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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
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El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
Me encontraba caminando por un bosque mientras escuchaba el susurro del viento y el aleteo de las aves digimon revolotear por los árboles. Era un amanecer realmente hermoso, los primeros rayos de sol se filtraban entre las ramas de los árboles creando un efecto de luz precioso, como si se tratase de cintas de luz colgadas de las ramas. El cielo empezaba a tintarse de azul pero aún eran visibles las estrellas más brillantes. Pero de las estrellas que aún eran visibles en el cielo sólo unas captaban mi atención, unas estrellas que formaban una constelación que ya conocía de antes y que volví a ver la noche anterior…
~Flashback~
Aquella noche refrescó un poco pero eso era bueno porque significaba que me acercaba a la Ciudad Congelada. Había oído que era un lugar en cuyos alrededores había zonas inexploradas, y eso era para mí razón más que suficiente para ir y buscar el resto de digispirits.
Aunque desde que conseguí el Human Spirit esa búsqueda se había vuelto más fácil. MedievalGallantmon recuperaba poder y ahora podía comunicarse conmigo y aconsejarme, además de que era agradable hablar con alguien por el camino aunque fuese mentalmente.
- Será mejor buscar un lugar en el que pasar la noche, Irina- me comentó MedievalGallantmon.
- Si, tienes razón, estoy agotada- le contesté mientras miraba a mi alrededor.
Cerca de allí encontré un pequeño pueblo y, para mi suerte, había una posada con habitaciones libres. Con el dinero que me dio Scott, alquilé una habitación por una noche. Nunca entendí porque razón me daría ese tamer aquellos bits, pero no le daría vueltas a aquello. Esa noche quería descansar después del viaje.
La habitación era algo simple: una mesita de noche, una cama, un baúl a los pies de esta y una ventana, pero para mí era decente y más que suficiente. Cerré la puerta y me tumbé en la cama pero no podía dormir por más que lo intentaba. Una persona había ocupado mi mente y no me refiero a MedievalGallantmon si no a Eisenheim. Lo había conocido en el primer día que pisé este mundo y me despedí de él al final del mismo día. No había vuelto a saber nada él y lo echaba de menos. Tampoco podía evitar preocuparme ahora que sabía de Duskmon, un asesino a sueldo, contratado por los traidores para atraparme. Pero ese asesino había mirado en mis recuerdos cuando me encontré con él en la ciudad del inicio y no sabía exactamente lo que había encontrado y lo que no. No sabía si Duskmon sabría de Eisenheim o no y temía que pudiese intentar algo contra él. Eisenheim era un amigo para mí, no quería que le pasase nada.
- No te preocupes- me dijo la voz de Medieval intentando calmarme- Él sabe cuidarse, estará bien.
A pesar de las palabras de MedievalGallantmon, yo también podía notar preocupación en él porque ambos estábamos conectados de algún modo.
- Ojalá supiese dónde está- murmuré levantándome de la cama y acercándome a la ventana para mirar las estrellas.
Mis ojos pasaron por aquellas estrellas desconocidas para mí pero unas de ellas captaron mi atención. Se trataba de una constelación que conocía muy bien.
- El guerrero errante…- murmuré.
- Como ya sabes, cambia de ubicación cada cierto tiempo- me contó Medieval- Que haya aparecido aquí podría ser una señal.
¿Una señal? Me fijé más en ese grupo de estrellas hasta que, con un poco de imaginación, empecé a distinguir la figura del guerrero y me di cuenta de que parecía señalar una dirección. Si aquello era una señal, tal vez deba cambiar mi rumbo…
~Fin flashback~
Mientras recordaba todo lo ocurrido aquella noche salí del bosque y entonces vi un inmenso mar que se extendía por el horizonte. Aquél olor salino y el sonido de las olas me recordaba a mi hogar en Grecia.
Caminé por la costa hasta que llegué a una ciudad. Aquél debía de ser el lugar que me marcaron las estrellas, estoy segura. Accedí a la ciudad a través de unos puentes que indicaban una arquitectura bastante avanzada y, la ciudad en sí, parecía fusionar a la perfección tecnología y naturaleza. Había grandes edificios similares a los de las ciudades del Mundo Humano que combinaban perfectamente con edificios con una arquitectura más antigua, o enfocada más a la naturaleza con las típicas enredaderas cubriendo las paredes.
- Esta debe de ser la ciudad de Atlantis- me dijo MedievalGallantmon.
- Me pregunto si las leyendas que hay en mi mundo sobre Atlantis están basadas en este lugar- pensé.
- Es posible- me contestó.
¿Qué querían las estrellas que buscase aquí? ¿Qué encontraría? Pasé un buen rato paseando por la ciudad hasta que uno de los edificios me llamó la atención. Era bastante grande y con estatuas de piedra en la fachada y flanqueando las puertas. En un cartel que había junto a la entrada, pude leer “Biblioteca”. ¿Será este el lugar que estuve buscando? Sólo había una manera de averiguarlo.
Entré y me sorprendió ver la inmensa cantidad de libros que había en las estanterías. Habían algunos digimons leyendo en las mesas, pero esos libros eran nuevos y no me llamaban la atención. ¿Dónde estaría la sección más antigua? Busqué un poco por el lugar hasta que encontré unas puertas de madera que conducían a otra sala y entré sin dudar.
Aquello era otra cosa, había libros que parecían tener siglos de antigüedad además se podían ver pergaminos desperdigados por las mesas. Había algo de desorden ahí pero estaba segura de que allí estaría lo que las estrellas me indicaron.
~Flashback~
Aquella noche refrescó un poco pero eso era bueno porque significaba que me acercaba a la Ciudad Congelada. Había oído que era un lugar en cuyos alrededores había zonas inexploradas, y eso era para mí razón más que suficiente para ir y buscar el resto de digispirits.
Aunque desde que conseguí el Human Spirit esa búsqueda se había vuelto más fácil. MedievalGallantmon recuperaba poder y ahora podía comunicarse conmigo y aconsejarme, además de que era agradable hablar con alguien por el camino aunque fuese mentalmente.
- Será mejor buscar un lugar en el que pasar la noche, Irina- me comentó MedievalGallantmon.
- Si, tienes razón, estoy agotada- le contesté mientras miraba a mi alrededor.
Cerca de allí encontré un pequeño pueblo y, para mi suerte, había una posada con habitaciones libres. Con el dinero que me dio Scott, alquilé una habitación por una noche. Nunca entendí porque razón me daría ese tamer aquellos bits, pero no le daría vueltas a aquello. Esa noche quería descansar después del viaje.
La habitación era algo simple: una mesita de noche, una cama, un baúl a los pies de esta y una ventana, pero para mí era decente y más que suficiente. Cerré la puerta y me tumbé en la cama pero no podía dormir por más que lo intentaba. Una persona había ocupado mi mente y no me refiero a MedievalGallantmon si no a Eisenheim. Lo había conocido en el primer día que pisé este mundo y me despedí de él al final del mismo día. No había vuelto a saber nada él y lo echaba de menos. Tampoco podía evitar preocuparme ahora que sabía de Duskmon, un asesino a sueldo, contratado por los traidores para atraparme. Pero ese asesino había mirado en mis recuerdos cuando me encontré con él en la ciudad del inicio y no sabía exactamente lo que había encontrado y lo que no. No sabía si Duskmon sabría de Eisenheim o no y temía que pudiese intentar algo contra él. Eisenheim era un amigo para mí, no quería que le pasase nada.
- No te preocupes- me dijo la voz de Medieval intentando calmarme- Él sabe cuidarse, estará bien.
A pesar de las palabras de MedievalGallantmon, yo también podía notar preocupación en él porque ambos estábamos conectados de algún modo.
- Ojalá supiese dónde está- murmuré levantándome de la cama y acercándome a la ventana para mirar las estrellas.
Mis ojos pasaron por aquellas estrellas desconocidas para mí pero unas de ellas captaron mi atención. Se trataba de una constelación que conocía muy bien.
- El guerrero errante…- murmuré.
- Como ya sabes, cambia de ubicación cada cierto tiempo- me contó Medieval- Que haya aparecido aquí podría ser una señal.
¿Una señal? Me fijé más en ese grupo de estrellas hasta que, con un poco de imaginación, empecé a distinguir la figura del guerrero y me di cuenta de que parecía señalar una dirección. Si aquello era una señal, tal vez deba cambiar mi rumbo…
~Fin flashback~
Mientras recordaba todo lo ocurrido aquella noche salí del bosque y entonces vi un inmenso mar que se extendía por el horizonte. Aquél olor salino y el sonido de las olas me recordaba a mi hogar en Grecia.
Caminé por la costa hasta que llegué a una ciudad. Aquél debía de ser el lugar que me marcaron las estrellas, estoy segura. Accedí a la ciudad a través de unos puentes que indicaban una arquitectura bastante avanzada y, la ciudad en sí, parecía fusionar a la perfección tecnología y naturaleza. Había grandes edificios similares a los de las ciudades del Mundo Humano que combinaban perfectamente con edificios con una arquitectura más antigua, o enfocada más a la naturaleza con las típicas enredaderas cubriendo las paredes.
- Esta debe de ser la ciudad de Atlantis- me dijo MedievalGallantmon.
- Me pregunto si las leyendas que hay en mi mundo sobre Atlantis están basadas en este lugar- pensé.
- Es posible- me contestó.
¿Qué querían las estrellas que buscase aquí? ¿Qué encontraría? Pasé un buen rato paseando por la ciudad hasta que uno de los edificios me llamó la atención. Era bastante grande y con estatuas de piedra en la fachada y flanqueando las puertas. En un cartel que había junto a la entrada, pude leer “Biblioteca”. ¿Será este el lugar que estuve buscando? Sólo había una manera de averiguarlo.
Entré y me sorprendió ver la inmensa cantidad de libros que había en las estanterías. Habían algunos digimons leyendo en las mesas, pero esos libros eran nuevos y no me llamaban la atención. ¿Dónde estaría la sección más antigua? Busqué un poco por el lugar hasta que encontré unas puertas de madera que conducían a otra sala y entré sin dudar.
Aquello era otra cosa, había libros que parecían tener siglos de antigüedad además se podían ver pergaminos desperdigados por las mesas. Había algo de desorden ahí pero estaba segura de que allí estaría lo que las estrellas me indicaron.
Irina Giorgatos
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
"Libros.
Son los mejores amantes. "
O eso decía mi maestro. Me recliné hacia atrás en la silla, en mi forma de Wizardmon y me eché el sombrero hacia delante, observando cómo la vela tintineaba poco a poco. Había pasado noches y noches en aquella biblioteca, por supuesto en la zona reservada a manuscritos y volúmenes más antiguos, estudiando todas y cada una de las letras, yendo de uno a otro, en busca de alguna referencia, algo que agarrar para poder regresar a mi casa. Podía ser un rumor de una puerta hacia Witchenly-aunque dudaba que tuviera tal fotuna, la fortuna se despega de los genios-o una leyenda que investigar para volverme más poderoso y abrir un portal porque si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo. Y cuando abriera el portal... cuando tuviera ese poder...
-También tendré el poder para aplastarlos-dije con una sonrisa. Me había quitado la capa, puesto que me encontraba completamente solo en la biblioteca. Me gustaban que fueran tranquilas. Más espacio para mí y los libros. En realidad, siempre estuve a su alredor... cuando fui humano, y ahora. Pero a diferencia de mi maestro yo no podía desenlazarme del mundo y desentenderme como él hacía. Quizás para él los libros desprendían el calor de los brazos de una mujer en mitad de una tormenta, quizás para él los libros podían susurrarle a la luz de las velas como un amigo. A ratos envidiaba tal capacidad, a ratos la deseaba para mí.
-¿Acaso necesitas un abrazo? Estás blando-me dijo mi propia mente. La lógica me huía bastante últimamente. Bostecé, realmente estaba cansado... ¡aunque yo soy tan duro que otro en mi situación se habría quedado dormido con la boca abierta y la baba saliendo sobre los pergminos, seguro!-Dudo que esta gente idiota pueda tener algo de lo que buscas, incluso si este sitio es decente...
Sí, aquella ciudad parecía ser algo más que un pozo de idiotas, pero no era tan bonita como la ciudad imperial. Aquí predominaba la combinación de maquinaria y naturaleza. No es que estuviera muy acostumbrado a ver maquinaria del tipo que fuera más allá de las poleas, puesto que en Witchenly todo funcionaba con magia, así que realmente muchas de aquellas cosas que había sólo había tenido ocasión de observarlas y leerlas en libros.
Aún así, la ciudad imperial me había parecido infinitamente mejor. Me recordaba a casa, y había pasado buenos momentos allí. Inmediatamente me acordé de la aventura vivida con una humana, Irina, que resultó ser un diamante entre aquellos zarraspastrosos idiotas que pueblan el digimundo. Realmente, ella era especial por su relación con la magia. O eso quería pensar. Ya me había convencido de que esa persona era... amiga mía. Exceptuando a mi maestro, sólo he tenido un amigo, el más preciado, el más importante... MedievalGallantmon, mi rey...y me lo arrebataron con crueldad. No era justo. Pero ahora me sentía extraño, las filas se aumentaron a dos. Ella se había ganado con ése magnetismo que tenía el mismo efecto sobre mí que sobre la magia mi respeto y finalmente, mi amistad.
-Nada más-aclaró la voz de la razón. Inmediatamente me asaltó el dicho de mi maestro, y me lo volví a plantear...
Y... cambiando de tema... sí. Yo buscaba incluso a sabiendas de que aquella gente idiota no tendría ni idea de mi dimensión y que documentos, ya no con lenguaje arcano, sino una mera referencia sería difícil de encontrar. Pero ansiaba tanto mi hogar que pretendía encontrar incluso si no los había. ¡Claro que puedo hacerlo!
Todo eso explicaba el estado de la mesa, llena de pergaminos y libros, además de estanterías removidas por completo. Me faltaban un par de libros, así que, tras colocarme de nuevo mi capa fui a buscarlos a una estantería dejando atrás mi mesa. Entonces, oí unos pasos de alguien acercándose a la zona de la biblioteca que yo había ocupado... al haberse parado mis pensamientos en cosas vacuas, eso había hecho que la efervencencia de mi carácter se crispase un poco, y sabía que si algún idiota curioso venía a interrogarme lo freiría a rayos. Y no era por "compasión" sólo era porque sabía que además de poder dañar los libros me echarían a patadas si producía un altercado.
Lo echaría con mi sutil prosa. O con unos cuantos gritos si se ponía muy pesado. Así que me puse varios libros en una pequeña columna que llevé con los brazos y que se cayeron de la impresión. Por un isntante pensé que había dominado la convocación.
Quise preguntar qué hacía ahí, pero simplemente se me cayeron los libros y me quedé mudo de sorpresa.
Son los mejores amantes. "
O eso decía mi maestro. Me recliné hacia atrás en la silla, en mi forma de Wizardmon y me eché el sombrero hacia delante, observando cómo la vela tintineaba poco a poco. Había pasado noches y noches en aquella biblioteca, por supuesto en la zona reservada a manuscritos y volúmenes más antiguos, estudiando todas y cada una de las letras, yendo de uno a otro, en busca de alguna referencia, algo que agarrar para poder regresar a mi casa. Podía ser un rumor de una puerta hacia Witchenly-aunque dudaba que tuviera tal fotuna, la fortuna se despega de los genios-o una leyenda que investigar para volverme más poderoso y abrir un portal porque si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo. Y cuando abriera el portal... cuando tuviera ese poder...
-También tendré el poder para aplastarlos-dije con una sonrisa. Me había quitado la capa, puesto que me encontraba completamente solo en la biblioteca. Me gustaban que fueran tranquilas. Más espacio para mí y los libros. En realidad, siempre estuve a su alredor... cuando fui humano, y ahora. Pero a diferencia de mi maestro yo no podía desenlazarme del mundo y desentenderme como él hacía. Quizás para él los libros desprendían el calor de los brazos de una mujer en mitad de una tormenta, quizás para él los libros podían susurrarle a la luz de las velas como un amigo. A ratos envidiaba tal capacidad, a ratos la deseaba para mí.
-¿Acaso necesitas un abrazo? Estás blando-me dijo mi propia mente. La lógica me huía bastante últimamente. Bostecé, realmente estaba cansado... ¡aunque yo soy tan duro que otro en mi situación se habría quedado dormido con la boca abierta y la baba saliendo sobre los pergminos, seguro!-Dudo que esta gente idiota pueda tener algo de lo que buscas, incluso si este sitio es decente...
Sí, aquella ciudad parecía ser algo más que un pozo de idiotas, pero no era tan bonita como la ciudad imperial. Aquí predominaba la combinación de maquinaria y naturaleza. No es que estuviera muy acostumbrado a ver maquinaria del tipo que fuera más allá de las poleas, puesto que en Witchenly todo funcionaba con magia, así que realmente muchas de aquellas cosas que había sólo había tenido ocasión de observarlas y leerlas en libros.
Aún así, la ciudad imperial me había parecido infinitamente mejor. Me recordaba a casa, y había pasado buenos momentos allí. Inmediatamente me acordé de la aventura vivida con una humana, Irina, que resultó ser un diamante entre aquellos zarraspastrosos idiotas que pueblan el digimundo. Realmente, ella era especial por su relación con la magia. O eso quería pensar. Ya me había convencido de que esa persona era... amiga mía. Exceptuando a mi maestro, sólo he tenido un amigo, el más preciado, el más importante... MedievalGallantmon, mi rey...y me lo arrebataron con crueldad. No era justo. Pero ahora me sentía extraño, las filas se aumentaron a dos. Ella se había ganado con ése magnetismo que tenía el mismo efecto sobre mí que sobre la magia mi respeto y finalmente, mi amistad.
-Nada más-aclaró la voz de la razón. Inmediatamente me asaltó el dicho de mi maestro, y me lo volví a plantear...
Y... cambiando de tema... sí. Yo buscaba incluso a sabiendas de que aquella gente idiota no tendría ni idea de mi dimensión y que documentos, ya no con lenguaje arcano, sino una mera referencia sería difícil de encontrar. Pero ansiaba tanto mi hogar que pretendía encontrar incluso si no los había. ¡Claro que puedo hacerlo!
Todo eso explicaba el estado de la mesa, llena de pergaminos y libros, además de estanterías removidas por completo. Me faltaban un par de libros, así que, tras colocarme de nuevo mi capa fui a buscarlos a una estantería dejando atrás mi mesa. Entonces, oí unos pasos de alguien acercándose a la zona de la biblioteca que yo había ocupado... al haberse parado mis pensamientos en cosas vacuas, eso había hecho que la efervencencia de mi carácter se crispase un poco, y sabía que si algún idiota curioso venía a interrogarme lo freiría a rayos. Y no era por "compasión" sólo era porque sabía que además de poder dañar los libros me echarían a patadas si producía un altercado.
Lo echaría con mi sutil prosa. O con unos cuantos gritos si se ponía muy pesado. Así que me puse varios libros en una pequeña columna que llevé con los brazos y que se cayeron de la impresión. Por un isntante pensé que había dominado la convocación.
Quise preguntar qué hacía ahí, pero simplemente se me cayeron los libros y me quedé mudo de sorpresa.
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :183Nivel On Rol :Beast SpiritInventario :
Yatterwa
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
Caminé entre aquél desorden, buscando una mesa libre en la que poder sentarme a leer algo. Tal vez encontrase lo que las estrellas me habían indicado, sin embargo me pareció que lo más difícil seria encontrar una mesa vacía. Todas estaban llenas de libros e incluso las sillas tenían varios ejemplares. Al final decidí que lo mejor sería leer en el suelo pero antes me paseé por las estanterías buscando algo que llamara mi atención o la de MedievalGallantmon. A veces pienso que tener dos mentes es algo útil cuando buscas algo.
- Aquí hay un par de libros que podrían ser de interés- me dijo la voz de MedievalGallantmon- Y en la mesa vi un par de títulos interesantes.
- Tardaremos días en revisarlos todos- dije algo desanimada mientras veía los montones de libros en la mesa- Y ni siquiera sé lo que busco aquí.
- Lo sé, las estrellas a veces nos dan mensajes difíciles de comprender- añadió MedievalGallantmon.
Con resignación agarré un ejemplar y empecé a ojearlo de pie. Simplemente leía un poco por encima pero de lo único de lo que hablaba era sobre leyendas antiguas de Atlantis, nada que tuviese que ver con los arcanos ni nada por el estilo.
Caminé hasta otra estantería cuando oí algo al fondo de la sala. Era como si se hubiese caído una montaña entera de libros, y los libros no se caen solos aunque se trate de magia, tendría que haber alguien para hacerlos caer. Allí había alguien más, supuse que sería algún digimon de Atlantis o alguno de los bibliotecarios, pero no estaría de más echar un vistazo.
Me acerqué hasta allí y vi que, efectivamente, habían sido bastantes libros los que cayeron sólo que habían caído sobre alguien, un Wizardmon. Me resultaba familiar ese digimon y un segundo después un nombre se me cruzó por la cabeza, no sé si MedievalGallantmon tuvo algo que ver o no.
- ¿Eisenheim?- dije dudando un poco mientras me acercaba, sólo lo vi en una ocasión y no estaba segura de reconocerlo. Pero enseguida MedievalGallantmon me lo confirmó y yo me alegré tanto de volver a verlo que no pude evitar abrazarlo- Como me alegro de verte, Eisenheim.
No sé porque actué de esa manera tan… amistosa, supongo que se debe aquél alivio que se siente después de haber estado días con la incertidumbre de no saber si Duskmon había intentado algo contra él. Aquello fue como una tortura mental que también afectó a MedievalGallantmon, sabía que ambos fueron amigos en el pasado. Supongo que para él, estar frente a su gran amigo y no poder hablarle ni decirle de su existencia debe de ser duro, aunque lo hacía para mantenerlo a salvo. Por eso, MedievalGallantmon también disfrutó sintiendo ese abrazo, por el momento era lo único que él podía hacer.
- Ha sido toda una sorpresa encontrarte hoy- le dije separándome del abrazo- Las estrellas debieron de referirse a ti cuando marcaron aquella dirección
Me encontraba feliz de saber que Eisenheim estaba bien. Tal vez Duskmon no vio esa parte de mis recuerdos y seguramente no sabría de su existencia, así que por el momento él estaba a salvo.
- Aquí hay un par de libros que podrían ser de interés- me dijo la voz de MedievalGallantmon- Y en la mesa vi un par de títulos interesantes.
- Tardaremos días en revisarlos todos- dije algo desanimada mientras veía los montones de libros en la mesa- Y ni siquiera sé lo que busco aquí.
- Lo sé, las estrellas a veces nos dan mensajes difíciles de comprender- añadió MedievalGallantmon.
Con resignación agarré un ejemplar y empecé a ojearlo de pie. Simplemente leía un poco por encima pero de lo único de lo que hablaba era sobre leyendas antiguas de Atlantis, nada que tuviese que ver con los arcanos ni nada por el estilo.
Caminé hasta otra estantería cuando oí algo al fondo de la sala. Era como si se hubiese caído una montaña entera de libros, y los libros no se caen solos aunque se trate de magia, tendría que haber alguien para hacerlos caer. Allí había alguien más, supuse que sería algún digimon de Atlantis o alguno de los bibliotecarios, pero no estaría de más echar un vistazo.
Me acerqué hasta allí y vi que, efectivamente, habían sido bastantes libros los que cayeron sólo que habían caído sobre alguien, un Wizardmon. Me resultaba familiar ese digimon y un segundo después un nombre se me cruzó por la cabeza, no sé si MedievalGallantmon tuvo algo que ver o no.
- ¿Eisenheim?- dije dudando un poco mientras me acercaba, sólo lo vi en una ocasión y no estaba segura de reconocerlo. Pero enseguida MedievalGallantmon me lo confirmó y yo me alegré tanto de volver a verlo que no pude evitar abrazarlo- Como me alegro de verte, Eisenheim.
No sé porque actué de esa manera tan… amistosa, supongo que se debe aquél alivio que se siente después de haber estado días con la incertidumbre de no saber si Duskmon había intentado algo contra él. Aquello fue como una tortura mental que también afectó a MedievalGallantmon, sabía que ambos fueron amigos en el pasado. Supongo que para él, estar frente a su gran amigo y no poder hablarle ni decirle de su existencia debe de ser duro, aunque lo hacía para mantenerlo a salvo. Por eso, MedievalGallantmon también disfrutó sintiendo ese abrazo, por el momento era lo único que él podía hacer.
- Ha sido toda una sorpresa encontrarte hoy- le dije separándome del abrazo- Las estrellas debieron de referirse a ti cuando marcaron aquella dirección
Me encontraba feliz de saber que Eisenheim estaba bien. Tal vez Duskmon no vio esa parte de mis recuerdos y seguramente no sabría de su existencia, así que por el momento él estaba a salvo.
Irina Giorgatos
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
Por lo normal, no me gusta el contacto físico. Por lo normal, no me gusta el resto del mundo. Por lo normal, no me gusta esa amistad hipócrita de esas personas que conocen a muchos con muchisima facilidad. Por lo general, por tanto, es deducible que no me gustan los abrazos.
Pero esta no era una situación normal. Ni mi lógica funcionaba normalmente con Irina así que debo admitirlo -¡y pobre del que se mofe de ello!-aquel abrazo me gustó. Mientras recogía los libros, intentando ocultar con movimientos sutiles de la cabeza que estba sonrojado, fui amontonando los libros para que no estuvieran esparcidos por ahí, mientras me hablaba de que había seguido las estrellas. Recuerdo que en el laberinto le enseñé algo de ellas.
Es sorprendente que en este mundo de patanes alguien me haya hecho caso. ¡Si es que, Irina, estaba hecha de otra pasta! Arcana o no, esa afinidad a la magia era muy interesante. Tan interesante que me alegraba de que no hubiera conocido a ciertos sujetos de Witchenly como mi maestro o algunos estudiosos. Mi maestro lo hacía con objetos, y a veces, con golems. No sé si llegó a hacer vivisecciones, cosa que a mi me aterrorizaba bastante sólo de pensarlo porque además de estar prohibidas me parecían inmorales, pero aún le recuerdo diciendo que: “Por el bien del estudio, a veces había que cometer ciertas cosas ilegales e inmorales, pero que el estudio podía ser la expiación si resultaba útil a la comunidad científica”. Esas palabras ante la chimenea de la torre, mientras yo tomaba algo de pan duro -era muy estricto en torno a la dieta- acompañadas de una semisonrisa demasiado enigmática y sospechosa me hicieron tener pesadillas durante varias noches.
Tal y como fuera, yo considero que eso es ir demasiado lejos...aunque haya habido momentos en los que la idiotez de ciertas personas me hayan llevado a preguntarme si hacerlo para comprobar que tenían sesos y no serrín. Pero como decía, me sorprendió que recordase la historia que le comenté sobre aquella constelación y me sorprendió aún más que de hecho la hubiera utilizado como utilidad práctica.
No pude evitar emitir una leve risita mientras me llevaba la mano al mentón. Sonó algo así como un: “jum,jum,jum” pero de veras que me alegra que alguien tiene la capacidad y el cerebro lo suficientemente grande para oír sabios consejos y aprovecharlos. Porque he visto a personas orejudas cuyo cerebro era incapaz de procesar mensajes lógicos tan poco dificultosos como un simple “cállate”. Pero Irina... qué capacidad de usar los conocimientos, qué viveza, era la imagen contrapuesta a esos viejos estudiosos que se fosilizan ante miles de datos sin llegar a aprender aplicarlos. Por supuesto, ella era muchísimo más guapa que ellos. Rivalizaría con la misma atenea, no sólo por su sabiduría y... ejem, en fin, dejémoslo.
-Los intelectos superiores, se atraen entre sí, no es de extrañar que tu talento y el mío hayan deseado querer encontrarse-a decir verdad, creo que soné realmente interesante, gallardo y apuesto incluso tras aquella risita-Osea, que siguiendo el sabio camino de las estrellas, estás aquí, pero, ¿buscabas algo más en particular y este encuentro ha sido un afortunado accidente, o tienes alguna pista para tus propósitos?
Alcancé mi capa, me la coloqué e hice una reverencia:
-Sin duda, puedo prestarte mis dones mágicos por un tiempo, al menos y con sumo placer. A decir verdad, llevo mucho tiempo dándoles vueltas a esos libros y no encuentro nada que me sirva. Quizás con vos me vaya mejor.
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :183Nivel On Rol :Beast SpiritInventario :
Yatterwa
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
Me sentí realmente feliz y era extraño. Hasta ahora Eisenheim era el único con el que había forjado una amistad tan fuerte. Pero he de admitir que me gustaba tenerle como amigo ¿Sería porque tenía a MedievalGallantmon como DigiSpirit? No, estoy segura de que me habría hecho amiga de Eisenheim incluso teniendo otro DigiSpirit. Pero no era la única feliz, podía sentir la felicidad de MedievalGallantmon. Aunque era imposible para él comunicarse con Eisenheim, verlo sano y salvo era un alivio.
Pero la pregunta de Eisenheim me hizo bajar de golpe a tierra. ¿Cuál era la razón de que estuviese allí? Le contase lo que le contase debía de tener cuidado de no decir nada que revelase la existencia de Duskmon ni la de MedievalGallantmon. Eso sólo lo pondría en peligro y haría que el asesino se enterase de su existencia si no lo había hecho ya.
- Bueno, pues…
¿¡Pero qué estaba haciendo?! No podía dudar al hablar. Él no es estúpido y podría saber que le oculto algo.
- Tranquila, Irina- me dijo la voz de MedievalGallantmon- Seguramente no se dio cuenta de eso.
Aunque no lo notaba muy convencido, me relajé y volví a hablar.
- Me dirigía a la Ciudad Congelada en busca del siguiente Espíritu Digital cuando vi en las estrellas la misma constelación que me enseñaste. Así que decidí cambiar mi rumbo. Tenía la sensación de que encontraría algo importante y así fue.
Eisenheim se colocó la capa haciendo que ondeara elegantemente. Ahora que recuerdo, FlaWizardmon le quemó la capa que llevaba ¿Acaso se compró una nueva?
- Será agradable trabajar juntos en esto una vez más ¿no crees?- le pregunté.
No tenia de que preocuparme si Eisenheim se quedaba conmigo un rato. No sabía nada de Duskmon desde hace un par de días, pero seguramente logré darle esquinazo en el último pueblo por el que pasé. Si me perdió el rastro no hay peligro para Eisenheim.
- Por cierto ¿Es nueva esa capa? Creo que la anterior te la quemó FlaWizardmon si no me equivoco.
Pero la pregunta de Eisenheim me hizo bajar de golpe a tierra. ¿Cuál era la razón de que estuviese allí? Le contase lo que le contase debía de tener cuidado de no decir nada que revelase la existencia de Duskmon ni la de MedievalGallantmon. Eso sólo lo pondría en peligro y haría que el asesino se enterase de su existencia si no lo había hecho ya.
- Bueno, pues…
¿¡Pero qué estaba haciendo?! No podía dudar al hablar. Él no es estúpido y podría saber que le oculto algo.
- Tranquila, Irina- me dijo la voz de MedievalGallantmon- Seguramente no se dio cuenta de eso.
Aunque no lo notaba muy convencido, me relajé y volví a hablar.
- Me dirigía a la Ciudad Congelada en busca del siguiente Espíritu Digital cuando vi en las estrellas la misma constelación que me enseñaste. Así que decidí cambiar mi rumbo. Tenía la sensación de que encontraría algo importante y así fue.
Eisenheim se colocó la capa haciendo que ondeara elegantemente. Ahora que recuerdo, FlaWizardmon le quemó la capa que llevaba ¿Acaso se compró una nueva?
- Será agradable trabajar juntos en esto una vez más ¿no crees?- le pregunté.
No tenia de que preocuparme si Eisenheim se quedaba conmigo un rato. No sabía nada de Duskmon desde hace un par de días, pero seguramente logré darle esquinazo en el último pueblo por el que pasé. Si me perdió el rastro no hay peligro para Eisenheim.
- Por cierto ¿Es nueva esa capa? Creo que la anterior te la quemó FlaWizardmon si no me equivoco.
Irina Giorgatos
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
-Sin duda, ése tipo de referencias y decisiones son muy buenas-le dije, aunque me ahorré el “sobre todo si vienen de mí” para no parecer un pedante presuntuoso. ¿Qué? Yo sólo soy consciente de mi posición intelectual y mis capacidades, ni siquiera me gusta presumir de ellas-Pero, ¡Irina! Este encuentro merece que se de en un lugar que se pueda comparar con nosotros-me encogí de hombros-No es una mala biblioteca, pero sois demasiado joven y hermosa como para quedaros aquí mucho tiempo; la mayoría de quienes nos dedicamos a los libros, acabamos canosos y estropeados -decidí hacer un pequeño chiste, sofisticado y elegante. Bueno, vale, reconozco que no era humor inteligente, pero es que mi sentido del humor es poco... quiero decir, ¿qué sentido tiene ponerse a decir tonterías risibles como un monito de feria? En mis épocas de monje, lo hacía bastante; incluso escribía poemas picantes. Eran chistes de monjes, aunque no lo parezca.
Recogí los libros, con cuidado y dejándolos a un lado de la mesa. Llevaba un tiempo visitando aquel lugar, así que los digimon que se encargaban de la biblioteca sabían que aquel era mi temporal lugar de estudio. Por algo había pagado por él y eso incluía el hecho de que, con dejarlo todo medianamente ordenado, nadie osase tocar mis cosas. Lo odio, dicho sea de paso. Comencé a caminar. Sólo me incomodaba que siendo un Wizardmon mi altura es algo ridícula comparada con Irina, peor no iba a impedir que eso me frenara; incluso si fuera un digimon de treinta metros, mi grandeza no me cabría en el cuerpo.
-Hay un lugar interesante aquí en Atlantis... te lo mostraré-dije, sonriendo y alzando el dedo índice tras hacerle un gesto para que me siguiera. Comenzamos a caminar por las calles de Atlantis, aunque procuré tomar las menos transitadas mientras seguía hablando con mi gra y única amiga, que incluso se fijó en el detalle de la capa. La repuse en cuanto pude, me realza mis rasgos galantes...
-Oh, sí, la adquirí hace poco-dije, algo ruborizado porque se hubiera percatado, tomándola del pico y haciéndola ondear como yo sólo sé hacer...que por supuesto es de manera tremendamente fina; soy todo un hombre con modales. Me había costado varios días durmiendo en instalaciones para plebeyos, pero aún así, nada más tocar la tela se notaba que era de primera calidad... ¡de sólo acordarme de ése idiota quemacapas me daba satisfacción recordar que estaba muerto! Bueno, por eso y porque intentó atacar a Irina... y me llamó croqueta...sí, definitivamente se merecía morir-¿Te has vuelto a encontrar con un indeseable así? Porque yo te protegería como el caballero que soy, aunque no lo creas, puedo ser un caballero andante bajo esta apariencia de mago... un brillante caballero de capa sedosa que os rescate de lo que necesitéis querida amiga...-un momento, Irina no había dicho nada. De hecho ni la oía respirar...¿¡mis palabras le habían quitado la respiración!? ¡Claro, es lógico!-¡No es necesario que digais nada!¡Las estrellas nos llevan al uno hacia el otro para que nos fundamos en una gran constelación, hermosa, y brillante...
Cuando me di la vuelta, para deleitarme con su sonroja, Irina no estaba. En su lugar había una multitud. ¡Diantres!¿Había hablado solo durante un rato? ¿Mis galantes palabras, tiradas al aire?
Recogí los libros, con cuidado y dejándolos a un lado de la mesa. Llevaba un tiempo visitando aquel lugar, así que los digimon que se encargaban de la biblioteca sabían que aquel era mi temporal lugar de estudio. Por algo había pagado por él y eso incluía el hecho de que, con dejarlo todo medianamente ordenado, nadie osase tocar mis cosas. Lo odio, dicho sea de paso. Comencé a caminar. Sólo me incomodaba que siendo un Wizardmon mi altura es algo ridícula comparada con Irina, peor no iba a impedir que eso me frenara; incluso si fuera un digimon de treinta metros, mi grandeza no me cabría en el cuerpo.
-Hay un lugar interesante aquí en Atlantis... te lo mostraré-dije, sonriendo y alzando el dedo índice tras hacerle un gesto para que me siguiera. Comenzamos a caminar por las calles de Atlantis, aunque procuré tomar las menos transitadas mientras seguía hablando con mi gra y única amiga, que incluso se fijó en el detalle de la capa. La repuse en cuanto pude, me realza mis rasgos galantes...
-Oh, sí, la adquirí hace poco-dije, algo ruborizado porque se hubiera percatado, tomándola del pico y haciéndola ondear como yo sólo sé hacer...que por supuesto es de manera tremendamente fina; soy todo un hombre con modales. Me había costado varios días durmiendo en instalaciones para plebeyos, pero aún así, nada más tocar la tela se notaba que era de primera calidad... ¡de sólo acordarme de ése idiota quemacapas me daba satisfacción recordar que estaba muerto! Bueno, por eso y porque intentó atacar a Irina... y me llamó croqueta...sí, definitivamente se merecía morir-¿Te has vuelto a encontrar con un indeseable así? Porque yo te protegería como el caballero que soy, aunque no lo creas, puedo ser un caballero andante bajo esta apariencia de mago... un brillante caballero de capa sedosa que os rescate de lo que necesitéis querida amiga...-un momento, Irina no había dicho nada. De hecho ni la oía respirar...¿¡mis palabras le habían quitado la respiración!? ¡Claro, es lógico!-¡No es necesario que digais nada!¡Las estrellas nos llevan al uno hacia el otro para que nos fundamos en una gran constelación, hermosa, y brillante...
Cuando me di la vuelta, para deleitarme con su sonroja, Irina no estaba. En su lugar había una multitud. ¡Diantres!¿Había hablado solo durante un rato? ¿Mis galantes palabras, tiradas al aire?
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :183Nivel On Rol :Beast SpiritInventario :
Yatterwa
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
Irina
Eisenheim quiso enseñarme un lugar interesante que había en esa ciudad, y yo accedí encantada. Me gustaba mucho que me mostrara lugares interesantes, como en aquél laberinto, y disfrutaba con sus historias. Me parecía fascinante lo que sabía sobre la magia arcana y todo lo que tuviese que ver con ello.Cuando caminábamos por las calles me contó que hacía poco que había adquirido su nueva capa. A decir verdad le quedaba muy bien, espero que esta no se le queme, seguramente le debió de costar bastantes bits, parece de calidad.
En ese momento sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. Como si se tratase de las frías garras de la muerte acechándome. Era misma sensación que sentía cuando Duskmon estaba a punto de abalanzarse sobre mí blandiendo su espada. Me giré rápidamente pero allí no había nada, solo digimons corrientes caminar de un lado a otro. ¿Me lo imagine? No pude evitar suspirar de alivio al pensar que habían sido imaginaciones mías. Esto de tener esa amenaza constante me está afectando más de lo que pensaba.
Cuando volví a mirar hacia delante Eisenheim no estaba ¿es posible que haya seguido caminando cuando yo me detuve? ¿También andaba distraído y no se dio cuenta que no lo seguía? Bueno, será mejor que vaya a buscarlo.
Duskmon
Desde las sombras de un callejón observé a los digimons pasar de un lado a otro. Había llegado allí siguiendo la pista de Irina pero le perdí el rastro entre la multitud. Sin embargo sabía que aún estaba en esta ciudad. Sólo es cuestión de tiempo que la encuentre, tal vez entonces pueda librar por fin esa batalla que ansío, antes de llevármela para cumplir con el encargo.Cuando me decidí a buscar por otra parte, el ojo de la hombrera derecha de mi armadura me alertó de algo. Me giré para ver de qué se trataba y vi a un Wizardmon caminar por las calles mientras hablaba solo. E incluso algunos digimons lo miraban extrañados. Ese Wizardmon… si, lo recuerdo bien. Se trataba de Eisenheim, era otro arcano que andaba perdido por este mundo y un buen amigo de Irina según lo que miré en sus recuerdos. Seguramente había estado hablando con ella pero por alguna razón se separaron. No me creo que hable solo por gusto. Esto puede serme útil, tal vez sepa dónde está Irina o incluso podría ayudarme a encontrarla. Naturalmente, nadie ayudaría a un sicario a encontrar a un ser querido así que tendré que hacer algo de teatro para conseguir lo que necesito.
Salí de entre las sombras y me acerqué a Eisenheim como si fuera otro de los transeúntes de aquellas calles, pero aparentando preocupación en mi caminar. Eso haría más creíble mi “actuación”.
- Disculpe, ¿ha visto a una humana por aquí? Estoy bastante preocupado y agradecería que me ayudara a encontrarla- le dije a Eisenheim procurando que se me notara preocupado al hablar- Es alta, lleva una chaqueta negra, pelo corto y negro y un pañuelo rojo atado al cuello y por si esto ayudara, se llama Irina.
Si mi plan funcionaba, me ayudaría a encontrarla y podría poner fin a ese encargo.
Irina Giorgatos
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
Un tipo en armadura se me acercó. ¿Por qué demonios tengo tan mala fortuna que todos los que tienen aspecto zarraspastroso se me acercan? ¿Para contagiarse de mi genialidad? Bueno, como sea, se me acercó, con cara de preocupación: ¿me han visto cara de samaritano o algo?
Bueno, al parecer buscaba a Irina. ¿Por qué la buscaba? ¿Acaso se conocían? Quizas, del mundo humano. Ella debe tener contactos allí. ¿Cómo será, tras tanto tiempo? Ni me importa. Siempre odié el mundo humano, así como el mundo digital. El caso es que ese zarrapastroso de armadura negra quizás era un conocido. O amigo. Y...espera, ¿¡es que acaso ese tipo tiene interés en algo más que amistad!? ¡Ese zarrapastroso de armadura negra...! Tranquilízate. No puedo perder la cabeza, al fin y al cabo soy un caballero. Pero no me gustan los tipos con armadura que creen que con su espada pueden solucionarlo todo, ¡como cromañones con un jueguete!
-Creo que me suena haber visto a una humana de tales características. Se haya por el área, de hecho. Debes conocerla muy bien para saber incluso su nombre-le dije, intentando sonscarle si eran amigos o había algo más.
Bueno, al parecer buscaba a Irina. ¿Por qué la buscaba? ¿Acaso se conocían? Quizas, del mundo humano. Ella debe tener contactos allí. ¿Cómo será, tras tanto tiempo? Ni me importa. Siempre odié el mundo humano, así como el mundo digital. El caso es que ese zarrapastroso de armadura negra quizás era un conocido. O amigo. Y...espera, ¿¡es que acaso ese tipo tiene interés en algo más que amistad!? ¡Ese zarrapastroso de armadura negra...! Tranquilízate. No puedo perder la cabeza, al fin y al cabo soy un caballero. Pero no me gustan los tipos con armadura que creen que con su espada pueden solucionarlo todo, ¡como cromañones con un jueguete!
-Creo que me suena haber visto a una humana de tales características. Se haya por el área, de hecho. Debes conocerla muy bien para saber incluso su nombre-le dije, intentando sonscarle si eran amigos o había algo más.
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :183Nivel On Rol :Beast SpiritInventario :
Yatterwa
Re: El camino de las estrellas que lleva a casa (priv. Yatterwa)
El guerrero de las sombras miró al mago, escuchando con atención sus palabras. Irina estaba por la zona ¿Pero dónde exactamente? Aquella ciudad era muy grande, aún con los ojos de su armadura podría tardar horas en dar con ella. Por el momento pensó en responder las preguntas del mago, también cabía la posibilidad que Irina estuviera buscando a Eisenheim y terminase por acudir allí. Por lo que retenerlo un rato podría ayudarlo.
- Conocí a Irina en el Mundo Humano, cuando quedé atrapado allí por culpa de un portal que convocaron en una batalla- mintió- Ella me ayudó a recuperarme de mis heridas y a regresar a este mundo. No habría sobrevivido sin ella. Después cada uno siguió con su camino, pero he descubierto que unos digimons andan tras ella. Les he seguido la pista hasta aquí, pero con tanta gente los he perdido. Si Irina esta por la zona entonces corre peligro.
Mientras tanto, Irina buscaba a Eisenheim por las calles cercanas. Se preguntó qué calle habría tomado al perderle la vista. MedievalGallantmon intentó tranquilizarla, le dijo que no podía haber ido muy lejos y que seguramente ahora estaría buscándola a ella también. Al cabo de sólo unos minutos, llegaron a una calle amplia con un mercado a ambos lados donde vendían toda clase de productos desde frutas a souvenirs de Atlantis. Allí entre la gente, vio a un Wizardmon hablando con alguien, que no pudo ver bien porque había un Delumon delante que lo tapaba con su arbusto.
- ¡Eisenheim! – le llamó mientras se acercaba.
Cuando el Delumon terminó su compra en un puesto y se apartó, Irina sintió un escalofrió al ver de quien se trataba y se detuvo a varios metros de ellos. ¿Qué hacía Eisenheim con ese asesino? ¿Por qué charlaban? Su mente intentó buscarle una explicación lógica pero sólo encontró una. Una respuesta que le hizo sentir un profundo odio.
El asesino sonrió y sin mediar palabra atacó a Irina desenvainando sus espadas. Ella pudo reaccionar a tiempo y saltó hacia atrás, aunque pudo sentir la hoja cortando el viendo a escasos centímetros de ella.
- ¿¡Por qué?! ¡¿Por qué estás con alguien como él?!- gritó enfadada.
Algunos digimons se quedaron mirando, al percatarse del grito de Irina y del ataque de Duskmon. No entendían lo que pasaba pero ninguno intentó acercarse, no parecían ser digimons acostumbrados a la lucha.
- Creía que eras mi amigo… pero tú…- dijo temblándole un poco la voz, pero sin dudar a la hora de sacar el d-scanner- ¡¡Me has traicionado, Eisenheim!!
Se sintió traicionada, al igual que MedievalGallantmon cuando vio a todos aquellos miembros del consejo, a quienes creyó sus aliados, atacarle sin piedad. Activó la cadena de datos en su mano y la pasó por el D-Scanner, pero sentía tanta furia que no se percató de que los datos que generó eran oscuros.
- ¡Irina, detente! ¡No digievoluciones! – intentó advertirle MedievalGallantmon en su mente.
- ¡Debo hacerlo! ¡Debo destruir a los traidores! – gritó en voz alta mientras se rodeaba de aquellos datos oscuros.
- ¡¡Irina!!- dijo el rey antes de quedar silenciado y aislado en contra de su voluntad, en un pequeño rincón de la mente de la humana.
Cuando la cadena de datos oscuros se desvaneció, mostró un digimon. Un Grademon distinto a lo que debería haber sido. Este poseía una armadura oscura, en vez de la dorada que debería haber tenido. Los digimons de la zona empezaron a alejarse, podían sentir energía oscura y furia de aquella humana convertida en digimon.
- Que interesante- dijo Duskmon antes de lanzarse a la lucha.
Las espadas de ambos guerreros chocaron, soltando chispas mientras los gritos de furia de Irina se escuchaban. Había perdido completamente el juicio.
- ¡¡Todos sois unos traidores!!- gritaba.
- Conocí a Irina en el Mundo Humano, cuando quedé atrapado allí por culpa de un portal que convocaron en una batalla- mintió- Ella me ayudó a recuperarme de mis heridas y a regresar a este mundo. No habría sobrevivido sin ella. Después cada uno siguió con su camino, pero he descubierto que unos digimons andan tras ella. Les he seguido la pista hasta aquí, pero con tanta gente los he perdido. Si Irina esta por la zona entonces corre peligro.
Mientras tanto, Irina buscaba a Eisenheim por las calles cercanas. Se preguntó qué calle habría tomado al perderle la vista. MedievalGallantmon intentó tranquilizarla, le dijo que no podía haber ido muy lejos y que seguramente ahora estaría buscándola a ella también. Al cabo de sólo unos minutos, llegaron a una calle amplia con un mercado a ambos lados donde vendían toda clase de productos desde frutas a souvenirs de Atlantis. Allí entre la gente, vio a un Wizardmon hablando con alguien, que no pudo ver bien porque había un Delumon delante que lo tapaba con su arbusto.
- ¡Eisenheim! – le llamó mientras se acercaba.
Cuando el Delumon terminó su compra en un puesto y se apartó, Irina sintió un escalofrió al ver de quien se trataba y se detuvo a varios metros de ellos. ¿Qué hacía Eisenheim con ese asesino? ¿Por qué charlaban? Su mente intentó buscarle una explicación lógica pero sólo encontró una. Una respuesta que le hizo sentir un profundo odio.
El asesino sonrió y sin mediar palabra atacó a Irina desenvainando sus espadas. Ella pudo reaccionar a tiempo y saltó hacia atrás, aunque pudo sentir la hoja cortando el viendo a escasos centímetros de ella.
- ¿¡Por qué?! ¡¿Por qué estás con alguien como él?!- gritó enfadada.
Algunos digimons se quedaron mirando, al percatarse del grito de Irina y del ataque de Duskmon. No entendían lo que pasaba pero ninguno intentó acercarse, no parecían ser digimons acostumbrados a la lucha.
- Creía que eras mi amigo… pero tú…- dijo temblándole un poco la voz, pero sin dudar a la hora de sacar el d-scanner- ¡¡Me has traicionado, Eisenheim!!
Se sintió traicionada, al igual que MedievalGallantmon cuando vio a todos aquellos miembros del consejo, a quienes creyó sus aliados, atacarle sin piedad. Activó la cadena de datos en su mano y la pasó por el D-Scanner, pero sentía tanta furia que no se percató de que los datos que generó eran oscuros.
- ¡Irina, detente! ¡No digievoluciones! – intentó advertirle MedievalGallantmon en su mente.
- ¡Debo hacerlo! ¡Debo destruir a los traidores! – gritó en voz alta mientras se rodeaba de aquellos datos oscuros.
- ¡¡Irina!!- dijo el rey antes de quedar silenciado y aislado en contra de su voluntad, en un pequeño rincón de la mente de la humana.
Cuando la cadena de datos oscuros se desvaneció, mostró un digimon. Un Grademon distinto a lo que debería haber sido. Este poseía una armadura oscura, en vez de la dorada que debería haber tenido. Los digimons de la zona empezaron a alejarse, podían sentir energía oscura y furia de aquella humana convertida en digimon.
- Que interesante- dijo Duskmon antes de lanzarse a la lucha.
Las espadas de ambos guerreros chocaron, soltando chispas mientras los gritos de furia de Irina se escuchaban. Había perdido completamente el juicio.
- ¡¡Todos sois unos traidores!!- gritaba.
Irina Giorgatos
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