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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
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Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
—Akuma— resonó en aquel pequeño departamento esa voz aguda, que aunque no fuese irritante, desvelaba por completo el verdadero género del "joven rubio" que rondaba por la sala —A-ku-ma— volvió a llamarlo, esta vez, con un tono algo más infantil y marcando cada sílaba —¿Akuma-chan dónde estás?— insistió sin recibir respuesta alguna —Si viviese en una mansión seguro que no lo encontraría nunca— musitó antes de dejar escapar un suspiro de entre sus labios —En fin, si no hay más remedio...— aclaró su garganta antes de soltar un sin fin de malas palabras en el idioma natal de su padre -cantonés-.
—Chiisana, te he dicho mil veces que las mujeres no deben ser tan mal habladas; resulta poco atractivo de escuchar.
—¡Baja de esa estantería!— exclamó al encontrarlo —¿Por qué me has ignorado? No puedes poner como excusa que no me escuchabas. Esta casa es enana, así que más te vale decir la verdad.
—Está bien, está bien— dijo saltando desde la estantería llena de libros y dejando caer uno al suelo —Estaba leyendo y vaya, esa historia del piloto que se encuentra con el principito es más interesante de lo que parece por la portada— comentó subiendo hasta el hombro izquierdo de la joven —Me resultaba curioso que tuvieses el mismo libro en cuatro idiomas, así que esa curiosidad ha podido conmigo.
La joven quiso responder a su compañero pero algo se lo impidió: El sonido del timbre. Abrió la puerta de su casa dejando entrar en ella al jefe de la mafia junto a un joven que rondaría la misma edad que la rubia. Por simple educación los invitó a sentarse en el sofá pero sin siquiera sacar algo para beber. Pretendía hacer lo más corta posible aquella reunión ya que, como era de suponer, la presencia de aquel hombre no le agradaba demasiado. El mafioso observó al joven haciendo un simple gesto con la cabeza; en respuesta el muchacho sacó de su bolsillo dos curiosos aparatos que, en parte, pudo reconocer la fémina pero de igual modo le resultaban una completa novedad.
—Es nuevo en la ciudad, así que quiero que cuides de él y le enseñes esto— habló serio el hombre sin apartar la mirada de la rubia y su compañero —Por lo que nos ha dicho ambos aparatos aparecieron de un día a otro sin motivo aparente, curiosamente y a diferencia tuya, él carece de digimon— explicó poniéndose en pie —Busca a ese digimon, nos vendrá muy bien tener más criaturas digitales bajo nuestro poder.
—Como digas— dijo en tono burlesco antes de que el jefe se fuese. Desvió sus azules ojos al muchacho observándolo con un rostro bastante neutral a la par que desconfiado —¿Así que no tienes un compañero? Más curioso aún, ¿qué haces en un lugar como este?— sin dejarlo responder se puso en pie guardando el Digivice IC en su bolsillo —Bueno, me es indiferente tu vida en estos momentos. Puedes llamarme Valshe, y ahora vamos.
—Qué amable estás hoy Chiisana— ironizó Akuma.
Los tres salieron de casa cerrando la puerta a su paso. Deslizó los ojos de manera rápida por el lugar asegurándose de que nadie estuviese a la vista. Bajaron las escaleras de aquel edificio llegando a la calle de aquella gran ciudad que era Tokio. De la nada apareció un perro que corrió hacia el chico agitando su cola con alegría y entusiasmo. Al parecer se conocían por la reacción del joven pero, ¿de qué? No le dio mucha importancia, de cualquier manera, un perro tampoco supondría un gran problema... ¿O tal vez sí?
—Valshe— habló en un bajo tono de voz —A diferencia de ti yo no tengo un nombre en clave o apodo, así que puedes llamarme simplemente Kevin— sonrió.
—Está bien— asintió sin darle mayor importancia —Aunque, de ser sincera, esos ojos castaños tan claros a juego con su cabello despeinado le hacen ver... ¿Atractivo?— pensó desviando la mirada al frente negando para sí misma.
—¿Has estado alguna vez en el mundo digital?— cuestionó rompiendo aquel silencio.
—Nunca. No he visto la necesidad de ir a otro mundo teniendo suficientes problemas en este— comentó con cierta amargura en sus palabras —Ese perro... ¿Es tuyo? ¿Tu mascota quizás?
—Sí, bueno, algo así...— murmuró nervioso antes de borrar la sonrisa del rostro —En realidad es un Labramon, ya sabes, un digimon; mi compañero para ser más exactos— confesó, tras esto, el perro ladró asintiendo ya que si hablase llamaría mucho la atención.
—¿A qué se debe todo esto?— preguntó Akuma algo serio por el reciente cambio de situación —En un principio no tenía compañero digimon y ahora resulta, no solo que posee uno, sino que se hace pasar por una mascota— entrecerró el ojo dudando del muchacho —Kevin, ¿cierto? Permíteme tutearte y decirte que nos debes una explicación más que razonable.
—Simple, no pretendo que esclavicen a Labramon.
—¿Esclavizar?— arqueó una ceja la rubia antes de reír ligeramente —Nadie va a ponerle un collar y un bozal para que trabaje. Lo cierto es que la mafia desconoce sobre el poder de los digimons, ni si quiera los pondrían en peligro ya que, según ellos, son "valiosos"— encogió los hombros despreocupada —Lo único que hace Akuma es acompañarme en las misiones, pero no por ello está esclavizado, tampoco lo torturan ni experimentan con él.
Prosiguieron su camino hablando de algunas cosas, aunque cierto es los muchos silencios que reinaban entre ellos por la poca expresividad de la joven y la cierta intimidación del muchacho por estar en un país completamente desconocido del cual, curiosamente, sabía hablar el idioma. Así fue como, tras un largo paseo viendo algunas tiendas, cafeterías y librerías llegaron a una tranquila plaza.
—Este lugar generalmente suele ser más ruidoso pero hoy hay poca gente— comentó mirando la hora en el reloj de pulsera que llevaba Kevin —Tal vez se deba a la hora. Puede que la gente esté comiendo o aún sigan trabajando.
—Chiisana, te he dicho mil veces que las mujeres no deben ser tan mal habladas; resulta poco atractivo de escuchar.
—¡Baja de esa estantería!— exclamó al encontrarlo —¿Por qué me has ignorado? No puedes poner como excusa que no me escuchabas. Esta casa es enana, así que más te vale decir la verdad.
—Está bien, está bien— dijo saltando desde la estantería llena de libros y dejando caer uno al suelo —Estaba leyendo y vaya, esa historia del piloto que se encuentra con el principito es más interesante de lo que parece por la portada— comentó subiendo hasta el hombro izquierdo de la joven —Me resultaba curioso que tuvieses el mismo libro en cuatro idiomas, así que esa curiosidad ha podido conmigo.
La joven quiso responder a su compañero pero algo se lo impidió: El sonido del timbre. Abrió la puerta de su casa dejando entrar en ella al jefe de la mafia junto a un joven que rondaría la misma edad que la rubia. Por simple educación los invitó a sentarse en el sofá pero sin siquiera sacar algo para beber. Pretendía hacer lo más corta posible aquella reunión ya que, como era de suponer, la presencia de aquel hombre no le agradaba demasiado. El mafioso observó al joven haciendo un simple gesto con la cabeza; en respuesta el muchacho sacó de su bolsillo dos curiosos aparatos que, en parte, pudo reconocer la fémina pero de igual modo le resultaban una completa novedad.
—Es nuevo en la ciudad, así que quiero que cuides de él y le enseñes esto— habló serio el hombre sin apartar la mirada de la rubia y su compañero —Por lo que nos ha dicho ambos aparatos aparecieron de un día a otro sin motivo aparente, curiosamente y a diferencia tuya, él carece de digimon— explicó poniéndose en pie —Busca a ese digimon, nos vendrá muy bien tener más criaturas digitales bajo nuestro poder.
—Como digas— dijo en tono burlesco antes de que el jefe se fuese. Desvió sus azules ojos al muchacho observándolo con un rostro bastante neutral a la par que desconfiado —¿Así que no tienes un compañero? Más curioso aún, ¿qué haces en un lugar como este?— sin dejarlo responder se puso en pie guardando el Digivice IC en su bolsillo —Bueno, me es indiferente tu vida en estos momentos. Puedes llamarme Valshe, y ahora vamos.
—Qué amable estás hoy Chiisana— ironizó Akuma.
Los tres salieron de casa cerrando la puerta a su paso. Deslizó los ojos de manera rápida por el lugar asegurándose de que nadie estuviese a la vista. Bajaron las escaleras de aquel edificio llegando a la calle de aquella gran ciudad que era Tokio. De la nada apareció un perro que corrió hacia el chico agitando su cola con alegría y entusiasmo. Al parecer se conocían por la reacción del joven pero, ¿de qué? No le dio mucha importancia, de cualquier manera, un perro tampoco supondría un gran problema... ¿O tal vez sí?
—Valshe— habló en un bajo tono de voz —A diferencia de ti yo no tengo un nombre en clave o apodo, así que puedes llamarme simplemente Kevin— sonrió.
—Está bien— asintió sin darle mayor importancia —Aunque, de ser sincera, esos ojos castaños tan claros a juego con su cabello despeinado le hacen ver... ¿Atractivo?— pensó desviando la mirada al frente negando para sí misma.
—¿Has estado alguna vez en el mundo digital?— cuestionó rompiendo aquel silencio.
—Nunca. No he visto la necesidad de ir a otro mundo teniendo suficientes problemas en este— comentó con cierta amargura en sus palabras —Ese perro... ¿Es tuyo? ¿Tu mascota quizás?
—Sí, bueno, algo así...— murmuró nervioso antes de borrar la sonrisa del rostro —En realidad es un Labramon, ya sabes, un digimon; mi compañero para ser más exactos— confesó, tras esto, el perro ladró asintiendo ya que si hablase llamaría mucho la atención.
—¿A qué se debe todo esto?— preguntó Akuma algo serio por el reciente cambio de situación —En un principio no tenía compañero digimon y ahora resulta, no solo que posee uno, sino que se hace pasar por una mascota— entrecerró el ojo dudando del muchacho —Kevin, ¿cierto? Permíteme tutearte y decirte que nos debes una explicación más que razonable.
—Simple, no pretendo que esclavicen a Labramon.
—¿Esclavizar?— arqueó una ceja la rubia antes de reír ligeramente —Nadie va a ponerle un collar y un bozal para que trabaje. Lo cierto es que la mafia desconoce sobre el poder de los digimons, ni si quiera los pondrían en peligro ya que, según ellos, son "valiosos"— encogió los hombros despreocupada —Lo único que hace Akuma es acompañarme en las misiones, pero no por ello está esclavizado, tampoco lo torturan ni experimentan con él.
Prosiguieron su camino hablando de algunas cosas, aunque cierto es los muchos silencios que reinaban entre ellos por la poca expresividad de la joven y la cierta intimidación del muchacho por estar en un país completamente desconocido del cual, curiosamente, sabía hablar el idioma. Así fue como, tras un largo paseo viendo algunas tiendas, cafeterías y librerías llegaron a una tranquila plaza.
—Este lugar generalmente suele ser más ruidoso pero hoy hay poca gente— comentó mirando la hora en el reloj de pulsera que llevaba Kevin —Tal vez se deba a la hora. Puede que la gente esté comiendo o aún sigan trabajando.
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
-Le atenderá enseguida, señor -decía aquel Impmon dispuesto como secretario en aquella sala-, ¿he de presentarle con algún nombre o apodo en concreto?
-Azazel -indicaba el muchacho, dando el alias que su jefe le había asignado-, dígale que soy Azazel
-Espere aquí -indicaba el digimon partiendo de su puesto-, en un momento aviso a mi superior- los segundos se volvieron minutos mientras Roku se preguntaba por qué Azazel, hasta que finalmente aquel ser volvió-. Sr. Azazel, le esperan.
Caminando por el pasillo, no pudo evitar fijarse en los cuadros que decoraban la pared. Reconocía algunos de aquellos digimons, como los RK's, y si bien los otros le eran desconocidos despertaban curiosas sensaciones en su interior. Especialmente un enorme digimon encadenado con astas que se enfrentaba contra Ulforce (o al menos a él se parecía) y otros caballeros. No solo estos eran los protagonistas de las pinturas que decoraban el lugar, y rápidamente identificó al individuo que lo arrojó al digimundo.
Aquel digimon (o al menos pese a su figura humanoide había decidido considerarlo como tal) vestido con la piel de un lobo aparecía sentado en una lujosa silla, bebiendo, y acompañado de otros dos seres igual de extraños: un humano de pelo plateado y ojo dorado (pues una cicatriz en su ojo derecho dejaba claro su estado de tuerto); un individuo que portaba un kabuto completo adornado con una media luna, a imitación del famoso general japonés Date Masamune; y finalmente quien ocultaba su rostro tras un casco que imitaba la figura de una calavera. Sin duda eran un curioso grupo, pero la duda era de qué.
Ya en la lujosa sala, donde se disponían varias estanterías, un enorme escritorio y otros tantos cuadros, pudo ver quién era el “Jefe” a quien le habían encomendado esta vez. En el cuadro de la antesala, del que ahora podía ver otra versión de los mismos cuatro personajes en un lienzo que presidía la sala, este era el de la calavera. Teniendo una envergadura de cerca de dos metros, se giró hacia Roku, y este al ver cómo torcía la boca en una sonrisa pudo saber que era un digimon. Al fin y al cabo un humano no podria torcer el metal de esa coraza.
-¡Azazel, viejo zorro! -decía, henchido de alegría- ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Brindemos! -empezaba a servir lo que parecía ser una densa bebida alcohólica en dos generosos vasos- Bueno, dime, ¿qué tal el cuerpo que te consiguió Astaroth esta vez?
-Ah, así que se llama Astaroth -decía el muchacho ignorando la bebida-, siento desilusionaros, pero sigo conservando mi voluntad. No soy vuestro Azazel, me temo, sea quien sea.
-Vaya, vaya -decía conservando su sonrisa-. Bueno, eres el que más ha aguantado sin perder el juicio, y no te voy a mentir, por una parte nos parece estupendo. Cuando Azazel toma el control, el cuerpo humano empieza a pudrirse y es asqueroso... Pero por otra tenemos el inconveniente del “libre albedrío”. Yo no soy Astaroth, yo no perdono errores -indicaba, mostrando que su brazo derecho era un cañón que ahora apuntaba a Roku-. A mí me da igual reventarte el pecho de un disparo, quitarte el d-scanner de tus fríos deditos muertos y buscar otra escoria humana para que sirva a Azazel de juguete, ¿he sido claro?
-Cristalino.
-¡Estupendo! -decía, bebiéndose sendos vasos de un trago- Y ahora te voy a decir qué vas a hacer, pero antes nos vamos a presentar. Yo soy Gáe Bolgia, el Jefe de la sección destinada a Investigación y armamento, y tú eres...
-...Roku Ginshô -decía, pues prefería reservar sus distintos alias para cada uno de sus trabajos auxiliares-, un placer -musitó, por mera cortesía.
-Bien, bien. Ahora te voy a dar un encargo MUY sencillito -dejó caer sobre la mesa un informe y unas cuantas fotos-. Hace poco identificamos a un tamer con un “inusual” digivice, y un “inusual” compañero. Quiero que me lo traigas.
-¿Para hacerle qué?
-Contra menos sepas de ello... Mejor. Oh, y otra cosa. Nuestro Astaroth además dice que se ha apuntado a una mafia “interesada” en el digimundo. Así que ya sabes, que pierdan “ese interés”. Nada más, de momento.
Una vez finalizada la charla, y mientras esperara que le asignaran el portal que le conduciría al mundo humano, Roku leía los informes. Ya no se preguntaba cómo podían preparar saltos espaciales tan precisos, pues probablemente se basaba o de un digimon esclavizado (o miembro de la propia organización) con la capacidad de controlar el espacio, o el pirateo de la tecnología de algún clan. Otros asuntos le preocupaban más.
-Bakemono -le decía al Dracumon que vivía en su interior-, ¿por qué yo no oigo la voz de Azazel? Es más, ¿quién es?
Y la respuesta no llegó, preocupándole más la ausencia de aquel digimon que siempre estaba dispuestos a hablar con una sonrisa. Ya atravesaba aquel pórtico de datos que lo dejó en el mundo humano, pero ni rastro del fantasma que se había convertido antes en su amigo que en su compañero digital.
-¡Bakemono! -gritaba, buscando a su camarada en su propio mundo interior- ¡Respóndeme de una vez!
-L-lo siento, Roku -decía el pequeño digimon-. Hoy no me encuentro bien... Pero ya estoy.
-¿Un fantasma puede ponerse enfermo? Sorprendente. Y no quería nada, solo saber si estabas o si pasaba algo... Ah, si puedes, ¿sabes quién es Azazel?
-Créeme, hoy no es un buen día para preguntar eso... Pero sí, sé quién es.
-¿Y bien?
-No estás preparado aún, hazme caso. Hoy no.
-Como digas...
-P-pero háblame. Necesito que me hables, por favor...
Roku le explicó el encargo a su compañero incorpóreo. Un tal Kevin había conseguido un digivice capaz de abrir portales, y lo habían puesto bajo custodia de un tal Valshe, sin informar los digimons de estos considerando los datos “irrelevantes”, si bien avisaban de la experiencia del segundo sujeto en el combate mano a mano. Bakemono asentía como si le importara esta información. Finalmente llegaron al hogar de sus objetivos, y Roku decidió adoptar la forma de Dracumon para forzar la cerradura.
-百年の狂気を反響! (¡Que tu locura reverbere cien años!) 精神の進化木霊! (¡Evolución del espíritu infantil!)化け物! (¡Bakemono!) -pero no tardó en darse cuenta de algo- Ey, ¿por qué los ojos de las palmas no funcionan, Bake? -no tardó en vez que estos lloraban un espeso líquido similar a la sangre- ¿Qué... Qué te ha pasado?
-Roku, en serio, haz el trabajo y ni te preocupes por mí. Me pondré bien si me dejas descansar un poco.
Colocando su uña en la cerrarura y recubriéndola de energía con cuidado, hizo que se amoldara a la cerradura, pudiendo abrirla con un simple giro y pudiendo entrar en la vivienda, la cual empezó a investigar. Ciertamente el lugar no era muy amplio, por lo que podía abarcar todo el terreno él solo. Recogió un libro del suelo, “El Principito”, una especie de cuento infantil francés, el cual dejó en su lugar para no caer en el error de dejarlo junto a los demás libros y desvelar la intromisión. Pero sí se percató en el hecho de que poseía tres ejemplares más, cada uno en una lengua distinta. Y eso no fue lo que más le extrañó, sino otro detalle que le hizo sentirse más sucio y miserable.
-¿Esto es ropa interior de chica?... ¿¡Valshe es una mujer!? -la posible opción de que fuera un fetiche no podía descartarse- ¡Pero qué he hecho!
-C-coge las pantsus... Son un... T-trofeo -decía riéndose débilmente.
Mientras duraba este lamento, por la ventana entró un digimon de aspecto animal olisqueando el aire, con los ojos cerrados. “Huele a él, pero el rastro es débil, no está aquí”, ignorando la presencia del Dracumon, que ya comenzaba a musitar la fórmula para convertirse en el samurai que constituía su espíritu de categoría humana.
-A Benkei ahora no, por favor... -suplicaba Bakemono- No puede ponerse...
Confiando en Bakemono, el japonés se adaptó rápidamente. Limpió de sangre uno de sus ojos e inmovilizó al digimon, saltando sobre él y apostando la garra sobre su cuello, recubriéndola de energía mas no de la misma forma con la que manipuló la cerradura, sino a plena potencia, dejando ver una macabra garra que amenazaba con arrancar la garganta del pequeño digimon.
-Tienes diez segundos para decirme a quién buscas y dónde está, o te mato.
-B-busco a Kevin, p-pero pensé que estaba aquí... M-mis compañeros me dijeron q-que su digimon estaba en una plaza al oeste de aquí, a unos veinte minutos andando...
-Entiendo...- apreció cómo el digimon reunía energía de su boca para atacar a Roku a quemarropa- Me temo que no.
Seccionó rápidamente su vida sin mayor dificultad y comenzó a correr a la dirección apuntada, encaramándose por los edificios aprovechando sus garras y pequeño tamaño, acortando distancias al evadir gentío y tráfico y pudiendo prácticamente sobrevolar el terreno propulsándose de una cornisa a otra. Finalmente, llegó al punto designado, buscando a la pareja asignada con la mirada, hasta que los encontró, sonrojándose ligeramente al ver al tal Valshe, o mejor dicho, a la tal Valshe. No le había agradado irrumpir en la intimidad de su hogar, pero ya no podía cambiar ese hecho.
-Un momento. Lo que dijo el digimon... Hay otros merodeando, Bakemono.
-Sí, pero de momento no puedes usar a Benkei, solo a mí...
-No pensaba hacerlo, llamaría la atención. Aquí necesitamos sigilo, pero, ¿por qué no puedo usarlo, Bake?
-Pues porque me está sustituyendo... Frenando a Azazel.
-Azazel -indicaba el muchacho, dando el alias que su jefe le había asignado-, dígale que soy Azazel
-Espere aquí -indicaba el digimon partiendo de su puesto-, en un momento aviso a mi superior- los segundos se volvieron minutos mientras Roku se preguntaba por qué Azazel, hasta que finalmente aquel ser volvió-. Sr. Azazel, le esperan.
Caminando por el pasillo, no pudo evitar fijarse en los cuadros que decoraban la pared. Reconocía algunos de aquellos digimons, como los RK's, y si bien los otros le eran desconocidos despertaban curiosas sensaciones en su interior. Especialmente un enorme digimon encadenado con astas que se enfrentaba contra Ulforce (o al menos a él se parecía) y otros caballeros. No solo estos eran los protagonistas de las pinturas que decoraban el lugar, y rápidamente identificó al individuo que lo arrojó al digimundo.
Aquel digimon (o al menos pese a su figura humanoide había decidido considerarlo como tal) vestido con la piel de un lobo aparecía sentado en una lujosa silla, bebiendo, y acompañado de otros dos seres igual de extraños: un humano de pelo plateado y ojo dorado (pues una cicatriz en su ojo derecho dejaba claro su estado de tuerto); un individuo que portaba un kabuto completo adornado con una media luna, a imitación del famoso general japonés Date Masamune; y finalmente quien ocultaba su rostro tras un casco que imitaba la figura de una calavera. Sin duda eran un curioso grupo, pero la duda era de qué.
Ya en la lujosa sala, donde se disponían varias estanterías, un enorme escritorio y otros tantos cuadros, pudo ver quién era el “Jefe” a quien le habían encomendado esta vez. En el cuadro de la antesala, del que ahora podía ver otra versión de los mismos cuatro personajes en un lienzo que presidía la sala, este era el de la calavera. Teniendo una envergadura de cerca de dos metros, se giró hacia Roku, y este al ver cómo torcía la boca en una sonrisa pudo saber que era un digimon. Al fin y al cabo un humano no podria torcer el metal de esa coraza.
-¡Azazel, viejo zorro! -decía, henchido de alegría- ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Brindemos! -empezaba a servir lo que parecía ser una densa bebida alcohólica en dos generosos vasos- Bueno, dime, ¿qué tal el cuerpo que te consiguió Astaroth esta vez?
-Ah, así que se llama Astaroth -decía el muchacho ignorando la bebida-, siento desilusionaros, pero sigo conservando mi voluntad. No soy vuestro Azazel, me temo, sea quien sea.
-Vaya, vaya -decía conservando su sonrisa-. Bueno, eres el que más ha aguantado sin perder el juicio, y no te voy a mentir, por una parte nos parece estupendo. Cuando Azazel toma el control, el cuerpo humano empieza a pudrirse y es asqueroso... Pero por otra tenemos el inconveniente del “libre albedrío”. Yo no soy Astaroth, yo no perdono errores -indicaba, mostrando que su brazo derecho era un cañón que ahora apuntaba a Roku-. A mí me da igual reventarte el pecho de un disparo, quitarte el d-scanner de tus fríos deditos muertos y buscar otra escoria humana para que sirva a Azazel de juguete, ¿he sido claro?
-Cristalino.
-¡Estupendo! -decía, bebiéndose sendos vasos de un trago- Y ahora te voy a decir qué vas a hacer, pero antes nos vamos a presentar. Yo soy Gáe Bolgia, el Jefe de la sección destinada a Investigación y armamento, y tú eres...
-...Roku Ginshô -decía, pues prefería reservar sus distintos alias para cada uno de sus trabajos auxiliares-, un placer -musitó, por mera cortesía.
-Bien, bien. Ahora te voy a dar un encargo MUY sencillito -dejó caer sobre la mesa un informe y unas cuantas fotos-. Hace poco identificamos a un tamer con un “inusual” digivice, y un “inusual” compañero. Quiero que me lo traigas.
-¿Para hacerle qué?
-Contra menos sepas de ello... Mejor. Oh, y otra cosa. Nuestro Astaroth además dice que se ha apuntado a una mafia “interesada” en el digimundo. Así que ya sabes, que pierdan “ese interés”. Nada más, de momento.
Una vez finalizada la charla, y mientras esperara que le asignaran el portal que le conduciría al mundo humano, Roku leía los informes. Ya no se preguntaba cómo podían preparar saltos espaciales tan precisos, pues probablemente se basaba o de un digimon esclavizado (o miembro de la propia organización) con la capacidad de controlar el espacio, o el pirateo de la tecnología de algún clan. Otros asuntos le preocupaban más.
-Bakemono -le decía al Dracumon que vivía en su interior-, ¿por qué yo no oigo la voz de Azazel? Es más, ¿quién es?
Y la respuesta no llegó, preocupándole más la ausencia de aquel digimon que siempre estaba dispuestos a hablar con una sonrisa. Ya atravesaba aquel pórtico de datos que lo dejó en el mundo humano, pero ni rastro del fantasma que se había convertido antes en su amigo que en su compañero digital.
-¡Bakemono! -gritaba, buscando a su camarada en su propio mundo interior- ¡Respóndeme de una vez!
-L-lo siento, Roku -decía el pequeño digimon-. Hoy no me encuentro bien... Pero ya estoy.
-¿Un fantasma puede ponerse enfermo? Sorprendente. Y no quería nada, solo saber si estabas o si pasaba algo... Ah, si puedes, ¿sabes quién es Azazel?
-Créeme, hoy no es un buen día para preguntar eso... Pero sí, sé quién es.
-¿Y bien?
-No estás preparado aún, hazme caso. Hoy no.
-Como digas...
-P-pero háblame. Necesito que me hables, por favor...
Roku le explicó el encargo a su compañero incorpóreo. Un tal Kevin había conseguido un digivice capaz de abrir portales, y lo habían puesto bajo custodia de un tal Valshe, sin informar los digimons de estos considerando los datos “irrelevantes”, si bien avisaban de la experiencia del segundo sujeto en el combate mano a mano. Bakemono asentía como si le importara esta información. Finalmente llegaron al hogar de sus objetivos, y Roku decidió adoptar la forma de Dracumon para forzar la cerradura.
-百年の狂気を反響! (¡Que tu locura reverbere cien años!) 精神の進化木霊! (¡Evolución del espíritu infantil!)化け物! (¡Bakemono!) -pero no tardó en darse cuenta de algo- Ey, ¿por qué los ojos de las palmas no funcionan, Bake? -no tardó en vez que estos lloraban un espeso líquido similar a la sangre- ¿Qué... Qué te ha pasado?
-Roku, en serio, haz el trabajo y ni te preocupes por mí. Me pondré bien si me dejas descansar un poco.
Colocando su uña en la cerrarura y recubriéndola de energía con cuidado, hizo que se amoldara a la cerradura, pudiendo abrirla con un simple giro y pudiendo entrar en la vivienda, la cual empezó a investigar. Ciertamente el lugar no era muy amplio, por lo que podía abarcar todo el terreno él solo. Recogió un libro del suelo, “El Principito”, una especie de cuento infantil francés, el cual dejó en su lugar para no caer en el error de dejarlo junto a los demás libros y desvelar la intromisión. Pero sí se percató en el hecho de que poseía tres ejemplares más, cada uno en una lengua distinta. Y eso no fue lo que más le extrañó, sino otro detalle que le hizo sentirse más sucio y miserable.
-¿Esto es ropa interior de chica?... ¿¡Valshe es una mujer!? -la posible opción de que fuera un fetiche no podía descartarse- ¡Pero qué he hecho!
-C-coge las pantsus... Son un... T-trofeo -decía riéndose débilmente.
Mientras duraba este lamento, por la ventana entró un digimon de aspecto animal olisqueando el aire, con los ojos cerrados. “Huele a él, pero el rastro es débil, no está aquí”, ignorando la presencia del Dracumon, que ya comenzaba a musitar la fórmula para convertirse en el samurai que constituía su espíritu de categoría humana.
-A Benkei ahora no, por favor... -suplicaba Bakemono- No puede ponerse...
Confiando en Bakemono, el japonés se adaptó rápidamente. Limpió de sangre uno de sus ojos e inmovilizó al digimon, saltando sobre él y apostando la garra sobre su cuello, recubriéndola de energía mas no de la misma forma con la que manipuló la cerradura, sino a plena potencia, dejando ver una macabra garra que amenazaba con arrancar la garganta del pequeño digimon.
-Tienes diez segundos para decirme a quién buscas y dónde está, o te mato.
-B-busco a Kevin, p-pero pensé que estaba aquí... M-mis compañeros me dijeron q-que su digimon estaba en una plaza al oeste de aquí, a unos veinte minutos andando...
-Entiendo...- apreció cómo el digimon reunía energía de su boca para atacar a Roku a quemarropa- Me temo que no.
Seccionó rápidamente su vida sin mayor dificultad y comenzó a correr a la dirección apuntada, encaramándose por los edificios aprovechando sus garras y pequeño tamaño, acortando distancias al evadir gentío y tráfico y pudiendo prácticamente sobrevolar el terreno propulsándose de una cornisa a otra. Finalmente, llegó al punto designado, buscando a la pareja asignada con la mirada, hasta que los encontró, sonrojándose ligeramente al ver al tal Valshe, o mejor dicho, a la tal Valshe. No le había agradado irrumpir en la intimidad de su hogar, pero ya no podía cambiar ese hecho.
-Un momento. Lo que dijo el digimon... Hay otros merodeando, Bakemono.
-Sí, pero de momento no puedes usar a Benkei, solo a mí...
-No pensaba hacerlo, llamaría la atención. Aquí necesitamos sigilo, pero, ¿por qué no puedo usarlo, Bake?
-Pues porque me está sustituyendo... Frenando a Azazel.
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
El pequeño digimon hundió las garras en el hombro de su compañera, y aunque no ejerciese mucha fuerza, sí la suficiente como para llamar la atención de su tamer. La joven lo observó con una mueca en el rostro tras soltar una especie de bufido felino por la repentina acción. Akuma agitó sus antenas señalando con estas al muchacho de castaños cabellos sin necesidad de decir nada más.
—Kevin, hay algo que me gustaría saber— comenzó buscando las palabras más adecuadas para no parecer una persona de carácter borde o frío —Esto... ¿Cómo has conseguido esos aparatos?— indagó pensando en sus propias teorías —Quiero decir, ya que tengo que hacer de guía y voy a protegerte en caso de peligro, qué menos que tener información acerca de ellos, ¿no?
—Oh, claro— asintió sacando del bolsillo de su chaqueta un Digivice D-3 con un color amarillo pálido y rojo pastel —En realidad no sé mucho sobre la utilidad de estos aparatos. Solo sé que se llama Digivice D-3 y que puede abrir portales al mundo digital con solo apuntar a la pantalla de un ordenador— explicó sacando el segundo dispositivo —Este es el D-Terminal aunque desconozco sus funciones a decir verdad.
—Es muy diferente a tu digivice, Chiisana— comentó Akuma analizando los dos aparatos —La verdad que poder viajar con tanta facilidad de un mundo a otro debe ser agradable...
—¿Quieres volver al mundo digital?— cuestionó Valshe haciendo que su compañero descendiese hasta quedar en el brazo de igual modo que haría un ave.
—No necesariamente, mi deber es permanecer a tu lado.
—Hey, hey, hey. Tú manera de hablar logra erizar mi pelaje— ladró Labramon llamando nuestra atención —¿Has logrado evolucionar en alguna ocasión?
—Hasta hace poco alcanzaba una etapa con la cual podría paralizarlo del miedo— sentenció sin perder ese tono calmado y educado, dejando en claro que no iba a amedrentarse ante alguien más fuerte que él —Y ahora que ha decidido hablar, ¿no debería al menos presentarse por su nombre?
—Sigo pensando que eres irritante tratando a los demás con tanto respeto— masculló antes de sentarse con desdén —Labramon, simplemente. No tengo un nombre.
—Vaya, tienes muy malas pulgas— comentó la rubia ya que acostumbraba a decir lo que pensaba sin importar la reacción ajena —Deberías ser más respetuoso— clavó sus azules ojos en el digimon con aspecto de cachorro —La verdad es que no voy a andar con rodeos— sacó su digivice del bolsillo de su pantalón —Este modelo me permite luchar contra criaturas digitales, así que si molestas de nuevo a mi compañero no voy a contenerme lo más mínimo. ¿Me he explicado bien o necesitas que lo diga de otra manera?— ladeó una sonrisa tan fría que lograba congelar incluso a su propio compañero.
Akuma alzó la mirada analizando los alrededores. Desvió la mirada a los edificios cercanos entornando su único ojo. Como era de esperar, poco tardó la rubia en darse cuenta de ese cambio de actitud y no dudó en preguntar el motivo; la respuesta fue un simple "No ha sido nada, creo". No, aquella no era la verdadera respuesta. Valshe decidió ponerse alerta sujetando su Digivice IC con cierta fuerza. A diferencia de otras veces, desde que Akuma había regresado a una etapa tan inferior, le resultaba muy complejo detectar a otros digimons y por ende proteger a su compañera. El digimon volvió al hombro de su tamer por simple comodidad. Por su parte, la ojos azules pasó la zurda por sus cabellos evitando que estos molestasen a su campo de visión.
—Kevin, será mejor seguir con la ruta turística— dijo con el único propósito de alejarse de aquella plaza.
—Hey, chico afeminado, espera— Labramon se puso en pie con el cuerpo algo tenso —Tengo un presentimiento algo extraño.
—Disculpe, pero Valshe es una mujer— aclaró Akuma —Y como ya hemos dicho antes debería ser más respetuoso.
—Lo que tú digas parásito de un ojo— frunció el ceño —Pero más te vale saber pelear: Creo que alguien nos está vigilando.
—Gran observador, desde luego— masculló Valshe en tono irónico antes de suspirar y negar sutilmente para evitar un conflicto —Akuma, tal vez no sean enemigos, aún así...
—Lo sé, Chiisana— asintió.
—Kevin, hay algo que me gustaría saber— comenzó buscando las palabras más adecuadas para no parecer una persona de carácter borde o frío —Esto... ¿Cómo has conseguido esos aparatos?— indagó pensando en sus propias teorías —Quiero decir, ya que tengo que hacer de guía y voy a protegerte en caso de peligro, qué menos que tener información acerca de ellos, ¿no?
—Oh, claro— asintió sacando del bolsillo de su chaqueta un Digivice D-3 con un color amarillo pálido y rojo pastel —En realidad no sé mucho sobre la utilidad de estos aparatos. Solo sé que se llama Digivice D-3 y que puede abrir portales al mundo digital con solo apuntar a la pantalla de un ordenador— explicó sacando el segundo dispositivo —Este es el D-Terminal aunque desconozco sus funciones a decir verdad.
—Es muy diferente a tu digivice, Chiisana— comentó Akuma analizando los dos aparatos —La verdad que poder viajar con tanta facilidad de un mundo a otro debe ser agradable...
—¿Quieres volver al mundo digital?— cuestionó Valshe haciendo que su compañero descendiese hasta quedar en el brazo de igual modo que haría un ave.
—No necesariamente, mi deber es permanecer a tu lado.
—Hey, hey, hey. Tú manera de hablar logra erizar mi pelaje— ladró Labramon llamando nuestra atención —¿Has logrado evolucionar en alguna ocasión?
—Hasta hace poco alcanzaba una etapa con la cual podría paralizarlo del miedo— sentenció sin perder ese tono calmado y educado, dejando en claro que no iba a amedrentarse ante alguien más fuerte que él —Y ahora que ha decidido hablar, ¿no debería al menos presentarse por su nombre?
—Sigo pensando que eres irritante tratando a los demás con tanto respeto— masculló antes de sentarse con desdén —Labramon, simplemente. No tengo un nombre.
—Vaya, tienes muy malas pulgas— comentó la rubia ya que acostumbraba a decir lo que pensaba sin importar la reacción ajena —Deberías ser más respetuoso— clavó sus azules ojos en el digimon con aspecto de cachorro —La verdad es que no voy a andar con rodeos— sacó su digivice del bolsillo de su pantalón —Este modelo me permite luchar contra criaturas digitales, así que si molestas de nuevo a mi compañero no voy a contenerme lo más mínimo. ¿Me he explicado bien o necesitas que lo diga de otra manera?— ladeó una sonrisa tan fría que lograba congelar incluso a su propio compañero.
Akuma alzó la mirada analizando los alrededores. Desvió la mirada a los edificios cercanos entornando su único ojo. Como era de esperar, poco tardó la rubia en darse cuenta de ese cambio de actitud y no dudó en preguntar el motivo; la respuesta fue un simple "No ha sido nada, creo". No, aquella no era la verdadera respuesta. Valshe decidió ponerse alerta sujetando su Digivice IC con cierta fuerza. A diferencia de otras veces, desde que Akuma había regresado a una etapa tan inferior, le resultaba muy complejo detectar a otros digimons y por ende proteger a su compañera. El digimon volvió al hombro de su tamer por simple comodidad. Por su parte, la ojos azules pasó la zurda por sus cabellos evitando que estos molestasen a su campo de visión.
—Kevin, será mejor seguir con la ruta turística— dijo con el único propósito de alejarse de aquella plaza.
—Hey, chico afeminado, espera— Labramon se puso en pie con el cuerpo algo tenso —Tengo un presentimiento algo extraño.
—Disculpe, pero Valshe es una mujer— aclaró Akuma —Y como ya hemos dicho antes debería ser más respetuoso.
—Lo que tú digas parásito de un ojo— frunció el ceño —Pero más te vale saber pelear: Creo que alguien nos está vigilando.
—Gran observador, desde luego— masculló Valshe en tono irónico antes de suspirar y negar sutilmente para evitar un conflicto —Akuma, tal vez no sean enemigos, aún así...
—Lo sé, Chiisana— asintió.
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
La garra del Dracumon penetró en la garganta de aquel digimon que, dándole la espalda para observar a aquellos propietarios de digivice, se pensaba a salvo de cualquier ataque. Este error fue lo que permitió su asesinato instantáneo, cayendo su cuerpo ya casi desprovisto de vida en aquella azotea e iniciando su descomposión en datos.
Era cierto que había más de esos digimons merodeando el lugar, pero era fácil localizarlos. Y habían sido muchos meses siendo él quien acechaba a sus presas, ya fuera en el digimundo o en el humano, y solo debía pensar dónde se escondería él. De este modo, las azoteas eran la mejor zona, ya que la vista de pájaro permitía vigilar al objetivo desde una posición segura, y por ello en la forma de Bakemono podía moverse entre los diferentes edicios acabando con estos.
Incluso aunque se movieran por grupos era fácil, pues solo con la mirada podía convertir un dos contra uno en un combate individual, por lo que nunca tuvieron oportunidad. Pero las pupilas de Bakemono seguían en mal estado, y emplear su técnica sin duda empeoraba la situación. Estaba débil.
-Bueno, ya acabamos con los de esta zona, creo... No sabemos detectar digimons, aún así supongo que se habrán dado cuenta de que su número ha decrecido. ¿Estás mejor, Bakemono?
-¿Eh? Sí, sí, venga, sigue con la misión...
Siguiendo con su trayectoria, se acercaba al grupo de Valshe y Kevin, pero el cuerpo le falló de golpe, probablemente a la debilidad de Bakemono. Esta hizo que acabara cayéndose de la cornisa, clavando sus garras para evitar la caída y meciéndose en el aire.
-En serio, explícate, ¿quién es Azazel y cómo es que te ha dejado... Así?
-Oh, es una historia larga y aburrida, peque -decía Bakemono encogiéndose de hombros-. Solo que es un tipo grande con unos puños aún más grandes y quería quitarme mi bocadillo.
-Eres un fantasma, no comes. Por tanto, ¿de qué bocadillo hablas?
-Ah, es que el bocadillo eres tú, creo... No sé, estoy mareado...
La garra de energía se deshizo, dejando caer a Roku al vacío. Aunque pudo frenar la caída con la mano libre, el golpe fue considerable, cayendo de costado. Evaluó los daños y vió que su hombro se llevó la peor parte, pero por suerte, sabía cómo solucionar la lesión. Chocó este contra el muro, recolocándolo en su posición original. Dolía, pero al menos frenaba así el avance de la lesión, evitando que se inflamara evitando la inflamación. Solo faltaba limpiarse las heridas, pero no encontraba con qué. Del casco de Dracumon, agrietado, salió una tela, por lo que sin prestarle mucha importancia empezó a limpiar la sangre que salía del casco y de algunas partes del brazo.
-Menuda caída más fea, ¿eh Roku? Ah, ya, yo no siento el dolor “durante” la transformación... ¿Estás bien?
-He tenido días mejores, pero dime, ¿guardas telas en el casco por algo en especial?
-Ah, no, no son telas. Son pantsus. Esas con las que te estás limpiando las saqué de la casa donde acabábamos de estar -decía mientras el chico miraba atónito la ropa interior que portaba-. Oye, tengo sueño, así que si me disculpas cierro sesión o como digáis los humanos.
-Oye, espera, ¿cómo que pantsus? ¿por qué las tengo? ¡Ey! ¡Bake! ¡Antes de dormirme hazme un favor!
-Mientras no tenga que moverme mucho, di...
-Intenta que al relegar tus datos al digivice de nuevo sean “todos” los datos.
-No entiendo muy bien eso, pero se intenta. Buenas noches.
Volviendo a su forma humana un torbellino de datos fue asimilado por el digivice, comprobando Roku si la sangre del Dracumon revertía también a los datos originales, y así era, pues el suelo no dejaba marca alguna de sangre, si bien sí quedaba el hueco con su forma (al fin y al cabo eso no era parte de Bakemono). Mientras Roku pensaba en esta prestación del digivice, si dio cuenta de dos cosas. La primera era el obvio jaleo que había armado durante la caída, pero el segundo motivo era peor. Seguía teniendo la prenda de Valshe en la mano. Limpia, eso sí, pero seguía siendo algo... Extraño.
-Puñetero Bakamono...-se lamentaba Roku, pensando ahora en el estado de su amigo- ¿Quién demonios será Azazel?
Off: La idea cómica es que el ruido haga que la pareja de tamers se acerquen y vean a un desconocido con ropa interior femenina en las manos. Solo por el hecho de que ya tiene bastantes problemas para sumarle otro.
Era cierto que había más de esos digimons merodeando el lugar, pero era fácil localizarlos. Y habían sido muchos meses siendo él quien acechaba a sus presas, ya fuera en el digimundo o en el humano, y solo debía pensar dónde se escondería él. De este modo, las azoteas eran la mejor zona, ya que la vista de pájaro permitía vigilar al objetivo desde una posición segura, y por ello en la forma de Bakemono podía moverse entre los diferentes edicios acabando con estos.
Incluso aunque se movieran por grupos era fácil, pues solo con la mirada podía convertir un dos contra uno en un combate individual, por lo que nunca tuvieron oportunidad. Pero las pupilas de Bakemono seguían en mal estado, y emplear su técnica sin duda empeoraba la situación. Estaba débil.
-Bueno, ya acabamos con los de esta zona, creo... No sabemos detectar digimons, aún así supongo que se habrán dado cuenta de que su número ha decrecido. ¿Estás mejor, Bakemono?
-¿Eh? Sí, sí, venga, sigue con la misión...
Siguiendo con su trayectoria, se acercaba al grupo de Valshe y Kevin, pero el cuerpo le falló de golpe, probablemente a la debilidad de Bakemono. Esta hizo que acabara cayéndose de la cornisa, clavando sus garras para evitar la caída y meciéndose en el aire.
-En serio, explícate, ¿quién es Azazel y cómo es que te ha dejado... Así?
-Oh, es una historia larga y aburrida, peque -decía Bakemono encogiéndose de hombros-. Solo que es un tipo grande con unos puños aún más grandes y quería quitarme mi bocadillo.
-Eres un fantasma, no comes. Por tanto, ¿de qué bocadillo hablas?
-Ah, es que el bocadillo eres tú, creo... No sé, estoy mareado...
La garra de energía se deshizo, dejando caer a Roku al vacío. Aunque pudo frenar la caída con la mano libre, el golpe fue considerable, cayendo de costado. Evaluó los daños y vió que su hombro se llevó la peor parte, pero por suerte, sabía cómo solucionar la lesión. Chocó este contra el muro, recolocándolo en su posición original. Dolía, pero al menos frenaba así el avance de la lesión, evitando que se inflamara evitando la inflamación. Solo faltaba limpiarse las heridas, pero no encontraba con qué. Del casco de Dracumon, agrietado, salió una tela, por lo que sin prestarle mucha importancia empezó a limpiar la sangre que salía del casco y de algunas partes del brazo.
-Menuda caída más fea, ¿eh Roku? Ah, ya, yo no siento el dolor “durante” la transformación... ¿Estás bien?
-He tenido días mejores, pero dime, ¿guardas telas en el casco por algo en especial?
-Ah, no, no son telas. Son pantsus. Esas con las que te estás limpiando las saqué de la casa donde acabábamos de estar -decía mientras el chico miraba atónito la ropa interior que portaba-. Oye, tengo sueño, así que si me disculpas cierro sesión o como digáis los humanos.
-Oye, espera, ¿cómo que pantsus? ¿por qué las tengo? ¡Ey! ¡Bake! ¡Antes de dormirme hazme un favor!
-Mientras no tenga que moverme mucho, di...
-Intenta que al relegar tus datos al digivice de nuevo sean “todos” los datos.
-No entiendo muy bien eso, pero se intenta. Buenas noches.
Volviendo a su forma humana un torbellino de datos fue asimilado por el digivice, comprobando Roku si la sangre del Dracumon revertía también a los datos originales, y así era, pues el suelo no dejaba marca alguna de sangre, si bien sí quedaba el hueco con su forma (al fin y al cabo eso no era parte de Bakemono). Mientras Roku pensaba en esta prestación del digivice, si dio cuenta de dos cosas. La primera era el obvio jaleo que había armado durante la caída, pero el segundo motivo era peor. Seguía teniendo la prenda de Valshe en la mano. Limpia, eso sí, pero seguía siendo algo... Extraño.
-Puñetero Bakamono...-se lamentaba Roku, pensando ahora en el estado de su amigo- ¿Quién demonios será Azazel?
Off: La idea cómica es que el ruido haga que la pareja de tamers se acerquen y vean a un desconocido con ropa interior femenina en las manos. Solo por el hecho de que ya tiene bastantes problemas para sumarle otro.
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
—¿A dónde vamos a ir ahora? ¿Algún callejón que sirva para huir o esconderse? ¿Un restaurante de alta clase? ¿Aguas termales?— cuestionó el castaño con tono burlesco y sin borrar esa sonrisa suya del rostro —Sería una buena manera de alejarse del problema y evitar que estos dos se maten— hizo referencia a las criaturas digitales.
—¿Matar? ¿Quién ha hablado de matar?— alzó las orejas Labramon mirando a su tamer con la cabeza algo ladeada, pintando en su rostro una mueca pícara antes de relamerse cada pieza dental que se dejaba ver —No soy tan cobarde como para atacar a un parásito de etapa bebé.
—Chiisana, lo siento.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Porque este perro, por no decir chucho pulgoso, ha logrado sacarme de mis casillas— lo que más miedo daba era ese tono calmado suyo —Labramon, si es tan amable, me gustaría que no armase un alboroto.
Antes de que ninguno pudiese reaccionar Akuma se lanzó a por el cachorro que rodó unas vueltas por el suelo. El Tsumemon no dudó en aferrarse al digimon por la zona de los hombros evitando que el perro se deshiciese de él o lo mordiese. Kevin se llevó ambas manos a la cabeza antes de reaccionar e intentar separarlos; un acto algo inútil ya que ni si quiera sabía que hacer. Por su parte, Valshe observaba sin terminar de creer lo que sus ojos veían: Akuma, el digimon más tranquilo y calmado de todos, experto en evitar los conflictos ya que prefiere utilizar la palabra... ¿Atacando? Mostró una sonrisa antes de reír y cubrir su boca con el dorso de la mano. Tras aquello decidió poner fin a la pelea callejera antes de que llamasen la atención de los pocos individuos que se encontraban en aquella plaza.
—Akuma— y solo eso la bastó para que el digimon nombrado soltase a Labramon y volviese a su cómodo hombro —Hacía mucho tiempo que no te veía de este modo— comentó quitando importancia al asunto —¿Orgullo de hombre?
—Algo así. No voy a permitir que nadie me trate de ese modo solo porque sea de un nivel superior— su voz sonaba más seria que de costumbre, pero nada que lograse poner nerviosa a la rubia.
—Maldito parásito— gruñó el perro antes de recibir un golpe en la cabeza por parte de su tamer.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la joven. Giró sobre sus talones de manera brusca llevando la diestra al bolsillo donde guardó el Digivice IC. ¿Qué era esa sensación? Labramon, dejando de lado los problemas, también se mostró alerta. Ese gesto hizo que las dudas de la ojos azules se despejasen: Algo no iba bien. El silencio reinó en la plaza durante escasos segundos antes de que un brusco sonido llegase al canal auditivo de los presentes. Valshe afinó su vista moviendo los ojos de un lado a otro en busca del causante de igual modo que hicieron su compañero y la otra pareja. Akuma señaló una callejuela y con paso rápido se encaminaron hacia el lugar.
Para sorpresa de la rubia aquello no era un digimon, ni si quiera un gato callejero deambulando y tirando todo a su paso: Era un humano. Ni corta ni perezosa, y sin importarla lo más mínimo los pensamientos ajenos, lo miró de manera descarada analizando su cuerpo al completo. Detrás suya había unas claras marcas de un golpe. Frunció ligeramente el ceño por la sorpresa, más aún al ver al joven tan entero.
—¿Te encuentras bien? ¿Has tenido algún problema o algo?— preguntó, más que con curiosidad por simple educación —Puedo llevarte a un hospital si te encuentras mal.
Kevin y Labramon adoptaron con velocidad el rol de dueño y mascota respectivamente. Akuma, quedando lo más quieto posible, no dejaba de analizar al muchacho por precaución. De manera disimulada hizo una señal a su tamer. Valshe descendió la mirada clavando los azules ojos en las manos ajenas. Su rostro se mostró neutro aunque por dentro quisiese gritar.
—Esto...— murmuró atónita por aquello —Disculpa, señor pervertido, pero...— no salían las palabras de su boca, decidiendo así señalar con el índice de la diestra aquella prenda femenina —Me resulta indiferente lo que hagas o si eres un fetichista pero la gente va a pensar muy mal si te ven con eso por la calle.
—Valshe, vayámonos— musitó Kevin —No parece herido y después de lo visto...
—¿Matar? ¿Quién ha hablado de matar?— alzó las orejas Labramon mirando a su tamer con la cabeza algo ladeada, pintando en su rostro una mueca pícara antes de relamerse cada pieza dental que se dejaba ver —No soy tan cobarde como para atacar a un parásito de etapa bebé.
—Chiisana, lo siento.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Porque este perro, por no decir chucho pulgoso, ha logrado sacarme de mis casillas— lo que más miedo daba era ese tono calmado suyo —Labramon, si es tan amable, me gustaría que no armase un alboroto.
Antes de que ninguno pudiese reaccionar Akuma se lanzó a por el cachorro que rodó unas vueltas por el suelo. El Tsumemon no dudó en aferrarse al digimon por la zona de los hombros evitando que el perro se deshiciese de él o lo mordiese. Kevin se llevó ambas manos a la cabeza antes de reaccionar e intentar separarlos; un acto algo inútil ya que ni si quiera sabía que hacer. Por su parte, Valshe observaba sin terminar de creer lo que sus ojos veían: Akuma, el digimon más tranquilo y calmado de todos, experto en evitar los conflictos ya que prefiere utilizar la palabra... ¿Atacando? Mostró una sonrisa antes de reír y cubrir su boca con el dorso de la mano. Tras aquello decidió poner fin a la pelea callejera antes de que llamasen la atención de los pocos individuos que se encontraban en aquella plaza.
—Akuma— y solo eso la bastó para que el digimon nombrado soltase a Labramon y volviese a su cómodo hombro —Hacía mucho tiempo que no te veía de este modo— comentó quitando importancia al asunto —¿Orgullo de hombre?
—Algo así. No voy a permitir que nadie me trate de ese modo solo porque sea de un nivel superior— su voz sonaba más seria que de costumbre, pero nada que lograse poner nerviosa a la rubia.
—Maldito parásito— gruñó el perro antes de recibir un golpe en la cabeza por parte de su tamer.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la joven. Giró sobre sus talones de manera brusca llevando la diestra al bolsillo donde guardó el Digivice IC. ¿Qué era esa sensación? Labramon, dejando de lado los problemas, también se mostró alerta. Ese gesto hizo que las dudas de la ojos azules se despejasen: Algo no iba bien. El silencio reinó en la plaza durante escasos segundos antes de que un brusco sonido llegase al canal auditivo de los presentes. Valshe afinó su vista moviendo los ojos de un lado a otro en busca del causante de igual modo que hicieron su compañero y la otra pareja. Akuma señaló una callejuela y con paso rápido se encaminaron hacia el lugar.
Para sorpresa de la rubia aquello no era un digimon, ni si quiera un gato callejero deambulando y tirando todo a su paso: Era un humano. Ni corta ni perezosa, y sin importarla lo más mínimo los pensamientos ajenos, lo miró de manera descarada analizando su cuerpo al completo. Detrás suya había unas claras marcas de un golpe. Frunció ligeramente el ceño por la sorpresa, más aún al ver al joven tan entero.
—¿Te encuentras bien? ¿Has tenido algún problema o algo?— preguntó, más que con curiosidad por simple educación —Puedo llevarte a un hospital si te encuentras mal.
Kevin y Labramon adoptaron con velocidad el rol de dueño y mascota respectivamente. Akuma, quedando lo más quieto posible, no dejaba de analizar al muchacho por precaución. De manera disimulada hizo una señal a su tamer. Valshe descendió la mirada clavando los azules ojos en las manos ajenas. Su rostro se mostró neutro aunque por dentro quisiese gritar.
—Esto...— murmuró atónita por aquello —Disculpa, señor pervertido, pero...— no salían las palabras de su boca, decidiendo así señalar con el índice de la diestra aquella prenda femenina —Me resulta indiferente lo que hagas o si eres un fetichista pero la gente va a pensar muy mal si te ven con eso por la calle.
—Valshe, vayámonos— musitó Kevin —No parece herido y después de lo visto...
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
El peor de los posibles desenlaces del problema que había surgido se manifestó. Las personas que debía atrapar lo habían visto. Y peor aún, le habían pillado en un contexto que, explicara lo que explicara, era más que obvio que no le iban a creer. Tras todo esto, debería elegir muy bien sus palabras para evitar que la misión peligrara y, de ser posible, restituir su honor.
-Primero, no soy un pervertido. Esto tiene una explicación que no creo que quieras oír -decía, encogiéndose de hombros-, pero antes, aclaremos un par de puntos. Primero, eso es un digimon -indicaba señalando con el dedo al ser que se posaba en el hombro del “muchacho”- Y eso de ahí probablemente también -ahora su falange apuntaba al can que estaba al lado del chico-. Segundo, si quisiera ahora mismo estaríais todos muertos, así que de verdad la explicación aunque larga, la vais a oír sí o sí, a no ser que queráis ver cómo una persona es capaz de decapitar a otra con solo tres movimientos. Ni quiero hacerlo ni me interesa quitaros de en medio.
Una vez expuestos estos argumentos, que podría hacer realidad de usar a su espíritu de categoría “humano”, mostró la prenda femenina robada desplegándola. Suspiró ya que le daba pereza tener que hablar tanto con sus objetivos, hubiendo preferido aislarles para sustraer el preciado digivice con la mirada maldita de Dracumon y luego irse sin dañar a nadie. Pero ahora todo se haría más difícil, aunque la opción de usar a Musyamon y su espada le tentaba, no sería la más justa ni agradable.
-Supongo que te habrás dado cuenta de que “esto” es tuyo -ahora hablaba con la joven-, pero no lo tengo por gusto. Mi compañero las considera “trofeos”, y hacedme caso, es una historia aún más larga...-sin dejar de sostenerla intentó dirigirse a ambos humanos- Llevamos toda la mañana encargándonos de los digimons que os intentan dar caza. De nada. Pero explorando los alrededores me he caído de la azotea, y al pedirle una tela o algo con la que limpiarme, el muy idiota me ha tirado esto. Lo siento por la confusión -acercándose a la chica rubia le ofreció lo que era suyo-, y lo siento aún más por lo improcedente de esto, pero nada he podido hacer.
Sabía que Bakemono se enfadaría por la renuncia de su trofeo, obtenido, según diría el propio digimon, justamente, pero Roku pasaba de ir acumulando cosas robadas en el casco, y más si estas eran... Tan íntimas.
-Pasamos al segundo punto. Corréis peligro por haber hecho todo este camino de forma tan laxa. Miren esas hendiduras -ahora apuntaba a las marcas de garras que él hizo segundos antes en la pared-. Muchos monstruos os persiguen, y aunque mi compañero sigue dándoles caza, es obvio que seguís en peligro. Puede que os surja la pregunta de quién soy y un montón de trivialidades, y llegados a este punto, solo tengo que decir que me podéis llamar Abe no Seimei, y me encargo de las “cosas” que pasan de un mundo a otro -sus ojos apuntaron al perro que intentaba fingir ser uno normal-, especialmente de aquellos tamers que piensan que una treta así puede funcionar... No me importa lo que hagáis con vuestras vidas, pero si empezáis a atraer peligros al mundo humano, me temo que no sois dignos de ser considerados “tamers”.
Violentamente, extendió el brazo hacia el chico del pelo castaño, abriendo la mano ante sus narices. Con gesto serio, y muy calmadamente, comenzó a hablarle, intentando resultar convincente para poder sustraerle el digivice e irse sin mayor problema.
-Te lo voy a pedir por las buenas. Dame tu digivice. Algo has hecho al otro lado que has perturbado el orden, y traes el caos producido a nuestro mundo. No te voy a obligar a hacer nada, pero como acabe descubriendo qué has hecho, y no me guste la historia, tendré que mostrar una cara menos amable.
-Primero, no soy un pervertido. Esto tiene una explicación que no creo que quieras oír -decía, encogiéndose de hombros-, pero antes, aclaremos un par de puntos. Primero, eso es un digimon -indicaba señalando con el dedo al ser que se posaba en el hombro del “muchacho”- Y eso de ahí probablemente también -ahora su falange apuntaba al can que estaba al lado del chico-. Segundo, si quisiera ahora mismo estaríais todos muertos, así que de verdad la explicación aunque larga, la vais a oír sí o sí, a no ser que queráis ver cómo una persona es capaz de decapitar a otra con solo tres movimientos. Ni quiero hacerlo ni me interesa quitaros de en medio.
Una vez expuestos estos argumentos, que podría hacer realidad de usar a su espíritu de categoría “humano”, mostró la prenda femenina robada desplegándola. Suspiró ya que le daba pereza tener que hablar tanto con sus objetivos, hubiendo preferido aislarles para sustraer el preciado digivice con la mirada maldita de Dracumon y luego irse sin dañar a nadie. Pero ahora todo se haría más difícil, aunque la opción de usar a Musyamon y su espada le tentaba, no sería la más justa ni agradable.
-Supongo que te habrás dado cuenta de que “esto” es tuyo -ahora hablaba con la joven-, pero no lo tengo por gusto. Mi compañero las considera “trofeos”, y hacedme caso, es una historia aún más larga...-sin dejar de sostenerla intentó dirigirse a ambos humanos- Llevamos toda la mañana encargándonos de los digimons que os intentan dar caza. De nada. Pero explorando los alrededores me he caído de la azotea, y al pedirle una tela o algo con la que limpiarme, el muy idiota me ha tirado esto. Lo siento por la confusión -acercándose a la chica rubia le ofreció lo que era suyo-, y lo siento aún más por lo improcedente de esto, pero nada he podido hacer.
Sabía que Bakemono se enfadaría por la renuncia de su trofeo, obtenido, según diría el propio digimon, justamente, pero Roku pasaba de ir acumulando cosas robadas en el casco, y más si estas eran... Tan íntimas.
-Pasamos al segundo punto. Corréis peligro por haber hecho todo este camino de forma tan laxa. Miren esas hendiduras -ahora apuntaba a las marcas de garras que él hizo segundos antes en la pared-. Muchos monstruos os persiguen, y aunque mi compañero sigue dándoles caza, es obvio que seguís en peligro. Puede que os surja la pregunta de quién soy y un montón de trivialidades, y llegados a este punto, solo tengo que decir que me podéis llamar Abe no Seimei, y me encargo de las “cosas” que pasan de un mundo a otro -sus ojos apuntaron al perro que intentaba fingir ser uno normal-, especialmente de aquellos tamers que piensan que una treta así puede funcionar... No me importa lo que hagáis con vuestras vidas, pero si empezáis a atraer peligros al mundo humano, me temo que no sois dignos de ser considerados “tamers”.
Violentamente, extendió el brazo hacia el chico del pelo castaño, abriendo la mano ante sus narices. Con gesto serio, y muy calmadamente, comenzó a hablarle, intentando resultar convincente para poder sustraerle el digivice e irse sin mayor problema.
-Te lo voy a pedir por las buenas. Dame tu digivice. Algo has hecho al otro lado que has perturbado el orden, y traes el caos producido a nuestro mundo. No te voy a obligar a hacer nada, pero como acabe descubriendo qué has hecho, y no me guste la historia, tendré que mostrar una cara menos amable.
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Kevin y su acompañante femenina cruzaron mirada sin decir nada, escuchando por el momento cada palabra. Valshe siguió con la mirada los gestos del joven que señaló a ambas criaturas digitales. Aclaró su garganta evitando soltar una carcajada, ya que reír de semejante manera sería muy poco educado por su parte.
—現在是一個變態的瘋子 (Es un loco pervertido)— le dijo a su compañero decidiéndose por responder al joven —En efecto, dudo que este pequeño sea un peluche— hizo referencia a su compañero —Y eso es un chucho con malas pulgas.
—Y tú un afeminado— ladró Labramon molesto.
—Lo que tú digas— finalizó aquella discusión verbal —Por otro lado suena tentador mantener una pelea aquí y ahora, aunque llamar la atención no es mi estilo, tampoco me molesta hacer crujir mis nudillos al golpear tu rostro— quiso sonreír, pero decidió mantener su rostro serio con una mirada afilada. No quería verse débil frente a nadie, y menos frente a alguien que decía ser capaz de decapitar a otro en tres movimientos.
Akuma movió sus antenas colocando estas frente a su ojo y cerrando el mismo con fuerza al ver aquella prenda. Él si que sabía a quién pertenecía, algo obvio pensando que "el rubio" era mujer. Giró unos grados en el hombro hundiendo su pequeño cuerpo en el cuello de la joven avergonzado por la situación.
—Sí, sí, eso es...— habló sin prestar atención hasta caer en la cuenta. Su rostro palideció, y tornándose rojizas sus mejillas, le arrebató aquella prenda de sus manos guardándola en el bolsillo con una velocidad fugaz —¡¿Por qué narices tienes tú esto?!— exclamó plantándolo cara, colocándose frente a él de puntillas y aún así sin llegar a su estatura. Si las miradas matasen, ese sería el momento en el cual el cuerpo del joven caería al suelo sin vida. Las antenas de su compañero la hicieron retroceder recuperando su postura —Si tienes esto has debido entrar en mi casa— analizó la situación a la par que su compañero.
—Chiisana, hablemos de ello más tarde, hay cosas más importantes— susurró Akuma recuperando la compostura —¿Y ese compañero que trata de "trofeos" las intimidades de una mujer?— cuestionó observando al muchacho —¿Dónde se encuentra?— indagó, resultando complejo pensar que un digimon dejaría solo a su tamer.
—Esperad un momento, dice que nos ha estado salvando— habló Kevin con amabilidad o inocencia, depende de como quiera mirarse.
—No somos tan inútiles como para desconocer sobre la presencia de otras criaturas diitales que nos acechan— comentó Valshe desconfiando por completo del extraño.
Alzó la mirada rodando los azules orbes a las paredes donde había claras marcas de garras, aunque no por ello sorprendida o intimidada. Akuma comenzó a moverse descendiendo del hombro y ocultándose bajo la chaqueta que llevaba su tamer, recorriendo su espalda hasta situarse a la altura de su cadera y rebuscando en el bolsillo con sus antenas. No notaba reacción alguna en el digivice y, por el actual estado de su compañera, tampoco podría evolucionar por el momento. Soltó un ligero suspiro interrumpido por el gruñido de Labramon a quién pareció no gustarle los comentarios del tal Abe no Seimei; Abe para no alargarnos tanto.
—El único peligro que hay aquí eres tú, humano— mostró sus colmillos.
Valshe colocó su brazo frente a Kevin haciendo que retrocediese un paso. No solo estaba a la defensiva, sino que la rubia estaba dispuesta a pelear en cualquier momento. Su misión era clara, y aunque dudosa, escuchó las palabras del joven frunciendo el ceño y dirigiendo su mirada al castaño.
—Te lo voy a preguntar una vez, así que escucha con atención— hizo una pequeña pausa de apenas dos segundos —¿Es cierto lo que dice? ¿Es tuyo el digivice?— preguntó.
—S-Sí, c-claro que es mío.
—No voy a partirme la cara por un mentiroso— sentenció —Si me has mentido te aseguro que me encargaré personalmente de convertir tu vida en un infierno— desvió los ojos hasta Abe —Deja a este niño tranquilo antes de que ambos hagamos cosas innecesarias. Un simple Labramon no supone mayor problema para el mundo humano, y si lo fuese, para eso estoy aquí— masculló manteniendo la calma a sabiendas de la desventaja que tendría frente al muchacho.
—現在是一個變態的瘋子 (Es un loco pervertido)— le dijo a su compañero decidiéndose por responder al joven —En efecto, dudo que este pequeño sea un peluche— hizo referencia a su compañero —Y eso es un chucho con malas pulgas.
—Y tú un afeminado— ladró Labramon molesto.
—Lo que tú digas— finalizó aquella discusión verbal —Por otro lado suena tentador mantener una pelea aquí y ahora, aunque llamar la atención no es mi estilo, tampoco me molesta hacer crujir mis nudillos al golpear tu rostro— quiso sonreír, pero decidió mantener su rostro serio con una mirada afilada. No quería verse débil frente a nadie, y menos frente a alguien que decía ser capaz de decapitar a otro en tres movimientos.
Akuma movió sus antenas colocando estas frente a su ojo y cerrando el mismo con fuerza al ver aquella prenda. Él si que sabía a quién pertenecía, algo obvio pensando que "el rubio" era mujer. Giró unos grados en el hombro hundiendo su pequeño cuerpo en el cuello de la joven avergonzado por la situación.
—Sí, sí, eso es...— habló sin prestar atención hasta caer en la cuenta. Su rostro palideció, y tornándose rojizas sus mejillas, le arrebató aquella prenda de sus manos guardándola en el bolsillo con una velocidad fugaz —¡¿Por qué narices tienes tú esto?!— exclamó plantándolo cara, colocándose frente a él de puntillas y aún así sin llegar a su estatura. Si las miradas matasen, ese sería el momento en el cual el cuerpo del joven caería al suelo sin vida. Las antenas de su compañero la hicieron retroceder recuperando su postura —Si tienes esto has debido entrar en mi casa— analizó la situación a la par que su compañero.
—Chiisana, hablemos de ello más tarde, hay cosas más importantes— susurró Akuma recuperando la compostura —¿Y ese compañero que trata de "trofeos" las intimidades de una mujer?— cuestionó observando al muchacho —¿Dónde se encuentra?— indagó, resultando complejo pensar que un digimon dejaría solo a su tamer.
—Esperad un momento, dice que nos ha estado salvando— habló Kevin con amabilidad o inocencia, depende de como quiera mirarse.
—No somos tan inútiles como para desconocer sobre la presencia de otras criaturas diitales que nos acechan— comentó Valshe desconfiando por completo del extraño.
Alzó la mirada rodando los azules orbes a las paredes donde había claras marcas de garras, aunque no por ello sorprendida o intimidada. Akuma comenzó a moverse descendiendo del hombro y ocultándose bajo la chaqueta que llevaba su tamer, recorriendo su espalda hasta situarse a la altura de su cadera y rebuscando en el bolsillo con sus antenas. No notaba reacción alguna en el digivice y, por el actual estado de su compañera, tampoco podría evolucionar por el momento. Soltó un ligero suspiro interrumpido por el gruñido de Labramon a quién pareció no gustarle los comentarios del tal Abe no Seimei; Abe para no alargarnos tanto.
—El único peligro que hay aquí eres tú, humano— mostró sus colmillos.
Valshe colocó su brazo frente a Kevin haciendo que retrocediese un paso. No solo estaba a la defensiva, sino que la rubia estaba dispuesta a pelear en cualquier momento. Su misión era clara, y aunque dudosa, escuchó las palabras del joven frunciendo el ceño y dirigiendo su mirada al castaño.
—Te lo voy a preguntar una vez, así que escucha con atención— hizo una pequeña pausa de apenas dos segundos —¿Es cierto lo que dice? ¿Es tuyo el digivice?— preguntó.
—S-Sí, c-claro que es mío.
—No voy a partirme la cara por un mentiroso— sentenció —Si me has mentido te aseguro que me encargaré personalmente de convertir tu vida en un infierno— desvió los ojos hasta Abe —Deja a este niño tranquilo antes de que ambos hagamos cosas innecesarias. Un simple Labramon no supone mayor problema para el mundo humano, y si lo fuese, para eso estoy aquí— masculló manteniendo la calma a sabiendas de la desventaja que tendría frente al muchacho.
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Era divertido ver como el perro y la joven se menospreciaban mutuamente cuando pretendían dar una idea de unidad frente a un presunto enemigo, pero más divertido era ver la reacción de Valshe al percatarse de que la prenda era suya. Cómo se acercó sonrojándose y le plantó cara intentando equiparar su altura le hacía pensar que era adorable, al igual que cuando aseguró que podía golpearle en la cara. No dudaba de que un golpe o dos podría propinarle, pero solo tenía que liberar al absurdo monstruo que vivia en su interior. Ya había recurrido a él unas cuantas veces, siempre aplastando a sus oponentes de una forma relativamente fácil, pero odiaba lo sencillo que se volvía matar y destruir en ese estado.
No quería depender únicamente de ese poder, tanto por el efecto que causaba en su propio cuerpo como por el hecho de que ese gran poder le incitaba a abusar de su fuerza, un deseo que descartaba por ir en contra de sus ideales. Pero ciertamente no veía necesidad de demostrar su fuerza en aquella riña verbal y llevarse la razón a costa de destrozar parte de la ciudad. Y, sin embargo, usaría a ese digimon identificado como “Gaiomon” para sus propósitos, mas no del modo habitual.
-Bueno, es importante que os desvele dos datos importantes: sí, he estado en tu casa, os seguía el rastro al igual que esos digimons que, por cierto, intentaron irrumpir y lo evité. Ni he desordenado ni roto nada, fue un combate rápido y limpio, y puedes comprobar que esa es de las limpias. Así que dejen de llamarme pervertido. Segundo dato, el tiempo en el mundo digital y este es diferente, así que no sé muy bien cuándo fue... ¿Recuerdan en las noticias el inesperado terremoto en Japón que destrozó el parque de Shibuya? Es raro que un país de tanta actividad sísmica no pudiera vaticinar las réplicas menores que anuncian el seísmo principal, ¿verdad? -dejo unos segundos mientras pensaban en ello, sonriendo, pues él sabía la respuesta- Eso se debe a que “no pudieron anticiparlo”, no fue natural. Están ante el que causó dicho desastre, en carne y hueso. Si se preguntan el porqué de dicha acción, me vi obligado a ello para deshacerme de dos llamativos digimons. Mi trabajo es evitar que el mundo humano conozca la existencia del digital, a cualquier precio. Por ello pido cooperación, de verdad. No me gustaría tener que acabar con esta ciudad también...
Tras esto el digimon de la muchacha inquirió saber de Bakemono, pregunta que Roku tuvo que ignorar no por voluntad propia, sino porque el tamer que perseguía impidió que hablara, recapitulando lo que él ya había declarado antes: que intentaba protegerlos, y si bien esto era cierto, también lo era que su objetivo final era robarle. Tanto la chica como el perro parecían no querer “disfrutar” de su compañía, por lo que decidió mostrarles que era necesario.
-Bueno, a ver cómo se lo explico...-se acercó a la tamer y le apartó los mechones dorados de la oreja para susurrarle- El problema no es que haya robado el digivice, eso es improcente. El problema es que él o sus jefes han usado el artilugio para robar en el otro mundo, y por eso le buscan. No va a reconocer nada a no ser que le demos a él y a vuestros perseguidores un “sustillo” -llegados a este punto intentó sonar “amistoso”-. Te voy a dar un pago falso para que te vayas, pero nada más lejos de la realidad. Intimidaré al chico, y cuando vean que voy a matarlo vendrán a por él. Será vuestra oportunidad de emboscarlos. Dejaremos un par con vida y así ambos tendremos respuestas -para reafirmar esto sacó de su cartera una tarjeta donde cargó unos cuantos bits desde su digivice-. ¿Hace? -decía intentando sonreír, aunque sabía que ella le odiaba.
Sin querer perder más tiempo, se giró hacia el muchacho. “Ah, y de verdad, lamento haber tocado tus prendas privadas, cuando todo esto acabe intentaré recompensarte” decía ofreciendo la espalda a la chica. “僧兵 の立往生 (”Permanece de pie en la muerte, monje guerrero”), 人間の精神の進化 (“evolución del espíritu humano”): 弁慶¡ (“¡Benkei!”)” fue lo siguiente que dijo, activando la secuencia de transformación que finalizaba con él en su forma de nivel campeón, un samurai insectoide de cerca de dos metros de altura.
Sin mucho esfuerzo cogió al muchacho del cuello de su vestimenta, levantándolo del suelo. “¿Me vas a decir qué has robado, o tengo que enfadarme?”, decía observando los pataleos del tamer y el descontento de su compañero, al cual ignoraba por la basta diferencia de poder. “Bueno, creo que esta vez puedo ser un poco cruel “, y su manu pasó a abarcar el cuello de su presa, aumentando la presión poco a poco. “¿Cuánta presión podrá aguantar tu traquea?, me pregunto. Ya sé que no puedes hablar por la asfixia, pero espera un poco, ¿de acuerdo?”. Cada vez le era más fácil hablar como esos dementes para los que trabajaba.
Por suerte, no tuvo que esperar mucho, pues cuatro digimons descendieron de la azotea, siendo de la misma especie que llevaba asesinando aquel día. Cuando notó sus pies arañando el suelo, soltó al chico. “Disculpa, pero era necesario para hacerlos aparecer... Ahora voy a salvarte de ellos, y luego podremos hablar tranquilamente. Respira tranquilo, lo que buenamente puedas, claro”. Tras esto, desenvainó su espada.
Cuando lo hizo notaba que Bakemono sufría al tener que sustituir a Benkei en la lucha interna contra la presencia que llamaban “Azazel”, por lo que no podía permanecer mucho tiempo en esa forma, ni mucho menos recurrir a Gaiomon. Por suerte, esta vez tendría una aliada en la batalla... O eso quería pensar.
Off-rol: Los digimons son de la especie de Gabumon (Gabumon, BlackGabumon, Psychemon...), y al ser rookies son “vapuleables” siempre y cuando actives el digisoul (que aunque no tengas potencia de rookie por el digimon baby se supone que a estos digimons les puede cualquiera).
Ah, y lo del parque de Shibuya es cierto, provocó un terremoto siendo Gaiomon. Lo puedes ver (si gustas y no te fías de mí) en el tema "Un cumpleaños que se tuerce".
No quería depender únicamente de ese poder, tanto por el efecto que causaba en su propio cuerpo como por el hecho de que ese gran poder le incitaba a abusar de su fuerza, un deseo que descartaba por ir en contra de sus ideales. Pero ciertamente no veía necesidad de demostrar su fuerza en aquella riña verbal y llevarse la razón a costa de destrozar parte de la ciudad. Y, sin embargo, usaría a ese digimon identificado como “Gaiomon” para sus propósitos, mas no del modo habitual.
-Bueno, es importante que os desvele dos datos importantes: sí, he estado en tu casa, os seguía el rastro al igual que esos digimons que, por cierto, intentaron irrumpir y lo evité. Ni he desordenado ni roto nada, fue un combate rápido y limpio, y puedes comprobar que esa es de las limpias. Así que dejen de llamarme pervertido. Segundo dato, el tiempo en el mundo digital y este es diferente, así que no sé muy bien cuándo fue... ¿Recuerdan en las noticias el inesperado terremoto en Japón que destrozó el parque de Shibuya? Es raro que un país de tanta actividad sísmica no pudiera vaticinar las réplicas menores que anuncian el seísmo principal, ¿verdad? -dejo unos segundos mientras pensaban en ello, sonriendo, pues él sabía la respuesta- Eso se debe a que “no pudieron anticiparlo”, no fue natural. Están ante el que causó dicho desastre, en carne y hueso. Si se preguntan el porqué de dicha acción, me vi obligado a ello para deshacerme de dos llamativos digimons. Mi trabajo es evitar que el mundo humano conozca la existencia del digital, a cualquier precio. Por ello pido cooperación, de verdad. No me gustaría tener que acabar con esta ciudad también...
Tras esto el digimon de la muchacha inquirió saber de Bakemono, pregunta que Roku tuvo que ignorar no por voluntad propia, sino porque el tamer que perseguía impidió que hablara, recapitulando lo que él ya había declarado antes: que intentaba protegerlos, y si bien esto era cierto, también lo era que su objetivo final era robarle. Tanto la chica como el perro parecían no querer “disfrutar” de su compañía, por lo que decidió mostrarles que era necesario.
-Bueno, a ver cómo se lo explico...-se acercó a la tamer y le apartó los mechones dorados de la oreja para susurrarle- El problema no es que haya robado el digivice, eso es improcente. El problema es que él o sus jefes han usado el artilugio para robar en el otro mundo, y por eso le buscan. No va a reconocer nada a no ser que le demos a él y a vuestros perseguidores un “sustillo” -llegados a este punto intentó sonar “amistoso”-. Te voy a dar un pago falso para que te vayas, pero nada más lejos de la realidad. Intimidaré al chico, y cuando vean que voy a matarlo vendrán a por él. Será vuestra oportunidad de emboscarlos. Dejaremos un par con vida y así ambos tendremos respuestas -para reafirmar esto sacó de su cartera una tarjeta donde cargó unos cuantos bits desde su digivice-. ¿Hace? -decía intentando sonreír, aunque sabía que ella le odiaba.
Sin querer perder más tiempo, se giró hacia el muchacho. “Ah, y de verdad, lamento haber tocado tus prendas privadas, cuando todo esto acabe intentaré recompensarte” decía ofreciendo la espalda a la chica. “僧兵 の立往生 (”Permanece de pie en la muerte, monje guerrero”), 人間の精神の進化 (“evolución del espíritu humano”): 弁慶¡ (“¡Benkei!”)” fue lo siguiente que dijo, activando la secuencia de transformación que finalizaba con él en su forma de nivel campeón, un samurai insectoide de cerca de dos metros de altura.
Sin mucho esfuerzo cogió al muchacho del cuello de su vestimenta, levantándolo del suelo. “¿Me vas a decir qué has robado, o tengo que enfadarme?”, decía observando los pataleos del tamer y el descontento de su compañero, al cual ignoraba por la basta diferencia de poder. “Bueno, creo que esta vez puedo ser un poco cruel “, y su manu pasó a abarcar el cuello de su presa, aumentando la presión poco a poco. “¿Cuánta presión podrá aguantar tu traquea?, me pregunto. Ya sé que no puedes hablar por la asfixia, pero espera un poco, ¿de acuerdo?”. Cada vez le era más fácil hablar como esos dementes para los que trabajaba.
Por suerte, no tuvo que esperar mucho, pues cuatro digimons descendieron de la azotea, siendo de la misma especie que llevaba asesinando aquel día. Cuando notó sus pies arañando el suelo, soltó al chico. “Disculpa, pero era necesario para hacerlos aparecer... Ahora voy a salvarte de ellos, y luego podremos hablar tranquilamente. Respira tranquilo, lo que buenamente puedas, claro”. Tras esto, desenvainó su espada.
Cuando lo hizo notaba que Bakemono sufría al tener que sustituir a Benkei en la lucha interna contra la presencia que llamaban “Azazel”, por lo que no podía permanecer mucho tiempo en esa forma, ni mucho menos recurrir a Gaiomon. Por suerte, esta vez tendría una aliada en la batalla... O eso quería pensar.
Off-rol: Los digimons son de la especie de Gabumon (Gabumon, BlackGabumon, Psychemon...), y al ser rookies son “vapuleables” siempre y cuando actives el digisoul (que aunque no tengas potencia de rookie por el digimon baby se supone que a estos digimons les puede cualquiera).
Ah, y lo del parque de Shibuya es cierto, provocó un terremoto siendo Gaiomon. Lo puedes ver (si gustas y no te fías de mí) en el tema "Un cumpleaños que se tuerce".
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Genial, más información que saturaría el cerebro de la joven. Su mente en esos instantes parecía un completo laberinto; no sabía que camino elegir ya que sus decisiones podrían llevarla a la salida o a perderse en esos senderos de diversidad. Opiniones, comentarios, mentiras, verdades... ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué ese día se estaba complicando tanto? Para su compañero era muy obvio el "sufrimiento" interno de su tamer, pues aunque intentase no derrumbarse, dudaba completamente de la palabra de los allí presentes: Ni aliados, ni compañeros, ni desconocidos... Solo tenía a Akuma.
—Recuerda me que luego te denuncie por allanamiento de morada y hurto— comentó en tono burlesco pues, ni de lejos, se acercaría a una comisaría para poner dicha denuncia. ¿Quién en su sano juicio iría directo a su perdición? A demás, seguro que había información suya por los muchos delitos cometidos por leves que fuesen —Vale, está bien, dejaré de llamarte pervertido...— desvió la mirada como un infante haría al ser rechazados sus caprichos. Siguió escuchando aquel segundo dato mencionando haciendo memoria de las noticias que había visto por la televisión —Si tu misión es esa, ¿por qué llamar tanto la atención?— arqueó una ceja con el único propósito de molestar al joven y, para qué mentir, asimilando todo aquello para determinar si creerlo o no.
—En efecto, lo recordamos— asintió Akuma —Pero como bien dice mi compañera, utilizar un gran poder en este mundo pondría en alerta a los humanos quienes sospecharían acerca de algo... ¿Sobrenatural?— habló, más para sí mismo que para el resto; como un pensamiento en voz alta. Soltó un suspiro sin dar mayor importancia al pasado.
—Japón es un lugar interesante— sonrió Kevin, borrando aquella mueca por la mirada de Valshe sobre él.
Comenzaba a sentirse irritada por todo, y aunque su misión era protegerlo, su orgullo la impedía defender a alguien con el valor de mentirla o traicionarla. Tan perdida estaba en sus pensamientos que no vio venir aquel repentino acercamiento por parte de Abe. Sus pupilas disminuyeron su tamaño tensándose su cuerpo al mismo tiempo intentando no ruborizarse. Aquello la recordó a su compañero en el pasado, esas confianzas de pararse a su lado y hablar en un bajo tono de voz; la hizo querer volver a tener esa fuerza. Si bien retrocedió un pie, no se apartó lo más mínimo prefiriendo escuchar. Sí, lo primero que quiso fue golpearlo y no se puede negar, pero la curiosidad era mayor.
—Chiisana, deja que juegue un rato— dijo Akuma tras escuchar el plan, ya que estaba en su hombro, tampoco le resultó muy complejo hacerlo —No estoy muy a favor de proteger a Labramon, pero si me lo ordenas lo haré— afirmó mientras su compañera accedía y retrocedía un par de pasos para alejarse —Si intenta cualquier estupidez me encargaré de él, por muy poderoso que diga ser. No permitiré que el jefe te ponga un solo dedo encima.
—Akuma...— su bajo tono de voz sonó conmovido. Esto rápidamente fue sustituido por un rostro de asombro al ver como el humano adoptaba la forma de un digimon —Genial, es todavía más alto y seguramente mucho más fuerte— entornó la mirada observando con cierta pasividad aquellos actos.
—¡Suéltame!— exclamó Kevin siendo sujeto por el cuello de su camiseta —¡Maldito cambia forma, he dicho que me sueltes!— pataleó intentando propinarle algún golpe al samurai digimon sin lograr nada —¡Haz algo Labramon!
Labramon, por sorprendente que fuese, no dudó en gruñir y ladrar al ahora digimon. Se abalanzó a por él clavando los colmillos antes de retroceder de nuevo soltando un leve gemido.
—¡Mis dientes!— se llevó ambas patas delanteras al hocico. Debido a la armadura, ni si quiera pudo hacerle algún rasguño a su oponente.
Valshe decidió actuar ya cansada de ver esa tortura hacia un humano. Sacó su digivice rodeando su mano derecha con una cadena de datos en un tono dorado. Hizo aquel movimiento de mano tras dejar escapar de entre sus labios la frase habitual y... Nada, no logró nada.
—Aún no te has recuperado, ¿verdad?— le dijo a su compañero, quien asintió sin más —Acabo de hacer el ridículo, ¿no es así?
—Un poco sí Chiisana— aclaró su garganta antes de rectificar —Quiero decir, no ha sido culpa tuya, es por mí.
—Akuma... Tenemos problemas— analizó a los nuevos digimons que se dejaron ver. Corrió hacia Kevin tomando su pulso y dejando que recuperase la respiración sin incordiar o haciendo primeros auxilios innecesarios —Akuma, quédate con él y protege el D-3— ordenó desviando sus azules orbes al digimon canino —Tú, espero que puedas luchar.
—Deja de hacerte el héroe, no eres más que un afeminado— gruñó por lo bajo poniéndose en pie aún dolorido.
—Chucho pulgoso— masculló preparándose para la batalla, y como había hecho escasos minutos atrás, volvió a rodear su mano derecha con su DigiSoul acercándose al samurai pero manteniendo cierta distancia de esa espada —Veamos de lo que es capaz un humano con la habilidad de transformarse en digimon— de algún modo, ese comentario sonaba más a un reto que cualquier otra cosa.
—Recuerda me que luego te denuncie por allanamiento de morada y hurto— comentó en tono burlesco pues, ni de lejos, se acercaría a una comisaría para poner dicha denuncia. ¿Quién en su sano juicio iría directo a su perdición? A demás, seguro que había información suya por los muchos delitos cometidos por leves que fuesen —Vale, está bien, dejaré de llamarte pervertido...— desvió la mirada como un infante haría al ser rechazados sus caprichos. Siguió escuchando aquel segundo dato mencionando haciendo memoria de las noticias que había visto por la televisión —Si tu misión es esa, ¿por qué llamar tanto la atención?— arqueó una ceja con el único propósito de molestar al joven y, para qué mentir, asimilando todo aquello para determinar si creerlo o no.
—En efecto, lo recordamos— asintió Akuma —Pero como bien dice mi compañera, utilizar un gran poder en este mundo pondría en alerta a los humanos quienes sospecharían acerca de algo... ¿Sobrenatural?— habló, más para sí mismo que para el resto; como un pensamiento en voz alta. Soltó un suspiro sin dar mayor importancia al pasado.
—Japón es un lugar interesante— sonrió Kevin, borrando aquella mueca por la mirada de Valshe sobre él.
Comenzaba a sentirse irritada por todo, y aunque su misión era protegerlo, su orgullo la impedía defender a alguien con el valor de mentirla o traicionarla. Tan perdida estaba en sus pensamientos que no vio venir aquel repentino acercamiento por parte de Abe. Sus pupilas disminuyeron su tamaño tensándose su cuerpo al mismo tiempo intentando no ruborizarse. Aquello la recordó a su compañero en el pasado, esas confianzas de pararse a su lado y hablar en un bajo tono de voz; la hizo querer volver a tener esa fuerza. Si bien retrocedió un pie, no se apartó lo más mínimo prefiriendo escuchar. Sí, lo primero que quiso fue golpearlo y no se puede negar, pero la curiosidad era mayor.
—Chiisana, deja que juegue un rato— dijo Akuma tras escuchar el plan, ya que estaba en su hombro, tampoco le resultó muy complejo hacerlo —No estoy muy a favor de proteger a Labramon, pero si me lo ordenas lo haré— afirmó mientras su compañera accedía y retrocedía un par de pasos para alejarse —Si intenta cualquier estupidez me encargaré de él, por muy poderoso que diga ser. No permitiré que el jefe te ponga un solo dedo encima.
—Akuma...— su bajo tono de voz sonó conmovido. Esto rápidamente fue sustituido por un rostro de asombro al ver como el humano adoptaba la forma de un digimon —Genial, es todavía más alto y seguramente mucho más fuerte— entornó la mirada observando con cierta pasividad aquellos actos.
—¡Suéltame!— exclamó Kevin siendo sujeto por el cuello de su camiseta —¡Maldito cambia forma, he dicho que me sueltes!— pataleó intentando propinarle algún golpe al samurai digimon sin lograr nada —¡Haz algo Labramon!
Labramon, por sorprendente que fuese, no dudó en gruñir y ladrar al ahora digimon. Se abalanzó a por él clavando los colmillos antes de retroceder de nuevo soltando un leve gemido.
—¡Mis dientes!— se llevó ambas patas delanteras al hocico. Debido a la armadura, ni si quiera pudo hacerle algún rasguño a su oponente.
Valshe decidió actuar ya cansada de ver esa tortura hacia un humano. Sacó su digivice rodeando su mano derecha con una cadena de datos en un tono dorado. Hizo aquel movimiento de mano tras dejar escapar de entre sus labios la frase habitual y... Nada, no logró nada.
—Aún no te has recuperado, ¿verdad?— le dijo a su compañero, quien asintió sin más —Acabo de hacer el ridículo, ¿no es así?
—Un poco sí Chiisana— aclaró su garganta antes de rectificar —Quiero decir, no ha sido culpa tuya, es por mí.
—Akuma... Tenemos problemas— analizó a los nuevos digimons que se dejaron ver. Corrió hacia Kevin tomando su pulso y dejando que recuperase la respiración sin incordiar o haciendo primeros auxilios innecesarios —Akuma, quédate con él y protege el D-3— ordenó desviando sus azules orbes al digimon canino —Tú, espero que puedas luchar.
—Deja de hacerte el héroe, no eres más que un afeminado— gruñó por lo bajo poniéndose en pie aún dolorido.
—Chucho pulgoso— masculló preparándose para la batalla, y como había hecho escasos minutos atrás, volvió a rodear su mano derecha con su DigiSoul acercándose al samurai pero manteniendo cierta distancia de esa espada —Veamos de lo que es capaz un humano con la habilidad de transformarse en digimon— de algún modo, ese comentario sonaba más a un reto que cualquier otra cosa.
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Apreciando como la pequeña intentaba seguir siendo intimidante amenazándole con una denuncia, Roku simplemente pensaba que era cándida. Cándida al pensar que, en caso de que llamara a la policía se vería obligado a quemar el piso y probablemente encarar unos cuantos policías, pero si había peleado ya contra dragones humanos armados con porras no es que le provocaran miedo alguno. La pregunta sobre su actuación en el parque, en cambio, sí se la tomo en serio.
-Ah, eso. Si lo piensas bien más que llamar la atención camuflé el problemático panorama. Por el combate ya había árboles destrozados, cortes en la tierra y similares. Con el terremoto no solo eliminé a las amenazas, sino que también justifiqué todos esos accidentes de un modo “natural” -decía entrecomillando con los dedos-. En vez de abrirse una investigación, se pensaba que todo eso era debido a las fuerzas de la naturaleza, y ya. Siempre y cuando las habilidades se enmascaren en datos ya existentes los humanos no ocuparan su atención en estos, es de cajón en el negocio -encogiéndose de hombros ya avanzaba hacia Kevin-. Luego si queréis podemos intercambiar información, creo que os saco experiencia en este tipo de escaramuzas.
Las posteriores palabras del digimon que descansaba en el hombro de la chica le dejaron ver que la idea de cooperar no era tan descabellada. Ese ser demostraba más juicio que la mayoría con los que había tenido que trabajar, y si bien solía usar el miedo y la violencia para mejorar su rendimiento, agradecía no tener que recurrir de nuevo a estos modos. Y sin embargo, con Kevin no dudaba, pues escondía más de lo que aparentaba y aquel perro empezaba a irritarle. Cuando le vio retroceder con la mandíbula dañada en un patético intento de ataque no pudo evitar reírse a carcajadas, disfrutando de poder desquitarse un poco con aquel tipo.
El intento de interrumpirle por parte de Valshe solo le hizo apiadarse más de ella. Intentaba hacer evolucionar a su digimon, sin éxito. De haber sido otro el caso, habría cesado su ataque a Kevin y se habría rendido para que la chica no se desanimara, pero ya se alejaban aquellos días donde podía permitirse esos lujos. Estaba disfrutando de la tortura, sí, pero esta era necesaria.
Cuando los digimons aparecieron soltó al muchacho, no queriendo propasarse con su garganta. Antes le ofreció renunciar a su digivice para acabar con todo más rápido, y esa negación inicial había complicado la situación, pero podía aprovecharse del nuevo contexto. Podía incrementar el miedo del joven.
-Esos digimons han venido a por ti. Voy a matarlos, ¿entendido? -tras esto se inclinó hacia él y le dijo- Pero cuando acabe, quiero respuestas, o vas a desear que ellos te hubieran cazado.
Girándose a los digimons, vio como el pequeño digimon, Akuma, se quedaba con Kevin mientras este se recuperaba de la estrangulación anterior. Le agradaba ver un digimon tan dispuesto pese a su debilidad. E inmediatamente se alternó con algo que le desagradó. Aquel Labramon volvió a denigrar a Valshe, y ya le cansaba esa actitud.
Una vez más, para aumentar el miedo hacia su tamer, le dijo a los enemigos y a la chica que esperaran un segundo, tras lo cual se acercó al can, y le propinó una patada en el hocico. Antes de que este pensara en el porqué o pudiera reaccionar de un modo más agresivo, le pisó el cuello para inmovilizarlo, alternando luego varios pisotones sobre el cuerpo del animal. Y si bien intentaba controlar su fuerza, quería aplicar la suficiente para que empezara a comportarse.
-¡Ya me estoy cansando de estupideces! ¡Escúchame, basura, ella es la que está protegiendo a ti y a tu dueño! ¡Si seguís respirando es porque ELLA está aquí! ¿¡Entendiste!? Solo porque existe ella me estoy reprimiendo. Todo habría sido más sencillo si simplemente os hubiera cortado la garganta y me hubiera ido. Así que luego -cogía la cabeza del digimon y le hacía mirar hacia la chica rubia- te vas a disculpar, ¡porque es una señorita! ¡Y en el caso de que te quieras meter con su indumentaria, “afeminado” es el hombre que se parece a una mujer! ¡La mujer que se parece al hombre es “marimacho”, saco de pulgas!
Calmado tras proferir estos gritos, sabía que había cambiado. Antes no llegaba a estos niveles de violencia, ni era tan tajante con sus opiniones. Pero sabía que, siendo el de siempre, la misión peligraría, y no podía permitirse más fallos. Aunque no lo pareciera todo esto era por el bien de todos. La actitud de Kevin y Labramon era muy laxa, como si el asunto no fuera con ellos, y ahora que se habrían mentalizado de que podrían morir probablemente ayudarían más. Lo de matarlos era un farol, aún no había atravesado esa barrera, pero pensó que el argumento calaría profundo en ellos.
-Bueno, “estos” -indicaba a los enemigos apuntando al tamer y al digimon- son mis ”protegidos”, así que imaginen qué les pasará a ustedes.
Una vez posicionado al lado de la muchacha, se limitó a realizar la kata que proyectaba un dragón de llamas negras desde su filo, y la serpenteante figura cercó a los enemigos, sustituyendo su retaguardia por un muro de fuego que imposibilitaba la huida.
-Yo ya te he dicho que, de querer, podría destrozar esta ciudad sin mayor complicación, y estos son morralla. También dije antes que os protegía de ellos y parecías no confiar en mi palabra. Por eso ahora mismo no quiero seguir recibiendo golpes por ti. Son tus enemigos, te encargas tú. Si necesitas ayuda, avisa -descargaba su peso sobre una pared, acomodándose-, pero igual la ayuda ya no es gratis por haber dudado de mí. Ánimo en la batalla.
-Ah, eso. Si lo piensas bien más que llamar la atención camuflé el problemático panorama. Por el combate ya había árboles destrozados, cortes en la tierra y similares. Con el terremoto no solo eliminé a las amenazas, sino que también justifiqué todos esos accidentes de un modo “natural” -decía entrecomillando con los dedos-. En vez de abrirse una investigación, se pensaba que todo eso era debido a las fuerzas de la naturaleza, y ya. Siempre y cuando las habilidades se enmascaren en datos ya existentes los humanos no ocuparan su atención en estos, es de cajón en el negocio -encogiéndose de hombros ya avanzaba hacia Kevin-. Luego si queréis podemos intercambiar información, creo que os saco experiencia en este tipo de escaramuzas.
Las posteriores palabras del digimon que descansaba en el hombro de la chica le dejaron ver que la idea de cooperar no era tan descabellada. Ese ser demostraba más juicio que la mayoría con los que había tenido que trabajar, y si bien solía usar el miedo y la violencia para mejorar su rendimiento, agradecía no tener que recurrir de nuevo a estos modos. Y sin embargo, con Kevin no dudaba, pues escondía más de lo que aparentaba y aquel perro empezaba a irritarle. Cuando le vio retroceder con la mandíbula dañada en un patético intento de ataque no pudo evitar reírse a carcajadas, disfrutando de poder desquitarse un poco con aquel tipo.
El intento de interrumpirle por parte de Valshe solo le hizo apiadarse más de ella. Intentaba hacer evolucionar a su digimon, sin éxito. De haber sido otro el caso, habría cesado su ataque a Kevin y se habría rendido para que la chica no se desanimara, pero ya se alejaban aquellos días donde podía permitirse esos lujos. Estaba disfrutando de la tortura, sí, pero esta era necesaria.
Cuando los digimons aparecieron soltó al muchacho, no queriendo propasarse con su garganta. Antes le ofreció renunciar a su digivice para acabar con todo más rápido, y esa negación inicial había complicado la situación, pero podía aprovecharse del nuevo contexto. Podía incrementar el miedo del joven.
-Esos digimons han venido a por ti. Voy a matarlos, ¿entendido? -tras esto se inclinó hacia él y le dijo- Pero cuando acabe, quiero respuestas, o vas a desear que ellos te hubieran cazado.
Girándose a los digimons, vio como el pequeño digimon, Akuma, se quedaba con Kevin mientras este se recuperaba de la estrangulación anterior. Le agradaba ver un digimon tan dispuesto pese a su debilidad. E inmediatamente se alternó con algo que le desagradó. Aquel Labramon volvió a denigrar a Valshe, y ya le cansaba esa actitud.
Una vez más, para aumentar el miedo hacia su tamer, le dijo a los enemigos y a la chica que esperaran un segundo, tras lo cual se acercó al can, y le propinó una patada en el hocico. Antes de que este pensara en el porqué o pudiera reaccionar de un modo más agresivo, le pisó el cuello para inmovilizarlo, alternando luego varios pisotones sobre el cuerpo del animal. Y si bien intentaba controlar su fuerza, quería aplicar la suficiente para que empezara a comportarse.
-¡Ya me estoy cansando de estupideces! ¡Escúchame, basura, ella es la que está protegiendo a ti y a tu dueño! ¡Si seguís respirando es porque ELLA está aquí! ¿¡Entendiste!? Solo porque existe ella me estoy reprimiendo. Todo habría sido más sencillo si simplemente os hubiera cortado la garganta y me hubiera ido. Así que luego -cogía la cabeza del digimon y le hacía mirar hacia la chica rubia- te vas a disculpar, ¡porque es una señorita! ¡Y en el caso de que te quieras meter con su indumentaria, “afeminado” es el hombre que se parece a una mujer! ¡La mujer que se parece al hombre es “marimacho”, saco de pulgas!
Calmado tras proferir estos gritos, sabía que había cambiado. Antes no llegaba a estos niveles de violencia, ni era tan tajante con sus opiniones. Pero sabía que, siendo el de siempre, la misión peligraría, y no podía permitirse más fallos. Aunque no lo pareciera todo esto era por el bien de todos. La actitud de Kevin y Labramon era muy laxa, como si el asunto no fuera con ellos, y ahora que se habrían mentalizado de que podrían morir probablemente ayudarían más. Lo de matarlos era un farol, aún no había atravesado esa barrera, pero pensó que el argumento calaría profundo en ellos.
-Bueno, “estos” -indicaba a los enemigos apuntando al tamer y al digimon- son mis ”protegidos”, así que imaginen qué les pasará a ustedes.
Una vez posicionado al lado de la muchacha, se limitó a realizar la kata que proyectaba un dragón de llamas negras desde su filo, y la serpenteante figura cercó a los enemigos, sustituyendo su retaguardia por un muro de fuego que imposibilitaba la huida.
-Yo ya te he dicho que, de querer, podría destrozar esta ciudad sin mayor complicación, y estos son morralla. También dije antes que os protegía de ellos y parecías no confiar en mi palabra. Por eso ahora mismo no quiero seguir recibiendo golpes por ti. Son tus enemigos, te encargas tú. Si necesitas ayuda, avisa -descargaba su peso sobre una pared, acomodándose-, pero igual la ayuda ya no es gratis por haber dudado de mí. Ánimo en la batalla.
Última edición por Roku Ginshô el Dom Jun 26, 2016 11:23 pm, editado 1 vez
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Ambos, humana y digimon, escucharon los sucesos sin comentar nada más con respecto a ello. Parecía muy experimentado en el tema, tanto en batallas dentro del mundo digital como en el humano. Esos pensamientos llevaron a Valshe a una cuestión; ¿quién era el japonés realmente? No solo era el hecho de poder transformarse en un digimon usando su digivice, sino su simple manera de hablar y explicar las cosas. Peor aún, acababa de descubrir una faceta suya que le resultó impactante. Puede que otras féminas hubiesen gritado, se hubieran llevado las manos a la cabeza llorando o estarían en el suelo temblando: No, Valshe no era así. En realidad pareció como si sus azules ojos se volviesen fríos como el hielo, mirando desde la distancia.
Kevin desde el suelo miró a Akuma que se situó a su lado, y aunque quisiese decir algo no lograba pronunciar palabra alguna. Se sentía dolorido y no era para menos. Ladeó la cabeza hasta cruzar miradas con su compañero perruno. Valshe frunció el ceño por aquella parada tan extraña; curiosamente los enemigos parecieron aceptar las palabras del samurai y se detuvieron a admirar la escena.
Labramon soltó un gruñido, no sin antes dejar salir de su garganta un ahogado gemido por el golpe recibido en su hocico. Dejó caer los párpados con fuerza sintiendo cada pisotón sin mostrar reacción alguna. Giró sus orejas escuchándolo hablar, más que eso haciendo oídos sordos viendo a Valshe dispuesta a batallar sin dudarlo. Tosió recuperando el aliento y, a pesar del dolor de su cuerpo, se puso en pie sacudiendo su pelaje.
—Es culpa del afeminado, por no recordar a un viejo conocido— dijo entre dientes colocándose junto a su tamer.
—¿Conocido?— bajó la mirada pensativa intentando buscar en sus recuerdos.
—¡Chiisana!— llamó su atención el digimon bebé —¡Dobermon, es el Dobermon de aquella vez!
—Dobermon...— pensó cayendo en la cuenta y asintiendo tras recordarlo —Es cierto...
—¡Por tu culpa, todo fue por tu culpa Valshe!— exclamó en un ladrido —¡No solo a mí, sino también a Henry! ¡Nos dejaste tirados en aquella batalla!
—Te equivocas— rectificó Akuma —Nosotros nos enfrentamos a un digimon que te hubiese aplastado con solo mirarte— bajó las antenas de golpe comprendiendo la situación —Kevin no es tu tamer, estás con él porque robó el digivice, ¿me equivoco?— clavó su ojo en Valshe quien, por su parte y a pesar de estar escuchando, se encontraba de espaldas a ellos centrada en el enemigo —Chiisana.
La joven de rubios cabellos admiró aquel fuego negro sin mediar palabra. Cerró su puño con fuerza antes de mostrar una ladeada sonrisa bastante sarcástica.
—Tranquilo, no pienso regalarte ropa para que me ayudes— dijo con sorna, y sin más, se lanzó a por los enemigos.
Orgullosa, esa era la palabra para definir la en esos momentos. ¿Acaso era su culpa dudar hasta de su propia sombra? Chasqueó la lengua propinando un primer golpe a un Gabumon que retrocedió por el impacto. Relajó sus hombros viéndose rodeada por aquellas criaturas digitales de aspecto animal. Giró sobre sus talones evitando dejar al descubierto su retaguardia cuando su rostro cambió por completo.
—¡Nail Scratch!— el digimon bebé se aferró al pescuezo del BlackGabumon clavando sus garras ejerciendo toda la fuerza que lograba.
—¡Akuma, aléjate!
—No deberías distraerte, humana— habló el mismo Gabumon que fue golpeado momentos atrás logrando arañar de manera superficial el brazo izquierdo de Valshe. Aunque no logró esquivarlo por completo, al menos podría seguir con aquella batalla tan desventajosa —Vaya, tienes buenos reflejos— admitió —A ver si puedes con esto— corrió hacia ella dispuesto a clavar su cuerno en el cuerpo ajeno.
Sí, la agilidad de Valshe era buena, ¿pero podría esquivar todos los ataques por mucho tiempo? Fue en ese momento que vio, literalmente, el cuerpo de su compañero volar por los aires. Apretó los dientes parando su caída admirando a sus oponentes.
—Te recordaba más fuerte.
—¿Labramon?— arqueó una ceja viendo por el rabillo del ojo como Kevin se había incorporado —No deberías entrometerte, ya te han dado una buena.
—Tu compañero parece tener peor aspecto— encogió los hombros —Ya hablaremos después, ahora a la batalla.
Kevin desde el suelo miró a Akuma que se situó a su lado, y aunque quisiese decir algo no lograba pronunciar palabra alguna. Se sentía dolorido y no era para menos. Ladeó la cabeza hasta cruzar miradas con su compañero perruno. Valshe frunció el ceño por aquella parada tan extraña; curiosamente los enemigos parecieron aceptar las palabras del samurai y se detuvieron a admirar la escena.
Labramon soltó un gruñido, no sin antes dejar salir de su garganta un ahogado gemido por el golpe recibido en su hocico. Dejó caer los párpados con fuerza sintiendo cada pisotón sin mostrar reacción alguna. Giró sus orejas escuchándolo hablar, más que eso haciendo oídos sordos viendo a Valshe dispuesta a batallar sin dudarlo. Tosió recuperando el aliento y, a pesar del dolor de su cuerpo, se puso en pie sacudiendo su pelaje.
—Es culpa del afeminado, por no recordar a un viejo conocido— dijo entre dientes colocándose junto a su tamer.
—¿Conocido?— bajó la mirada pensativa intentando buscar en sus recuerdos.
—¡Chiisana!— llamó su atención el digimon bebé —¡Dobermon, es el Dobermon de aquella vez!
—Dobermon...— pensó cayendo en la cuenta y asintiendo tras recordarlo —Es cierto...
—¡Por tu culpa, todo fue por tu culpa Valshe!— exclamó en un ladrido —¡No solo a mí, sino también a Henry! ¡Nos dejaste tirados en aquella batalla!
—Te equivocas— rectificó Akuma —Nosotros nos enfrentamos a un digimon que te hubiese aplastado con solo mirarte— bajó las antenas de golpe comprendiendo la situación —Kevin no es tu tamer, estás con él porque robó el digivice, ¿me equivoco?— clavó su ojo en Valshe quien, por su parte y a pesar de estar escuchando, se encontraba de espaldas a ellos centrada en el enemigo —Chiisana.
La joven de rubios cabellos admiró aquel fuego negro sin mediar palabra. Cerró su puño con fuerza antes de mostrar una ladeada sonrisa bastante sarcástica.
—Tranquilo, no pienso regalarte ropa para que me ayudes— dijo con sorna, y sin más, se lanzó a por los enemigos.
Orgullosa, esa era la palabra para definir la en esos momentos. ¿Acaso era su culpa dudar hasta de su propia sombra? Chasqueó la lengua propinando un primer golpe a un Gabumon que retrocedió por el impacto. Relajó sus hombros viéndose rodeada por aquellas criaturas digitales de aspecto animal. Giró sobre sus talones evitando dejar al descubierto su retaguardia cuando su rostro cambió por completo.
—¡Nail Scratch!— el digimon bebé se aferró al pescuezo del BlackGabumon clavando sus garras ejerciendo toda la fuerza que lograba.
—¡Akuma, aléjate!
—No deberías distraerte, humana— habló el mismo Gabumon que fue golpeado momentos atrás logrando arañar de manera superficial el brazo izquierdo de Valshe. Aunque no logró esquivarlo por completo, al menos podría seguir con aquella batalla tan desventajosa —Vaya, tienes buenos reflejos— admitió —A ver si puedes con esto— corrió hacia ella dispuesto a clavar su cuerno en el cuerpo ajeno.
Sí, la agilidad de Valshe era buena, ¿pero podría esquivar todos los ataques por mucho tiempo? Fue en ese momento que vio, literalmente, el cuerpo de su compañero volar por los aires. Apretó los dientes parando su caída admirando a sus oponentes.
—Te recordaba más fuerte.
—¿Labramon?— arqueó una ceja viendo por el rabillo del ojo como Kevin se había incorporado —No deberías entrometerte, ya te han dado una buena.
—Tu compañero parece tener peor aspecto— encogió los hombros —Ya hablaremos después, ahora a la batalla.
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Cuatro digimons contra una humana. Ella demostraba confianza en sus habilidades, y el samurai respetaba eso, pero se preguntaba si de verdad era fuerte o simplemente orgullosa. Por una parte, tenía curiosidad por ver de lo que sería capaz, tener un digimon la avalaba como tamer y era obvio que eran gente especial. Pero claro, luego estaban los casos como Kevin o él mismo, que usaban un digivice que no era propio.
O al menos, eso declaró aquel perro acusando a Akuma y Valshe de una mala experiencia pasada. La curiosidad de Roku aumentaba, pues esto indicaba una conexión mayor con el mundo digital que, desafortunadamente, había hecho que sus superiores se fijaran en ellos. Recuperar un digivice robado supondría un trabajo más sencillo, pudiendo aludir que se lo daría a su legítimo dueño. Pero esto sería mentir y no terminaba de convencerle. Una cosa era manipular la verdad, pero fingir que conocía a alguien del que acababa de conocer su existencia era ridículo.
Por todo esto, decidió callar y ver cómo se defendía la humana de las amenazas digitales. Su compañero se apuntó a la contienda intentando dañar a un oponente, y si Roku no lo impidió fue por el hecho de que veía normal que el tamer cooperara con su aliado.
Mas no terminó muy bien: ella terminó rasguñada y él por los aires.
Y ya al ver el cuerno del digimon bestia apuntando a ella acabó con su inactividad.
-Shiratorimaru -dijo mientras su filo comenzaba a emitir una siniestra luz roja-. Vamos a ello.
Gracias al poder conferido por su katana, se desplazó velozmente delante de Valshe, agarrando sin esfuerzo el cuerno de aquel digimon con la mano libre. Luego, emitiendo un silbido a imitación del sonido de la espada cortando el aire, para que luego se escuchara de verdad la sección de aquel peligroso apéndice.
Luego, se quedó mirando el cuerno admirando que no se descomponía en datos. Tras unos segundos pensando, decidió hablar.
-Vamos a poner unas reglas a esta contienda. Vais a ser los cuatro contra ella, pero está prohibido matar, por ambas partes. Ella peleará de forma individual y sinceramente dudo que pueda destrozaros. Pero yo sí puedo, ¿entendido? Como vea algo con intenciones de matar lo siguiente que sostendré será una cabeza, ¿me he explicado lo suficientemente claro?
Retirándose hasta donde se apostaba aquel molesto perro, pisó con fuerza la cola de este colocando la espada en la boca abierta por el grito proferido. Procuraba no cortar nada, solo intimidarle aún más, manteniendo la hoja cargada de energía.
-Disculpa, creo que me falla la memoria, porque creo haberte dicho que si volvía a ver una falta de respeto te cortaría algo. ¿Era la garganta, la lengua? ¿Qué será, será? Bueno, si tanta ganas de pelear tienes...-señaló a uno de los digimons- Has tenido suerte, pequeño, tú pelearás contra este. Me da igual cómo luches, o incluso si es a muerte. Al fin y al cabo, es un digimon y tiene un tamer, un dos contra uno merece mi respeto, no mi cólera -tras esto apuntó con su espada, ya sin ninguna luminiscencia, a los digimons-. Si os derrotan o ganáis salís de aquí con vida, solo os mataré si veo alguna infracción, o si huís -el muro de fuego ya se había apagado para evitar que el humo atrajera curiosos inesperados-. Y bueno, para evitar miradas indiscretas, ¿y si luchamos en la azotea? Aunque pueden discutirme, claro.
Le divertía poder ser malo con los rookies sin aguantar a Bakemono y su necesidad patológica de defender a los pequeños. Era un placer culpable, al fin y al cabo sabía que no estaba bien, pero no podía evitar apreciar esta pequeña dosis de libertad. Pese a que fuera a costa de su amigo.
O al menos, eso declaró aquel perro acusando a Akuma y Valshe de una mala experiencia pasada. La curiosidad de Roku aumentaba, pues esto indicaba una conexión mayor con el mundo digital que, desafortunadamente, había hecho que sus superiores se fijaran en ellos. Recuperar un digivice robado supondría un trabajo más sencillo, pudiendo aludir que se lo daría a su legítimo dueño. Pero esto sería mentir y no terminaba de convencerle. Una cosa era manipular la verdad, pero fingir que conocía a alguien del que acababa de conocer su existencia era ridículo.
Por todo esto, decidió callar y ver cómo se defendía la humana de las amenazas digitales. Su compañero se apuntó a la contienda intentando dañar a un oponente, y si Roku no lo impidió fue por el hecho de que veía normal que el tamer cooperara con su aliado.
Mas no terminó muy bien: ella terminó rasguñada y él por los aires.
Y ya al ver el cuerno del digimon bestia apuntando a ella acabó con su inactividad.
-Shiratorimaru -dijo mientras su filo comenzaba a emitir una siniestra luz roja-. Vamos a ello.
Gracias al poder conferido por su katana, se desplazó velozmente delante de Valshe, agarrando sin esfuerzo el cuerno de aquel digimon con la mano libre. Luego, emitiendo un silbido a imitación del sonido de la espada cortando el aire, para que luego se escuchara de verdad la sección de aquel peligroso apéndice.
Luego, se quedó mirando el cuerno admirando que no se descomponía en datos. Tras unos segundos pensando, decidió hablar.
-Vamos a poner unas reglas a esta contienda. Vais a ser los cuatro contra ella, pero está prohibido matar, por ambas partes. Ella peleará de forma individual y sinceramente dudo que pueda destrozaros. Pero yo sí puedo, ¿entendido? Como vea algo con intenciones de matar lo siguiente que sostendré será una cabeza, ¿me he explicado lo suficientemente claro?
Retirándose hasta donde se apostaba aquel molesto perro, pisó con fuerza la cola de este colocando la espada en la boca abierta por el grito proferido. Procuraba no cortar nada, solo intimidarle aún más, manteniendo la hoja cargada de energía.
-Disculpa, creo que me falla la memoria, porque creo haberte dicho que si volvía a ver una falta de respeto te cortaría algo. ¿Era la garganta, la lengua? ¿Qué será, será? Bueno, si tanta ganas de pelear tienes...-señaló a uno de los digimons- Has tenido suerte, pequeño, tú pelearás contra este. Me da igual cómo luches, o incluso si es a muerte. Al fin y al cabo, es un digimon y tiene un tamer, un dos contra uno merece mi respeto, no mi cólera -tras esto apuntó con su espada, ya sin ninguna luminiscencia, a los digimons-. Si os derrotan o ganáis salís de aquí con vida, solo os mataré si veo alguna infracción, o si huís -el muro de fuego ya se había apagado para evitar que el humo atrajera curiosos inesperados-. Y bueno, para evitar miradas indiscretas, ¿y si luchamos en la azotea? Aunque pueden discutirme, claro.
Le divertía poder ser malo con los rookies sin aguantar a Bakemono y su necesidad patológica de defender a los pequeños. Era un placer culpable, al fin y al cabo sabía que no estaba bien, pero no podía evitar apreciar esta pequeña dosis de libertad. Pese a que fuera a costa de su amigo.
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Mantuvo una postura defensiva analizando la situación. Era muy consciente de que su poder y el de Akuma estaban conectados de algún modo. Pensó en la arriesgada idea de pelear como si sus oponentes fuesen humanos pero sería demasiado estúpido por su parte. Por otro lado, no era una presa fácil ni se iba a dejar ganar. Igual que su compañero tiempo atrás, ahora era ella quien debía protegerlo. Bajó su cuerpo quedando de cuclillas recuperando el aliento y dejando al bebé sobre su hombro.
—Chiisana, ¿qué planeas?— preguntó el digimon.
—Esto y aquello— respondió pensando en varios movimientos para realizar. Fue entonces que el samurai decidió moverse salvándola de una buena embestida. Posó la zurda en el suelo apretando la herida con la mano opuesta —Es bueno...— pensó al ver su velocidad de movimiento —真的嗎? (¿En serio?)— habló en su idioma paterno anonadada por la tan surrealista escena que estaba viviendo —¿Qué opinas?
—Después de lo visto quiero matarlos— admitió sin tapujos —Pero aún no puedo— observó a su tamer —Resiste un poco más Chiisana. Sé que es muy cobarde por mi parte y algo patético decir esto, pero necesito que te mantengas luchando unos minutos más— la rubia, sin necesidad de palabras, entendió a su digimon mostrando una sonrisa —No mueras en el intento.
—Gracias por esas palabras— sonrió de lado poniéndose en pie, de nuevo segura de sí misma —No te entrometas Akuma, termina de recuperarte mientras yo me hago cargo de estos animalitos del bosque— desvió la mirada al digimon samurai soltando aire por sus fosas evitando reír. ¿Qué no era capaz de destrozarlos? Ahora tenía otro motivo más para esforzarse —Empieza a molestarme...— dijo para sí misma en un bajo tono de voz. Obvio que siendo, al menos dos etapas mayor que la de su compañero, fuese más fuerte que este —Lo que tu digas señor "árbitro"— sonrió con frialdad antes de centrarse en las criaturas digitales —Y deja de una vez a Labramon. Tu infantil comportamiento hacia él es más molesto que sus apodos.
—Valshe, relájate— tranquilizó la situación Akuma, o al menos eso intentó con su tamer. Esta se sorprendió mucho por ello. Nunca antes la había llamado por su nombre en clave.
—¿Vas a dejar que se comporte de ese modo?— inquirió negando ligeramente con la cabeza —¿Eres el mismo Akuma de siempre?
—Solo he dicho que te relajes— suspiró sin añadir nada más.
Kevin al fin se puso en pie encontrándose ya bastante mejor. Se acercó a su compañero digimon que estaba gruñendo con la espada en su boca y sujetó al cachorro retrocediendo que este para apartarlo del digimon humanoide. Alex atrasó el pie derecho unos centímetros antes de propinarle un primer puñetazo a BlackGabumon, el mismo que se había deshecho de Akuma momentos atrás. Aunque era bastante claro que había ignorado los últimos comentarios del samurai, decidió mantener una distancia prudente accediendo a no matarlos.
—Si quieres sube a la azotea para que no te hagamos daño— ironizó —Un mal paso desde esa altura acabaría con nuestra vida, así que gracias por la oferta pero prefiero quedarme aquí aunque puedan verme, me es indiferente— su voz sonaba ligeramente diferente y la sonrisa macabra en su rostro lo confirmaba. Valshe iba a mostrar esa faceta suya tan enfermiza que pocos eran capaces de ver —Vamos animalitos del bosque— frente a ella se colocaron Gabumon y BlackGabumon atacando al mismo tiempo con sus garras por delante —Akuma, no te sueltes.
Akuma bajó sus antenas aferrándose al hombro tal y como dijo la rubia. No le gustaba su comportamiento en esos momentos pero era la única solución para ganar tiempo. Un poco, solo necesitaba un poco más para poder aumentar la fuerza de su compañera, evolucionar, y mantener una pelea de dos contra dos sin tanta desventaja. Gabumon entreabrió sus fauces lanzando una bola de fuego azul -Gabumon shot- que logró erizar la piel a la mafiosa. Sí, logro esquivarlo, pero no, no vio venir aquellas garras del BlackGabumon. Gracias a Akuma pudo estabilizarse por un salto mal hecho que salvó a la humana. Si bien el digimon era pequeño, de cierto modo tenía fuerza suficiente para controlar a su tamer y evitar que esta muriese de una manera tan patética. Alex soltó un suspiro observando la cadena de datos en su diestra.
—¡Retri Bark!— ladró Labramon desde su posición haciendo frente a otros dos digimon, lanzando una onda supersónica que hizo retroceder a sus oponentes.
—Chiisana, ¿qué planeas?— preguntó el digimon.
—Esto y aquello— respondió pensando en varios movimientos para realizar. Fue entonces que el samurai decidió moverse salvándola de una buena embestida. Posó la zurda en el suelo apretando la herida con la mano opuesta —Es bueno...— pensó al ver su velocidad de movimiento —真的嗎? (¿En serio?)— habló en su idioma paterno anonadada por la tan surrealista escena que estaba viviendo —¿Qué opinas?
—Después de lo visto quiero matarlos— admitió sin tapujos —Pero aún no puedo— observó a su tamer —Resiste un poco más Chiisana. Sé que es muy cobarde por mi parte y algo patético decir esto, pero necesito que te mantengas luchando unos minutos más— la rubia, sin necesidad de palabras, entendió a su digimon mostrando una sonrisa —No mueras en el intento.
—Gracias por esas palabras— sonrió de lado poniéndose en pie, de nuevo segura de sí misma —No te entrometas Akuma, termina de recuperarte mientras yo me hago cargo de estos animalitos del bosque— desvió la mirada al digimon samurai soltando aire por sus fosas evitando reír. ¿Qué no era capaz de destrozarlos? Ahora tenía otro motivo más para esforzarse —Empieza a molestarme...— dijo para sí misma en un bajo tono de voz. Obvio que siendo, al menos dos etapas mayor que la de su compañero, fuese más fuerte que este —Lo que tu digas señor "árbitro"— sonrió con frialdad antes de centrarse en las criaturas digitales —Y deja de una vez a Labramon. Tu infantil comportamiento hacia él es más molesto que sus apodos.
—Valshe, relájate— tranquilizó la situación Akuma, o al menos eso intentó con su tamer. Esta se sorprendió mucho por ello. Nunca antes la había llamado por su nombre en clave.
—¿Vas a dejar que se comporte de ese modo?— inquirió negando ligeramente con la cabeza —¿Eres el mismo Akuma de siempre?
—Solo he dicho que te relajes— suspiró sin añadir nada más.
Kevin al fin se puso en pie encontrándose ya bastante mejor. Se acercó a su compañero digimon que estaba gruñendo con la espada en su boca y sujetó al cachorro retrocediendo que este para apartarlo del digimon humanoide. Alex atrasó el pie derecho unos centímetros antes de propinarle un primer puñetazo a BlackGabumon, el mismo que se había deshecho de Akuma momentos atrás. Aunque era bastante claro que había ignorado los últimos comentarios del samurai, decidió mantener una distancia prudente accediendo a no matarlos.
—Si quieres sube a la azotea para que no te hagamos daño— ironizó —Un mal paso desde esa altura acabaría con nuestra vida, así que gracias por la oferta pero prefiero quedarme aquí aunque puedan verme, me es indiferente— su voz sonaba ligeramente diferente y la sonrisa macabra en su rostro lo confirmaba. Valshe iba a mostrar esa faceta suya tan enfermiza que pocos eran capaces de ver —Vamos animalitos del bosque— frente a ella se colocaron Gabumon y BlackGabumon atacando al mismo tiempo con sus garras por delante —Akuma, no te sueltes.
Akuma bajó sus antenas aferrándose al hombro tal y como dijo la rubia. No le gustaba su comportamiento en esos momentos pero era la única solución para ganar tiempo. Un poco, solo necesitaba un poco más para poder aumentar la fuerza de su compañera, evolucionar, y mantener una pelea de dos contra dos sin tanta desventaja. Gabumon entreabrió sus fauces lanzando una bola de fuego azul -Gabumon shot- que logró erizar la piel a la mafiosa. Sí, logro esquivarlo, pero no, no vio venir aquellas garras del BlackGabumon. Gracias a Akuma pudo estabilizarse por un salto mal hecho que salvó a la humana. Si bien el digimon era pequeño, de cierto modo tenía fuerza suficiente para controlar a su tamer y evitar que esta muriese de una manera tan patética. Alex soltó un suspiro observando la cadena de datos en su diestra.
—¡Retri Bark!— ladró Labramon desde su posición haciendo frente a otros dos digimon, lanzando una onda supersónica que hizo retroceder a sus oponentes.
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
De nuevo, Roku se apartó de la acción viendo como la chica y su compañero, así como los digimons oponentes mantenían conversaciones probablemente del conflicto allí iniciado, y el cual le empezaba a exasperar. Sería tan fácil partirle el cuello al tal Kevin, coger el digivice e irse. Solo un movimiento de brazo y un giro seco de muñeca y todo acabaría. ¿Quién lo iba a impedir? ¿El perro lastimero? ¿La chica que peleaba en lugar de su digimon? ¿Aquellas cuatro fierecillas desorganizadas pese a ser de la misma camada? Si en el mundo digital existieran los chistes, seguro que alguno empezaba con algo similar.
A punto estuvo de ignorar todo ápice de moralidad para acabar ya con su encargo, pero se tranquilizó. Él no era así. Debía pensar calmadamente y evaluar los pros y contras de sus acciones. Tener fuerza no le avalaba a abusar de esta. Calma. Debía calmarse. No quería hacer algo de lo que luego se arrepentiría. ¿Cómo miraría a Bakemono después?
La actitud de Valshe, sin embargo, enturbió este intento. No le gustaba su temeridad ni su exceso de confianza, y menos aún que catalogara su comportamiento de “infantil”, empeorándose todo con el rechazo de evitar llamar la atención de los demás humanos. No era la primera tamer que había conocido con esta filosofía de despreocupación excesiva por la sutileza, y ya empezaba a hartarse. “¿Es que el digivice te lo dan cuando demuestras desprecio por tu propio mundo o qué?” era lo que empezaba a pensar el muchacho.
Avanzando con paso firme, recubrió su mano derecha con la capa negra, su armadura fantasma, cogió el proyectil de llamas emanado por uno de aquellos monstruos, y pudo sentir una pequeña explosión que lejos de doler solo molestaba, pudiendo ver su mano recubierta de azuladas flamas que se mezclaban con la neblina oscura de su técnica.
Enfundando tranquilamente su espada, tenía la otra mano libre, la cual posó en la cabeza de Valshe. Sería solo un giro de muñeca, y la mitad del trabajo ya estaría hecha. Solo un golpe seco, y después el otro humano. Todo se agilizaría y podría seguir intentando regresar a casa.
Pero no pudo.
Respirando pesadamente, le dijo a la tamer.
-Luego hablaremos sobre mis métodos y los tuyos, pero creo que he pecado de benévolo con vuestro grupo -tras esto, la soltó y avanzó hasta el digimon atacante, al que cogió del morro antes de que pudiera emitir otro proyectil, quemándolo con su propio fuego-. Creo que fui bastante claro con las normas, pero en fin. Supongo que tendré que hacer las cosas a mi modo. ¡Tú! -gritó a la chiquilla- ¿No querías un dos contra una? Pues ayuda a ese perro que tanto te quiere, yo paso ya de esperar a que hagáis algo.
Preparando su espada, se encaramó por el muro hasta llegar a la azotea, donde se disponía a interrogar a aquel digimon, como bien dijo, a su propia manera. Lo primero fue cortarle los tendones de Aquiles para evitar que huyera. Tras esto, y desactivando su habilidad defensiva, se colocó en cuclillas ante él, apuntando con su katana a lo que quedaba del cercionado cuerno.
-Has tenido mala suerte. Me has pillado en un mal día. Igual, si me cuentas todo lo que quiero saber sales con vida. Primero, ¿por qué los estáis siguiendo? Si no respondes te sacaré un ojo. Segundo, ¿qué queréis hacer con ellos? De no tener una respuesta clara de tuerto pasarás a ciego. Tercero, ¿quién ha movilizado tantos digimons solo para dos tamers? Llegados a este punto te iré extirpando partes del cuerpo hasta que me des un nombre o hasta que mueras. Solo tú eliges cuánto vas a a sufrir.
Off: Siguiente post ya son 10, así que puede ser un 3vs3. Con las respuestas del Gabumon si tienes algo pensado (y quieres que responda) adelante, sino en mi siguiente post saldrá un poquito demacrado.
A punto estuvo de ignorar todo ápice de moralidad para acabar ya con su encargo, pero se tranquilizó. Él no era así. Debía pensar calmadamente y evaluar los pros y contras de sus acciones. Tener fuerza no le avalaba a abusar de esta. Calma. Debía calmarse. No quería hacer algo de lo que luego se arrepentiría. ¿Cómo miraría a Bakemono después?
La actitud de Valshe, sin embargo, enturbió este intento. No le gustaba su temeridad ni su exceso de confianza, y menos aún que catalogara su comportamiento de “infantil”, empeorándose todo con el rechazo de evitar llamar la atención de los demás humanos. No era la primera tamer que había conocido con esta filosofía de despreocupación excesiva por la sutileza, y ya empezaba a hartarse. “¿Es que el digivice te lo dan cuando demuestras desprecio por tu propio mundo o qué?” era lo que empezaba a pensar el muchacho.
Avanzando con paso firme, recubrió su mano derecha con la capa negra, su armadura fantasma, cogió el proyectil de llamas emanado por uno de aquellos monstruos, y pudo sentir una pequeña explosión que lejos de doler solo molestaba, pudiendo ver su mano recubierta de azuladas flamas que se mezclaban con la neblina oscura de su técnica.
Enfundando tranquilamente su espada, tenía la otra mano libre, la cual posó en la cabeza de Valshe. Sería solo un giro de muñeca, y la mitad del trabajo ya estaría hecha. Solo un golpe seco, y después el otro humano. Todo se agilizaría y podría seguir intentando regresar a casa.
Pero no pudo.
Respirando pesadamente, le dijo a la tamer.
-Luego hablaremos sobre mis métodos y los tuyos, pero creo que he pecado de benévolo con vuestro grupo -tras esto, la soltó y avanzó hasta el digimon atacante, al que cogió del morro antes de que pudiera emitir otro proyectil, quemándolo con su propio fuego-. Creo que fui bastante claro con las normas, pero en fin. Supongo que tendré que hacer las cosas a mi modo. ¡Tú! -gritó a la chiquilla- ¿No querías un dos contra una? Pues ayuda a ese perro que tanto te quiere, yo paso ya de esperar a que hagáis algo.
Preparando su espada, se encaramó por el muro hasta llegar a la azotea, donde se disponía a interrogar a aquel digimon, como bien dijo, a su propia manera. Lo primero fue cortarle los tendones de Aquiles para evitar que huyera. Tras esto, y desactivando su habilidad defensiva, se colocó en cuclillas ante él, apuntando con su katana a lo que quedaba del cercionado cuerno.
-Has tenido mala suerte. Me has pillado en un mal día. Igual, si me cuentas todo lo que quiero saber sales con vida. Primero, ¿por qué los estáis siguiendo? Si no respondes te sacaré un ojo. Segundo, ¿qué queréis hacer con ellos? De no tener una respuesta clara de tuerto pasarás a ciego. Tercero, ¿quién ha movilizado tantos digimons solo para dos tamers? Llegados a este punto te iré extirpando partes del cuerpo hasta que me des un nombre o hasta que mueras. Solo tú eliges cuánto vas a a sufrir.
Off: Siguiente post ya son 10, así que puede ser un 3vs3. Con las respuestas del Gabumon si tienes algo pensado (y quieres que responda) adelante, sino en mi siguiente post saldrá un poquito demacrado.
- Tamer
- Faltas :Una por cada double.Prueba de Rol :ADigi Puntos :1060Ficha :NPCs :Nivel On Rol :Ancient spiritNivel On Rol de los Digi Aliados :Sven-Hyper SpiritIcono :Rango y Unidad :Roku Ginshô (Adam Odysseum)
Rango: Holy General
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleRango y Unidad Digi Aliado :Sven
Rango: Teniente
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: North Shield TurtleInventario :
Roku Ginshô
Re: Entre mafiosos se entiende uno, ¿no? [Priv. Roku Ginshô]
Viendo la reacción del samurai, Valshe se quedó al margen. Pensaba en su compañero y la fuerza que un día tuvo. Él también podría tener tanta confianza en sí mismo frente a unos digimons de tan bajo nivel como eran los oponentes. Del mismo modo, la joven notaba esa falta de poder. Ahogó un suspiro manteniéndose firme. Si algo había aprendido en todo el tiempo que llevaba junto a Akuma, era nunca demostrar debilidad.
Valshe encogió algo su cuerpo al sentir esa mano sobre su cabeza, y aunque sus mejillas estuvieron a punto de tornarse rojizas, evitó aquello endureciendo sus facciones manteniendo ese aspecto de "chica dura" o algo así. Akuma flexionó sus garras preparándose para un ataque que nunca llegó. Cierto es que iba a lanzarse a por el samurai, pero algo le hizo retroceder, un cambio en el digimon para ser más exactos.
—¿Benévolo?— arqueó una ceja antes de reír por lo bajo —¿Lo has escuchado Akuma? Dice que sus actos son benévolos— su rostro dio un cambio de ciento ochenta grados mostrando una amarga mueca en el rostro. Admiró como se escabullía hasta una de las azoteas de los edificios y retrocedió lo suficiente para colocarse junto a Kevin y Labramon —A ver, ahora que ese tal Abe se ha alejado lo suficiente...— masculló sin apartar sus ojos de las criaturas digitales, alejando al Psychemon de Labramon —Lo primero de todo, ¿por qué me mentiste?
—No te mentí.
—¡¿Qué?!— se sorprendió por aquella afirmación tan seria.
—Va a ser divertido enfrentarse a una pareja con problemas románticos— rió BlackGabumon hablando con los otros dos.
—¿Pareja? ¿En serio?— los miró de arriba a abajo con despreocupación antes de golpearlo en el rostro y tirarlo al suelo —Tus chistes me provocan arcadas, animalito de bosque— musitó dando un tras pié a causa de Akuma, quien evitó un repentino ataque del Gabumon —Oh, me había olvidado de ti— sonrió de manera falsa —Solo necesito un segundo para que pueda hacerte morder el polvo— se giró hacia el humano —¿Y bien? ¿Para que quieres un digivice que no es tuyo? ¿Cuál es tu identidad? ¿Piensas que voy a defenderte en esta situación?— hacía una pregunta tras otra perdiendo la paciencia.
—Me lo ordenaron hace unos años— confesó tras un pequeño silencio —Pero luego se convirtió en mi droga; poder entrar y salir de portales robando cuanto quería en el mundo que me apetecía. ¿Información digital? Tengo de sobra, incluso para construir un digivice propio. ¿Dinero? Puedo llenar una bañera con los billetes que poseo.
—Chiisana, no lo hagas...
—Kevin, ¿es ese tu nombre?— cuestionó. Con pasos ligeros se dirigió hacia él recordando sus lecciones de defensa personal y artes marciales. Se colocó en la mejor posición para así levantar su pierna derecha, rotar unos centímetros el pie izquierdo y preparar aquella patada —¡Akuma!— clavó ambos pies en el suelo cubriendo su boca con las manos, palideciendo al ver como su compañero había apartado al joven recibiendo la patada en su lugar. Corrió hacia él rodeando su pequeño cuerpo para analizar su condición. Entre el golpe anterior y este, desde luego no estaba en un buen estado.
—Los humanos sois muy raros, incluso herís a vuestros camaradas...
—Cierra la boca— volvió a atacar del mismo modo Labramon intentando mantener a los enemigos al margen.
Por otro lado, el Gabumon que estaba siendo el oponente del digimon samurai cayó al suelo no sin antes gritar de dolor al sentir como sus tendones eran cortados. Retrocedió arrastrando su cuerpo como pudo hasta ver el lejano suelo desde aquella alta azotea. Su respiración se entrecortó al ver tan cerca al humanoide.
—N-Nos lo h-han ordenado...— habló nervioso al escuchar las amenazas, respondiendo así a la primera cuestión —N-Nada... No nos interesan esos dos humanos...— tragó saliva con un temblor nervioso —Y no sé quién nos ha mandado a este mundo— desvió sus ojos haciendo una pequeña pausa —A-A nosotros nos a-avisó él, el Gabumon de allí abajo... C-Creo que fue un WereGarurumon con quien habló antes de venir aquí— confesó todo sin dudarlo dos veces apreciando su vida.
Valshe encogió algo su cuerpo al sentir esa mano sobre su cabeza, y aunque sus mejillas estuvieron a punto de tornarse rojizas, evitó aquello endureciendo sus facciones manteniendo ese aspecto de "chica dura" o algo así. Akuma flexionó sus garras preparándose para un ataque que nunca llegó. Cierto es que iba a lanzarse a por el samurai, pero algo le hizo retroceder, un cambio en el digimon para ser más exactos.
—¿Benévolo?— arqueó una ceja antes de reír por lo bajo —¿Lo has escuchado Akuma? Dice que sus actos son benévolos— su rostro dio un cambio de ciento ochenta grados mostrando una amarga mueca en el rostro. Admiró como se escabullía hasta una de las azoteas de los edificios y retrocedió lo suficiente para colocarse junto a Kevin y Labramon —A ver, ahora que ese tal Abe se ha alejado lo suficiente...— masculló sin apartar sus ojos de las criaturas digitales, alejando al Psychemon de Labramon —Lo primero de todo, ¿por qué me mentiste?
—No te mentí.
—¡¿Qué?!— se sorprendió por aquella afirmación tan seria.
—Va a ser divertido enfrentarse a una pareja con problemas románticos— rió BlackGabumon hablando con los otros dos.
—¿Pareja? ¿En serio?— los miró de arriba a abajo con despreocupación antes de golpearlo en el rostro y tirarlo al suelo —Tus chistes me provocan arcadas, animalito de bosque— musitó dando un tras pié a causa de Akuma, quien evitó un repentino ataque del Gabumon —Oh, me había olvidado de ti— sonrió de manera falsa —Solo necesito un segundo para que pueda hacerte morder el polvo— se giró hacia el humano —¿Y bien? ¿Para que quieres un digivice que no es tuyo? ¿Cuál es tu identidad? ¿Piensas que voy a defenderte en esta situación?— hacía una pregunta tras otra perdiendo la paciencia.
—Me lo ordenaron hace unos años— confesó tras un pequeño silencio —Pero luego se convirtió en mi droga; poder entrar y salir de portales robando cuanto quería en el mundo que me apetecía. ¿Información digital? Tengo de sobra, incluso para construir un digivice propio. ¿Dinero? Puedo llenar una bañera con los billetes que poseo.
—Chiisana, no lo hagas...
—Kevin, ¿es ese tu nombre?— cuestionó. Con pasos ligeros se dirigió hacia él recordando sus lecciones de defensa personal y artes marciales. Se colocó en la mejor posición para así levantar su pierna derecha, rotar unos centímetros el pie izquierdo y preparar aquella patada —¡Akuma!— clavó ambos pies en el suelo cubriendo su boca con las manos, palideciendo al ver como su compañero había apartado al joven recibiendo la patada en su lugar. Corrió hacia él rodeando su pequeño cuerpo para analizar su condición. Entre el golpe anterior y este, desde luego no estaba en un buen estado.
—Los humanos sois muy raros, incluso herís a vuestros camaradas...
—Cierra la boca— volvió a atacar del mismo modo Labramon intentando mantener a los enemigos al margen.
Por otro lado, el Gabumon que estaba siendo el oponente del digimon samurai cayó al suelo no sin antes gritar de dolor al sentir como sus tendones eran cortados. Retrocedió arrastrando su cuerpo como pudo hasta ver el lejano suelo desde aquella alta azotea. Su respiración se entrecortó al ver tan cerca al humanoide.
—N-Nos lo h-han ordenado...— habló nervioso al escuchar las amenazas, respondiendo así a la primera cuestión —N-Nada... No nos interesan esos dos humanos...— tragó saliva con un temblor nervioso —Y no sé quién nos ha mandado a este mundo— desvió sus ojos haciendo una pequeña pausa —A-A nosotros nos a-avisó él, el Gabumon de allí abajo... C-Creo que fue un WereGarurumon con quien habló antes de venir aquí— confesó todo sin dudarlo dos veces apreciando su vida.
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