nosotros, al fin de cuentas somos tus amigos ¿no?
-¿Por qué debería considerar como amigos a gente como ustedes? Sólo lastiman a las personas.
-Nosotros siempre lo hacemos con cariño, sólo nos gusta hacer reír a los demás. No me dirás que nunca hiciste una travesura.
-Déjenme sólo, no tengo ganas de pelear con ustedes ahora.
-Rin Okumura, señores, el chico que jamás hizo algo malo, ni una...
-¡Cierra la boca!
-Ohh, el bebé está enojado.
-Tal vez va a llorar porque extraña a su papi.
-Todos saben que el reverendo Fujimoto te odiaba en su interior, aunque hay que admitir que era bueno ocultándolo. Eras una maldición para él... pero bueno, ahora que murió se liberó de eso, al menos está en un lugar menor ¿no lo crees? Jajajaj.
Salté de donde estaba sentado y le dí un puñetazo en el rostro, haciendo que trastabillara y cayera al piso.
-Te dije que nunca más vuelvas a mencionar a mi padre con tu sucia boca.
-Jaja, ya te lo dije, para ser una basura de primer año pegas bastante duro. Tienes actitud -dijo mientras posaba su mano en donde le había golpeado-. ¡Atrápenlo!
-Pero la campana acaba de sonar, cuando salgan de sus salones nos verán.
-¡No me interesa! Hagan lo que les pedí.
Inmediatamente los otros dos que quedaban se acercaron a mi por los lados, uno de ellos logró tomar mi brazo derecho a la altura del codo pero con la mano que me quedaba libre pude darle un golpe aunque no fue lo suficientemente fuerte como para que me soltara. Sentí que me tomaban del hombro y me jalaban hacia abajo, al principio pude resistir hasta que un algo golpeó fuerte mi nuca y caí boca abajo al suelo. Los dos que ahora sostenían mis brazos, apoyaron sus rodillas en mi espalda, era imposible que me moviera, por más fuerza que hacía no lograba quitármelos de encima.
Momochi se ponía de pié mientras se sacudía el polvo del uniforme desarreglado que siempre llevaba, al terminar de reincorporarse metió su mano en el bolsillo de su pantalón y la sacó sosteniendo una navaja de gran tamaño.
-Y bien ¿por donde empezamos? -dijo mientras apretaba el botón de su navaja y el filo salía del interior-. Mmm, veamos, podríamos comenzar por sus ojos y terminar por esas feas y puntiagudas orejas que tienes.
-Deberías cortarle la lengua, Momochi, para que no diga más estupideces.
-Jaja, buena idea, ahora pagarás por lo que hiciste y mucho más caro.
-O... oye ¿no crees que estás llevando esto demasiado lejos? Podríamos ir a prisión o algo por el estílo.
-Cállate, el idiota se lo merece, sólo serán un par de cortes. Además ¿quién le creerá a este pobre diablo?
Me tomó del pelo con la mano libre y me jaló separando aún más mi cara del suelo mientras pasaba el filo muy cerca de mi cara ¿Qué era lo que iba a hacer? Este tipo hablaba en serio, iba despedazarme si no hacía nada al respecto, sentía una gran desesperación y miedo pero no podía soltarme, no podía, creo que acá se termina todo... Hyokomon, ¡ayúdame!
Off: está un poco corto .-. Acá es donde se supone que una de las dos tiene que interceder... creo que Levy era la encargada de eso ^^
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :53Nivel On Rol :Rookie
Rin Okumura
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