All I See [Priv. Elluka Clockworker]

Para ser una persona de gran poder político, el nunca haber visitado Neo Atlantis era bastante humillante. No debía sentirme mal por ello, pero comenzaba a deprimirme que el pasar tanto tiempo en la capital del Metal Empire me estaba privando de conocer otras áreas del mundo digital, igualmente hermosas. No pude contener aquél suspiro melancólico que se escapó de mis labios.
-Louise. -Me llamó Lekismon. -¿Qué ocurre? -Antes de poder responder, un par de fuertes manos se posaron en mis hombros. Aleron, mi Holy Angemon, también tenía una expresión preocupada.
-Si te sientes cansada, podemos regresar a las habitaciones, Luka. -Interrumpió, nervioso. Lune, Lekismon, parecía querer decir algo en protesta, pero se contuvo.
-Estoy bien, estoy bien. -Me froté las sienes, y con un movimiento de hombros me quité de encima las manos del arcángel. -Arman un lío por todo. -Reí entonces y seguí con mi camino. Aleron se quejaba y aclaraba una y otra vez que el preocuparse no era un delito, y que un día dejaría de preguntar por mí y entonces sufriría por ello. Lune caminaba en silencio, pero la notaba también avergonzada.

Estábamos caminando hacia lo que parecía ser un bosque, lejos de la nueva civilización Atlántida. Si mis cálculos eran correctos (y la información recabada no era errónea), la perla que estábamos buscando desde hacía tiempo debería estar en un templo del lugar.
-Aleron. -Llamé a mi mano derecha. -¿Puedes sobrevolar el área?
-Está muy tupido. -Contestó, y alzó la mirada. Tenía razón, los árboles taparían mucha de la visión, y sólo gastaría su energía en vano. Fruncí los labios ante el disgusto, y con la cabeza indiqué que siguiéramos a pie. Me comenzaba a desesperar el estar tan limitada en la exploración, y mi respiración denotaba mi creciente frustración.
-Entonces cuento contigo, linda. -Sonreí a la coneja, y ella asintió con ojos llenos de inocente brillo. Era la primera vez que participábamos juntas en una misión desde hacía muchos años, a mí también me hacía ilusión. Lekismon entonces saltó de rama en rama, adelantándose sobre nosotros.

Me estiré de brazos, y seguí caminando hacia el frente. Todo iría según lo planeado, o por lo menos eso pensé durante los siguientes cinco minutos.
-¡Louise! -Escuché la asustada voz de Lune a la distancia, y fue como un gatillo para mí. Sin pensarlo dos veces, tomé el digivice de la liga en mi media, y comencé a correr hacia la voz. Aleron me tomó de la cintura y me llevó volando a una velocidad que no sabía que podía alcanzar. Comencé a atar las fórmulas y las piezas en mi cabeza. ¿Qué clase de enemigo era? ¿Qué espíritu era el más factible? ¿Cómo iba a hacer funcionar a Lune y Aleron juntos? El arcángel soltó mis brazos y me apoyé en la zurda al caer. Estaba en guardia, lista para lanzarme, pero escuchar de nuevo la voz de Lekismon me hizo entrar en razón. -Está herido. -Soltó, y me aproximé al muchacho inconsciente. Venía acompañado de un YukimiBotamon, por lo que supuse que era un novato atrapado en el lugar equivocado, al juzgar por su galería de moretones.
-Lune, cuida del bebé. -Sentencié, y la susodicha acató mi orden al tomarlo en manos.

Con una sola mirada mía, Aleron entendió y comenzó a palpar suavemente el cuerpo del muchacho en búsqueda de rupturas o heridas. Yo me senté en el suelo, y busqué el pulso del muchacho. Seguía con vida. Me acerqué hacia su oído izquierdo, y entonces hablé con suavidad.
-Mi nombre es Elluka Clockworker, sé primeros auxilios. ¿Cuál es tu nombre? -Mi volumen era alto, tratando de seguir el protocolo al pie de la letra. Miré a mi compañero, que había comenzado a sanar el rastro de sangre. Pasé al otro oído, y repetí mi frase. -Mi nombre es Elluka Clockworker, sé primeros auxilios. ¿Cómo te llamas? -Hablé lenta y audiblemente, para después despegarme del rostro del chico, y revisar su temperatura corporal con el dorso de mi zurda.

Los ojos del chico habían destellado en azul. Elluka se había removido de su lugar, y su ceño fruncido revelaba que estaba pensando en lo mismo que yo. ¿Quién era este muchacho? Sólo había visto una vez algo similar cuando Elluka aún era una novata, y nunca con un fulgor tan notable. Los ojos de mi niña, con cerúleas corrientes de datos otorgadas por la bendición de su digisoul en el Dark Area, eran como los de él. ¿Él también había salido de ese infierno? Me costaba creer que había un caso similar en el mundo. Era angustiante.

El Yukimi Botamon del muchacho también tenía una marca extraña en su cabeza, como un hexágono. Crucé miradas con Lune, que parecía también haberlo notado.
-Aleron. -Corregí con severidad al chico, sin despegar mis manos de su cuerpo para poder terminar el proceso de sanación. -Mi nombre es Aleron. Y ella es Lune. -Proseguí, señalando con el mentón a la susodicha Lekismon, que permanecía en un silencio que podría ser timidez. Tragué saliva en cuanto terminé de repartir mi energía al muchacho a los pocos segundos, y me puse en pie para regresar a mi lugar, justo a la derecha de la sentada Elluka.
-¿Qué fue lo que ocurrió? -Cuestionó la pelirrosada mientras se cruzaba de brazos, justo después de haberse acomodado el flequillo. Sus ojos, con filo helado, estaban clavados en los ajenos, y desmenuzándolos a más no poder. Ella quería comprender de dónde salió esa peculiaridad. Ella difícilmente estaría preocupada por el muchacho, estaba seguro de que sus intenciones tras la pregunta eran otras.
-Si necesitan descansar, podemos llevarlos a una clínica en Neo Atlantis. -Lekismon intervino con torpeza, despistada por completo de la búsqueda de Elluka. Contuve una carcajada. Era inoportuno recalcarle quién era el que mejor conocía a la niña ahora.
-Sin embargo, me gustaría tener un par de respuestas antes, si no es mucha molestia. -La princesa prosiguió, refutando la oferta que acababa de realizar la inocente Lune. Entonces sonrió con siniestra amabilidad, esa media sonrisa que tanto disfrutaba regalar. Con sus ojos de cazadora, y ese rostro de porcelana, no pude evitar soltar un suspiro al ponerme a pensar en cuánto había crecido ya. Tomó la mano del chico, colocando dos dedos en su muñeca para revisar sus pulsaciones, y me hirvió la sangre ante el contraste con lo que acababa de pensar, o quizás era que me molestaba la familiaridad con la que lo trataba. -Adelante, ¿qué es lo que recuerdas? -Esperé entonces la respuesta del muchacho humano.

Arqueé una ceja al notar que el chico adivinó mi objetivo sin más, a pesar de haberse revelado nervioso ante mis atenciones. Tampoco era como que tuviera unas intenciones muy grandes de ocultarlo, pero era bueno saber que el chico no iba a ser uno fácil de masticar, como muchos otros había conocido ya. Quería divertirme un poco, para variar. Había escuchado el choque de la armadura de Aleron contra su Excalibur, habiéndose este molestado por la naturalidad con la que el castaño se había dirigido hacia mí. Alcé ligeramente una mano, y le indiqué que se calmara.
-Bastante perspicaz. -Felicité al jovencito y comencé a jugar con mi cabello, enredando un mechón en mi índice de manera desinteresada. -Para estar acompañado sólo de un Yukimi Botamon, tienes muchas agallas… Zack ¿verdad? -Analicé entonces su figura. No se le veía fuerte, e incluso su piel se notaba tersa. Esa piel de blanco porcelana me recordaba a mí cuando acababa de llegar al mundo digital: frágil, pero de alguna forma sacaba una tonta osadía. ¿Es que todos empezábamos iguales? A los pocos segundos una idea cruzó mi cabeza, e hice una mueca al percatarme de que el muchacho difícilmente podría ser un novato, no después de conocer tantos nombres de digimon. -Hiciste tu tarea, por lo que veo. Cuando yo recién llegué, no podía memorizar el nombre de los digimon con un simple vistazo. -Confesé, afilando mi mirada de nuevo y dejando ir del mechón con el que jugueteaba. Lekismon confirmó mi sentencia con una discreta risilla, quizás recordando cómo batallé para pronunciar muchos nombres. -Por lo tanto, no eres un novato, y no puedo ser suave con la gente experimentada. -Proseguí.

Me puse en pie y Lekismon limpió mi falda rápidamente, como si realmente la hubiera entrenado para ello. Me acomodé el flequillo con un solo ademán, y me acuclillé inmediatamente para ver de cerca el rostro del extraño nuevamente. -Seré directa entonces, cariño. ¿De dónde vienes? ¿Por qué tus ojos son así? -Susurré, y al mismo tiempo trataba de analizar cada detalle en el extraño globo ocular ajeno. No eran lentillas, y tampoco parecía ser un caso como el mío. Mientras más me sumergía en ese océano, podía sentir con más claridad cómo fluía el digisoul de cielo en mis pupilas, cual si estuviese reaccionando ante la singularidad ajena.

Tragué en seco al escuchar la respuesta del chico. Louise se iba a enojar. Se iba a enojar mucho. Me aproximé a ella después de que se puso en pie, esperando el momento para intervenir, y deseando que la cabeza del chico no rodara. Para mi sorpresa, ella se limitó a reir por lo bajo. Supuse que el arcángel sería el primero en saltar ante la insolencia contra su princesa, pero tampoco hizo demasiado. Él sólo permanecía ahí, esperando la siguiente indicación de la Demi God. Fue entonces que comencé a preguntarme de qué tanto me había perdido, y cómo fue que la dulce e inestable niña se convirtió en una depredadora.

Louise chasqueó los dedos, y en una inmediata reacción, Aleron se apresuró hacia el muchacho, desenvainando su espada. Utilizando su mano izquierda, tomó el cuello del suéter del chico Zack, y con la diestra sostenía a Excalibur. Entonces mi tamer se aproximó a la situación a paso ligeramente apresurado, pero siempre grácil.
-Creo que hay un malentendido aquí. -Dijo, tomando nuevamente uno de sus mechones para enrizarlo. No podía ver más que su espalda, pero podría jurar que se lo estaba comiendo con los ojos, lo sabía por esa firme postura que estaba llevando. -En ningún momento dije ¿Me responderías de dónde vienes?, o ¿Quieres decirme por qué tus ojos son así?. Creo que fui lo suficientemente directa. Aunque podría ser aun más... -Me miró después, con una media sonrisa que me costaba describir. Estaba llena de adrenalina, y llena de una soberbia furia que no terminaba de entender, que simplemente no podía asociar con el rostro de quien alguna vez fue mi tamer. ¿Quién era ella? -Lune. -Me llamó secamente, y supe qué hacer. En mis manos materialicé dos Tear Arrow, y me puse en posición de combate, apuntando a Yukimi Botamon. -No me interesa si es personal o no, así que te recomiendo que respondas rápido, y de buena manera. Si es posible, con modales. Gracias. -Volvió a mirar al chico, dejando ir de su cabello. -Volveré a preguntar: ¿Por qué tus ojos son así? ¿De dónde vienes? -Su voz se tornó cantarina. Se estaba divirtiendo. Comenzaba a sentir miedo al imaginar qué era lo que había visto en mi ausencia, me aterraba saber qué había sido lo que le había hecho perder el temor.

Ella había ignorado rotundamente el hecho de que Zack también notó la peculiaridad en sus ojos. Conociéndola, movería la historia a modo de que el chico respondiera. Ahogué un suspiro al pensar en qué estaría pasando por la cabeza de Louise. Si ese fulgor en los ojos del chico era diferente al caso de ella, tenía sus razones para desconfiar. Después de haber investigado tanto a Digital INC, después de haber frustrado un laboratorio de digisoul, que el chico fuera un agente, un espía, o un fugitivo era de consternarse. Sin embargo, sentía que estaba yendo suave. Una parte de ella quería creer que él también era un niño perdido, uno que recién había salido del infierno, y que podía empatizar con él.

Casi desenvaino a Excalibur nuevamente al ver al chico declinar la mano de Luka. Muchos hubieran dado lo que fuera por siquiera tener la oportunidad de verla de cerca, pero este chico se dedicaba a faltarle el respeto. Se estaba metiendo en mis nervios, pero Elluka parecía manejarlo demasiado bien. Se mostraba serena, con una paciencia que no le otorgó a Kagura Tenshi en su momento. Comenzaba a ver que empatizar con los demás era su mayor debilidad, pero asimismo era una virtud como heredera que era. La rosada recogió su mano, y se inclinó a ver el pequeño digivice.
-Se trata de un D-1. -Indicó, tocando con un solo dedo la pantalla. -Versátil, sí, pero es poco llamativo con respecto a otros modelos. -Se enderezó nuevamente, y cruzó sus brazos. Miró al cielo, pensativa, y volvió a clavar sus ojos en el muchacho. -Eso podría explicar tus ojos… -Musitó, pero más que querer decírselo al chico, parecía estar todavía pensando. Elluka seguía analizando las piezas en su cabeza, pero estaba impaciente por mover ya. -Los míos no eran originalmente de este color. No sé cuál es su color natural. Mis padres eran inversionistas en experimentos con temas relacionados al mundo digital, entre ellos, el novedoso DigiSoul. Trataron de asegurar que sus hijas fueran tamer al incrustarnos el digisoul de mi padre durante el embarazo. -Dijo, y tomó un mechón de su cabello. -¿Lo ves? No es tinte, así crece mi cabello naturalmente. Es por el DigiSoul rosado de mi padre. -Sentenció, y volvió a mirar al cielo, como buscando qué más debía contar.

Tragué saliva, y me resigné a que estaríamos un rato más sin encontrar la perla. Me senté en el suelo, y a Elluka no pareció molestarle, a pesar de que me vio por un segundo, dudosa de regañarme. Lune decidió acompañarme en el suelo, y ambos permanecimos silenciosos, escuchando la historia de nuestra tamer.
-Lo mismo pasa con mis ojos, antes eran rosados. Sin embargo, mi DigiSoul era celeste, a diferencia de mis hermanas y padre. Creo que fue porque yo sí fui elegida por Yggdrassil para convertirme en tamer. Después… -Parpadeó varias veces, y suspiró. Esa era la cara de la amargura del recuerdo en el Dark Area. Carraspeó. -Tuve un accidente que me llevó al Dark Area. ¿Sabes de lo que hablo? El infierno de este mundo. Mis datos se corrompieron, y mi digivice cambió. -Mostré entonces al chico mi dispositivo. Platinado, con un brillo celeste que se apreciaba contra el sol. -El DigiSoul de mi cuerpo se quedó encerrado en mis pupilas, ahora que estoy ligada a este digivice. -Dirigió sus ojos al suelo, y quedó callada unos segundos. Podía escuchar su meditación, y sus labios fruncidos la delataban. -Quizás es lo mismo que ocurre contigo, ya que tu D-1 no es compatible con el DigiSoul… Claro, es sólo una hipótesis. Aunque... La cantidad de DigiSoul que tienes debe ser exuberante como para dar semejante fulgor. -Miró nuevamente al chico, esperando una respuesta.

¿Dark Area? No, lo dudaba mucho. Sí, este era un chico bastante perspicaz, quizás hasta soberbio, pero todo su semblante indicaba que no conocía la brutalidad de ese lugar. Bien lo dijo Scott alguna vez, es casi imposible salir de ese lugar por las buenas. Su piel era demasiado blanca y suave, la manera desinteresada y prepotente con la que se dirigió a nosotros en un principio, todo era señal de que no conocía el terror genuino. No valoraba su vida, porque de hacerlo hubiera demostrado más cuando Excalibur estuvo contra su yugular. Era imposible que ese muchacho hubiera visto el Dark Area con sus propios ojos.

Afilé mis ojos, volviendo a desmenuzar la figura del chico. Debieron tenerlo en estándares muy altos como para darse aires de grandeza de ese calibre. Aún cuando no había demostrado nada, la falta de respeto a nuestro poder lo delataba. Un completo novato, pensé.

Sonreí de lado al notarlo ablandarse. Estaba tratando de reprimir algo, y por fin pude ver emociones de su parte. Medité un poco mi resuesta antes de tomar aire para hablar.
-No exactamente. -Sentencié, cruzándome de brazos. Señalé con la mirada entonces a Lune y Aleron. -Ellos son los policías. Yo soy una figura política, su jefa. -Omití todos los detalles que pude. Era fecha en la que todavía no me sabía bien el título de Demi God. No lo obtuve realmente por lo que había logrado, lo había ganado por una serie de sucesos desafortunados, en los que corazones rotos sólo trajeron destrucción. -Soy la encargada de las relaciones públicas de los Union Savers, ya sabes, la milicia de aquí. -Asumí que el chico conocía del clan y no procedí a darle más información, se le veía con conocimientos del mundo digital. De no conocernos, me parecería un charlatán más. -Mi turno. -Reí por lo bajo, y dirigí mis ojos hacia Yukimi Botamon. -¿De dónde salió esa marca? -Fruncí ligeramente los labios después, haciendo referencia el hexágono en la cabeza del bebé. Aleron se removió un poco, quizás emocionado porque finalmente había dado un paso hacia adelante.