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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
¡Bandidos en la playa! [Priv. Diana, Guillem, Hibiki, Yang]
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¡Bandidos en la playa! [Priv. Diana, Guillem, Hibiki, Yang]
*En una pequeña población costera, durante la madrugada...*
Cuando las barcas atracaron en la playa, los Gomamon aún dormían. Silenciosas, se habían deslizado por las aguas nocturnas hasta tocar la arena. Las hogueras de la celebración que aquellos Gomamon habían hecho para atraer la buena pesca y la prosperidad se estaban apagando, languideciendo hasta ser pequeños puntos de luz sobre arena oscura. Ellos, ajenos a aquellos que desembarcaban, dormían sin preocupación. Las figuras embozadas de los bandidos avanzaban ante sus desprevenidas presas.
—Nghn... ¿qué... qué pasa...?—masculló uno de los Gomamon, agitándose antes de entreabrir uno de los ojos. Se asustó mucho al ver la actitud de aquellos digimon—¡Por favor, no lo hagan!
A pesar de sus protestas, aquellos bandidos saquearon todo el lugar y los pequeños Gomamon sólo pudieron observar cómo, en aquellas barcas, se alejaba el fruto de su trabajo.
*En el pueblo playero, poco antes del mediodía*
Como en cada mañana las trompetas se Seahomon indican que la marea había bajado y que ya es hora de levantarse para recolectar el fruto del mar: los digimon buscan los abundantes peces que nadan en esas aguas de topacio, peces que parecen tan numerosos como las gotas del mar. En las orillas aledañas al Pueblo Playero se amontonan redes y barcas preparadas para salir a faenar. El lugar no tiene nombre oficial más allá de Pueblo Playero, sin embargo, es muy reconocible por cómo las casas de cáñamo, barro, madera, paja y hojas de palmeras se apilan en las entrañas de un acantilado situado junto al mar. En las zonas más bajas las chozas se constriñen y empujan a pocos pasos de la espuma que las olas dejan en su ir y venir. Sin embargo escaleras y pasarelas permiten ascender a toda una colección de terrazas al aire libre, puestos de pescado frito y marisco y a las dependencias del líder del lugar, Seahomon.
¡Bienvenidos a Pueblo Playero!
—Nghn... ¿qué... qué pasa...?—masculló uno de los Gomamon, agitándose antes de entreabrir uno de los ojos. Se asustó mucho al ver la actitud de aquellos digimon—¡Por favor, no lo hagan!
A pesar de sus protestas, aquellos bandidos saquearon todo el lugar y los pequeños Gomamon sólo pudieron observar cómo, en aquellas barcas, se alejaba el fruto de su trabajo.
*En el pueblo playero, poco antes del mediodía*
Como en cada mañana las trompetas se Seahomon indican que la marea había bajado y que ya es hora de levantarse para recolectar el fruto del mar: los digimon buscan los abundantes peces que nadan en esas aguas de topacio, peces que parecen tan numerosos como las gotas del mar. En las orillas aledañas al Pueblo Playero se amontonan redes y barcas preparadas para salir a faenar. El lugar no tiene nombre oficial más allá de Pueblo Playero, sin embargo, es muy reconocible por cómo las casas de cáñamo, barro, madera, paja y hojas de palmeras se apilan en las entrañas de un acantilado situado junto al mar. En las zonas más bajas las chozas se constriñen y empujan a pocos pasos de la espuma que las olas dejan en su ir y venir. Sin embargo escaleras y pasarelas permiten ascender a toda una colección de terrazas al aire libre, puestos de pescado frito y marisco y a las dependencias del líder del lugar, Seahomon.
¡Bienvenidos a Pueblo Playero!
- Foto del lugar:
Luna trataba de recordar las indicaciones que hacía unos diez minutos un Crabmon le había dado para llegar hasta el lugar acordado:los carteles de madera, además de ilegibles, confundían más que aclarar por cómo algunos estaban movidos y doblados por las ráfagas fuertes de viento. Seahomon los había citado en la zona alta de Pueblo Playero —a Luna francamente le daba algo de lástima bajar la cabeza y ver cómo los digimon de varios metros más abajo arrastraban redes y utensilios de pesca—. Pero ella nunca había estado allí así que el Pueblo Playero se le antojaba como un laberinto. Tras unos minutos preguntando, caminando, y repetir dicho proceso varias veces, consiguió encontrar el lugar que buscaba. O eso dedujo, al ver a un digimon en forma de tortuguita (Kamemon) acercándose hacia ellos como si los hubiera reconocido. Luna suponía que no de no debía ser tan usual que humanos pasearan por allí.
—¡Ah! Ustedes vienen de parte de los U.S, ¿no?—preguntó Kamemon—¡Síganme, síganme!
Kamemon comenzó a guiarlos mientras que seguía hablando. Sin duda por lo acelerado que iba Luna estaba segura de que o quería encargarse del asunto pronto o simplemente era de personalidad nerviosa.
—Espero que no se ofendan porque Seahomon no los reciba en persona: es un digimon muy ocupado. Me ha pedido que les pida disculpas de su parte. Yo soy Kamemon y el propio Seahomon me pidió que me encargase de vuestro recibimiento.
Por el tono orgulloso en que lo dijo, Luna estaba segura de que Kamemon estaba contento por haber recibido dicha tarea.
—No se preocupe por eso, señor Kamemon. No quisiéramos provocar interrupciones innecesarias a Seahomon—fue lo que dijo Floramon de manera educada.
—Mientras los otros tamers llegan, podrán deleitarse con las terrazas privadas. Normalmente las alquilamos por una alta cantidad de bits pero pueden considerarse afortunados: Seahomon ha dado permiso expreso para que la usen.
Kamemon los guió con paso rápido entre puentes colgantes y escaleras: Luna se alegró de que lo hiciera, era tan laberíntico que no habría sabido guiarse. Las dependencias de Seahomon parecían encontrarse en la parte de la roca que daba al mar, al contrario del Pueblo Playero, cuyas vistas daban a los acantilados que lo rodeaban. Luna no sabía si simplemente era una negada para la orientación o ciertamente el camino entre los puentes y las peñas era laberíntico. Les llevó casi tres minutos subir unas escaleras que llevaban a una de las construcciones más altas de Pueblo Playero y Luna estaba algo tensa porque no era precisamente amiga de las alturas. La cabaña y la terraza le recordaron a los hoteles paradisíacos de Hawaii en mitad de la playa. Como el resto de construcciones se mimetizaba con la roca y a pesar de la madera pintada, a Luna le seguía pareciendo una extensión frágil de la roca. De hecho, en la terraza, podía ver pequeños huecos entre los tablones, huecos por los que una moneda se precipitaría hasta el lejano abismo de rocas y mar. Había sofalitos de mimbre blanco con cojines de color mostaza rellenos de algún tipo de planta esponjosa y mesas de madera pequeñas y circulares. Unas sombrillas improvisadas con madera y telas blancas y finas proyectaban una agradable sombra sobre los sofalitos y mesas. Sin embargo lo verdaderamente especial eran las vistas e incluso había una baranda de madera para apoyarse y admirar el paisaje.
Kamemon sonrió con suficiencia al ver la cara de sorpresa y admiración que los tres ponían y tras disfrutar unos segundos de dichas caras, anunció:
—Iré a recibir al resto. Mientras tanto, pónganse cómodos y disfruten de las bellas vistas.
El digimon caminó con prisa: Luna estaba segura de que esperaría a los demás en el mismo punto en el que los había esperado a ellos.
Una vez Kamemon se fue, Luna no pudo evitar decir:
—Si es una sala de negociaciones, he de reconocer que esa brisilla que sopla te deja bastante relajado y más después de esa caminata.
Cansada por las escaleras, Luna decidió sentarse en una de las sillas de mimbre, justo debajo de la sombra para evitar que le diera una insolación por aquella subida sin piedad: se dijo que quizás debía hacer un poco de deporte pero el pensamiento vino y se fue como una centella. Luna se percató de que desde aquella terraza con la mirada se podía seguir el rastro de las playas de arena blanca extendiéndose a lo lejos hasta donde no podía ver más, salpicadas de las siluetas de poblados con chozas de cáñamo a pie del mar, muy pequeños pero dispersos abundantemente aquí, allí y más allá. No sabía si sólo era una sensación, pero estaba segura de que el digi-mundo era muchísimo más extenso que el mundo humano.
Floramon caminó hasta la baranda, exclamando:
—¡Mirad! Este mar es tan azul que apenas distingo la línea del cielo y el mar. Y puedo ver toda la costa.
Leonardo también se apoyó sobre la barandilla y aunque no dijo nada se lo veía impresionado: al fin y al cabo, él venía del desierto digital, un lugar donde el agua escaseaba. Aunque no era la primera vez que lo veía ver una cantidad tan grande de agua junta no era algo a lo que se acostumbraría.
—¿Y esa isla allí a lo lejos?
—Es la Isla File. Una vez estuve allí.
—¿Qué aspecto tenía?—le preguntó Floramon con curiosidad. Le fascinaba la cantidad de mundo digital que Leonardo había visto cuando era más joven y se dedicaba a ser un mercenario.
—Es como concentrar todas las áreas del digi-mundo en una isla diminuta. Bueno, relativamente diminuta, teniendo en cuenta los ecosistemas que abarca—le explicó Leonardo, tras unos segundos buscando la impresión que había tenido.
Luna se llevó las manos a la nuca, abriendo los codos y cerrando levemente los ojos, disfrutando del refugio al calor que daba la sombra que la sombrilla proyectaba mientras estiraba una pierna y cruzaba otra, oyendo a Leonardo explicarle a Floramon cosas sobre la Isla File. Luna maquinó que, quizás, era una isla artificial o bien la primera isla creada en el mundo digital, algo así como una “prueba”: igualmente sus pensamientos no tenían mucho valor porque nadie sabía con certeza segura y real cómo se había creado el mundo digital. Como la eterna pregunta de quién creó la Tierra como planeta, o más bien, quien puso o como se puso en marcha el universo, era un misterio.
Más importante, con tanto kilómetro de playa delante de sus narices, ¿cómo iba a encontrar a esos bandidos? No tenía plan A, B o C. Supuso que quizás se estaba adelantando: lo primero era saber qué tipo de personas se habían interesado por cazar a aquellos bandidos.
Off: Pues primero las presentaciones. Si queréis que cambie algo, me decís :3 Podeis usar a Kamemon como queráis, su misión es básicamente guiaros hasta la terraza.
- Tamer & Digimon
- Faltas :1Prueba de Rol :ADigi Puntos :402Ficha :Nivel On Rol :RookieNivel On Rol de los Digi Aliados :Leonardo
Champion
Icono :Rango y Unidad :Luna Naitoenjeru
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield Tortule
Flora
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield Tortule
Rango y Unidad Digi Aliado :Leonardo
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TortuleInventario :
Luna Kobayashi
Re: ¡Bandidos en la playa! [Priv. Diana, Guillem, Hibiki, Yang]
- Apariencia:
- Lo se, es muy guapo, no se enamoren pls .
- Linea.:
- Eh visto que Leonardo es un Gaomon, mi compañero, sera también un Gaomon
Ahora dejando eso de lado, si no te importa, podrías pasarme la linea de Floramon y de Leonardo para así verla?
Me encontraba totalmente desorientado, acababa de pasar un portal hacía un nuevo mundo, todo por ser uno de esos ''niños elegidos'' o algo así, lo bueno, es que me estaba esperando quien es mi compañero, quien se nombro como Wanyamon, no me importa mucho el nombre puesto que estaba pensando en uno mejor.
El paisaje era precioso, una hermosa playa de agua cristalina y arena fina, el señor y su compañero me dijeron que debía ir a un poblado que se encontraba mas adelante, que allí tendría mi primera misión, que un digimon con apariencia de tortuga me estaría esperando, no supe bien que decir, puesto que el chico abrió un nuevo portal y desapareció junto a su compañero.
Bueno, parece ser que nos quedamos solos, ahora debemos ir a ese poblado que a dicho el.-dije mientras comenzaba de nuevo la marcha y miraba las aguas.
¿Porque no practicamos un poco de ese Kung-Fu tuyo?-preguntaba Wanyamon mientras daba saltitos junto a mi.
No estaría mal practicar, pero debo hacer la misión que dijo el, puede que en ese poblado podamos comer, después de eso practicaremos.-respondí mientras lo cogía en brazos.
Seguí caminando hasta así divisar el poblado, era precioso, estaba en un acantilado, eso me recordaba un poco a casa... Camine hasta llegar a la entrada del pueblo. Las casas eran de cáñamo, barro, madera, paja y hojas de palmeras, muy modestas, aunque con el material de aquí me parecen muy buenas.
Bueno, ahora debemos encontrar al digimon que nos dijo y así comenzar la misión...-dije mientras miraba a los digimon para así intentar encontrar a dicho digimon.-Si lo encuentras dímelo, ¿vale Lán?-dije dejando al pequeño en el suelo.
¿Lán, acaso ese es el nombre que me quieres dar?-dijo mientras me miraba fijamente.
Si, en mi país significa azul y te queda muy bien, puesto que tu pelo es azul no crees.-respondí sonriendo.
No puedo discutir contra esa lógica...-dijo mientras reía y buscaba al digimon tortuga.
Buscamos aproximadamente durante casi dos horas... Pensé que no lo encontraríamos, hasta que alguien toco mi espalda, lo que hizo que rápidamente diera un salto hacía delante y me pusiera en guardia con los brazos en posición para atacar, la cual relaje, al ver que el que me toco la espalda era el digimon que buscábamos o eso pensaba.
¿Tu eres uno de los Tamers que están aquí por la misión verdad?-pregunto el digimon con apariencia de tortuga mientras reía por mi reacción.
Si, estoy aquí por la misión.-respondí de manera seca mirando al digimon, mientras me mantenía en guardia.
-Debes relajarte mas, en este pequeño poblado no mordemos, o al menos no todos, soy Kamemon, mucho gusto, ahora seguirme, ya hay una persona esperando y mas vale que no espere mas.-dijo mientras comenzaba a caminar para enseñarnos el camino.
Lo siento, es normal para mi estar en guardia y claro, no hagamos esperar a nuestro compañero...-dije cogiendo a Lán en brazos y poniéndome en marcha tras Kamemon.
Caminamos hasta llegar a una terraza donde se encontraba una hermosa joven de cabello azabache, que portaba unas gafas. Junto a ella se encontraba una especie de planta humanoide y un perro de pelaje azul que portaba unos guantes de boxeo.
Bueno, aquí os dejo, hablar entre vosotros y conoceros.-dijo Kamemon mientras daba media vuelta y comenzaba a marcharse de nuevo.
Perfecto, bueno, yo me llamo Yan y este pequeño se llama Lán, encantado de conocer a una chica tan guapa como tu.-dije dando una pequeña reverencia.-Conque nosotros somos compañeros en esta misión...¿Y de que consiste exactamente?-pregunte mientras me sentaba y miraba a la hermosa joven.
- Invitado
Invitado
Re: ¡Bandidos en la playa! [Priv. Diana, Guillem, Hibiki, Yang]
Guillem y Tina andaban desorientados por entre las construcciones de paja y madera buscando el punto de reunión. Habían llegado a Pueblo Playero la noche anterior, atraídos por la luz proveniente de la roca y decidieron dormir allí. Encontrar alojamiento había resultado sencillo, pues en la parte alta de la roca abundaba el negocio del turismo, el problema se presentó cuando por prudencia el humano preguntó con antelación el precio y se dio cuenta que ni siquiera conocía el sistema económico de ese mundo así que acabaron durmiendo al raso, cosa que tampoco es que fuera algo fuera de lo habitual.
A la mañana siguiente oyeron comentar algunos Seahomon sobre ataques de bandidos en la playa. Viendo en esos criminales una gran oportunidad para aumentar su fuerza Tina pidió más detalles a los digimon marinos, los cuales, pese a mostrarse reacios al principio a implicar en el asunto a quien veían como una niña (Que técnicamente lo es), terminaron informando a la pareja sobre una convocatoria que el líder del lugar había hecho con el fin de reunir un grupo para que se encargaran del problema.
A pesar de las protestas iniciales de la diablilla, que ya había notado que trabajar en equipo implicaba bastantes críticas a la hora de matar, Guillem consiguió convencerla de que ir en grupo sería más prudente y seguro que simplemente ir por su cuenta.
Eso había ocurrido ya hace unas horas, en las cuales habían sido incapaces de encontrar la menor pista del punto de reunión. La Impmon, totalmente frustrada, dio una patada a una piedra suelta mientras gritaba con toda su rabia para desahogarse - ¡Estoy harta! ¡Jamás encontraremos ese maldito lugar!
La piedra salió volando para terminar aterrizando en la cabeza de un Kamemon y provocando que su casco repicara como una campana.
- ¡Tina! - Ante la indignación de su compañero la diablilla se encogió, viéndose aún más pequeña que de costumbre. Con un suspiro de resignación Guillem fue a disculparse - ¿Te encuentras bien? Perdona a mi compañera, no suele fijarse en lo que hace.
La tortuga digital se apresuró a quitarle importancia - Oh, tranquilo. Estoy acostumbrado a golpear con la cabeza. Ni siquiera me ha dolido. - El digimon acuático se tomó un momento para observar al humano antes de continuar - Por cierto. ¿Por casualidad no estaréis aquí por el asunto de los bandidos?
El adolescente tan solo asintió mientras indicaba a Tina que se acercase. Ante esta respuesta el Kamemon abrió la puerta e invitó al dúo a entrar - En ese caso seguidme, os llevaré con los demás.
Tras varios minutos andando por varios puentes colgantes sobre las peñas hasta llegar a un mirador de esplendidas vistas con algunos asientos y mesas blancas con telas del mismo color para cubrirse del sol. Allí había dos humanos y tres digimon; un joven atlético y de cabello negro largo con el pecho al aire y un tatuaje de flores en el tórax, una chica de pelo también negro pero ligeramente azulado con gafas y aspecto apagado, al lado del chico musculado había un pequeño Wanyamon y, mirando por la barandilla, un Gaomon y una Floramon conversaban.
- Bueno, os dejo, he de ir a ver si viene alguien más. - Con esas palabras el Kamemon bajo por las escaleras.
Tina, con su extroversión habitual fue quien tomó la iniciativa - ¡Buenas! Podéis llamarme Tina, esto es Guillem, mucho gus… - El adolescente miró mal a su compañera por su forma de referirse a él pero esta, sin siquiera prestar atención a nada más, se lanzó a toda velocidad hacia el joven de pecho desnudo para invadir completamente su privacidad dando golpecitos con el dedo a sus músculos - ¡Caramba! ¿Qué entrenamientos haces tú?
Viendo que no había forma de reprimir a su compañera sin empeorar la situación, Guillem se limitó a saludar con la mano y se dirigió a admirar las vistas a cierta distancia de los dos digimon que conversaban, para no importunarlos.
A la mañana siguiente oyeron comentar algunos Seahomon sobre ataques de bandidos en la playa. Viendo en esos criminales una gran oportunidad para aumentar su fuerza Tina pidió más detalles a los digimon marinos, los cuales, pese a mostrarse reacios al principio a implicar en el asunto a quien veían como una niña (Que técnicamente lo es), terminaron informando a la pareja sobre una convocatoria que el líder del lugar había hecho con el fin de reunir un grupo para que se encargaran del problema.
A pesar de las protestas iniciales de la diablilla, que ya había notado que trabajar en equipo implicaba bastantes críticas a la hora de matar, Guillem consiguió convencerla de que ir en grupo sería más prudente y seguro que simplemente ir por su cuenta.
Eso había ocurrido ya hace unas horas, en las cuales habían sido incapaces de encontrar la menor pista del punto de reunión. La Impmon, totalmente frustrada, dio una patada a una piedra suelta mientras gritaba con toda su rabia para desahogarse - ¡Estoy harta! ¡Jamás encontraremos ese maldito lugar!
La piedra salió volando para terminar aterrizando en la cabeza de un Kamemon y provocando que su casco repicara como una campana.
- ¡Tina! - Ante la indignación de su compañero la diablilla se encogió, viéndose aún más pequeña que de costumbre. Con un suspiro de resignación Guillem fue a disculparse - ¿Te encuentras bien? Perdona a mi compañera, no suele fijarse en lo que hace.
La tortuga digital se apresuró a quitarle importancia - Oh, tranquilo. Estoy acostumbrado a golpear con la cabeza. Ni siquiera me ha dolido. - El digimon acuático se tomó un momento para observar al humano antes de continuar - Por cierto. ¿Por casualidad no estaréis aquí por el asunto de los bandidos?
El adolescente tan solo asintió mientras indicaba a Tina que se acercase. Ante esta respuesta el Kamemon abrió la puerta e invitó al dúo a entrar - En ese caso seguidme, os llevaré con los demás.
Tras varios minutos andando por varios puentes colgantes sobre las peñas hasta llegar a un mirador de esplendidas vistas con algunos asientos y mesas blancas con telas del mismo color para cubrirse del sol. Allí había dos humanos y tres digimon; un joven atlético y de cabello negro largo con el pecho al aire y un tatuaje de flores en el tórax, una chica de pelo también negro pero ligeramente azulado con gafas y aspecto apagado, al lado del chico musculado había un pequeño Wanyamon y, mirando por la barandilla, un Gaomon y una Floramon conversaban.
- Bueno, os dejo, he de ir a ver si viene alguien más. - Con esas palabras el Kamemon bajo por las escaleras.
Tina, con su extroversión habitual fue quien tomó la iniciativa - ¡Buenas! Podéis llamarme Tina, esto es Guillem, mucho gus… - El adolescente miró mal a su compañera por su forma de referirse a él pero esta, sin siquiera prestar atención a nada más, se lanzó a toda velocidad hacia el joven de pecho desnudo para invadir completamente su privacidad dando golpecitos con el dedo a sus músculos - ¡Caramba! ¿Qué entrenamientos haces tú?
Viendo que no había forma de reprimir a su compañera sin empeorar la situación, Guillem se limitó a saludar con la mano y se dirigió a admirar las vistas a cierta distancia de los dos digimon que conversaban, para no importunarlos.
Guillem Telast
Re: ¡Bandidos en la playa! [Priv. Diana, Guillem, Hibiki, Yang]
Hacía prácticamente menos de un día que, tras una serie de acontecimientos, habría el azabache terminado por dar con una fémina de rubios cabellos, aparentemente nueva en aquel extravagante mundo que seguramente debía suponer para ella. Los sucesos, por común, habían sido para nada normales, pero bueno, ¿qué menos se podía esperar del Mundo Digital?, prácticamente cada caminata terminaba siendo una nueva aventura, y por lo mismo, por lo menos en su caso, terminaba siendo una nueva oportunidad para usar sus puños. Jamás había sido alguien precisamente violento, sin embargo, el poder que le entregaba el Digisoul no era algo que llegaría a desaprovechar.
—¿Podemos irnos ya? —bufó el ser alado, mientras que al mismo tiempo rodaba los ojos. Parecía algo disgustado, quizás molesto, probablemente cansado —Vayámonos de aquí — Hibiki solo esbozó una ligera sonrisa y dejó escapar una tenue carcajada entre dientes. Volteó a ver a sus compañeros, y próximo a aquello, fijó su mirada ante Eddeana, la mujer a la cual había ayudado, y luego al ser alado que, por casualidad, era de la misma especie de Joker: Un DemiDevimon.
Buscó por un momento el azabache la oportunidad para hablar, sin embargo, una intromisión que vibró en uno de los bolsillos de su chaqueta llamó su atención, próximo de un sonido similar a un tintineo; era su Digivice, el cual, aparentemente traía una llamada entrante. Hizo una señal en forma de pausa para que, ojalá todos pudieran mantener el silencio por un instante quizás no muy largo. Comenzó a oír lo que se le decía, y asintiendo varias veces, tras el pasar de un par de minutos, él mismo se encargó de colgar.
—Llamaron del cuartel general —soltó un leve suspiro, pues la sola expresión del DemiDevimon compañero que tenía, ya era de pocos amigos. Por otra parte, los ojos del Dracomon brillaban, y de igual manera, la BlackGatomon parecía tan relajada como siempre —Según parece, requieren de nuestra asistencia en un asentamiento no muy lejano de aquí, en Pueblo Playero. Ya confirmé nuestra participación, así que... —volvió a dirigir su mirada instantáneamente hacia sus compañeros, pues bien ellos sabían que de no querer participar, podría solo entrar al Digivice o no. Por alguna razón, Yumi jamás había querido entrar, y aquella tampoco fue la primera vez. Próximo, observó a —Escucha, no tienes que venir con nosotros si no quieres. —llevó la zurda hasta su nuca, estaba en una situación complicada —Prometí que te llevaríamos hasta alguna ciudad, y lo haremos, pero no podemos dejar de lado este asunto —suspiró.
Sin más, observando el mapa que dibujado estaba en la pantalla de su IC, comenzó a caminar a paso raudo al lugar destino. Pueblo Playero.
Algo de tiempo pasó, hasta que, finalmente se vio cercano al lugar objetivo. Expectante se mantuvo ante el firmamento, pues honestamente, jamás había visto un lugar con precedentes como los que ahí concurrían. A diferencia de los asentamientos anteriores, ahí podía sentirse a viva piel la brisa marina y las refrescantes ráfagas de viento. Las estructuras, aparentemente peligrosas cual acantilados podían provocar algo de inquietud en aquellos que sufriesen vértigo, sin embargo, ningún problema traía la triada que siempre acompañaba al tamer. Por otra parte, bien esperaba que la princesa de Noruega tampoco trajese problema alguno ante la situación.
Inquieto comenzó a observar hacia todas partes, pues a pesar de encontrarse en el lugar estipulado y marcado en el mapa, ningún atisbo o señal había en las proximidades de que realmente fuese el lugar correcto, sin embargo, de la nada, e incluso de forma algo tétrica, un digimon tortuga, Kamemon, se apareció frente al grupo.
—Vosotros también venís por parte de los US, ¿no es así? —el Kamemon observó la chapa que traía el azabache entre ropajes, misma que traía el símbolo de la US, dejando en evidencia su procedencia. Observó luego también a la rubia, mas no logró encontrar nada que diese señal alguna de que fuese igual —Creo que sois los últimos, seguidme por favor —Hibiki soltó un suspiro de alivio, porque sí, le había alterado y asustado un poco la fugaz intromisión por parte del Digimon tortuga.
Finalmente, dejándose guiar por el que suponía sería su anfitrión, el azabache y sus digimon acompañantes comenzaron a seguir al Rookie a través de las curiosas estructuras y caminos hasta llegar a una edificación en particular, y abriéndose una última puerta que dio paso a una luz enceguecedora producto del reflejo de la luz, terminó por, tras aclarar su vista, observar a varias personas más en compañía de lo que suponía eran sus compañeros Digimon. Hibiki se adelantó ante todos, buscando también hacerse un lugar entre los presentes. Tras aquello, Kamemon entró también al lugar en cuestión, cerrando la puerta detrás de él.
—Mi nombre es Hibiki, vengo por parte de la Union Saver —Yumi y Dracomon saludaron individualmente tan solo con un movimiento de sus patas, mas el DemiDevimon solo se mantuvo aleteando con cara de pocos amigos. Le hostigaba un poco estar entre tanta gente.
—¿Podemos irnos ya? —bufó el ser alado, mientras que al mismo tiempo rodaba los ojos. Parecía algo disgustado, quizás molesto, probablemente cansado —Vayámonos de aquí — Hibiki solo esbozó una ligera sonrisa y dejó escapar una tenue carcajada entre dientes. Volteó a ver a sus compañeros, y próximo a aquello, fijó su mirada ante Eddeana, la mujer a la cual había ayudado, y luego al ser alado que, por casualidad, era de la misma especie de Joker: Un DemiDevimon.
Buscó por un momento el azabache la oportunidad para hablar, sin embargo, una intromisión que vibró en uno de los bolsillos de su chaqueta llamó su atención, próximo de un sonido similar a un tintineo; era su Digivice, el cual, aparentemente traía una llamada entrante. Hizo una señal en forma de pausa para que, ojalá todos pudieran mantener el silencio por un instante quizás no muy largo. Comenzó a oír lo que se le decía, y asintiendo varias veces, tras el pasar de un par de minutos, él mismo se encargó de colgar.
—Llamaron del cuartel general —soltó un leve suspiro, pues la sola expresión del DemiDevimon compañero que tenía, ya era de pocos amigos. Por otra parte, los ojos del Dracomon brillaban, y de igual manera, la BlackGatomon parecía tan relajada como siempre —Según parece, requieren de nuestra asistencia en un asentamiento no muy lejano de aquí, en Pueblo Playero. Ya confirmé nuestra participación, así que... —volvió a dirigir su mirada instantáneamente hacia sus compañeros, pues bien ellos sabían que de no querer participar, podría solo entrar al Digivice o no. Por alguna razón, Yumi jamás había querido entrar, y aquella tampoco fue la primera vez. Próximo, observó a —Escucha, no tienes que venir con nosotros si no quieres. —llevó la zurda hasta su nuca, estaba en una situación complicada —Prometí que te llevaríamos hasta alguna ciudad, y lo haremos, pero no podemos dejar de lado este asunto —suspiró.
Sin más, observando el mapa que dibujado estaba en la pantalla de su IC, comenzó a caminar a paso raudo al lugar destino. Pueblo Playero.
* * *
Algo de tiempo pasó, hasta que, finalmente se vio cercano al lugar objetivo. Expectante se mantuvo ante el firmamento, pues honestamente, jamás había visto un lugar con precedentes como los que ahí concurrían. A diferencia de los asentamientos anteriores, ahí podía sentirse a viva piel la brisa marina y las refrescantes ráfagas de viento. Las estructuras, aparentemente peligrosas cual acantilados podían provocar algo de inquietud en aquellos que sufriesen vértigo, sin embargo, ningún problema traía la triada que siempre acompañaba al tamer. Por otra parte, bien esperaba que la princesa de Noruega tampoco trajese problema alguno ante la situación.
Inquieto comenzó a observar hacia todas partes, pues a pesar de encontrarse en el lugar estipulado y marcado en el mapa, ningún atisbo o señal había en las proximidades de que realmente fuese el lugar correcto, sin embargo, de la nada, e incluso de forma algo tétrica, un digimon tortuga, Kamemon, se apareció frente al grupo.
—Vosotros también venís por parte de los US, ¿no es así? —el Kamemon observó la chapa que traía el azabache entre ropajes, misma que traía el símbolo de la US, dejando en evidencia su procedencia. Observó luego también a la rubia, mas no logró encontrar nada que diese señal alguna de que fuese igual —Creo que sois los últimos, seguidme por favor —Hibiki soltó un suspiro de alivio, porque sí, le había alterado y asustado un poco la fugaz intromisión por parte del Digimon tortuga.
Finalmente, dejándose guiar por el que suponía sería su anfitrión, el azabache y sus digimon acompañantes comenzaron a seguir al Rookie a través de las curiosas estructuras y caminos hasta llegar a una edificación en particular, y abriéndose una última puerta que dio paso a una luz enceguecedora producto del reflejo de la luz, terminó por, tras aclarar su vista, observar a varias personas más en compañía de lo que suponía eran sus compañeros Digimon. Hibiki se adelantó ante todos, buscando también hacerse un lugar entre los presentes. Tras aquello, Kamemon entró también al lugar en cuestión, cerrando la puerta detrás de él.
—Mi nombre es Hibiki, vengo por parte de la Union Saver —Yumi y Dracomon saludaron individualmente tan solo con un movimiento de sus patas, mas el DemiDevimon solo se mantuvo aleteando con cara de pocos amigos. Le hostigaba un poco estar entre tanta gente.
- Tamer & Digimon
- Faltas :Tener ojos rojosPrueba de Rol :¿Pa' qué?Digi Puntos :398Ficha :NPCs :Nivel On Rol :MegaNivel On Rol de los Digi Aliados :Yumi: Beast Spirit
Jōkā: ChampionIcono :Rango y Unidad :Hibiki Sanjō Y Seiryū
Rango: Sub Oficial
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Swords WisdomRango y Unidad Digi Aliado :Yumi Niimura
Rango: Soldado
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Swords WisdomInventario :
Hibiki Sanjō
Re: ¡Bandidos en la playa! [Priv. Diana, Guillem, Hibiki, Yang]
Aún me costaba un poco asimilar lo que había acabado de vivir. Se podría decir que mi primera misión, la más básica de todas, había resultado cumplida con éxito; había encontrado a Baal, aunque en un estado bastante diferente a como nos conocimos por primera vez, y aunque en este mundo nada de eso fuese una novedad, para mí sí que era algo digno de recordar como un logro o milagro, la metamorfosis instantánea que ocupaban estas criaturas denominadas como “Digital Monster” era algo que muchos biólogos se matarían por investigar con mayor profundidad.
Por ahora los humos se habían tranquilizado, el grupo completo se hallaba descansando, un descanso bastante merecido diría yo; por mi parte aún necesitaba entender algunas cosas que acababan de ocurrir, o que aún faltan por descubrirse con entereza.
Mis ojos se mantuvieron un tiempo observando con sumo detenimiento aquel par de objetos cúbicos que el joven Sanjo me había comprado, aún me sentía con la necesidad de pagarle ese favor de alguna forma, pero en vista de que en este mundo no soy más que una Tamer cualquiera, una joven común y corriente, me hacía suponer que debía darme el tiempo para pensar en aquel agradecimiento que, estaba segura, tendría en algún momento. Los cubos tenían un color predominante bastante llamativo; uno de ellos era negro, pero no un negro opaco, sino más bien acompañado de tonos más claros. Obsidiana, se le hacía llamar; mientras que el segundo era enteramente azul. El vendedor nos lo había dicho, estos cubos guardaban en su interior armaduras con un metal especial que funcionaba de maravilla con todas las clases de digimon que los portasen, y me correspondía a mi como usuaria aprender a manejar este poder.
Claro que las armaduras “Digizoid” no eran los únicos objetos que debía aprender a usar ahora que tengo un nuevo título como Tamer, sino también el mismo Digivice. Mi vista pasó de una mano a otra, y mientras guardaba los Digizoid en el bolsillo de mi vestido, dediqué mi tiempo restante para observar con mayor detenimiento el dispositivo antes mencionado. Los colores eran agradables, al menos a mi parecer; me gustaba pensar que ese “Digivice” estaba hecho para mí, a mi medida, eso lo hacía especial. Pensaba cuidarlo con mi vida.
La voz de Joker, uno de los tantos compañeros del joven Sanjo, interrumpiría la tranquilidad del descanso entre el grupo; nada que me molestase en realidad, tampoco tenía la intención de hacer perder el tiempo a nadie. Guardé el Digivice en el otro bolsillo del vestido, quedándome sin cupos disponibles, lo cual me hizo pensar- Debería conseguirme un bolso, sería más cómodo. Lo veré cuando lleguemos a la ciudad prometida –
Me levanté del sitio donde estaba sentada, acomodando mi vestido de tal forma que no quedasen arrugas en él o pliegues descolocados. Irremediablemente la atención del grupo se fijaría en el de cabello azabache cuando recibió lo que podría ser una llamada. No tenía ninguna intención de parecer chismosa, meterme donde evidentemente no me estaban llamando, pero tampoco podía controlar esa curiosidad que crecía muy dentro de mi ser cuando, tras colgar, mencionó que le habían llamado del “Cuartel general”.
- Hm ¿Problemas, eh? Ya me parecía a mí que esto estaba muy tranquilo –comentaría Baal, mi compañero. Hasta hace unos momentos él se había tomado una distancia muy prudente del grupo pero incluso las palabras de Hibiki habían llegado a sus oídos y, posiblemente, también le habían picado la curiosidad.
- Dijo “Pueblo playero”, ¿No? ¿Eso está cerca de aquí? –la pregunta iría dirigida al murciélago que sobrevolaba muy cerca de mí, le miré por instantes pero solo recibí un gesto que indicaba desconocimiento a la respuesta.
Sanjo se dirigió conmigo, se le notaba apenado por la posición incómoda que adoptó, pero pude notar en él ese sentimiento fuerte de responsabilidad que se anteponía a todo. Mi mirada permaneció firme, al igual que mi espíritu; con mi mano extendida hice un gesto ordenando que se detuviera.
- No hay por qué sentir pena, ni tampoco hay motivos para flaquear. Es su responsabilidad, algo malo debió haber ocurrido, no pienso intervenir en eso; sin embargo… -me tomé unos segundos para pensar en lo que iba a decir, sabía lo que quería pero no estaba segura de cómo expresarlo- …Me gustaría que me llevases ahí, quiero ver en primera fila como un miembro de la organización a la que perteneces trabaja, sus motivos, técnicas… -tras eso le brindé una sonrisa, intentando darle confianza con ello- No te preocupes por mí, si veo que las cosas son muy turbias, me limitaré a ayudar en lo más básico. No me permitiría nunca ser una carga –
Tras eso no hubo ningún problema, me aceptaron en el grupo con las condiciones muy claras; sin embargo pude sentir en todo el viaje en camino a Pueblo playero la mirada pesada de mi compañero quien no terminaba de gustarle la idea de intervenir en un problema ajeno a nuestros objetivos principales.
Desconozco el tiempo que debió haber pasado mientras íbamos rumbo al pueblo, pero identificar cuando llegamos a éste fue muy sencillo, bastaba solo verle. Personalmente me costó un tiempo despegar mi vista de las diversas y coloridas casas que rodeaban aquel soporte de piedra. Las olas golpeaban las paredes, el sonido era un completo deleite, ya ni hablar de la brisa que podía sentirse y oler. Nunca antes había estado en un sitio tan tropical, tan solo había oído y leído sobre estos, pero eso no se compara en nada con la experiencia de vivirlo.
Se notaba a leguas la diferencia de seriedad entre el joven Sanjo y yo, me causaba algo de gracia admitirlo, pero podía ver como a él solo le preocupaba la misión mientras que a mi me sobraban las ganas de desviarme del camino e ir a observar las tiendas de los alrededores, tiendas cuya mercancía posiblemente destacara las obras hechas a mano por los pueblerinos; algo que sin duda llamaba mi atención; no obstante tenía muy en mente la promesa que hice acerca de evitar ser una carga, suponía que entonces me daría el gusto una vez los problemas por los que vinimos a este pueblo en primer lugar se hayan resuelto por completo.
Una criatura de mucha menor estatura que nosotros nos recibiría, y a juzgar por sus palabras, se trataba de un guía para aquellos que habían aceptado lidiar con la misión. Sentí su rápida pero dubitativa mirada analizándome, era obvio que no me reconocía y temí por instantes que eso significara que tuviese que abandonar el grupo, pero por fortuna no fue así, al menos no dijo nada al respecto. Me limité, junto con Baal, a acompañar al grupo hasta un edificio donde ya habían otros cuantos Tamer junto con sus compañeros digimon reunidos. No pude evitar mostrar mis sorpresa abriendo un poco más mis ojos y quedándome estática por muy cortos instantes cerca de la puerta; intercambié miradas con mi compañero quien solo fruncía de forma más amarga el ceño. Era obvio, a él no le gustaban las multitudes, y no le apenaba nada mostrarlo.
Una vez que el que lideraba el grupo se presentó, yo continué; no por no ser miembro de los Union Saver podía quedarme sin presentación, supuse- Yo soy una simple acompañante, pero con mucho entusiasmo pelearé a su lado, apoyando la causa. Mi nombre es Diana Sophia Bennet, es un placer conocerles –seguido de eso hice una leve reverencia.
Por ahora los humos se habían tranquilizado, el grupo completo se hallaba descansando, un descanso bastante merecido diría yo; por mi parte aún necesitaba entender algunas cosas que acababan de ocurrir, o que aún faltan por descubrirse con entereza.
Mis ojos se mantuvieron un tiempo observando con sumo detenimiento aquel par de objetos cúbicos que el joven Sanjo me había comprado, aún me sentía con la necesidad de pagarle ese favor de alguna forma, pero en vista de que en este mundo no soy más que una Tamer cualquiera, una joven común y corriente, me hacía suponer que debía darme el tiempo para pensar en aquel agradecimiento que, estaba segura, tendría en algún momento. Los cubos tenían un color predominante bastante llamativo; uno de ellos era negro, pero no un negro opaco, sino más bien acompañado de tonos más claros. Obsidiana, se le hacía llamar; mientras que el segundo era enteramente azul. El vendedor nos lo había dicho, estos cubos guardaban en su interior armaduras con un metal especial que funcionaba de maravilla con todas las clases de digimon que los portasen, y me correspondía a mi como usuaria aprender a manejar este poder.
Claro que las armaduras “Digizoid” no eran los únicos objetos que debía aprender a usar ahora que tengo un nuevo título como Tamer, sino también el mismo Digivice. Mi vista pasó de una mano a otra, y mientras guardaba los Digizoid en el bolsillo de mi vestido, dediqué mi tiempo restante para observar con mayor detenimiento el dispositivo antes mencionado. Los colores eran agradables, al menos a mi parecer; me gustaba pensar que ese “Digivice” estaba hecho para mí, a mi medida, eso lo hacía especial. Pensaba cuidarlo con mi vida.
La voz de Joker, uno de los tantos compañeros del joven Sanjo, interrumpiría la tranquilidad del descanso entre el grupo; nada que me molestase en realidad, tampoco tenía la intención de hacer perder el tiempo a nadie. Guardé el Digivice en el otro bolsillo del vestido, quedándome sin cupos disponibles, lo cual me hizo pensar- Debería conseguirme un bolso, sería más cómodo. Lo veré cuando lleguemos a la ciudad prometida –
Me levanté del sitio donde estaba sentada, acomodando mi vestido de tal forma que no quedasen arrugas en él o pliegues descolocados. Irremediablemente la atención del grupo se fijaría en el de cabello azabache cuando recibió lo que podría ser una llamada. No tenía ninguna intención de parecer chismosa, meterme donde evidentemente no me estaban llamando, pero tampoco podía controlar esa curiosidad que crecía muy dentro de mi ser cuando, tras colgar, mencionó que le habían llamado del “Cuartel general”.
- Hm ¿Problemas, eh? Ya me parecía a mí que esto estaba muy tranquilo –comentaría Baal, mi compañero. Hasta hace unos momentos él se había tomado una distancia muy prudente del grupo pero incluso las palabras de Hibiki habían llegado a sus oídos y, posiblemente, también le habían picado la curiosidad.
- Dijo “Pueblo playero”, ¿No? ¿Eso está cerca de aquí? –la pregunta iría dirigida al murciélago que sobrevolaba muy cerca de mí, le miré por instantes pero solo recibí un gesto que indicaba desconocimiento a la respuesta.
Sanjo se dirigió conmigo, se le notaba apenado por la posición incómoda que adoptó, pero pude notar en él ese sentimiento fuerte de responsabilidad que se anteponía a todo. Mi mirada permaneció firme, al igual que mi espíritu; con mi mano extendida hice un gesto ordenando que se detuviera.
- No hay por qué sentir pena, ni tampoco hay motivos para flaquear. Es su responsabilidad, algo malo debió haber ocurrido, no pienso intervenir en eso; sin embargo… -me tomé unos segundos para pensar en lo que iba a decir, sabía lo que quería pero no estaba segura de cómo expresarlo- …Me gustaría que me llevases ahí, quiero ver en primera fila como un miembro de la organización a la que perteneces trabaja, sus motivos, técnicas… -tras eso le brindé una sonrisa, intentando darle confianza con ello- No te preocupes por mí, si veo que las cosas son muy turbias, me limitaré a ayudar en lo más básico. No me permitiría nunca ser una carga –
Tras eso no hubo ningún problema, me aceptaron en el grupo con las condiciones muy claras; sin embargo pude sentir en todo el viaje en camino a Pueblo playero la mirada pesada de mi compañero quien no terminaba de gustarle la idea de intervenir en un problema ajeno a nuestros objetivos principales.
Desconozco el tiempo que debió haber pasado mientras íbamos rumbo al pueblo, pero identificar cuando llegamos a éste fue muy sencillo, bastaba solo verle. Personalmente me costó un tiempo despegar mi vista de las diversas y coloridas casas que rodeaban aquel soporte de piedra. Las olas golpeaban las paredes, el sonido era un completo deleite, ya ni hablar de la brisa que podía sentirse y oler. Nunca antes había estado en un sitio tan tropical, tan solo había oído y leído sobre estos, pero eso no se compara en nada con la experiencia de vivirlo.
Se notaba a leguas la diferencia de seriedad entre el joven Sanjo y yo, me causaba algo de gracia admitirlo, pero podía ver como a él solo le preocupaba la misión mientras que a mi me sobraban las ganas de desviarme del camino e ir a observar las tiendas de los alrededores, tiendas cuya mercancía posiblemente destacara las obras hechas a mano por los pueblerinos; algo que sin duda llamaba mi atención; no obstante tenía muy en mente la promesa que hice acerca de evitar ser una carga, suponía que entonces me daría el gusto una vez los problemas por los que vinimos a este pueblo en primer lugar se hayan resuelto por completo.
Una criatura de mucha menor estatura que nosotros nos recibiría, y a juzgar por sus palabras, se trataba de un guía para aquellos que habían aceptado lidiar con la misión. Sentí su rápida pero dubitativa mirada analizándome, era obvio que no me reconocía y temí por instantes que eso significara que tuviese que abandonar el grupo, pero por fortuna no fue así, al menos no dijo nada al respecto. Me limité, junto con Baal, a acompañar al grupo hasta un edificio donde ya habían otros cuantos Tamer junto con sus compañeros digimon reunidos. No pude evitar mostrar mis sorpresa abriendo un poco más mis ojos y quedándome estática por muy cortos instantes cerca de la puerta; intercambié miradas con mi compañero quien solo fruncía de forma más amarga el ceño. Era obvio, a él no le gustaban las multitudes, y no le apenaba nada mostrarlo.
Una vez que el que lideraba el grupo se presentó, yo continué; no por no ser miembro de los Union Saver podía quedarme sin presentación, supuse- Yo soy una simple acompañante, pero con mucho entusiasmo pelearé a su lado, apoyando la causa. Mi nombre es Diana Sophia Bennet, es un placer conocerles –seguido de eso hice una leve reverencia.
Diana S. Bennet
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