Cast Your Fate To The Wind [Priv. Luna Kobayashi]

por Fuji Raikomaru Jue Sep 14, 2017 5:13 pm

[Bosque Máquina - Soleado - 11 AM]

Política, ese conjunto de intereses, acuerdos, reclamos y trucos para lograr pararse en un terreno firme durante los terremotos. Cómo último Alfa vigente, poseía acuerdos políticos longevos, relaciones inclusive mas antiguas que algunos de los tamer que recorrían esas tierras. Cómo Royal Knight, tampoco era la excepción. La neutralidad es algo que se apreciaba en esa época de treguas entre guerras, y mi clan había confiado en mí la responsabilidad de llegar a un acuerdo con los Union Saver. ¿El contexto? Dos tribus, mecánicas y bestiales, disputando territorio fronterizo entre sus dominios. Para evitar un derrame de sangre innecesario, y el daño al bioma, se acordó con los Union Saver un pacto de no agresión en el cual ambos asentamientos se mantendrían en sus terrenos sin invadir los limites del otro, y solo en caso de extrema necesidad, ocuparían el terreno neutral.

Para asegurar dicho trato, y su cumplimiento, yo firmé garantías. Encargándome de las comunicaciones a diario con el líder del sector mécanico para supervisar el estado de la tregua pude asegurar que la paz se cumplía, hasta recientemente.

Ya habían tres días desde que se perdió el contacto con estos doscientos refugiados del Metal Empire de antaño, quienes en su mayoría fueron compañeros míos, hermanos de armas, amigos. Un enorme portal se abrió como consecuencia en medio de la zona neutral, donde tanto los Royal Knight como Union Savers poseíamos pequeños puñados guarneciendo a modo de guardia fronteriza.

Del portal emergí con mis dos asistentes, Lilithmon y Ancient Irismon, portando mi uniforme violáceo junto con mi resplandeciente sable colgando de la cintura. Estaba molesto, preocupado y en cierta forma, decepcionado. Los Nature Spirit seguramente habían atacado, secuestrado o avasallado a los miembros del Metal Empire, y con ello, los Union Saver deberían haber sido cómplices. Avancé hasta las autoridades cercanas con el ceño fruncido, y desenfundé mi sable, apuntándolos con el mismo. — Exijo respuestas —Espeté regio inquisidor.

por Luna Kobayashi Dom Sep 24, 2017 7:42 pm

Cuando llegó a aquellas tierras, Luna tuvo que enfrentarse a las miradas de los digimon que no se vieron impresionados. Ella no tenía un porte regio y su inseguridad transpiraba, y y ni siquiera venía acompañada por digimons de gran poder o uniformes de gala.

Ropa de Luna:
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Aunque eso último era a su petición: prefería estar cómoda, pasar desapercibida. Al final pudieron equilibrar eso con un diseño más elegante para recibir a un alto cargo de los R.K. Por suerte el oonjunto constaba de capucha, y podía esconderse al abrigo de esta mientras caminaban por el pueblo. Luna intentaba hacer caso omiso a los cuchicheos. "¿Por qué los U.S no mandaban grandes huestes?" se preguntaban. Luna también se preguntaba lo mismo. Travis le había comentado que para una negociación ella combinaba perfectamente eso de ir con sumo cuidado y vigilar las consecuencias de sus acciones con ese impulso nato de proteger vidas. Halagador, pero Luna veía más bien que tan sólo dudaba demasiado y que se lanzaba a morir ante la imposibilidad de poder hacer nada para impedir todas las cosas horribles que ocurrían a su alrededor. Cuando empezó a pasar por el terreno neutral y la guarnición de los puestos fronterizos, la capucha no la salvaguardó de ver que aquella gente estaba terriblemente asustada. En sus rostros se leía que lo que menos deseban era una guerra, pero que tampoco sentían que pudieran pertenecer a otro lugar y por tanto, no podían limitarse a huir, temerosos de la reacción por un crimen que ellos prejuraban no haber hecho. Estaban contra la espada y la pared, y aunque estuvieran aliados con los U.S, ellos temían a la ira de los elegidos de Ygdrassil: los R.K.

Leonardo caminaba con semblante serio. La ira de Ygdrassil para él era injusta y temible y lo aprendió por las malas: un digimon amigo suyo, negándose a formar parte de la orden a pesar de poseer el anticuerpo X, fue asesinado ante sus ojos.

Los ojos azulados de Luna reflejaban las perturbaciones en el aire, evidencias de que un portal se abría, dando paso al R.K, que avanzó con decisión casi ciega. Era acompañado por dos hermosas y poderosas digimon como asistentes. Sólo había que observarlas: Luna estaba segura de que su poder no podía siquiera hacer rivalidad al de tan sólo una. Pero habían ido a negociar, no a pelear, fue lo que se repitió de nuevo para no mostrar lo temiblemente intimidada y desbordada que se sentía por la situación. El tal Raikomaru era uno de los tamers más antiguos y relevantes del digi-mundo, según decían, y hacía honor con su porte a ello. Se preguntó si estaba tratando con un rey diplomático o con un dios caprichoso, aunque por cómo alzó su sable hacia la garganta de Luna, más parecía lo segundo. "Aguanta, aguanta" se animó Luna, tratando de no exteriorizar su miedo. Era cuestión de respeto. Una cuestión clave y un momento crucial en el que aquel tamer iba a decidir si Luna era una piedra en el camino o alguien a quien merecía la pena escuchar. Un pulso de egos en el que la victoria sólo se lograba a través del empate. Que uno de ambos fuera tumbado significaría que las vidas que de ellos dependían se esfumarían. "Tienen que vivir. Todos. Y para eso tengo que ser valiente" se dijo Luna de nuevo para poder aguantar la sensación punzante del acero en su piel.

Leonardo se puso prácticamente cardíaco al ver a Luna siendo avasallada así, y al cánido se le erizó el pelo notoriamente. Sin duda él iba a decir algo o a abalanzarse, pero Luna le colocó con suavidad la mano delante del hocico, abriendo la mano para un mundo "espera" y un posterior gesto para que guardase silencio. Ella tampoco se movía mucho porque no quería cortarse con el sable.

"Exijo respuestas".

—No así. He venido a parlamentar y a salvar vidas.

Notaba que el traje le quedaba treinta tallas más pequeño, pero siguió controlando la respiración. A ella no le importaba tanto el "orgullo" de clan que debiera demostrar. Se quitó la capucha, dejando al descubierto su frágil, pálido y blanco rostro pero a la vez esa mirada que, poco a poco, se hacía más valiente. Que se volvía fuerte y digna si se trataba de que nadie muriera.

—Máteme aquí mismo, si le he contrariado. Máteme y demuéstreles a todos que los clanes sólo se preocupan del ego de una imaginaria institución—le dijo Luna, todo lo serenamente que pudo. Aunque sonase como una provocación lo cierto es que no lo era. En su fuero interior se gritaba a sí misma por qué estaba retando al R.K a que la matase. "¿¡Desde cuando es inteligente eso...!?" pensaba. Pero sabía que en cierto modo tenía que demostrar al R.K un mínimo de impresión para que no decidiera lanzar sus huestes hacia esos digimon. Luna se esforzó por mirar a los ojos violetas de Fuji, sintiendo que aupaba desde lo más hondo de sí la valentía que tenía. Y es que a veces sólo cuando se tiene miedo se es valiente. A veces hablar con honestidad era suficiente, por eso pudo hacer algo tan difícil para ella como mirar a los ojos a otra persona—Mis digimon y yo hemos venido con un objetivo, por encima de cuestiones de clanes. Hemos venido a impedir que nadie muera.

por Fuji Raikomaru Lun Sep 25, 2017 3:43 am

Podía percibir el terror corriendo por el cuerpo de la contraria, la observé de pies a cabeza, su cuerpo tenía buenas proporciones, su rostro era de facciones agraciadas, claramente japonesa. Poco a poco, a medida que su hablar prosiguió, guardé nuevamente mi sable tras ondearlo hacia el suelo cual guillotina demostrando la fiereza de mi manejo en cuestión, una advertencia tal vez, o un signo de respeto. Pese al miedo de la contraria, ella se había contrapuesto a sus instintos para apelar

al razocinio, a la moral. Eso era el sentido humano mas bello, la valentía real, no era la falta de miedo como la que yo poseía, si no la clara presencia del mismo, y el anhelo de superarlo, o cargalo a cuestas aceptandolo. — No creo que entregando tu vida al primer interesado impidas que alguien muera, por lo pronto... Tú lo harías mademoiselle —Nuevamente exclamé, buscando en la cigarrera de plata de mi bolsillo trasero, un cigarro de tabaco armado a mano.

Lo posé entre mis labios, y con una llama de digisoul lo encendí. Llevé mi vista viperina a las cercanías, analizando de forma fría y meticulosa a cada uno de los presentes. Finalmente, mi atención se devolvió a la contraria. — Mis protegidos, quienes han pedido a los Royal Knight que abogen como sus mediadores en el trato de páz han desaparecido ¿Que sabes al respecto? Si no obtengo una respuesta, las haré aparecer, llames como quieras llamar a mi actitud o mis formas, todo crimen tendrá un castigo de igual peso —Finalicé, pero Dahlia parecía mas concentrada en analizar la actitud de los presentes. Inclusive los cambios en el viento, del cual ella era matriarca, podía decirse que empezaba a notar lo que yo, ignoraba.

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