Abre los ojos... [Privado Max & Natsuki]

Xorem

¡Eh! ¡Tú! ¡Ogro piojoso!- gritó el pequeño mamífero que revoloteaba con sus dos orejas que hacían las veces de alas, mientras empuñaba sus espadas curvas. Éstas habían lanzado una pequeña descarga eléctrica hacia su objetivo, e impactaron en el hombro del mismo, haciéndole perder involuntariamente su arma, garrote de color marrón. Éste, al ver que perdió su arma, la recogió, dejando escapar a su presa y volviéndose hacia el Digimon que le gritaba- ¡Sí! ¡Me refiero a ti, moco con patas!- el Digimon esperaba que, con sus provocaciones, el enemigo se olvidase completamente de su víctima y centrase toda su atención en él.

¿Me hablas a mí, enano?- sonrió el ogro mientras golpeaba el mazo en la palma de una de su única mano desnuda, mostrando un aire de superioridad y menosprecio hacia el pequeño Tsukaimon que se encontraba ante él.

¡Este enano ha derrotado a tipos mucho más duros que tú y ellos eran mucho más valientes que tú!- la provocación parecía estar haciendo efecto, pues el Goburimon mostraba una cara seria ahora, mientras miraba al pequeño ser que se encontraba ante él revolotear constantemente con sus orejas- Mira que atacar humanos indefensos... ¡Cobarde!

Es la primera vez que veo a un Digimon de tu especie con esas armas... En cuanto te liquide y absorba tus datos, añadiré esas preciosas espadas de rayos a mi colección- sonrió el Digimon mientras comenzaba a balancear el arma en su mano, preparándose para un ataque- Goburi Strike!- desde la punta de su arma pudo crear una bola de fuego que lanzó como si de un proyectil se tratase. Sin embargo, Xorem veía venir este ataque. No era el primer Goburimon al que se enfrentaba.

Friendly Fire!- el cuerpo del Tsukaimon se hinchó, disparando después una burbuja de aire que, mientras avanzaba, se dirigía hacia el proyectil ígneo que había proyectado su enemigo, explosionando mutuamente, al mismo tiempo que dos rayos eléctricos, cada uno salido de una punta de las espadas gemelas de Xorem, impactando en distintas partes del cuerpo del Goburimon, concretamente, en su pierna izquierda y su estómago- Tengo las de ganar, lo siento. Ríndete y tu condena no será muy larga... Al menos no tanto si te resistes- advirtió el Digimon volador, mientras apuntaba al enemigo con sus armas afiladas.

¿Eres un maldito Union Saver? Entonces eso quiere decir... Que tu Tamer está por aquí cerca... ¡Maldita sea! No me hablaron de esto cuando acepté el trabajo... Ya sabía yo que había algo raro...- maldijo el Digimon ogro sentándose en el suelo como si no quisiera pelear más.

Explícate- amenazó el Digimon volador, haciendo que el ogro suspirase mientas asentía.

Está bien... Te lo contaré todo...- el ogro parecía haber perdido completamente las ganas de enfrentarse a un Union Saver, como si supiese las consecuencias de meterse con la "policía del Mundo Digital y el Humano".


El muchacho miraba con temor a la chica que se encontraba allí, delante de él, sentada en esa silla de ruedas, indefensa. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, la estaba sobreprotegiendo, cuando, en una época pasada, no muy lejana, ella jamás se lo habría permitido. Pero, ¿qué podría hacer? ¿Volver a dejar que le pasase algo? Sin embargo, ahí estaba Natsuki, animándole a que fuese a ayudar a su compañero de viajes, a su hermano, a su más leal amigo. Y él lo había traicionado, le había dejado ir sólo a una batalla, cuando, desde que se conocían, jamás se habían separado o se habían echado atrás en una pelea, y mucho menos si había algo que perder. No sabía qué hacer. ¿Ir con Xorem y dejar allí a Natsuki? Belle estaba con ella era cierto... Pero aún seguía siendo una bebé. ¿Dejar a su suerte a su mejor amigo y poner a Natsuki a salvo? Pero, ¿cómo sabía que en los niveles inferiores no iba a haber más enemigos? Había sido un estúpido. Dos de los seres a los que más quería estaban en peligro y él dudaba de a quién debería ayudar... Se sentía un completo inútil. Entonces, Natsuki mencionó que ella podría acompañarlo, que se mantendría alejada del peligro.

Prométeme que no te pasará nada que, pase lo que pase, a la menor señal de peligro, te irás de allí... Por favor...- imploró el muchacho, rodeando la silla de rueda y mirando aquellos dos preciosos zafiros que tenía su, hasta hace poco, pareja sentimental. Suspirando, volvió a su posición inicial y, empujando la silla de ruedas, se dispuso a realizar el mismo camino que había realizado su compañero Digimon momentos antes. Sus manos le temblaban de puro terror, seguía pensando que cualquier cosa podría pasarle a Natsuki. Y, por eso mismo, puso todos sus sentidos alerta, a la espera de cualquier peligro para que, por lo menos ella, lo evitase.

Entonces, la pareja, acompañada de la pequeña SnowBotamon, llegaron hacia donde se encontraba Xorem, amenazando a Goburimon, que se encontraba sentado en el suelo, conversando con él, como si estuviese confesando todos sus pecados.

Soy un mercenario, tenedlo en cuenta. No soy ni bueno ni malo, únicamente me muevo donde haya dinero. Como yo, hay otros tantos- mencionó, tragando saliva, mientras jugueteaba con su mazo, haciéndolo rodar por el suelo- Un día, una niña, como esa que está ahí pero mucho más pequeña llamó a mi puerta, en las zonas verdes del Mundo Digimon- dijo señalando con el mazo a Natsuki, quien acababa de llegar junto con el muchacho de cabello verde- me pagó una gran suma de dinero para venir aquí al Mundo Humano y provocar un altercado. Había varios mercenarios más y cada uno teníamos nuestra función. Yo me encargaba del pillaje, básicamente, desviar la atención de las autoridades, como vosotros... Por cierto, ¿quién es el Tamer de este Tsukaimon?- ante la pregunta del Goburimon, Maxwell levantó la mano, viendo cómo el humanoide de piel verdosa asentía- Mucho gusto. Sigo con la historia. La niña, que iba acompañada de un DemiDevimon bastante malherido, nos llevó incluso a una grieta dimensional que nos transportó a este mundo- un nuevo impacto sacudió el edificio. Esta vez el Digimon que se encontraba lanzando objetos había agarrado un coche policial y lo había lanzado contra el edificio. La policía trataba de dispararle, pero las armas no le hacían ningún rasguño. Todo esto podían observarlo a través del cristal de la ventana contigua- Ese es Golemon. Tiene, básicamente, la misma tarea que yo, pero a mucha mayor escala... Ah sí, también se nos encomendó que si encontrábamos a una chica parecida a ella, se la llevásemos y si veíamos a un chico de cabellos verdes, lo torturásemos hasta su muerte... Curiosamente, podría decirse que ya os he encontrado jeje....- bromeó el Digimon mientras miraba a los dos humanos que se encontraban ante él, levantándose del suelo- Aunque personalmente, prefiero no hacer daño a nadie. Lo de las enfermeras ha sido eso, parte de la distracción. Pero vosotros dos tened cuidado, van a ir a por vosotros, especialmente a por ti, niña- mencionó el Digimon, dirigiéndose a la chica en silla de ruedas.

Haruki...- comentó Max, con una expresión de angustia en su rostro. Sabía que había algo raro detrás de todo ese embrollo... Y la causante, el cerebro criminal detrás de todo esto, era nada más y nada menos que la hermana pequeña de aquella mujer a la que tanto amaba... Pero, ¿cómo podría decirle en ese estado que esa psicópata era su hermana? ¿Acaso lo soportaría? Como era costumbre ya, su cuñada era un auténtico fastidio...

Osea... Que lo que pretendes decir es que Haruki os ha contratado para acabar con nosotros y para secuestrar, de nuevo, a Natsuki...- mencionó el Digimon volador, deshaciendo las espadas entre un amasijo de datos, sabiendo que el tiempo límite en el que podría utilizar esas armas se estaba acabando. Sin embargo, no quitaba la vista al Goburimon, quien cargaba con su mazo sobre su hombro.

Eso mismo, aunque teníamos totalmente prohibido mataros... Eso era un deseo exclusivo de esos dos... La verdad, daban bastante mal rollo, no lo puedo negar...- suspiró el Digimon ogro mientras comenzaba a olfatear el ambiente, notando en el proceso un olor bastante desagradable, al menos por sus expresiones faciales, se podía deducir.

Silencio, los dos. No es momento de hablar de eso- ordenó el chico, escuchando las palabras de Natsuki, quien afirmaba que ella, su hermana pequeña, era incapaz de hacerla daño. ¿Había conseguido recordar algo? Aún así, era demasiado traumático como para que ella descubriera que, precisamente, la hermana que tanto amaba era la causante de algunos de sus mayores males y traumas, aunque sus intenciones no fuesen atacar a Natsuki, sino al propio Max.

Ya veo, así que esa niña es tu hermana ¿eh?- comentó el ogro, mientras miraba a lo lejos, justo por donde habían venido Maxwell, Natsuki y Belle hacía escasos minutos- Bien, tenemos compañía...- el ogro se adelantaba hacia donde se encontraba el origen de aquellos ruidos que cada vez se acercaban más y mal y un olor ácido se acercaba, pudiendo este aroma ser captado por todos y cada uno de los allí presentes- Marcharos, yo les entretendré- sonrió el Goburimon, haciendo un movimiento con su mano libre, indicando a los allí presentes que se marchasen.

¿Por qué haces esto? Eres un mercenario- preguntó Xorem, mientras Max ni siquiera preguntaba, aunque estaba igualmente preocupado por ese extraño y curioso Digimon mercenario.

Precisamente porque soy un mercenario lo hago. Prefiero enfrentarme a estos cabezahuecas que a los Union Savers o cualquiera de los otros dos clanes... De lejos lo prefiero- sonrió apoyando su mazo en el suelo y sus manos sobre el arma, suspirando y mirando hacia el frente- Además, tan sólo les diré que no estáis por aquí y mareré un poco la perdiz, poco más... Venga, largaros ya, que descubrís mi tapadera- una sonrisita en el rostro del Goburimon les hizo sospechar... ¿Tapadera? ¿A qué se refería? No tenían tiempo para pensar en ese mismo momento. Debían huir de allí...

Vámonos- dijo el muchacho de cabello verdoso, agarrando a su compañero y colocándolo sobre los brazos de Natsuki para que éste la defendiera. Acto seguido, volvió a empujar la silla de ruedas, dispuesto a sacar a todo su equipo de allí- Muchas gracias- agradeció mientras se daba la vuelta y salía de la estancia con sus amigos y su pareja. No tenían tiempo que perder.

El pequeño ogro se había quedado atrás, intercambiando golpes con los Digimon que planeaban perseguir al grupo formado por Maxwell, Natsuki, Xorem y Belle. Las esmeraldas del ex jugador de baloncesto se clavaron en el Digimon que, como percatándose de ello, echó la vista atrás y les sonrió, esquivando lo que parecía ser un zarcillo de un Digimon Planta y noqueando a su enemigo con el garrote que mantenía en su mano derecha, para después centrarse en el otro enemigo.

Las manos firmes, acompañadas de un ligero suspiro, se aferraron a la silla de ruedas. Natsuki, cuya voz continuaba con un tono tembloroso, preguntaba adónde se dirigían, así como imploraba ir hacia su casa, hacia su hogar.

Por lo pronto, voy a ponerte a salvo... Cueste lo que cueste...- suspiró, nervioso mientras giraba hacia la derecha, encontrándose con unas escaleras, ante lo que el chico la agarró en brazos y la miró a los ojos antes de comenzar a descender por las escaleras con cuidado- Por favor... Confía en mí, Natsuki- después de observar durante un breve instante sus ojos azules, concentró toda su atención en no caerse y evitar que su amada sufriera daños, pese a lo patoso que era.

Después, nada más bajar a la planta inferior, pudieron observar a un Digimon que parecía estar buscando algo. Se trataba de un Digimon con forma de renacuajo azul, que se hacía llamar Otamamon. Nada más observar al grupo, el Digimon gritó, señalando a Maxwell y compañía y alertando a sus aliados de que estaban en esa planta.

¡Fuwafuwa Attack!- Xorem, saltando de los brazos de Natsuki, utilizó todo su cuerpo para realizar un placaje contra el Otamamon, lanzándolo contra una de las camillas. Mientras tanto, Max llevaba a Natsuki hacia una de las sillas de ruedas que también había en esa misma planta, sentándola con delicadeza y volviendo a aferrar la silla de ruedas, para dirigirse hacia la salida, observando con el rabillo del ojo que su compañero volvía después de atacar al intruso.

Vamos, vamos, vamos... ¿Dónde están el resto de Union Savers...?- decía más para si mismo que para el resto de los allí presentes, recorriendo todo el hospital con sus ojos, buscando una forma de sacar de allí a Natsuki sin que le pusieran una mano encima.

Es algo largo de explicar, Natsu...- mencionó el chico de cabellos verdes en relación con la duda de la indefensa chica, quien había preguntado por los Union Savers después de que el clan fuese mencionado por el antiguo jugador de baloncesto.

En pocas palabras, los Union Savers es uno de los tres grandes clanes del Mundo de los Digimon... Ejercen de policías y pacificadores entre los problemas que tienen relación con los Digimon, ocurridos tanto en el Mundo Humano como en el nuestro, en el Mundo Digital. Maxi y yo formamos parte de ese cuerpo de policía- el Digimon de color violáceo trataba de ensalzar la figura de su compañero hasta tal punto de que Natsuki le viese como un héroe pero, nada más lejos de la realidad, Max únicamente hacía lo que creía que era correcto.

En el exterior, mientras tanto, las nubes comenzaban oscurecerse, señal de que, de un momento a otro, comenzaría a llover. Podrían aprovechar dicha lluvia para escabullirse aunque, también es cierto que las pisadas, especialmente si éstas chocaban contra un charco, podían oírse más... Claro está que esto también jugaba en si ventaja.

Ve a por una bata o algo, Xorem- el Digimon asintió y se metió en una de las salas de consulta para buscar la típica prenda de los médicos, mientras Max echaba un vistazo atrás. Sus perseguidores les seguían, pero aún quedaba unos minutos para que éstos les alcanzasen- Te lo explicaré todo cuando salgamos de aquí, ¿vale?- el muchacho, hecho un manojo de nervios, intentó sonreír frente a la chica, tal vez para calmarla, tal vez para calmarse a si mismo o tal vez para asegurarse de que no le había sucedido nada malo... El caso es que se alegró d de volver a verle la cara, aunque aún se encontrase tan demacrada. Sus ojos azules, sus rasgos, su rostro... Todo lo que conformaba a la chica, le tranquilizaba, aun a pesar se encontrase tal y como estaba.

El Digimon volador volvió en poco tiempo, con una bata de color blanco, portándola en su boca. Sin perder ni un solo segundo, Max colocó la bata sobre Natsuki, protegiéndola a ella y a su compañera de la lluvia, para después, darle una patada a la puerta y salir de aquella cárcel en la que se había convertido aquél hospital.

Plat. Plat. Plat. Plat. Los pasos del muchacho, apresurados, y la silla de ruedas resonaba cuando ambos contactaban con el suelo mojado. Sin embargo, no parecía que hubiese ningún enemigo hasta que, de improviso, una roca cayó a escasos metros de ellos, sobresaltando al grupo.

¿Creiais que ibais a algún sitio?- mencionó lo que parecía ser una especie de planta con aspecto de reptil y una flor rosada sobre su cabeza. Reconocieron a este Digimon como Palmon. A su lado, se encontraba Golemon, el Digimon que había estado lanzando rocas contra el hospital. Se podía apreciar, desde fuera, su deterioro, provocado por dichos proyectiles arrojadizos.

Maldita sea... Estábamos tan cerca...- maldijo el Tsukaimon, mientras Max apretaba sus mandíbulas de pura rabia.