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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Nada grave [ Priv. Alanna]
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Nada grave [ Priv. Alanna]
Hisame había acomodado bien a Alanna en el taxi, en el viaje se atrevió a hacer que estirase la pierna en el asiento mientras la llevaba sentada encima de su regazo, tal vez para la chica eso era un poco incómodo pero sería bueno para estirar su pierna, de hecho el menor se atrevió a hacer pequeñas bromas en el taxi para que la chica se sintiera mejor, después de todo él no era inocente en esos casos y bueno, suponía que cualquier chica que estuviese de esa forma con un hombre que era ajeno a ella se podría sentir un poco extraña, incluso él se sentía así pero bueno le encontró la vuelta a la cosa. – Bueno, ahora podrás alardear que estuviste sentada sobre un tipo tan buenorro como yo – hizo una pose de divo y movió un poco su cabeza, luego se rio mientras sostenía a la chica, mirando de vez en cuando su pie desnudo el cual se había torcido, por suerte se había empezado a inflamar lo cual podía decirse que era un buen indicio- va bien- comento mientras observaba el pequeño progreso y luego observaba el cabello de Alanna, la verdad era que se veía sedoso, incluso olía bien, no sabía cómo las chicas le hacían para tener siempre el pelo tan lindo y además hacerlo oler bien, él no podía lograr eso, pero bueno prefería que su cabello oliese solo a shampoo y nada más.
– No entiendo cómo le hacen las chicas para tener tan buen olor– expreso con calma haciendo un puchero sutil y luego dejando de hacerlo al ver que estaban cerca del hospital, cuando el taxi estaciono Hisame solo se limitó a pagarle al taxista y abrir la puerta comenzando a sacar lentamente a la chica del vehículo, lo hizo con extremo cuidado porque seguramente un pequeño movimiento hacia un lugar no debido podría causarle dolor a la joven fotógrafa– Tranquila y déjamelo a mí, ¿sí? – como cualquier profesional intentaba distraer a la muchacha, cuestión de que no sintiera miedo u algo por el estilo, quería que tuviese presente que él estaba allí para ella en ese momento y la iba a cuidar todo el rato; al final la termino cargando con cuidado entre sus brazos, la llevó hasta emergencias y allí se encontró con uno de sus profesores que era médico, este por suerte recordó al peli negro y se acercó con rapidez hasta donde su estudiante para ver que le pasaba a la chica. La cosa no tardo mucho, gracias a que el joven boxeador a pesar de que tenía una actitud muy mala leche la gente que lo rodeaba a su manera parecía apreciarlo de una manera especial; la castaña fue rápidamente fue derivada a un traumatólogo que estaba de turno, solo tuvieron que esperar un rato para que los atendiera y en ese pequeño instante aquel muchacho le acaricio la cabeza – Es aburrido esperar, vamos a jugar piedra, papel o tijeras, quien gane pierda deberá contestar cualquier pregunta que le haga el ganador – era un simple juego de niños pero el castigo estaba bueno para aprender cosas de los dos, al parecer habían forjado una pequeña amistad y bueno, nunca estaba de más hacer ese tipo de cosas para saber un poco más de ambos, dudaba que se fuesen a hacer preguntas muy extrañas, solo preguntas básicas como cuál era el color favorita o comidas preferidas, un juego inocente y de lo más informativo.
– Ay… si me ganas seguro me preguntaras de qué color es mi ropa interior, seguro estoy de eso – bromeo otro tanto y puso una de sus manos a la vista esperando que Alanna quisiera unirse a ese tonto juego, aunque podría pensarse algo entretenido para hacer con tal de que ella se sintiese un poquito bien y tuviese su cabeza en otro lado, antes la había visto preocupada en su apartamento, por su cabeza había corrido ligeramente la idea de que podría tenerle miedo a los médicos y/o los hospitales.
– No entiendo cómo le hacen las chicas para tener tan buen olor– expreso con calma haciendo un puchero sutil y luego dejando de hacerlo al ver que estaban cerca del hospital, cuando el taxi estaciono Hisame solo se limitó a pagarle al taxista y abrir la puerta comenzando a sacar lentamente a la chica del vehículo, lo hizo con extremo cuidado porque seguramente un pequeño movimiento hacia un lugar no debido podría causarle dolor a la joven fotógrafa– Tranquila y déjamelo a mí, ¿sí? – como cualquier profesional intentaba distraer a la muchacha, cuestión de que no sintiera miedo u algo por el estilo, quería que tuviese presente que él estaba allí para ella en ese momento y la iba a cuidar todo el rato; al final la termino cargando con cuidado entre sus brazos, la llevó hasta emergencias y allí se encontró con uno de sus profesores que era médico, este por suerte recordó al peli negro y se acercó con rapidez hasta donde su estudiante para ver que le pasaba a la chica. La cosa no tardo mucho, gracias a que el joven boxeador a pesar de que tenía una actitud muy mala leche la gente que lo rodeaba a su manera parecía apreciarlo de una manera especial; la castaña fue rápidamente fue derivada a un traumatólogo que estaba de turno, solo tuvieron que esperar un rato para que los atendiera y en ese pequeño instante aquel muchacho le acaricio la cabeza – Es aburrido esperar, vamos a jugar piedra, papel o tijeras, quien gane pierda deberá contestar cualquier pregunta que le haga el ganador – era un simple juego de niños pero el castigo estaba bueno para aprender cosas de los dos, al parecer habían forjado una pequeña amistad y bueno, nunca estaba de más hacer ese tipo de cosas para saber un poco más de ambos, dudaba que se fuesen a hacer preguntas muy extrañas, solo preguntas básicas como cuál era el color favorita o comidas preferidas, un juego inocente y de lo más informativo.
– Ay… si me ganas seguro me preguntaras de qué color es mi ropa interior, seguro estoy de eso – bromeo otro tanto y puso una de sus manos a la vista esperando que Alanna quisiera unirse a ese tonto juego, aunque podría pensarse algo entretenido para hacer con tal de que ella se sintiese un poquito bien y tuviese su cabeza en otro lado, antes la había visto preocupada en su apartamento, por su cabeza había corrido ligeramente la idea de que podría tenerle miedo a los médicos y/o los hospitales.
Re: Nada grave [ Priv. Alanna]
Cerró la puerta de su casa y notó como, nuevamente, Hisame la tomaba el volandas para bajar las escaleras hasta la calle. Un cochr amarillo con una luz arriba que indicaba, ocupado, los esperaba en la puerta del edificio mientras la suave llovizna seguía empapando las calles. Al entrar en el taxi pensó que al menos tendría algún modo de calmarse hasta llegar al hospital, tal vez pudiera hacer que el chico cambiara de opinión o... no sabía, algo, temía que el maquillaje no fuera bastante para cubrir sus heridas, sus hombros, despejados, eran la única parte de su espalda que permitía ver, más allá de estos, las heridas, viejas y cicatrizadas se repartían sin piedad.
No pudo prever que Hisame subiría a su lado y, para permitirle extender la pierna, la sentaría en su regazo. Con un leve sonrojo, algo tensa, suspiró intentando relajar sus nervios, pensando, únicamente, en que todo acabase rápido. Lo miró de rojo y sonrió con una leve risa ante su comentario, mordiéndose el labio. ¿De dónde había salido ese chico? Era japonés, no le cabía duda, pero no entraba en los baremos de un japones usual. Era más alto que la media, bastante más, en realidad, y su comportamiento nada tenía que ver con la distancia y las formalidades que tendían a usar el resto de personas japonesas que conocía.
Siguió la mirada del chico hasta su tobillo, que comenzaba a inflamarse, y lanzó un suspiro, seguro que, al menos, se lo vendaban. Solo esperaba que el maquillaje aguantase bien. Era consciente de que cualquier médico, o enfermero, que le viera las marcas en el cuerpo, pondría el grito en el cielo. Era consciente de que, si hubiera ido al médico en el momento adecuado, probablemente ni siquiera tendría marcas, y su piel sería tan suave y sedosa como intentaba que pareciera con el maquillaje. Lo miró un momento, avergonzada, al escucharlo nuevamente. Era la segunda vez que le decía que olía bien, y no es que en el baño se hubiera puesto ningún tipo de perfume, tal vez fuera su champoo.
No tuvo tiempo de responder nada cuando el taxista informo de que el hospital estaba cerca y la cara de la chica palideció de golpe. Tragó saliva y respiró hondo alzando su mirada, nuevamente, y asintiendo cuando el chico dijo que se lo dejara a él. Sería lo mejor, a ella le daba tal terror que, si hablase, probablemente la tendrían que tumbar en una camilla con un ataque de pánico. Cuando los brazos del chico volvieron a rodearla para sacarla del taxi, tuvo que resistir con fuerza para que sus brazos no se cogieran a la puerta del vehículo para no salir.
Se dejó llevar, al final, con un ligero temblor, hasta la puerta del hospital, donde Hisame pareció reconocer a alguien, un médico que se presentó con una sonrisa amable que la chica a penas pudo devolver, y los derivaron al instante a traumatología, haciéndoles sentar en una sala de espera con incómodas sillas de plástico. En unos instantes la mandarían entrar a hacerse una radiografía. Lo cierto es que a penas había nadie en urgencias esa noche, una suerte, suponía. Notó una mano sobre su cabeza y, algo más tranquila al ver que, con algo de suerte, pronto saldría de allí, sonrió al chico sentado a su lado.
- Está bien.- sonrió preparando la mano para empezar a jugar.- gracias y perdón por causarte problemas.- murmuró con un suspiro.- y no, no preguntaré por tu ropa interior.- le sacó la lengua, burlona.- Piedra, papel, tijera, un dos tres.- dijo sacando la mano. Miró la del chico y suspiro.- Vale, has ganado esta. Adelante con tu pregunta.- le sonrió invitándolo a preguntar.
No pudo prever que Hisame subiría a su lado y, para permitirle extender la pierna, la sentaría en su regazo. Con un leve sonrojo, algo tensa, suspiró intentando relajar sus nervios, pensando, únicamente, en que todo acabase rápido. Lo miró de rojo y sonrió con una leve risa ante su comentario, mordiéndose el labio. ¿De dónde había salido ese chico? Era japonés, no le cabía duda, pero no entraba en los baremos de un japones usual. Era más alto que la media, bastante más, en realidad, y su comportamiento nada tenía que ver con la distancia y las formalidades que tendían a usar el resto de personas japonesas que conocía.
Siguió la mirada del chico hasta su tobillo, que comenzaba a inflamarse, y lanzó un suspiro, seguro que, al menos, se lo vendaban. Solo esperaba que el maquillaje aguantase bien. Era consciente de que cualquier médico, o enfermero, que le viera las marcas en el cuerpo, pondría el grito en el cielo. Era consciente de que, si hubiera ido al médico en el momento adecuado, probablemente ni siquiera tendría marcas, y su piel sería tan suave y sedosa como intentaba que pareciera con el maquillaje. Lo miró un momento, avergonzada, al escucharlo nuevamente. Era la segunda vez que le decía que olía bien, y no es que en el baño se hubiera puesto ningún tipo de perfume, tal vez fuera su champoo.
No tuvo tiempo de responder nada cuando el taxista informo de que el hospital estaba cerca y la cara de la chica palideció de golpe. Tragó saliva y respiró hondo alzando su mirada, nuevamente, y asintiendo cuando el chico dijo que se lo dejara a él. Sería lo mejor, a ella le daba tal terror que, si hablase, probablemente la tendrían que tumbar en una camilla con un ataque de pánico. Cuando los brazos del chico volvieron a rodearla para sacarla del taxi, tuvo que resistir con fuerza para que sus brazos no se cogieran a la puerta del vehículo para no salir.
Se dejó llevar, al final, con un ligero temblor, hasta la puerta del hospital, donde Hisame pareció reconocer a alguien, un médico que se presentó con una sonrisa amable que la chica a penas pudo devolver, y los derivaron al instante a traumatología, haciéndoles sentar en una sala de espera con incómodas sillas de plástico. En unos instantes la mandarían entrar a hacerse una radiografía. Lo cierto es que a penas había nadie en urgencias esa noche, una suerte, suponía. Notó una mano sobre su cabeza y, algo más tranquila al ver que, con algo de suerte, pronto saldría de allí, sonrió al chico sentado a su lado.
- Está bien.- sonrió preparando la mano para empezar a jugar.- gracias y perdón por causarte problemas.- murmuró con un suspiro.- y no, no preguntaré por tu ropa interior.- le sacó la lengua, burlona.- Piedra, papel, tijera, un dos tres.- dijo sacando la mano. Miró la del chico y suspiro.- Vale, has ganado esta. Adelante con tu pregunta.- le sonrió invitándolo a preguntar.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :41Ficha :Cronologia :Nivel On Rol :Rookie Spirit
Alanna Tale
Re: Nada grave [ Priv. Alanna]
Se rio al ver que era el quien había ganado esa mano, ahora solo debía hacer la pregunta, sería algo sencillo, aunque la verdad era que tenía mucha curiosidad por saber porque estaba tan tensa en ese momento, seguía pensando que les tenía miedo a los hospitales, desde se torció el tobillo se notó bastante alterada – Veamos…la verdad es que tengo bastante curiosidad por esto, ¿Cuándo es tu cumpleaños? – cuestiono con bastante curiosidad, deseaba saber sobre ello, sabía que era un poco más grande que él ya que lo habían hablado posteriormente pero quería saber más detalles sobre ella, por más tontos que fuesen y a su vez, solo charlar un poco sobre variedad de temas, ¿Por qué?, bueno no lo comprendía, le gustaría saber porque sentía tanta curiosidad, aunque creía saber cuál era la motivación, aquella chica se parecía a un pequeño roedor asustado, algo así como un hámster o una ardilla ya lo había pensado antes en el café y lo seguía pensando justo ahora, ella era una de esas chicas adorables, que te daban ganas de proteger por esa inocencia que emitían, ¿raro? ¿no?, que un tipo como el tan brusco, extraño y ruidoso estuviese hablando en ese momento con una chica que parecía tan dulce, inocente y gentil, pero por extrañas razones del destino habían terminado en esa forma, ahora se estaban conociendo, ya estaban formando lazos de amistad, surgía de manera natural.
– ¿Sabes?, a mí me daban un poco de miedo los hospitales de pequeño, porque estar en lugares como este siempre significaron "malas noticias" para mi, aunque fuesen cosas no muy graves– comento observando el lugar de manera perdida, como recordando cosas, había situaciones que lo habían llevado a querer hacer lo que estaba haciendo ahora mismo, estudiar como enfermero, cuando alguien cercano sufría ese tipo de cosas, eso te empujaba a que hicieras hasta lo imposible para impedir que suceda de nuevo algo como eso, era un acto inconsciente en esos momentos te dabas cuenta de lo mucho que podía haberte afectado un suceso de tu vida. El peli negro se rio un poco por darse cuenta de eso, se sintió un poco frustrado y luego bufó.
– Yo…tengo un hermano mayor, recuerdo que lo fui a ver al hospital cuando se accidento. Sufrió una perdida grande, pero el solo me ignoro…éramos solo niños, pero puedo recordarlo. Ese idiota cabeza dura…haha, los dos somos cabeza dura, a pesar de que rechazo querer saber cosas de él, siempre me encuentro buscando sobre él, para saber cómo esta y eso que casi no nos conocemos, en parte es por su culpa estoy estudiando esto…– Hisame se ruborizo de manera sutil y se rasco la nuca con algo de vergüenza por decir cosas tan extrañas además de vergonzosas, pero luego miro a la castaña y sonrió de modo travieso – No vayas a contarle a nadie lo que te dije, ¿entendido?, es un secreto entre nosotros dos, seria vergonzoso que ese idiota lo supiese, seguramente se reiría de mi – aunque dudaba que aquello fuese a llegar a los oídos de esa persona, sobre todo era lo que menos deseaba, por el simple hecho de que seguramente lo ignoraría y sobre todo parecería muy patético de su parte andar preocupándose de ese modo.
– ¿Sabes?, a mí me daban un poco de miedo los hospitales de pequeño, porque estar en lugares como este siempre significaron "malas noticias" para mi, aunque fuesen cosas no muy graves– comento observando el lugar de manera perdida, como recordando cosas, había situaciones que lo habían llevado a querer hacer lo que estaba haciendo ahora mismo, estudiar como enfermero, cuando alguien cercano sufría ese tipo de cosas, eso te empujaba a que hicieras hasta lo imposible para impedir que suceda de nuevo algo como eso, era un acto inconsciente en esos momentos te dabas cuenta de lo mucho que podía haberte afectado un suceso de tu vida. El peli negro se rio un poco por darse cuenta de eso, se sintió un poco frustrado y luego bufó.
– Yo…tengo un hermano mayor, recuerdo que lo fui a ver al hospital cuando se accidento. Sufrió una perdida grande, pero el solo me ignoro…éramos solo niños, pero puedo recordarlo. Ese idiota cabeza dura…haha, los dos somos cabeza dura, a pesar de que rechazo querer saber cosas de él, siempre me encuentro buscando sobre él, para saber cómo esta y eso que casi no nos conocemos, en parte es por su culpa estoy estudiando esto…– Hisame se ruborizo de manera sutil y se rasco la nuca con algo de vergüenza por decir cosas tan extrañas además de vergonzosas, pero luego miro a la castaña y sonrió de modo travieso – No vayas a contarle a nadie lo que te dije, ¿entendido?, es un secreto entre nosotros dos, seria vergonzoso que ese idiota lo supiese, seguramente se reiría de mi – aunque dudaba que aquello fuese a llegar a los oídos de esa persona, sobre todo era lo que menos deseaba, por el simple hecho de que seguramente lo ignoraría y sobre todo parecería muy patético de su parte andar preocupándose de ese modo.
Re: Nada grave [ Priv. Alanna]
Se puso algo nerviosa mientras esperaba la pregunta, ¿sería sobre el hospital? No era una persona a la que le gustara mentir, pero sus heridas eran algo demasiado privado, demasiado importante, tenían, aun, demasiado peso en su vida como para permitir que nadie supiera sobre ello. Ni siquiera Sigrun sabía esa información, y, de algún modo, sospechaba que eso era parte de lo que su madre quería, que siguiera guardándose secretos, que siguiera encerrándose en si misma hasta quedar sola, pero... aun no estaba lista, sencillamente, no era le momento.
El alivio la hizo sonreir al escuchar que lo que en realidad quería saber era su cumpleaños. Suspiró y alzó la mirada, más tranquila, tal vez ni siquiera fuera a sacar el tema. Sería un alivio, la verdad, no era de las que dan explicaciones a las primeras de cambio, pero si le preguntaban directamente, se notaría a la legua si mintiese. Por desgracia hablar con ella cara a cara era leer un libro abierto, excepto en temas de dolor, era cristalina.
- Nací en marzo, el 28. - dijo con sencillez, justo antes de que la luz de la sala de radiografías se iluminase y sonase un ligero pitido, tensándose en la silla. Miró de reojo, le tocaría pronto.
Se giró al oir la voz del joven moreno, nuevamente. ¿él había tenido miedo a los hospitales? ¿Cómo? Se dedicaba a la medicina, estudiaba para ello, al menos, ¿cómo era posible que hubiera tenido miedo a los hospitales? En realidad, el temor de Alanna era bastante estúpido. No eran los hospitales en si lo que temía, ni siquiera a los médicos ni a los tratamientos. Era el recuerdo de su madre con la correa alzada las pocas veces que la niña había tenido la intención de ir al doctor, bien fuera por un resfriado, bien fuera por una lesión. Bajó la mirada y escuchó por unos instantes en silencio, las confesiones del chico. Así que tenía un hermano, y, al parecer, una vida complicada, mucho más de lo que lo era la suya desde que había salido de las zarpas de su madre.
- Tu secreto está a salvo conmigo.- prometió con una sonrisa tranquila. No diría nada, no era el tipo de persona que contaba cosas a diestro y siniestro, aunque su usual energía hiciera parecer lo contrario.-Yo... de pequeña me daba miedo que mi madre supiera que me encontraba mal, era... complicado, y bueno, al final, acabó dandome miedo el hospital, supongo que se me ha quedado.- explicó a medias, sin sentirse capaz de hablar más.
La luz se apagó y volvió a sonar el débil pitido que indicaba que era su turno. Un hombre con el brazo en alto salió de la sala y una enfermera se acercó a indicarle que pasara. Con un suspiro, se quitó de encima la chaqueta del chico, que aun llevaba sobre sus hombros, y la dobló antes de cedersela y entrar a saltitos a la sala de radiografías. Con velocidad, la cubrieron con un delantal de plomo y la hicieron tumbarse en una cama de hierro frío moviéndole, con poco cuidado, la pierna para ponerla en el ángulo adecuado para hacer las radiografías. A penas tardó dos minutos en salir con la promesa de que, en poco rato tendrían las radiografías.
- Ya está, supongo.- dijo al salir, saltando en la sala vacía, hasta las sillas de plástico, y dejándose caer, agotada.- ¿seguimos jugando? Quiero poder preguntar.- comentó aliviada, de momento no habían tenido la necesidad de levantar su pantalón. Tembló un instante, odiaba el frío, y esa sala era helada.- Piedra, papel, tijera, un, dos, tres- volvió a contar sacándo una de las manos abrazándose con la otra, temblando un poco.
El alivio la hizo sonreir al escuchar que lo que en realidad quería saber era su cumpleaños. Suspiró y alzó la mirada, más tranquila, tal vez ni siquiera fuera a sacar el tema. Sería un alivio, la verdad, no era de las que dan explicaciones a las primeras de cambio, pero si le preguntaban directamente, se notaría a la legua si mintiese. Por desgracia hablar con ella cara a cara era leer un libro abierto, excepto en temas de dolor, era cristalina.
- Nací en marzo, el 28. - dijo con sencillez, justo antes de que la luz de la sala de radiografías se iluminase y sonase un ligero pitido, tensándose en la silla. Miró de reojo, le tocaría pronto.
Se giró al oir la voz del joven moreno, nuevamente. ¿él había tenido miedo a los hospitales? ¿Cómo? Se dedicaba a la medicina, estudiaba para ello, al menos, ¿cómo era posible que hubiera tenido miedo a los hospitales? En realidad, el temor de Alanna era bastante estúpido. No eran los hospitales en si lo que temía, ni siquiera a los médicos ni a los tratamientos. Era el recuerdo de su madre con la correa alzada las pocas veces que la niña había tenido la intención de ir al doctor, bien fuera por un resfriado, bien fuera por una lesión. Bajó la mirada y escuchó por unos instantes en silencio, las confesiones del chico. Así que tenía un hermano, y, al parecer, una vida complicada, mucho más de lo que lo era la suya desde que había salido de las zarpas de su madre.
- Tu secreto está a salvo conmigo.- prometió con una sonrisa tranquila. No diría nada, no era el tipo de persona que contaba cosas a diestro y siniestro, aunque su usual energía hiciera parecer lo contrario.-Yo... de pequeña me daba miedo que mi madre supiera que me encontraba mal, era... complicado, y bueno, al final, acabó dandome miedo el hospital, supongo que se me ha quedado.- explicó a medias, sin sentirse capaz de hablar más.
La luz se apagó y volvió a sonar el débil pitido que indicaba que era su turno. Un hombre con el brazo en alto salió de la sala y una enfermera se acercó a indicarle que pasara. Con un suspiro, se quitó de encima la chaqueta del chico, que aun llevaba sobre sus hombros, y la dobló antes de cedersela y entrar a saltitos a la sala de radiografías. Con velocidad, la cubrieron con un delantal de plomo y la hicieron tumbarse en una cama de hierro frío moviéndole, con poco cuidado, la pierna para ponerla en el ángulo adecuado para hacer las radiografías. A penas tardó dos minutos en salir con la promesa de que, en poco rato tendrían las radiografías.
- Ya está, supongo.- dijo al salir, saltando en la sala vacía, hasta las sillas de plástico, y dejándose caer, agotada.- ¿seguimos jugando? Quiero poder preguntar.- comentó aliviada, de momento no habían tenido la necesidad de levantar su pantalón. Tembló un instante, odiaba el frío, y esa sala era helada.- Piedra, papel, tijera, un, dos, tres- volvió a contar sacándo una de las manos abrazándose con la otra, temblando un poco.
- Tamer & Digimon
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Alanna Tale
Re: Nada grave [ Priv. Alanna]
Así que Alanna había nacido el 28 de Marzo, eso era en primavera una época que iba completamente con esa muchacha, ella se veía de esa manera como una chica súper bonita y linda siempre rodeada de flores, además olía bien así que era como lindo en cierta forma. Solo se limitó a esbozar una sonrisa suave por eso – Esa época va contigo… yo nací en pleno invierno y cerca de las montañas, mi mamá dijo que llegue el día más frío del invierno y que ella se quejó porque se le congelaba el trasero- se rió al contar tal cosa, no fue un parto fácil pero aun así ella supo contarlo siempre con esa gracia tan peculiar, siempre había sido una mujer divertida y alegre más allá de su enfermedad Hisame siempre la recordaría de buena forma, tal vez esa actitud había sido la que atrajo a su padre, no estaba seguro a veces dudaba de aquello. No quería divagar en su mente sobre ese tema en ese momento estaba con Alanna, escuchándola abrirse un poco contando sobre ella y que era la razón de su verdadero temor, su “madre”, debía ser una mujer que se preocupaba por ella, aunque por la expresión que hacia la castaña al hablar de su madre lo mejor sería no indagar mucho sobre el tema y solo hacerla sentir cómoda a la muchacha – Tranquila, puedes relajarte tu madre no está aquí. Estoy yo, que soy peor que una madre o un padre – le hizo una suave presión sobre la nariz a la chica en modo de juego y prosiguió con aquel inocente juego de “piedra, papel o tijera”.
Esta vez tenía la esperanza de ganar de nuevo pero termino perdiendo frente a la pequeña muchacha que tenía enfrente, Hisame puso una cara bastante extraña, más bien como si no le hubiese gustado aquello, odiaba perder pero allí estaba haciendo un pequeño puchero porque le había ganado esa chica – Esta bien, pregunta me ganaste – desvió la mirada aún con ese típico tono de berrinche que solo un niño podría hacer, aunque ahora mismo era un adulto quien lo estaba haciendo, era algo que seguramente Hisame jamás cambiaría esa actitud de mal perdedor pero no era uno de esos que se enojaban como ogros y se ofendían horriblemente, aunque en cierta manera se tomaba un poquito en serio eso de ganar o perder.
– ¿Y bien?, ¿cuál será la pregunta del millón? – cuestiono esta vez sonriendo nuevamente de manera ligera observando fijamente aquella chica, estaba un poco curioso por saber qué tipo de preguntas podría hacerle – Tal vez una pregunta verde, ah no esas no. – se rió algo divertido por ello, dudaba que Alanna pudiese hacerle una pregunta “desubicada”, aunque a él no le daría vergüenza responderla, era japonés pero extrañamente no actuaba como uno, tal vez era por cómo había sido criado y que tipo de compañías había tenido en su pasado – Si tienes frío dímelo, puedo actuar como un cursi caballero y calentarte un poco – el hospital estaba frío, además esa chica debía tener las defensas bajas ahora que estaba en ese estado, sería fácil que pescara un resfriado y eso sería problemático seguramente.
Esta vez tenía la esperanza de ganar de nuevo pero termino perdiendo frente a la pequeña muchacha que tenía enfrente, Hisame puso una cara bastante extraña, más bien como si no le hubiese gustado aquello, odiaba perder pero allí estaba haciendo un pequeño puchero porque le había ganado esa chica – Esta bien, pregunta me ganaste – desvió la mirada aún con ese típico tono de berrinche que solo un niño podría hacer, aunque ahora mismo era un adulto quien lo estaba haciendo, era algo que seguramente Hisame jamás cambiaría esa actitud de mal perdedor pero no era uno de esos que se enojaban como ogros y se ofendían horriblemente, aunque en cierta manera se tomaba un poquito en serio eso de ganar o perder.
– ¿Y bien?, ¿cuál será la pregunta del millón? – cuestiono esta vez sonriendo nuevamente de manera ligera observando fijamente aquella chica, estaba un poco curioso por saber qué tipo de preguntas podría hacerle – Tal vez una pregunta verde, ah no esas no. – se rió algo divertido por ello, dudaba que Alanna pudiese hacerle una pregunta “desubicada”, aunque a él no le daría vergüenza responderla, era japonés pero extrañamente no actuaba como uno, tal vez era por cómo había sido criado y que tipo de compañías había tenido en su pasado – Si tienes frío dímelo, puedo actuar como un cursi caballero y calentarte un poco – el hospital estaba frío, además esa chica debía tener las defensas bajas ahora que estaba en ese estado, sería fácil que pescara un resfriado y eso sería problemático seguramente.
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