Le chevalier des dunes [Priv. Hibiki]

La brisa nocturna del desierto se me había convertido en un placer poco a poco, pero estando dentro del vehículo no podía darme el lujo de recibirla. Sin embargo, no me quejaba. Los asientos estaban acomodados a mi gusto, y tenía el asiento pasajero sólo para mi. La ingeniería del Metal Empire solía ser muy diferente a la humana, pero habían optado por construir algo más cómodo para mi viaje. Algo similar a los autos del mundo humano, pero con ese toque de ciencia ficción que lo hacía fuera de este mundo.

Shunsuke y Julio charlaban tranquilamente y me animaban el ambiente con ello. Lion, mi Kaiser Leomon, seguía el automóvil de cerca y Aleron yacía sentado en su lomo. Estaba más protegida que un banco. No obstante, tenía un mal presentimiento. Tal como cuando sientes que alguien te observa, yo sentía algo que apuntaba a mi cabeza.
-...¿Verdad, Elluka? -Julio dijo mi nombre, y me sobresalté. Él se giró para verme, y frunció el ceño tanto que a duras penas pude ver su ojo rosado. -¿Qué ocurre?
-¿No sienten algo extraño? -Fui directo al grano, comenzaba a sentirme asustada y no sabía la razón.
-La verdad no. -Shunsuke río de labios cerrados, pero no se distrajo del volante. -¿Necesitas que frene? -Y justo cuando terminó su pregunta, todo ocurrió.

Lo recuerdo todo perfectamente. No había nada al frente, pero un Cannonbeemon apareció cual destello, y al desviarnos algo provocó que el coche se volcara. Quedé inconsciente a los pocos segundos.

Cuando recuperé energía, en el escenario no había más vidrios rotos o abejas digitales. Sólo estaba la espalda Julio frente a mí. Yo estaba reposando la espalda sobre una fría roca, y me dolía la mano izquierda como nunca. Al quejarme por mover la zurda, el rubio se dio cuenta de que estaba despierta y se acuclilló para tomarme la temperatura.
-¿Cómo te encuentras? -Murmuró. Su fino rostro estaba lleno de raspones, y su ceño fruncido no era buena noticia. Al percatarme de que sólo estaba él, un escalofrío de hizo presente. La sangre me bajó a los pies.
-¿Y los demás? -Pregunté, y traté de ponerme en pie.
-Capturados. Alguien nos tendió una emboscada. -Julio estaba hablando con un tono tan serio que me costaba reconocerle. -Aleron, Shunsuke, Calico y Cheshire en mi digivice. -Llevé la mano por inercia a mi pierna, pero no estaba mi digivice. -Sí, el tuyo también.
-¿Y Lion? -Julio señaló unos metros más allá de la roca en respuesta.

El león de metal se encontraba en guardia, con sus cañones cargados de energía, y el corazón se me partió. Él no gozaba de pelear, nunca lo había hecho. Siempre había sido tan inocente como un niño. Quería ir a relajarlo. Me puse en pie con ayuda de Julio, pero me impidió ir hacia mi digimon.
-Debes recuperarte primero. Déjalo que te cuide. -Señaló con la mirada las gotas de sangre que escurrían de mi hombro. Ahí me di cuenta de cuántos raspones tenía, y al tocarme la frente supe que también me había herido ahí. Increíblemente, mi ropa no estaba rasgada, pero sí sucia por la arena. Suspiré y me senté de nuevo.

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Hibiki

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En cuanto el tamer se acercó con su digimon, me aproximé corriendo hacia Lion y lo monté lo más rápido que pude. De estar en situación enemiga, lo mejor que podíamos hacer era escapar. Sin embargo, cuando comenzó a atacar a los Waspmon, sentí que el alma me regresó al cuerpo. Era un digimon de metal, pero no reconocía al muchacho. Dudaba mucho que se tratara de un enviado del Metal Empire, y, al juzgar por su expresión, se trataba de alguien sin experiencia suficiente. ¿Un poder nuevo, quizás?

Cuando se presentó como miembro de los Union Saver, un sabor amargo se me hizo presente. Ah, qué bonito. Pensé al caer en cuenta de la ironía de que ahora sería un miembro del clan el que me había salvado. Por su inexperiencia notable, y ese impulso por haber ayudado al grupo en desventaja, no dudaba que se trataba un recluta más. De esos mismos que decían que serían justicieros y querían ayudar desinteresadamente al prójimo. Terminé frunciendo el ceño, y me bajé del lomo de mi león. Julio me ayudo en la caída al recibir mi cintura, y me reincorporé fácilmente.

Miré de pies a cabeza al chico, y me aproximé unos pasos para apreciarlo mejor. La oscuridad de la noche no ayudaba, pero podía distinguir la moda nobiliaria en su atuendo. Arqueé una ceja y resoplé. Hice una reverencia profunda, tanto que mi cabello terminó resbalándose de mi espalda.
-En el nombre de mis caballeros, agradezco su ayuda, noble soldado. -Hablé con una voz neutra, y me enderecé. Erguí mi espalda y alcé el mentón. El chico era más alto que yo, pero por sus facciones podía deducir que no podía tener más de unos 18 años. Sus ojos eran rojos, su cabello era rebelde, y su rostro era gallardo. Mi sonrisa regresó más amplia que nunca. Hacía mucho tiempo que no veía un soldado así de físicamente especial. Me recordó un poco a alguien en especial, y la amargura regresó. -Mi nombre es Leia. -Miré hacia atrás, y Julio asintió al darse cuenta de mi propósito. Si daba el nombre de Elluka, temía que el chico lo relacionara de inmediato con el clan y me tachara de enemigo, o de traidor. -Nos tendieron una emboscada mientras viajaba de la Capital hacia los dominios Royal Knight. -Mentí con más naturalidad que respirar. No nos dirigíamos hacia la zona imperial, pero en caso de que el chico Hibiki o su digimon preguntara, jugaría la carta de Fuji. Hice una señal al italiano para que se acercara, y acató a mi ademán. -Él es Alexiel, le puede dar más información.
-Un gusto. -Soltó secamente. Posó la diestra en la empuñadura de su sable, y tomó la palabra. -Fuimos atacados por el grupo de Waspmon de hace un rato, un par de Assaultmon, y un Cannonbeemon. Se llevaron al resto de nuestro escuadrón, y nuestros digivice después de haber volcado nuestro vehículo.

Estábamos soltando la información muy fácilmente para el usual recelo con el que nos manejábamos usualmente. Todo recaía en que tanto Julio como yo sabíamos que el chico era como caído del cielo en este momento. Si lográbamos ponerlo de nuestro lado, teníamos una oportunidad de recuperar a los secuestrados. No obstante, estaba en mí la decisión de cuándo jugar la carta del Metal Empire.

Cuando recuperé la conciencia, ya no me encontraba en la arena. Estaba siendo llevado por un Assaultmon en un brazo, y con el otro sostenía a Calico. No quería dar a revelar que estaba consciente, pero me di la libertad de asegurar quiénes estábamos atrapados.

Por lo que pude ver, sólo estábamos el guardián de Elluka, mi compañero y yo. Sin embargo, también noté que el Assaultmon de adelante llevaba en su mano tres digivice. Genial, pensé. Ahora debía asegurarme que no hicieran nada al digivice de la princesa.

No obstante, me sentía tranquilo de saber que Clockworker estaba libre, con Julio. No fallé del todo esta vez, ahora solo debía remediar mi error trayendo de regreso por lo menos el digivice de Elluka. Debía escapar de alguna forma.

Hice amague de revisar mi bolsillo trasero, pero me percaté de que mis muñecas eran prisioneras de unas esposas de energía. Pero si esta es tecnología del Metal Empire. Comencé a preocuparme un poco más por la situación. No eran simples bandidos, estos tenían contrabando del palacio. Solté una maldición, y antes de que pudiera armar un escándalo, un chirrido desgarrador me hizo estremecer.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! -Calico gritaba como si no hubiera un mañana, y rasguñaba el acero del costado del digimon con su lanza. El escándalo que provocó se llevó la atención de todos, y aproveché para moverme frenéticamente hasta soltarme.
-¡Vete! -El querubín de Elluka exclamó entre los chillidos de Calico, y de las plumas de sus hombros salió una paloma igual de blanca. Asentí y comencé a correr hacia uno de los pasillos.

Traté de memorizar el camino que había tomado, pero la presión de saber que me buscarían en cualquier momento no me ayudaba. Escuché sollozos, y me detuve. ¿Dónde? Era una mujer, pero no era Elluka. Ella lloraba en otro compás, y se quejaba menos. Miré en mi hombro, y noté a la paloma de Aleron en él. Me fijé de nuevo en el origen del llanto, y seguí la voz hasta que pude distinguir la figura de una niña. Casi al instante el pasillo se iluminó, y me vi forzado a cerrar los ojos.

La paloma revoloteó, y fue señal para abrir de nuevo los ojos. La niña se había convertido en un Black Gatomon. Probablemente era la primera vez que adquiría un spirit.
-Oye. -Llamé a la ahora digimon. -¿Estás perdida? -Me estaba jugando mucho la fortuna aquí. Nada me aseguraba que no se trataba de la princesa de esta pirámide, pero decidí arriesgarme un poco.





La cooperación de los reclutas Union Saver era tan elocuente como siempre. El chico no preguntó quiénes éramos para ser atacados, ni se interesó si sabíamos algo más sobre el atentado o el lugar. Fácilmente podría ser un miembro del Chaos Empire dispuesta a ofrecer sus cabezas a cambio de una recompensa, y ellos nunca lo sabrían. Sin embargo, contuve mis críticas bajo mi agria expresión. Necesitaba su fuerza para recuperar a mis compañeros.
-Usted alguna vez hizo lo mismo. -Canturreó el italiano por lo bajo, y yo pisé su pie en respuesta, y con desdén seguí el camino de regreso a Lion. Sonreí ante su quejido.
-No sabemos dónde está su guarida. -Comencé a hablar mientras montaba de nuevo a mi león. -Sugiero seguir las huellas en la arena, e ir trazando el plan de contraataque según se presente la situación. -Comencé a buscar con la mirada, pero ya no habían señales de el escuadrón raptor. Dirigí mis ojos de nuevo al soldado, y le sonreí ampliamente. -Gracias por su apoyo, Sir Sanjō.

No lo iba a admitir, pero que Julio me recordara quién fui alguna vez me hizo suavizar ante el muchacho. Por más que quisiera ser la severa emperatriz, la implacable paladina, siempre existiría ese recuerdo de la torpe soldado De la Valliére, y, aunque no lo quisiera, la gran mayoría de los Union Saver me recordarían aquello. Yo también fui uno de ellos.

Yumi

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Hibiki

Shunsuke

Elluka