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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
Relatos de aprendices
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Relatos de aprendices
Sitio: Monte Bancho
Habían pasado casi dos meses desde que Garrod tuvo que regresar al mundo real para ponerse al corriente con sus estudio, y para no causarle más preocupaciones a sus padres con su ausencia. Este cambio no había sido nada sencillo para Gaomon, pero gracias a la ayuda de Leomon y Bearmon, había logrado sobreponerse a la ausencia de su compañero y amigo humano, pues los entrenamientos le permitían mantener la mente ocupada y así no tener pensamientos tristes.
En un principio, Gaomon no pensaba que su maestro, y su aprendiz pudieran ser personajes tan agradables. Leomon había demostrado ser todo un gran maestro con ambos digimon rookie, pues además de exigir disciplina durante las sesiones, también se tomaba muy en serio su responsabilidad de velar por el cuidado de los dos y nunca dejaba de estar al pendiente de ellos en caso de cualquier inconveniente. Es por ello que Gaomon había comenzado a tomarle aprecio a su mentor, incluso disfrutaba de su estadía con él. Aunque con Bearmon era algo totalmente diferente, pues el osezno permanecía en una actitud neutral hacia su nuevo compañero de entrenamiento pese a que ya habían interactuado hace algunos meses durante los incidentes de los ogros. Era como si éste pusiera una muralla con todos aquellos que le rodeaban o trataban de hacer plática con él, siendo Leomon la única excepción a esta regla; con quien parecía ser mucho más abierto todo el tiempo. Aún así, el digimon oso le simpatizaba.
Con el paso de ese lapso de tiempo, Bearmon había comenzado a ponerle aún más entusiasmo a los entrenamientos matutinos con la llegada de Gaomon. Pues el sólo hecho de tener un nuevo acompañante abordo había avivado su interés, ya que no esperaba que el nuevo integrante pudiese seguirle el ritmo con los pocos meses que llevaba en el monte y eso le alegraba bastante; aunque no lo denotaba abiertamente, pero esto no lo había pasado por alto Leomon, puesto que comenzaba a darse cuenta de ello y le alegraba bastante observar que Bearmon hubiese encontrado a un posible camarada; que en aquellos momentos ahora lo veía como un simple rival de combate.
Una noche, después de un extenuante día de entrenamiento, Gaomon y Bearmon se tomaban un muy merecido descanso, aprovechando que Leomon había salido para ayudar a un digimon que solicitó su apoyo. Gaomon se había quedado profundamente dormido a causa del esfuerzo; pero Bearmon en cambio, se encontraba observando la pared de la cueva ya que se sentía sumamente aburrido al no poder acompañar a su maestro para poder disfrutar de la acción, puesto que eso le servía como práctica para poner a prueba lo que aprendía con él. El osezno detestaba estar horas sin poder hacer nada entretenido, pero el estar viendo los muros le permitía olvidarse de algunas visiones que le venían en algunos momentos de lucidez y que llegaban a ponerse peor durante las noches; mismas que a veces no le dejaban dormir muchas veces.
La divagación de Bearmon, pronto se vio interrumpida cuando escuchó un suspiro y un bostezo a su derecha. Se trataba de Gaomon, quien ya había despertado después de una larga y profunda siesta que le devolvió las fuerzas para moverse.
-Si que dormiste mucho, enano.-comentó el digimon ursino, mientras colocaba sus manos detrás de la nuca y se reclinaba contra la pared de la cueva para tratar de ponerse cómodo-Este lugar se había puesto demasiado aburrido con tanto silencio. Pero al menos no estuviste haciendo tanto ruido como hace varias noches.-
-Lo sé, pero aún me cuesta acostumbrarme a estar entrenando casi todo el día.-respondió Gaomon, haciendo de cuenta que no había escuchado el último comentario de Bearmon-Aún siento muy adolorido el cuerpo con todas las rutinas de ejercicio y combate que tenemos durante el día.-replicó el cánido azul mientras se sobaba el brazo izquierdo al momento de moverse un poco. Las molestias aún no habían logrado desaparecer del todo.
-Te terminas por acostumbrar a este estilo con el tiempo.-replicó Bearmon con algo de seriedad.-Cualquier otro digimon hubiera dejado el entrenamiento por lo riguroso que es. Me sorprende que estés resistiendo tanto durante todos estos meses, porque aún te falta mucho para llegar a lo más complicado.-
-Lo que quiero, es volverme más fuerte y tener modo de defenderme ante cualquier peligro.-afirmó Gaomon un tanto serio.-Después de lo que pasó en el incidente con los ogros, no quiero sentirme un inútil en los momentos donde no cuente con la ayuda de Garrod para poder luchar.-
Aquella respuesta terminó por sorprender al propio Bearmon, puesto que esas palabras le recordaban bastante a la ocasión en que le pidió a Leomon que le permitiera ser su aprendiz. De hecho, no esperaba que un digimon emparejado con un humano tuviera ese afán de superarse por cuenta propia, aunque en realidad él no era quien para juzgarlos pues no había tenido oportunidad de conocer a otros grupos de tamers con digimon. Ahora comprendía el porqué Leomon insistía que aún le faltaba mucho camino por recorrer si buscaba convertirse en un mejor individuo.
-¿Sabes algo, enano? No me caes mal, eres un buen compañero.-respondió Bearmon con una ligera sonrisa en el rostro, siendo la primera vez que demostraba éste gesto con él.-Si actué como un matón contigo en algunos entrenamientos, fue porque te tenía envidia.-
-¿Envidia?-preguntó bastante sorprendido el cánido azul.-Comparado contigo yo soy un debilucho, Bearmon. No tengo nada de especial.-
-Sí, pero tú has podido adecuarte al ritmo de los entrenamientos de Leomon, cuando a mí me tomó bastante llegar a seguirle paso y adquirir técnica de combate. Pensé que iba a dejar de entrenarme por haber encontrado a un aprendiz más hábil, y que tampoco le trajera problemas por tonterías.replicó el pequeño digimon color café con voz quebrada y una mirada triste en el rostro.-Eres el aprendiz perfecto.-
Gaomon se encontraba atónito ante la revelación de Bearmon. Ambos digimon infantiles permanecieron en silencio por varios minutos, hasta que el propio Gaomon se levantó algo adolorido hasta donde se encontraba el osezno de gorra morada, para después hincarse y colocar la mano derecha sobre el hombro de éste; cosa que terminó por dejar sorprendido al segundo.
-Puedes ser un terco casi todo el tiempo, pero aún así a Leomon le importas mucho. Eso lo pude ver cuando estuve refugiado en la cueva mientras me recuperaba de mis heridas. Como se porta contigo es muy similar a como Garrod lo hace conmigo.-comentó Gaomon con una sonrisa en el rostro-No deberías ponerte así, y menos cuando estás entre amigos.-
Amigo. Hace muchos años que Beamon había olvidado el significado de esa palabra, por todo lo que había tenido que vivir desde que era muy joven, puesto que sólo conoció la ley de la supervivencia en los años que estuvo viviendo como un digimon callejero; había conocido de primera mano el lado más ruin de las personas en las que llegó a ver como camaradas y eso terminó por hacerlo dudar de todos los desconocidos que intentaran congeniar con él. De hecho, era la primera vez que mostraba su vulnerabilidad ante otra persona que no fuese su maestro, cosa que le pareció extraña ahora que lo pensaba. Gaomon externaba una actitud similar a la de su compañero humano, había una auténtica transparencia en sus acciones desde el inicio, ya que ese interés y preocupación sólo los había visto reflejados en su protector.
-No sé si merezco que seas tan amable conmigo, después de como te he estado tratando.-respondió cabizbajo, aún invadido por la tristeza.-Nadie querría tener como amigo a alguien como yo, porque sólo sé meterme en problemas.-
Gaomon nunca creyó ver tan deprimido a su compañero,
Conociéndonos mejor (Historia en progreso)
Habían pasado casi dos meses desde que Garrod tuvo que regresar al mundo real para ponerse al corriente con sus estudio, y para no causarle más preocupaciones a sus padres con su ausencia. Este cambio no había sido nada sencillo para Gaomon, pero gracias a la ayuda de Leomon y Bearmon, había logrado sobreponerse a la ausencia de su compañero y amigo humano, pues los entrenamientos le permitían mantener la mente ocupada y así no tener pensamientos tristes.
En un principio, Gaomon no pensaba que su maestro, y su aprendiz pudieran ser personajes tan agradables. Leomon había demostrado ser todo un gran maestro con ambos digimon rookie, pues además de exigir disciplina durante las sesiones, también se tomaba muy en serio su responsabilidad de velar por el cuidado de los dos y nunca dejaba de estar al pendiente de ellos en caso de cualquier inconveniente. Es por ello que Gaomon había comenzado a tomarle aprecio a su mentor, incluso disfrutaba de su estadía con él. Aunque con Bearmon era algo totalmente diferente, pues el osezno permanecía en una actitud neutral hacia su nuevo compañero de entrenamiento pese a que ya habían interactuado hace algunos meses durante los incidentes de los ogros. Era como si éste pusiera una muralla con todos aquellos que le rodeaban o trataban de hacer plática con él, siendo Leomon la única excepción a esta regla; con quien parecía ser mucho más abierto todo el tiempo. Aún así, el digimon oso le simpatizaba.
Con el paso de ese lapso de tiempo, Bearmon había comenzado a ponerle aún más entusiasmo a los entrenamientos matutinos con la llegada de Gaomon. Pues el sólo hecho de tener un nuevo acompañante abordo había avivado su interés, ya que no esperaba que el nuevo integrante pudiese seguirle el ritmo con los pocos meses que llevaba en el monte y eso le alegraba bastante; aunque no lo denotaba abiertamente, pero esto no lo había pasado por alto Leomon, puesto que comenzaba a darse cuenta de ello y le alegraba bastante observar que Bearmon hubiese encontrado a un posible camarada; que en aquellos momentos ahora lo veía como un simple rival de combate.
Una noche, después de un extenuante día de entrenamiento, Gaomon y Bearmon se tomaban un muy merecido descanso, aprovechando que Leomon había salido para ayudar a un digimon que solicitó su apoyo. Gaomon se había quedado profundamente dormido a causa del esfuerzo; pero Bearmon en cambio, se encontraba observando la pared de la cueva ya que se sentía sumamente aburrido al no poder acompañar a su maestro para poder disfrutar de la acción, puesto que eso le servía como práctica para poner a prueba lo que aprendía con él. El osezno detestaba estar horas sin poder hacer nada entretenido, pero el estar viendo los muros le permitía olvidarse de algunas visiones que le venían en algunos momentos de lucidez y que llegaban a ponerse peor durante las noches; mismas que a veces no le dejaban dormir muchas veces.
La divagación de Bearmon, pronto se vio interrumpida cuando escuchó un suspiro y un bostezo a su derecha. Se trataba de Gaomon, quien ya había despertado después de una larga y profunda siesta que le devolvió las fuerzas para moverse.
-Si que dormiste mucho, enano.-comentó el digimon ursino, mientras colocaba sus manos detrás de la nuca y se reclinaba contra la pared de la cueva para tratar de ponerse cómodo-Este lugar se había puesto demasiado aburrido con tanto silencio. Pero al menos no estuviste haciendo tanto ruido como hace varias noches.-
-Lo sé, pero aún me cuesta acostumbrarme a estar entrenando casi todo el día.-respondió Gaomon, haciendo de cuenta que no había escuchado el último comentario de Bearmon-Aún siento muy adolorido el cuerpo con todas las rutinas de ejercicio y combate que tenemos durante el día.-replicó el cánido azul mientras se sobaba el brazo izquierdo al momento de moverse un poco. Las molestias aún no habían logrado desaparecer del todo.
-Te terminas por acostumbrar a este estilo con el tiempo.-replicó Bearmon con algo de seriedad.-Cualquier otro digimon hubiera dejado el entrenamiento por lo riguroso que es. Me sorprende que estés resistiendo tanto durante todos estos meses, porque aún te falta mucho para llegar a lo más complicado.-
-Lo que quiero, es volverme más fuerte y tener modo de defenderme ante cualquier peligro.-afirmó Gaomon un tanto serio.-Después de lo que pasó en el incidente con los ogros, no quiero sentirme un inútil en los momentos donde no cuente con la ayuda de Garrod para poder luchar.-
Aquella respuesta terminó por sorprender al propio Bearmon, puesto que esas palabras le recordaban bastante a la ocasión en que le pidió a Leomon que le permitiera ser su aprendiz. De hecho, no esperaba que un digimon emparejado con un humano tuviera ese afán de superarse por cuenta propia, aunque en realidad él no era quien para juzgarlos pues no había tenido oportunidad de conocer a otros grupos de tamers con digimon. Ahora comprendía el porqué Leomon insistía que aún le faltaba mucho camino por recorrer si buscaba convertirse en un mejor individuo.
-¿Sabes algo, enano? No me caes mal, eres un buen compañero.-respondió Bearmon con una ligera sonrisa en el rostro, siendo la primera vez que demostraba éste gesto con él.-Si actué como un matón contigo en algunos entrenamientos, fue porque te tenía envidia.-
-¿Envidia?-preguntó bastante sorprendido el cánido azul.-Comparado contigo yo soy un debilucho, Bearmon. No tengo nada de especial.-
-Sí, pero tú has podido adecuarte al ritmo de los entrenamientos de Leomon, cuando a mí me tomó bastante llegar a seguirle paso y adquirir técnica de combate. Pensé que iba a dejar de entrenarme por haber encontrado a un aprendiz más hábil, y que tampoco le trajera problemas por tonterías.replicó el pequeño digimon color café con voz quebrada y una mirada triste en el rostro.-Eres el aprendiz perfecto.-
Gaomon se encontraba atónito ante la revelación de Bearmon. Ambos digimon infantiles permanecieron en silencio por varios minutos, hasta que el propio Gaomon se levantó algo adolorido hasta donde se encontraba el osezno de gorra morada, para después hincarse y colocar la mano derecha sobre el hombro de éste; cosa que terminó por dejar sorprendido al segundo.
-Puedes ser un terco casi todo el tiempo, pero aún así a Leomon le importas mucho. Eso lo pude ver cuando estuve refugiado en la cueva mientras me recuperaba de mis heridas. Como se porta contigo es muy similar a como Garrod lo hace conmigo.-comentó Gaomon con una sonrisa en el rostro-No deberías ponerte así, y menos cuando estás entre amigos.-
Amigo. Hace muchos años que Beamon había olvidado el significado de esa palabra, por todo lo que había tenido que vivir desde que era muy joven, puesto que sólo conoció la ley de la supervivencia en los años que estuvo viviendo como un digimon callejero; había conocido de primera mano el lado más ruin de las personas en las que llegó a ver como camaradas y eso terminó por hacerlo dudar de todos los desconocidos que intentaran congeniar con él. De hecho, era la primera vez que mostraba su vulnerabilidad ante otra persona que no fuese su maestro, cosa que le pareció extraña ahora que lo pensaba. Gaomon externaba una actitud similar a la de su compañero humano, había una auténtica transparencia en sus acciones desde el inicio, ya que ese interés y preocupación sólo los había visto reflejados en su protector.
-No sé si merezco que seas tan amable conmigo, después de como te he estado tratando.-respondió cabizbajo, aún invadido por la tristeza.-Nadie querría tener como amigo a alguien como yo, porque sólo sé meterme en problemas.-
Gaomon nunca creyó ver tan deprimido a su compañero,
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