Concurso: Horror Tales

por cadejo Lun Oct 31, 2016 2:53 pm

Concurso: Horror Tales
Concurso de redacción desde el 31/10/2016 hasta el 13/11/2016 (ultimo día)
Los cuentos deben postearse en el tema "Concurso: Horror Tales"

Se les darán tres inicios de tres historias de terror diferentes, y deberán continuar la historia ustedes mismos, el foro votara por los mas originales. La idea es que metan Digimons (sin necesidad de seguir las reglas de nivel y demás).

1_ “La noche era fría. Estaban en el ecuador del verano, y el campamento se edificó cerca de un lago para combatir las inclemencias del clima. Pero aquella noche no era normal. La neblina se extendió por todo el lugar. Algo le hizo salir de su cabaña. Era el lago. Le estaba llamando...”

2_ “El periódico dejaba la noticia más que clara. Parecía haberse escapado de un horrible cuadro del autor más abyecto y enloquecido. Clavar su mirada en las fotografías hacía que su alma se achicara y estremeciese. Sabía que se implicaba en aquello, pero, por supuesto, preferiría no saber nada de esa... “Cosa”...”

3_ “¿Cuántos días llevaba recorriendo aquel lugar? No lo sabía, no podía saberlo. Daba uno, dos, tres pasos, que poco a poco se tornaban cientos, miles, cientos de miles... Pero necesitaba pensar, ¡pensar! Cómo salir de allí. No había forma, pero quería escapar, ¡necesitaba escapar! Y nunca lo conseguía. Siempre acababa delante de...”

gracias a Roku por dar los inicios.

Premios:
1° Lugar: 30 DP + DigiAliado Terrorifico extra (Linea evolutiva completamente relacionada con halloweeen)
2° Lugar: 20 DP
3° Lugar: 10 DP

Participación, reglas:
1_ Deben involucrar a los Digimons, aun si estos solo actúan como monstruos, o de fondo.
2_ Si hay gore, avisen antes del titulo.
3_ Solo un cuento por usuario.
4_ Deben colocar su cuento con el titulo, en este tema.
5_ Se puede hacer doble post (o mas), si su cuento es muy largo.

Votación_ Reglas:
1_ Cuando se finalice el evento habrán dos semanas para votar.
2_ Todo User puede votar.
3_ El usuario posera tres puntos que debe repartir entre los cuentos que mas le gustaron.

por **Scott Desaster** Sáb Nov 05, 2016 3:09 am

Aqui dejo mi entrada al concurso...

El Roba Cuerpos: La noche era fría. Estaban en el ecuador del verano, y el campamento se edificó cerca de un lago para combatir las inclemencias del clima. Pero aquella noche no era normal. La neblina se extendió por todo el lugar. Algo le hizo salir de su cabaña. Era el lago. Le estaba llamando... esa cosa. Era un chico común. Había conseguido un trabajo de verano como consejero de un campamento, tenía amigos, novia incluso... y para coronar la ironía: no creía en cuentos de terror. Grave error. Aquella noche en su cabaña habían contado una historia de terror supuestamente prohibida sobre un espíritu que vivía en el lago... espíritu que sería liberado si su historia se contaba en noche de luna nueva. Naturalmente todos en la cabaña rieron. Era la típica "historia de miedo" para después hacer una broma en la noche; pero la contaron igual, aun si nadie haría la broma, solo para reírse un poco de las incoherencias que decía aquel cuento para mojar la cama. La historia era algo larga y aburrida en muchas de sus partes; el joven solo recordaba o había prestado atención cuando moría alguien... pero aun así tenía un pequeño resumen en la cabeza:

"Dicen que en las noches de Luna Nueva, cuando no existe la luz por la noche, del lago emerge un espíritu deforme que roba la identidad de aquellos que se encuentren en la orilla. Con la identidad robada, el espíritu cobrara venganza de quienes lo encerraron siglos atrás, asesinándolos uno a uno. Solo quienes consigan desenmascararlo conseguirán salvarse, puesto aun siendo un espíritu cruel, sabe reconocer cuando es derrotado; por lo que descubrir quién es en realidad, es la única forma de sobrevivir cuando es desencadenada aquella tragedia."

Definitivamente era una historia para mojar la cama; para que los infantes del campamento no pudieran dormir por las noches y vivieran eternamente asustados. Pero... si era una simple historia, ¿qué hacia el allí?, ¿porque estaba frente al lago con su rostro perdido?, estaba siendo llamado, si, ¿Pero por quien en realidad?, no lo sabía. No eran sus compañeros gastándole una broma, todos estaban profundamente dormidos; tampoco se trataba de algo tan simple como "ganas de orinar"... no, era algo mas... "sobrenatural". El chico observo el lago mientras la niebla comenzaba a incrementar su alcance... pronto, el chico quedo totalmente cubierto por esa niebla mientras seguía observando el lago.

Tardo un rato pero finalmente se percato de lo que ocurría. Se había levantado y caminado dormido, lo que lo confundió puesto no era sonámbulo... ¿porque ocurriría? Jamás había pasado pero en ese momento poco importaba. Del lago se vislumbraron 2 puntos amarillos muy pequeños; casi como pelotas de golf brillantes en mitad del agua. El chico quería instintivamente correr, esperar que todo fuera un mal sueño o una broma pesada; quería que sus compañeros saltaran de los arbustos y gritaran "¡Caíste miedoso!", pero no ocurría. Comenzó a temblar mientras el agua comenzaba a moverse generando leves olas. Un pequeño temblor se presento cuando los puntos luminosos comenzaron a incrementar de tamaño. Trato de mover las piernas para correr, pero algo lo sujeto de la pierna antes de saber que ocurrirá. Cayó al suelo y observo su pierna, para ver cómo estaba siendo sujetada por una especie de cola o tentáculo que emergía del agua, y que no tardo demasiado tiempo en comenzar a arrastrarlo hacia el mismo sitio. Intento aferrarse a la tierra pero la fuerza de aquel tentáculo, cola o lo que sea que fuera, lo superaba por mucho. No tardo demasiado tiempo antes de que el chico sintiera la fría agua del lago entrar en su pantalón y así hasta llegar a su cintura. Grito, pero nadie llego... aquella niebla parecía haber vuelto esa pequeña área insonora. Estaba desesperado y no sabía qué hacer; el ser arrastrado hacia el agua lentamente no le permitía pensar con claridad, por irónico que sonara. Era peor que una mala película de terror... el sabia que debía hacer pero su mente no se lo permitía, estaba aterrado... no sabía que ocurriría. Al final, se armo de valor y tomo una piedra que tenía cerca. La lanzo tan lejos y fuerte como pudo en un estúpido intento por romper una ventana y despertar a la gente... y lo logro. El sonido de un cristal roto despertó a otros consejeros, quienes encendieron la luz y salieron de la cabaña. Por un momento el joven se sintió aliviado, y ese sentimiento se fue volviendo más y más grande conforme la niebla comenzaba a disiparse lentamente, dejando ver su figura a medio sumergir en el agua. Varios adultos se acercaron a ver que ocurría, acompañados por otros consejeros y lo vieron allí tirado en la orilla del agua. El tentáculo se había ido junto con la niebla, dejando al chico aterrado y paralizado por la alegría y miedo observando a los espectadores. Uno de los jefes del campamento de acerco para ayudarlo a levantarse, estirando la mano; pero cuando el chico estuvo por tomar la mano del hombre, ocurrió lo que estaba viéndose venir en su mente. Aquello que quería arrastrarlo al fondo del agua regreso para terminar el trabajo, pero en lugar de ser aquel tentáculo extraño, fue un brazo gigante con inmensas y afiladas garras. El brazo se estiro desde el centro del lago y bajo bruscamente, tomando por el cuerpo entero al chico que estaba tirado en la orilla, dejando sobresalir únicamente su cabeza y brazo estirado.

Todos los adultos dieron un paso hacia atrás aterrados y los consejeros simplemente gritaron de miedo. El hombre que quería ayudar al chico a levantarse no perdió tiempo y tomo la mano del pobre, pero no fue suficiente. Aquel inmenso brazo arrastro de una sola vez al chico a fondo del agua. No lo levanto por el aire y lo hundió de una sola vez, no... Lo arrastro como si fuera un objeto desechable. Presiono su cuerpo contra el suelo del lago y entonces comenzó a tirar sin dejar de ejercer presión; dejando una marca de arrastre en la arena. El hombre cayó de espaldas con los ojos como platos, temblando y observado su mano temblorosa... la mano que no pudo sujetar a tiempo a ese pobre diablo que seguramente habría muerto. Solo había silencio en ese instante; nadie podía decir nada... ni siquiera podían hacerse la imagen mental de que acababa de ocurrir frente a sus ojos. Ese chico ni siquiera había logrado gritar, simplemente fue arrastrado con una mirada vacía y muerta. El sabia que moriría y por ende no se dio el gusto de gritar... no le dio el gusto a lo que fuera que estaba arrastrándolo el escuchar sus gritos de pánico y desesperación. Nadie sabía qué hacer... no podían dormir y tampoco podían quedarse... pero estaban allí parados, impactados por la escena que prosiguió al arrastre del pobre diablo de antes... y esa escena era la niebla. La niebla comenzó a brotar nuevamente del lado, mientras de este emergía aquel chico que acababa de ser arrastrado, con la mirada baja y totalmente seco... desafiando las leyes de la lógica con total tranquilidad mientras la niebla comenzaba a apoderarse del campamento entero. El chico levanto la mirada para dejar ver unas cuentas totalmente negras por las cuales sobresalían únicamente unos puntos amarillos.

Todos los presentes se asustaron al ver aquello, pero el susto se convirtió lentamente en desesperación cuando el chico comenzó a reír. Era "el" físicamente, pero al mismo tiempo no lo era. Sus uñas eran mucho más largas y de color negro, sus dientes parecían mas bien grandes colmillos e inclusive su postura parecía forzada. Sus ojos eran el detalle más significativo de que no era el que acababa de ser arrastrado... pero todo aquello solo lo confirmaba de sobra. La gente comenzó a correr asustada. Los adultos corrieron a las cabañas de los niños y los consejeros sencillamente echaron a correr aterrados. Por su lado, el "chico" comenzó a correr tras ellos, desprendiéndose de su "cuerpo" para dejar paso a una criatura horrible. De rostro casi plano y cubierto por una máscara, 3 cabezas conformando una pechera y 2 hombreras; alas rojas como la sangre, una cola larga y delgada; piernas y brazos extremadamente largos y anchos, aquel monstruo comenzó a jugar con todos los presentes.

Aquella niebla impedía que adultos y niños abandonaran el campamento; y aquel monstruo se aseguraría de que no salieran de allí con vida.

Por horas y horas, aquel monstruo robo las identidades de todos aquellos a quienes atrapaba. Comenzó por adultos, acorralándolos en el exterior para después llevarlos al lago y ahogarlos. Aprovechándose de los adultos, se acerco a niños y consejeros... engañándolos uno por uno para llevarlos a su perdición. A un pequeño grupo los guio por el bosque haciéndoles creer que había una salida por allí... y cuando llegaron a un punto donde no podían regresar, desgarro el cuerpo que había robado para mostrar su verdadera forma; no solo traumando a los pequeños si no que también causándoles un paro cardiaco a la gran mayoría. Para ese monstruo, el engañar a los que quedaban para que se mataran unos a otros era un juego... y aprovecharse de sus desconfianzas solo hacía que todo se hiciera más "excitante".

Finalmente llego la mañana... el sol se extendió por el horizonte y el campamento fue iluminado por sus cálidos rayos de luz... pero para su desgracia, no había nadie allí. Solo estaba el monstruo paseando con total libertad por la zona, viendo los cuerpos destrozados por sus garras... a los niños y adultos estrangulados entre sí mismos, inclusive algunos extremistas que para ahorrarse la tortura de dudar de sus amigos recurrieron al suicidio. El rio con gracia, y finalmente se acerco a una última víctima, que se encontraba en la agonía. Era el hombre que había intentado ayudar a la primera víctima. Tenía una pierna fracturada y sus energías estaban acabadas. Simplemente estaba tendido en el suelo observando al monstruo tomar su apariencia... y después la de una mujer... y después la de un niño... y así hasta usar todos y cada uno de los cuerpos de aquel campamento... acabando en la primera víctima. El monstruo rio ligeramente, sonriendo para finalmente acercarse al hombre y aplastar su cabeza contra el suelo directamente. Tomo su forma original y observo la obra de arte que había hecho en una sola noche... para deshacerla en el lago. Lanzo cada cuerpo al agua, dejando que se hundieran lentamente hasta llegar al fondo junto a un sin fin de otros cuerpos esqueléticos y putrefactos. Algunos eran más recientes que otros, pero todos tenían algo en común: la ropa de aquel campamento. El monstruo se estiro ligeramente y levanto su cola un instante, observando un montón de aparatos extraños rotos colgando de ella como si fueran un llavero decorativo.

No había ningún tamer entre esta gente... pero aun asi fue divertido -comento mientras caminaba hacia el lago, hundiéndose lentamente mientras todo el campamento cobraba una apariencia desgastada... como si hubiera sido construido y abandonado hacía muchos años- ¿quién necesita el mundo digital o someter a la humanidad cuando tienes tanta diversión en un solo punto? Jeje... ahora... a esperar a la siguiente tanda de incautos

Con una última sonrisa, aquel monstruo termino de hundirse en el lago; mientras un autobús se aproximaba en la distancia... y conforme se aproximaba, aquel campamento recuperaba aquella buena apariencia de antes... incitando que no aquellos que estaban por llegar, serian los primeros.

por Luna Kobayashi Sáb Nov 05, 2016 5:46 pm

Monstruoso
“¿Cuántos días llevaba recorriendo aquel lugar? No lo sabía, no podía saberlo. Daba uno, dos, tres pasos, que poco a poco se tornaban cientos, miles, cientos de miles... Pero necesitaba pensar, ¡pensar! Cómo salir de allí. No había forma, pero quería escapar, ¡necesitaba escapar! Y nunca lo conseguía. Siempre acababa delante de...”

...otra fila de maizales. Repentinamente, aquel campo que tanto había cuidado durante toda su vida era su mayor enemigo. No podía creer que un entorno tan familiar para él, aquella noche, se convirtiera en una trampa mortal sacada de una pesadilla terrible. Como si el monstruo pudiera ejercer su voluntad con aquel campo y las largas filas de los maizales, estos se habían convertido en un verdadero coto de caza para lo que fuera que le persiguiera.

Echaba de menos los tiempos en las noches eran tranquilas. Nunca se había imaginado que la noche podría ser un agujero de desesperación, y que el lugar que más orgullo le producía se convertiría en el escenario de su desdicha. ¡Ese campo le había visto crecer, y él mismo había visto crecer el maizal desde que eran brotes que no se levantaban del suelo! ¿Por qué le hacía eso?, se preguntaba vanamente mientras rogaba por que el maizal le dejase escapar. Pero a la tierra parecían gustarle sus lágrimas. Lejana parecía la época en la que, tras trabajar, extendía los brazos en cruz y se quedaba muy tieso subido a una pequeña estructura -simplemente, dos palos entrecruzados- para vigilar su preciado maíz. Cuando algún viajero pasaba y se maravillaba al ver aquella extensa manta dorada extendida en el verdor del pasto, sólo podía sonreír ampliamente. Además, vender el maíz en las aldeitas cercanas era su sustento, y no era un mal negocio. Era una zona tranquila, donde apenas nada ocurría, y donde los digimon se dedicaban a cultivar; tomates, cebollas, lechugas... pero admitían sin reparos que las mazorcas de Nohemon estaban a otro nivel y que valían cada bit que costaban. ¡Cuánto se enchía de orgullo aquel Nohemon, al oírlo!

Por eso, cuando empezó a notar desde su pequeña cabaña aledaña al campo de maíz que alguien rondaba el lugar, pensó que sólo eran ladronzuelos que querían su maíz sin pagarlo; reaccionó con rapidez y salió a buscar al atrevido. ¡Nadie robaba a Nohemon! Pareció disuadirle, pero en el pueblo se comenzó a comentar entre los aldeanos que un "monstruo" rondaba aquellas siempre tranquilas tierras. "¡Un monstruo de cien mil pies!", decían. Nohemon pensaba que exageraban. ¡Sólo sería algún molesto jovenzuelo que quería hacerse el gracioso y tenerles en vilo!

Días más tardes, el atrevido pareció aburrirse de asustar a gente tan ingenua, y pareció querer atreverse de nuevo con el gruñón espantapájaros, que dormía tras un día de acostumbrado arduo trabajo. Nohemon era de esas personas que apenas un rayo de sol llega o un sonido fuera de lugar invade la musicalidad de la noche, se despertaba. Así que el golpecito burlón a su ventana le sacó de la cama, y enseguida miró a los lados, buscando la fuente del sonido. En el paisaje reinado por el azul oscuro y el negro de la oscuridad, pudo captar que había una especie de borrón tras los cristales de su ventana, así que se abalanzó rápidamente hacia la lamparilla de aceite, moviendo con rapidez la cabeza apenas la luz anaranjada empezó a esparcirse, como un diminuto alba tras las colinas. Cuando su mirada alcanzó la zona de la ventana, el borrón se escabuyó con endiablada rapidez sin que pudiera ponerle rostro concreto. ¿Quizás era sugestión? Al fin de al cabo, Nohemon vivía lejos, y solo... no había que descartar la opción de bandidos, o un pobre diablo que había llegado a aquellos lares; los digimon de fuera eran extraños, y a veces, peligrosos, por provenir de lugares muy diferentes. Fuera lo que fuera, no le gustaba que le rondasen, así que debía encargarse y dejar claro que no era una presa débil. Agarró una azada aún llena de tierra, y caminó arrastrándola, hacia la ventana, acercándose.

Con pasos cuidadosos, y cada vez, más y más cerca. Sus manos enguantadas se apoyaron en el marco el cuel empujó, quedando la ventana abierta, de par en par, como una puerta a la nocturnidad. Nada. Sólo la brisa, el leve murmurllo del maíz al mercerse por esta y la serenata fiel de los grillos a la luna. La noche parecía completamente tranquila, tanto que por un momento casi se pudo convencer de que su cabeza le había jugado una mala pasada.

Sin embargo encontró una evidencia, la cual se arrepintió de encontrar, que decía todo lo contrario.

Decía que aquello había estado allí y lo había observado pacientemente dormir. Preguntarse por cuánto tiempo había pasado quien sea que fuera su rondador ahí fuera, en el frío de la noche, le hacía sentir muy, pero que muy,incómodo. El vaho sobre el cristal no mentida, de hecho, cuando pasó la punta del dedo por él pudo notarlo... la anticipación y el ansia de aquello por atraparlo.

Comenzaba a estar muy asustado, pero sabía que si se dejaba amedrentar, si le mostraba su miedo, aquella cosa cada vez iría más lejos en lo que fuera que estuviera haciendo en sus tierras. Así que tomó una fuerte determinación, y preparó su azada y la lamparilla de aceite. Se preparó mentalmente para, si aquella cosa decidía aparecer a la noche siguiente, cazarla y echarla definitivamente, recobrar la tranquilidad que injustamente le estaban quitando. Los aldeanos ya ni se atrevían a salir cuando el sol se ponía, convencidos de que el monstruo hacía su ronda nocturna todos los días. Pero Nohemon no estaba dispuesto a obedecer ese quasi-impuesto toque de queda.

A la noche siguiente, el ruido del maizal moviéndose más frenéticamente de lo normal fue el pistoletazo de salida para el digimon espantapájaros; como una exhalación y aferrando tanto la lamparilla como la azada, se lanzó dentro del maizal. Sintió el olor a vegetación golpeándole la cara, y el rocío de la noche que había caído sobre las hojas del maíz salpicarle en la tela.

Ah, lo que él no sabía es que se había metido en las fauces de la bestia, y que lejos de lo que planeaba... sería a él a quien le encontraría. La luz apenas iluminaba un metro más alla de donde sus botas pisaban. Aún así eran muchos, muchos años reccoriendo el maizal; no necesitaba la luz como guía. La luz era para verlo, para ver a aquella cosa, para sacarla del amparo de la oscuridad.

Qué iluso. Sus probabilidades se esfumaron como el humo en cuanto había comenzado a caminar entre los largos tallos de maíz, altos como árboles coronados con copas doradas. Ni siquiera le dejaban ver por completo la luna o el firmamento, pero él, estaba tranquilo. Al menos, hasta que comenzó a notarlo. Al otro lado del maizal, las ramas se crujían, se partían... pero, justo en la línea a su espalda, el maíz también se estremecía violentamente. Y aunque se dijo que estaba siendo confundido a drede, que probablemente serían varios tratando de arrastrarlo al pánico, el miedo era muy fuerte por lo que ondeó la azada, claramente amenazante.

Quien quiera que fuera, se iba a arrepentir se su jueguito. No le mportaba golpearlo hasta la muerte. Aquello ya no era una simple gamberrada.

Justo al otro lado de la fila en la que estaba, un ruido lo alertó, ¡ahí estaba! Atravesó la línea, sin importarle estropear el maíz al no seguir los surcos de tierra, pero no encontró nada, o más bien, se escabulló con tanta agilidad como un animalillo; ah, pero sabía que había estado ahí, el maíz aplastado no mentía.

¡Nohemon ya estaba harto! Así que alzó la voz, para que lo oyera, retándolo: "¡Sal de ahí!". Mucho peor.

Infinitamente peor. El movimiento de los maizales era más acusado, y de hecho, el maizal emitía un chillido tan ensordecedor que no se podía escuchar otra cosa, y lo peor, Nohemon no podía determinar dónde estaba aquella cosa que lo perseguía porque simplemente todo a su alrededor era un escándalo molesto, como cigarras sonando en verano. A su estupor por verse momentáneamente perdido en su maizal, le siguió un temblor en sus manos que provocó que las cosas se pusieran aún más tensas y peligrosas; su única luz, se acababa de caer. Abandonó la azada; el pesado instrumento sólo le impedía ser más rápido, y ciertamente ya no quería enfrentarlos, sino salir de ahí. Porque las tornas habían cambiado -o quizás había sido así desde el principio y hasta ese momento, Nohemon no se percató-; él era la presa, y no al revés. Y estaba, justamente, en el coto de caza de su cazador.

¡Tenía que salir! Quizás era el pánico o el sonido del maíz, pero estaba completamente desorientado, como si le hubieran dejado suelto en mitad del mar para que nadase sin rumbo. Trató de calmarse y se dijo que debía recuperar el farolillo para correr campo a través; podía verlo, medianamente cerca si se agachaba y estiraba el brazo. Su idea era tomarlo, correr hasta su cabaña y encerrarse, encerrarse hasta que amaneciera, y al amparo del sol, huir de aquel lugar. Había perdido; claramente el monstruo se había adeñuado de su maizal, y su salud mental sólo se iba a minar cada vez oyendo cada noche a aquella cosa revolverse en el maizal. Se marcharía, lejos, muy lejos del lugar.

Ay, que iluso. El monstruo ya era dueño del maizal, y no lo iba a dejar ir. Lo confundiría entre filas y filas de tallos, sin encontrar una salida hasta que se sucediera el encuentro inevitable. Y así llegó a ese punto. La lumbre es un punto naranja muy pequeño en un cuadro azul y negro, y el cristal de la lamparilla está húmedo por el rocío. Maldiciéndose, ¡maldiciéndose mil veces!, Nohemon se sumerge en el maíz para recoger la luz. Nohemon escucha al monstruo enroscarse y desplegarse a su alrededor... tiene que apurarse, pero la linterna parece escapar de su alcance.

Los ve. No eran habladuría. Los pies. Al otro lado del maizal, que hace de cortina para tapar el resto de la fisionomía de aquella cosa. Se da cuenta de que no tiene pelo, de que su piel es como una horrible pasta de petróleo negro. El pobre espantapájaros, aterrado, se queda agachado y muy quieto, tratando de contener su respiración y acudiendo a una vana esperanza; que tras tanto tiempo de persecución aquella cosa se aburriera y le dejara ir. Está horrorizado. Nota su aliento, caliente. Está muy cerca...

SCRAF... SCRAF...SCRAFFF

Era un sonido hórrido. Como si alguien tuviera en su garganta una pizarra que es arañada por largas garras mientras intenta respirar a la vez. El espantapájaros no se atreve a mover ni siquiera la mirada, no quiere que su campo de visión se cruce con el monstruo. Alarga el brazo, y consigue aferrar la lumbre. Como medida desesperada ante aquel callejón sin salida, decide correr todo lo que pueda y jugar a un juego que de antemano perdió.

Apenas se levanta la lumbre le muestra un ojo saltón y cristalino que devuelve el tenue brillo de la lámpara, junto a un rostro monstruosamente alargado y demacrado que terminaba en una especie de trompa, pudiendo notar las sombras de los hoyuelos de las mejillas y de las zonas de las ojeras, pudiendo notar la esquelética estructura del cráneo bajo esa piel de consistencia brillante y de color negro profundo.

-SCRAF... lo hemos... SCRAF... encontrado...SCRAFFF

Tras un grito desgarrador, Nohemon pierde el conocimiento pues su mente no puede procesar que aquella cosa haya usado palabras.

* * *

Cuando despierta, Nohemon sólo ve blanco y lo asocia a un hermoso paisaje nevado. Nunca había visto la nieve. O eso cree, hasta que lo recorre y se percata de que es un suave habitáculo, pero aún así por un momento se siente en paz; lejos del maizal y al amparo de esa blancura, el monstruo negro se diluiría si osaba seguirle. Pero algo aparece cuando una especie de puerta que se confunde con las paredes de la habitación se abre. Sus esperanzas, frágiles como cristal, caen y se hacen añicos:

-SCRAF... está despierto...SCRAF... podemos interrogarle...SCRAFFFF-articula aquella cosa a una especie de cajita negra en su mano. El espantapájaros, mientras grita, intenta refugiarse en la esquina blanca, pero el monstruo es fuerte y una mano firme lo agarra y lo arrastra mientras le propina patadas. Se resiste. Nohemon cae en la cuenta de que eran varios, pues este que le ha pateado aunque es alto, sólo tiene dos pies. El espantapájaros emite súplicas y chillidos atronadores que no impiden que el monstrui le arroje a un nuevo cubil en el que hay metales imitando la forma de mesas y sillas, así como una extraña luz verdosa en el techo. Calor. La madriguera está caliente, probablemente es la respiración el monstruo en el aire.

Porque sí, allí dentro hay otro monstruo. Sentado, frente a la mesa, en un mórbido y burdo intento de imitación de la normalidad. Era otro, pero a ojos del asustado Nohemon no hay diferencia y que aquello no era un refugio; sólo un almacén.

Ahora, llega la hora del festín. El espantapájaros sabe que en esa tesitura, poco puede hacer y que es como un alimento domado. El monstruo quiere que le mire a la... cara. Si es que eso se puede llamar así.

¿Qué clase de monstruosidad tiene ante sus ojos, que como si quisiera imitar la cordialidad de las personas, le propone tomar asiento para luego devorarlo?

-¿Qué...SCRAFF...eres tú... SCRAFF?-pregunta el monstruo.

¿Qué... SCRAFF...eres tú...SCRAFF?:

por Akira Kurusu Miér Nov 09, 2016 2:01 am

¿Es que no hay escapatoria? [GORE/+18]

¿Cuántos días llevaba recorriendo aquel lugar? No lo sabía, no podía saberlo. Daba uno, dos, tres pasos, que poco a poco se tornaban cientos, miles, cientos de miles... Pero necesitaba pensar, ¡pensar! Cómo salir de allí. No había forma, pero quería escapar, ¡necesitaba escapar! Y nunca lo conseguía. Siempre acababa delante de...

De aquel maldito y frondoso bosque. Los pies le dolían por el increíble esfuerzo que estaba realizando, intentando escapar de aquellos temores que le perseguían. Oía respiraciones profundas detrás de su nuca mientras sus agotados pies le llevaban cada vez más lejos... O eso era lo que él creía, puesto que siempre volvía al punto de partida. La niebla era realmente espesa, ocultando al astro rey casi en su totalidad. Ello, unido a la altitud de los árboles, hacía que su tarea de orientarse se tornase imposible. Tampoco le servía la falsa leyenda urbana de orientarse según el musgo que crecía en los árboles, pues se decía que donde crecía musgo se encontraba el norte... Sin embargo había musgo por todos lados, al pie de todos y cada uno de los árboles.

El muchacho oía una pesada respiración detrás suyo, acompañado de una risa endemoniada... Lo cual significaba que, por lo menos dos entes le perseguían... ¿Qué eran esas extrañas formas de vida? No lo sabía, pero lo que si que sabía era que no se trataba de mensajeros de buen augurio... De hecho había podido presenciar con sus propios ojos lo que esos... Seres... Esas... Criaturas diabólicas habían sido capaces de hacer. Por ello no podía dejar de correr. No podía. Su instinto de supervivencia, o puede que su cobardía innata, le impedía detenerse siquiera a recoger alimento, a pesar de que hacía días que no se llevaba nada a la boca... Ni siquiera había tenido tiempo para descansar adecuadamente. Cierto era que se había detenido bajo la copa de los árboles varias veces... Pero los gemidos, las respiraciones, las risas, todos los sonidos que él escuchaba y que le ponía los pelos de escarpia, se acercaban cada vez más siempre que se detenía a recuperar el aliento...

Eso no era lo peor. Lo peor de esa experiencia fue haber presenciado la muerte de sus seres queridos. Sus amigos, su familia, su novia... Todos habían muerto. Asesinados por esas diabólicas bestias de formas tan crueles y sanguinarias que tan sólo a las mentes más perversas y retorcidas se les podía haber ocurrido. Todo comenzó cuando a Aoi, su hermana pequeña, se le ocurrió alquilar esa casa alejada de la mano de Dios para pasar las fiestas de Halloween. Se trataba de una mansión de aspecto terrorífico, de los años 30 del Siglo XVIII que poseía dos plantas, al menos eso podía apreciarse desde fuera... Y se encontraba rodeada por un espeso bosque, bañado en una neblina casi opaca.. Quien se la alquiló, un Conde llamado Greylord, un hombre con una cara muy palida, los labios pintados de color violeta y un cabello rubio resplandeciente. El misterioso hombre iba ataviado con ropajes realmente extraños y antiguos, pero aseguró que la mansión se encontraba en perfecto estado. De hecho, aseguró que parecía tener un aspecto ruinoso puesto que la residencia se utilizaba actualmente para despedidas de soltero y celebración de Halloween... Y claro, a todo el grupo le parecía bien. A todos, salvo a Hanzo, el único muchacho que se encontraba vivo en estos momentos, corriendo por su vida, cubierto de vísceras y sangre, cuyo cabello, inicialmente negro, se tornó en rojo... Rojo sangre.

La primera víctima, fue su mejor amigo, Ryomaru. Nada más entrar en la mansión, fueron acompañados por el señor Greylord hacia las distintas habitaciones de la mansión. Al llegar a la última estancia, el desván, en la planta superior de la mansión, una extraña fuerza paranormal comenzó a levantar a Ryomaru. Estupefactos, el grupo se encontraba mirando, sin comprender qué estaba pasando. Greylord sólamente sonreía, disfrutando de aquél extraño acontecimiento. Nada más chasquear los dedos, aparecieron cuatro sombras flotantes. Eran cuatro pequeños cuerpos cubiertos por sábanas blancas raídas de las que salían una garra azabache de debajo de cada una. Cada uno de esos cuerpos flotantes sujetaba una extremidad de Ryomaru, esperando a las órdenes de su amo, Greylord, quien asintió, dándole las órdenes a las figuras fantasmales a las que llamó "Bakemon". Éstos estiraron de las extremidades del joven que se encontraba flotando, quien, mientras gritaba de dolor y desesperación, podía comprobar cómo, poco a poco, sus brazos y sus piernas... Iban separándose poco a poco de su propio. Un fuerte tirón final de los fantasmas blanquecinos y sus extremidades, tanto superiores como inferiores, quedaron separadas completamente de su cuerpo. Un río de sangre salpicó a los allí presentes, mientras el cuerpo de Ryomaru caía al suelo, aún vivo y horrorizado al ver qué le acababa de pasar a su cuerpo. Greylord, quien se reveló como el "Amo Myotismon" de esa mansión se acercó al cuerpo indefenso que se encontraba aún vivo y levantó un pie. Los últimos momentos, segundos más bien, que presenció Ryomaru antes de que su corta vida acabase, fue el pie de aquél excéntrico dueño aplastando su cara atemorizada, dispersando una gran cantidad de sangre y materia gris en todas direcciones, salpicando a los allí presentes: Hanzo, Aoi, Kosaki y Sakura. Después del sanguinario espectáculo, Greylord o Myotismon, como demonios se llamase realmente, les dio la bienvenida a su "Mansión Visceral" y les deseó un feliz Halloween, desapareciendo entre una bandada de murciélagos que desaparecieron tan rápido como habían aparecido.

Tras recuperarse, lo mejor que pudieron del shock, el grupo de muchachos gritó y lloró como nunca lo había hecho, lo cual llamó la atención de los Bakemons que, tras escuchar el caminar de unos pesados pasos se despidieron, alegando que les dejaban con su amigo "Boltmon". Nada más desaparecer ellos, un imponente ser humanoide, de más de dos metros de altura, apareció detrás de ellos, aunque aún no había llegado a la puerta, por lo que, reaccionando rápido, todos se dieron la vuelta, corriendo como alma que llevaba el diablo. Sin embargo, no se percataron del gigantesco hacha que portaba el verdoso hombre en una de sus manos... Un arma que, después de ser arrojada, acabó con las posibilidades de escapar de Sakura al rebanarle ambas piernas limpiamente, lo que provocó una intensa pérdida de sangre. Al alcanzar a la inválida joven, el... Humanoide, descargó todo su peso sobre la muchacha, haciéndola estallar por la presión, soltando vísceras, sangre y trozos óseos en todas direcciones, dejando una escena bastante bizarra...

Rápidamente, y después de contemplar el asesinato del segundo miembro del grupo, los supervivientes restantes bajaron con rapidez del segundo piso, llegando a la planta baja. Cuando Hanzo, casi aliviado de salir de allí, fue a abrir la puerta, atravesando primero el hall, seguido por su único familiar vivo, su hermana Aoi y por el amor de su vida, Kosaki, ambas comenzaron a escupir sangre al cabello del muchacho quien, nada más darse la vuelta, pudo comprobar que las dos mujeres que más quería habían sido empaladas por dos armas. Aoi, tenía los ojos en blanco, dando a entender que ya estaba muerta. Pero Kosaki se resistía a morir, escupiendo sangre violentamente, intentando comunicarse con su amante, sin éxito, pues la sangre que aún no había brotado hacia el exterior, ya comenzaba a inundar sus pulmones. Ambas jóvenes, como era lógico, terminaron muriendo en una intensa agonía, no sin antes perder la cabeza a manos de un pequeño fantasma volador con capucha roja que portaba una guadaña dorada. De esta forma, la sangre de ambas chicas tiñó el pelo oscuro de Hanzo de un tono rojizo sangre que no podría olvidar en su vida... Si es que lograba sobrevivir.

Los ejecutores de las dos muchachas dejaron caer los cuerpos, despreciándolas, como si se tratasen de basura. Entonces, Hanzo pudo visualizar a los dos asesinos. Uno tenía el cuerpo de una armadura medieval con varias espadas. El otro, parecía un guerrero samurai no-muerto que portaba una katana. Ambas armas estaban ensangrentadas con la sangre de Aoi y de Kosaki... Myotismon, entonces, apareció alegando que habían sobrevivido demasiado poco y que no le habían divertido lo suficiente. También presentó a los dos ejecutores como Knightmon y Musyamon, asi como al fantasma degollador, llamado Phantomon, mientras se regodeaba de que, ahora, le tocaba a él.

Sin embargo, el joven, mientras gemía y lloraba desconsoladamente, tuvo un momento de lucidez y, después de agarrar un candelabro encendido, lo tiró al suelo, produciendo un pequeño incendio gracias a la madera de la que estaba construida la mansión que, posteriormente, comenzó a crecer descontroladamente. Aprovechando la distracción, consiguió escapar, internándose en el bosque. No era la mejor solución para sus problemas, eso estaba claro... Pero nada más podía hacer contra esos monstruos...

Esos monstruos que, días después, seguirían persiguiéndole, aterrorizándole con esos sonidos guturales que le perseguirían por el resto de sus días. Aunque, al parecer, las extrañas criaturas que habían asesinado a sus amigos no sabían dónde estaba exactamente, sabía que estaban cerca. Ya no le quedaban lágrimas que derramar, estaba seco, hambriento, exhausto y sediento... No sabía qué dirección tomar, había probado todas las combinaciones que se le habían ocurrido... Pero no conseguía salir de aquél maldito bosque... Y si no le asesinaban esas criaturas, moriría quemado por el incendio que había provocado, a no ser que esos monstruos fuesen lo suficientemente inteligentes como para apagarlo... Sin contar con el hambre o la sed... Sabía que un ser humano podía estar un mes sin comer... Pero no más de 3 días sin beber agua, por lo que sabía que no llevaba mucho tiempo escapando... Aunque a él le hubiese parecido una eternidad...

Finalmente, después de tanto correr, logró encontrar un nuevo camino... Que le llevó a un camino sin salida. Cuando se fue a dar la vuelta, para cambiar de dirección, se topó de bruces con todos los asesinos de la mansión. El misterioso Myotismon, los espadachines Knightmon y Musyamon, el gigante Boltmon y los fantasmagóricos Bakemon y Phantomon... Sin embargo, el pálido hombre comenzó a hablar con alguien, dándole las gracias a un tal "Cherrymon", que ya habían jugado suficiente al pilla pilla. Antes de que pudiese procesar el mensaje, varias raíces ya se encontraban perforando el cuerpo de Hanzo a quien, asombrado y dolorido a partes iguales, se le salían los ojos de las cuencas... Literalmente, puesto que las raíces que habían atravesado previamente su cuerpo se encontraban recorriendo su cuerpo, que cayó al suelo, inerte y sin cuencas oculares... Myotismon, nada más ver el trabajo realizado por un árbol que mostró su rostro maligno sonriendo, se agachó hacia uno de los ojos, llevándoselo a la boca y masticándolo, para después escupirlo, excusándose en que "sabía mejor cocinado". Tras recoger el cuerpo del recién fallecido, todos los monstruos asesinos volvieron a la mansión que, para sorpresa de Hanzo, si se encontrase vivo, no estaba calcinada ni un sólo cimiento.

Baaaah, ¿no tienes un cuento mejor? Eso no asusta a nadie.- dijo la voz de un muchacho, valientemente, mientras tostaba su malvavisco en la hoguera que habían creado su grupo de compañeros scouts y él.

¡Eso! ¡Cuenta algo mejor! ¡Esfuérzate, profesor!- dijo otra chiquilla, mientras comía su malvavisco tostado tranquilamente.

¿Queréis una historia más aterradora? Está bien...- el narrador de la historia, el profesor de los scouts sonrió maléficamente, levantándose del suelo, desplegando sus largos colmillos y tornando su piel de un color blanco ceniza. Pudo comprobar como, los más de veinte niños que se encontraban a su cargo, después de asociarlo con el villano Myotismon del cuento que acababa de contar, huyeron despavoridos... Algunos en dirección hacia una mansión abandonada... Otros hacia un espeso y neblinoso bosque...Hora de cenar...- entonces, como percatándose de algo, miró hacia los lados y después hacia detrás de él mismo, llevándose el dedo índice de su mano izquierda a sus labios de color morado, dirigiéndose a todo aquél que le mirase- Sssshhhh

ANEXO:

por Roku Ginshô Dom Nov 13, 2016 3:53 pm

Off-concurso:

PROFUNDO DESEO (+18)

Spoiler:

La noche era fría. Estaban en el ecuador del verano, y el campamento se edificó cerca de un lago para combatir las inclemencias del clima. Pero aquella noche no era normal. La neblina se extendió por todo el lugar. Algo le hizo salir de su cabaña. Era el lago. Le estaba llamando. Los susurros de aquella marea resonaban en su oído, le tentaban. “Ven”, “más cerca”, “sumérgete”. Eran palabras simples, eran órdenes, y no podía resistirse.

Su vista se alzó a los cielos, y pudo ver la Luna, clara, brillante, sosegada. Todo lo que él no era. Él se arrastraba, se ensuciaba en el fango, era pisoteado por otros. No había nubes, pero gotas de lluvia bañaban su rostro. Podía notar algo mezquino en aquella voz, como si se regodeara de su sufrimiento, y le dio igual. Nadie notó su ausencia en el campamento, pues a nadie le importaba él.

Spoiler:

Huyó al abrazo del espeso manto de niebla. Unas huellas se grabaron en el suelo, podrían seguirle, pero sabría que nadie se tomaría esa molestia. “¿Para qué?, pensó, “solo deberán buscar otra víctima”. Deambuló sin pensar en un rumbo, pues la voz era su guía, su primera y, quizás, única amiga. Al menos no le hacía daño.

Ya en la orilla, se deshizo de sus ropajes. De nuevo, sabía que nadie le observaría. Todo estaba pensado. Sabía que esa noche todos estarían en aquella fiesta, un evento para fraternizar entre los diferentes grupos del campamento. Un falaz intento para que los monitores pensaran que todo iba bien. Hipocresía.

Desde el primer día, los demás olieron su miedo y, como los depredadores que eran, dejaron clara su posición en aquel lugar. Podría haber gritado, sí, pero nadie habría venido en su auxilio. Lo dejaron bien claro, cualquier queja originaría nuevos dolores. Y si los adultos tomaran parte solo empeoraría su situación. ¿De qué servía un vaso de agua en un desierto? Tenía su misma utilidad: ninguna.

Desnudo, observó las heridas. Algunas aún manaban aquel doloroso carmesí. Pero, qué dolían más, aquellos cortes, o el saberse solo. Allí nadie se pondría de su parte, nadie le brindaría un abrazo o consejo. “Aléjate de los abusones”, jah, que gran perla de sabiduría. ¿Y si ellos vienen al encuentro? ¿Y si te acechan quebrantando el toque de queda? Su queja solo originó más dolor. Y ya se estaba ahogando en él.

No le quedaba nada, entonces, ¿qué podría perder?

Pensó que aquella voz era su desesperación. Un invento propio para intentar superar aquel martirio. Una amistad entre la imaginación y la locura, pensamiento que le ayudara a afrontar el suicidio como una mejor opción y no un capricho personal. Solo quería que todo acabara, dejar de ser una molestia o un entretenimiento. Que vivir dejara de doles. Ser uno con el agua, cuyo cauce siempre regresa a la misma posición. Pero él no era así, no. Él era ese árbol que se desploma, y nunca hay nadie para oír su caída.

La voz resonaba más fuerte que nunca, tentándole, incitándole. El pie se introdujo en el agua. “Más, más”, exigía. Recordó las sonrisas del primer día, pensó que sería distinto. Ya llegaba a la rodilla. “Hola, bienvenido, espero que te lo pases bien”, una mentira. “Pronto dejará de dolerte”, ¿una verdad? Solo quería encajar, ser uno más. El agua era la única que no le rechazaba. “Pronto”. La cintura. “Más profundo”, el puño se clavaba en la boca de su estómago. “Más profundo”, el beso del lago ya superaba la mitad de su cuerpo. “¿Eres un valiente?”, la sonrisa bravucona de aquel monitor, “¿eres valiente?”, la voz, “¿soy valiente?” A nadie le importaba. El cuello. Aquel recuerdo de los mayores pegándole. El monitor. El lago. La Luna. Una lágrima. Los ojos.

Y nada más.

Puede que todos hubieran deseado que su vida se acabara ese mismo día. Él, a base de golpes, también deseaba esa opción. Quizás sería lo mejor para todos. Mas no todos los cuentos tienen final feliz. Y el dolor solo genera más dolor. “Quien a hierro mata, a hierro muere”, cita Shakespeare.

El hierro, no obstante, es un invento primitivo. Un mono golpea contra el fuego una piedra distinta a las demás, le da un filo, y mata al hombre. Acaba así la historia más vieja de todas. ¿Y si el hombre golpea al hombre para refinarlo? ¿Y si luego este, igual que el metal candente, se introduce en el agua para dar lugar a un arma mejor, más precisa, letal? El hombre es el único ser que puede deshumanizar al hombre, cosificarlo.

Y de aquellas llamas, aquestas brasas.

El aire se escapaba de los pulmones. Se reemplazaba por agua. Primero vinieron dolorosas sacudidas, y luego, la paz. Podía notar que la vida se escapaba, pero le daba igual. Ya no dolía, ya no escuchaba las risas de esos monstruos en su cabeza. Un agradable silencio.

A su alrededor, agua. En el cielo, la Luna.

La atmósfera cambió de forma súbita. El manso lago tornó vorágine. La marea, brava, sacudió su cuerpo. No entendía aquello. Lo golpeaban de nuevo, dolía. En cuerpo y alma. Estaba marcado. No sabía qué pasaba. Una risa. ¿Los otros? No ¿el mar? Ya no había murmullo. ¿Qué pasaba?

La Luna seguía brillando, en el cielo. Era su única amiga, su compañera, aquella en quien podía confiar de forma ciega. Quiso seguir su luz, de verdad, pero por más que pretendía mover los brazos no lograba acercarse. Nada. Nada y nada. Seguía nadando, pero pronto vio la cruel verdad. No había una sola Luna, sino tres engañosos orbes.

Spoiler:

Aquello... Aquello no era normal. No podía serlo. ¿Qué estaba pasando? ¿Se estarái volviendo loco? No, debía haber una explicación, ¿verdad? Tenía que haberla. Pero no la encontraba, estaba completamente desorientado

Spoiler:

¿Montículo? ¿Columna? ¿Ruina? Lo que fuera. Siempre ahí, inalterable pese a la marea. Le tienta, le asegura protección, salvamento, pero sabe que no puede, que no debe. Si se dirige a ella, no habrá vuelta atrás. Es una sensación, un temor que emerge desde sus entrañas. Le aterra, y no sabe por qué. Es una simple edificación, un pilar al que poder abrazar para evitar los vaivenes del lago, y pese a saber esto, no quiere, no debe. Le atrae y aterra por igual.

Cuál, cuál le llevaría a la salvación, cuál al cálido hogar. Quería gritar, pero en las profundidades nada se escucha; quería llorar, pero sus lágrimas eran rápidamente devoradas. Pronto, solo le quedó acercarse a esa siniestra construcción, y agarrarse a ella, como quien se agarra al último jirón que le quedaba de vida. Sabía que en él había algo malo, algo oscuro, pero qué otra opción tenía.

Gimoteando, se sostuvo ahí segundos, minutos, horas, quién sabe cuanto tiempo. Y la niebla empezaba a condensarse sobre la brava superficie del lago. Pudo ver dos haces rojizos a lo lejos, pero estas estrellas no eran la deseada lancha de salvamento, sino “algo”. Gargantuesco, inmenso, aquel ser se alzó.

Spoiler:

Tenía miedo. Por supuesto. Con un solo movimiento, aquello acabaría con él, mas no fue ese su destino. El murmullo de las olas componían una sinfonía de choques que se asemejaba a una... ¿Risa? Miedo, e intriga. No quería morir. No así. Los labios se juntan, se aprietan, y de un soplido quejo, emerge la pregunta. Qué es.

-He recibido muchos nombres a lo largo de los tiempos: Apsu, Lywiatan, Nyarlathotep, Hespérido... Tantas formas de referirme, y una única verdad. Estoy solo. Todos me abandonaron. Pero tú puedes ayudarme. Y yo a ti. Solo debes aceptar mi don. Vamos, dí la palabra. Susúrralo.

Son muchos sonidos, y entiende poco. Como si varias lenguas intentaran pegarse, superponiéndose en un desagradable chasquido. Pero el agua ya no dolía. Nada dolía. El lago, calmo. Sus pies, sobre el pilar. Aquellos ojos se unen en uno, y se elevan. Las Lunas, una detrás de otra, en un maravilloso eclipse. Se siente bien. Se siente...

...En paz.

Spoiler:

Un murmullo. Otro. Abre los ojos. Un engendro, delante de él. Quiere huir, quiere gritar, y una vez más no puede. Mira al suelo. Huellas. Las suyas. Pero pronto el barro las cubre, y una nueva marca se revela. Horrible. Inhumano. Asqueroso. Simplemente.

Él.

Spoiler:

Pero eso es imposible. Respira, siente, vive. Pero eso no es él. ¿No? Sigue avanzando, no sabe a dónde. Debe moverse. Avanza, repta, camina. Poco a poco. El camino le resultaba desagradablemente familiar. No quería reconocerlo, no quería pensar en esa posibilidad. Aquella diminuta y aterradora posibilidad.

Seguía desandando sus pasos. Lo que fue humano era sustituido por algo inefable. Aquellos vestigios de su pasado ser eran ya jirones que se distanciaban más y más, del mismo modo que aquella masa de tentáculos se distanciaba del lago. Sabía a dónde se dirigía, y aunque su deseo era detenerse, escapar, sabía que no podría hacer absolutamente nada.

Nada.

Nada había cambiado. Triste, pero cierto. Hace unos días, una marejada de puñetazos e insultos, moviendo su cuerpo de paliza en paliza. Hace unas horas, la brava marea propulsaba su ser tanto al cielo nocturno como a las profundidades del lago. Hace unos minutos, ese amasijo de carne le arrastraba de regreso. Hace unos segundos, aquellos ojos de terror se preguntaban qué, y por qué, les pasaba aquello.

No podía controlarlo. El fluir del destino, como sus lágrimas, emergía de un modo descendente, inevitable. Y no podía controlar sus deseos. En su vida, nunca hizo lo que de verdad quería. Padres, profesores, monitores, abusones... Mas aquella voz le pidió que formulara un deseo, una única petición. Nadie forzó sus labios, y su voluntad no fue manipulada. Sí, eso era justo lo que quería. Él fue quien lo pidió.

Solo se estaba haciendo realidad. Y aquel tentáculo fue brazo ejecutor de su capricho. Desciende. Brota el rojo. Gritos. Llantos. Pasos. Huída. Persecución. Callaos, callaos, ¡¡callaos!! La pupila, improvisado espejo, se refleja el más desagradable cuadro imaginable. Su cuerpo, lleno de golpes y a punto de recibir otra paliza. Pero esta vez son otros. Y duele igual.

Aquel látigo de carne vuelve a caer. Es un golpe seco. Se repite varias veces. Los gritos no opacan ese desagradable chascido. Esos gritos que le taladran el cerebro, esas miradas de miedo que tan bien conoce.

Y al poco. Silencio.

Pasa el tiempo, lento, muy lento. Segundos que parecen minutos, minutos que parecen horas, y horas que se pierden en la espera. ¿Qué está esperando? Que alguien le salude, que le diga “buenos días”, aunque sea por mera cordialidad, o entre risas, un saludo sacástico, lo que fuera. Nada llega, y sigue esperando.

Las sirenas provocan un lejano eco. Ya llegan. Entra gente, inspecciona el lugar. Le hacen preguntas. Sospechan, pero no pueden decirle nada. Él ya no es lo que les mató. Los cuerpos indican el uso de un arma, algo contundente que los aplastó repetidas veces. El chico no podría usar una arma así, y no encuentra ninguna evidencia de esta.

Preguntas que acaban en nada. Palabras que son polvo al viento. Nada le importa ya. Él no lo hizo, ¿cierto? Solo es una víctima más, ¿verdad? Sí, así es, él no hizo nada malo. Pero, ¿quién dio el “sí”? Y aquel era su deseo, ¿no? Ya no habría más dolor. Solo quedaba uno, profundo, en su corazón.

Y ese molesto ruido. Él no lo hizo. Que pare. Solo aceptó por miedo. Que pare ya. Dolía, dolía muchísimo, pero ahora duele más. Por favor. Perdonadme. Basta, por favor.

Lo siento.

Spoiler:

Spoiler:

El tocadiscos otra vez. Y esa canción. ¿Una pesadilla? La recurrente, sí. ¿Pero cómo habrá arrancado? Una patada, un espasmo durante el sueño, lo más probable. Otra vez quedó dormido en el sofá , y ese artilugio colocado en el lateral. La música le relajaba. Suspira pesadamente. Enciende un cigarro, inspira, expira. Relájate, solo es un sueño. Ya.

Las costras de polvo de sus ojos le molestan. Se las quita con sus propias uñas. No quiere, pero debe levantarse. ¿Habrá llegado el periódico? Sí, estaba a los pies de la puerta, como todas las mañanas. Bostezó, se azó, y fue a por él. Y la lectura terminó de despertarle.

El periódico dejaba la noticia más que clara. Parecía haberse escapado de un horrible cuadro del autor más abyecto y enloquecido. Clavar su mirada en las fotografías hacía que su alma se achicara y estremeciese. Sabía que se implicaba en aquello, pero, por supuesto, preferiría no saber nada de esa... “Cosa”...

No, no quería, pero debía seguir leyéndola. Otra vez pasaba aquello. Mesó los cabellos de su alborotada cabellera, proyectando el periódico contra la mesa, exhalando una nueva bocanada de aire, frustración e impotencia. Necesitaba otro cigarro. Necesitaba calmarse. ¿Por qué no le habían llamado? Eso era lo que le escamaba.

Finalmente, el teléfono suena, y es el trabajo. No es agradable, pero es el suyo. Comentan los días de permiso. El estrés de estos casos le pudo: jaquecas, insomnio, náuseas y demás problemas nacidos del soma mental. Le dijeron que descansara, que intentara reposar, y eso hacía, pero las pesadillas se hacían más y más recurrentes, superponiéndose con aquellos casos.

No estaban ante un caso aislado y esporádico, sino de la sucesión de varios crímenes que seguían una misma pauta. Muestras de clara violencia, personas amnésicas, y extraños dibujos que indicaban un comportamiento ritual. Pero, ¿nadie más veía aquello? Él sí, y quería hablar de ello, mas sabía que lo tomarían por loco.

¿Cuánto llevaba durmiendo? Prefería no saberlo, y ni quiso mirar el reloj. Abrió las cortinas y pudo verla. La Luna, como no. Su antigua compañera, la que bien conocía. Pero durante unos segundos le pareció ver las sombras de un terror pasado. Se asea rápido y decide acudir a la escena del crimen. Hay transeúntes, aparentan seguridad, los asesinatos no van con ellos. ¿Por qué él no puede ser como ellos?

Spoiler:

Se aproxima a su coche, y sabe a dónde debe ir. Al lugar del crimen, al de las noticias. A aquel horror. Durante el trayecto despunta el alba en el horizonte, generando la ilusión de que huye de la propia noche. ¿Es una ensoñación, o un profundo miedo? El pálido orbe le llama, le atrae, pero a la vez despierta en él recuerdos que quiere olvidar, mas no puede. Lleva huyendo demasiado tiempo, y uno acaba cansado. ¿Debería dejar de correr y simplemente rendirse? Aquella voz parecía tan sugerente, sinuosa...

No, ¡no! No otra vez, no podía, ¡no quería! volver a revivir aquel horror. Y por ello solo quedaba callar, calmarse, respirar. Otro cigarro, y seguir conduciendo. Ya veía el edificio, y su mente empezaba a pensar en el caso, y no en su situación. Bien, tener la cabeza ocupada le haría bien.

Spoiler:

En la puerta le esperan algunos agentes. Apenas hay pregunta, el trámite es rápido y pasan al interior. Los pasillos, húmedos y fríos, reverberan los propios pasos de quienes irrumpen en el lugar, creando un siniestro ulular. El ruido va in crescendo, pero sus acompañantes parecen ignorarlo. Pues él también. Le explican las pruebas encontradas, pero nada nuevo.

Siguen recorriendo el lugar, y es extraño. No hay manchas, no hay marcas de lucha. Y es extraño. Simplemente no hay nada. Como si hubieran abandonado la estancia voluntariamente, sin más. Sí hay puertas abiertas, y algunas sillas de ruedas y porta-sueros por los pasillos. Simplemente siniestro, pero a la vez tranquilizador. Se respiraba paz.

Spoiler:

Siguen hablando, pero no le dicen nada nuevo. Le molesta que en los periódicos se hable de imágenes morbosas, violencia explícita y demás cuando luego no hay... Nada. O al menos él no ve nada. Pero le conducen a una sala muy concreta, un salón de actos. Es extraño. La atmósfera cambia. Ya no hay paz.

Spoiler:

Ve el telón, y no quiere ver qué esconde. Ya ha habido más casos así. Sabe que los periódicos no mienten. Puede vislumbrar lo que esconde esa tela roja incluso sin voltearla. Pide que le describan cómo fue esta vez. Solo es un caso más de una larga lista, y ya ha visto otras escenas similares. Pero hay una palabra, una sola palabra, que derrumba su espíritu. Y hace que no quiera verlo.

Pero debe hacerlo. Toma aliento. Se acerca al telón. Y con un tirón seco, lo ve. Y no puede evitarlo. Un inexistente desayuno, almuerzo o cena emerge de su garganta para salir despedido por la boca. Procura alejarse para no contaminar la escena del crimen. Es cruel, demasiado cruel...

Spoiler:

Cuerpos desmembrados y amontonados. Sangre por todas partes. No es algo raro, ya lo han visto antes, es el modus operandi de quien quiera que comete esas atrocidades. Esta vez, sin embargo, tenemos un matiz, un cambio. No estamos hablando de personas adultas, no. Ojalá fuera así..

Niños. Las víctimas son niños. Sus figuras aún en desarrollo quedan desparramadas por el lugar. ¿Y nadie lo ve, nadie nota nada extraño? Algo falla, ¡¡algo tiene que fallar!! ¿Los niños acudieron sin resistencia alguna hasta aquel teatrillo? ¿Y los médicos, el personal, la seguridad? ¡¡¿No había nadie?!! ¡¡¿Dónde estaban, dónde están?!!¡¡¡Algo tiene que fallar!!!

Spoiler:

Obvia la dolorosa realidad. Es igual que aquella vez. Nadie puede ver ni oír nada. Nadie ve o escucha lo que él puede. Pide que le dejen solo, que se vayan, que él se encarga. Tiene autoridad, y el equipo ya ha cogido las muestras necesarias. Muestras que no servirán para nada. Pero recogen y se van. Está solo, y ahora puede actuar.

Se arremanga, y observa su brazo desnudo. Aún conserva cicatrices del pasado. Respira pesadamente, y sin titubear lacera la piel, desgarrándola con sus propias uñas. Brota la sangre, y lo ve. Como el brazo empieza a temblar, ignorando cualquier ley física, y se descompone en varios tentáculos. La bestia emerge de nuevo, pero no es momento de perder el control. Debe relajarse, respira. Saca un cigarro, lo posa en sus labios, y lo enciende. Esas protuberancias gelatinosas son monstruosas, pero útiles.

Chasquean por el aire, buscando “algo”, pero no detecta nada. Al menos, calla ese ruido, el de antes. Cierra los ojos, y decide concentrarse. Aparece ese dibujo, como siempre. Debe concentrarse, y que “él” no lo controle. El humano debe ganar esta vez, y no la bestia. Concéntrate en el dibujo, en él está la respuesta.

Spoiler:

Entiende el ruido de antes, ahora es claro. El círculo tiene las respuestas, como siempre. Problema, y solución. Desde aquel día, sueña con el símbolo, su peor pesadilla. Pero le aporta claridad. Abre los ojos, y los ve. A los niños. Pero no como él espera.

Spoiler:

Comienza a entender los ruidos de antes, y por qué nadie los comentaba. No podían, solo él disponía del medio para comprenderlos. Y ahora lo hacía. Con lástimas, los examina, revoloteando por la sala. Sabe qué ha pasado, sabe por qué están así. Toma asiento, y una calada. No le gusta la respuesta.

-Estabais enfermos, y pedisteis cuerpos sanos...

Ese fue el origen de este caso, pero queda una desagradable incógnita. No quiere saberla. Los niños pudieron rendirse y pedir aquello, pero alguien tuvo que destrozar sus cuerpos. Un brazo ejecutor de aquella entidad que en el pasado cumplió su petición. Tapa sus oídos con su mano y sus tentáculos, se mece hacia delante y atrás. Le da miedo decirlo siquiera.

-Por favor, decidme que yo no os maté. Por favor...

Aunque intente opacar las voces, son claras. Ya mató una vez, y seguirá haciéndolo. Se necesitan más vidas para satisfacerle, y a cambio, él hace realidad tus deseos. Es como el genio de la lámpara. Mas no todo es lujo y oropel. Hablamos de vidas humanas.

Para él no significan nada. Pero para él...

-Lo siento, joder, lo siento...

Dice una y otra vez, mientras el ulular del viento mece la estancia, como si la acunara. Y cae el telón.

Pero esta función tiene un acto más. Quedan enigmas sin resolver, y es humano querer tener las respuestas de todo, ¿verdad? Mas qué humanos puedes ver en este pintoresco cuadro.

Spoiler:

¿Cuántos días llevaba recorriendo aquel lugar? No lo sabía, no podía saberlo. Daba uno, dos, tres pasos, que poco a poco se tornaban cientos, miles, cientos de miles... Pero necesitaba pensar, ¡pensar! Cómo salir de allí. No había forma, pero quería escapar, ¡necesitaba escapar! Y nunca lo conseguía. Siempre acababa delante de...

Spoiler:

Esa imagen le desagradaba, y a la vez le atraía, como la llama a la polilla. Pero no quería acercarse, ¡no podía! Debía escapar de allí, pero no había salida. La ciudad se sustentaba sobre los cielos, y arrojarse al vacío no era una opción agradable. Sabía que debía existir un modo de escapar, al fin y al cabo, un puente les permitió acceder a la ciudadela. Pero por más que caminaba, por más que corría, no había forma de regresar a esa salida.

¡¡Siempre acababa delante de esa dichosa puerta!!

Se alejaba, y podía ver el horizonte en aquel borde. Un salto, y sería libre. Pero tenía miedo. Solo quería volver a casa. Debía volver a casa. Estarían preocupados, ¿no? Aunque discutieran, debían echarla de menos, ¿verdad? Esperaba que así fuera. Deseaba que así fuera. Seguía vagando sin rumbo. La puerta. El abismo.

No había escapatoria.

No había hogar.

Todo se remontaba a aquel maldito día. “¡Estoy harta de ellos!”, se dijo. “¡Siempre debo seguirsus estúpidas normas!”, gritó. “Ojalá... ¡¡Ojalá no hubiera adultos!!”, y se hizo el milagro. La niebla empezó a cubrir la ciudad, sin que los partes meteorológicos pudieran vaticinarlo. Tampoco le daban mucha importancia, pero aquello no fue lo único que brotó. Con la neblina vinieron, además, los susurros.

Sinuosas voces que se preocupaban por ella, pero no como sus padres, sino de verdad. Le animaban, le daban apoyo, le decían lo que quería oír. Ellas eran las buenas, y no sus padres. Le prometían su sueño, un lugar donde ser libre, donde podría hacer lo que quisiera. Y por supuesto, ella dio el “sí”. De la nada apareció aquel lugar, edificándose sobre los cielos. Los adultos se preguntaban qué estaba pasando. ¿Y los niños? Simplemente fueron a disfrutarla.

Hordas y hordas de niños huyeron de casa, y de una u otra forma llegaron a ese Paraíso flotante, evadiendo la atención y vigilancia adulta. Todo era diversión. ¿Querías comer? Rebosaba toda clase de manjares en puestos y demás. ¿Divertirte? Nada te impedía coger un palo y destrozar lo que pillaran. ¿Y la hora de dormir? Cuando quisieras y donde quisieras.

¿Cuál era el problema? Tenían justo lo que querían... ¡Libertad! Y nadie daba un pero, un quieto, un nada de nada. ¡Era justo lo que querían! Pero entonces, por qué, por qué todo salió tan mal. No, no, no, las cosas se torcieron muy rápido, demasiado rápido. Y no era justo, nada justo...

Las risas se convirtieron en gritos cuando “esos” empezaron a aparecer. Monstruos que gritaban y les perseguían. Querían hacerles daño, como en los cuentos. Huyeron, por supuesto, pero daba igual, daba igual a dónde quisieran ir. Siempre acababan delante de aquella puerta. Daba igual, ¡¡daba igual!! No podían huir. No podían volver a casa. ¿Papá y mamá estarían preocupados? ¿Pensarían en ella? Ella pensaba en ellos. Ella pensaba en regresar. Pero no podía salir de allí.

Los niños se defendieron frente a esos engendros. Piedras, palos, lo que fuera. La desesperación hizo el resto. Aquellas criaturas caían cual plomada. Sobrevivirían un día más. Durante unos minutos fueron felices, hasta darse cuenta de lo que ocurría. Pronto, nuevos gritos emergieron, y la sorpresa fue absoluta cuando supieron qué estaba pasando. Los monstruos no intentaban atacarlos, solo pedían ayuda.

Los monstruos eran ellos mismos.

Algo extraño pasaba. Sus cuerpos se iban transformando a medida que pasaba el tiempo. Garras, pelaje, colmillos... Los minutos avanzaban, y aquello iba a peor. Algunos ya eran bestias, otros en parte, ¿y quienes apenas presentaban rasgos? Los peores. Una verdadera caza de brujas. Que debían estar encerrados, que eran un peligro. Algunos hablaban incluso de sacrificarlos. Debían de estar locos, ¿pero qué estaba pasando? ¡¿por qué nadie quería salir de allí?!

¡¡¡Era una locura!!! Y aquellos atrapados en sus nuevas y monstruosas formas quisieron defenderse. Uno asaltó a un humano y, delante de todos, lo mató. Para vivir, trajo muerte. Y fue el principio del fin. Se atacaban, se mataban. Todo era un caos. Debía huir, quería volver a casa. Papá y mamá la echarían de menos. Ese no era su hogar.

Corrió y corrió, sin rumbo. Siempre acababa delante de aquella puerta, o en ese salto a la perdición. ¿O tal vez su salvación? Quería que todo acabara, pero no sabía qué hacer. Gritos, cortes, súplicas, lamentos, maldiciones... Todo resonaba en aquel maldito lugar. Estaba desesperada. Solo quería que todo acabara, mas carecía del valor necesario. Agazapada, con lágrimas naciendo de sus ojos, empezó a cantar. No era una canción complicada, y ciertamente no serviría para nada. Pero evocaba el recuerdo de su casa. Le hacía sentirse bien, olvidarse de todo aquello. Al menos, hasta que alguien la encontrara; al menos hasta que llegara el fin.

Spoiler:

Era una simple canción. Una serie de sílabas que seguían un ritmo. Nada especial. Y ese sencillo gesto hizo que él la encontrara. Un hombre, un adulto. ¿Qué hacía ahí? Caló un cigarro y le sonrió. Pasó su mano por su cabello. Le daba paz. Se sentía bien. ¿Todo saldría bien? No lo sabía, no podía saberlo. Pero él estaba allí.

Spoiler:

-Ya pasó, tranquila -le decía-, pronto todo habrá acabado.

A la luz de la Luna, se fijó en él. Las arrugas curtían su rostro, y había crines blancas en sus sienes. Prácticamente era un anciano, pero en su mirada había algo que le hacía verse... Joven. En sus pupilas había un deje similar a uno ya conocido. Era como si lo conociera. No. Ya lo entendía. Esa mirada era como la de los niños perdidos, como la suya. De quien habiendo visto como se cumplían sus deseos y anhelos, había quedado hueco en el proceso. Quien lo tenía todo, y nada. Ella solo llevaba unas horas y ya se sentía morir. ¿Cuántos años? ¿Cuántos años llevaba ese hombre cargando ese sufrimiento? No podía saberlo, no quería saberlo.

El hombre se acercó a la puerta, y empezó a hablar en un extraño idioma. No entendía nada. Pero se sentía en paz. La Luna brillaba en el cielo, punteando pálidos haces en aquella escena. Sí, pronto todo habría acabado... Y ya le daba igual cómo.

Spoiler:

Dirigió la vista al cielo, y pudo ver como las nubes se apartaban, dejando ver otros dos orbes celestiales. Qué estaba pasando. Parecía como si les observaran. La más brillante refulgía de un modo que la hacía inmensa. Casi como si estuviera a unos metros de ellos. Daba miedo. Las sombras de esta se arremolinaban creando una extraña figura. Qué era aquello. Un amasijo de tentáculos, uno de esos monstruos.

-Me querías a mí, ¿no? Deseabas un cuerpo. Pues ya lo tienes, ¡¡ven a por mí!!

Spoiler:

Fue lo que gritó, y entonces, de ella brotó una luz azul, cálida, pura, que se dirigía a él. A medida que se desprendía de esta energía, se notaba mejor. Los rasgos de bestia desaparecían, ya no era un monstruo. Otros haces recorrieron los nubosos cielos, arremolinándose en torno a aquel tipo, el cual empezó a gritar.

La ciudad se sumaba a este rugido. Todo iba bien, ¿no? La enfermedad o lo que fuera aquello desaparecía. Pero él sufría. Qué estaba pasando. Tenía miedo, pero se sentía en paz. Aquel hombre seguía alzando la voz, y aquellos lúmenes engullían su ser. La Luna brillaba, y aquella sombra miraba, ¿sonreía? No podía saberlo, no quería saberlo.

Un sonido trémulo se sumó a ese réquiem. Ella se giró. La puerta, se estaba abriendo. Qué estaba pasando. Un poco más, y podría saber qué escondía aquella extraña construcción. Solo un poco. La curiosidad la paralizaba, ¿o era el miedo? Quería volver a casa.

La puerta. La Luna. Las Lunas. Aquella sombra. Aquel hombre. La ciudad. Los monstruos. ¿Los niños? Papá y mamá. Volver a casa. La Luz. Las Luces. Aquel monstruo. El interior de la puerta. Luz. Ruido. Silencio.

Y el Fin.

Spoiler:

por Yoko Littner Dom Nov 13, 2016 9:22 pm

Alaaaa, el concurso termina hoy y yo aquí, sin presentar ninguna historia Sad

... Bueno, eso lo remedio ahora mismo xD

La Dama del Lago

La noche era fría. Estaban en el ecuador del verano, y el campamento se edificó cerca de un lago para combatir las inclemencias del clima. Pero aquella noche no era normal. La neblina se extendió por todo el lugar. Algo le hizo salir de su cabaña. Era el lago. Le estaba llamando...

El muchacho de cabellos plateados se levantó de su cama mientras bostezaba. Se encontraba en una cabaña fabricada por madera en su mayor parte, aunque, como era obvio, también había otros materiales, como cristales, para formar las ventanas. Fue precisamente por una de las ventanas de su habitación a través de la cual, tras separar las cortinas y permitir que los tenues rayos lunares atravesasen ese cristal transparente, cuando se percató de que no se trataba de imaginaciones suyas. A través de la espesa niebla pudo comprobar cómo, borrosamente, una figura con unas características que distaban mucho de lo que venía a ser un ser humano normal y corriente. La figura o, mejor dicho, la sombra, se encontraba posada sobre la superficie del lago que se encontraba al lado de la cabaña, le indicaba que se acercase mientras su resplandeciente sonrisa no se apagaba.

Como hipnotizado, hizo caso de aquella figura, por lo que el joven, quien rondaba la veintena de edad, se deshizo de su pijama y se puso una ropa adecuada para la fría y húmeda noche. Suerte que la cabaña no era muy grande, por lo que en menos de cinco minutos ya se encontraba fuera de la cabaña, caminando hacia el lago, vislumbrando a la figura que, a medida que se iba acercando, la figura se iba empequeñeciendo, como si estuviese volviendose humana... "Bueno, quizás sea solo imaginaciones mías". Eso era lo que pensaba el muchacho mientras, curioso, seguía caminando hacia su destino.

Cuando llegó hasta el lugar donde se suponía que estaba la sombra que le llamaba, pudo comprobar que, quien le llamaba, era una chica. Pero no se trataba de una chica normal y corriente. Tenía la piel verdosa y parecía que bestía un traje de baño de colores azulados, junto a un gorro del mismo color. Se encontraba inconsciente, flotando boca arriba en mitad del lago por lo que, sin pensárselo dos veces, el joven de cabellos plateados se zambulló en aquél enorme charco de agua, dispuesto a rescatarla. No lo hacía por ningún motivo en concreto. Simplemente, su cuerpo se movió sólo.

Con presteza, nadó hacia donde se encontraba el cuerpo de la muchacha. Cuando llegó allí, vio que la muchacha tenía los ojos cerrados. No sabía quién era ni por qué estaba allí, pero la sacó como pudo. Al llegar a la orilla, mientras tiritaba de frío, se dirigió con rapidez hasta su caballa. Después de colocar varias mantas secas sobre el cuerpo de la chica, cogió una pequeña rama de la pila de troncos que tenía al lado de la chimenea y, cuando la prendió con su mechero, lo echó junto a los maderos que ya se encontraban dentro de la chimenea, dispuestos a encenderse. Mientras se encendía, acercó a aquella muchacha al fuego, mientras iba a por un termómetro para comprobar su temperatura corporal.

Cuando volvió y, para su sorpresa, se encontró a la muchacha sentada en el suelo, contemplando el fuego. Se alegró de que estuviese viva, la verdad, aunque le resultase extraño la pronta recuperación de la joven.

Vaya, si que te has recuperado pronto...- fueron las palabras del muchacho quien, acercándose a ella, le dio el termómetro y le indicó que se lo pusiera bajo el brazo, mientras él se dirigía hacia la cocina, comenzando a preparar chocolate caliente.

¿Q...? ¿Qué me pasó?- la tierna voz de la joven, quien parecía estar tiritando, desconcertó a su salvador, quien regresaba con dos tazas de cocolate caliente, dándole una a su "invitada"

No lo sé, yo te encontré iconsciente en el lago... Por cierto, ¿qué hacías allí?- el chico bebió un sorbo de su tazón, notando cómo el ardiente chocolate le bajaba lentamente por la garganta, suspirando de alivio y cerrando los ojos.

Estaba... Buscando comida. Llevo muchos días sin comer... Supongo que caí desmayada.. No lo sé- imitando a su huésped, la jovencita le dio un sorbo a su taza, sorprendiéndose de lo rico que estaba y emitiendo una pequeña sonrisa.

Puedes quedarte conmigo si quieres... Quiero decir, en esta casa. Esta noche... Vale, no hago más que estropearlo- suspiró el muchacho fuertemente mientras se rascaba la nuca y miraba al suelo avergonzado, percatándose del posible doble signifocado de sus palabras, volviendo a resoplar y mirando de nuevo a la chica de piel verdosa y ojos rojizos, dos cosas en las que no podía evitar clavar su mirada- Lo volveré a intentar. Puedes quedarte en esta casa hasta mañana para poder volver a tu casa mañana. No te preocupes, puedes usar la cama que prefieras, hay varios cuartos.

Tranquilo... Te he entendido a la primera, no pareces el tipo de persona que se lleva a una chica a la cama nada más conocerla...- la joven de extraña tez se rió dulcemente del error de su salvador mientras disfrutaba de su taza de leche y el muchacho se levantaba e iba hacia la cocina, sacando las sobras de su cena.

No es que sea muy educado dar las sobras de la comida a una invitada... Pero no me queda ninguna comida más. De hecho, iba a hacer las compras mañana, te puedo dejar donde quieras, ya que llevaré mi coche. Si quieres mañana te llevo hasta el lugar que me digas- el muchacho sonrió llevándole los restos de una pizza casera que le había sobrado. El chocolate y la pizza no es que fuese la mejor combinación, pero era mejor que nada.

Oh, no te preocupes... Vivo más cerca de lo que crees... Y gracias por la cena- la chica agarró uno de los trozos de la pizza que le ofreció el chico mientras comprobaba que estaba bastante delicioso, a lo que sonrió feliz y dulcemente.

Por cierto, me llamo Tora- se presentó el muchacho mientras observaba a su invitada comer, aliviando su hambre.

Yo soy Lana- dijo la muchacha mientras continuaba comiendo felizmente...

No tardaron mucho en irse cada uno a su habitación a descansar. Al día siguiente, bajo una neblina, Tora pudo apreciar de nuevo una figura entre la niebla. La figura volvía a llamarle una y otra vez. A pesar de que eran las 10 de la mañana, no se podía ver ni un rayo de sol con esa niebla que rodeaba al lago, mucho más densa que la noche anterior.

¿Lana? Voy a entrar ¿eh?- Tora llamó varias veces a la puerta de la habitación donde, supuestamente, se hospedaba la muchacha que había salvado la noche anterior... Pero no se encontraba en su habitación. Ni en su habitación ni en ninguna otra estancia de la casa.

Tras asegurarse de que Lana no se encontraba en la choza, salió fuera de la misma, pasando antes por la chimenea apagada, la cual se encontraba salpicada con agua, por lo que parecía, puesto que el suelo estaba resbaladizo. Sin tardar mucho más tiempo, repitió el mismo procedimiento que la noche anterior y se dirigió directamente al lado, donde se encontraba la misteriosa sombra que le llamaba... Encontrándose con Lana, quien estaba nadando relajadamente en el agua.

Prefería esa escena que la de la noche anterior, donde parecía estar muerta. Antes de que pudiese llamarla, la chica de piel verdosa se acercó a la orilla, donde se encontraba Tora y, tras unas palabras, le agarró de la pierna. Sorprendido, el muchacho no tuvo tiempo de reaccionar... Aunque, en un primer momento, creyó que era un juego de Lana, por lo que le siguió el juego. Sin embargo, cuando se encontraba en el agua, ella le miraba con una sonrisa algo... Perturbadora.

Lo primero de todo... Quiero pedirte perdón. Eres una buena persona y me gustaría no tener que hacer esto... Pero eres tú o yo. Te confieso que esto no es nada personal... Pero no soy humana. Aunque te dije anoche dos cosas que son verdad. La primera es que vivo más cerca de lo que crees... Aquí en el lago. La segunda es que estaba buscando comida...- y antes de que pudiese reaccionar, aquella adorable muchacha de convirtió en un monstruo enorme, mitad mujer, mitad calamar. Con una de sus extremidades, agarró el cuerpo del muchacho que, supuestamente, le había salvado y lo elevó hasta su altura, pues ahora era mucho más grande de lo que era en un momento- He de confesarte... Que no me llamo Lana. Me llamaba Ranamon... Y ahora soy Calmaramon. Y de verdad, lo siento. Ojalá fueses una mala persona, para que luego el remordimiento no me atormentase... Pero tengo que hacerlo...- dicho esto, sumergió profundamente su propio cuerpo, llevándose consigo al profundo lago el cuerpo de Tora quien pataleaba, intentando salvar desesperadamente su vida, sin ningún éxito hasta que, poco a poco, notaba cómo se iba quedando sin oxígeno y sus pulmones se iban llenando de agua hasta que, finalmente, de encontró sin vida, listo para que Calmaramon lo devorase lentamente...

Se cuenta que, a día de hoy y como es lógico, aún no han encontrado el cuerpo de Tora. También ha habido una gran cantidad de personas que han desaparecido por la zona y no se las ha vuelto a ver nunca más. Algunos dicen que es pura coincidencia. Otros dicen que realmente se fueron a otros países sin decirle nada a sus familiares. Sin embargo, unos pocos culpan a la dama del lago, quien puede adoptar la forma de una preciosa joven... O un terrorífico monstruo... Ha habido partidas de caza para atrapar y asesinar al monstruo de los rumores y que no han dado sus frutos... Pero esto es una historia real...

por Demyx Lun Nov 14, 2016 12:03 am

Aquí está mi participación límite entregada a última hora

Spoiler:

Pesadillas Salvajes [+18]

El periódico dejaba la noticia más que clara. Parecía haberse escapado de un horrible cuadro del autor más abyecto y enloquecido. Clavar su mirada en las fotografías hacía que su alma se achicara y estremeciese. Sabía que se implicaba en aquello, pero, por supuesto, preferiría no saber nada de esa... “Cosa”. Sabía que no debía de haber permitido que ese sujeto escapase... Pero, ¿qué podía haber hecho yo? ¿Quedarme ahí a esperar a que me atrapase? ¡JA! ¡Ni muerto! Sinceramente, me daba igual lo que les pasase al resto de mis compañeros. Únicamente velo por mis propios intereses. Siempre lo he hecho y siempre lo haré. No necesito a nadie. Esa cosa se trataba de uno de nuestros experimentos. Le pusimos, temporalmente, el nombre de Wendigomon, ya que nos recordaba al monstruo perteneciente a varias leyendas creadas por los nativos estadounidenses y canadienses.

El experimento consistía en, básicamente, introducirle una cierta cantidad de código genético a un sujeto de pruebas que, tras haber sido diagnosticado tardíamente de un cáncer incurable, se ofreció a que mi laboratorio y yo lo utilizásemos de conejillo de Indias, en busca de alguna cura. Nos basamos en la teoría del doctor Aleksander Wolfgang, que sugería que cierto ADN podía curar cualquier enfermedad. Dicho código genético, debía extraerse de un animal descubierto recientemente, una especie de marmota negruzca que, en las noches de invierno, cuando invernaba, solía alimentarse de sus congéneres que no podían soportar las bajas temperaturas. Se había demostrado que este animal no moría de ninguna enfermedad característica de los mamíferos, tan sólo por el paso del tiempo, por agentes externos como un incendio, variaciones bruscas de temperatura, o también de manera intencionada, siendo cazado por un depredador... O por el propio ser humano.

El resultado, en un principio, fue satisfactorio. Akira Kurata, el voluntario, comenzó a notarse cada vez mejor. Tras varias pruebas, pudimos comprobar que el cáncer había desaparecido completamente. Había algo en el código genético de esas marmotas... Que les hacía invulnerables a cualquier tipo de enfermedad, de eso no había duda. En poco más de una semana, Kurata comenzó a no sentirse cansado. Había olvidado qué era el cansancio, definitivamente. Teníamos cámaras grabando las 24 horas del día su habitación y a todas horas, el sujeto experimental seguía realizando actividades. A veces físicas, a veces pasivas.... Siempre estaba haciendo algo, pero nunca dormía... Nunca. Creíamos, además, haber inventado un suero para crear a los soldados perfectos, a los supersoldados... Podríamos habernos forrado a costa de este suero... Ahh, qué ingenuos fuimos...

Más pronto que tarde, descubrimos que el suero no era tan maravilloso como creíamos. Un día, el sujeto comenzó a encontrarse mal. No se encontraba cansado, todo lo contrario, estaba más vivo que nunca. Sin embargo, nos advirtió que tenía dolores intensos en todo el cuerpo y nosotros, a modo de broma, le dijimos que eran sólamente agujetas, de hacer tantas cosas. Qué idiotas fuimos, debimos habernos preocupado más en cuanto empezaron los nuevos síntomas.

Primero, el tono de su piel cambió a un color pardo. Y no sólo su piel. También le creció una gran cantidad de pelo en todo el cuerpo. El sujeto, además, alegaba que sentía fuertes dolores en los brazos, en las piernas y en las mandíbulas. Decía que notaba... Como si estuviesen creciendo. Rídiculo ¿verdad?

Más tarde, comenzó a pedirnos cosas extrañas. Quería comer únicamente carne cruda, nos preguntaba si podíamos llevarle a un animal, pues quería, literalmente, descuartizarlo con sus propias manos, que le llevásemos mancuernas mucho más resistentes... Dios, ¿por qué, llegados a este punto, no hicimos nada?

Entonces ocurrió. El Incidente Cero. Varios días después, varios de mis compañeros entraron en su habitación, preocupados porque en la cámara no aparecía. Se había esfumado... O eso creímos. Yo era el último que debía entrar. Y gracias a eso me salvé por los pelos. Resultaba que Kurata, apodado ahora Wendigomon, el monstruo Wendigo, se encontraba enganchado al techo. A consecuencia de ello, mis compañeros cayeron víctimas de su ataque, pues se descolgó del techo y... Los mató a todos a sangre fría... Con sus propias manos.

Como alma que llevaba el demonio, huí de la escena del crimen mientras un sudor frío recorría mi espalda. No me dio tiempo a cerrar las instalaciones, avisar a los compañeros que aún no estaban muertos y hacerlas estallar. Esto último era un recurso que teníamos en el laboratorio en caso de que una enfermedad mortífera escapase. Algo parecido a lo que ocurría en el CDC, el Centro de Control de Enfermedades, de Atlanta, Georgia, en Estados Unidos.

Ahora me encuentro aquí, leyendo el periódico. Desde que me escapé, una serie de misteriosos asesinatos se han venido dando en los alrededores. Sé quién es el causante: Wendigomon. Pero sólamente es cuestión de tiempo que la policía encuentre al monstruo y lo reduzca a cenizas... ¿no? Ya se ha hecho pública la masacre del laboratorio... Y cuando acaben con el monstruo, verán que yo, el único superviviente, estuve relacionado con su creación. Pero no, no me pillarán. Ya tengo los billetes en mi mano, junto con todo el equipaje que puedo llevar. Me voy lejos, a empezar una nueva vida fuera de aquí. Pero me llevo una muestra. ¿Quién sabe? Igual algún guerrillero o algún ejército privado quiere tener a una cosa de estas en su ejército. Pero la idea más jugosa es esparcirlo como una enfermedad y luego vender la cura a un precio estratosférico. Y llenarme los bolsillos, claro está. Me da igual el sufrimiento ajeno, velo por mis intereses única y exclusivamente. Y después de eso, no volveré a trabajar en mi vida. Pero para eso tengo que empezar lejos, muy lejos de aquí. Así que me largo. Ciao, bambinos...

No... ¡No puede ser! ¡Wendigomon está aquí! ¡Justo delante de mis narices! Me está mirando con esa cara de monstruo esquizofrénico que tiene. ¡Se está riendo! ¡¿Qué estará pensando?! ¡¿En las mil formas que tiene pensada para liquidarme?! ¡Tengo que huir! ¡Escaparé por la ventana de la cocina! ¡Sólo tengo que distraer...! ¡Mal...Dita.... Sea...! ¡Su...! ¡Su...! ¡... Garra! Es... Es... Está.... Atravesando... Mi... Mi... Pecho... Dios... Este... Es el... fin... Estaba tan cerca... ¡Tan cerca...! Ojalá te cacen pronto... Monstruo... No te dejaré... Que te salgas con la tuya... Ojalá... Te cacen... Ojalá... Que mi... Muerte... Les lleven donde te escondes...

por Elith Lun Nov 14, 2016 6:22 am

DIGIMUNDO [+18?]

¿Cuántos días llevaba recorriendo aquel lugar? No lo sabía, no podía saberlo. Daba uno, dos, tres pasos, que poco a poco se tornaban cientos, miles, cientos de miles... Pero necesitaba pensar, ¡pensar! Cómo salir de allí. No había forma, pero quería escapar, ¡necesitaba escapar! Y nunca lo conseguía. Siempre acababa delante de aquellos cuerpos inertes

¿Pero cómo habían llegado a tal situación? No lo recordaba, no tenía ni idea de quién o qué era antes de aquello, solo tenía una cosa en claro, frente a él, esos cuerpos sin vida pertenecían a humanos…

Tamers… ¡TAMERS! Aquella palabra llego de golpe a su cabeza, mas fue lo único que pudo rescatar de los escombros de su memoria, verlos ahí apilados cual basura ¿Qué les había pasado a ellos? Se acercó por enésima vez intentando que algún otro recuerdo se activase

Eran más de los que podía contar, unos encima de otros con sus ojos blanquecinos, su piel por completo pálida, y aquellas marcas rojas de datos en brazos y piernas que dejaban entrever huesos, músculos y vasos sanguíneos… sin dar indicios de movimiento alguno ¿Alguna vez había sido un humano? ¿Él había ocasionado eso? No lo sabía, no sentía nada al verlos, solo le causaban un desconcierto por encontrarse ahí

Pensó en seguir caminando, mas no encontraba sentido alguno si todos los caminos llevaban a ese punto “En esta escena debe estar la respuesta” volvió a repetirse como ya muchas veces ¿Cuántas habían sido para ser exactos? Sin tomar importancia a este punto tomo asiento frente a ellos

“Quizá reconozca algo de alguno de ellos” con estas palabras se animó a revisarlos detenidamente, los cuerpos de los humanos que se encontraban más arriba no habían cambiado en absoluto desde que había llegado ahí - ¿O sí? – las marcas era lo único que parecía ir creciendo con el paso del tiempo, pero a una velocidad tan lenta que esperar a ver qué ocurriría al cubrirlos le parecía absurdo

Escapar… ¡ESCAPAR! Su mente volvió a repetirle lo que había estado buscando… “¿Pero escapar de qué?” giro a ver a su alrededor, había olvidado por completo de que debía escapar ¿A dónde pertenecía? Continuo viendo aquellos ojos blanquecinos, miradas aterradas como si al momento de morir estuvieran observando alguna atrocidad

Pelea… esa palabra desencadeno una ráfaga de recuerdos, una pelea… guerra, destrucción, muerte… PODER… Si, ahora era todo más claro… había buscado poder, su meta en la vida era ser el ser más poderoso, de aquel mundo, ¿Pero qué mundo? En el instante que a su mente llego esta pregunta de la mano de un cuerpo sin vida se deslizo un pequeño aparato, aquel que lo había soltado parecía un humano joven, pelo negruzco… desvió su atención de nuevo al objeto que ahora se encontraba en el suelo
- Digi… - sin la necesidad de completar aquella palabra más recuerdos inundaron su mente…

Un digimon, eso era lo que había sido, un simple digimon astuto con una ambición tan grande que lo llevo a cometer atrocidades contra su propio pueblo, mas no recordaba haber asesinado humanos… no, su objetivo no eran los humanos, era el mismísimo Dios de aquel vasto mundo de monstruos digitales… y lo había conseguido “¡Vaya que lo había conseguido!”

Había hecho tratos con digimons poderosos, tan poderosos que escapaban de la comprensión y reglas de su propio mundo, había solicitado poder y aquellos dispuestos a ver caer el digimundo para gobernarlo a su antojo le habían concedido sus deseos, poder a cambio de una nueva era… una era donde los más fuertes sobrevivían, una era donde ÉL podía ser el gobernante…

Oscuridad… aquella oscuridad lo aterro de pronto, había vencido al mismo Dios del digimundo, había logrado traspasar el plano digital, verse cara a cara con el mismo servidor que controlaba todo, y estaba maravillado con aquel poder absoluto
Mas recuerdos… tonterías… estupidez… locura… lo había tenido todo en sus manos, el propio control, el manejo total de los datos… y corrompido por aquella sensación lo había desecho en su totalidad, quería ser uno con aquel mundo, quería rehacerlo a su imagen…

“¡YO NO BUSCABA ESTO!” grito a la nada, los recuerdos ahora eran tan nítidos que le aterraba cerrar los ojos… los digimons siendo desintegrados en datos, y él viendo desde la cima del mundo como ocurría, los tamers intentando detenerlos desesperadamente, abrazando a sus compañeros que habían compartido tantas aventuras juntos, aquellos gritos desgarradores de pequeños que no comprendían lo que estaba pasando, junto a los gritos desesperados de los digimons que no buscaban separarse de sus amigos, soledad, miedo, angustia, dolor… el Digimundo se llenó de alaridos por unos instantes, no había rincón donde su voz no pudiera ser escuchada… y de pronto… Silencio…

Aquel mundo se había quedado vacío, o al menos eso pensaba en esos momentos, pronto vio como una mancha negra cubría una zona del mismo, extendiéndose a una velocidad impresionante, devorando todo lo que encontraba a su paso, termino con el mundo y después siguió con el cielo… aquel pequeño universo quedo en oscuridad…

Lo único que había sobrevivido eran los cuerpos de aquellos humanos, ahora inertes en el suelo, con las miradas aterradas de haber visto la muerte a los ojos antes de morir, de ser tragados por las sombras, algunos con lágrimas ya que se encontraban aun llorándoles a los compañeros perdidos segundos antes, y ÉL en un acto de mortificación se había dedicado a juntarlos todos, a acomodarlos en pilas de cuerpos intentando comprender porque había hecho eso…

Por primera vez en todo ese tiempo intento tocar uno de esos cuerpos, pero al acercar su mano la retiro con sorpresa, había visto como su mano ahora era un conjunto de datos sin forma, cual error de computadora

Proteger el mundo digital, había intentado huir de su responsabilidad, de tener que pasar por aquello nuevamente, de ser el único responsable de la destrucción del mundo, comprendió que aquellos recuerdos no le pertenecían, que eran del que lo había orillado a destruir nuevamente el mundo digital

¿Nuevamente?.... una voz cálida, casi mágica, resonó en su cabeza…

REINICIO DE DATOS ACTIVADO….PROGRAMA X EJECUTANDOSE...

por cadejo Lun Nov 14, 2016 3:14 pm

La noche era fría. Estaban en el ecuador del verano, y el campamento se edificó cerca de un lago para combatir las inclemencias del clima. Pero aquella noche no era normal. La neblina se extendió por todo el lugar. Algo le hizo salir de su cabaña. Era el lago. Le estaba llamando, pero era muy tarde asi que no contesto y el lago enojado le dio mala señal de internet por toda la eternidad!!!!

listo gano yo todos los puestos >D viva el abuso de poder y corrupcion!!!!

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Bueno termina el tiempo de entrega, a partir de ahora empieza la votación. Posteen en este mismo tema a quienes les dan sus puntos.

por **Scott Desaster** Lun Nov 14, 2016 8:00 pm

Mis puntos van asignados en este modo:

Yatt: 2 puntos
Roku: 1 punto

por Demyx Vie Nov 18, 2016 6:07 pm

Pues...

Me han gustado todos pero yo le doy mis 3 puntos a mi hermano mayor, Maxi. Su cuento ha sido el que más me ha gustado Concurso: Horror Tales 1036251537

PD: cómo sabes que me gusta lo gore truhán Laughing

por Yoko Littner Dom Nov 20, 2016 9:06 pm

Mis puntos irán repartidos de la siguiente manera:

Roku -> 1 punto

Max -> 1 punto

Demyx -> 1 punto (me recordó un poco a Resident Evil tu cuento xD)

por Hajime Tenga Dom Nov 20, 2016 11:39 pm

Siempre llego tarde para participar en todos los concursos... Bueno, al menos puedo votar.

Dado que dispongo de tres puntos, se repartirán de la siguiente manera y acorde a mis gustos:

Max ``Kenku´´ se lleva 1 punto.

Yoko Littner se lleva 1 punto.

Elith se lleva 1 punto.

Y así acaba mi participación en el concurso.