Como dos gotas de Agua (Priv. Alanna)

Por fin la tenía, la había encontrado, y en el momento menos esperado, su propia alma, su propio digimon, aun no se había transformado, pero no tenía prisa, ahora que la había encontrado, solo quería conocer un poco de como había sucedido todo, por ello andaba por el digimundo, especificamente, por la zona de las islas, para concretar más, sobre un barco.

Alanna había llegado siguiendo las directrices de su gatomon, la cual había pedido que la llamaran Catt, el puerto estaba cubierto por una ligera llovizna que más que agua parecía seda, suave, humeda, mojando el suelo con una delicadeza impropia que en la tierra era únicamente visible en peliculas o fotos, con la cámara en la mano, fotografió el oscuro cielo subida en el barco de unos gomamons, ellos la llevarían a su destino, la isla de los recuerdos.

A pesar de la alegría de haber encontrado por fin a su compañera, sentía que esa gatomon no confiaba demasiado en ella, era seria y algo estirada, tan diferente a ella, que notaba la tensión que provocaba en el digiespirit, aunque no era de extrañar, ella era muy torpe y bastante atontada, pondría nervioso a cualquiera. Con un suspiro observó la foto que había enmarcado el paisaje luvioso y sonrió satisfecha, cada vez se le daba mejor, aunque no podía decir que fuera por práctica, simplemente había aprendido a seguir su instinto.

-Alanna, por favor, centrate, esto es importante- dijo una voz en su mente.

La chica sacó su digivice y miró la imagen de Cat en la pequeña pantalla, sonrió a ella, tal vez si confiaba en ella, pero la fotógrafa sospechaba que era únicamente porque no tenía más remedio. Dejando caer su cámara y mirando a lo lejos, esperó ver la isla de los recuerdos, se preguntaba como sería y estaba impaciente por llegar, si hubiera ido sola porsiblemente se hubiera dedicado a saltar por el barco, pero algo le decía que hacerlo sería ganarse una nueva regañina de su nueva compañera, definitivamente, acabaría calmandose por ella.

- Lo siento, estoy centrada, pero también podemos pasarlo bien, no todo ha de ser trabajo, ya sabes, hay que soltar una carcajada por cada lágrima.- sonrió dando un giro con brazos extendidos.
-Alanna, no, te vas a....- Sin que Cat tuviera la oportunidad de acabar la frase, la chica se resvaló y cayó al suelo de culo, empapando la falda que siempre llevaba al llegar al digimundo. -caer...- Finalizó la frase con la chica de pelo castaño ya en el suelo. -Te lo dije-Advirtío.
- Lo hiciste- rió la chica desde el suelo, levantandose y esperando a que fueran capaces de zarpar.
- Recuerda, hoy vas a ver parte de mi pasado, solo... no te asustes.- pidió la digimon con aire sereno y algo entristecido.
- No lo haré, aun no lo sabes, pero soy más fuerte de lo que crees- sonrió mirando al infinito apoyada en la balaustrada del barco.

El barco zarpó sin prisas con la brisa del mar y el aroma a sal salpiandole en la cara, la chica, sostiendose de la baranda del navio, respirando el agradable olor del aire marino, seguía dudando de que tan horrible podría se el pasado de su gatomon, esta nueva amiga, tan seria, ¿habría sido así en todo momento? No conocía casi nada de la historia del digimundo, y no le vendría nada mal que aguien le hiciera un resumen.

Sabía que pocos ángeles quedaban ya puros, y los que quedaban solían estar, como Cat, encerrados disponiendo únicamente de sus almas y dependiendo de los portadores de sus espiritus, por la actitud de la gatomon, notaba que no le gustaba depender de nadie, en eso se parecían, ella tampoco solía contar sus problemas a los demás, y, por muy mal que estuviera, lo afrontara sola con una sonrisa para volverse fuerte.

La voluntad era lo que la había mantenido viva hasta ese momento, y sospechaba que, en parte, era lo mismo que sucedía con su digiespirit, aunque la digimon, estaba claro, no había tenido la misma suerte que ella. Tenía entendido que, cuando un digimon se convertía en digiesirit, era a causa de que habían matado al digimon y algo extraño había sucedido, impiendole renacer como digiegg, si eso era lo que le había sucedido a su gatomon, sabía que debía haber sido duro para ella. Y sospechaa que, una de las causas de esa situación, era el caracter estricto del que hacía gala la digimon.

Finalmente, tras pasar junto a una balsa, atracaron el barco un segundo sin guardar velas o atar el mastil siquiera, en la isla de los recuerdos. Pisó tierra, era un lugar inmenso con un único pico en el centro, a su lado, un gatomon descendió de una balsa y la chica no pudo evitar sonreir, tan pequeño, se preguntaba si su gatomon sería igual, tal vez cuando fue digimon tenía el mismo aspecto adorble y ese anillo dorado, Cat no lo tenía siquiera en imagen.

- Cat- la lamó sacando su digivice.- ¿tu no tienes anillo? ¿Lo perdiste?- preguntó notando la tristeza de su compañera.- entiendo, lo descubriré en su momento.- sonrió con paciencia.- preguntemosle a ese gatomon donde lo encontró.- Propuso- tal vez logremos encontrar uno para ti- dijo iniciando una carrera.
- No, Alanna no lo hag....- intentó decir su digimon sin tiempo ya que, sin poder evitarlo, la humana volvió a caerse, frente al otro digimon, por segunda vez en un día.
- Aux...- protestó sentandose, al menos en sus caidas nunca soltaba su D-Scaner, si no, seguro que se llevaría una regañina tremenda.

- Estoy bien, gracias.- agradeció Alanna a la gatomon que, frente a ella, le preguntaba por su estado.

Asintió agradecida por la preocupación y se levantó limpiandose sus rodillas, se había hecho un par de raspones, pero no era nada grave, golpes peores se había llevado de pequeña, milagroso era que su piel no estuviera herida y que el labio no estuviera aun partido con todo lo que había vivido de niña. La gatomon parecía seria, tanto como su digiespirit, se preguntó, por un instante, si es que a caso era cosa de ese tipo de digimon tener un caracter serio, era probable que su gatomon y esa que tenía en frente, se llevasen bien.

El digimon siguió hacia delante, no sin antes girarse a mirarla para darle una nueva advertencia. Debería volver. Alanna sonrió para si, un poco triste, si, tal vez tuviera razón, pero ya había prometido socorrer a su digiespirit, quería formar el lazo que unía a todos los elegidos, con sus correspondientes digimons, quería conocer el pasado de Cat, y que ella, algún día, conociera el suyo.

-Espera.- llamó a la gatomon.- no puedo marcharme, he de descubrir varias cosas, y seguramente nuestros caminos se separen en poco tiempo, pero.... de momento ambas vamos al mismo lugar, así que, ¿por qué no ir juntas?.- preguntó empezando a andar, sintiendo como su digiespirirt suspiraba dentro del digivice. Ya había vuelto a decepcionarla. Pero al menos no avanzaría totalmente sola durante el camino.
- Alanna- llamó Cat.- no molestes, igual ella no quiere que nadie la acompañe.- la regañó.
- No pretendo molestarla.- se explicó ella alzando su d-scaner.- pero nos dirigimos al mismo sitio, de momento, cuando sea necesario nos separaremos, no quiero incomodar a nadie que va a observar sus recuerdos, pero los caminos son mejores cuando se hacen en compañía.- se explicó, ante ambos digimons.

Off:

Alanna asintió sonriendo ante las palabras de Iggy, al parecer su gatomon no era la única que tenía nombre. A medida que avanzaban las cosas se volvía peliagudas. La oscuridad comenzaba a rodearlas, y sonidos de risas, música y llanto comenzaban a resonar en los oidos de la joven, que, pensando que no eran más que imaginaciones suyas. Se acercó a la gatomon para seguir avanzando en linea recta.

Parecía que cada vez las ilusiones ses volvían más reales no era plato de buen gusto empezar a ver cosas sin razón alguna, eso debía ser el porque la isla de los recuerdos eran tan peligrosa, si te dejabas cautivar y arrastrar por la nostalgia, o si sacaban a la luz aquello que no querías recordar, podías acabar loca.

El digivice vibró en su bolsillo, parecía que Cat quería darle ánimos en silencio. O eso o, conociendola, sería una protesta por su debilidad, había estado impaciente por encontrar a su compañero, y se encontraba con una gata rabiosa, al menos, con ella, no podía ser más exigente. Para olvidarse de lo que la rodeaba, se centró en su presente, en su piso, en Pierce, en Sigrun, en el trabajo que tenía que entregar a la mañana siguiente, en el estudio de danza donde la habían contratado para dar clases de ballet a niños y de bailes de salón a adultos. Jamás pensó que el conservatorio donde acudía para no entrar en casa acabaría siendole tan útil. Vsito estaba que lo mejor era saber de todo.

La voz de la otra gatomón se coló entre sus pensamientos, amable, proponiendole descansar, pero Alanna no pensaba que eso fuera buena idea, al menos, no para ella, ahora que había encontrado el modo de alejar los fantasmas, era momento de mantenerlos lejos, y seguir avanzando, no fuera que volvieran a ella con fuerza, no quería arriesgarse a rememorar su infancia. Sin embargo, sospechaba, que, cuanto más se adentrasen, peor sería, y para eso necesitaba tomar fuerzas.

Se quedó de pie, apoyando la espalda en un árbol y alzó la mirada al cielo cubierto de hojas y suspiró. Tras unos segundos de silencio, se giró a mirar a la digimon, curiosa por saber que pasaba por su cabeza, aunque tal vez no fuera buena idea preguntar sin dar información antes, no estaba segura de que Cat quisiera charlar.

- Esta isla me da escalofríos.- Confesó finalmente, aunque sospechaba que eso decía más de ella de lo que debería, pues, quien ha tenido un pasado feliz, debía adorar el lugar, era una lástima que no pudiera ser su caso.

La chica suspiró ante la pregunta de la pequeña Gatomon que la acompañaba, si ella le preguntaba por su digivice, era probable que, al igual que ella fuera una tamer, y que, al igual que tendría que hacer ella misma pronto, se hubiera convertido en digimon. La miró y sonrió sacando su digivice, era extraño, ciertamente, todos los que había visto hasta el momento tenían unicamente dos colores, el suyo... el suyo tenía tres. Negro sobre blanco puro, y rosa como marco.

La pantalla se iluminó al recibir la luz del sol, y se lo mostró a Iggi, mientras en el interior de la pantalla su espiritu digital, Cat, se movía revoltosa con aires de nerviosismo, estaba claro que quería acabar pronto con ello. La chica, por el contrario, no estaba demasiado entusiasmada, sentir que compartes mente y cuerpo con otra persona... la asustaba, a pesar de lo que pareciera, Alanna siempre lo tenía todo bajo control, era torpe, si, muchisimo, pero sabía que hacer en cada momento, cederle parte del control a otra persona... le resultaba tremendamente dificil y doloroso. Y que esa persona fuera a ver y compartir sus dolorosos recuerdos de infancia no le facilitaba las cosas.

Siempre había sido una chica fuerte, siempre se había levantado sola por dura que hubiera sido la caida, nadie sabía de su pasado, ni siquiera su mejor amiga sabía de lo que sucedía en su infancia, Alanna había evitado que Sigrun fuera a su casa siempre, temerosa de que viera a su madre embriagada, de que oliese el alcohol pegado a las paredes, asustada de que hiciera preguntas, porque sabía que, si le preguntaban, todos los esfuerzos hechos para crecer sola, para mantenerse por su cuenta, serían en vano. El ballet había sido su salida, algo estricto, normado, que exigía control total del cuerpo, que transmitía paz, eso había sido su escape del descontrol, a un lugar seguro, la sala de baile publica de su pueblo. Y la fotografía, su modo de deshinibirse, de sacar momentos, de robarle escenas al tiempo. Juntas, esas dos pasiones, la habían salvado.

- Me habla siempre, no calla.- Sonrió un poco.- Cat- llamó a su gatomon- ¿te parece que sigamos?- le preguntó sabiendo su respuesta.
- Si, cuanto antes lleguemos, mejor.- recibió como respuesta.
- Ves?- Se giró nuevamente a Iggi.

Una voz susurrante se empezó a oir desde algún lado, inquiriendo, casi como un dulce ataque que la acusaba de no ser un digimon, pero.... perder el control de si misma de ese modo... era dificil para ella, acababa de conocer a su gatomón, no podía cederle todo lo que tenía, todo lo que la había mantenido a salvo siempre, no tan pronto, antes necesitaba saber que podía sentirse segura, nunca había podido confiar totalmente en nadie, cederle su alma al alguien era el punto de confianza más alto que podía alcanzar nadie, y si no tenía muestras de confianza, ¿cómo iba a creer ella?

- Sigamos- sonrió levantandose, al parecer ambas digimon estaban impacientes, y sus temores no debían retrasarlas, se apañaría sola con ellos, como había hecho siempre y, al final, lograría el valor para cederle el control a su compañera.