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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
¿Sólo juegos de azar y mujerzuelas? [Misión Rin]
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¿Sólo juegos de azar y mujerzuelas? [Misión Rin]
-Ya oscureció, ¿te parece si nos quedamos aquí esta noche? Mañana continuaremos caminando. A ver si tenemos un poco más de suerte y encontramos algo o alguien que nos de algún tipo de información. Ahhh –bostezando y estirando los brazos, mientras que luego me sentaba apoyando la espalda en una piedra-. Tengo sueño, desde que llegamos aquí hemos caminado sin parar siguiendo ninguna dirección y no he podido dormir nada. Tch… ¿quién iba a pensar que terminaríamos aquí luego de atravesar ese portal?
-El maestro pronosticó que nuestro futuro sería desconocido, tanto para él como para nosotros, en su mente flotaban pensamientos sobre lo que ocurriría, pero no la manera en que se fueran a desenvolver.
-¿Y en resumen eso significa?
-Que nuestro lugar de arribo luego de atravesar aquellas puertas es al azar, ni el cielo es capaz de adivinar
-¿Te refieres a los portales? Hmm, eso me lo dijiste antes de llegar hasta aquí. Entonces ¿que tú llegaras a la ciudad justo donde yo estaba fue pura casualidad?
-Tus palabras dicen aquella verdad, una casualidad tan grande como el deseo que teníamos de volver a vernos a los ojos.
-Ayy, ya basta Hyokomon, harás que me sonroje –apenándome levemente-. Y dime ¿nos quedaremos aquí por ahora o me seguirás haciendo caminar como todo el día?
-El alma, el cuerpo y la mente funcionan como uno mismo y como un mismo deben reunirse en el mundo del subconsciente y renacer al despertar. Pero es quisquillosa aquella condición, el lugar no puede ser cualquiera, de lo contrario alguno de los tres estará en descontento en el amanecer.
Hay que buscar algo mejor que el filo de las rocas para dormir.
Habíamos andado bajo el sol por un par de horas y no veía más que rocas, rocas… y una que otra roca. Eran esas grandes y rojas como las de un cañón en las que tenían en el medio líneas de distintos colores, como blanco, naranja y distintos tonos de rojo. Había de distintos tamaños y formas, desde una simple roca no más alta que Hyokomon hasta colinas, pilares como edificios y grandes muros que sólo podíamos rodear. Teníamos suerte, creo, porque a pesar del calor, las sombras eran un buen refugio momentáneo, incluso también podía sentir frío si pasaba mucho tiempo debajo de una roca. Tampoco lo árido era mucho problema, mi compañero de viaje llevaba consigo, dentro de su caparazón, un tronco de bambú cortado de cierta forma que podía llevar agua como en una cantimplora, pero sabía que no duraría por mucho más tiempo.
En lo que llevábamos visto, también estaban esos arbustos pequeños que parecían estar secándose por el calor, pero aun así tenían una que otra hoja aparte de espinas… con las que me hinqué varias veces… ¡No tengo la culpa! No sabía que esas feas plantas sólo hacen daño y hieren a la gente que pasa cerca de ellas, son malvadas.
Ahora habíamos subido a una de las colinas que teníamos en frente para ver qué nos encontraríamos a la distancia, lo cierto es que no fue nada fácil llegar hasta ahí, todo lo contrario, era empinada y resbaladiza, claro que tampoco había un camino marcado, así que tuvimos que hacerlo por nosotros mismos. Hyokomon dijo que siempre fue y será así, que al camino tendremos que hacerlo siempre nosotros, por nuestra cuenta. Y ahora que lo pienso, no sé cómo pudo subir con esa forma extraña de caminar entre rocas puntiagudas y otras sueltas hasta el pequeño lugar en donde estábamos ahora, además, lo había hecho sin agotarse en lo absoluto.
Nos habíamos detenido para descansar a los pies de una pequeña pared metros antes de llegar a la cima que a su vez, si ibas por uno de sus costados, servía como una especie de rampa hacia lo más alto de la colina.
Él por su parte, saltando y aleteando sobre un par de rocas, se subió a la rampa y comenzó a caminar por esta.
-¿Y dónde piensas dormi…? ¿A-a donde crees que vas?
No me quedó más remedio que seguirlo, porque sabía que no contestaría mi pregunta y mucho menos se detendría a esperarme. Así que con un poco de esfuerzo… no voy a decir que me costó mucho subir esa pared… ¡¿qué?! Me transpiraban las manos… y me resbalaba… sí. Ehm, como decía, pude subir y al ver hacia arriba estaba él, parado en la punta de aquel risco mirando en línea recta.
-Oye, te pregunté si en qué lugar pensabas pasar la noche.
-Ahí, donde las pequeñas luces son el reflejo de las estrellas.
Un viento fuerte nos golpeó desde adelante y llegando al lado de Hyokomon, los ojos se me iluminaron.
-¡Wooooa!
Más adelante, las luces se comenzaban a encender una a una iluminando de a poco un poblado que parecía salir de la nada, como si nunca hubiera estado allí antes…
-…como si el velo de la noche mostrara cosas que a simple vista no podemos ver. Adelante.
No sé si fue pura suerte, pero a veces pienso que mi compañero siempre sabe a dónde va. Esta no es la primera vez, recuerdo también cuando salimos de la Ciudad Central en búsqueda de su padre, hacia aquel pueblo en donde Jijimon cuida a todos los Digimon pequeños. Pasamos un buen tiempo buscándola, pero al fin la encontramos. En ese momento, Chicchimon, me dijo que sabía hacia dónde iba y tenía razón, esta vez nunca dijo nada parecido, pero tampoco daba señales de estar perdido, sólo parecía asegurarse si íbamos por buen camino.
Como sea, bajamos por la otra ladera, esta vez tardamos mucho menos que al subir por suerte y al horizonte se levantaba aquella especie de ciudad en menor medida. Sin darme cuenta ya estábamos caminando hacia allí, lo cierto es que no sabía muy bien qué esperar de todo esto así que le pregunté a Hyokomon.
-Oye ¿qué me dices de esta ciudad? ¿Has estado aquí antes?
-Es la primera vez que veo tales construcciones erigirse de esa manera. Probablemente caminantes y comerciantes buscan aislarse de la naturaleza en lo artificial de una urbe.
-Déjame ver si te entendí ¿dices que posiblemente mucha gente se reúna en ese lugar?
-Síp.
-Entonces por eso no podíamos encontrar a otros Digimon cerca de aquí, todos irían a para a ese pueblo de allá.
-Síp.
-Vaya… ¿Hyokomon?
-¿Síp?
-Ya para con eso –mirándolo molesto- ¿Qué crees que encontremos por allí?
-Tendremos que esperar hasta que nuestros sentidos nos lo susurren al oído.
Así que con más preguntas que respuestas continuamos caminando. El calor comenzaba a desaparecer y el aire se hacía frío como si fuera invierno, pero no nos detuvimos, no estando tan cerca. Sin decir ni una palabra más desde entonces seguimos las luces, se veían mucho más brillantes ahora que la distancia era más corta.
Hasta que finalmente llegamos a la entrada, parecía antigua, algo extraña. Miré a Hyokomon y sus ojos serios reflejaban destellos de colores.
-Una gran estrella nos recibe en la tierra y nos invita a adentrarnos en ella. Hay que ser precavidos.
-Con cuidado, la mano en la empuñadura, como siempre.
-El maestro pronosticó que nuestro futuro sería desconocido, tanto para él como para nosotros, en su mente flotaban pensamientos sobre lo que ocurriría, pero no la manera en que se fueran a desenvolver.
-¿Y en resumen eso significa?
-Que nuestro lugar de arribo luego de atravesar aquellas puertas es al azar, ni el cielo es capaz de adivinar
-¿Te refieres a los portales? Hmm, eso me lo dijiste antes de llegar hasta aquí. Entonces ¿que tú llegaras a la ciudad justo donde yo estaba fue pura casualidad?
-Tus palabras dicen aquella verdad, una casualidad tan grande como el deseo que teníamos de volver a vernos a los ojos.
-Ayy, ya basta Hyokomon, harás que me sonroje –apenándome levemente-. Y dime ¿nos quedaremos aquí por ahora o me seguirás haciendo caminar como todo el día?
-El alma, el cuerpo y la mente funcionan como uno mismo y como un mismo deben reunirse en el mundo del subconsciente y renacer al despertar. Pero es quisquillosa aquella condición, el lugar no puede ser cualquiera, de lo contrario alguno de los tres estará en descontento en el amanecer.
Hay que buscar algo mejor que el filo de las rocas para dormir.
Habíamos andado bajo el sol por un par de horas y no veía más que rocas, rocas… y una que otra roca. Eran esas grandes y rojas como las de un cañón en las que tenían en el medio líneas de distintos colores, como blanco, naranja y distintos tonos de rojo. Había de distintos tamaños y formas, desde una simple roca no más alta que Hyokomon hasta colinas, pilares como edificios y grandes muros que sólo podíamos rodear. Teníamos suerte, creo, porque a pesar del calor, las sombras eran un buen refugio momentáneo, incluso también podía sentir frío si pasaba mucho tiempo debajo de una roca. Tampoco lo árido era mucho problema, mi compañero de viaje llevaba consigo, dentro de su caparazón, un tronco de bambú cortado de cierta forma que podía llevar agua como en una cantimplora, pero sabía que no duraría por mucho más tiempo.
En lo que llevábamos visto, también estaban esos arbustos pequeños que parecían estar secándose por el calor, pero aun así tenían una que otra hoja aparte de espinas… con las que me hinqué varias veces… ¡No tengo la culpa! No sabía que esas feas plantas sólo hacen daño y hieren a la gente que pasa cerca de ellas, son malvadas.
Ahora habíamos subido a una de las colinas que teníamos en frente para ver qué nos encontraríamos a la distancia, lo cierto es que no fue nada fácil llegar hasta ahí, todo lo contrario, era empinada y resbaladiza, claro que tampoco había un camino marcado, así que tuvimos que hacerlo por nosotros mismos. Hyokomon dijo que siempre fue y será así, que al camino tendremos que hacerlo siempre nosotros, por nuestra cuenta. Y ahora que lo pienso, no sé cómo pudo subir con esa forma extraña de caminar entre rocas puntiagudas y otras sueltas hasta el pequeño lugar en donde estábamos ahora, además, lo había hecho sin agotarse en lo absoluto.
Nos habíamos detenido para descansar a los pies de una pequeña pared metros antes de llegar a la cima que a su vez, si ibas por uno de sus costados, servía como una especie de rampa hacia lo más alto de la colina.
Él por su parte, saltando y aleteando sobre un par de rocas, se subió a la rampa y comenzó a caminar por esta.
-¿Y dónde piensas dormi…? ¿A-a donde crees que vas?
No me quedó más remedio que seguirlo, porque sabía que no contestaría mi pregunta y mucho menos se detendría a esperarme. Así que con un poco de esfuerzo… no voy a decir que me costó mucho subir esa pared… ¡¿qué?! Me transpiraban las manos… y me resbalaba… sí. Ehm, como decía, pude subir y al ver hacia arriba estaba él, parado en la punta de aquel risco mirando en línea recta.
-Oye, te pregunté si en qué lugar pensabas pasar la noche.
-Ahí, donde las pequeñas luces son el reflejo de las estrellas.
Un viento fuerte nos golpeó desde adelante y llegando al lado de Hyokomon, los ojos se me iluminaron.
-¡Wooooa!
Más adelante, las luces se comenzaban a encender una a una iluminando de a poco un poblado que parecía salir de la nada, como si nunca hubiera estado allí antes…
-…como si el velo de la noche mostrara cosas que a simple vista no podemos ver. Adelante.
No sé si fue pura suerte, pero a veces pienso que mi compañero siempre sabe a dónde va. Esta no es la primera vez, recuerdo también cuando salimos de la Ciudad Central en búsqueda de su padre, hacia aquel pueblo en donde Jijimon cuida a todos los Digimon pequeños. Pasamos un buen tiempo buscándola, pero al fin la encontramos. En ese momento, Chicchimon, me dijo que sabía hacia dónde iba y tenía razón, esta vez nunca dijo nada parecido, pero tampoco daba señales de estar perdido, sólo parecía asegurarse si íbamos por buen camino.
Como sea, bajamos por la otra ladera, esta vez tardamos mucho menos que al subir por suerte y al horizonte se levantaba aquella especie de ciudad en menor medida. Sin darme cuenta ya estábamos caminando hacia allí, lo cierto es que no sabía muy bien qué esperar de todo esto así que le pregunté a Hyokomon.
-Oye ¿qué me dices de esta ciudad? ¿Has estado aquí antes?
-Es la primera vez que veo tales construcciones erigirse de esa manera. Probablemente caminantes y comerciantes buscan aislarse de la naturaleza en lo artificial de una urbe.
-Déjame ver si te entendí ¿dices que posiblemente mucha gente se reúna en ese lugar?
-Síp.
-Entonces por eso no podíamos encontrar a otros Digimon cerca de aquí, todos irían a para a ese pueblo de allá.
-Síp.
-Vaya… ¿Hyokomon?
-¿Síp?
-Ya para con eso –mirándolo molesto- ¿Qué crees que encontremos por allí?
-Tendremos que esperar hasta que nuestros sentidos nos lo susurren al oído.
Así que con más preguntas que respuestas continuamos caminando. El calor comenzaba a desaparecer y el aire se hacía frío como si fuera invierno, pero no nos detuvimos, no estando tan cerca. Sin decir ni una palabra más desde entonces seguimos las luces, se veían mucho más brillantes ahora que la distancia era más corta.
Hasta que finalmente llegamos a la entrada, parecía antigua, algo extraña. Miré a Hyokomon y sus ojos serios reflejaban destellos de colores.
-Una gran estrella nos recibe en la tierra y nos invita a adentrarnos en ella. Hay que ser precavidos.
-Con cuidado, la mano en la empuñadura, como siempre.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :53Nivel On Rol :Rookie
Rin Okumura
Re: ¿Sólo juegos de azar y mujerzuelas? [Misión Rin]
Ciertamente era un lugar pequeño. La cantina era el edificio mas grande, con un cartel de madera en la que se había dibujado una barba ondeaba al viento; parecía ser un lugar pensado exactamente para viajeros, una posada en mitad del arduo camino de aquella zona.
Así fue como llegasteis a La barba del Barbamon.En teoría, sólo una cantina de mala muerte en mitad de la nada. Pero tú desvelarías la verdadera naturaleza del lugar.
Al abrir la puerta, os llegó el sonido de una especie de piano desafinado y el olor a cerveza. El aire estaba tan enrarecido que era como si todo estuviera bajo una cortina de vapor, y los olores que os llegaron era una mezcla extraña de sudor y comida quemada. No parecía un sitio especialmente agradable, excepto por la pieza de pianola que era animada y parecía estar fuera de lugar.
Dentro de la cantina, encontrasteis muchas mesas, donde había distintos digimon. Todos giraron la cabeza para mirarte y por un momento acallaron sus conversaciones, de las que te pudo llegar algo. Luego, todo siguió como si nada hubiera pasado; los dados volvieron a sonar en la sucia madera, los borrachos siguieron emitiendo risas pausadas y volvió el jaleo. En la barra pudiste ver a un Fungamon haciendo un gesto de súplica a una Arukerimon, que parecía ser la posadera y que servía una jarra de cerveza a un Angemon de gesto serio y que iba embozado en una capa.
-...pero, ¿no podrías hacerme un préstamo?
-No es mi problema que no sepas apostar, cariño-alcanzaste a oír la voz siseante de la posadera.
-Es que los especímenes están rancios, deberíais renovarlos...-el gesto de la digimon araña parecía corroborar que era de la misma opinión y el Fungamon añadió-Al fin de al cabo... el cliente tiene la ra´zon.
-¿Una sesión de relajación por parte de la casa y estará solucionado?-preguntó la Arukerimon con gesto molesto.
-Más que solucionado...
Al girar la cabeza, observaste a un grupo de Goblinmon que habían cogido cajas de madera y cercado un improvisado ring donde peleaban dos perros. Sí, dos perros como cualquiera que pudiera haber en el mundo humano. Los digimon goblin parecían estar pasándoselo en grande, y los gruñidos de los perros parecía corroborar lo contrario. Cerca, otro grupo jugaba a los dados y en otra mesa, unos fungamon jugaban al póker. Un poco más allá, dos digimon estaban sentados, un Turiemon junto con un Clockmon, discutiendo en voz baja, por lo que sólo pudiste oír:
- sé que es duro...-algunas de las palabras que decía el Clockmon resultaban inteligibles y oíste el mensaje bastante fragmentado-no habrá posibilidades de éxito si...
El otro digimon asintió en silencio, aunque no parecía muy conforme. Viste puertas custodiadas por DoKogumons, y cuando ibas a seguir inspeccionando con la mirada, pero oíste una risa estridente y palabras de burla:
-¿Qué te pasa, angelote? ¿Estás mudo? Siempre estás frecuentando esto, je. Siempre en silencio como si fueras más que nadie -el angemon lo miró de solsayo desinteresadamente y la charla del ogremon no pudo seguir porque el angemon le dio un puñetazo tan fuerte que cayó aparatosamente sobre una partida de póker de unos fungamon que comenzaron a pegarse puñetazos con él. El angemon volvió a su jarra de cerveza en silencio mientras el ogremon se peleaba con los fungamon. No era más que una pelea entre borrachos, por supuesto, a la que nadie hizo caso.
Pudiste ver que, cerca de allí, había una digimon de traje carmesí y sombrero picudo. Estaba sentada frente a una caja que hacía las veces de mesa, y te hacía gestos para que fueras. En su mano, había una baraja de cartas, probablemente quería leer tu futuro.
¿Qué harás?
Así fue como llegasteis a La barba del Barbamon.En teoría, sólo una cantina de mala muerte en mitad de la nada. Pero tú desvelarías la verdadera naturaleza del lugar.
Al abrir la puerta, os llegó el sonido de una especie de piano desafinado y el olor a cerveza. El aire estaba tan enrarecido que era como si todo estuviera bajo una cortina de vapor, y los olores que os llegaron era una mezcla extraña de sudor y comida quemada. No parecía un sitio especialmente agradable, excepto por la pieza de pianola que era animada y parecía estar fuera de lugar.
Dentro de la cantina, encontrasteis muchas mesas, donde había distintos digimon. Todos giraron la cabeza para mirarte y por un momento acallaron sus conversaciones, de las que te pudo llegar algo. Luego, todo siguió como si nada hubiera pasado; los dados volvieron a sonar en la sucia madera, los borrachos siguieron emitiendo risas pausadas y volvió el jaleo. En la barra pudiste ver a un Fungamon haciendo un gesto de súplica a una Arukerimon, que parecía ser la posadera y que servía una jarra de cerveza a un Angemon de gesto serio y que iba embozado en una capa.
-...pero, ¿no podrías hacerme un préstamo?
-No es mi problema que no sepas apostar, cariño-alcanzaste a oír la voz siseante de la posadera.
-Es que los especímenes están rancios, deberíais renovarlos...-el gesto de la digimon araña parecía corroborar que era de la misma opinión y el Fungamon añadió-Al fin de al cabo... el cliente tiene la ra´zon.
-¿Una sesión de relajación por parte de la casa y estará solucionado?-preguntó la Arukerimon con gesto molesto.
-Más que solucionado...
Al girar la cabeza, observaste a un grupo de Goblinmon que habían cogido cajas de madera y cercado un improvisado ring donde peleaban dos perros. Sí, dos perros como cualquiera que pudiera haber en el mundo humano. Los digimon goblin parecían estar pasándoselo en grande, y los gruñidos de los perros parecía corroborar lo contrario. Cerca, otro grupo jugaba a los dados y en otra mesa, unos fungamon jugaban al póker. Un poco más allá, dos digimon estaban sentados, un Turiemon junto con un Clockmon, discutiendo en voz baja, por lo que sólo pudiste oír:
- sé que es duro...-algunas de las palabras que decía el Clockmon resultaban inteligibles y oíste el mensaje bastante fragmentado-no habrá posibilidades de éxito si...
El otro digimon asintió en silencio, aunque no parecía muy conforme. Viste puertas custodiadas por DoKogumons, y cuando ibas a seguir inspeccionando con la mirada, pero oíste una risa estridente y palabras de burla:
-¿Qué te pasa, angelote? ¿Estás mudo? Siempre estás frecuentando esto, je. Siempre en silencio como si fueras más que nadie -el angemon lo miró de solsayo desinteresadamente y la charla del ogremon no pudo seguir porque el angemon le dio un puñetazo tan fuerte que cayó aparatosamente sobre una partida de póker de unos fungamon que comenzaron a pegarse puñetazos con él. El angemon volvió a su jarra de cerveza en silencio mientras el ogremon se peleaba con los fungamon. No era más que una pelea entre borrachos, por supuesto, a la que nadie hizo caso.
Pudiste ver que, cerca de allí, había una digimon de traje carmesí y sombrero picudo. Estaba sentada frente a una caja que hacía las veces de mesa, y te hacía gestos para que fueras. En su mano, había una baraja de cartas, probablemente quería leer tu futuro.
¿Qué harás?
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :183Nivel On Rol :Beast SpiritInventario :
Yatterwa
Re: ¿Sólo juegos de azar y mujerzuelas? [Misión Rin]
Dimos algunos pasos más adelante y escuchamos un ruido que se acercaba a gran velocidad por detrás nuestro, era el galope de un caballo jalando una carreta vieja de madera. A penas tuve tiempo para reaccionar, tanto que tuve que saltar hacia atrás dejándome caer en el suelo para lograr esquivarlo. En cuanto a Hyokomon, sólo se movió lo necesario hacia un costado para que esa cosa pasara a centímetros de él. Ni siquiera habíamos atravesado la entrada principal del lugar y ya habíamos estado al borde de la muerte.
-¡Oye, idiota! ¡Fíjate por dónde vas!
-Calma, Rin, debemos ser como la suave brisa, presentes e indetectables. La última prioridad y deseo es armar revuelo a los ojos de desconocidos.
-¿Acaso no viste lo que hizo? Podría habernos lastimado... ¡o peor!
-En marcha, debemos buscar un lugar para pasar la noche. De seguro el poblado dispondrá de una posada capaz de brindarnos la sensación del hogar.
Por una parte, quería encontrar a ese sujeto de la carreta y darle una paliza, a él y a su feo caballo que casi habernos atropellado, pero por la otra creía que Hyokomon tenía razón y debíamos concentrarnos en encontrar eso o al menos algún lugar cómodo para dormir, así que sólo refunfuñé en voz baja mientras me ponía de pie y sacudía el polvo de mi ropa. Luego de eso, comenzamos a caminar por la calle de entrada del pueblo, el suelo era el mismo por el que habíamos andado toda la tarde aunque parecía de un rojo más claro y tenía marcas de las ruedas de los vehículos que se ve que pasaban mucho por ahí. De seguro eran más carrozas. Había muchas casas de madera a los costados y otras calles que atravesaban a la que nosotros recorríamos, pero no parecían tan llamativas como ésta, podíamos ver a más Digimon caminando que iban solos o acompañados, llevando grandes bolsas al hombro e incluso vimos a uno de esos ratoncitos amarillos que parecía ganarles a todos en un puesto de juegos de adivinanza o magia. Son tan geniales, jeje.
Colgaban de las paredes muchos carteles luminosos que eran de negocios y que alumbraban de varios colores el lugar, todo parecía como una película de cowboys pero del futuro, como... cowboys del espacio.
-¡...eso de verdad sería genial!
-¿Qué o quién lo sería? -preguntó, Hyokomon sin despegar la vista del frente.
-¿Eh? N-no, nada, nada, no es algo que te incumba...- le respondí, mirando hacia un costado y tomando con ambas manos la tira de la funda de mi espada.
-Deberíamos preguntar aquí.
-¿Eh? ¿Preguntar? ¿Qué cosa, a quién, a dónde, preguntar cuándo?
-A veces la verdad del camino reside en otros lugares además de nuestros propios pies, y para conocerla es necesario pedirla prestada o arrebatarla por la fuerza. Entremos a la taberna, en donde las palabras rebalsan de la boca de todos pero que sólo allí se quedan.
Sin haber reparado en ello, nos encontrábamos ya frente a una cantina que se llamaba "La barba del Barbamon"... ¿En serio existe un Digimon que se llama así? Jaja, qué nombre más tonto. Ya me lo imagino, otro viejo como Jijimon, todo encorvado y con la cara tan arrugada que ni siquiera se le pueden ver los ojos. Todos los ancianos son iguales aquí... Recién podía notarlo, este lugar quedaba un poco más alejado del resto y las calles no parecían iluminadas tanto como por donde veníamos, de hecho, el letrero de esta taberna o lo que fuera, apenas era de madera, y una lámpara debajo que parecía estar a punto de apagarse.
Nos adelantamos hasta llegar al frente de la puerta y tras empujarla desde el centro, entramos los dos al mismo tiempo y así, nuestra primera reacción fue cubrirnos la nariz por el olor que había. Era asqueroso, como a desechos de algún tipo o azufre, también lo encontraba algo parecido al olor del basurero en el que había estado cuando llegué al Digimundo, aunque ahora que lo pienso bien, se parece más a los apestosos de Kuro y Dracmon. Más allá de eso, lo único que había en todo el salón eran puros Digimon, y de los más feos, ni si quiera un humano, todos se habían callado de repente y nos miraban a nosotros como si algo malo hubiéramos hecho, de seguro estaban sorprendidos por ver a alguien tan apuesto como yo jeje.
-Hola, soy Rin Okumura y éste es mi compañero Hyokomon -dije, apoyado mis manos en la cintura y sonriendo con los ojos cerrados como si estuviera orgulloso de algo. Pero no pasaron más de unos pocos segundos hasta que volví a oír las voces que conversaban como si nadie me hubiera prestado atención y era cierto-. ¡Oi, les estoy hablando!
Pero aún así continuaron haciendo sus cosas sin importarles nada. De seguro a estos Digimon no les enseñaron modales cuando eran niños.
-Es momento de concentrarnos en lo importante, debemos hablar con el encargado de este lugar. Allí, aquella Digimon.
Nos habíamos acercado a la mesa en donde servían tragos y tras ella había una cosa parecida a una araña, bueno... era una araña en todo sentido, tenía muchas patas y... y muy largas. Nunca había visto algo o alguien parecido, sin dudas era mi primera vez y tengo que decir que llamaba mucho la atención. No sabía si Hyokomon se había encontrado con una criatura de esas antes, pero no parecía importarle mucho cómo se veía o quién era cada una de ellas, aunque, bueno, ambos son Digimon, no creo que debería importarle o impresionarlo... supongo. Él dio un salto hacia uno de los bancos en frente de la araña y comenzó a preguntarle si conocía un lugar para pasar la noche y esas cosas, de todas formas sólo sería una sola, ya que al día siguiente continuaríamos con nuestro viaje con rumbo hacia no sé donde. Por mi parte, me alejé un poco de ahí y comencé a echar un vistazo general del lugar, de verdad no parecía tan agradable como me hubiera gustado, pero si Hyokomon decía que nos podía servir, le creía, aunque sé que él no se fiaría por completo de algo que no tiene buena pinta.
Giré mi cabeza para mirar hacia uno de los rincones y vi algo que me llamó mucho la atención, casi tanto como la Digimon araña que servía tragos. Parecía una chica vestida de rojo y me hacía señas con su mano como si quisiera que me acercara, me hice hacia atrás un poco por la sorpresa y tras sentir que mi rostro se sonrojaba, me señalé como para estar seguro a pesar de que sus ojos me miraban por debajo del sombrero que usaba. Parece una muchacha muy linda...
-¿Ne-necesitas algo? -le pregunté, tomando una silla de una mesa cercana y sentándome al frente. De verdad era muy guapa.
Tras un rato con esa chica, me dijo cosas interesantes, pero que no comprendía muy bien del todo, escuché un golpe a mis espaldas y de inmediato giré poniéndome de pie, listo para sacar mi espada de la funda por si Hyokomon había armado una pelea y necesitara de mi ayuda. Por suerte, lo único que vi fue a varios ogros pegarse entre sí en una de las mesas, mi compañero sólo miraba desde su asiento tranquilamente, así que me hacía pensar que él no tenía nada que ver esta vez. Aunque más lejos, otra banda de ogros más pequeños estaba reunida alrededor de dos perros peleando entre sí, yo sabía lo que eso significaba.
-¡Oigan, idiotas! ¿Por qué no pelean entre ustedes mientras yo los miro desde afuera de una jaula? De seguro parecerán menos tontos de lo que ya se ven.
-¡Oye, idiota! ¡Fíjate por dónde vas!
-Calma, Rin, debemos ser como la suave brisa, presentes e indetectables. La última prioridad y deseo es armar revuelo a los ojos de desconocidos.
-¿Acaso no viste lo que hizo? Podría habernos lastimado... ¡o peor!
-En marcha, debemos buscar un lugar para pasar la noche. De seguro el poblado dispondrá de una posada capaz de brindarnos la sensación del hogar.
Por una parte, quería encontrar a ese sujeto de la carreta y darle una paliza, a él y a su feo caballo que casi habernos atropellado, pero por la otra creía que Hyokomon tenía razón y debíamos concentrarnos en encontrar eso o al menos algún lugar cómodo para dormir, así que sólo refunfuñé en voz baja mientras me ponía de pie y sacudía el polvo de mi ropa. Luego de eso, comenzamos a caminar por la calle de entrada del pueblo, el suelo era el mismo por el que habíamos andado toda la tarde aunque parecía de un rojo más claro y tenía marcas de las ruedas de los vehículos que se ve que pasaban mucho por ahí. De seguro eran más carrozas. Había muchas casas de madera a los costados y otras calles que atravesaban a la que nosotros recorríamos, pero no parecían tan llamativas como ésta, podíamos ver a más Digimon caminando que iban solos o acompañados, llevando grandes bolsas al hombro e incluso vimos a uno de esos ratoncitos amarillos que parecía ganarles a todos en un puesto de juegos de adivinanza o magia. Son tan geniales, jeje.
Colgaban de las paredes muchos carteles luminosos que eran de negocios y que alumbraban de varios colores el lugar, todo parecía como una película de cowboys pero del futuro, como... cowboys del espacio.
-¡...eso de verdad sería genial!
-¿Qué o quién lo sería? -preguntó, Hyokomon sin despegar la vista del frente.
-¿Eh? N-no, nada, nada, no es algo que te incumba...- le respondí, mirando hacia un costado y tomando con ambas manos la tira de la funda de mi espada.
-Deberíamos preguntar aquí.
-¿Eh? ¿Preguntar? ¿Qué cosa, a quién, a dónde, preguntar cuándo?
-A veces la verdad del camino reside en otros lugares además de nuestros propios pies, y para conocerla es necesario pedirla prestada o arrebatarla por la fuerza. Entremos a la taberna, en donde las palabras rebalsan de la boca de todos pero que sólo allí se quedan.
Sin haber reparado en ello, nos encontrábamos ya frente a una cantina que se llamaba "La barba del Barbamon"... ¿En serio existe un Digimon que se llama así? Jaja, qué nombre más tonto. Ya me lo imagino, otro viejo como Jijimon, todo encorvado y con la cara tan arrugada que ni siquiera se le pueden ver los ojos. Todos los ancianos son iguales aquí... Recién podía notarlo, este lugar quedaba un poco más alejado del resto y las calles no parecían iluminadas tanto como por donde veníamos, de hecho, el letrero de esta taberna o lo que fuera, apenas era de madera, y una lámpara debajo que parecía estar a punto de apagarse.
Nos adelantamos hasta llegar al frente de la puerta y tras empujarla desde el centro, entramos los dos al mismo tiempo y así, nuestra primera reacción fue cubrirnos la nariz por el olor que había. Era asqueroso, como a desechos de algún tipo o azufre, también lo encontraba algo parecido al olor del basurero en el que había estado cuando llegué al Digimundo, aunque ahora que lo pienso bien, se parece más a los apestosos de Kuro y Dracmon. Más allá de eso, lo único que había en todo el salón eran puros Digimon, y de los más feos, ni si quiera un humano, todos se habían callado de repente y nos miraban a nosotros como si algo malo hubiéramos hecho, de seguro estaban sorprendidos por ver a alguien tan apuesto como yo jeje.
-Hola, soy Rin Okumura y éste es mi compañero Hyokomon -dije, apoyado mis manos en la cintura y sonriendo con los ojos cerrados como si estuviera orgulloso de algo. Pero no pasaron más de unos pocos segundos hasta que volví a oír las voces que conversaban como si nadie me hubiera prestado atención y era cierto-. ¡Oi, les estoy hablando!
Pero aún así continuaron haciendo sus cosas sin importarles nada. De seguro a estos Digimon no les enseñaron modales cuando eran niños.
-Es momento de concentrarnos en lo importante, debemos hablar con el encargado de este lugar. Allí, aquella Digimon.
Nos habíamos acercado a la mesa en donde servían tragos y tras ella había una cosa parecida a una araña, bueno... era una araña en todo sentido, tenía muchas patas y... y muy largas. Nunca había visto algo o alguien parecido, sin dudas era mi primera vez y tengo que decir que llamaba mucho la atención. No sabía si Hyokomon se había encontrado con una criatura de esas antes, pero no parecía importarle mucho cómo se veía o quién era cada una de ellas, aunque, bueno, ambos son Digimon, no creo que debería importarle o impresionarlo... supongo. Él dio un salto hacia uno de los bancos en frente de la araña y comenzó a preguntarle si conocía un lugar para pasar la noche y esas cosas, de todas formas sólo sería una sola, ya que al día siguiente continuaríamos con nuestro viaje con rumbo hacia no sé donde. Por mi parte, me alejé un poco de ahí y comencé a echar un vistazo general del lugar, de verdad no parecía tan agradable como me hubiera gustado, pero si Hyokomon decía que nos podía servir, le creía, aunque sé que él no se fiaría por completo de algo que no tiene buena pinta.
Giré mi cabeza para mirar hacia uno de los rincones y vi algo que me llamó mucho la atención, casi tanto como la Digimon araña que servía tragos. Parecía una chica vestida de rojo y me hacía señas con su mano como si quisiera que me acercara, me hice hacia atrás un poco por la sorpresa y tras sentir que mi rostro se sonrojaba, me señalé como para estar seguro a pesar de que sus ojos me miraban por debajo del sombrero que usaba. Parece una muchacha muy linda...
-¿Ne-necesitas algo? -le pregunté, tomando una silla de una mesa cercana y sentándome al frente. De verdad era muy guapa.
Tras un rato con esa chica, me dijo cosas interesantes, pero que no comprendía muy bien del todo, escuché un golpe a mis espaldas y de inmediato giré poniéndome de pie, listo para sacar mi espada de la funda por si Hyokomon había armado una pelea y necesitara de mi ayuda. Por suerte, lo único que vi fue a varios ogros pegarse entre sí en una de las mesas, mi compañero sólo miraba desde su asiento tranquilamente, así que me hacía pensar que él no tenía nada que ver esta vez. Aunque más lejos, otra banda de ogros más pequeños estaba reunida alrededor de dos perros peleando entre sí, yo sabía lo que eso significaba.
-¡Oigan, idiotas! ¿Por qué no pelean entre ustedes mientras yo los miro desde afuera de una jaula? De seguro parecerán menos tontos de lo que ya se ven.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :53Nivel On Rol :Rookie
Rin Okumura
Re: ¿Sólo juegos de azar y mujerzuelas? [Misión Rin]
Cuando Hyokomon se acercó hacia Arukerimon, le dio la bienvenida a su humilde posada. Aunque decir humilde era generoso, y realmente era una cuestión de cuidado por lo que el lugar estaba tan cochambroso. Probablemente una mano de pintura, o simplemente, algo de decoración harían del lugar algo más agradable que una tasca de mala muerte. El precio era muy bajo, casi regalado prácticamente. No era un lugar que llamase para quedarse varias noches, pero si era para una, su bajo precio era un gran atractivo. Aunque a juzgar por el ambiente, parecía que si atraía a aquellos indeseables era por los juegos de azar. La Arukerimon os reservó una habitación, con una sonrisa amplia, y de paso, le puso a Hyokomon una grasienta jarra de... se suponía que de algún tipo de alcohol, como regalo de bienvenida. A la discreción del digimon quedaba tomarlo o darle aquella bebida a cualquier otro borracho, que no le haría ascos a pesar de su textura aceitosa y el fuerte olor que desprendía.
Rin, por otra parte, se había dado cuenta de los gestos que le hacía la Witchmon, y decidió acercarse y preguntarle bastante amablemente qué necesitaba. Por la cara de sorpresa era obvio que pocos digimon y personas medianamente educadas pasaban por allí.
-Hacía tiempo que no veía a un ser humano... y mucho menos por este lugar-dijo la Witchmon, con una sonrisa muy agradable. Por la manera en la que giraba la cabeza y te iba mirando, realmente parecía bastante impresionada por tu aspecto; quizás fuera porque sólo había visto niños o que había pasado mucho tiempo. Barajó las cartas de tarot con una gran agilidad propia de un jugador de póker y añadió con una sonrisa-Te leeré las cartas a ti y a ti compañero completamente gratis, por ser tan lindo.
Tras realizar todo un roceso de barajar y escoger, quedaron dos cartas sobre la mesa. Por un lado, estaba la carta que correspondía a “El loco” y por otro la “Sota de espadas”, y en posición normal. La digimon emitió una sonrisa. Más que adivinar el futuro, parecía ser que era capaz de conocer un poco a las personas por medio del tarot. Como fuera, te dijo unas extrañas palabras:
-Son dos cartas que normalmente traen éxito, debido a que ambas se complementan. Sin embargo ten cuidado con que poco a poco -la digimon comenzó a ponerlas en posición invertida- se tuerzan, porque entonces son dos cartas funestas.
El escándalo que formó la pelea de ambos ogros interrumpió a la digimon, que recogió las cartas y las volvió a barajar, ordenándolas. La pelea de los ogros acabó sentenciada por el propio alcohol, que impidió que tras la refriega ninguno tuviera fuerzas para levantarse. El angemon encarnó una ceja al oírte decirle eso a los que estaban en el corro, y miró a Hyokomon, al que le preguntó:
-¿Ese es tu compañero? No sé si decirte que “Rin Okimura” es un pobre diablo idiota o un pobre diablo valiente-el angemon esbozó una semisonrisa.
No hacía falta una baraja de tarot para saber que a los Goblinmon no les había gustado para nada que interrumpieran su juego, al que dejaron de prestar atención. Ambos perros saltaron el ring al ver que todos esos que les cortaban el paso y les pinchaban con las mazas para provocarles enfado se habían esfumado. Viste que Clockmon se levantó y dejó entreabierta la puerta principal con disimulo; los dos pobres animales, aunque algo magullados, no tardaron en salir corriendo. Los Goblinmon estaban demasiado enfadados como para percatarse de que se habían escapado.
-¿¡Qué haces, señor Rin Okimura!? ¡Te crees muy listo! ¿Eh? ¡Lo suficientemente listo como para venir a destrozarnos la fiesta cuando lo estábamos pasando tan bien!
Uno de los Goblinmon codeó al que estaba hablando y le sussurró que tenías un arma. Los que deostraron más inteligencia se dispersaron, pero un grupo de cinco decidió que no se achantarían, y tomaron sus porras con una sonrisita. La arukerimon fijó la vista en Rin, esperando ver cómo se defendería y cómo intentaría luchar.
-¡Te vas a enterar, crío!
-Eh, algunos no queremos tener que tomar nuestro trago oyendo de fondo a idiotas pelear-dijo el Angemon a la Arukerimonm, probablemente con intenciones de que la digimon araña parase la pelea como la posadera que era. Sin embargo la digimon se limitó a fijar la vista en Rin:
-Quizás sea una buena exhibición de lo que un humano y su digimon pueden hacer. Hace mucho que no se pasaba por aquí ningún humano...y quiero ver de lo que son capaces.
Off:Tienes libertad creativa para encargarte de los cinco como gustes :3 y para que Hyokomon se beba eso o no.Rin, por otra parte, se había dado cuenta de los gestos que le hacía la Witchmon, y decidió acercarse y preguntarle bastante amablemente qué necesitaba. Por la cara de sorpresa era obvio que pocos digimon y personas medianamente educadas pasaban por allí.
-Hacía tiempo que no veía a un ser humano... y mucho menos por este lugar-dijo la Witchmon, con una sonrisa muy agradable. Por la manera en la que giraba la cabeza y te iba mirando, realmente parecía bastante impresionada por tu aspecto; quizás fuera porque sólo había visto niños o que había pasado mucho tiempo. Barajó las cartas de tarot con una gran agilidad propia de un jugador de póker y añadió con una sonrisa-Te leeré las cartas a ti y a ti compañero completamente gratis, por ser tan lindo.
Tras realizar todo un roceso de barajar y escoger, quedaron dos cartas sobre la mesa. Por un lado, estaba la carta que correspondía a “El loco” y por otro la “Sota de espadas”, y en posición normal. La digimon emitió una sonrisa. Más que adivinar el futuro, parecía ser que era capaz de conocer un poco a las personas por medio del tarot. Como fuera, te dijo unas extrañas palabras:
-Son dos cartas que normalmente traen éxito, debido a que ambas se complementan. Sin embargo ten cuidado con que poco a poco -la digimon comenzó a ponerlas en posición invertida- se tuerzan, porque entonces son dos cartas funestas.
El escándalo que formó la pelea de ambos ogros interrumpió a la digimon, que recogió las cartas y las volvió a barajar, ordenándolas. La pelea de los ogros acabó sentenciada por el propio alcohol, que impidió que tras la refriega ninguno tuviera fuerzas para levantarse. El angemon encarnó una ceja al oírte decirle eso a los que estaban en el corro, y miró a Hyokomon, al que le preguntó:
-¿Ese es tu compañero? No sé si decirte que “Rin Okimura” es un pobre diablo idiota o un pobre diablo valiente-el angemon esbozó una semisonrisa.
No hacía falta una baraja de tarot para saber que a los Goblinmon no les había gustado para nada que interrumpieran su juego, al que dejaron de prestar atención. Ambos perros saltaron el ring al ver que todos esos que les cortaban el paso y les pinchaban con las mazas para provocarles enfado se habían esfumado. Viste que Clockmon se levantó y dejó entreabierta la puerta principal con disimulo; los dos pobres animales, aunque algo magullados, no tardaron en salir corriendo. Los Goblinmon estaban demasiado enfadados como para percatarse de que se habían escapado.
-¿¡Qué haces, señor Rin Okimura!? ¡Te crees muy listo! ¿Eh? ¡Lo suficientemente listo como para venir a destrozarnos la fiesta cuando lo estábamos pasando tan bien!
Uno de los Goblinmon codeó al que estaba hablando y le sussurró que tenías un arma. Los que deostraron más inteligencia se dispersaron, pero un grupo de cinco decidió que no se achantarían, y tomaron sus porras con una sonrisita. La arukerimon fijó la vista en Rin, esperando ver cómo se defendería y cómo intentaría luchar.
-¡Te vas a enterar, crío!
-Eh, algunos no queremos tener que tomar nuestro trago oyendo de fondo a idiotas pelear-dijo el Angemon a la Arukerimonm, probablemente con intenciones de que la digimon araña parase la pelea como la posadera que era. Sin embargo la digimon se limitó a fijar la vista en Rin:
-Quizás sea una buena exhibición de lo que un humano y su digimon pueden hacer. Hace mucho que no se pasaba por aquí ningún humano...y quiero ver de lo que son capaces.
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :183Nivel On Rol :Beast SpiritInventario :
Yatterwa
Re: ¿Sólo juegos de azar y mujerzuelas? [Misión Rin]
-La transparencia significa pureza, y no hay nada más cristalino que el agua para purificarlo todo... pero lo dulce de un jugo de frutas también sería apreciado -Hyokomon parecía negar de alguna manera ese extraño líquido que le habían ofrecido, dando a entender con palabras confusas que prefería el agua antes que todo lo demás. Y era cierto, nunca lo había visto comer o beber otra cosa aparte de alimentos sanos o lo más naturales posible, aunque prefería hablar de eso en otro momento.
Frente a mí se encontraban varios de esos feos monstruos verdes, sin dudas estaban enfadados por lo que había dicho, por haber "destrozado su diversión".
-Oigan, dientes salidos, la única diversión que se arruinó fue la de esos pobres perros en el momento en el que ustedes los trajeron aquí para que peleen sólo por capricho de ustedes. No voy a decirlo otra vez, ¿por qué no se golpean en el rostro con esos grandes martillos que tienen? Así podrán entretenerse más y tal vez consiguen verse un poco mejor.
Claramente veía la intención de esos Digimon, vendrían a golpearme de todos modos, así que, ¿por qué no hacerlos enfadar un poco más? Aunque, pensándolo bien, no fue una buena idea. No sólo me superaban en número, si no también, que me encontraba casi arrinconado por completo contra la pared del fondo. Creo que... me dejé llevar por la situación jeje. Al menos sabía que tenía la ayuda de Hyokomon en cualquier momento, o eso creía.
-¡Calla de una vez y muere!
En ese mismo momento vi cómo uno de los Digimon se abalanzaba sobre mi con su martillo en lo alto directo para golpearme, sólo tuve el tiempo justo para reaccionar dando un salto hacia atrás y trastabillar un poco antes de volver a recobrar el equilibrio y sacar mi espada de la funda de tela en la que solía cargarla. Al mirar hacia abajo, me di cuenta que el piso de madera de la taberna había quedado completamente destruido del golpe, no quiero imaginar qué habría pasado si lograba pegarme a mi.
-¡Hyokomon! ¡¿Dónde estás?! -grité al mismo tiempo que dirigía la vista hacia donde suponía que debía estar mi compañero que había estado mirando todo el alboroto desde su asiento sin siquiera moverse un poco.
Por un momento, pensé que había huido, porque no me atrevería a decirlo en voz alta. Escuché el sonido de algo cortando rápidamente el aire y un destello hacia mi izquierda me hizo girar la cabeza hacia ese lado para darme cuenta que otro Digimon estaba pocos centímetros de golpearme con su mazo, pero no tenía nada en la mano además de una pequeña porción del arma que empuñaba. Más abajo, el polluelo con su espada completamente extendida, había logrado cortar desde el mango el martillo de uno de nuestros contrincantes. El resto de ese trozo de madera, se encontraba en el suelo.
-Nadie, ni si quiera el más miserable ser, será capaz de tocar a Rin. No mientras tenga aire en los pulmones y voluntad en mi alma.
Quedé sorprendido por completo, no sólo porque me había salvado la vida ni por la rapidez con la que lo había hecho, sino también por las palabras que salieron de su... pico. El ogro también estaba bastante confundido, su cara lo decía todo, aunque de todas formas no se lo veía como alguien listo a simple vista y de seguro no lo era.
-Hy-Hyokomon... tú... Bueno, ¿saben qué? ¡Yo digo exactamente lo mismo que él! -dije, al no recordar las palabras exactas que mi compañero había mencionado. A continuación, puse mi espada al frente de mi rostro y la desenfundé abriendo los brazos al final y colocándome en posición para pelear.
Pude darme cuenta que, a pesar de que los ojos del polluelo son sólo blancos y no muy expresivos en la mayor parte del tiempo, ahora estaban llenos de algo que no sabría expresar muy bien. Tal vez emoción, concentración, pero su mirada se notaba muy penetrante, tanto que me parecía muy extraño. Sólo fueron necesarios un par de segundos y todos los involucrados en la lucha nos lanzamos hacia el frente dispuestos a acabar con los otros. Pero un fuerte golpe y una voz que sonó en toda la taberna hizo que nos detuviéramos en la mitad de la carrera. Todos menos Hyokomon, él no se detuvo en lo absoluto, así que tuve que tuve que estirar una de mis manos y tomarlo del caparazón para que frenara. Él sólo seguía moviendo rápidamente sus patas que resbalaban en el piso y su espada hacia todos lados con cara de enojado.
-El suelo de esta posada no necesita mancharse con sangre de nadie, ni mucho menos ser destruida por completo -gritó, ese tipo extraño de la barra golpeando el suelo con su bastón, luego de ponerse de pie-. Así que ya es suficiente -y se sentó.
Me tomó un momento tranquilizar a Hyokomon, pero al fin lo logré.
-Por cierto, ¡eso que hiciste fue genial! Te moviste demasiado rápido incluso para mí. Aunque ahora que lo pienso, pude haber dicho una frase heroica para quedar mejor, ¿qué crees? Algo como "No te metas con mi amigo si no quieres que me transforme en demonio". Mmm... no, no, creo que la pensaré mejor para la próxima vez.
¿Pudiste averiguar en donde podríamos dormir? Yo no pude investigar mucho, sólo que aquella chica de allí sacó unas cartas raras y me dijo algunas cosas algo confusas. Y... también mencionó que soy apuesto -con mi rostro algo sonrojado.
-La misteriosa señora de rojo, es una Digimon.
-¿Q-qué? Bue-bueno, yo sólo dije lo que pude sacar de información y... y nada más -giré rápidamente mi cabeza, completamente avergonzado y rascándome el costado de la cabeza.
-Aparentemente, en este mismo edificio hay habitaciones para alquilar.
-Pero no tenemos dinero.
-En el camino hay rocas y espinas que pueden dificultarnos las pisadas, no siempre será fácil.
-Tch, hasta el momento nunca lo fue -susurré, a modo de regaño.
-Acompáñame un momento
Sí, te acompañaré todo lo que quieras, pero no creo que de esa forma podamos ganar algo para pagar una habitación
Hyokomon dio unos pasos y saltó nuevamente hacia uno de los bancos de la barra en donde la arañota atendía a sus clientes, al lado del tipo que supongo que también era un Digimon, pero esta vez a su otro costado.
Hay valor en el combatir, pero también lo hay al detener un duelo. ¿Qué te llevó a hacerlo?
Mientras esperaba una respuesta de aquel hombre, comenzaba a imaginar que tendríamos que dormir otra vez a la intemperie.
Frente a mí se encontraban varios de esos feos monstruos verdes, sin dudas estaban enfadados por lo que había dicho, por haber "destrozado su diversión".
-Oigan, dientes salidos, la única diversión que se arruinó fue la de esos pobres perros en el momento en el que ustedes los trajeron aquí para que peleen sólo por capricho de ustedes. No voy a decirlo otra vez, ¿por qué no se golpean en el rostro con esos grandes martillos que tienen? Así podrán entretenerse más y tal vez consiguen verse un poco mejor.
Claramente veía la intención de esos Digimon, vendrían a golpearme de todos modos, así que, ¿por qué no hacerlos enfadar un poco más? Aunque, pensándolo bien, no fue una buena idea. No sólo me superaban en número, si no también, que me encontraba casi arrinconado por completo contra la pared del fondo. Creo que... me dejé llevar por la situación jeje. Al menos sabía que tenía la ayuda de Hyokomon en cualquier momento, o eso creía.
-¡Calla de una vez y muere!
En ese mismo momento vi cómo uno de los Digimon se abalanzaba sobre mi con su martillo en lo alto directo para golpearme, sólo tuve el tiempo justo para reaccionar dando un salto hacia atrás y trastabillar un poco antes de volver a recobrar el equilibrio y sacar mi espada de la funda de tela en la que solía cargarla. Al mirar hacia abajo, me di cuenta que el piso de madera de la taberna había quedado completamente destruido del golpe, no quiero imaginar qué habría pasado si lograba pegarme a mi.
-¡Hyokomon! ¡¿Dónde estás?! -grité al mismo tiempo que dirigía la vista hacia donde suponía que debía estar mi compañero que había estado mirando todo el alboroto desde su asiento sin siquiera moverse un poco.
Por un momento, pensé que había huido, porque no me atrevería a decirlo en voz alta. Escuché el sonido de algo cortando rápidamente el aire y un destello hacia mi izquierda me hizo girar la cabeza hacia ese lado para darme cuenta que otro Digimon estaba pocos centímetros de golpearme con su mazo, pero no tenía nada en la mano además de una pequeña porción del arma que empuñaba. Más abajo, el polluelo con su espada completamente extendida, había logrado cortar desde el mango el martillo de uno de nuestros contrincantes. El resto de ese trozo de madera, se encontraba en el suelo.
-Nadie, ni si quiera el más miserable ser, será capaz de tocar a Rin. No mientras tenga aire en los pulmones y voluntad en mi alma.
Quedé sorprendido por completo, no sólo porque me había salvado la vida ni por la rapidez con la que lo había hecho, sino también por las palabras que salieron de su... pico. El ogro también estaba bastante confundido, su cara lo decía todo, aunque de todas formas no se lo veía como alguien listo a simple vista y de seguro no lo era.
-Hy-Hyokomon... tú... Bueno, ¿saben qué? ¡Yo digo exactamente lo mismo que él! -dije, al no recordar las palabras exactas que mi compañero había mencionado. A continuación, puse mi espada al frente de mi rostro y la desenfundé abriendo los brazos al final y colocándome en posición para pelear.
Pude darme cuenta que, a pesar de que los ojos del polluelo son sólo blancos y no muy expresivos en la mayor parte del tiempo, ahora estaban llenos de algo que no sabría expresar muy bien. Tal vez emoción, concentración, pero su mirada se notaba muy penetrante, tanto que me parecía muy extraño. Sólo fueron necesarios un par de segundos y todos los involucrados en la lucha nos lanzamos hacia el frente dispuestos a acabar con los otros. Pero un fuerte golpe y una voz que sonó en toda la taberna hizo que nos detuviéramos en la mitad de la carrera. Todos menos Hyokomon, él no se detuvo en lo absoluto, así que tuve que tuve que estirar una de mis manos y tomarlo del caparazón para que frenara. Él sólo seguía moviendo rápidamente sus patas que resbalaban en el piso y su espada hacia todos lados con cara de enojado.
-El suelo de esta posada no necesita mancharse con sangre de nadie, ni mucho menos ser destruida por completo -gritó, ese tipo extraño de la barra golpeando el suelo con su bastón, luego de ponerse de pie-. Así que ya es suficiente -y se sentó.
Me tomó un momento tranquilizar a Hyokomon, pero al fin lo logré.
-Por cierto, ¡eso que hiciste fue genial! Te moviste demasiado rápido incluso para mí. Aunque ahora que lo pienso, pude haber dicho una frase heroica para quedar mejor, ¿qué crees? Algo como "No te metas con mi amigo si no quieres que me transforme en demonio". Mmm... no, no, creo que la pensaré mejor para la próxima vez.
¿Pudiste averiguar en donde podríamos dormir? Yo no pude investigar mucho, sólo que aquella chica de allí sacó unas cartas raras y me dijo algunas cosas algo confusas. Y... también mencionó que soy apuesto -con mi rostro algo sonrojado.
-La misteriosa señora de rojo, es una Digimon.
-¿Q-qué? Bue-bueno, yo sólo dije lo que pude sacar de información y... y nada más -giré rápidamente mi cabeza, completamente avergonzado y rascándome el costado de la cabeza.
-Aparentemente, en este mismo edificio hay habitaciones para alquilar.
-Pero no tenemos dinero.
-En el camino hay rocas y espinas que pueden dificultarnos las pisadas, no siempre será fácil.
-Tch, hasta el momento nunca lo fue -susurré, a modo de regaño.
-Acompáñame un momento
Sí, te acompañaré todo lo que quieras, pero no creo que de esa forma podamos ganar algo para pagar una habitación
Hyokomon dio unos pasos y saltó nuevamente hacia uno de los bancos de la barra en donde la arañota atendía a sus clientes, al lado del tipo que supongo que también era un Digimon, pero esta vez a su otro costado.
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