El encuentro de los tres tamers (Pirv: Nex. Alaka'i )

Jugueteaba con su birome mientras esperaba el inicio de la clase. No había otra cosa que hacer más que estar tranquilo hasta la llegada del profesor. Provocaba leves pero molestos ruidos al chocar la birome contra la mesa en donde se encontraba, sin importarle si a sus compañeros podía fastidiarle. En vez de irritarlo, el golpeteo de la birome lo tranquilizaba: su día había sido pesado a pesar que recién había comenzado. Levantarse fue todo un problema, y luego ducharse y cambiarse otros más.

Sus otros compañeros estaban completamente en su mundo, conversando de lo que habían hecho el fin de semana. Cada tanto se concentraba y oía las conversaciones, pero al segundo dejaba de hacerlo al notar que no hablaban más que idioteces para él. Le agarró cierto aire a nostalgia recordando su hogar. Hacía unos años que se había mudado a Japón, ¿por qué todavía sentía que lo habían arrancado de su vida hacía una semana? Aún, si se concentraba, podía recordar el aire fresco de la selva de las montañas, el croar de las ranas exóticas del lugar y el refrescante olor a tierra mojada cuando llovía. Este último era completamente distinto al que podía oler en la casa de sus abuelos, que era más "artificial y contaminado".

Su recuerdo se vio completamente interrumpido cuando comenzó a escuchar una conversación cercana. Ezequiel, uno de sus compañeros de clase había levantado el tono de voz para que su compañera la escuchara desde su posición. Debido a eso Alaka'i perdió la concentración. Suspiró exhaustivamente y cerró los ojos para no molestarse, aunque de todas formas fue imposible evitar realizarle una mirada de irritación. Al encontrarse en una posición cercana solo bastó con que se estirara un poco para estar casi a su lado. —¿Era necesario el grito? — preguntó con un tono calmado, pero molesto. Realmente no se consideraba como un grito, pero Alaka'i lo exageró para que notase su disgusto de haberle interrumpido sus pensamientos.

Para su desgracia el profesor entró en el aula y ordenó a todos tomar asiento. Rápidamente Alaka'i volvió a su posición original y una vez todos en su ubicación el profesor comenzó con su explicación del tema. Inmediatamente al escuchar las primeras palabras deseó poder escaparse de la clase e irse a su casa. O tal vez al Mundo Digital. ¿Como estaría Hawkmon? Hacía unos días que no lo veía porque estaba muy ocupado en el Mundo Humano que no encontró un momento para viajar a visitarlo. Pensó que sería genial poder ir a verlo en aquél momento, porque al menos le quitaría el aburrimiento.

C. D. E. El profesor se encontraba tomando la lista de los alumnos presentes. F. G. H. Alaka'i no hacía otra cosa más que estar jugueteando con su teléfono móvil, sin prestar atención a que su apellido se acercaba, y si era descubierto utilizando el celular probablemente se lo quitarían. Este profesor en particular no era muy famoso por ser fléxible si no al contrario era sumamente estricto, sobretodo a la hora del cumplimiento de las normas. I. J. K. —¿Jakana... Kajana...? ¿Kahanamoku?—  llamó su profesor tras algunos actos fallidos de pronunciar su nombre correctamente. No recibió respuesta alguna. Sabía perfectamente donde se encontraba sentado Alaka'i como también que estaba presente por lo que no responder fue un indicio de que algo indebido estaba haciendo, así que se levantó de su asiento, se acercó y lo atrapó in-fragantti usando su celular. Sin anunciar su presencia y mucho menos pedir permiso le arrebató el móvil de las manos del moreno y se lo llevó a su escritorio. Lo tomó por sorpresa, y lo peor es que no podía rechistar.

Tras perder su teléfono, Alaka'i se vio obligado a escuchar las aburridas palabras del profesor debido a que ya no poseía medios para distraerse. Podía haber usado su imaginación, sus pensamientos, pero era temprano por la mañana y su cerebro estaba aún algo dormido, sumándole que la situación en la que se encontraba no fomentaba su creatividad. Las lentas palabras del profesor perforaban su oído para, rápidamente, salir por el otro.

El profesor terminó su discurso e inmediatamente tomó su agenda, la abrió, y revisó algunas de las cosas que había que hacer para aquél día. Anunció que iban a corregir los deberes que había dejado la última clase, los cuáles Alaka'i no los había hecho en absoluto ni tampoco le importaba tenerlos. El profesor apoyó el dedo en la lista de los alumos y comenzó a hacer una especie de ta-te-ti. —¿Widly? — llamó al nombre escogido, pero nadie se hizo presente. Volvió a llamarla pero la chica no prestaba atención. En un momento de distracción del profesor, mientras se fijaba si realmente la alumna estaba presente, Alaka'i hizo un bollo rápido de papel y se lo lanzó, golpeándola levemente en la cabeza lo suficiente para llamar su atención. Quería advertirle para que no le ocurriese lo mismo que a él, pero el profesor ya se encontraba en camino a su banco, por lo que no tenía mucho tiempo para reaccionar.

Tirarle la bola de papel a Runari, su compañera de clases, la había salvado del profesor. Fue ágil al pensar una excusa, y qué excusa, para impedir que el profesor le quitase lo que sea que tuviera en sus manos. Supuso Alaka'i que, al igual que el adulto, todos sus compañeros tuvieron la misma reacción de aburrimiento al escuchar su larga excusa. Al menos había hecho su buena acción del día.

Pero poco después de eso un grito de uno de sus compañeros alarmó a toda la clase. ¿Un lagarto en plena ciudad? ¿Justo en el colegio? Pensó el chico que se tratase de algún animal que trajo alguno de los cursos menores para una exhibición de mascotas o algo así y que por un descuido se haya escapado, porque en sí otra explicación lógica no encontraba. Se lamentó de no haber llegado a avistar al animal, ya que aquellos reptiles eran de los favoritos de Alaka'i.

Un tubulto de gente se asomo rápidamente para poder observar al lagarto que tanto se nombraba, quedando solo unos pocos alumnos en sus bancos, entre ellos sorpresivamente Alaka'i. Sus movimientos no habían sido suficientemente rápidos para llegar a tiempo ante la ventana de la puerta y ya era inútil probar. El profesor intentó establecer el orden en el aula sin éxito alguno. Todo el mundo estaba hablando de aquél lagarto que habían visto oculto tras una caja. Había varias versiones sobre la apariencia del réptil, pero la mayoría coincidía de que era algo fuera de lo habitual. ¿Acaso se trataba de un lagarto albino? Maldició en sus pensamientos a sus compañeros.

Agarró su mochila aprovechando la distracción del profesor y qué media clase estaba fuera de sus asientos, cuándo un leve resplandor dentro de su bolso captó su atención. Su Digivice se encontraba titilando, sabía lo que significaba pero ¿quién le habría mandado un mensaje? Jamás acordó que se iban a encontrar con alguien, o que tenía que recordar algo. Levantó levemente su Digivice para poder saber qué mensaje le habían mandado. "¿Qué hiciste, Wildly?".

¿Wildly? ¿No era el apellido de Runari? Sí, lo era. ¿Pero qué significaba eso? No podía ser. ¿Runari? ¿Con un Digivice? ¿Con un compañero Digimon? Le costaba pensar en eso, aunque de a poco lo iba viendo como una posibilidad. ¿A caso el dispositivo que tenía su compañera se trataba de un Digivice? ¿Ella sería tan cabeza hueca de mostrarlo así como sin nada, sin saber que la existencia de los digitales, como él los llamaba, era aún desconocida para el mundo? ¿Y quién fue el emisor del mensaje? No cabía duda que había sido otro de sus compañeros. Pasaron años desde que Alaka'i ingresó a la escuela, ¿por que nunca supo esto?

—¡Wildly!— la llamó mirándola con una cara que perfectamente decía "¿¡Qué carajos?!" —¿En serio?— se levantó de su mesa y se dirigió a su ubicación para poder ser algo más discretos,. No dudó en preguntar —¿Desde hace cuándo?— porque no podía ser más antigua que él, se tendría que tratar de una novata. —Muestrámelo— ordenó sin esperar su respuesta a su interrogativa.

Espero un breve tiempo hasta que Runari le mostrase lo que él buscaba, lo que él creía que tenía la chica, pero no pudo evitar soltar una risa cuándo le fue entregado otra cosa totalmente distinta. Una revista, específicamente un manga, fue lo que le mostró la pelicastaña en vez del aparato que sospechaba Alaka'i. Por dentro pensó "Bien hecho, Wildly", porque le había negado la supuesta existencia del Digivice mantiendo así el anónimato de los Digimon. Quizá realmente no lo tenía, pero no era una opción muy viable para el chico: aquél mensaje se refería a una persona muy específica, ¿Qué otra Wildly él conocía? Sí, se podría referir a otra persona completamente distinta a Runari, ¿Pero justo a él le tenía que llegar el mensaje? ¿Y por qué le llegó dicho mensaje?

En vez de seguir preguntando, de adentrarse en el territorio de la chica, le siguió el juego. —¡Qué bueno encontrar una amiga con los mismos gustos que yo!— dijo con un leve tono irónico para nada ofensivo. Se concentró en la revista unos breves segundos para ver de que estaban hablando precisamente y se llevó menuda sorpresa al enterarse que el manga que tenía Runari y que supuestamente también leía Alaka'i se trataba de una historia "yaoi", es decir una relación entre dos hombres. . —Ya lo terminé desde el prólogo hasta el número de la última página— mintió, emitiendo un guiño a la chica. Tras eso, el profesor logró recuperar el control del aula y ordenó a todos los alumnos tomar asiento, por lo que Alaka'i se dirigió a su banca.

Sin embargo el orden no duro por demasiado tiempo. Uno de sus compañeros visualizó marcas en la puerta, como si aquel lagarto hubiese intentado entrar al aula. Pero toda la situación se vió interrumpida por un comunidado de director de la escuela solicitando que todos los alumnos evacuaran al campo de entrenamiento ante la supuesta presencia de animales peligrosos. Por dentro Alaka'i festejó, porque significaba que iban a perder aquella aburrida clase. El profesor emitió un suspiró profundo de cansancio y solicitó a sus estudiantes que se formaran en dos filas: una de hombres y otra de mujeres. Sus compañeros rápidamente se pusieron en movimiento y una vez ya formados partieron siguiendo las indicaciones que les fueron dadas.

—¿No crees que es algo sensacional perder las clases?— preguntó a su compañero Ezequiel para sacar una conversación que buscaba ser no muy extensa, un poco también como una leve burla al chico que Alaka'i consideraba ser demasiado correcto en el tema de las clases. —Espero que encuentren algún bicho raro para perder clases en estos días— comentó.

Los alumons del colegio esperaron en el campo de entrenamiento, algunos preocupados mientras otros festivos. Todo el mundo se volteó a ver cuándo al instituto entraron un equipo de control animal equipado con diferentes instrumentos para dar caza al lagarto blanco que se encontraba en el colegio. A Alaka'i le pareció sumamente exagerada y repentina la actuación del colegio, pero no lo sorprendia siéndo un instintuto bastante exigente como lo era aquel. Sin embargo, si había un equipo de control animal allí significaba que las sospechas de la presencia de un réptil eran muy fuertes, y que probablemente suspendieran las clases aquél día y los días siguientes. —Genial— festejó por lo bajo.

Se preguntó ¿por qué había tomado tanto jugo por la mañana? Las consecuencias de aquella decisión le estaban haciendo efecto a Alaka'i. Quería ir a orinar. Mejor dicho, tenía que ir a orinar, pero el colegio permanecía cerrado por la desifección que estaban realizando los de control animal. ¿Sí le preguntaba a una de las autoridades si le permitía ir al baño aunque sea unos simples segundos? No se iba a gastar en hacerlo conociendo ya la respuesta.

Observó a las autoridades de su alrededor y notó que se encontraban sumamente ocupadas tratando de mantener la calma en los alumnos. Una escapadita al baño rápida no tendría por qué ser advertida en el caos que se vivía en el campo de entrenamiento. —Cualquier cosa me cubres.— dijo a Ezequiel quién se encontraba próximo a él. Sin llamar la atención lentamente se dirigió hacia uno de los baños dentro del instituto.

Los pasillos estaban completamente desérticos y silenciosos, a lo muy lejano se podían oír diferentes voces muy apagadas que parecía ser de los desinfectadores, pero a juzgar por la lejanía de la voz las probabilidades de que Alaka'i se cruce con ellos eran mínimas. Podía caminar tranquilamente hasta el baño y pasear un rato extra sin ningún problema.

Tras salir del baño y vaciar completamente su vejiga comenzó a dirigirse de vuelta al campo de entrenamiento a un paso muy lento. Nadie sabía que él se encontraba caminando por los pasillos y tampoco nadie pareció  haber notado la ausencia del moreno, ¿por qué apurarse entonces? Decidió dar una ligera caminata dentro del instituto evitando hacer algún ruido explosivo que llamara la atención de los otros individuos que se encontraban al mismo tiempo que Alaka'i.

Sin embargo, no mucho después de empezar a caminar, cuándo dio vuelta a una esquina se encontró a una chica de cabello lacio castaño claro, más alta que el chico, que fácilmente como su compañera Runari. En cierta forma parecía estar perdida, concentrada en la búsqueda de algo o de alguien. Alaka'i aprovechó la distracción de la chica para darle un buen susto por la espalda. —¡Buh!— murmurró lo más fuerte que pudo sacudiendo levemente a la chica. Acto seguido Alaka'i se echó a reir evitando que se le escape alguna carcajada que pueda ser escuchada. —¿Qué estás haciendo aquí, Wildly?— terminó preguntando, aún sin soltar la risa. —¿Se te ha perdido algo, acaso?— porque fue lo que pensó el moreno que la castaña estaba haciendo, ¿si no que otra cosa estaría haciendo allí sola tan concentrada? Meterse en problemas no era una opción, o al menos Alaka'i no recordaba que Runari sea de ese tipo de personas.

Voces que se aproximaban a lo no tan lejano irrumpieron la escena. Las autoridades se estaban acercando a ambos chicos y sus probabilidades de escape se reducían conforme iban perdiendo milésimas. Alaka'i tenía que pensar rápido si no quería que los atrapen. Tomó la muñeca de la chica y la jaló arrastrándola hasta una puerta próxima a ellos y la abrió con suma rapidez. Ambos, Runari y  Alaka'i, se resguardaron en la biblioteca, una habitación bastante amplia decorada de forma simple pero moderna, mantiendo los colores cálidos de la madera y los tonos rojizos, y que en su interior había esparcida varias mesas. —Bueno, ahora sí estamos solos.— dijo, en parte en forma verídica y en otra parte en forma cómica. —Te he salvado dos veces en el día, aveces me auto sorprendo— comentó con cierto aire de heroísmo en sus palabras, pero también con cierta recriminación a la muchacha por su falta de atención. —Creo que ya estaría empezando a pensar en cobrarte cada vez que te ayudo. Aunque deberías aprovechar mi bondad del día que no es muy frecuente.—