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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
When It Rains [Priv. Yuzuki Suzuki]
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When It Rains [Priv. Yuzuki Suzuki]
~[Narrador]~
Un relámpago, feroz, iluminó aquel nocturno cielo, teñido con el oscuro manto de la noche, lo coloreó de un brillante blanco, como si de el flash de una cámara se tratara.
Tenía sueño, sus párpados pesaban, pero debía mantenerse despierto, debía terminar con aquel tenebroso enemigo que asediaba a la humanidad desde hace años.
El maldito papeleo.
—Relájate, luego de esto, podrás dormir—murmuró Ragna para sí mismo, mientras sus párpados dejaban ver sus ojos, sobre aquellas bolsas que coloreaban su cara, demostrando su cansancio.
Había vuelto de aquel mundo digital hace un par de horas, y lo único que había hecho era hablar con el anciano y comenzar con el papeleo que quedó atrasado debido a su ausencia, había pasado algo más de un mes, después de todo.
—Esto es aburrido—mencionó Spadamon, en la mente de Ragna. El Digimon que ocupaba el lugar de Rookie Spirit llevaba horas diciendo eso, y comenzaba a exasperar a Ragna, lo hubiera hecho antes, pero Leomon, el Digimon que ocupab su Human Spirit, lograba calmarlo a tiempo.
—Son cosas necesarias para el desarrollo de nuestro compañero, Spadamon—indicó Leomon, dándole un margen de trabajo al castaño.
—¡Oh, ya veo!—No funcionaba mucho, siendo Spadamon como un niño.
—¡Cierra la boca!
El grito de Ragna fue acompañado por el retumbar de un trueno, que lo ensordeció.
—¡Oye, no me grites!—bateó el Digimon.
—¡Te grito si me da la gana, enano!—devolvió el humano.
Y fue cuando un bastón de madera con la longitud de una katana golpeó su cabeza.
—¡Demonios!
—Deje de gritar, Joven Maestro—ordenó el anciano detrás del más joven, sosteniendo un bastón de madera.
El chico de ojos pardos se sobó el área afectada, mientras se quejaba continuamente. Ahora no puedo dormirme, pensó.
Se levantó de aquella cómoda silla, para luego estirarse, mientras escuchaba sus huesos crujir, Leomon pareció suspirar, melancólico.
—Lo siento, me recordó a cuando estaba vivo.—Se disculpó, restándole importancia.
Y aunque nadie pareció notarlo, Spadamon adoptó un semblante triste.
—Anciano—llamó Ragna, a lo cual, el hombre atendió—Ya la mayoría del papeleo está hecha, ¿puedes seguirlo? necesito despejar mi mente un rato.
—Claro, solo llévese un paraguas, Joven Maestro—dijo el hombre, sentándose en la silla donde antes reposaba Ragna. El castaño asintió, tomando dicho objeto, que reposaba apoyado a una biblioteca, cerca de la puerta de la oficina el chico de ojos pardos.
[Fuera del edificio]
Desde que había tomado el control de la empresa de su padre, vivía en la ciudad, con todo el ajetreo de esta, sintiéndose, extrañamente, como en su hogar, pese a que nunca vivió mucho tiempo en localizaciones rurales, siendo la mayoría de su vida, un chico de pueblo.
Las gotas de agua rebotaban en el paraguas, impidiéndole el mojarse, mientras entablaba conversación con sus espíritus.
Lo que no sabía era que volvería a entrar en contacto con un ser digital.
- Invitado
Invitado
Re: When It Rains [Priv. Yuzuki Suzuki]
Miradas aparentemente extrañas se conectaban en el estrecho espacio que había entre la cama y el suelo. La joven de lila no había podido mantenerse de pie tras la sorpresa, por otro lado aquella criatura que había recién salido del aparato no dejaba de observarla con profundo anhelo, como si toda su vida hubiese esperado ese momento.
- ¿Quien... eres? -las palabras de la joven se escapaban de entre sus labios con suma cautela. Aquel monstruo no tenía un aspecto atemorizante en lo absoluto, pero el ver algo así hablarle con suma confianza, como si llevasen siendo amigas desde la eternidad, la hacía pasmar.
- ¿Te caíste? -preguntó primeramente, sin entender la razón de su reacción. Con un fugaz bote se posicionó nuevamente a su lado, en el suelo- Ya te lo dije antes, Zuki, soy Moonmon -inclinó su cuerpo hacia la izquierda- Por la mirada en tu rostro casi podría jurar que estas muy confundida... -sonrió despreocupadamente, recobrando su postura previa- Seguramente no te cabe la emoción, ¿Estas feliz por volver a verme, verdad? ¡Yo estoy igual!
- ¿Volver... a verte? ¿Cómo? ¿Cuándo?
- He estado preocupada por ti desde ese día en el que... -los ojos de la chica no podían creer lo que veía; observaba como aquella criatura movía la boca pero no podía escuchar sus palabras- ...estuve muchos años esperando volver a verte, pero ya no aparecías. En algunas ocasiones fui herida de gravedad, volvía a mi estado de digitama, ¡Pero hacía lo posible para almacenar las memorias que tuve contigo, Zuki!
- ¿"Zuki"? -su mirada cambió, frunciendo fuertemente el ceño- ¡No me llames de esa forma!
- ¿Eh? -aquella criatura se estremeció tras aquella repentina reacción- Pero... Así era como te llamaba en ese entonces -la protuberancia de su cabeza se inclinó hacia delante, parecía tener la peculiaridad de mostrar su estado de ánimo- ...Nunca te quejaste, pensé que te gustaba.
- ¿M-Me gustaba?... Así era como me llamaba mi padre, pero... -su cabeza comenzaba a doler fuertemente, lo que la obligó a llevarse la mano hacia su sien, tratando inútilmente con masajes disminuir la sensación- Tch, tengo que... -sin decir nada más se levantó del suelo y se dirigió hacia una vitrina que había en la esquina de su habitación.
En aquella vitrina, también conocida como botiquín, guardaba los distintos medicamentos que el psiquiatra le recetaba para sus problemas; llevaba tiempo sin tomarlos, pero cada vez que alguien le mencionaba sobre datos específicos de su pasado su cuerpo reaccionaba de manera extraña, como el dolor de cabeza que sufría en esos momentos, y había una píldora en especifico que funcionaba para eso. Tras haberla encontrado la tragó en seco, no sin antes verificar que efectivamente era la última en la botella- Tendré que ir a comprar más, en caso de que esto no sea suficiente... -pensó.
Tiró la botella vacía en el cesto de basura y se dirigió hacia la puerta, a lo cual la pequeña criatura preguntó.
- ¿Te estás yendo? ¿A donde te diriges?
- Iré a la farmacia, tú... ¿No sé? -no sabía si decirle que se quedara o se fuera a su casa, aquella criatura había salido de aquel aparato extraño pero ¿De verdad sería esa su casa? Dudas como esas pasaban por la cabeza de la muchacha, la cual no terminaba de producirle intenso dolor, provocando que se arqueara por breves instantes- Haz lo que quieras, tan solo no salgas a la calle -fue lo último que dijo antes de salir por la puerta de la habitación.
- ¡E-Espera...! -con pequeños pero constantes botes se acercó hacia la puerta, momentos después de que se hubiese cerrado- ¿Que es una "calle"? -dijo casi en susurro, pues de cierta forma sabía que la joven que tanto había buscado se había marchado.
Aquella criatura que se autodenominaba como "Moonmon" se había quedado completamente sola en la habitación. Miró hacia su alrededor buscando alguna forma en la que pudiera contactar con su compañera; dio primero un salto hacia la cama y observó el artefacto del que había salido, Moonmon no sabía para servía eso, pero lo que si sabía era que le pertencía a su amiga y que tenía una gran importancia, por lo que antes de proseguir se las apañó para tomar con su boca el cordón que le ataba para poder llevarlo consigo. Su siguiente movimiento fue ir hacia aquel rectángulo cristalino que permitía a uno observar lo que había fuera de la habitación, una "ventana"- ¡Zhkiiii! -gritó, sin soltar el cordón, deformando su grito. Finalmente la vio pasar, caminando de largo, pues no pudo escuchar los gritos de la pequeña criatura- Zuki... -el estado de ánimo de Moonmon parecía estar por los suelos, pero eso tan solo la motivó más a salir de ese lugar.
Daba grandes botes contra aquel cristal con un intento de romperlo, pero lo que no sabía era que esa ventana se habría precisamente con un empujón, cuyo impulso la hizo tirarse desde el segundo piso, donde se hallaba la habitación. Moonmon rodó por el techo del primer piso hasta finalmente caer por unos arbustos que amortiguarían el aterrizaje. Su cuerpo dolía, pero no era nada por lo que preocuparse, su único objetivo en mente ahora era encontrar a Zuki- No voy a permitir que vuelva a desaparecer, ¡La encontraré! -se dijo a si misma.
Salió muy difícilmente de los arbustos, tratando tampoco de no dañar mucho aquel dispositivo que llevaba consigo, cuando de pronto un fuerte relámpago hizo estremecer su cuerpo con aquel brutal sonido. Un pequeño grito seguido de lágrimas que brotaban de sus ojos acompañarían la lluvia que comenzaba a caer por las calles de la ciudad, Moonmon estaba aterrada y se encontraba sola en un lugar completamente desconocido. Sin dejar que el llanto sirviera como obstáculo, el monstruo digital siguió el mismo camino que la humana había recorrido, con constantes pero torpes botes que la impulsaban hacia delante- ¡Zhkiii! -seguía gritando, con la esperanza de encontrar a su compañera.
- ¿Quien... eres? -las palabras de la joven se escapaban de entre sus labios con suma cautela. Aquel monstruo no tenía un aspecto atemorizante en lo absoluto, pero el ver algo así hablarle con suma confianza, como si llevasen siendo amigas desde la eternidad, la hacía pasmar.
- ¿Te caíste? -preguntó primeramente, sin entender la razón de su reacción. Con un fugaz bote se posicionó nuevamente a su lado, en el suelo- Ya te lo dije antes, Zuki, soy Moonmon -inclinó su cuerpo hacia la izquierda- Por la mirada en tu rostro casi podría jurar que estas muy confundida... -sonrió despreocupadamente, recobrando su postura previa- Seguramente no te cabe la emoción, ¿Estas feliz por volver a verme, verdad? ¡Yo estoy igual!
- ¿Volver... a verte? ¿Cómo? ¿Cuándo?
- He estado preocupada por ti desde ese día en el que... -los ojos de la chica no podían creer lo que veía; observaba como aquella criatura movía la boca pero no podía escuchar sus palabras- ...estuve muchos años esperando volver a verte, pero ya no aparecías. En algunas ocasiones fui herida de gravedad, volvía a mi estado de digitama, ¡Pero hacía lo posible para almacenar las memorias que tuve contigo, Zuki!
- ¿"Zuki"? -su mirada cambió, frunciendo fuertemente el ceño- ¡No me llames de esa forma!
- ¿Eh? -aquella criatura se estremeció tras aquella repentina reacción- Pero... Así era como te llamaba en ese entonces -la protuberancia de su cabeza se inclinó hacia delante, parecía tener la peculiaridad de mostrar su estado de ánimo- ...Nunca te quejaste, pensé que te gustaba.
- ¿M-Me gustaba?... Así era como me llamaba mi padre, pero... -su cabeza comenzaba a doler fuertemente, lo que la obligó a llevarse la mano hacia su sien, tratando inútilmente con masajes disminuir la sensación- Tch, tengo que... -sin decir nada más se levantó del suelo y se dirigió hacia una vitrina que había en la esquina de su habitación.
En aquella vitrina, también conocida como botiquín, guardaba los distintos medicamentos que el psiquiatra le recetaba para sus problemas; llevaba tiempo sin tomarlos, pero cada vez que alguien le mencionaba sobre datos específicos de su pasado su cuerpo reaccionaba de manera extraña, como el dolor de cabeza que sufría en esos momentos, y había una píldora en especifico que funcionaba para eso. Tras haberla encontrado la tragó en seco, no sin antes verificar que efectivamente era la última en la botella- Tendré que ir a comprar más, en caso de que esto no sea suficiente... -pensó.
Tiró la botella vacía en el cesto de basura y se dirigió hacia la puerta, a lo cual la pequeña criatura preguntó.
- ¿Te estás yendo? ¿A donde te diriges?
- Iré a la farmacia, tú... ¿No sé? -no sabía si decirle que se quedara o se fuera a su casa, aquella criatura había salido de aquel aparato extraño pero ¿De verdad sería esa su casa? Dudas como esas pasaban por la cabeza de la muchacha, la cual no terminaba de producirle intenso dolor, provocando que se arqueara por breves instantes- Haz lo que quieras, tan solo no salgas a la calle -fue lo último que dijo antes de salir por la puerta de la habitación.
- ¡E-Espera...! -con pequeños pero constantes botes se acercó hacia la puerta, momentos después de que se hubiese cerrado- ¿Que es una "calle"? -dijo casi en susurro, pues de cierta forma sabía que la joven que tanto había buscado se había marchado.
Aquella criatura que se autodenominaba como "Moonmon" se había quedado completamente sola en la habitación. Miró hacia su alrededor buscando alguna forma en la que pudiera contactar con su compañera; dio primero un salto hacia la cama y observó el artefacto del que había salido, Moonmon no sabía para servía eso, pero lo que si sabía era que le pertencía a su amiga y que tenía una gran importancia, por lo que antes de proseguir se las apañó para tomar con su boca el cordón que le ataba para poder llevarlo consigo. Su siguiente movimiento fue ir hacia aquel rectángulo cristalino que permitía a uno observar lo que había fuera de la habitación, una "ventana"- ¡Zhkiiii! -gritó, sin soltar el cordón, deformando su grito. Finalmente la vio pasar, caminando de largo, pues no pudo escuchar los gritos de la pequeña criatura- Zuki... -el estado de ánimo de Moonmon parecía estar por los suelos, pero eso tan solo la motivó más a salir de ese lugar.
Daba grandes botes contra aquel cristal con un intento de romperlo, pero lo que no sabía era que esa ventana se habría precisamente con un empujón, cuyo impulso la hizo tirarse desde el segundo piso, donde se hallaba la habitación. Moonmon rodó por el techo del primer piso hasta finalmente caer por unos arbustos que amortiguarían el aterrizaje. Su cuerpo dolía, pero no era nada por lo que preocuparse, su único objetivo en mente ahora era encontrar a Zuki- No voy a permitir que vuelva a desaparecer, ¡La encontraré! -se dijo a si misma.
Salió muy difícilmente de los arbustos, tratando tampoco de no dañar mucho aquel dispositivo que llevaba consigo, cuando de pronto un fuerte relámpago hizo estremecer su cuerpo con aquel brutal sonido. Un pequeño grito seguido de lágrimas que brotaban de sus ojos acompañarían la lluvia que comenzaba a caer por las calles de la ciudad, Moonmon estaba aterrada y se encontraba sola en un lugar completamente desconocido. Sin dejar que el llanto sirviera como obstáculo, el monstruo digital siguió el mismo camino que la humana había recorrido, con constantes pero torpes botes que la impulsaban hacia delante- ¡Zhkiii! -seguía gritando, con la esperanza de encontrar a su compañera.
Re: When It Rains [Priv. Yuzuki Suzuki]
Narrador
Li que antes era catalogado como una llovizna normal, acompañada de truenos casuales, se convirtió en una tormenta eléctrica a escala, que parecía afectsr solo al área donde el castaño de ojos pardos pasara.
Sus pies, acorazados con cuero, azotaban la pavimentada calle, que presentaba hunedad debido al agua proveniente del cielo. Sus zapatos estaban levemente mojados, aunque esto no era relevante para el chico.
Él hablaba con los espíritus que habitaban en su dispositivo, Leomon, para ser más específico, quien le contaba sobre alguna de sus historias de cuando estaba vivo.
Spadamon, el otro Digimon del dispositivo, se mantenía callado.
—Fue entonces cuando tome mi Tānto, y le corté la cabeza de un tajo—relató el Digimon de anaranjado pelaje, ante el oído atento de Ragna. El castaño asintió, mientras seguía escuchando aquella historia, donde el Digimon se enfrentó de manera fugaz a un Devidramon.
—¿Terminaste por absorber sus datos?—indagó el chico, mientras manejaba con ligereza su paragüas,
girándolo levemente.
Antes de que el Digimon de anaranjado pelaje respondiera, el castaño escuchó un sonido muy leve, casi inaudible, que se mezclaba con el sonido de las gotas de lluvia chocando contra el suelo.
Giró su cabeza hacia un arbusto, solo para encontrar una pequeña protuberancia lila entre la vegetación.
Se acercó, dudoso, para luego remover las hojas que impedían ver al ser sollozante. Solo para encontrar a un Digimon, pequeño, de nivel Baby II, pensó el muchacho.
Sonrió vagamente, pensando que no volvería a involucrarse con ese mundo, antes de hablar con un tono bajo al ser.
—Hola—saludó, levemente titubeante—Mi nombre es Ragna, ¿te separaste de tu compañero?
- Invitado
Invitado
Re: When It Rains [Priv. Yuzuki Suzuki]
Todo lo que rodeaba a Moonmon en esos momentos era algo desconocido. Ella no era una digimon miedosa, al contrario, sabía hacer frente a sus pesares si sabía que iba a obtener algo que realmente deseaba tras recorrer tan pesado camino, pero ¿Qué era lo que la hacía dudar tanto en estos momentos? Se pensaba, sin dejar que disminuyera el ritmo de sus botes que la dirigirían a un sitio incierto. Eso era. Igual que el hecho de que ella no tenía ninguna idea de a donde iba a deparar su recorrido, tampoco sabía que iba a ocurrir en el momento en que se vuelva a encontrar con su querida amiga de la infancia- Zuki... -sollozaba en su cabeza aquel nombre mientras preciosos recuerdos se venían a su mente. Era muy diferente. La primera vez que la vio, no solo la apariencia de Yuzuki era distinta, también su actitud; aquel día, recordaba, Yuzuki le había dicho lo bella que Moonmon era, y desde entonces no importaba quien le dijera lo contrario, ella simplemente sabía que era así; pero el día de hoy, tras su reencuentro, quien antes era su compañera de juegos ahora había reaccionado a ella de una manera sumamente distinta, la trataba como si fuera algo raro, algún monstruo o peor. Eso destrozaba a la joven criatura.
- Pero -se dijo a si misma, no sin antes sacudirse un poco las gotas de lluvia que cubrían su cuerpo- Yo sé que la Zuki que conocí sigue ahí adentro. Su mirada... -recapituló por unos segundos la mirada de la Yuzuki del pasado con la del futuro, aquella primera vez que los ojos de ambas se encontraron, comparándolas con los del día de hoy, el día del reencuentro- ...¡Es la misma de siempre!
Moonmon había logrado darse ánimos a sí misma, al menos los suficientes como para recobrar la seguridad de que no importaba cuanto le iba a costar hacerlo, ella iba a lograr que Yuzuki volviera a ser la misma chica con la que tanto se divirtió en el pasado, pero primero habría que encontrarla.
No obstante, su inexperiencia en las calles de una ciudad bien poblada como era aquella, le iba a tomar malas sorpresas que podrían considerarse como la bienvenida a un mundo que es, por naturaleza, caótico. Tras querer cruzar una de las calles aparentemente vacías, el estruendoso sonido de una maquina gigante con ruedas hizo que todo su cuerpo se estremeciera. Moonmon soltó un grito que no lograba superar el volumen de aquel incesante ruido y, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no soltar el preciado artefacto que llevaba sujeto desde su boca, dio un tremendo salto hacia delante para salirse del camino de la bestia metálica. Su corazón latía tan rápidamente que ni siquiera ella sabía de que se trataba, pese a que los segundos pasaban ella no podía superar la adrenalina que le brindó ese terrorífico momento. Después, se encontró con una pareja de humanos que venían con sus manos entrelazadas, la que parecía ser la hembra de la pareja se fijó en Moonmon.
- ¿Qué hace un muñeco a mitad de la calle?
- Y mira, trae un control remoto, ¿Se le habrá caído a un niño? -le contestó su acompañante. Moonmon solo observaba como él se inclinaba hacia ella y, con su enorme mano, trato de quitarle el aparato que llevaba cargando.
- ¡No! -les contestó fieramente, su actitud actual era un producto de los pesares que había estado sufriendo en su búsqueda.
Ella no logró entender si se trataba de su contestación o de cualquier otra cosa el hecho de que ambas personas cambiaron su postura y, por la mirada de terror seguida de los gritos de quien era la mujer ahí, le hizo pensar que había hecho algo malo, trató de reconsiderarlo y tratar de parecer más amable, pero en cuanto trató de volver a hablar, acercándose a ambos con pequeños botes, el acompañante varón la alejó de una rotunda patada.
- ¡Ese muñeco está poseído! -gritó la chica, quien se encontraba aferrando sus manos en el brazo del otro.
- ¡Aléjate de nosotros, fenómeno! -respondió tras la patada.
El sonido de pisadas alejándose rápidamente junto al son de la lluvia era lo que acompañaba en estos momentos a la desconcertada criatura de color frío. El golpe que le había producido aquella patada apenas era visible con un color morado cerca del ojo derecho, Moonmon había entendido que quizá eso se lo merecía por haberle gritado a la pareja, pero aún así no dejaba de sentirse mal por ello- ¿Por qué los humanos se alejan de Moonmon? -se preguntó. Tomó una vez más el dispositivo que tanto cuidaba y decidió volver a esconderse tras un arbusto en caso de que aparecieran más humanos, ella no quería volver a causar más terror.
- Oh no, aquí vienen de nuevo... -pensó mientras su ojos se volvían a humedecer. A ella no le gustaba llorar, no estaba acostumbrada a ello, pero también le parecía difícil ocultarlo. Ella se preguntaba ¿Que estaba haciendo mal? ¿Habría tomado el camino equivocado? ¿Se... habría perdido? Ella solo quería ver de nuevo a su compañera, ¿Había algún pecado en eso?
Tanto en su cabeza hizo que no se diese cuenta que una persona diera con su escondite, hasta que escuchó el sonido de las ramas quienes avisaban con su movimiento involuntario que alguien más estaba provocando. Los ojos, aún llorosos, de la pequeña criatura se cruzaron con cierto temor con los del humano que la encontró. Por fin alguien en este mundo la recibió como, según ella, debería de ser, pero la desconfianza e incertidumbre que le provocaba la ciudad la hizo mantener una postura tímida.
- S-Sí... -respondió titubeante. Así fue como acercó el dispositivo hacia él para que pudiera observarlo, pero sin intenciones de permitir que se lo llevara o que siquiera lo tomara- Tengo que llevarle esto, pero... me perdí -confesó, un tanto decepcionada de sí misma- ¿Conoces a "Zuki"? ¿Sabes en donde está la farmacia? -preguntó, con la poca esperanza que le quedaba, posiblemente ese humano no sería como los otros y se atrevería a ayudar a una "fenómeno" como ella.
- Pero -se dijo a si misma, no sin antes sacudirse un poco las gotas de lluvia que cubrían su cuerpo- Yo sé que la Zuki que conocí sigue ahí adentro. Su mirada... -recapituló por unos segundos la mirada de la Yuzuki del pasado con la del futuro, aquella primera vez que los ojos de ambas se encontraron, comparándolas con los del día de hoy, el día del reencuentro- ...¡Es la misma de siempre!
Moonmon había logrado darse ánimos a sí misma, al menos los suficientes como para recobrar la seguridad de que no importaba cuanto le iba a costar hacerlo, ella iba a lograr que Yuzuki volviera a ser la misma chica con la que tanto se divirtió en el pasado, pero primero habría que encontrarla.
No obstante, su inexperiencia en las calles de una ciudad bien poblada como era aquella, le iba a tomar malas sorpresas que podrían considerarse como la bienvenida a un mundo que es, por naturaleza, caótico. Tras querer cruzar una de las calles aparentemente vacías, el estruendoso sonido de una maquina gigante con ruedas hizo que todo su cuerpo se estremeciera. Moonmon soltó un grito que no lograba superar el volumen de aquel incesante ruido y, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no soltar el preciado artefacto que llevaba sujeto desde su boca, dio un tremendo salto hacia delante para salirse del camino de la bestia metálica. Su corazón latía tan rápidamente que ni siquiera ella sabía de que se trataba, pese a que los segundos pasaban ella no podía superar la adrenalina que le brindó ese terrorífico momento. Después, se encontró con una pareja de humanos que venían con sus manos entrelazadas, la que parecía ser la hembra de la pareja se fijó en Moonmon.
- ¿Qué hace un muñeco a mitad de la calle?
- Y mira, trae un control remoto, ¿Se le habrá caído a un niño? -le contestó su acompañante. Moonmon solo observaba como él se inclinaba hacia ella y, con su enorme mano, trato de quitarle el aparato que llevaba cargando.
- ¡No! -les contestó fieramente, su actitud actual era un producto de los pesares que había estado sufriendo en su búsqueda.
Ella no logró entender si se trataba de su contestación o de cualquier otra cosa el hecho de que ambas personas cambiaron su postura y, por la mirada de terror seguida de los gritos de quien era la mujer ahí, le hizo pensar que había hecho algo malo, trató de reconsiderarlo y tratar de parecer más amable, pero en cuanto trató de volver a hablar, acercándose a ambos con pequeños botes, el acompañante varón la alejó de una rotunda patada.
- ¡Ese muñeco está poseído! -gritó la chica, quien se encontraba aferrando sus manos en el brazo del otro.
- ¡Aléjate de nosotros, fenómeno! -respondió tras la patada.
El sonido de pisadas alejándose rápidamente junto al son de la lluvia era lo que acompañaba en estos momentos a la desconcertada criatura de color frío. El golpe que le había producido aquella patada apenas era visible con un color morado cerca del ojo derecho, Moonmon había entendido que quizá eso se lo merecía por haberle gritado a la pareja, pero aún así no dejaba de sentirse mal por ello- ¿Por qué los humanos se alejan de Moonmon? -se preguntó. Tomó una vez más el dispositivo que tanto cuidaba y decidió volver a esconderse tras un arbusto en caso de que aparecieran más humanos, ella no quería volver a causar más terror.
- Oh no, aquí vienen de nuevo... -pensó mientras su ojos se volvían a humedecer. A ella no le gustaba llorar, no estaba acostumbrada a ello, pero también le parecía difícil ocultarlo. Ella se preguntaba ¿Que estaba haciendo mal? ¿Habría tomado el camino equivocado? ¿Se... habría perdido? Ella solo quería ver de nuevo a su compañera, ¿Había algún pecado en eso?
Tanto en su cabeza hizo que no se diese cuenta que una persona diera con su escondite, hasta que escuchó el sonido de las ramas quienes avisaban con su movimiento involuntario que alguien más estaba provocando. Los ojos, aún llorosos, de la pequeña criatura se cruzaron con cierto temor con los del humano que la encontró. Por fin alguien en este mundo la recibió como, según ella, debería de ser, pero la desconfianza e incertidumbre que le provocaba la ciudad la hizo mantener una postura tímida.
- S-Sí... -respondió titubeante. Así fue como acercó el dispositivo hacia él para que pudiera observarlo, pero sin intenciones de permitir que se lo llevara o que siquiera lo tomara- Tengo que llevarle esto, pero... me perdí -confesó, un tanto decepcionada de sí misma- ¿Conoces a "Zuki"? ¿Sabes en donde está la farmacia? -preguntó, con la poca esperanza que le quedaba, posiblemente ese humano no sería como los otros y se atrevería a ayudar a una "fenómeno" como ella.
Re: When It Rains [Priv. Yuzuki Suzuki]
~[Narrador]~
No era fácil para Ragna, según él, ya se había alejado del mundo digital, y eso era bueno desde su punto de vista, sy vida ya no estaba en peligro, pero claro, eso pensó él, suponiendo que su destino y vida estaban amarrados a su mundo de origen. Y decir que estaba equivocado no era correcto.
Decir que estaba en lo cierto también estaba equivocado.
El muchacho de ojos pardos se percató de una mancha de un color más oscuro que su piel en lo que debía ser la cara del Digimon bebé, ¿lo habían atacado? no podía ser, ¿había otro Digimon por la zona? ¿acaso ellos también podían pasearse con total libertad por un mundo distinto al suyo? no lo concebía, la gente tenía miedo de lo desconocido, siempre.
Pero claro, que haya sido un ser humano el causante de la situación era también válido, él mismo lo había admitido, podían tenerle miedo, después de todo, era como un peluche andante, pensar que estaba poseído era lógico.
Se rió levemente al recordar una película estadounidense*.
Su mirada se enfocó en el Digimon en su totalidad, observando cada detalle en su fácilmente descifrable expresión, y siendo un bebé, sus teorías eran —probablemente— acertadas, estaba perdida, quizás con sueño y hambre, y sobre todo, triste. Quizás fue por eso que Ragna aflojó su corazón de piedra, pese a la procedencia del ser digital
Bajó levemente la mirada, divisando un disposotivo extraño, parecido a un teléfono, largo y con una pantalla que abarcaba un cuarto del espacio del aparato, con tres botones debajo de la misma. El parecido con los dispositivos digitales, "Digivice" como se acostumbró a llamarlos, era demasiado grande.
—Se parece bastante al Digivice del chico Hawaii—Ragna recordó su encuentro con el chico de ascendencia tropical, y su dispositivo de color naranja pálido.
La Digimon afirmó de manera titubeante la pregunta de Ragna, haciendo que el muchacho escuchara la ligera y aguda voz del ser digital, parecida a la de una niña pequeña. Le dio una mejor vista del dispositivo, provocando que Ragna confirmara que era el mismo modelo que el del chico hawaiiano. Le preguntó por una tal Zuki, quizás el sobrenombre de su compañera, pero el no la conocía, tampoco a alguien que pudiera llevar ese apodo, así que negó. Pero cuando la criatura mencionó la farmacia, el castaño tuvo una idea.
—¿Está tu compañera en una farmacia? Si es así, vi hace poco una, unas calles más atrás—afirmó el chico, mientras volteaba la cabeza hacia donde estaba momentos antes—Puedo llevarte con ella—sentenció Ragna, mientras su mano derecha se acercaba a la criatura lentamente, para no alertarla.
Observó el dispositivo, la Digimon quería llevarlo con su compañera, y por tanto, debía de tomarlo.
—¿No te importa que yo lleve el Digivice? Irás más cómoda así—indagó, dispuesto a llevar a la Digimon con su compañera.
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