¿¡Dónde está Chuumon!? [Misión Louise De la Valliére]

Lunamon

De no ser por tanta insistencia de Lune, Louise no habría aceptado esta misión. Estaban caminando juntas en pleno día por las calles de la ciudad. Louise no quería aceptar ayudar a Garbagemon con el problema de sus amigos, no lo admitía, pero le causaban repugnancia dichos digimon, Lune estaba segura de ello. Era simplemente lógico. Las expresiones que su tamer tenía al momento de ver la foto de ambos digimon lo decían todo. Puso mil y un excusas para evitar la misión. Lunamon no tuvo de otra más que intervenir y aceptar la misión. Ya después convencería a su obstinada amiga. Para su fortuna, logró convencer a Louise de ayudarle en la misión. Su tamer tenía un cuerpo de mujer ahora, pero seguía siendo esa pequeña niña irascible en un rincón dentro de ella, eso le parecía divertido. Recordó la primera vez que entraron a la Ciudad Central. Lune estaba aterrada por el tumulto, tenía miedo de perderse en ese entonces. Ahora estaba completamente segura de su misión ahí, podía apreciar cuanto habían madurado juntas. En esa misma ciudad habían conocido al hombre que se convertiría en su maestro. Ahí habían tomado la decisión de ayudar a los demás, de que se convertirían en Union Savers. Esa ciudad había marcado mucho en ella, no iba a permitir que un pobre digimon tuviera un mal recuerdo ahí.

El tumulto de gente era pesado. No sólo habían digimon por la ciudad, también había un número considerable de tamer de todas las edades en la acera. Encontrar al amigo de Sukamon iba a ser una tarea difícil de esa manera. Lo único que sabían era que debían encontrarlo en la fuente más grande de la ciudad. No estaban muy lejos de ahí, por lo que no había mucho problema con ello. Se detuvieron un momento a analizar el lugar y encontrar a Sukamon para ayudarle. Se puso en puntillas. Se acuclilló. Se estiró a la izquierda y a la derecha. Finalmente, suspiró. No podía ver nada más que piernas de humanos o digimon que se atravesaban. Tenía la esperanza de que Louise viera mejor que ella, después de todo ya era mucho más alta que antes. Era inútil. La pelirosada le negó con la cabeza. Aparentemente ella tampoco veía nada. Lunamon la miró ponerse a su altura y la tomó en brazos. Louise la acomodó en sus hombros. Era algo genial. Se sentía por primera vez alta y era feliz con ello. Miró alrededor y observó gente alejarse de un digimon que parecía confundido. Dedujo que era Sukamon y lo confirmó al escuchar el llanto del pobrecillo. Louise entendió al escuchar y ambas se dirigieron al susodicho.
-¿S-señor Sukamon? -Preguntó Lune con cierto nerviosismo.
Louise volvió a tomarla en brazos y la dejó en el suelo con una sonrisa serena... Que definitivamente cambió a una extremadamente forzada al ver de cerca al digimon.
-Mi nombre es Louise, ella es mi compañera Lune -Añadió la pelirosada con la misma expresión que tenía cuando vio las fotos.
-Sabemos que busca a su amigo... Ah...
-Chuumon.
-Chuumon, claro, claro... Venimos a ayudarle a encontrarlo.

Louise

El simple hecho de pensar en ambos digimon plaga le causaba repugnancia. ¡Ah! ¿Por qué se dejó meter en estos problemas? "Puede que esté portando ahora el uniforme de los Union Saver, pero esto es demasiado para mi." Pensó para sus adentros. ¿Por qué no pudieron aceptar una misión de rescate que no implicara plagas? Louise odiaba las ratas desde siempre. Recordó una nada graciosa experiencia de cuando tenía 10 años. Ella jugaba tranquilamente con su amigo Julio Chesare, su ahora prometido de Italia, en los interiores de la casa De la Vallière. Todo iba de maravilla y Julio se dejaba usar como caballo. El rubio la llevaba cargada de su espalda. Estaban jugando al asalto a la torre con Cattleya, la hermosa y delicada hermana mayor de Louise. Cattleya era la bella princesa, Louise la valiente heroína y Julio era su fiel compañero. Estaban muy felices los tres jugando... Hasta que una rata de 15 centímetros de largo salió por debajo de uno de los sofás secundarios que adornaban la sala de estancia. Tanto Cattleya como Louise soltaron al unísono un gran grito agudo de la pura sorpresa. Julio se las arregló para guiar a la rata hasta fuera de la mansión, tomando camino por un patio. Conociendo bien a Julio, hubiera mandado a dormir al animalejo de un pisotón, pero Cattleya rogó que no mataran a la plaga. ¿Cómo iba a ayudar a un ser que le parecía asqueroso? Su única esperanza era su poco confiable autocontrol y su compañera digimon.

Cuando Sukamon tomó su cabello y la llamó Chuumon se sobresaltó y se tensó por completo. Empezó a temblar de pura irá contenida.
-¡Y-yo no soy Chuumon! -Exclamó mientras su cara se comenzaba a encender en rojo. Mientras más se le acercaba el digimon, más apestaba. -¡N-no me toques! -No iba a durar mucho así. Tomó fuerzas para empujar a Sukamon, pero Lune se adelantó y alejó al digimon de Louise tomándolo con suma delicadeza por el extraño brazo y desprendiéndolo de la rosa cabellera de la tamer. La pelirosada suspiró aliviada y se revisó el mechón de cabello que había tomado el digimon con minucioso cuidado, tenía mucho miedo de que algo le pudiera haber pasado a su preciosa cabellera.
-Pobrecillo Sukamon ¿Extrañas mucho a tu amigo? -Consolaba Lune al digimon mientras le frotaba la cabeza. -Mi tamer se parece mucho a Chuumon, ¿No es así?
-¿¡P-Parecerme a Chuumon!? -El ego de la muchacha recibió un flechazo muy duro. Se tensó de nuevo y apareció un tic en su ceja izquierda.
-Nos podría ser de ayuda, así la gente sabrá cómo es Chuumon y lo encontraremos más pronto ¿Nos dejas ayudarte, Sukamon? -El tono de voz de Lune era demasiado dulce... Eso debía ser de ayuda, porque antes de que pudiera contestar el asqueroso digimon, Lune ya estaba preguntando a un tamer sobre el paradero de la rata junto a Sukamon. No podía ir muy mal todo esto. Tal vez Louise no sea la mejor en relacionarse con distintos estilos de personas, pero Lune era perfecta para este trabajo. Suspiró y se acercó a ambos digimon para escuchar con más atención la conversación.
-...Y como podrá notar, Chuumon se parece mucho a mi compañera Louise -Dijo Lune con una sonrisa. Louise se resignó a asentir con una sonrisa incómoda, esperando que el otro digimon entendiera el mensaje; Sólo lo decían para calmar al digimon que perdió su amigo.