Kyrie Eleison [Priv. Elluka]

por Fuji Raikomaru Mar Jul 11, 2017 7:58 pm

Los relojes dejaron de correr en esa ciudad, la anomalía estaba presente, la gente no. ¿Donde habían ido? Las tiendas estaban desiertas, los escasos transeúntes de la metrópolis ancestral se encontraban cabizbajos a sabiendas de que aquel día era uno de revolución, donde la industria, el comercio, la milicia, todo se había detenido. Los Knightmon que patrullaban la ciudad yacían todos con la mirada en la misma dirección, la plaza central donde las estatuas de los Royal Knight se erguían.

Allí estaba él, allí estaban ellos. Mas de setecientas personas colmaban la plaza central, organizados para que la multitud no fuese un caos, la milimétrica forma en la que atendían al hombre frente a ellos era estricta, con una subordinación nunca antes vista en meros civiles. Los caballeros que vigilaban la congregación de personas solamente daban indicaciones con la mirada para que ellos se acomodasen, para poder oírlo a él.

En lo alto de las escalinatas que conducían al monumento principal de ese lugar estaba él, ¿Pero quien era? Rodeado de su séquito mas cercano, dos Ophanimon y dos Seraphimon, quienes se arrodillaban ante él, era un ángel. Su largo cabello blanco como la nieve se mantenía en un constante levitar pese a no haber ni la mas mínima brisa en ese lugar. Dos enormes alas resplandecientes, cuyo fulgor no enceguecía pero transmitía el calor celestial de aquel, se mantenían expandidas con una envergadura de casi tres metros.

Sus pies descalzos no tocaban el suelo, era puro, con un rostro calmo y dulce. Abrió los parpados llevando sus irises cerúleos a la gente, a quien le sonreía como si fuesen amigos del alma. —Pueblo amado, pueblo adorado, han acudido a mí pese a no haberlos convocado... Porque saben, sienten, la voluntad del alto emperador que todo lo ha creado y todo puede finalizar... Es en mi mas profundo regocijo poder informarles, que he venido a amarlos y los amo, a todos ustedes, a los que creen en la verdad absoluta, y no hacen ojos ciegos al deber que se les ha impuesto... Los guiaré a su misión, y hallarán en ella la mas profunda de las alegrías—Posó su mano derecha sobre el orbe cristalino que adornaba su pecho, y esbozó una reverencia, ante la cual todos en la multitud se postraron, incluyendo a los Knightmon que vigilaban la escena.

La ciudad estaba sometida en servidumbre sincera ante ese profeta, y quienes no, ocultos se hallaban. Atemorizados, y para él estaba bien, era justo temerle al dios porque reconocían su grandeza. Sonreía, estaba feliz de sentir la devoción del pueblo ante su dios, ante él, quien se sentía como avatar del dios. — Yggdrasill dispondrá de ustedes, sus hijos, sus creaciones, sus herramientas... Como de mí, su igual, su otra parte quien ha nacido para traer a ustedes la palabra de nuestro dios, mis palabras, mis verdades, mis deseos, mis ordenes... —El ángel levitante extendió ambos brazos cuando la gente comenzó a aplaudirle, a vitorearlo, gritando nombres y seudónimos; "El mesías, profeta, hijo de Yggdrasill, salvador" todo aquel que profesase la fe del ser que ese mundo había creado, y regía, veía en él un pilar, y un juez que elevaría sus armas contra los herejes. Los relojes, no solo detenidos, ahora llevaban sus manesillas en el sentido contrario, esa ciudad desierta estaba en un estado irreconocible.

Una de las Ophanimon a su lado elevó la mirada, no portaba su casco, y esgrimió una sonrisa ante aquella homeostasis. — Bluebell, tus servicios son para mí la mayor de las alegrías, nuestro señor, yo, estoy satisfecho —Dijo el ángel sin siquiera mirarla, sonriendole sereno a la muchedumbre.

por **Elluka Clockworker** Mar Jul 11, 2017 10:13 pm

Elluka

Exactamente a las 11 de la mañana fue que arrivé al primer cuadro del territorio Royal Knight. Venía en un móvil en el cual, yo me sentaba en el asiento pasajero, mientras Julio y Aleron fungían de piloto y copiloto para mí. Si bien, portaba mi uniforme de Union Saver y estaba en servicio, no me era permitido salir sin un escolta desde el incidente en las zonas celestiales. No por parte del clan, si no por parte de mi reina. Era una orden que no podía refutar.

Había llegado un reporte de numerosas irregularidades en las zonas aledañas a la base de los Royal Knights, y las comunicaciones se veían mermadas por algún tipo de campo magnético. La discusión sobre si intervenir o no concluyó en enviarme como investigador. Yo debería ser lo más políticamente correcta posible, para así evitar el tensar más las relaciones entre ambos clanes. Debería.

Esperaba tener que encontrarme con Fuji en determinado punto. Deseaba poder lucir mi uniforme como se debía frente a él. Tener que blandir mi Spatha y dejarlo sin palabras. Hacerlo pensar algo como así me enamoré. Sí, ese era mi capricho detrás del por qué había accedido tan fácilmente a ser enviada. Una risita se escapó por lo bajo y me reacomodé para calmar a un travieso un escalofrío de adrenalina.
-Quita esa cara. -Aleron dijo, viéndome desde el retrovisor con molestia. A sabiendas de que ésta era la ciudad de Fuji, me esperaba un día lleno de las quejas de mi arcángel. Puse los ojos en blanco en respuesta, y dirigí los ojos hacia la ventana.

Para mi sorpresa, había un grupo de digimon escondidos. Dos rookies y un champion se acomodaban en un pasillo que se formaba entre dos negocios. Crucé miradas con uno de los digimon, Patamon. Pedía ayuda con sus ojos, estaba aterrado, y eso fue suficiente gatillo para mí.
-Julio, detente. -Le indiqué, y enseguida me bajé del auto, dirigiéndome rápidamente al trío. Esperaba que se removieran, pero no fue así. Salvo el pequeño Patamon, los dos tenían su vista fija en el centro de la plaza Royal Knight. Ahí estaba una escena que me resulto muchísimo más que escalofriante.

Todos se postraban frente a alguien, veía alas de ángel, e inmediatamente supuse que se trataba de un digimon. Concluí que era alguien haciendo doblegar a la ciudad entera, algún loco tratando de darse aires de conquistador. Y entonces caí en cuenta de que incluso los Knightmon estaban rindiendo honor a aquella figura.
-No vaya, oficial. -Habló tembloroso el pequeño. -Mientras más se acerca, más poder tiene. -Me acuclillé entonces, y
-¿Sabes quien es?
-Es el hijo de Yggdrassil. -Dijo, y la sangre me bajó a los pies en un abrir y cerrar de ojos. Me puse en pie, y entonces indiqué a mis acompañantes que se acercaran.

Trazado un plan de escape que se usaría de ser necesario, nos aproximamos lentamente al conjunto de digimon. Fácilmente podían llegar al mil en cantidad, todos postrados frente a ese ser supuestamente divino. Miré a Aleron, que no parecía estar más que incómodo frente a la situación. ¿Era un mito eso del poder y la cercanía? Dirigí mis ojos al ángel y su séquito en la lejanía, sin palabra alguna para intercambiar con mis aliados.

por Fuji Raikomaru Miér Jul 12, 2017 2:27 am

La presencia de aquella mirada curiosa no fue algo que pasó inadvertido para el hijo de Yggdrasill quien dirigió una mirada fugaz antes de retornar sus ojos a la multitud. — Ahora gente amada, vayan en paz porque saben que su dios está, y estará siempre que ustedes estén dispuesto a oir su llamado... Prediquen la buena fe de la paz, y de la justicia divina, llevando el credo bien en alto, cerca del corazón —Elevó ambas manos, y de las nubes cayó un fuerte resplandor a la multitud, dorado como ninguno, bañándolos del calor de aquel mediodía. Ovaciones, digimon desmayándose, humanos pasmados, a todos les sonreía sin darse la vuelta, antes de llevar su rostro a la izquierda para hablar con esa Ophanimon sin casco. — Bluebell, sean cordiales son nuestra invitada inesperada —De reojo observó a la dama de cabellos rosado, la única que se acercaba en vez de lentamente retornar a sus hogares, y comercios. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca les sonrió, con esa gracia dulce típica del ángel. — Es un honor que ésta mirada curiosa se haya alejado del rebaño para acercarse a este simple profeta... —La observó por unos momentos, antes de cerrar los parpados y asentir.

— La recuerdo, te recordamos, pero no se quien eres; lo he sentido en la piel, te conocemos, más no nos hemos conocido con anterioridad —Se pudo notar como en su zurda los cabellos del antebrazo se habían erizado, como un súbito escalofrío antes de volver a la normalidad. — El mundo está lleno de milagros, ínfimos pero eternos, cada uno tan importante y significativo como para mover las voluntades, mas escondidas, mas recónditas —Realizó una reverencia aun a la distancia de la joven, pero sin alzar la voz se le podía oír perfectamente, era una voz suave y delicada pero poderosa, imponente y gallarda como la de aquel hombre, quien él no era. — Los encuentros que por la gracia de Yggdrasill se producen siempre serán bienvenidos, más en ellos el mandato divino presente ha de mantenerse, leal ante todo —Dijo en voz baja, sonriendo de lado.

por **Elluka Clockworker** Vie Jul 21, 2017 8:45 am

Elluka

Me removí y contuve un puñetazo cuando el ángel me sonrió por primera vez. Me sentía insegura al estar cerca de él por alguna razón. Sentía que iba a ser devorada en cualquier momento, y eso no estaba bien. No lo estaba porque él no estaba haciendo nada malo. Sólo había pureza en su sonrisa, no detectaba la más mínima pizca de malicia en ella, y me alarmaba en sobremanera. Él no era un humano, ni era un digimon corriente.

Empezó a hablarme en clave, o quizás en lírica, y la cabeza me comenzó a doler al tratar de tejer con ello. ¿Me conocían? ¿Él y quién? Un tic se hizo presente en mi ceja derecha, pero desapareció completamente al verle reverenciar. Por un segundo creí haber visto la sonrisa de Fuji en aquél rostro divino. ¿Quién era él? Ya le temía, puesto de alguna manera se había hecho con mi mayor debilidad y la estaba usando en mi contra... O eso quería creer.

-Efectivamente, los encuentros que Yggdrasill me tiende nunca me decepcionan. -Contesté recelosa. Traté de reflejar la sonrisa que el ángel me había dirigido. No entendía por qué me costaba tanto esta vez, si era mi pan de cada día. -Mi nombre es Clockworker, soy agente de los Union Saver. A mi lado está Aleron, mi mano derecha. -Señalé con la mirada al Holy Angemon, y este se mantuvo rígido. Crucé miradas con Julio, y este hizo una mueca temblorosa. Lo más seguro es que también estaba abrumado por la misteriosa presencia.
-Mi nombre es Alexiel, el dorado. -Se presentó finalmente, posando una mano en el sable de su cinturón. -Vengo en nombre del Metal Empire.
-Estamos en medio de una investigación, buscamos el origen de las anomalías en las comunicaciones en esta zona en específico. -Comenté con toda la confianza del mundo. Yo sabía que ya había encontrado el origen. Fruncí un poco mis ojos entonces. -¿Han escuchado o visto algo por el estilo, señor...? -Dejé mi pregunta abierta, esperando que el contrario la aceptara y se presentara para nosotros con ello.

por Fuji Raikomaru Vie Jul 21, 2017 6:58 pm

El ser alado se acercó levitando tan suave como una pluma hacia la oficial, a quien observaba desde lo alto con una mirada de genuina calma. Su rostro sin embargo, pese a dulce y piadoso, no permitía que ninguna emoción fuese leída, era como hablar con una máquina de tonos suaves, y formas dulces. — Su nombre, sí... Los nombres poseen un gran valor ya que designan nuestra autonomía como seres independientes del resto de hijos de Yggdrasill, pero un nombre por sí mismo no posee peso alguno, somos nosotros y las acciones que llevamos sobre nuestros nombres, quienes les damos un peso —Posó su zurda sobre el pecho, inclinandose levemente para sonreír observando mas cercano a la dama aunque manteniendo una distancia prudente. — Su nombre me habla de deber, honor, nobleza... Ideales puros, una doncella, una reina y un rey... ¿Un visitante tal vez? ¿O un intruso? —Llevó la mano a su mentón, antes de dejar escapar una risa casi infantil.

— Los nombres no poseen un peso por sí mismo mas sí intenciones... Aleron, Alexei, los guardianes, los hermanos del sentir, celan, cuidan... Son estupendos nombres, que se han ganado y merecen, nosotros lo sabemos —Exclamó desviando por unos momentos su mirada nívea tanto hacia Alerón, como hacia el italiano. Sin embargo, tras unos momentos murmuró unas palabras, parecía pensativo, serio. Finalmente, asintió. — Kyrie Eleison, es el nombre que me han otorgado y como pueden llamarme si lo desean —Agachó la mirada en una reverencia de medio cuerpo, antes de contraer sus alas usualmente extendidas de par en par.

— ¿Anomalías? ¿Escuchar? ¿Ver? ¿Por qué el tiempo corre hacia un lado? ¿Quien decide el sentido de las agujas? Yggdrasill no considera algo tan simple como la percepción de los terceros en asuntos carentes de importancia algo necesario de comprenderse... El tiempo es tiempo porque dejamos que rija nuestras vidas, más en nosotros existe la calma, la paz, ¿Sus relojes se han detenido? Tal vez este momento deba ser eterno, o al menos notado, ¿No siente acaso que ha perdido tiempo a lo largo de su vida por dejarse inundar de conflictos? Disfrute, viva, ría en la gracia de Yggdrasill —Suspiró con el pecho lleno de orgullo, dejando caer cristalinas lagrimas de emoción. Finalmente, negó con la zurda. — Si ese motivo la ha traído a mí, entonces ofreceré una mano amiga para solventar su dilema... —Extendió la diestra hacia los cielos, abriendo de igual forma sus resplandecientes alas. Pétalos de luz se liberaron en vez de plumas, antes de desvanecerse sin tocar los cielos.

De repente, palabras en el idioma digital se liberaron de su boca, y todos los relojes recuperaron su curso natural. — Si no desea disfrutar el momento eterno de la reflexión entonces no la culparé, porque en usted está la elección, siempre la tuvo, ¿No es así? —Arqueó una ceja dirigiendo su tono casi petulante a Elluka. — ¿Es consciente de cuantas elecciones ha hecho en su vida, en este mes, en este día, en este minuto? ¿No ha hecho elecciones durante nuestra conversación? Hablarme, irse, arrestarme, interrogarme, odiarme... Uno decide en cada instante, y la vida se forja en ello, pero quien tiende las opciones no es nada mas, ni nada menos, que Yggdrasill.

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