山、竜のうなり声でささやき (Susurros en la montaña, rugidos de dragón) [Priv: Hibiki Sanjō]

Muchas cosas habían sucedido desde su inesperada llegada al mundo digital tras haber sido absorbido por su computadora, vaya método de viajar, ¿no?.

Los últimos días Koromon yacía mucho más inquieto que de costumbre, además de ser el encargado de guiarles por el camino el cual transitarían, aquello hasta el momento no les había dado un verdadero resultado, sin embargo habían podido viajar por un par de zonas las cuales por lo menos el joven de ojos rojos logró reconocer para que luego en el futuro pudiese ser de ayuda, sin embargo tras llegar a cierta zona, una claramente más elevada, montañosa, provocó que Koromon se volviese tan loco como cuando estaba hambriento de bytes, que misteriosamente no había llamado a su apetito en un buen tiempo, algo que realmente alarmaba a su tamer.

—Por aquí... puedo sentirlo.— Siguió rebotando como si nada mientras olfateaba y olfateaba, casi como si se tratase de un can de rastreo. —Están cerca, muy cerca.—
—¿Quienes?.— Preguntó Hibiki. —¿Quién esta cerca?.—
—Los míos.—

Y en ese momento un potente rugido retumbó en los oidos del tamer, mas los ojos de la bola risa brillaban con gran ilusión, pero el panorama cambió de un momento a otro, puesto que tras siguieron adentrándose en el lugar se llevaron una sorpresa, una gran sorpresa en forma de dinosauriodragónloquesea que atacaban una aparente ciudad, y tras oir una voz reconocida en aliento a un nombre que conocía decidió acudir a la ayuda y junto a Koromon, el cual entusiasmado ya había comenzado a enfrentarse con algunos Babydmon.

—¡Así se hace!.— Alentó el tamer a su Digimon, Hibiki, entusiasmado no se percataba de cierta energía que emanaba desde su mano derecha con la cual portaba su Digivice.

Un nuevo rugido azotó el ambiente, los dos grandes titanes, MegaloGrowmon y Metal Tyranomon yacían fuera de sí, ¿qué demonios sucedía exáctamente?.

Todo había y estaba sucediendo tan rápido que Hibiki apenas y podía ordenar corréctamente el orden cronológico de las cosas, además de entender el qué estaba sucediendo realmente, desde que había llegado lo único que había podido relacionar era que aquel lugar estaba siendo aparentemente atacado por Digimons dragones, ¿pero qué buscaban exáctamente?, además de los que parecían ser los lideres (osea, los más grandes) luchaban fieramente contra un ente desconocido para él, habían digimon prácticamente de todas las etapas, pasando por los Rookie que luchaban contra los guardias de la aparente ciudad, luego los Champion y para rematar incluso habían digimon de la categoria menor, los bebés, haciendo especial aparición los Babydmon con los que la pequeña bola rosa, Koromon, había comenzado a luchar. La fiera batalla entre Koromon y los Babydmon, a pesar de ser desigual estaba claramente en ventaja de la bola rosa que les enfrentaba a base de feroces mordidas y... burbujas.

—¡Me gusta esto!.— Gritó emocionado el Digimon bebé a pesar de encontrarse en medio de una gran batalla numéricamente desigual, sin embargo Koromon no daba su voluntad a vencer, aún luchando y milagrosamente llegando a tener las cosas completamente bajo control.
—No te confíes.— Dijo su tamer al Digimon que claramente, bastante cómodo en su posición no estaba para nada preocupado de todo lo que sucedía a su alrededor, incluida la reñida contienda entre los titanes que podían simplemente aplastarles y acabar con ellos. —¿Hum?.— Parpadeó el humano una vez observó como los Babydmon parecían hacer un especie de pasillo, dando paso aparentemente a alguien... o algo.

Un Digimon amarillo y con los ojos dotados de un verde no tan potente hizo aparición, aquel ya no parecía para nada ser un Digimon de la etapa bebé, seguramente sería de la etapa Rookie o similar. Por un momento Koromon se vio intimidado ante la grandeza que aquel Digimon lograba imponer con tan solo su presencia, y así, frente a los Babydmon solo observó a la pequeña bolsa rosa con una sonrisa que aún así no camuflaba los dientes que sobresalían.

—Jeje...— Rió bajo y dio un gran salto, siempre observando atentamente al Koromon. —¡Baby Flame!— Y a la par que exclamaba aquellas palabras una pequeña bola de fuego salió expulsada desde su hocico con claras intenciones de calcinar al Digimon bebé que se había quedado mortificado ante tal acción por parte del dinosaurio/dragón que de la nada se había aparecido ante ellos. ¡Pero claro!, Hibiki no se quedaría simplemente mirando como si nada, por lo que instantes antes de que la bola de fuego impactase contra su compañero Digimon logró tomarle entre sus brazos y así evitando el impacto cayeron ambos al suelo, el digimon entre los brazos de su tamer.

No había sido una caida potente, sin embargo el estruendo y los fragmentos de rocas que cayeron sobre él por la destrucción del piso hicieron que no le fuese tan fácil poder abrir los ojos, pero en el momento en que lo logró pudo finalmente poder ver una silueta un tanto conocida, además de una combinación de colores que no se veía todos los días. Koromon saltó de los brazos de su tamer e intentó reintegrarse una vez más a la batalla. —¡Spadamon!.— Gritó la pequeña bola rosa mientras le veía, claramente no era bueno recordando nombres.

Hibiki aún seguía un tanto revuelto en su sitio, las ideas estaban rebotando y rebotando en su mente sin poder dejarle pensar con completa claridad, sin embargo con tan solo el uso de la visión ya podía comenzar a asimilar más y más cosas a medida que pasaban los segundos, como por ejemplo la presencia del nuevo sujeto que se había aparecido en medio de la trifulca que el pequeño digimon bebé había iniciado tan solo por acto de instinto, y al parecer porque era mucho más fácil de provocar de lo que realmente parecía ser. Koromon por su parte se mantenía con ojos brillantes observando a aquel que al parecer había llegado en el mejor momento para así poder salvar el día, ambos habían visto a aquel salvador anteriormente, para ser más específicos en la Zona D hace no demasiado tiempo, se llamaba "Sven" si bien a Hibiki no le fallaba la memoria, aunque también cabía la posibilidad de que fuese así.

Sanjō comenzó a levantarse con cierta dificultad mientras parte de los Digimon bebé que luchaban con su Digimon habían comenzado a replegarse, además de buscar refugio ante la demostración de majestuosidad y poder por parte del digimon que había aparecido para al parecer salvarles, mas no pudo evitar sentir cierta tensión ante las palabras exclamadas por el lobo mecánico que anteriormente era un oso de nieve, parecía hablarle a él además de al resto de digimon que buscaban retirarse tras el espectáculo que se les había brindado.

—¡Sí!, terminemos esto.— Respondió Koromon con claro entusiasmo segundos después de que Sven les intimidase tanto a ellos como a los digimon dragón que cada vez se alejaban más y más, claramente no estaban a la altura del digimon cuadrúpedo frente a ellos, no se debía para nada por la bola rosa que tenía los ánimos por el cielo. Botando y botando buscó acercarse a los Babydmon y a cualquiera que estuviese en el otro bando para buscar enfrentarles, pero llegó un punto en el cual los mismos llevaron a cabo una aparente retirada, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos al unísono.

Una vez Hibiki recobró por completo la compostura se acercó a su compañero digimon el cual aún se mantenía con muchos, demasiados ánimos, ¿acaso se estaría viendo influenciado por el ambiente o tan solo por la aparente 'raza' que los digimon suponían?, anteriormente les había llamado "los míos", y hasta aquel momento Hibiki no había podido entender a lo que se refería con exactitud, ¿acaso Koromon sería un dragón o un dinosaurio?

—Se retiran.— Dijo el tamer haciendo clara referencia a lo que era obvio, la pregunta sería, ¿volverían?. De la nada todo se vio agitado por culpa de un temblor, ¿sería acaso producto de los Digimon gigantes que se mantenían luchando contra un tercero?, lo había visto con anterioridad. —Debemos salir de aquí.— Miró hacia la presa y señaló, ¿acaso sería su misión el proteger aquella presa y por eso era que se mantenía en aquel lugar incluso mientras se llevaba a cabo tan fiera batalla?.

Hibiki escuchó de forma atenta todo lo que su salvador decía de forma atenta, realmente sabía que no le convenía en lo absoluto el seguirle la contra debido a quién se trataba de la persona con la cual estaba tratando, además de que claro, Koromon no parecía tener problema alguno en cuanto a lo que quería, lo cual era claramente una buena batalla a pesar de que aún se tratase de un digimon de etapa bebé.

—Está bien, te seguimos.— Y aunque estuviese un poco en contra de lo que el Digimon oso decía, pues era la decisión más sabia que podía llegar a tomar debido a un montón de razones, por lo que luego de la señal que se le hizo fue que comenzó a caminar en conjunto a él y al digimon que se movía base de tan solo botes, Hibiki no podía negar que realmente tenía un mal presentimiento sobre todo aquello que estaban haciendo, ¿cómo se supone que podía salir algo bueno de todo aquello?. Finalmente llegaron al que parecía ser su lugar de objetivo, habían tenido una idea realmente buena si no hubiese un montón de nieve con patas junto a él como compañero, y si es que no, niñera.


Un potente rugido acompañado de una gran cantidad de flamas hicieron aparición de la nada, ¿sería aquello eso lo que provocaba el terror en los Digimon que se ocultaban?, debía de serlo, después de todo la expresión del gran digimon rojo era la de una bestia, estaba en un tipo de frenesí inexplicable, sus pupilas eran diminutas, además de que aquellas marcas que poseía en todo su cuerpo no brindaban demasiada confianza.

—¡Koromon!.— Gritó el humano el cual se abalanzó sobre su digimon antes de que una flama de tamaño menor fuese disparado hacia la pequeña bola rosa, sin embargo hubo algo impresionante e incluso inexplicable, y fue que una energía bastante similar a unos datos (digisoul) cubrió parte de su cuerpo como un escudo, haciendo notoriamente menos dañino el impacto.

—¿Hibiki?.— El Digimon bebé se separó de su tamer y comenzó a mirarle por todas partes, el castaño había quedado inconsciente debido al impacto, y así pequeñas gotas comenzaron a ser derramadas por la criatura digital, que comenzó a verse rodeado de un montón de datos. En un abrir y cerrar de ojos ya no era el mismo ser, ocurrió una especie de metamorfosis que le transformó en un... ¿dragón?

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(1)* El digimon mencionado es Growmon

Sí, claramente Koromon ahora se había transformado en un dragón, además de forma inconsciente conocía su nueva identidad, con la cual logró familiarizarse de forma casi automática, como si no hubiese sido la primera vez que adoptase aquella forma, como si en alguna vida anterior también hubiese tomado aquella forma, ¿sería esa la razón por la cual se veía tan atraido ante la presencia de los digimon dragones?. Aún estaba un tanto shockeado por lo sucedido, su tamer en el piso, quería creer que tan solo había caído en un profundo sueño y aquella era la razón por la cual no se había transformado en un montón de datos, después de todo aquella era la forma en la cual asimilaba la muerte como cualquier Digimon.

—¿Eh?.— Aún estaba un tanto desconcertado y hasta distraido sin tener ni la más mínima idea de lo que sucedía a su alrededor por la rapidez con la cual todo había acontecido, sin embargo sí logró escuchar la indicación que el oso de nieve le había dado antes de convertirse una vez más en aquel cuadrúpedo mecánico que buscaba acabar con el saurio carmesí notoriamente furioso que no había hecho absolutamente nada más que provocar más caos.

Por un momento solo se quedó observando lo que sucedía, aún se estaba acostumbrando a su nueva apariencia, pero sabía que era capaz de incluso utilizar sus técnicas gracias a una retro-alimentación llevada a cabo quién-sabe-cuándo. Corrió una vez volvió en sí y haciendo caso al consejo dado por el canino metálico, se subió a él y dando un salto sus pupilas se volvieron más pequeñas de lo normal.

—G Shurunen!.— Gritó de forma inconsciente al mismo tiempo que sus cuernos se iluminaban y una bola de fuego salió desde su boca, la cual impactó en el ojo del gigante rojo y le hizo retroceder con un incesante quejido debido al dolor que sentía por el fuerte impacto que dieron en su ojo. —¡Le di!.— Dijo una vez ya había vuelto a pisar tierra.

Por otra parte, su tamer ya daba señales de vida emitiendo leves sonidos de molestia, aún tumbado.

Dracomon efectivamente había caido al lado de su tamer, el cual lentamente comenzaba a incorporarse una vez más, dándose un pequeño golpe a la altura de la sien buscando así espabilar de forma bastante efectiva, luego dejándose guiar tan solo por su oído fue que llevó su atención hacia el extravagante espectáculo que el pequeño oso de nieve brindaba en conjunto al gran dragón rojo que tan solo parecía enfurecerse cada vez más a pesar de ahora no poder exhalar fuego. Las pupilas del grandote ahora eran mínimas, caería en un frenesí en cualquier momento, tenían que acabar con él.

—¿Koromon?.— Preguntó el tamer claramente preocupado por el bienestar de su compañero, puesto que aún no podía divisarle, solo veía al oso de nieve, el gran rojo y al dragón que tenía en frente y... —¿Koromon?.— Le miró claramente confuso, a lo cual el lagarto cornudo solo atinó a reir de forma baja y luego dirigir su atención una vez más al osito que se literalmente empalado en el pecho del rojo.

—Tenemos que acabar con él.— Sonrió mientras sus cuernos una vez más volvían a iluminarse, y dando varios pasos hacia adelante fue que una alta sensación térmica rodeó y comenzó a predominar en el metabolismo del digimon, en lo que de la nada de su boca nuevamente una gran bola de fuego fue expulsada en dirección al pecho congelado de aquel que había osado dañar a su querido tamer. —¡G Shurunen!.— Volvió a gritar, y una vez el proyectil impactó fue que desapareció parte del Digimon junto al hielo que le recubría, creando un espacio profundo en el pecho del Digimon, el cual cayó de rodillas y lentamente comenzó a convertirse en datos hasta el punto que un huevo de gran tamaño ocupó su lugar.

—Buen trabajo.— Hizo el intento de chocar su puño con las zarpas de su compañero sin importarle realmente si se hacía daño y luego observó hacia el oso de nieve que también les había ayudado, quizás y literalmente le debía la vida. —Seguir tu plan funcionó de maravilla.— Se acercó hacia él y estiró su mano frente al blandito ser, confiado. —Gracias.—

Emotivo, ¿no?. Ese tipo de cosas no duraban demasiado.

Hibiki acabó un poco desconcertado luego de la bola de nieve que le fue lanzada diréctamente al rostro, sin embargo no podía culparle, en aquel poco tiempo había podido comprobar la infantil forma en la cual el oso se tomaba la mayor parte de las cosas a pesar de tener una forma borde de hablar, además de un espíritu de pelea y un instinto asesino realmente impresionante para alguien de su tamaño, o por lo menos el tamaño que adoptaba cuando se trataba de Spadamon o el pequeño oso de nieve del cual prácticamente aún no conocía el nombre real y biológico de la especie, por otra parte era algo más de esperar del cuadrúpedo mecánico.

El castaño se quitó la nieve que cubría su rostro y escuchó atentamente lo que el Digimon decía sin interrumpirle en ningún momento, sabía que eso podía significar su muerte, literalmente. Y así, siguiendo la instrucción dada fue que comenzó a moverse siguiendo al pequeñín en lo que parecía realmente una búsqueda de información, ¿pero qué era lo que harían tan solo con información mientras los titanes mantenian la disputa y parecía que el lado de "los buenos" no obtendría la victoria tan así de la nada. Dracomon también quitó los restos de nieve de su rostro tan solo con su sensación térmica, aún estaba cálido.

—¿Entonces qué hacemos?.— Dijo el tamer mientras se mantenía en movimiento siguiendo al enano. Al parecer los pequeños ya se habían ido del lugar mientras la batalla con el gran rojo se llevaba a cabo, ahora no tenían un verdadero medio de información, sin embargo a la distancia logró divisar algo, o más bien, a alguien. Se trataba del pequeño saurio amarillo de antes, a él podían sacarle información.

—¡Luchar!.— Dijo entusiasmado el dragón cornudo en lo que lanzaba una bola de fuego que impactó al lado del Agumon que parecía estar buscando refugio, ya no parecía querer participar en aquella batalla. —¡¿Por qué nos atacan?!.— Dijo el dragón, lo cual en parte era realmente irónico viniendo desde su parte.

—Los jefes de tribu lo planearon todo, ¡lo juro!.— El corto testimonio del saurio parecía sincero, estaba aterrado.