Fuerzas gemelas (Luna)

por Iggy Vie Ene 22, 2016 9:05 pm

Hoy era un nuevo día, como siempre viajaba por el Digimundo en busca de diferentes zonas por explorar, aun así sin descansar de mi cargo de vigilancia de la zona sur. Muy cerca se encontraban las montañas donde recordaba que había un Templo, en donde hacia mucho no visitaba, y que mejor día tranquilo para ir nuevamente a pasearme por ahí, vigilar un rato y ver que los Digimons de la zona se encontraran bien, sin ningún lío fuera de lo normal.

Me encontraba de camino al sendero de las montañas, mi fuerte era la exploración de zonas donde las corrientes de viento eran inmensas, las brisas y una que otra ventisca. A pesar de ello, me agradaba recibir el aire en mi rostro, despeinando mi fleco y moviendo mis rosados cabellos de un lado a otro -Mmm que exquisito- Me dije a mi misma mientras me detenía tan solo un momento para apreciar el olor de la naturaleza en todo su esplendor. La montaña aun de ser seca, se encontraba llena de verdor, musgo, arbustos y pequeños arboles que brindaban oxigeno, rompían con el viento para darle una nueva dirección y daban frutos para los Digimons que se encontraban por esos lugares.

Mi objetivo era llegar a la punta de la montaña donde se encontraba el Templo del Aire, un pequeño edificio, donde se rendían oraciones al viento, mi lugar favorito, por su puesto. Dentro de ese pequeño templo sin tejado, había una gran variedad de plantas y arbustos medicinales, así como también estatuas de antiguos Digimons emplumados, era toda una cultura llena de historia, la cual llenaba mi interés por completo. No era la primera vez que esta en ese sitio, ya que cada determinado tiempo, regresaba para dar las gracias por todo lo que tenía en el Digimundo, y prometerme a mi misma la protección de estas áreas y la zona sur, que era mi responsabilidad...

No mucho tiempo antes de mi entrada al Clan Union Savers, había logrado conocer todo tipo de Digimons, y por su puesto obtener ciertos Espiritus Digitales, lo cuales me brindaban el poder de transformarme en un Digimon, brindándome todo su poder... Fue esto lo que me hizo querer proteger las zonas vivas del Digimundo, al igual que en el mundo real, me gustaba cuidar de todo ser viviente, aun que no lo expresara, siempre estaba ahí, pendiente de la naturaleza...

Mientras escalaba me topaba con ciertas flores y frutos extraños, donde había aprendido para que servían cada uno de ellos. Llevaba en mi bolso una pequeña libreta donde llevaba apuntes de todas esas flores, frutos y hojas que eran medicinales, ya que muchas veces las había ocupado para curar a Digimons que se encontraban lastimados, y de igual manera me gustaba llevar información de mis viajes.

La caminata era un poco estricta, ya que una humana en contra del viento y un suelo inclinado, no era del todo fácil, pero gracias a mi buena condición física, me permitía no fatigarme en mucho tiempo. Mire mi Digivice unos momentos, observando la estatuilla de D'arcmon, estaba segura que si me transformaba en ella, podría simplemente volar y llegar a la punta de la montaña, pero eso iba en contra de lo que estaba entrenando, que era mi fortaleza, a pesar de ello daba las gracias por tenerla a mi lado... -Vamos se que puedo llegar a la cima yo misma- Me daba ánimos a mi misma para emprender la subida con mas fuerza sin cesar un poco.

Llegó el momento que el cansancio era un poco mas notorio. No muy lejos, pude ver una pequeña inclinación de grandes rocas, un lugar perfecto para descansar... Inmediatamente me dirigí al lugar para tomar aliento en lo que recuperaba energías y así poder seguir adelante. Tome asiento en una de las rocas secas que sobresalían del subsuelo, sacando de mi bolso una botella de agua que había guardado de un manantial -Aaaah!- Bebía de la botella mientras cerraba mis ojos y disfrutaba de la brisa, también era una vista estupenda de grandes hectáreas del Digimundo...

por Luna Kobayashi Miér Feb 10, 2016 1:35 am

Luna se refugió en el manto raído en el que iba envuelta, bajando un poco aquel sombrero hecho de bambú y en forma de hongo que cubría casi la mitad de rostro – o como técnicamente se llamaba, un takuhatsugasa – para evitar y protegerse de las rachas del frío viento de montaña. Floramon y Leonardo, también iban ataviados de tal guisa, a fin de pasar desapercibidos como unos peregrinos que buscaban los templos de la zona, que se repartían a lo largo de la montaña, algunos en las zonas más bajas, otros en las angostas cimas. La tamer suspiró, repitiéndose por centésima vez que aquello era una locura. No tenían apenas pistas de aquellos tipos, sólo la zona por la que avanzaban inexorables y destrozando lo que tenían a su paso. Pero recapitulemos.

¿Qué había llevado a Luna a aquellos terrenos montañosos? Una misión. Luna se había sorprendido al ver que en el despacho de Travis, que era el jefe de Luna y una de las figuras principales en cuanto a la burocracia del clan se refería , estaba también Caturamon, el deva. Luna y Floramon habían tenido la ocasión de conocerlo durante el asalto a Ciudad Centra y a la base por parte del Chaos Empire en la denominada Kimera Party. El deva, que era de carácter huraño, solía dormir mucho y no despertar si no se trataban de asuntos medianamente importantes, así que Luna se tensó en cuanto lo vio.

-Alguien me pidió que midiera vuestras habilidades y creo que he encontrado una buena ocasión de poneros a prueba-fue la explicación que dio de su presencia. Travis sonrió orgullosamente, como si él compartiera parte del logro; ciertamente, pensaba que Luna, sinceramente, era una buena agente si se deshacía de sus inseguridad. Luna se preguntó quién podía estar vigilando los avances, y se dijo que no había razón, que tenía que ser un malentendido que a alguien le pareciera buen agente, aunque era cierto que Leonardo y Floramon se habían implicado mucho en el clan. A Luna le costaba algo más encontrar tiempo porque estudiaba y hacía pequeñas prácticas en una biblioteca, además de ser U.S.

El deva explicó que hacía unas pocas horas, apenas un día, había sido informado de que en la zona montañosa y en concreto en los templos de la cara oriental de las montañas, estaban sufriendo el hostigamiento de un grupo de bandidos, que habían fijado como objetivos los templos, atacando a quienes estaban en ellos y reduciéndolos a cenizas.

-Mencionaron explícitamente estar buscando una de las copias sobre un pasaje de los rollos del mar etéreo.

El rostro interrogativo de Luna hizo que Travis tuviera que explicarlo tanto para la Floramon como para la tamer. Ellas no conocían nada sobre la historia del mundo digital así que todo aquello era nueva información. Leonardo se puso la mano en el mentón, pues sí conocía a lo que Travis se refería.

-Se dice que el primer Shakamon no sólo escribió sus profecías en las paredes de la First Cave. Las leyendas cuentan que otro de esos lugares donde las plasmó fue un larguísimo pergamino, kilométrico se dice y que era capaz de rodear el mundo digital, cuyo original está perdido por completo, hasta el punto de que no se espera que siga existiendo íntegramente. Lo que sí ha quedado son copias de algunos pasajes y fragmentos.

-Según los mitos, poseen el secreto del camino al Nirvana, es decir, el secreto de la transcendencia para alcanzar un nivel de logos al que el cuerpo y mente mundanos no pueden llegar - terminó de explicar Leonardo-En otras palabras, el primer paso para situarse en el ámbito divino.

Luna y Floramon se miraron, comprendiendo ambas lo que significaba e implicaba. Por un momento creyeron que la tarea era custodiar tan determinante información.

-¡Custodiar algo así…!-Luna sentía que era demasiada responsabilidad. Por suerte el deva aclaró que ese dato sólo era para que supieran algo más del enemigo, pues toda información era importante, pero que dado a que nadie conocía el paradero de los rollos, su misión era pararles los pies a esos bandidos antes de que siguieran destruyendo templos. Luna hizo un suspiro de alivio que sacó una risa a Travis, a lo que la chica lo miró mal. Tras estas informaciones, se prepararon para comenzar la misión.

Consigo llevaban un mapa aproximado de la zona. Luna se sorprendía incluso a esas alturas de que el mundo digital fuera tan grande que en algunas zonas aún no pudiera saberse con exactitud qué había, por lo cual no se podía haber un mapamundi completo y exacto -le parecía muy romántico, en el sentido literario de la palabra-. Sin embargo, gracias al mapa pudieron identificar la zona por la que se estaban moviendo, zonas que potencialmente podían ser sus objetivos. El mapa estaba lleno de anotaciones, flechas y demás garabatos, todos hechos por Luna para entenderse. Aún con esto, era difícil, pues la mayoría de templos no figuraban por ser muy prequeños y remotos, ya que la zona, a pesar de poseer vegetación y ser seca, no era fácilmente accesible por las rachas de vientos que precedían a los caminos montañosos que se perdían en la cima, donde se suponía que incluso allí había templos, que intencionadamente ocultaban su ubicación en su idea de alejarse de todo lo exterior para meditar..

Al poco de seguir caminando, se toparon con otro pequeño santuario, del cual sólo quedaban unos cuantos cimientos quemados y vigas carbonizadas entre humo que aún reposaba en el aire. Leonardo se aceró a las brasas de lo que había sido un modesto edificio, apenas una pequeña habitación con tatami y un altar, resguardados antes por puertas de papel que estaban agujereadas y quemadas. El digimon se quitó uno de sus guantes de boxeo tomando la madera quemada para medir con el tacto la temperatura. También la olisqueó levemente, y por el calor que desprendían aquellos restos supo que la destrucción era reciente.

-No hace mucho que pasaron por aquí. Unas jornadas, y tomando en cuenta que no son incansables, es muy probable que estemos pisándoles los talones-dijo el digimon cánido. Floramon parecía más preocupada en mirar a su alrededor, tratando de vislumbrar alguien entre toda la destrucción.

-¿Creeis que aquellos que moraban aquí pudieron ser capaces de salvar su vida?-preguntó Floramon, con la mirada baja. Leonardo la miró preocupado, pero no pudo responder, porque no podía mentirle. El silencio dejado tras la pregunta dejó un ambiente melancólico. Luna paseó la mirada, le extrañaba que habiendo quedado todo así, muchos hubieran podido huir. Luna fijó su vista en los restos de una estructura donde antes colgaba una campana que probablemente servía para llamar a la meditación. La campana de hierro, tan grande como una persona adulta y hecha de hierro, que ahora estaba quebrado en varios trozos, agonizaba en mitad de la destrucción. Luna sintió incluso que se quejaba. Y no con sus campanadas, sino como si el viento entre los trozos resquebrajados ulularan y emitiera silbidos afaultados, que Luna, tras escucharlos, comenzó a percibir como un sollozo del inanimado objeto.

-...debe haber sido mi imaginación-musitó Luna. Sin embargo Floramon asintió, asegurando que ella también lo había escuchado. Se acercaron hacia donde venían los soniditos, pero sólo tenian ante sí los restos de la campana. Luna levantó unos de los trozos, y vio a unos ojos moverse nerviosos. La chica emitió un leve chillido, pensando que quizás se trataba de una serpiente, o algo. Soltó el trozo de campana y se alejó, no sabía por qué lo primero que le había venido a la mente era que se trataba de alguna pequeña culebra. Sin embargo Floramon se había percatado de que en aquellos ojillos había lágrimas, así que se agachó y levantó la pieza metálica, obsevando que lo que había allí abajo eran pequeños digimon polluelos.

-¡Pobres pequeños!-exclamó Floramon-¡No os angustieis, por favor! Hemos arrivado hasta aquí con inteciones benignas-añadió Floramon para tranquilizarlos.

Aunque las palabras de Floramon eran complicadas, a veces hasta para personas adultas y eran imposibles de comprender para los bebés, su sonrisa cálida era un lenguaje universal y su mano flor alargada, una invitación a que los Pinamon y Poromon que estaban ocultos entre los restos de la campana, se acercasen. Mostraron unos segundos de duda, asomando levemente la cabeza, y avanzaron hacia Flora temblando tanto como si se hallasen en mitad de una tormenta.

Pinamon:

Poromon:

-Se han tenido que llevar un buen susto-dijo Luna, al ver que tras mirar a Floramon, que les sonreía y les decía palabras tranquilizadoras las cuales terminaron haciendo que se acercasen a ella, algunos frotándose por sus piernas como pequeños gatitos mientras que otros saltaban a sus h ombros, piando y saltando. “Calmaos, todo estará bien”, uno de los que estaban en el hombro se inclinó hacia sus mejillas.

Luna notó que Leonardo se había colocado a su lado, probablemente para discutir algo.

-Seguramente entre la confusión, terminaron por rezagarse. ¿Qué haremos? No podemos llevarlos a la lucha, necesitan ir a algún sitio seguro.

-¿Dónde los vamos a llevar?-Luna se quedó pensativa-¿Quizás algún templo cerca? ¿Sabes si hay alguno?

-Según el mapa, tendríamos que desviarnos. Puede que caminando nos topemos con alguno que no estuviera en el mapa, pero no es seguro hacerlos deambular por ahí. Si nos desviamos, perderemos terreno y probablemente no lleguemos a tiempo para que no sigan destruyendo templos-fue lo que dijo Leonardo, con gesto pensativo y cruzándose de brazos.

Luna se llevó las manos a la cabeza:

-¿¡Por qué todo son problemas!? Cada cosa que has dicho suena peor que la mala noticia anterior…-lloriqueó Luna, por un momento. Pero luego se limitó a suspirar y añadir-Bueno, el caso es que no podemos dejarles aqu…

Luna se quedó callada al notar unos ojitos curiosos mirándola y ver a un par de Pinamon y Poyomon. Notó que, como le pasaba cuando le prestaban atención, su espalda se tensaba. Al parecer, Floramon estaba diciendo a los bebés sus nombres, y al señalar a Luna, ellos se fijaron en la humana. No debía ser lo usual, aunque no parecía ser que fuera el primer humano que vieran. Los más atrevidos se acercaron, y como hicieron con Floramon, se frotaron entre las piernas de Luna, como gatitos. Luna se sonrojó, le parecían muy lindos, pero no pudo evitar musitar por nerviosismo y timidez:

-...ehm, oye… será mejor que vayais con Flora… yo... no soy buena para los... niños...

En ese momento, mientras farfullaba nerviosamente y cada vez de manera más inteligible tratando de quitarse de encima a los pequeños, Luna notó que alguien tiraba de su ropa, y cuando bajó la mirada, se percató de que era Leonardo, que susurró: “He visto a alguien que nos está vigilando”.

-¿¡Q...qué!?-susurró ella. Comenzó a buscar con la mirada, pero no veía nada. “Es rápido, prepárate” añadió Leonardo. La sombra no tardó en relevarse, saltando sobre uno de los pocos postes que quedaban en pie; la figura era de un kitsune, que extendía sus nueve colas de las que asomaban llamas, claramente en guardia.

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Floramon se quedó qieta al ver el fuego, brillando en mitad del humo, aunque hizo el gesto reflejo de agacharse junto a los pequeños para cubrirlos con su cuerpo si hacía falta. Luna notaba que le sudaban las palmas de las manos, pero tenía una carta y el digivice listo. Leonardo corrió rápidamente hasta posicionarse delante de Floramon para protegerla de la posición de vanguardia, en actitud defensiva pero listo para evolucionar si hacía falta.

Sin embargo, a pesar de las posiciones nadie hizo un movimiento que denotase que harían alguna ofensiva, por lo que tras unos segundos a pesar de que el kyubi no dejó de mirarlos fijamente, sus músculos se relajaron.

-Revelad vuestros rostros-exigió ella. Leonardo arqueó una ceja, con una expresión de reconocimiento en el rostro al oír el timbre femenino de aquella voz.

Los digimon bebés la reconocieron y comenzaron a saltar y decir: ¡Viniste!, muy alegres. Sin duda conocían a la Kyubimon. Leonardo alzó la voz sobre la algarabía de los pequeños para preguntar:

-¿Diana?

La mirada de Kyubimon rebeló que la respuesta era que sí, quedando sorprendida de que bajo uno de aquellos takuhatsugasa se escondiera aquel U.S con el que había juntado sus puños para luchar contra un enemigo común. Diana recordaba el nombre, al fin de al cabo le había salvado la vida sin saber quién era y tenía una deuda. Leonardo alzó levemente el takuhatsugasa para descubrirle su cara y que pudiera reconocerle. Kyubimon bajó del poste con un grácil salto, acercándose a Leonardo.

-Leonardo. El agente de los Union Savers.

Leonardo asintió. Luna y Floramon se miraron, pues ellas no conocían a la kitsune. A Luna se le escapó esto:

-¿Esa es la tal Diana que conociste cuando fuimos a investigar lo del treceavo R.K?-Leonardo la había mencionado, pero no habían tenido oportunidad de presentarse. Luna alzó el digivice para saber más de la especie del digimon:

Kyubimon:

-Supongo que ellas son Floramon y Luna, tus compañeras-dijo Diana, observándolas. Floramon se había acercado con una sonrisa y una reverencia como saludo, seguida de los digimon bebés que rodearon a la raposa, y comenzaron a sentarse en su lomo-Encantada. Perdonad, estas tierras están siendo atacadas por unos maleantes, y no estaba segura de si érais amigos o enemigos.

Leonardo hizo un gesto, para decirle a Diana que no tenía importancia. Aunque no mostró una sonrisa, la expresión de Diana era bastante afable cuando miraba a Leonardo.

-No es necesario que os culpéis, Diana-san. Precisamente, el asunto de nuestra presencia aquí es intentar detener estos ataques.

-¿Vives aquí?-fue lo que preguntó Luna directamente; si era de la zona, podía ayudarles a tener una idea más exacta de cómo era en realidad el lugar, y si había atajos y templos cerca.

-No exactamente. Anualmente hago un itinerario de peregrinación por la zona, y los templos suelen ofrecerme refugio ante las inclemencias, como a todos los peregrinos.

-Así que ayudas en lo que puedes ya que estabas aquí-completó Leonardo, que ya sabía de que Diana era amable a su manera, pues, por ejemplo, a pesar del cariz peligroso que habían tomado las cosas en el templo Draco no había consentido irse del lugar sin Oshin, su mejor amiga.

-Sí. Concretamente, estoy buscando rezagados que no pudieran huir a la hora del ataque-dijo ella, mientras hacía un ademán con la cabeza para que subieran junto con los pequeños. Leonardo negó con la cabeza mientras se quitaba la manta, la cual Luna sujetó y se colocó sobre la suya propia, pues en esa montaña sentía bastante fría cada vez que el viento soplaba. Él se colocó a cuatro patas, pasando a su forma champion, BlackGaogamon. Diana se sorprendió y Luna creyó ver un leve fantasma de sonrisa en la comisura de los labios de Leonardo, como si estuviera orgulloso de que Diana viera que ahora era más fuerte; ciertamente, en aquella ocasión en el templo Draco, fue Diana la que peleó más intensamente-Sí que te has fortalecido, agente.

-Es complicado y largo de explicar-fue lo que dijo Leonardo, mientras Luna y Floramon se montaban en su lomo-Un día te contaré la historia.

La digimon sonrió, mientras decía: “Siempre me han gustado las historias”. Luna se sorprendió de el clima de armonía y simpatía entre ambos. Tanto la chica como Floramon se alegraban de que Leonardo, poco a poco, pudiera volver a confiar en las personas. Diana miró hacia los tres, y explicó:

-Hay un grupo de digimon refugiados de otros templos. Están ocultos en una cueva, y ciertamente, no soy capaz de darles la confianza suficiente para que se decidan a salir y buscar refugio en el templo más cercano. Están muy asustados- cuando terminó de decir esto Diana se puso en marcha. Ella era más ágil que Leonardo, pero él podía seguirla.

-Trataremos de insuflarles esperanza en el corazón. Todo estará bien, si unimos fuerzas, esfuerzos y la buena voluntad de nuestros corazones-ofreció Floramon con una sonrisa. Los digimon bebé piaron alegremente al verla sonreír y decir aquello, y Luna no pudo hacer otra cosa que sorprenderse por el don de gentes de Floramon, que se había ganado a los digimon bebé con suma facilidad. Leonardo sonrió de esa manera que solía sonreír cuando Floramon decía algo ingenuo, pero por lo que él lucharía. Era una sonrisita única. Leonardo sabía de más que la vida era dura, un valle de lágrimas, pero pondría su alma para defender con su esfuerzo toda la felicidad y bondad que Floramon veía en el mundo.

Diana alzó una ceja, notando que aquella digimon flor era el corazón del grupo. No sabía cual era su potencial como luchadora, pero era un elemento emocional importante, saltaba a la vista. Diana había visto que el gesto de la humana era nervioso en todo momento, pero parecía tranquilizarse algo cuando la digimon hablaba, y Leonardo sonreía amablemente dejando de lado su perpetua cara de seriedad. Hablaron levemente del supuesto objetivo de los bandidos, tratando de conseguir más información sobre los rollos del mar de éter a lo que Diana respondió:

-El camino hacia el Nirvana es la reflexión propias. Y al ser propia, es única para cada ser. Ese documento tiene un gran valor bibliográfico, sí, pero sin duda, no creo que contengan el camino al Nirvana escrito en ellos, porque esa es una senda diferente para cada experiencia vital.

Leonardo se sorprendió ante la sabiduría de Diana. Se había imaginado que era una simple mercenaria curiosa, y no una guerrera joven tan sabia.

-¿Nos hallamos solos en esa reflexión? -preguntó Floramon, con repentina preocupación. Luna se dijo que, lamentablemente, sí, y que aquel que no fuera capaz de llevar eso no era, realmente un individuo. Cortó sus pensamientos negativos sobre si ella era alguien mirándose los zapatos.

-Hay quienes creen que sí, que el camino es alejar toda distracción material y sensorial para llegar al estado más puro de reflexión. Otros dicen que nos reconocemos a nosotros mismos porque vemos la forma de los demás, así que ellos, o más bien nuestras relaciones, son importantes para esa reflexión-fue lo que respondió Diana.

-Diana, ¿tú…?-Leonardo iba a preguntar directamente por ello, por si ella estaba o se sentía sola. Si tenía familia, hogar... al fin de al cabo, Oshin no estaba por allí. Se sentía intranquilo al imaginarse a la digimon recorriendo sola aquellas montañas en lo inhóspito de la noche, indefensa -esto no era del todo cierto porque Diana era bastante capaz de pelear-, presa de la dureza del ambiente y de los maleantes.

-Es una pregunta muy personal y que no sé responder aún. Quizás no lo sepa nunca-dijo ella, adivinando por completo la pregunta que Leonardo había ahogado.

No tardaron mucho en llegar hasta una cueva. Era pequeña, y poco profunda, por lo que no era muy buen escondite. Allí había algunos digimon bebé, pero también digimon de nivel rookie de la familia de los pájaros; Falcomons, Hawkmons, y algún que otro Piyomon. El que más destacaba era un digimon que parecía un karasu tengu, una especie de demonio-cuervo. Luna sacó su digivice, que le dio los datos de todos los digimon presentes. Al ver los del tengu, se sorprendió; era incluso más poderoso que Leonardo y Diana, sin embargo, es cierto que no tenía muy buen aspecto y que no sería recomendable que luchase. Una de sus alas colgaba, y parte de su armadura y plumaje estaban quebrados.

Karatenmon:

Falcomon:

Piyomon:

El Karatenmon se alegró mucho de ver a Diana, y exclamó: “¡Diana!¡Estás bien!”. Miró al grupo, al principio con desconfianza, pero luego se relajó, sin duda confiaba plenamente en la raposa, y ciertamente, las mantas les hacían parecer simples peregrinos.

-¿Itinerantes que tuvieron el infortunio de cruzarse con los maleantes? Poneos cómodos sin miedos y descansad.

-A pesar de su aspecto, son de los Union Savers-explicó Diana, con cierto orgullo. Luna se dijo que no debía estar orgullosa; ni Leonardo ni Floramon eran capaz de llegar al nivel perfeccionado del tengu. Bueno, Floramon técnicamente podía, sin embargo, en los últimos tiempos le había resultado imposible. Luna en cierto modo sabía que se debía a sí misma. Algo se había roto dentro de sí-Y quieren ayudarnos.

El Karantemon se quedó dudando, observando, sobre todo, a Floramon. Diana los presentó. El tengu respondía al nombre Karasuke. Floramon lo saludó con sus modales habituales y su reverencia cuidada, que sólo levantó aún más su escepticismo. Quizás el BlackGaogamon sí pareciera un digimon fuerte, pero a primera vista Floramon sólo parecía una refugiada. La digimon notó esto de alguna manera, y dirigió el rostro al suelo, visiblemente apenada.

-Vinimos aquí a encargarnos del asunto, y es lo que haremos.

Leonardo miró a Luna, que enseguida había salido en defensa de Floramon, con una voz extrañamente firme. Quien la conociera, creería que aquellas palabras eran de alguien más acordes a Sigrun, u otro tamer de renombre. Diana, Karasuke y todos los digimon presentes miraron a la humana, entre sorprendidos y algo esperanzados al oír aquella voz resonar en el abrigo de la cueva.

Luna desvió la mirada, y esa confianza se disolvió, pero se obligó a musitar para no estropearlo:

-No sé muy bien cómo, pero…

-No podemos quedarnos aquí por siempre, terminarán encontrándonos-fue Diana la que tomó las riendas de la discusión-Necesitamos buscar refugio.

-Hay un templo... está lo suficientemente cerca como para poder ir hasta allí, y lo suficientemente lejos para que las noticias de lo que está pasando no hayan llegado. Si les explicamos qué está ocurriendo, probablemente nos dejen recuperarnos allí hasta que sepamos qué hacer, además de que podrían preparar una defensa-explicó el tengu.

-Dicho así, no suena mal…-dijo Luna. No era lo mismo defenderse de unos bandidos solos que con otros digimon que estuvieran en mejores condiciones que Karasuke para pelear.

Floramon miró a Leonardo, que tenía la mano en el mentón, pensativo. La mirada de ambos decían que los dos sabían lo que el otro estaba pensando. Floramon dijo, mientras ayudaba a los pequeños a bajar de la espalda de Diana:

-Sería viable, pero arriesgado para los heridos o los digimon más pequeños.

-Lleva razón. No me opongo a la idea como tal, pero debéis saber que no es imposible que nos cacen en el camino, de la misma manera que es muy posible que nos cacen si nos quedamos aquí-Luna se llevó las manos a las sienes, con gesto angustiado… “¡Esto pinta muy mal, demasiado mal! ¿¡Qué vamos a hacer!?¡Si hagamos lo que hagamos, parece que este barco se irá a pique!” pensaba Luna. Leonardo los miró a todos, con seriedad en sus ojos dorados-Debemos planear, más que la decisión en sí, en cómo llevarla a cabo.

-Es un riesgo que veo necesario asumir, y una idea viable. Antes era una locura, sólo yo podía pelear, pues tú estás herido Karasuke. Pero ahora, tenemos a dos personas más para enfrentar a esos bandidos si tratan de atacarnos. Es mejor que esperar aquí, donde ni siquiera tenemos lugar por dónde huir ni terreno para luchar.

El tengu suspiró, derribado por la kitsune.

Aunque en los otros digimon había miedo, ver cómo Leonardo y Diana -de nuevo en sus formas champion tras un breve descanso para recuperar fuerzas donde ambos habían vuelto a su forma rookie, dos gaomons- debatían con Karasuke las mejores posiciones para resguardar al grupo, al igual que el camino, les daba algo más de tranquilidad.

No tardaron en comenzar a emprender la marcha, y así aquel grupo de una veintena de digimon caminaban enfrentándose cada vez a unas rachas de aire más frecuentes e intensas y a un terreno que se inclinaba; los que podían, volaban, y todo aquel que estaba en condiciones de ayudar a llevar a los más pequeños, lo hacía. Por su parte, Diana encabezaba la fila junto con Karasuke, mientras que Leonardo, que en su forma de BlackGaogamon llevaba a Luna y Floramon a su espalda, tenía una vista en perspectiva, vigilando los costados y el final de la fila.

-Sería conveniente hacer un pequeño descanso en nuestra caminata. Muchos sienten el cansancio, y probablemente estén sufriendo y extenuándose. Eso posteriormente, hará que tengamos un ritmo de avance más bajo-recomendó Floramon. Ciertamente las dificultosas circunstancias en las que debían caminar cansaban a los más pequeños. Todos se mostraron de acuerdo con la idea.

Karasuke se alzó lo que podía con sus heridas alas antes de señalar un rincón guarnecuido por rocas, que parecía ser un pequeño abrigo medianamente seguro.

-Creo que podríamos hacerlo allí, estaremos protegidos del viento.

Off:Puedes manejar a los bandidos a tu antojo, también a Karasuke o meter a un npc que quieras. Perdona la tardanza -en parte es porque estaba ocupada y en parte porque me pareció buena idea y no me parecía escribirla de cualquier manera- y lo largo. El templo al que van es ese que tú mencionas. Si quieres puedes encontrarnos ya sea porque los U.S te comenten algo, casualidad al vernos… lo que se te ocurra. Si ves algo que quieras que cambie -quizás si quieres que quite a Diana, que la he metido porque la verdad, el lugar y la situación prestaban a meterla en el post- dime y lo edito ^^.

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