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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Imagenes realizadas por Runari Wildy
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Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
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Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Habían pasado 3 días desde cierto incidente, Kagura se hallaba regresando de un viaje de negocios desde América del Norte, es decir, Estados Unidos, fue un viaje largo y tedioso, lo único que habia valido la pena era haber conseguido hacer un excelente trato con algunos productores de café, conseguir mas producto por menor costo y que fuera de gran calidad no era algo que cualquier persona pudiera conseguir, aun que se sentía un poco satisfecho por el gran fruto de sus negociaciones, habia estado de lejos de Alanna en mucho tiempo. La chica por la cual Kagura sonríe cada vez que la recuerda, por alguna razón desde que la conoció se sentía mas feliz, las tristezas del corazón le pesaban menos a su lado.
Tan solo recordar su tierna mirada y su sonrisa no evitaba suspirar. Caminaba por las calles de Japón dirigiéndose a su departamento para descansar, era un poco tarde ya, el sol de habia ocultado hace poco pero las calles ya estaban oscuras, es por eso que Mizuki se pudo desplazar con gran facilidad en la oscuridad, entre las sombras, siguiendo a su tamer de cerca para cuidarlo. Llegaron al edificio, subieron por el ascensor hasta su departamento y cada uno se tumbo en su lugar, Kagura se dejo caer sobre la cama y Mizuki en el sofá.
Había sido agotador el viaje, pero por la mente de Kagura circulaba la sonrosa de Alanna, se pregunto si lo habría extrañado, si noto su ausencia o si quiera lo recordaba, habia intercambiado números telefónicos antes de que ella se fuera de su departamento, pero ninguno se habia atrevido a llamar se aparentemente. Tomo su celular y con el valor que reunió marco a Alanna, no sabia bien para que, pero le valía con escuchar su voz y saber que estaba mejor que la ultima vez que se vieron.
La llamada comenzó normal era un hecho que Kagura se encontraba un poco nervioso, de alguna forma, Alanna era la razón, Kagura habia explicado el motivo de su ausencia, el viaje de negocios y le contó a Alanna algunas graciosas experiencias vividas en aquel continente lejano, sin dejar su timidez a un lado se reia junto a ella con cada historia, paso menos de una hora y la llamada casi finalizaba, sin mas que contar se estaban despidiendo, estaban a punto de colgar para finalizar la llamada, pero Kagura impulsivamente interrumpió la despedida y continuo con un "te gustaría que nos viéramos mañana?" y un "seria una cita..." , los nervios volvieron junto a su temblorosa voz.
Habían acordado en encontrarse en el museo de arte, Kagura sonrió pues su Alanna habia accedido a tener una cita con él. Termino la llamada, se recostó y cerro los ojos y quedo durmiendo con la gran sonrisa en su rostro, el resto de la noche fue agradable para el, sobre todo porque pudo soñar con aquella chica, aquel baile, aquella sonrisa, aquella voz, y aquel beso en ese lugar abandonado, en aquella atracción, ocultos bajo el cielo estrellado, con la luna como testigo.
Tan solo recordar su tierna mirada y su sonrisa no evitaba suspirar. Caminaba por las calles de Japón dirigiéndose a su departamento para descansar, era un poco tarde ya, el sol de habia ocultado hace poco pero las calles ya estaban oscuras, es por eso que Mizuki se pudo desplazar con gran facilidad en la oscuridad, entre las sombras, siguiendo a su tamer de cerca para cuidarlo. Llegaron al edificio, subieron por el ascensor hasta su departamento y cada uno se tumbo en su lugar, Kagura se dejo caer sobre la cama y Mizuki en el sofá.
Había sido agotador el viaje, pero por la mente de Kagura circulaba la sonrosa de Alanna, se pregunto si lo habría extrañado, si noto su ausencia o si quiera lo recordaba, habia intercambiado números telefónicos antes de que ella se fuera de su departamento, pero ninguno se habia atrevido a llamar se aparentemente. Tomo su celular y con el valor que reunió marco a Alanna, no sabia bien para que, pero le valía con escuchar su voz y saber que estaba mejor que la ultima vez que se vieron.
La llamada comenzó normal era un hecho que Kagura se encontraba un poco nervioso, de alguna forma, Alanna era la razón, Kagura habia explicado el motivo de su ausencia, el viaje de negocios y le contó a Alanna algunas graciosas experiencias vividas en aquel continente lejano, sin dejar su timidez a un lado se reia junto a ella con cada historia, paso menos de una hora y la llamada casi finalizaba, sin mas que contar se estaban despidiendo, estaban a punto de colgar para finalizar la llamada, pero Kagura impulsivamente interrumpió la despedida y continuo con un "te gustaría que nos viéramos mañana?" y un "seria una cita..." , los nervios volvieron junto a su temblorosa voz.
Habían acordado en encontrarse en el museo de arte, Kagura sonrió pues su Alanna habia accedido a tener una cita con él. Termino la llamada, se recostó y cerro los ojos y quedo durmiendo con la gran sonrisa en su rostro, el resto de la noche fue agradable para el, sobre todo porque pudo soñar con aquella chica, aquel baile, aquella sonrisa, aquella voz, y aquel beso en ese lugar abandonado, en aquella atracción, ocultos bajo el cielo estrellado, con la luna como testigo.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :255Ficha :Nivel On Rol :PerfectNivel On Rol de los Digi Aliados :Kiseki: ChampionIcono :Rango y Unidad :Kagura Tenshi
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: East Blue Dragon
Renamon (Mizuki)
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: East Blue DragonInventario :
Kagura Tenshi
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Paseaba por su cuarto guardando la ropa ya limpia y planchada, el vestido roto había quedado en el cesto de costura, no para arreglarlo, si no para convertirlo en algo nuevo, después de todo, a Alanna le gustaba bastante coser. Tomó el bajo roto mirándolo desde la percha. Aun no había tenido noticias de él desde que había vuelto a casa hacía ya tres días. Habían intercambiado números de teléfono y habían prometido llamarse. Él se iba de viaje de negocios, tan ocupado como debía estar con su compañía, y no había querido molestarlo, así que no se había atrevido a mandarle ni siquiera un mensaje, para que no pensara que era pesada, pero había estado en su cabeza durante todo el tiempo.
Sonrojada, tocó la marca que tenía en su cuello, aun le duraba el chupetón que le había hecho cuando estuvo en su cama, y la sensación de cosquilleo en los labios, las mejillas, la espalda, y allí donde la habían acariciado sus manos seguía, también patente. Suspiró, había tenido el movil pegado a ella los tres días, esperando, como una tonta, que sonara y fuera él, pero no había podido ser, había llamado Sigrun, gente de la revista, un par de amigos fotógrafos, y los del refujio de animales, pero no había sabido nada de Kagura.
A penas eran las 9 de la noche cuando el teléfono sonó desde el salón. Alzó la vista y salió corriendo del cuarto tropezando varias veces, acabando con una camiseta enredada en el pelo ante la mirada sorprendida de Cat que, frente al ordenador de Alanna, miraba las fotos que había dejado por arreglar. Desde el suelo, Alanna miró la pantalla del teléfono, que a penas había dado tres tonos, leyó el nombre, Kagura. Se sonrojó instantaneamente, y, nerviosa, cogió la llamada.
- ¿Hola?- saludó nerviosa.- buenos días.- sonrió con voz dulce.- Bienvenido a casa.-dijo antes de que comenzasen a hablar como si se conocieran de toda la vida. Estaba claro que, de algún modo, había una conexión entre ellos, podía llamarse de mil maneras, pero era palpable. No era fácil sentirse tan cómodo con alguien a quien se conocía de tan poco tiempo. Estuvieron hablando cerca de una hora sin que resultase raro o incómodo. Alanna, sentada en el suelo, con la espalda en el bajo del sofá, sonreía con dulzura, se sentía bien escuchar su voz, profunda, calmada, baja, era agradable, y cuando el reloj de su ordenador marcaba ya casi la hora de comer, sonó una pregunta que la dejó sin palabras, y contestó demasiado rápido, con la voz demasiado alta.- ¡Sí!- exclamó.- es... es decir, sí, me encantaría.- se corrijió con más calma.- Hasta mañana.- se despidió con suavidad, colgando el teléfono y dejándolo caer en su mano, mientras la otra cubría su boca. Tenía las mejillas totalmente sonrojadas.
Se apresuró a arreglar la casa, no quería tener nada que hacer mañana, sería sábado, así que no tenía que ir al trabajo ni debia estudiar, había quedado con la protectora, pero podría ir por la tarde o el domingo, no podía perder la oportunidad de ver al chico. Cat la observaba, mucho más tranquila, parecía que, desde que se transformaron, había aceptado con sencillez los nervios y la torpeza de Alanna, seguía siendo crítica, pero nada en comparación con antes, ni siquiera había hecho comentarios de los sucesos en casa de Kagura, probablemente porque no solamete habían logrado encontrar a Kazemon, si no porque dos datas más habían pasado a formar parte de su digicodigo.
Cuando, tras cenar y arreglarlo todo, se sentó frente a ella como si fuera una profesora, aun nerviosa, con los ojos brillantes y las mejillas coloradas, Cat la miró con aires tranquilos y suspiró pesadamente, mirándola de reojo, parecía aburrida de la televisión, que le había dejado encendida, no sabía que hacía Cat cuando desaparecía de la pantalla, ahora, la gatomón había dejado atrás esa forma, y se mostraba ante ella, siempre, como Kazemon.
- Cat, ¿qué hago?- preguntó con nervio.
- Esta claro que le gustas.- comentó mirando con cierta desaprobación el chupetón, ya algo amarillento, de su cuello, que Alanna se cubrió, tímida, con la mano.- así que relajate, te ha llamado, ¿no? Pues ponte uno de esos vestidos que usas siempre, aunque tendrías que comenzar a pensar en llevar más pantalones, porque con ese chico, visto lo visto.- otra vez miró el chupetón.- no se sabe dónde y qué acabarás haciendo, demasiado rápido será si llevas vestido siempre...
- ¡CAT!- Exclamó Alanna a modo de protesta con el rojo incluso en las orejas, menuda mente más verde la de esa gata, antes no era así.
- Perdón... pero piénsatelo, pantalones.- dijo la hada con gafas sicodélicas.- ponte uno de esos vestidos, cubrete el cuello, y relajate, irá todo sobre ruedas. Y alejate de superficies horizontales.- aconsejó, no era broma.
- ¡Cat!- volvió a regañarla.
- Bueno bueno, ¿más tranquila?- Le preguntó rodando los ojos.
Alanna asintió, poco agradecida, nerviosa por las insinuaciones de la digimon, y se sentó en el sofá, cubriédose las piernas con una manta, leyendo un libro mientras su gatita, se sentaba sobre su regazo y se itroducía en la manta para no tener frío. Alanna sonrió a Kitty, y siguió leyendo. El día siguiente prometía mucho.
Sonrojada, tocó la marca que tenía en su cuello, aun le duraba el chupetón que le había hecho cuando estuvo en su cama, y la sensación de cosquilleo en los labios, las mejillas, la espalda, y allí donde la habían acariciado sus manos seguía, también patente. Suspiró, había tenido el movil pegado a ella los tres días, esperando, como una tonta, que sonara y fuera él, pero no había podido ser, había llamado Sigrun, gente de la revista, un par de amigos fotógrafos, y los del refujio de animales, pero no había sabido nada de Kagura.
A penas eran las 9 de la noche cuando el teléfono sonó desde el salón. Alzó la vista y salió corriendo del cuarto tropezando varias veces, acabando con una camiseta enredada en el pelo ante la mirada sorprendida de Cat que, frente al ordenador de Alanna, miraba las fotos que había dejado por arreglar. Desde el suelo, Alanna miró la pantalla del teléfono, que a penas había dado tres tonos, leyó el nombre, Kagura. Se sonrojó instantaneamente, y, nerviosa, cogió la llamada.
- ¿Hola?- saludó nerviosa.- buenos días.- sonrió con voz dulce.- Bienvenido a casa.-dijo antes de que comenzasen a hablar como si se conocieran de toda la vida. Estaba claro que, de algún modo, había una conexión entre ellos, podía llamarse de mil maneras, pero era palpable. No era fácil sentirse tan cómodo con alguien a quien se conocía de tan poco tiempo. Estuvieron hablando cerca de una hora sin que resultase raro o incómodo. Alanna, sentada en el suelo, con la espalda en el bajo del sofá, sonreía con dulzura, se sentía bien escuchar su voz, profunda, calmada, baja, era agradable, y cuando el reloj de su ordenador marcaba ya casi la hora de comer, sonó una pregunta que la dejó sin palabras, y contestó demasiado rápido, con la voz demasiado alta.- ¡Sí!- exclamó.- es... es decir, sí, me encantaría.- se corrijió con más calma.- Hasta mañana.- se despidió con suavidad, colgando el teléfono y dejándolo caer en su mano, mientras la otra cubría su boca. Tenía las mejillas totalmente sonrojadas.
Se apresuró a arreglar la casa, no quería tener nada que hacer mañana, sería sábado, así que no tenía que ir al trabajo ni debia estudiar, había quedado con la protectora, pero podría ir por la tarde o el domingo, no podía perder la oportunidad de ver al chico. Cat la observaba, mucho más tranquila, parecía que, desde que se transformaron, había aceptado con sencillez los nervios y la torpeza de Alanna, seguía siendo crítica, pero nada en comparación con antes, ni siquiera había hecho comentarios de los sucesos en casa de Kagura, probablemente porque no solamete habían logrado encontrar a Kazemon, si no porque dos datas más habían pasado a formar parte de su digicodigo.
Cuando, tras cenar y arreglarlo todo, se sentó frente a ella como si fuera una profesora, aun nerviosa, con los ojos brillantes y las mejillas coloradas, Cat la miró con aires tranquilos y suspiró pesadamente, mirándola de reojo, parecía aburrida de la televisión, que le había dejado encendida, no sabía que hacía Cat cuando desaparecía de la pantalla, ahora, la gatomón había dejado atrás esa forma, y se mostraba ante ella, siempre, como Kazemon.
- Cat, ¿qué hago?- preguntó con nervio.
- Esta claro que le gustas.- comentó mirando con cierta desaprobación el chupetón, ya algo amarillento, de su cuello, que Alanna se cubrió, tímida, con la mano.- así que relajate, te ha llamado, ¿no? Pues ponte uno de esos vestidos que usas siempre, aunque tendrías que comenzar a pensar en llevar más pantalones, porque con ese chico, visto lo visto.- otra vez miró el chupetón.- no se sabe dónde y qué acabarás haciendo, demasiado rápido será si llevas vestido siempre...
- ¡CAT!- Exclamó Alanna a modo de protesta con el rojo incluso en las orejas, menuda mente más verde la de esa gata, antes no era así.
- Perdón... pero piénsatelo, pantalones.- dijo la hada con gafas sicodélicas.- ponte uno de esos vestidos, cubrete el cuello, y relajate, irá todo sobre ruedas. Y alejate de superficies horizontales.- aconsejó, no era broma.
- ¡Cat!- volvió a regañarla.
- Bueno bueno, ¿más tranquila?- Le preguntó rodando los ojos.
Alanna asintió, poco agradecida, nerviosa por las insinuaciones de la digimon, y se sentó en el sofá, cubriédose las piernas con una manta, leyendo un libro mientras su gatita, se sentaba sobre su regazo y se itroducía en la manta para no tener frío. Alanna sonrió a Kitty, y siguió leyendo. El día siguiente prometía mucho.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :41Ficha :Cronologia :Nivel On Rol :Rookie Spirit
Alanna Tale
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Era sábado por la mañana, el cielo por esta vez parecía algo mas complaciente ante la felicidad de Kagura, pues estaba despejado y el sol brillaba espléndidamente, las aves cantaban incluso casi con la misma alegría que el corazón de Kagura latía, las blancas nubes se movían en basto cielo azul, era un dia perfecto, Kagura se encontraba camino al Museo de Arte, lugar donde habia quedado con Alanna, vestía una playera blanca holgada, su chaqueta de cuerpo; pues a pesar de que no nevara, aun se sentía el fresco y habia nieve por las nevadas de los días anteriores. También llevaba unas botas de cuero negro y pantalones de mezclilla, incluso llevaba la bufanda roja la cual fue el ultimo obsequio que le dio su pequeña hermana antes de que lo echaran sus padres de casa ya hace tiempo.
Caminaba por las calles con una pequeña sonrisa y sus mejillas se hallaban ruborizadas, se debía como siempre al simple hecho de estar pensando en Alanna, ¿que llevaría puesto?, ¿cual seria la expresión de su rostro al verlo?, ¿que pasaría durante la cita?, simplemente era un adulto joven emocionado, después de todo aun que no lo creyeran algunos, esta era la primera cita para él, habia llegado al área comercial, antes de legar a la zona cultural donde se encontraba el museo, alentó el paso hasta parar donde habían algunos puestos ambulantes, uno era de flores, otros de dulces y otro mas de peluches, pensó que podría llevarle algo Alanna, posiblemente algo que le gustara, solo que no le habia quedado claro que podría llevarle exactamente, no quería lucir desesperado.
Lamentablemente su pensamiento se volvió a nublar por la emoción, termino comprando un enorme ramo de flores, rosas rojas para ser preciso, después una pequeña caja de chocolates de una marca en concreta, una que recordó que le gustaban mucho a su madre y hermana, pues era de una compañía chocolatera de Suiza, finalmente paso por el puesto de peluches, observo cada muñeco, peluche y figura que estuviera en el local, fijo su mirada sobre uno en especia, era un pequeño lobo gris de ojos rojos, lo tomo en mano y lo pago, siguió su camino hacia el museo, iba temprano, pues decidió que esperaría a Alanna en el lugar para sorprenderla.
Llego al lugar poco antes de la hora acordada, quedo recargando su espalda contra un monumento que quedaba frente al museo, con el ramo de rosas en mano, la caja de chocolates oculta en el bolsillo interior de su chaqueta y con el peluche del lobo gris en otra mano, se encontraba nervioso y emocionado, esperando a que Alanna apareciera en el lugar para darle los obsequios e ir al Museo, la zona era poco transitada, no eran mas que algunos turistas los cuales se acercaban a tomar fotos al lugar, a pasar a los recorridos, o simplemente a seguir los demás como oveja del rebaño por el simple hecho de no tener nada mas que hacer.
El tiempo pasaba y Alanna no llegaba, Kagura comenzaba a pensar si tal vez no vendría, estaba cada vez mas nervioso que antes, la mañana habia pasado casi por completo, faltaba apenas una hora para que la tarde empezara, Mizuki, quien habia seguía a su tamer de cerca, estaba oculta tras unos arbustos del lugar, lucia un tanto molesta, pues no podía creer su tamer se marchara sin decirle nada al respecto, si bien era algo que Kagura se quería reservar, habia olvidado que ya no podría tener una vida "normal" como cualquier otra persona, habia peligros que rodeaban a aquel chico, era algo que Kagura habia olvidado este día pero que Mizuki tenia muy presente y por ello lo siguió para cuidarlo.
Caminaba por las calles con una pequeña sonrisa y sus mejillas se hallaban ruborizadas, se debía como siempre al simple hecho de estar pensando en Alanna, ¿que llevaría puesto?, ¿cual seria la expresión de su rostro al verlo?, ¿que pasaría durante la cita?, simplemente era un adulto joven emocionado, después de todo aun que no lo creyeran algunos, esta era la primera cita para él, habia llegado al área comercial, antes de legar a la zona cultural donde se encontraba el museo, alentó el paso hasta parar donde habían algunos puestos ambulantes, uno era de flores, otros de dulces y otro mas de peluches, pensó que podría llevarle algo Alanna, posiblemente algo que le gustara, solo que no le habia quedado claro que podría llevarle exactamente, no quería lucir desesperado.
Lamentablemente su pensamiento se volvió a nublar por la emoción, termino comprando un enorme ramo de flores, rosas rojas para ser preciso, después una pequeña caja de chocolates de una marca en concreta, una que recordó que le gustaban mucho a su madre y hermana, pues era de una compañía chocolatera de Suiza, finalmente paso por el puesto de peluches, observo cada muñeco, peluche y figura que estuviera en el local, fijo su mirada sobre uno en especia, era un pequeño lobo gris de ojos rojos, lo tomo en mano y lo pago, siguió su camino hacia el museo, iba temprano, pues decidió que esperaría a Alanna en el lugar para sorprenderla.
Llego al lugar poco antes de la hora acordada, quedo recargando su espalda contra un monumento que quedaba frente al museo, con el ramo de rosas en mano, la caja de chocolates oculta en el bolsillo interior de su chaqueta y con el peluche del lobo gris en otra mano, se encontraba nervioso y emocionado, esperando a que Alanna apareciera en el lugar para darle los obsequios e ir al Museo, la zona era poco transitada, no eran mas que algunos turistas los cuales se acercaban a tomar fotos al lugar, a pasar a los recorridos, o simplemente a seguir los demás como oveja del rebaño por el simple hecho de no tener nada mas que hacer.
El tiempo pasaba y Alanna no llegaba, Kagura comenzaba a pensar si tal vez no vendría, estaba cada vez mas nervioso que antes, la mañana habia pasado casi por completo, faltaba apenas una hora para que la tarde empezara, Mizuki, quien habia seguía a su tamer de cerca, estaba oculta tras unos arbustos del lugar, lucia un tanto molesta, pues no podía creer su tamer se marchara sin decirle nada al respecto, si bien era algo que Kagura se quería reservar, habia olvidado que ya no podría tener una vida "normal" como cualquier otra persona, habia peligros que rodeaban a aquel chico, era algo que Kagura habia olvidado este día pero que Mizuki tenia muy presente y por ello lo siguió para cuidarlo.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :255Ficha :Nivel On Rol :PerfectNivel On Rol de los Digi Aliados :Kiseki: ChampionIcono :Rango y Unidad :Kagura Tenshi
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: East Blue Dragon
Renamon (Mizuki)
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: East Blue DragonInventario :
Kagura Tenshi
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Salió apresurada del baño tras secarse el pelo y dejó caer la toalla en el suelo de su cuarto mientras comenzaba a vestirse apresuradamente. Se había dormido, había estado tan nerviosa la noche anterior que le había costado dormirse, le había costado mucho, demasiado. Y, al final, cuando lo había logrado, había estado tan a gusto que se había dormido. Aun le quedaba algo de tiempo como para llegar a la cita, pero aun así necesitaba apresurarse.
Subió las medias, se metió dentro del vestido rojo de manga larga y se cubrió las ojeras con algo de maquillaje y se miró en el espejo, no había quedado mal. Giró hacia uno y otro lado, la falda no era excesivamente corta, por las rodillas, el vuelo de la falda envolvía las piernas, la cintura quedaba envuelta por la cascada que formaba la falda, cubrió el ligero escote redondo con una bufanda blanca y se puso un abrigo de color canela para, a continuación, salir disparada bolso en mano. Cerró con llave y revisó el eléfono, podía llegar a tiempo.
Corrió por la calle subida en sus botines de tacón, mientras ponía las manos dentro de sus guantes, el viento frío azotaba su pelo, que, suelto, se enredaba. Pasó frente a una tienda de magia y se quedó mirando, por un instante, el escaparate, donde estaba expuesta una funda para cartas de color rojo y plateado. Se detuvo un momento, dudosa, y siguió hacia delante, pero a penas había avanzado unos pasos cuando volvió hacia atrás. Respiró hondo y entró en la tienda.
Era un local pequeño y viejo, una tienda clásica, casi sacada de una pelicula. Tras el mostrador, un anciano la saludó con amabilidad preguntandole que quería. Cuando le pidió la funda, el hombre asintió con sencillez, al parecer solo tenía una en ese color. Sonrió pagando por ella y la metió en el bolso dentro del sobre de color donde la introdujo el hombre. Salió deseándole buen día y miró de nuevo el movil, ahora si llegaba tarde. Corrió por la calle hacia el museo, si no se hubiera detenido en la tienda habría llegado a la hora, pero ya no podía hacer nada.
Lo vio esperando y se acercó a él saludándolo con la mano, aun con paso acelerado y respiración cansada. Esperaba que no hubiera estado esperando demasiado, a penas habían pasado cinco minutos desde la hora de la cita, pero cuando se espera el tiempo parece pasar mucho más lento. Al llegar frente a él, respiró hondo, sus mejillas y nariz rojas por el frío, aumentaron el tono al verlo frente a ella. Sonrió.
- Hola.- le saludó con suavidad.- lo siento, llego tarde, ¿llevas esperando mucho tiempo?- le preguntó disculpándose.
Subió las medias, se metió dentro del vestido rojo de manga larga y se cubrió las ojeras con algo de maquillaje y se miró en el espejo, no había quedado mal. Giró hacia uno y otro lado, la falda no era excesivamente corta, por las rodillas, el vuelo de la falda envolvía las piernas, la cintura quedaba envuelta por la cascada que formaba la falda, cubrió el ligero escote redondo con una bufanda blanca y se puso un abrigo de color canela para, a continuación, salir disparada bolso en mano. Cerró con llave y revisó el eléfono, podía llegar a tiempo.
Corrió por la calle subida en sus botines de tacón, mientras ponía las manos dentro de sus guantes, el viento frío azotaba su pelo, que, suelto, se enredaba. Pasó frente a una tienda de magia y se quedó mirando, por un instante, el escaparate, donde estaba expuesta una funda para cartas de color rojo y plateado. Se detuvo un momento, dudosa, y siguió hacia delante, pero a penas había avanzado unos pasos cuando volvió hacia atrás. Respiró hondo y entró en la tienda.
Era un local pequeño y viejo, una tienda clásica, casi sacada de una pelicula. Tras el mostrador, un anciano la saludó con amabilidad preguntandole que quería. Cuando le pidió la funda, el hombre asintió con sencillez, al parecer solo tenía una en ese color. Sonrió pagando por ella y la metió en el bolso dentro del sobre de color donde la introdujo el hombre. Salió deseándole buen día y miró de nuevo el movil, ahora si llegaba tarde. Corrió por la calle hacia el museo, si no se hubiera detenido en la tienda habría llegado a la hora, pero ya no podía hacer nada.
Lo vio esperando y se acercó a él saludándolo con la mano, aun con paso acelerado y respiración cansada. Esperaba que no hubiera estado esperando demasiado, a penas habían pasado cinco minutos desde la hora de la cita, pero cuando se espera el tiempo parece pasar mucho más lento. Al llegar frente a él, respiró hondo, sus mejillas y nariz rojas por el frío, aumentaron el tono al verlo frente a ella. Sonrió.
- Hola.- le saludó con suavidad.- lo siento, llego tarde, ¿llevas esperando mucho tiempo?- le preguntó disculpándose.
- Tamer & Digimon
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Alanna Tale
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
La espera habia valido la pena, pues Alanna habia llegado al lugar, sin duda alguna seguía tan hermosa como siempre, Kagura no pudo evitar sonreír calidamente al verla y le devolvió el saludo, el rostro de Kagura volvió a tornarse rojo, era imposible que fuera por el frió del clima, el estaba acostumbrado a los climas fríos, mas bien era por el simple hecho de tener a Alanna tan cerca de él, por un momento pensó que nada podría ser mas perfecto para él, que estar tomados de las manos, lamentablemente aun tenia sus manos ocupadas por las cosas que sostenía.
Hola. - Sonrió radiante mientras la saludaba. - Ammm... no, descuida no paso tanto tiempo al final y al cabo. - Decía mientras la observaba a los ojos, si bien era un poco tarde, no era como para que Kagura se molestara para nada con ella, lo primero que hizo fue darle el ramo de flores, las rosas rojas, la miro nuevamente a los ojos y quiso decirle algo pero se apeno y simplemente dijo algo sencillo.- Son para ti... - desvió un poco la mirada un tanto apenado, era la primera vez que actuaba tan detallista con una chica, después puso el peluche de lobo gris y ojos rojos frente a ella. - Pensé... que te gustaría, así que te lo traje. - Seguía un poco apenado, finalizo por sacar la caja de chocolates y de igual forma se la dio mientras ocultaba su mirada bajo el fleco de su pelo plateado, sus mejillas estaban muy rojas, definitivamente estaba muy apenado y nervioso de saber que pensaría Alanna, la caja de chocolates después de todo, era hecha con un cartón rojo, y tenia forma de corazón, solo un listón dorado evitaba que la caja se pudiera abrir con facilidad.
Esperaba con toda sinceridad que le fueran de agrado los regalos a Alanna, quedo sonriente esperando alguna reacción en el rostro de la chica para saber si todo fue de su agrado, si bien no estaba muy nervioso por saber si hizo bien regalarle esas cosas, estaba preocupado por que algo le arruinara el momento y es que no paso mucho tiempo antes de que notara la presencia de Mizuki quien oculta en un arbusto, lo observaba como siempre desde las sombras, solo podía suplicar al cielo por que no se fuera a entrometer y ahuyentar a Alanna.
Pasaron unos 5 minutos entre la pequeña conversación de Kagura y Alanna, mientras tanto Mizuki los seguía de cerca en lo que se adentraban al museo de arte, Kagura como buen chico le ofreció a Alanna su brazo para que lo sujetara, aun seguía apenado pero estaba ansioso por sentir nuevamente el cuerpo de Alanna junto a él, habían entrado a un viejo edificio, en sus paredes colgaban algunas pinturas asiáticas, jarrones de cerámica, estatuas y otras cosas mas, incluso habia algunas espadas, esto se debía a que incluso la forja de metales se consideraba todo un arte antes.
A Kagura en especial le encantaba esta seccion, se la paso la mayor parte del tiempo mirando las viejas espadas, incluso una pequeña sonrisa brotaba mientras las admiraba, le comenzo a explicar a Alanna la historia de algunas espadas, los mitos y leyendas, tambien expicarle el como es que se creaban, posiblemente solo queria impresionarla de alguna forma, pero nunca perdio su sonrisa mientras ella estuviera cerca, Mizuki habia entrado con su aspecto de humana, incluso comenzo a atraer la atencion de algunos humano masculinos del lugar, sin duda alguna estaba muy molesta por tanta atencion dirigida a ella, era demasiado tedioso tratar de avanzar y seguir a la pareja feliz.
Hola. - Sonrió radiante mientras la saludaba. - Ammm... no, descuida no paso tanto tiempo al final y al cabo. - Decía mientras la observaba a los ojos, si bien era un poco tarde, no era como para que Kagura se molestara para nada con ella, lo primero que hizo fue darle el ramo de flores, las rosas rojas, la miro nuevamente a los ojos y quiso decirle algo pero se apeno y simplemente dijo algo sencillo.- Son para ti... - desvió un poco la mirada un tanto apenado, era la primera vez que actuaba tan detallista con una chica, después puso el peluche de lobo gris y ojos rojos frente a ella. - Pensé... que te gustaría, así que te lo traje. - Seguía un poco apenado, finalizo por sacar la caja de chocolates y de igual forma se la dio mientras ocultaba su mirada bajo el fleco de su pelo plateado, sus mejillas estaban muy rojas, definitivamente estaba muy apenado y nervioso de saber que pensaría Alanna, la caja de chocolates después de todo, era hecha con un cartón rojo, y tenia forma de corazón, solo un listón dorado evitaba que la caja se pudiera abrir con facilidad.
Esperaba con toda sinceridad que le fueran de agrado los regalos a Alanna, quedo sonriente esperando alguna reacción en el rostro de la chica para saber si todo fue de su agrado, si bien no estaba muy nervioso por saber si hizo bien regalarle esas cosas, estaba preocupado por que algo le arruinara el momento y es que no paso mucho tiempo antes de que notara la presencia de Mizuki quien oculta en un arbusto, lo observaba como siempre desde las sombras, solo podía suplicar al cielo por que no se fuera a entrometer y ahuyentar a Alanna.
Pasaron unos 5 minutos entre la pequeña conversación de Kagura y Alanna, mientras tanto Mizuki los seguía de cerca en lo que se adentraban al museo de arte, Kagura como buen chico le ofreció a Alanna su brazo para que lo sujetara, aun seguía apenado pero estaba ansioso por sentir nuevamente el cuerpo de Alanna junto a él, habían entrado a un viejo edificio, en sus paredes colgaban algunas pinturas asiáticas, jarrones de cerámica, estatuas y otras cosas mas, incluso habia algunas espadas, esto se debía a que incluso la forja de metales se consideraba todo un arte antes.
A Kagura en especial le encantaba esta seccion, se la paso la mayor parte del tiempo mirando las viejas espadas, incluso una pequeña sonrisa brotaba mientras las admiraba, le comenzo a explicar a Alanna la historia de algunas espadas, los mitos y leyendas, tambien expicarle el como es que se creaban, posiblemente solo queria impresionarla de alguna forma, pero nunca perdio su sonrisa mientras ella estuviera cerca, Mizuki habia entrado con su aspecto de humana, incluso comenzo a atraer la atencion de algunos humano masculinos del lugar, sin duda alguna estaba muy molesta por tanta atencion dirigida a ella, era demasiado tedioso tratar de avanzar y seguir a la pareja feliz.
- Tamer & Digimon
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Renamon (Mizuki)
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Kagura Tenshi
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Vio al acercarse que Kagura sostenía un ramo con rosas en brazos, una caja en forma de corazón y un peluche. Comenzó a ponerse nerviosa, era un chico muy dulce, esperaba que, de veras, no la hubiera esperado demasiado tiempo. Pensaba que, a pesar de haber tardado tanto en llegar, no había valido la pena el que la esperase, se debería haber levantado antes y haber tenido más cuidado de su pelo. Él estaba tan guapo que sentía que desentonaba a su lado, había alguna que otra persona mirándolos, lógicamente, era afortunada de haber podido quedar con él.
- Gracias, son preciosas.- Sonrió con dulzura al recibir las flores y las olió. Tenían un aroma dulce, complejo, justo como Kagura. A Alanna le encantaban las flores, sus preferidas eran las margaritas, alegres y sencillas, pero no podía evitar fijarse en la elegancia y la belleza de una rosa. Se dispuso a sacar el estuche de cartas que había cogido para él, alegrándose de haberse detenido esos cinco minutos aunque eso la hubiera hecho llegar tarde pero no pudo, recibió la caja de bombones entre tartamudeos y sonrió ante su timidez, roja.- Muchas gracias.- los guardó en su bolso y le dio un beso en la mejilla, con las mejillas de color. Fue a entregarle el regalo, pero ya no pudo, entraron al museo aislándose del frío.
Las obras pasaban frente a ellos mientras Kagura se explayaba en las explicaciones y Alanna sonreía. Sabía bien los datos que él le daba. Pero lo veía tan entusiasmado que prefería guardar silencio y dejarlo hablar mientras recorrían el museo. Estaba prohibido sacar fotos, pero era tan bonito que en cuanto volviera a la redacción propondría un artículo sobre él solo para tener el honor de poder hacer fotos del lugar vacío.
El día parecía perfecto, nadie les interrumpía ni molestaba, Cat, tranquila con la presencia del joven, o medio tranquila, al menos, descansaba en su bolso sin molestarse en decir nada, ni interrumpir, probablemente ni estaría escuchándolos hablar, con las voces apagadas por la tela del bolso. Mientras caminaban, intentó, tímidamente, tomar la mano de Kagura, que, al no verla, se alejaba dejándola con la mano en el aire.
Hasta tres veces lo intentó hasta que logró rozar sus dedos y, finalmente, cogérselos con los suyos. Lo miró con una sonrisa tímida, y se acercó algo más enredando los dedos con los suyos, y andando, así, a su lado. Las obras pasaron frente a ellos con velocidad mientras las espadas, las armas y las armaduras se sucedían junto a manuscritos y pinturas. Un par de horas después, ya habían salido de allí y estaban sentados en una cafetería junto al museo.
Alanna había pedido un café caliente, y se calentaba las manos con la taza mientras olía el vapor del café subiendo hasta la nariz, la charla era tranquila y entretenida, hasta que le sonó el teléfono y el número de la protectora apareció en la pantalla. Se disculpó un momento con Kagura y tomó el teléfono. La protectora había recibido el correo, pero no tenían otro día para poder hacer las fotos a los animales. Alanna suspiró con cara molesta, no quería acabar la cita, no tan pronto, pero solo podía hacer una cosa y no sabía si a Kagura le gustaban los animales.
- Esto... ¿Te gustan los perros?- preguntó- Es que colaboro con una protectora, y les había dicho que haría fotos para su web, pero al parecer esta semana tienen una convención y no pueden crear otro día.- intentó explicarse.- ¿Te gustaría venir conmigo? No tardaremos más de una hora.- prometió.
- Gracias, son preciosas.- Sonrió con dulzura al recibir las flores y las olió. Tenían un aroma dulce, complejo, justo como Kagura. A Alanna le encantaban las flores, sus preferidas eran las margaritas, alegres y sencillas, pero no podía evitar fijarse en la elegancia y la belleza de una rosa. Se dispuso a sacar el estuche de cartas que había cogido para él, alegrándose de haberse detenido esos cinco minutos aunque eso la hubiera hecho llegar tarde pero no pudo, recibió la caja de bombones entre tartamudeos y sonrió ante su timidez, roja.- Muchas gracias.- los guardó en su bolso y le dio un beso en la mejilla, con las mejillas de color. Fue a entregarle el regalo, pero ya no pudo, entraron al museo aislándose del frío.
Las obras pasaban frente a ellos mientras Kagura se explayaba en las explicaciones y Alanna sonreía. Sabía bien los datos que él le daba. Pero lo veía tan entusiasmado que prefería guardar silencio y dejarlo hablar mientras recorrían el museo. Estaba prohibido sacar fotos, pero era tan bonito que en cuanto volviera a la redacción propondría un artículo sobre él solo para tener el honor de poder hacer fotos del lugar vacío.
El día parecía perfecto, nadie les interrumpía ni molestaba, Cat, tranquila con la presencia del joven, o medio tranquila, al menos, descansaba en su bolso sin molestarse en decir nada, ni interrumpir, probablemente ni estaría escuchándolos hablar, con las voces apagadas por la tela del bolso. Mientras caminaban, intentó, tímidamente, tomar la mano de Kagura, que, al no verla, se alejaba dejándola con la mano en el aire.
Hasta tres veces lo intentó hasta que logró rozar sus dedos y, finalmente, cogérselos con los suyos. Lo miró con una sonrisa tímida, y se acercó algo más enredando los dedos con los suyos, y andando, así, a su lado. Las obras pasaron frente a ellos con velocidad mientras las espadas, las armas y las armaduras se sucedían junto a manuscritos y pinturas. Un par de horas después, ya habían salido de allí y estaban sentados en una cafetería junto al museo.
Alanna había pedido un café caliente, y se calentaba las manos con la taza mientras olía el vapor del café subiendo hasta la nariz, la charla era tranquila y entretenida, hasta que le sonó el teléfono y el número de la protectora apareció en la pantalla. Se disculpó un momento con Kagura y tomó el teléfono. La protectora había recibido el correo, pero no tenían otro día para poder hacer las fotos a los animales. Alanna suspiró con cara molesta, no quería acabar la cita, no tan pronto, pero solo podía hacer una cosa y no sabía si a Kagura le gustaban los animales.
- Esto... ¿Te gustan los perros?- preguntó- Es que colaboro con una protectora, y les había dicho que haría fotos para su web, pero al parecer esta semana tienen una convención y no pueden crear otro día.- intentó explicarse.- ¿Te gustaría venir conmigo? No tardaremos más de una hora.- prometió.
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Alanna Tale
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Kagura no sabia que responder exactamente, el nunca antes habia tenido una mascota, no sabría si seria buena idea, dudo por un momento si seguir adelante y acompañarla o posponer la cita, la miro a los ojos, dio un sorbo a un chocolate caliente que bebía, lo volvió a pensar, asintió con la cabeza accediendo a acompañarla no perdería nada con intentarlo, después de todo ¿que tan complicado seria estar entre unos cuantos animales? , romántico tal vez no seria, pero interesante si, siguió bebiendo su chocolate mientras Alanna continuo hablando por teléfono.
Al terminar el chocolate siguió a Alanna hasta su departamento, después de todo ahora ella tenia que preparar todo para su trabajo, al llegar al lugar pudo ver donde es que se quedaba, pensó que tal vez podría haberse conseguido algo mejor, después de todo, habia lugares de sobra donde pudiera quedarse, tal vez era porque no tenían suficiente para costearlo, tal vez era porque no busco ningún otro sitio, entro al lugar pues Alanna le habia invitado pasar, tomo asiento en un sofá y se dispuso a esperar mientras Alanna preparaba todo su equipo, observo curioso las pertenencias de Alanna, aun no sabia su origen pero tenia gran curiosidad de saberlo.
Mmizuki los habia seguido de cerca, aun conservaba la forma humana, era la única forma en que lograba seguirlos de cerca, no habia suficientes sombras como para escabullirse en cada una de ellas, subió por el edificio, quedando justo frente a la puerta del departamento de aquella chica que se habia robado la atención de su tamer, tenia ganas de entrar destrozando la puerta, pero eso solo provocaría la furia de Kagura y le daría una regañada frente a todos como si fuera una niña pequeña, quedo pacientemente esperando una señal de que la puerta se abriera, así podría hacer uso de su agilidad y esconderse para después volverlos a seguir como si los estuviera cazando.
Una vez que Alanna estuvo lista para partir, Kagura se levanto del sofá, la siguió a la puerta para salir y en cuanto apenas hizo ruido la puerta, Mizuki quien estaba del otro lado se movió y escondió detrás de una maceta, se habia ocultado a tiempo antes de que aquella pareja saliera del departamento, Kagura tomo una bolsa que contenía el equipo de Alanna y la cargo por ella, tomo su mano y se dispuso a seguirla para que la guiase al lugar donde la acomapañaria, toda la trayectoria fue un tanto extraña pues muchas personas a demás de mirarlos veían en dirección detrás de ellos, era como si las personas vieran un monstruo o una bestia salvaje con instintos asesinos a punto de devorar a un par de incautos, esto de debía a que la furica Mizuki los seguía de cerca sin que ellos lo supieran.
Al terminar el chocolate siguió a Alanna hasta su departamento, después de todo ahora ella tenia que preparar todo para su trabajo, al llegar al lugar pudo ver donde es que se quedaba, pensó que tal vez podría haberse conseguido algo mejor, después de todo, habia lugares de sobra donde pudiera quedarse, tal vez era porque no tenían suficiente para costearlo, tal vez era porque no busco ningún otro sitio, entro al lugar pues Alanna le habia invitado pasar, tomo asiento en un sofá y se dispuso a esperar mientras Alanna preparaba todo su equipo, observo curioso las pertenencias de Alanna, aun no sabia su origen pero tenia gran curiosidad de saberlo.
Mmizuki los habia seguido de cerca, aun conservaba la forma humana, era la única forma en que lograba seguirlos de cerca, no habia suficientes sombras como para escabullirse en cada una de ellas, subió por el edificio, quedando justo frente a la puerta del departamento de aquella chica que se habia robado la atención de su tamer, tenia ganas de entrar destrozando la puerta, pero eso solo provocaría la furia de Kagura y le daría una regañada frente a todos como si fuera una niña pequeña, quedo pacientemente esperando una señal de que la puerta se abriera, así podría hacer uso de su agilidad y esconderse para después volverlos a seguir como si los estuviera cazando.
Una vez que Alanna estuvo lista para partir, Kagura se levanto del sofá, la siguió a la puerta para salir y en cuanto apenas hizo ruido la puerta, Mizuki quien estaba del otro lado se movió y escondió detrás de una maceta, se habia ocultado a tiempo antes de que aquella pareja saliera del departamento, Kagura tomo una bolsa que contenía el equipo de Alanna y la cargo por ella, tomo su mano y se dispuso a seguirla para que la guiase al lugar donde la acomapañaria, toda la trayectoria fue un tanto extraña pues muchas personas a demás de mirarlos veían en dirección detrás de ellos, era como si las personas vieran un monstruo o una bestia salvaje con instintos asesinos a punto de devorar a un par de incautos, esto de debía a que la furica Mizuki los seguía de cerca sin que ellos lo supieran.
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Kagura Tenshi
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Entraron al pequeño y cómodo apartamento en el que vivía Alanna, y ella le invitó a sentarse mientras le servía una taza de té con una sonrisa algo nerviosa. No solía a llevar a gente a su apartamento, mucho menos a chicos. Le pidió unos instantes mientras entraba al cuarto y sacaba el maletín pequeño para meter allí una de las cámaras que había sobre su escritorio. Le encantaba la fotografía, podía ver el mundo desde cualquier angulo, con cualquier color, mucho mejor que verlo desde la realidad que había tenido cuando descubrió la fotografía.
Miró el objetivo de la cámara enfocando con la rueda, era una cámara algo vieja, pero le tenía un cariño incondicional, era la primera cámara que se había comprado, tenía otras dos, mucho más modernas, no eran, ni de lejos, las mejores del mercado, pero eran estupendas, la que tenía en ese momento en las manos tenía una pequeña tara, que hacía que las fotos salieran algo movidas, como si tuvieran movimiento, hacía que todo pareciera más vivo, por eso quería usarla con los perros, para que se viera que incluso los más mayores tenían vitalidad y ganas de encontrar una familia.
- Perdona por tardar.- se disculpó saliendo del cuarto.
Se había dado prisa en cambiar su vestido por unos pantalones vaqueros y una camieta de manga larga y escote redondo, mucho más cómodo para ir a ver a los perros que el vestido, y llevaba ya su maletín en las manos al salir del cuarto a llamar a Kagura. Se sentía algo ansiosa y un poco molesta, no se había pasado la noche anterior nerviosa por la cita, pensando en que ponerse, para al final tener que ir con vaqueros y camiseta, que no es que fuera malo, pero era la primera cita, le habría gustado dar otra impresión.
Kate, su gatita, se acercó a saltitos a Alanna, deseosa de salir a pasear y la chica, a sabiendas de que los perros eran inofensivos, decidió meterla en su bolso, y salir a la calle cerrando la puerta con llave. Bajaron las escaleras hasta la calle y agradeció con un sonrojo que Kagura le cogiera la bolsa, lo cierto es que estaba acostumbrada a llevarla, pero eso no quitaba que fuera pesada. Le dio la mano con timidez y le sonrió mordiendose el labio mientras continuaban el camino con una charla ligera entre ellos.
Llegaron al refugio en una explanada polvorienta donde los perros salieron con velocidad hacia ella dando saltos, la gata salió del bolso para ponerse a jugar con los perros más pequeños. A recibirlos, salió un chico de pelo rizado y piel morena con los ojos azules, que le dio un efusivo abrazo a la fotografa, que se apresuró a presentar a Kagura. Con un marcado acento inglés, el hombre se presentó como Brian, y se disculpó por no poder presentarle a su esposa. Ambos Hawaianos, habían llegado a Japón tiempo atrás y habían montado una pequeña protectora que esperaban pudiera ayudar cada vez a más animales.
- Puedes empezar a hacer las fotos por donde quieras.- la invitó mientras Alanna tomaba agradecida la bolsa de las manos de Kagura rozándole los dedos con los suyos, de forma consciente, y se alejaba con una sonrisa tímida a preparar los objetivos.
- Pues podéis ir jugando con ellos, no os preocupéis por mi, iré haciendo fotos.- sonrió invitando a Kagura a unirse a los animales.- Son muy dulces, tranquilo, no te harán nada, hasta Kate está jugando con ellos.- señaló a su gatita que se encontraba subida sobre el lomo de un San Bernardo.
Un pastor aleman se acercó a ella, empujándola un poco hacia atrás, pidiendo caricias, para que no la ensuciara, se agachó y lanzó una foto sin flash a la cara sonriente del perro mientras se acariciaba detrás de las orejas, antes de mandarlo a jugar, con los demás y seguir haciendo fotos. Se descubrió, por un momento, ensimismada fotografiando a Kagura, enfocándolo a él, y no al perro con el que jugaba, y, sonrojada, volvió a centrarse en su labor, hasta que, pasada cerca de una hora, acabó de tomar fotos de todos y cada uno de los perros.
- Ya está.- informó saludando desde un plano más elevado con una sonrisa, dejándo caer la cámara, apagada, sobre su pecho, colgada del cuello. Bajó casi corriendo tropezando y sosteníendose de la primera persona que tenía delante, alzó la mirada hacia Kagura, y, sonrojada, se recompuso del tropiezo.- Gracias.- musitó con una pequeña sonrisa antes de que Brian se acercase a preguntar.- Os las mandaré en un par de días al correo, espero que así adopten a alguno.- comentó agachándose a acariciar a un perro anciano de orejas largas que se acercó en busca de caricias.- estos pequeños dan mucho trabajo, pero se merecen que los quieran. ¿a que si?- le preguntó al perro acariciándole las orejas.- Además, así os libráis de algunos gastos, se que ultimamente tenéis más perros y los mercadillos y los cursos no lo pueden pagar todo.- comentó.- tranquilo, seguro que se soluciona pronto.- prometió positiva.
Miró el objetivo de la cámara enfocando con la rueda, era una cámara algo vieja, pero le tenía un cariño incondicional, era la primera cámara que se había comprado, tenía otras dos, mucho más modernas, no eran, ni de lejos, las mejores del mercado, pero eran estupendas, la que tenía en ese momento en las manos tenía una pequeña tara, que hacía que las fotos salieran algo movidas, como si tuvieran movimiento, hacía que todo pareciera más vivo, por eso quería usarla con los perros, para que se viera que incluso los más mayores tenían vitalidad y ganas de encontrar una familia.
- Perdona por tardar.- se disculpó saliendo del cuarto.
Se había dado prisa en cambiar su vestido por unos pantalones vaqueros y una camieta de manga larga y escote redondo, mucho más cómodo para ir a ver a los perros que el vestido, y llevaba ya su maletín en las manos al salir del cuarto a llamar a Kagura. Se sentía algo ansiosa y un poco molesta, no se había pasado la noche anterior nerviosa por la cita, pensando en que ponerse, para al final tener que ir con vaqueros y camiseta, que no es que fuera malo, pero era la primera cita, le habría gustado dar otra impresión.
Kate, su gatita, se acercó a saltitos a Alanna, deseosa de salir a pasear y la chica, a sabiendas de que los perros eran inofensivos, decidió meterla en su bolso, y salir a la calle cerrando la puerta con llave. Bajaron las escaleras hasta la calle y agradeció con un sonrojo que Kagura le cogiera la bolsa, lo cierto es que estaba acostumbrada a llevarla, pero eso no quitaba que fuera pesada. Le dio la mano con timidez y le sonrió mordiendose el labio mientras continuaban el camino con una charla ligera entre ellos.
Llegaron al refugio en una explanada polvorienta donde los perros salieron con velocidad hacia ella dando saltos, la gata salió del bolso para ponerse a jugar con los perros más pequeños. A recibirlos, salió un chico de pelo rizado y piel morena con los ojos azules, que le dio un efusivo abrazo a la fotografa, que se apresuró a presentar a Kagura. Con un marcado acento inglés, el hombre se presentó como Brian, y se disculpó por no poder presentarle a su esposa. Ambos Hawaianos, habían llegado a Japón tiempo atrás y habían montado una pequeña protectora que esperaban pudiera ayudar cada vez a más animales.
- Puedes empezar a hacer las fotos por donde quieras.- la invitó mientras Alanna tomaba agradecida la bolsa de las manos de Kagura rozándole los dedos con los suyos, de forma consciente, y se alejaba con una sonrisa tímida a preparar los objetivos.
- Pues podéis ir jugando con ellos, no os preocupéis por mi, iré haciendo fotos.- sonrió invitando a Kagura a unirse a los animales.- Son muy dulces, tranquilo, no te harán nada, hasta Kate está jugando con ellos.- señaló a su gatita que se encontraba subida sobre el lomo de un San Bernardo.
Un pastor aleman se acercó a ella, empujándola un poco hacia atrás, pidiendo caricias, para que no la ensuciara, se agachó y lanzó una foto sin flash a la cara sonriente del perro mientras se acariciaba detrás de las orejas, antes de mandarlo a jugar, con los demás y seguir haciendo fotos. Se descubrió, por un momento, ensimismada fotografiando a Kagura, enfocándolo a él, y no al perro con el que jugaba, y, sonrojada, volvió a centrarse en su labor, hasta que, pasada cerca de una hora, acabó de tomar fotos de todos y cada uno de los perros.
- Ya está.- informó saludando desde un plano más elevado con una sonrisa, dejándo caer la cámara, apagada, sobre su pecho, colgada del cuello. Bajó casi corriendo tropezando y sosteníendose de la primera persona que tenía delante, alzó la mirada hacia Kagura, y, sonrojada, se recompuso del tropiezo.- Gracias.- musitó con una pequeña sonrisa antes de que Brian se acercase a preguntar.- Os las mandaré en un par de días al correo, espero que así adopten a alguno.- comentó agachándose a acariciar a un perro anciano de orejas largas que se acercó en busca de caricias.- estos pequeños dan mucho trabajo, pero se merecen que los quieran. ¿a que si?- le preguntó al perro acariciándole las orejas.- Además, así os libráis de algunos gastos, se que ultimamente tenéis más perros y los mercadillos y los cursos no lo pueden pagar todo.- comentó.- tranquilo, seguro que se soluciona pronto.- prometió positiva.
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Alanna Tale
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Kagura se sorprendió al llegar a aquel lugar, sin duda alguna era increíble ver tantos perros juntos, le alegro ver como la mayoría eran alegres y juguetones, instantáneamente sonrió calidamente mientras los observaba, acaricio uno que otro perro que se le acercaba, era en verdad increíble, su pelaje suave, su amistosas expresiones que hacían al lamerle la cara a Kagura quien se habia quedado en cuclillas para estar cerca de los cachorros, era increíble, era la primera vez que Kagura entraba en contacto con animales y su rostro no podía reflejar alguna expresión de mayor felicidad que el que tenia, era como ver a un niño jugar por primera vez con su mascota.
Podía ver a Alanna hablar con la persona con quien lo habia presentado antes, sonrió al verla entusiasmada tomando fotos a algunos perros y al verla acariciar a uno que otro, volteo a ver alrededor, se puso de pie al ver a un perro en especial, tenia el pelaje negro, ojos verdes, parecía tener un tamaño mayor al de otros y su apariencia era semejante al de un lobo, Kagura camino hacia él, pues estaba solo, ningún otro cachorro estaba jugando con él y este no parecía tener interés en jugar con los demás, Kagura estaba un tanto preocupado ¿era posible que estuviera enfermo?, tal vez, ¿era el hecho de que no se llevara bien con los demás?, fuera lo que fuera, estaba preocupado por él, era la primera vez que Kagura se preocupaba por otro ser vivo que no fuera su familia o si quiera un humano.
Al acercarse lo suficiente se sentó junto a él, le acaricio por detrás de las orejas. - ¿Que pasa muchacho?, ¿te encuentras bien? - Aun que el perro no parecía responder del todo este le observo y le correspondió la caricia con una pequeña lamida a la mano de Kagura, a pesar de que en un principio por su aspecto pareciera ser un enorme e imponente lobo negro, su tranquilo y pasivo comportamiento lo hacia ver mas bien como una noble y dócil criatura, Kagura sonrió tras el amistoso gesto de aquel animal, no pudo evitar pensar en su difunto abuelo quien de cierta forma tenia el mismo comportamiento, después de todo era un hombre que fue educado por las mas estrictas normas, tenia un fuerte carácter que lo hacia ver de algún modo imponente ante los demás pero en el fondo era una persona muy cariñosa y dulce, en especial con su familia.
Kagura volteo para ver de nuevo a Alanna, estaba de nuevo hablando con aquella persona de antes, probablemente ya haya terminado su trabajo, volvió a mirar a aquel animal que se habia ganado un lugar en su corazón al recordarle a su amado abuelo, lo pensó por unos segundos, tal vez ya era hora de tener una mascota por primera vez, hizo algunas señas con las manos incitando al perro a que lo siguiera hasta donde estaba Alanna y aquella persona. - Yo.... creo que adoptare a este... - Lo decía algo tímido, pues seguía siendo un poco malo relacionándose con las personas, sobre todo si era algo que el desconocía como lo era una adopción.
Estaba dispuesto a sacar su billetera para dar un gran fajo de billetes ignorando si es que debía firmar papeles o simplemente dejar el gran fajo e irse con aquel animal, pero fuera lo que fuera estaba decidido a llevarlo con él, hubo un momento de silencio, probablemente por el gran fajo de billetes que habia sacado ante la chica y el encargado de la protectora, ¿a caso no era el monto suficiente?, saco otro fajo mas por si ese era el problema pero de nuevo los rostros de asombro de Alanna y aquel individuo eran de aun mas asombro, Kagura no podía entender cual era el problema, aun que lo que nunca paso por su cabeza tal vez era el hecho de que estaba pagando 10 veces mas lo que podría ser el costo de cualquier cachorro que se vendiera en una tienda donde venden perros de sangre pura o razas finas.
Definitivamente Kagura podría ser un genio en cuanto a los combates, pero no entendía mucho de la vida común de las personas, seguía, en cierto modo, siendo un niño rico, tal vez un tanto inocente pero al final y al cabo no entendía las reacciones de personas que económicamente eran un tanto inferiores a él, en todo caso, pensaba que estaba pagando lo justo, a decir verdad pensaba que un lugar así tendría que tener un costo increíblemente grande, sobre todo si hay tantos animales que alimentar, estuvo pensando otra cosa y habia escuchado sobre el problema financiero del lugar en la charla entre Alanna y aquella persona, Kagura no deseaba ser tomado como un entrometido pero tenia una propuesta que hacer y por el bien del lugar, sobre todo porque era consciente de que el no tenia nada que hacer ahí, ya que era un trabajo de Alanna.
Termino interrumpiendo la conversación entre Alanna y aquel individuo antes de que se despidieran y no hubiera vuelta atrás. - Esto... d-d-disculpe... no pude evitar escuchar que tienen un problema económico serio... seria terrible si tuvieran que cerrar y dejar a todos estas dulces criaturas sin hogar... lo mas sensato es buscarles un buen hogar donde puedan ser cuidados y amados como se merecen, yo... bueno. - Aun con aquel perro lobo de color negro junto a él, metió su mano en un bolsillo interior de la chaqueta que traía puesta, saco un folleto, era sobre la apertura de un cafe maid en el centro de la ciudad, estaba un poco lejos del refugio. - Yo... tenia la idea de que pudiéramos tal vez ayudarlo... podríamos llevar algunos cachorros o perros mayores al lugar y... podríamos mostrarles a los clientes los dóciles y alegres que son, podríamos mostrarles que les hace falta un hogar y una persona que los cuide... podríamos hacer que interactuen con los clientes, si algún cliente quiere podría adoptar alguno, incluso podríamos poner de promoción que con cada compra de un café yo mismo donare el 70% de la ganancia al refugio para que puedan seguir brindando un lugar para cuidar a los animales. - Tartamudeo un par de veces por los nervios pero su postura era firme, tenia una mirada decisiva, estaba decidido a ayudar no importa cuanto le costase, después de todo en verdad seria una pena que estas criaturas se quedaran sin un lugar donde sentirse como en casa y donde los cuiden.
Incluso... podríamos poner algunas de mis maids para promover la adopción... si usted esta de acuerdo claro. - Dijo al encargado mientras miraba a Alanna esperando que no lo viera como un ridículo al sonar tan desesperado por salvar aquel lugar, nunca habia tenido algún interés tan fuerte en algo, a decir verdad era la primera vez en sonar tan desesperado tratando de llegar a algún acuerdo sobre un negocio, si bien se habia pasado un poco al decir que el 70% de la ganancia se donaría, eso a él no le importaba mucho, mas bien le interesaba ayudar a sacar aquel lugar adelante a cualquier costo.
Podía ver a Alanna hablar con la persona con quien lo habia presentado antes, sonrió al verla entusiasmada tomando fotos a algunos perros y al verla acariciar a uno que otro, volteo a ver alrededor, se puso de pie al ver a un perro en especial, tenia el pelaje negro, ojos verdes, parecía tener un tamaño mayor al de otros y su apariencia era semejante al de un lobo, Kagura camino hacia él, pues estaba solo, ningún otro cachorro estaba jugando con él y este no parecía tener interés en jugar con los demás, Kagura estaba un tanto preocupado ¿era posible que estuviera enfermo?, tal vez, ¿era el hecho de que no se llevara bien con los demás?, fuera lo que fuera, estaba preocupado por él, era la primera vez que Kagura se preocupaba por otro ser vivo que no fuera su familia o si quiera un humano.
Al acercarse lo suficiente se sentó junto a él, le acaricio por detrás de las orejas. - ¿Que pasa muchacho?, ¿te encuentras bien? - Aun que el perro no parecía responder del todo este le observo y le correspondió la caricia con una pequeña lamida a la mano de Kagura, a pesar de que en un principio por su aspecto pareciera ser un enorme e imponente lobo negro, su tranquilo y pasivo comportamiento lo hacia ver mas bien como una noble y dócil criatura, Kagura sonrió tras el amistoso gesto de aquel animal, no pudo evitar pensar en su difunto abuelo quien de cierta forma tenia el mismo comportamiento, después de todo era un hombre que fue educado por las mas estrictas normas, tenia un fuerte carácter que lo hacia ver de algún modo imponente ante los demás pero en el fondo era una persona muy cariñosa y dulce, en especial con su familia.
Kagura volteo para ver de nuevo a Alanna, estaba de nuevo hablando con aquella persona de antes, probablemente ya haya terminado su trabajo, volvió a mirar a aquel animal que se habia ganado un lugar en su corazón al recordarle a su amado abuelo, lo pensó por unos segundos, tal vez ya era hora de tener una mascota por primera vez, hizo algunas señas con las manos incitando al perro a que lo siguiera hasta donde estaba Alanna y aquella persona. - Yo.... creo que adoptare a este... - Lo decía algo tímido, pues seguía siendo un poco malo relacionándose con las personas, sobre todo si era algo que el desconocía como lo era una adopción.
Estaba dispuesto a sacar su billetera para dar un gran fajo de billetes ignorando si es que debía firmar papeles o simplemente dejar el gran fajo e irse con aquel animal, pero fuera lo que fuera estaba decidido a llevarlo con él, hubo un momento de silencio, probablemente por el gran fajo de billetes que habia sacado ante la chica y el encargado de la protectora, ¿a caso no era el monto suficiente?, saco otro fajo mas por si ese era el problema pero de nuevo los rostros de asombro de Alanna y aquel individuo eran de aun mas asombro, Kagura no podía entender cual era el problema, aun que lo que nunca paso por su cabeza tal vez era el hecho de que estaba pagando 10 veces mas lo que podría ser el costo de cualquier cachorro que se vendiera en una tienda donde venden perros de sangre pura o razas finas.
Definitivamente Kagura podría ser un genio en cuanto a los combates, pero no entendía mucho de la vida común de las personas, seguía, en cierto modo, siendo un niño rico, tal vez un tanto inocente pero al final y al cabo no entendía las reacciones de personas que económicamente eran un tanto inferiores a él, en todo caso, pensaba que estaba pagando lo justo, a decir verdad pensaba que un lugar así tendría que tener un costo increíblemente grande, sobre todo si hay tantos animales que alimentar, estuvo pensando otra cosa y habia escuchado sobre el problema financiero del lugar en la charla entre Alanna y aquella persona, Kagura no deseaba ser tomado como un entrometido pero tenia una propuesta que hacer y por el bien del lugar, sobre todo porque era consciente de que el no tenia nada que hacer ahí, ya que era un trabajo de Alanna.
Termino interrumpiendo la conversación entre Alanna y aquel individuo antes de que se despidieran y no hubiera vuelta atrás. - Esto... d-d-disculpe... no pude evitar escuchar que tienen un problema económico serio... seria terrible si tuvieran que cerrar y dejar a todos estas dulces criaturas sin hogar... lo mas sensato es buscarles un buen hogar donde puedan ser cuidados y amados como se merecen, yo... bueno. - Aun con aquel perro lobo de color negro junto a él, metió su mano en un bolsillo interior de la chaqueta que traía puesta, saco un folleto, era sobre la apertura de un cafe maid en el centro de la ciudad, estaba un poco lejos del refugio. - Yo... tenia la idea de que pudiéramos tal vez ayudarlo... podríamos llevar algunos cachorros o perros mayores al lugar y... podríamos mostrarles a los clientes los dóciles y alegres que son, podríamos mostrarles que les hace falta un hogar y una persona que los cuide... podríamos hacer que interactuen con los clientes, si algún cliente quiere podría adoptar alguno, incluso podríamos poner de promoción que con cada compra de un café yo mismo donare el 70% de la ganancia al refugio para que puedan seguir brindando un lugar para cuidar a los animales. - Tartamudeo un par de veces por los nervios pero su postura era firme, tenia una mirada decisiva, estaba decidido a ayudar no importa cuanto le costase, después de todo en verdad seria una pena que estas criaturas se quedaran sin un lugar donde sentirse como en casa y donde los cuiden.
Incluso... podríamos poner algunas de mis maids para promover la adopción... si usted esta de acuerdo claro. - Dijo al encargado mientras miraba a Alanna esperando que no lo viera como un ridículo al sonar tan desesperado por salvar aquel lugar, nunca habia tenido algún interés tan fuerte en algo, a decir verdad era la primera vez en sonar tan desesperado tratando de llegar a algún acuerdo sobre un negocio, si bien se habia pasado un poco al decir que el 70% de la ganancia se donaría, eso a él no le importaba mucho, mas bien le interesaba ayudar a sacar aquel lugar adelante a cualquier costo.
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :255Ficha :Nivel On Rol :PerfectNivel On Rol de los Digi Aliados :Kiseki: ChampionIcono :Rango y Unidad :Kagura Tenshi
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
Unidad/Sub-division: East Blue Dragon
Renamon (Mizuki)
Rango: Soldado
División: Four Holy Beast
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Kagura Tenshi
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Alanna, que había vuelto a alejarse para buscar a su pequeña gata blanca no llegó a oir la mayor parte de la conversación, sin embargo, Brian si que estaba atento a lo que le decía Kagura, y, con ojos abiertos como platos, sonrió tendiendole la mano, pensavito. El 70% le parecía demasiado, no quería aceptar limosna, en cambio, le dio una contraoferta.
- Hagamos una cosa, un 20% de las ganancias, y nosotros también romocionaremos tus cafeterías.- dijo tediendo la mano al joven de pelo plateado y ojos rojos.
Poco tardó Alanna en volver, a tiempo de ver como se daban la mano, cerrándo el trato. Curiosa, se acercño dejándo a Kate en el suelo, que la siguió con sus pasitos cortos y torpes mientras la chica se acercaba y preguntaba con una sonrisa, cuando estuvo allí y le informaron del trato, no pudo evitar, entusiasmada, saltar a abrazar a Kagura rodeándole el cuello con los brazos, feliz y entusiasmada.
Salieron de allí con el perro negro siguiendoles los pasos y la gata de Alanna jugando desde el bolso, queriendo chocar la naricilla con la del perro, que, tranquilo y sosegado avanzaba por las calles con calma, como si fuera el dueño de la ciudad, pero respetando las direcciones que decidían tomar Kagura y Alanna, era un animal manso y docil, perfecto para probar la idea de Kagura de llevar animales al café Maid. Alanna lo seguía en silencio, mirando a su alrededor. Habían entrado en un buen barrio, uno con tiendas caras y buenos restaurantes. Suponía que por allí debía situarse el café de Kagura.
-Gracias.- dijo mientras se adentraban en la calle.- de verdad, eres mi heroe.- sonrió.- Llegarón hace un año de Hawai y montaron la protectora, ganan dinero dando clases para educar a los perros, y les iba bien, pero en verano abandonaron a tantos perros que fue muy dificil para ellos, ni con los voluntarios eramos bastantes y los mercadillos no daban para alimentar a los perros.- explicó mientras se paraban frente a un bonito café de escaparate de cristal cubierto, por dentro, con cortinas de cuadros.- Gracias.- repitió dandole un beso en la mejilla, sonrojada.
- Hagamos una cosa, un 20% de las ganancias, y nosotros también romocionaremos tus cafeterías.- dijo tediendo la mano al joven de pelo plateado y ojos rojos.
Poco tardó Alanna en volver, a tiempo de ver como se daban la mano, cerrándo el trato. Curiosa, se acercño dejándo a Kate en el suelo, que la siguió con sus pasitos cortos y torpes mientras la chica se acercaba y preguntaba con una sonrisa, cuando estuvo allí y le informaron del trato, no pudo evitar, entusiasmada, saltar a abrazar a Kagura rodeándole el cuello con los brazos, feliz y entusiasmada.
Salieron de allí con el perro negro siguiendoles los pasos y la gata de Alanna jugando desde el bolso, queriendo chocar la naricilla con la del perro, que, tranquilo y sosegado avanzaba por las calles con calma, como si fuera el dueño de la ciudad, pero respetando las direcciones que decidían tomar Kagura y Alanna, era un animal manso y docil, perfecto para probar la idea de Kagura de llevar animales al café Maid. Alanna lo seguía en silencio, mirando a su alrededor. Habían entrado en un buen barrio, uno con tiendas caras y buenos restaurantes. Suponía que por allí debía situarse el café de Kagura.
-Gracias.- dijo mientras se adentraban en la calle.- de verdad, eres mi heroe.- sonrió.- Llegarón hace un año de Hawai y montaron la protectora, ganan dinero dando clases para educar a los perros, y les iba bien, pero en verano abandonaron a tantos perros que fue muy dificil para ellos, ni con los voluntarios eramos bastantes y los mercadillos no daban para alimentar a los perros.- explicó mientras se paraban frente a un bonito café de escaparate de cristal cubierto, por dentro, con cortinas de cuadros.- Gracias.- repitió dandole un beso en la mejilla, sonrojada.
- Tamer & Digimon
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Alanna Tale
Re: Una cita en el museo, la unión de 2 caminos [Privado: Alanna]
Habia guiado a Alanna directo a su negocio para mostrarlo, tal vez para impresionarla, tal vez para ver si le gustaría ayudar con algo aprovechando que era fotógrafa, tal vez para brindarle un servicio especial, fuera lo que fuera seguramente seria algo especial, volteo a verla cuando le hablo, sus mejillas se ruborizaron de nuevo. - B-b-bueno... no fue nada... - decía mientras ocultaba la mirada tímidamente bajo el fleco de su pelo. - Seria una lastima que tanta inversión de tiempo y esfuerzo terminara solo por la falta de educación y la falta de interés en la vida misma... a demás... si alguien necesita ayuda, ¿por que no brindarle esa ayuda si es posible? - siguió caminando hasta llegar al establecimiento donde los empleados lo reconocieron y le abrieron la puerta dándole una respetuosa y cálida bienvenida, algunas maid con orejas y colas falsas de gato se acercaron a él, tal parece que no dejaba de ser popular entre las chicas a donde quiera que fuese en cierto modo.
Sin embargo Kagura pidió amablemente que tomaran distancia, busco la mano de Alanna para sostenerla y de un jalón la llevo junto a él. - Perdonen señoritas... vengo acompañado y si soy sincero... no podría pedir mejor compañera que la que ya tengo. - Lo decía con un toque de galantería mientras sostenía a Alanna por la cintura, con una mano le acariciaba la mejilla, las chicas quienes trabajaban ahí vestidas de maids, soltaron un grito de emoción y con sus rostros rojos, para ellas ver así a su "masta" o maestro, era tan increíble, pues nunca antes Kagura habia mostrado tanto interés antes por una chica y mucho menos habia llevado alguna chica a sus negocios. - Atención señoritas, tengo un anuncio que darles, haremos un cambio de planes, tendremos un evento especial... así que necesito una reunión de emergencia con todo el personal. - Volteo a ver a Alanna y le pidió que le ayudara a explicar la situación, todo el personal llego al lugar y observaron a Kagura atentamente, fue en ese momento donde Kagura presento a Alanna ante todos. - Ella es Alanna, es fotógrafa y ahora mismo trabajara conmigo para un proyecto especial en este evento donde trabajaremos para salvar una protectora de animales, me gustaría que escucharan sus ideas y si quieren también pueden aportar algo. - Después de esto invito a Alanna a pararse junto a él mientras acariciaba al perro negro que habia llevado consigo.
Sin embargo Kagura pidió amablemente que tomaran distancia, busco la mano de Alanna para sostenerla y de un jalón la llevo junto a él. - Perdonen señoritas... vengo acompañado y si soy sincero... no podría pedir mejor compañera que la que ya tengo. - Lo decía con un toque de galantería mientras sostenía a Alanna por la cintura, con una mano le acariciaba la mejilla, las chicas quienes trabajaban ahí vestidas de maids, soltaron un grito de emoción y con sus rostros rojos, para ellas ver así a su "masta" o maestro, era tan increíble, pues nunca antes Kagura habia mostrado tanto interés antes por una chica y mucho menos habia llevado alguna chica a sus negocios. - Atención señoritas, tengo un anuncio que darles, haremos un cambio de planes, tendremos un evento especial... así que necesito una reunión de emergencia con todo el personal. - Volteo a ver a Alanna y le pidió que le ayudara a explicar la situación, todo el personal llego al lugar y observaron a Kagura atentamente, fue en ese momento donde Kagura presento a Alanna ante todos. - Ella es Alanna, es fotógrafa y ahora mismo trabajara conmigo para un proyecto especial en este evento donde trabajaremos para salvar una protectora de animales, me gustaría que escucharan sus ideas y si quieren también pueden aportar algo. - Después de esto invito a Alanna a pararse junto a él mientras acariciaba al perro negro que habia llevado consigo.
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