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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Problematic (priv. Chinatsu Imamura)
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Problematic (priv. Chinatsu Imamura)
El despertador volvió a sonar, como avisando a Aoba que este no lo había apagado como correspondía. Sin embargo, el hombre volvió a ignorarlo mientras veía el dispositivo digital que estaba en su cama. La prueba de que su sueño había sido real. La prueba de que algo le conectaba con el espíritu de Shiorimaru. Aquel objeto que daba tantas preguntas como respuestas que traía. Otra vez el despertador sonó, pero esta vez Aoba pudo reaccionar y apagarlo. No importaba lo revuelta que estaba su cabeza en aquel instante, el trabajo no esperaría que sus dudas fueran resueltas.
Como todas las mañanas, se duchó, se vistió y desayunó. Amarró su rebelde cabello en una cola de caballo mientras miraba el dispositivo que seguía sobre su cama. Pensó sobre ello un poco, antes de guardar el dispositivo de su bolsillo y decidir salir por fin de su departamento.
Caminó las cuadras correspondientes y llegó a la estación. Subió al tren que lo llevaría a uno de las zonas mas elegantes de Tokio, para sentarse en uno de los asientos y mirar su celular en el trascurso del viaje. Todo parecía igual que siempre. La normalidad de su vida no había sido interrumpida a pesar del sueño extraño que había tenido. Pero, ¿A que venía ese mal presentimiento? ¿Era por aquel objeto de su bolsillo?
El tren llegó a su destino sin ninguna demora. Aoba bajó entre varias personas apuradas. Su camino siguió por varias cuadras mas. Aquella familia vivía lejos de la estación después de todo. Se detuvo frente a una casa elegante e imponente. Pegó un suspiro y tocó el timbre.
—Imamura-san, lamento la demora. —dijo desde la rejilla. Apenas le abrieran la puerta, debía comenzar a trabajar inmediatamente.
Como todas las mañanas, se duchó, se vistió y desayunó. Amarró su rebelde cabello en una cola de caballo mientras miraba el dispositivo que seguía sobre su cama. Pensó sobre ello un poco, antes de guardar el dispositivo de su bolsillo y decidir salir por fin de su departamento.
Caminó las cuadras correspondientes y llegó a la estación. Subió al tren que lo llevaría a uno de las zonas mas elegantes de Tokio, para sentarse en uno de los asientos y mirar su celular en el trascurso del viaje. Todo parecía igual que siempre. La normalidad de su vida no había sido interrumpida a pesar del sueño extraño que había tenido. Pero, ¿A que venía ese mal presentimiento? ¿Era por aquel objeto de su bolsillo?
El tren llegó a su destino sin ninguna demora. Aoba bajó entre varias personas apuradas. Su camino siguió por varias cuadras mas. Aquella familia vivía lejos de la estación después de todo. Se detuvo frente a una casa elegante e imponente. Pegó un suspiro y tocó el timbre.
—Imamura-san, lamento la demora. —dijo desde la rejilla. Apenas le abrieran la puerta, debía comenzar a trabajar inmediatamente.
- Tamer
- Digi Puntos :1Cuentas :Ficha :Relaciones :Cronologia :
Aoba Kousaku
Re: Problematic (priv. Chinatsu Imamura)
Cabello rubio sobresalía de las sábanas y Chinatsu se negaba a salir de la cama. Casi se arrastró para alcanzar la mesita de noche donde casi bailaba el despertador y con una mano torpe lograr silenciarlo. Respiró, estirando su cuerpo y dejando escapar quejidos agónicos. No quería ir a clases. Pero sus nulas ganas de asistir al instituto fueron frenadas de golpe por una ilusión. Aquel guapo maestro de piano de su hermano pequeño venía hoy a casa, ¿no era eso esperanzador? Al menos podría ver una cara bonita antes de irse a la escuela... Y ese pensamiento le ayudó a desperezarse, salir de la cama con aquella camiseta blanca que nada se parecía a un pijama pero que cumplía con su propósito estupendamente, y arrastrarse hacia la ducha.
Cinco minutos más tarde, Chinatsu era otra. Su cabello antes desordenado y enmarañado, corría ahora prácticamente liso y sin un solo nudo... Sus ojos azules, despiertos y risueños, adornaban su perfecto rostro de piel nívea. Estaba vestida con su uniforme, la falda tan corta como la llevaba habitualmente, calcetas largas casi alcanzaban sus rodillas. Y sus clásicas pulseras y anillos.
Bajó por las escaleras con su bolso al hombro, encontrándose en ellas con su hermano pequeño, aún en esa tierna pijama de osito. Con su cabello rubio y ojos casi tan azules como los de Chinatsu, Ryohei no iba aún a la escuela, pero sí a un jardín de infantes... Aunque mucho más tarde que Chinatsu.
La chica recogió al niño por la cintura y lo ayudó a treparse en ella. Estaba aún somnoliento, así que lo cargó hasta el primer piso, donde su madre ya tenía preparado el desayuno para todos. Su madre, Kyoko, que aún lucía joven como para ser madre de Chinatsu, de cabello castaño y largo, violinista de profesión. Y esa mañana el desayuno se veía apetitoso.
Chinatsu comió tranquila, no estaba realmente apurada. Era temprano y estaba buscando la excusa para quedarse en casa por un día... Tampoco haría la diferencia, ¿o sí?
- Chinatsu, necesito pedirte un favor. - Suspiró Kyoko, al sentarse relajada a comer junto a sus hijos.
La rubia alzó la mirada. ¿Era esto lo que había soñado siempre? ¿Cuando mamá le pedía que fuese a dejar a Ryohei porque ella no...?
- Quiero que vayas a dejar a Ryohei al jardín de infantes hoy... Surgió algo importante y debo ir a practicar pronto con la orquesta.
Los ojos azules de Chinatsu brillaron con alegría.
- Pero luego de eso irás a la escuela. Llamaré para avisar que llegarás tarde, ¿sí? Además, hoy viene Kousaku-san~ - Una sonrisa alegre de parte de su madre, Chinatsu se sintió avergonzada por un lado y decepcionada por otro.
- Está bien, mamá.
Un sonido, un teléfono sonando que Kyoko recogió sin tardanza. Chinatsu prácticamente pudo escuchar la voz de un hombre del otro lado. Era él, el maestro de Ryohei.
- ¡Kousaku-san, no es problema! En realidad es bastante temprano, fufu~ - La risa de su madre hizo avergonzarse aún más a la rubia. La mujer presionó un botón junto al teléfono, Chinatsu pudo sentir el ruido del portón exterior al abrirse. Apenas iba a morder una tostada extra cuando su madre volvió a ordenarle una última cosa. - Ve a abrir la puerta, cielo.
Chinatsu rodó los ojos, y con la tostada en la boca y todo, salió de la cocina para ir a abrir la puerta. Giró el pomo de la puerta al jardín con suavidad, pero un empujón la abrió más de lo que había esperado.
- ¿Ryohei? - El niño había empujado la puerta sin que ella lo notase y prácticamente saltó al jardín en su pijama de osito. Chinatsu sintió pánico al estirar el brazo y coger a Ryohei desde el gorro del pijama, el niño se detuvo de golpe. - ¡Mamá dijo que nada de salir en pijama! - La joven alzó la mirada para encontrarse de frente con Kousaku, y si la tostada no se le había caído, se le caería en cualquier momento de la boca. ¡Qué vergüenza! Es decir, tampoco es que el hombre le atrayese demasiado, era algo que por supuesto no le diría, pero... Sí, tenía lo suyo. Claro, no llevaba mucho tiempo haciéndole clases a Ryohei y... sí, el niño era bastante lento, pero... ¡Demonios! ¿Tenía que verla así, agarrando a su hermano del pijama para que no se mojase los pies en el césped húmedo?
Cinco minutos más tarde, Chinatsu era otra. Su cabello antes desordenado y enmarañado, corría ahora prácticamente liso y sin un solo nudo... Sus ojos azules, despiertos y risueños, adornaban su perfecto rostro de piel nívea. Estaba vestida con su uniforme, la falda tan corta como la llevaba habitualmente, calcetas largas casi alcanzaban sus rodillas. Y sus clásicas pulseras y anillos.
Bajó por las escaleras con su bolso al hombro, encontrándose en ellas con su hermano pequeño, aún en esa tierna pijama de osito. Con su cabello rubio y ojos casi tan azules como los de Chinatsu, Ryohei no iba aún a la escuela, pero sí a un jardín de infantes... Aunque mucho más tarde que Chinatsu.
La chica recogió al niño por la cintura y lo ayudó a treparse en ella. Estaba aún somnoliento, así que lo cargó hasta el primer piso, donde su madre ya tenía preparado el desayuno para todos. Su madre, Kyoko, que aún lucía joven como para ser madre de Chinatsu, de cabello castaño y largo, violinista de profesión. Y esa mañana el desayuno se veía apetitoso.
Chinatsu comió tranquila, no estaba realmente apurada. Era temprano y estaba buscando la excusa para quedarse en casa por un día... Tampoco haría la diferencia, ¿o sí?
- Chinatsu, necesito pedirte un favor. - Suspiró Kyoko, al sentarse relajada a comer junto a sus hijos.
La rubia alzó la mirada. ¿Era esto lo que había soñado siempre? ¿Cuando mamá le pedía que fuese a dejar a Ryohei porque ella no...?
- Quiero que vayas a dejar a Ryohei al jardín de infantes hoy... Surgió algo importante y debo ir a practicar pronto con la orquesta.
Los ojos azules de Chinatsu brillaron con alegría.
- Pero luego de eso irás a la escuela. Llamaré para avisar que llegarás tarde, ¿sí? Además, hoy viene Kousaku-san~ - Una sonrisa alegre de parte de su madre, Chinatsu se sintió avergonzada por un lado y decepcionada por otro.
- Está bien, mamá.
Un sonido, un teléfono sonando que Kyoko recogió sin tardanza. Chinatsu prácticamente pudo escuchar la voz de un hombre del otro lado. Era él, el maestro de Ryohei.
- ¡Kousaku-san, no es problema! En realidad es bastante temprano, fufu~ - La risa de su madre hizo avergonzarse aún más a la rubia. La mujer presionó un botón junto al teléfono, Chinatsu pudo sentir el ruido del portón exterior al abrirse. Apenas iba a morder una tostada extra cuando su madre volvió a ordenarle una última cosa. - Ve a abrir la puerta, cielo.
Chinatsu rodó los ojos, y con la tostada en la boca y todo, salió de la cocina para ir a abrir la puerta. Giró el pomo de la puerta al jardín con suavidad, pero un empujón la abrió más de lo que había esperado.
- ¿Ryohei? - El niño había empujado la puerta sin que ella lo notase y prácticamente saltó al jardín en su pijama de osito. Chinatsu sintió pánico al estirar el brazo y coger a Ryohei desde el gorro del pijama, el niño se detuvo de golpe. - ¡Mamá dijo que nada de salir en pijama! - La joven alzó la mirada para encontrarse de frente con Kousaku, y si la tostada no se le había caído, se le caería en cualquier momento de la boca. ¡Qué vergüenza! Es decir, tampoco es que el hombre le atrayese demasiado, era algo que por supuesto no le diría, pero... Sí, tenía lo suyo. Claro, no llevaba mucho tiempo haciéndole clases a Ryohei y... sí, el niño era bastante lento, pero... ¡Demonios! ¿Tenía que verla así, agarrando a su hermano del pijama para que no se mojase los pies en el césped húmedo?
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