Pacem in Terris [Priv. Hibiki]

Haciendo una recapitulación de todo lo que habían hablado desde la presentación del albino ante el castaño y su compañero, estos últimos no habían hecho nada más que interrogarle, hacerle preguntas de lo que claramente no manejaban, además de en algunas situaciones ir incluso un poco más allá de lo que en realidad debían de saber, y la curiosidad tal como una virtud y al mismo tiempo un peligro bien el castaño ya sabía que debía de detenerse, pues en el terreno en el cual se estaba adentrando no era exáctamente el más seguro, por lo que a pequeños y precisos pasos debía de seguir avanzando, aquel hombre poseía un poder fuera del entendimiento, y aquella última respuesta a una de sus interrogantes se había respondido por sí sola, no tenia permitido hablar más sobre el tema, por lo cual Hibiki intuyó varias cosas, varias.

—Lo siento.— Y sonrió ladino mientras sobaba su propia nuca con falsa vergüenza y nulo nerviosismo, estaba siendo precavido. —Quizás sí indagué demasiado.—

La forma en la cual los Digimon de aquel lugar actuaron tras la llegada del grupo, haciendo especial énfasis en Kyrie realmente era impresionante, después de todo claro estaba que no era ni por él mismo ni por su Dracomon que se habían arrodillado todos y cada uno de estos, ¿cómo era posible que no conociese su existencia desde antes?, aquello le dejaba sorprendido, mas no era tiempo para mantenerse así.

—No preguntes, solo bebe.— Contestó el castaño con aún media sonrisa plasmada en su expresión, no planeaba envenenarle, además de que claro, seguramente era imposible hacerlo, pero el punto era que prefería que lo probase antes de que preguntase, literalmente, estar más cerca y confiar de su pueblo. Hibiki revisó sus bolsillos, mas no encontró ningún bit, los había dejado todos en los cuarteles de la US, claramente un descuido demasiado grande, y odiaba admitirlo, pero el dinero podía llegar a ser completamente necesario.

—Disculpa, me quedé sin dinero.—

Hibiki simplemente no pudo evitarlo, mas acabó soltando una leve risilla inocente tras notar como su acompañante de forma impulsiva de una sola vez había intentado beber del contenido de la taza y había acabado quemándose, típica reacción al intentar beber aquel líquido cuando este se encontraba aún a muy altas temperaturas al tratarse de agua caliente recién salida de una tetera la cual reposaba sobre el mostrador. Al parecer Kyrie realmente no era conocedor de cosas terrenales como las eran aquellas, pero si al tratarse de una no-persona de tales modales y claramente una racionalidad, ¿qué era lo que haría en sus tiempos libres?, en su momento el castaño había imaginado que quizás leer algún libro y beber una taza de té, sin embargo lo recién sucedido le dejaba muchas más dudas las cuales prefería mantener en secreto, eran cosas banales para lo que acontecía, no era una investigación.

—...vaya.— Sí, el humano quedó claramente impactado por la cantidad de dinero que había aparecido y había sido entregado al Tentomon y su tamer como pago. Sopló el contenido de su bebida y bebió un poco de esta, Dracomon por su parte también intentó beber, pero de forma impulsiva al igual que el albino.
—¡¡AAAAAAAAAAAH!!.— Soltó la taza sobre el mesón y comenzó a correr para todos lados. —QUEMA, QUEMA, ¡QUEEEEEEMA!.— Gritaba casi como un loco, dejando un tanto avergonzado a su tamer, ¿cómo se podía quemar siendo UN DRACOMON?, ¡Siempre salía fuego desde allí!.
—Basta.— Le zapeó en media carrera haciendo que este cayera de espalda al suelo, lugar donde se quedó en todo momento, había sido bastante cómico.

Hibiki volvió a beber y miró luego al Digimon y tamer que aún seguían festejando literalmente sobre la tina de dinero en la cual habían acabado, era interesante la forma en la cual algunos Tamer en conjunto a su Digimon podían tomarse la vida en el Digimundo, no eran como él y Dracomon que buscaban hacerse más fuerte y llevar a cabo la justicia que sus ideales dictaban, el honor y la honradez, el proteger a los débiles y buscar igualdad, algo quizás utópico, pero que él confiaba podía hacer posible.

—¿Y bien?.— Dio un sorbo más y sonrió. —¿Te ha gustado?.—

—Permíteme preguntar de forma distinta.— Lo pensó por unos momentos mientras daba un último sorbo a la taza y tragaba. —¿Te ha parecido agradable el sabor?.— Acto seguido dejó igualmente el recipienten un hueco que logró encontrar en el mesón que seguía aún completamente tapado en bits, pues el supuesto ser divino el cual le acompañaba había sido un poco demasiado generoso en cuanto a la paga que les daría por aquellas simples bebidas que aunque baratas poseía un sabor único, especial, la verdad el castaño jamás había bebido algo similar.

—¿A mí?.— Preguntó un tanto ingenuo el Dragón que se mantenía aún tumbado en el piso observando el cielo después de tal escándalo que había provocado para volver a colocarse de pie e ir en búsqueda de su cuenco cuyo líquido que poseía dentro ya se había enfriado, y con el apetito e impaciencia que le caracterizaban bebió todo el contenido de una sola vez, un poco más y también se había tragado la taza, sin embargo su tamer logró detenerla mientras esta ya estaba entre sus fauces, ¡una vez más Hibiki había salvado el día!. Los ojos del dragón se iluminaron, pues el sabor le había dejado una sensación tan agradable que no podía describirlo, sin embargo el Tamer le dedicó una mirada asesina, no irían a por otra. —ME GUSTAAAA.— Contestó a la interrogante que Kyrie le había planteado.

Hibiki siguió el paso de su acompañante y tras observar a aquellos Kotemon que con sumo cuidado daban forma a aquel caliente metal para hacer armas solo se centraban en su rubro. Mientras tanto, un sigiloso Dracomon ya había vuelto con una taza más de aquella bebiba que había logrado satisfacer su paladar.

—No pareces venir muy seguido a este terreno, ¿no?.— Soltó un corto suspiro y le observó con sus ojos carmesí. —Los humanos y los Digimon pueden compenetrarse de forma positiva.— Algo que muchas personas habían negado al ver a los Digimon tan solo como mascotas o armas para sus propios fines, ¿qué era Dracomon?, era su compañero, su compinche, su amigo.

El castaño no podía negarlo, de todos modos la mentalidad del contrario no era cerrada como podía pensar cualquiera sobre algún religioso, pues por lo menos así era como estos se comportaban en el mundo humano, siendo personas de mentalidad cerrada que usualmente no aceptaban del todo el pensamiento de los demás cuando afectaba diréctamente a su creencia, pero aquello dicho por el albino tomó por sorpresa al tamer, pues "Si los digimon incorporan creencias y costumbres humanas, y se alejan de sus raíces, entonces sería preferible que convivan en el mundo de sus compañeros con ellos" no era algo que hubiera esperado para escuchar para nada, mas lo siguiente sí se lo había esperado, sin embargo le relajaba que en ningún momento hablase literalmente sobre el destierro de la especie del mundo digital, porque vamos, eso sí hubiese desencadenado una guerra civil, ¿quién lograría tomar la delantera?, desconocido.

El joven de ojos rojos no podía negar lo afirmado por Kyrie, pues en parte algunos humanos si transgredían al mundo digital de variadas formas, como por ejemplo el pasado lugar de contrabando asaltado por el humano y Fukuro, lugar donde acabarían con la vida de algunos humanos (más bien, Fukuro lo había hecho) y volverían a unos Keramon a la digitama, ¡utilizaban el lugar para llevar a cabo sus fechorias!, era inaceptable, eso lo sabía cualquiera con un mínimo sentido de la justicia desde el lado que se le viese.

Las bestias sagradas, sí, conocía bien la historia, después de todo la división en la cual había sido colocado seguiría la leyenda de las cuatro bestias sagradas, y bien había oído de algo sobre la historia de los olímpicos durante su corta estancia en la Union Saver, lugar donde había aprendido varias cosas por lo menos de momento.

—Está bien, será mejor que deje de decir cosas.— Sonrió con falso nerviosismo mientras aún observaba a los herreros con los metales al rojo vivo. Lo único que estaba logrando al parecer era agobiarle además de estresarle con tanta plática sobre el mundo digital, por lo que tuvo que abstenerse de hacer preguntas sobre la historia de los dioses de la iliada, además de que claro, el tiempo al contrario se le estaba acabando.