Primeros tropiezos [Daiki Mori]

Hace nada había llegado a este mundo, y se había recibido desde el primer minuto la sorpresa de que su aparición era algo esperado por alguien mas. Alguien ni siquiera humano, pero que se había presentado como un indispensable aliado en este mundo totalmente ajeno y diferente a lo que Simon estaba acostumbrado a ver y vivir. - Odio... este clima... - Susurro el pequeño peliazul, sintiendo el sol por sobre su cabeza como un calvario salido del más impiadoso infierno. Y es que el niño se había acostumbrado a otro clima y estilo de vida. El frío y el asinamiento no le incordiaban en lo absoluto, habiéndo soportado noches gélidas de viento bajo cero y las profundadidades de escaso oxígeno de siniestras minas. Ahora se encontraba en el extremo totalmente contrario al propio, y eso le hacía flaquear.

Su marcha al menos no era solitaria. Pocos pasos por delante de él se encontraba un peludo y pequeño compañero de marcha aunque no de penurias. - ¡Apurate, tortuga! ¡Así nunca llegaremos al próximo oasis! - Ocasionalmente Nyaromon se daba media vuelta para reprochar a su colega humano. Para aquel Digimon bebé lleno de energía y determinación no había problema en recorrer a paso (o en su caso particular, rebote) firme estas distancias áridas entre claro arbolado y claro arbolado que por ocasiones se extendía entre kilómetros casi interminables. - Tu... Tu estas acostumbrado a este clima, Nyaromon... Yo... Siento que me estoy asando bajo este sol... Ten piedad por mi ¿No eres mi amigo? - Jadeando por las varias horas sin ocasión para tomar un sorbo de agua y una marcha a ritmo apurado que deseaba imponer el pequeño Digimon, Simon como podía no le perdía el paso a Nyaromon. Por mas que sus piernas temblasen peligrosamente de manera cada vez mas constante.

Pero el Digimon bebé no hizo más que emitir un leve quejido, ofuscado por ver cuán vulnerable lucía en estos momentos su supuesto compañero. No respondió, podía ser que Simon fuera su Tamer (de manera irremediable ya para él ) pero de momento en lo absoluto lo consideraba un amigo. No hubo más respuesta en el accionar de Nyaromon más que acelerar el paso con ansias de dejar de escuchar los quejidos del inútil adolescente. Así fue como, al finalmente lograr cubrir la distancia hacia la cumbre de un monte que dificultaba ver el panorama que les deparaba más adelante, el Digimon se llrv la grata sorpresa de contemplar a pocos cientos de metros por delante de ellos una nueva zona arbolada.

- ¡Árboles! ¡Pasto! ¡Ahí de seguro hay agua! - Clamó Nyaromon a viva voz, para acto seguido descender en picada colina abajo en dirección al claro boscoso que se habían encontrado. Alertando así al sediento Simon, quien primeramente hizo brotar fuerzas desconocidas en su interior para alcanzar también la cima y poder verificar la existencia de aquel oasis casi celestial. Pasado al segundo siguiente a avanzar con correr aun mas desesperado y energético que el pequeño Digimon, logrando incluso superarle en carrera ya a medio camino en dirección a un modesto pero bien necesario lago dentro de aquel cúmulo de árboles. - ¡Agua! ¡Agua! ¡Realmente es agua! - Simon nunca había sido un chico de fe más que en la propia determinación y espíritu de cada uno, pero ahora mismo mientras sumergia sus labios y manos en el claro lago se encontraba interiormente agradeciendo a cualquier buena providencia que lo había hecho encontrar este pequeño pedazo de cielo.

Probar aquel cristalino líquido fue para Simon el mejor regalo que la vida le podía haber hecho. Y eso que solo hace cuestión de horas era que por poco había escapado de una lenta muerte bajo miles de toneladas de piedra. Pero ahora el chico no se molestaba en pensar en pesares pasados o problemas que todavía tenía pendiente en este mundo totalmente desconocido para él. No, su total concentración estaba en tomar agua como un lunático. - Aaah... Este es el mejor alivio del mundo. - Dijo, luego de permitirse después de varios segundos de incesante beber el dar un profundo suspiro. - Ni siquiera te has fijado si esta limpia del todo o no... Eres muy descuidado para mi agrado ¿Sabes? - Replicó inmediatamente Nyaromon como una regaño que en parte si Simon hubiera estado mas en sus cabales hubiera reconocido. Pero calmar la salvaje sed era lo primordial para el chiquillo peliazul.

Tan ensimismado estaba en aquel accionar, que Simon al nuevamente sumergir por poco su cabeza dentro del fresco líquido no advirtió de presencias ajenas ni nada por el estilo. A diferencia de Nyaromon, claro está. Para la pequeña criatura de aspecto felino no habían momentos en donde se debían bajar la guardia. Y así fue como vio avanzar en dirección a ellos a otro dúo de aparentes viajeros desafortunados en estos páramos hasta por el momento prácticamente desierto para el Digimon y el Tamer novato. - Simon... Llegan otros dos sujetos... Otro Tamer y Digimon. - Le advirtió el compañero digital al chiquillo de la titánica sed. Demorando un par de segundos en obtener respuesta de este, que a duras penas pudo pausar su acción actual. - ¿T-tamer? - Alzando la vista, dejando a relucir todo su rostro empapado, Simon realizó tal pregunta no por que le sorprendiera la otra presencia (aunque en parte si lo hacía) sino por que todavía no estaba familiarizado con todos los términos del mundo digital. Causando sorpresa absoluta en el muchacho descubrir que Nyaromon se refería a otro humano.

Con la manga derecha de su ya de por si algo maltrecha pero irremplazable chaqueta azulina, secó su rostro lo mejor que pudo a la hora del ya inminente encuentro con ese otro humano acompañado de su respectiva criatura digital. Los cabellos del chiquillo permanecieron algo mojados pese a tales esfuerzos, dándole una apariencia entre desarregladamente graciosa. - N-no estas mintiendo... Son realmente otro humano y un digimon acompañandolo... - Susurro el jovencito, reincorporándose para recibir a aquel otro viajero en el mundo digital con un semblante que mezclaba tanto desconcierto como cierta y muy razonable desconfianza. - H-hola... Soy Simon... Simon Digger... Y este es... Nyaromon. - Por poco estuvo a punto de decir "compañero" e incluso "amigo". Pero el peliazul reconoció que no tenía todavia tal trato con su supuesto digimon camarada. - ¡Tu eres un Tsunomon! ¿También acabas de encontrarte con tu Tamer? - Sin reparos ni contemplaciones, Nyaromon sacó a relucir sin actitud entre prepotente y sabelotodo. Causando en Simon cierta verguenza ajena por que su Digimon acompañante en esta locura de aventura tuviera tales impulsos de interrogador.

Este inesperado encuentro todavía seguía siendo algo que el joven Simon no sabía como interpretar. A diferencia de su compañero, quién tenía un calculado y de alguna forma bien fundamentado desconfiar por esto, el peliazul todavía no se encontraba familiarizado con este mundo. ¿Mas humanos vagaban por él? ¿Esto sería algo habitual o ambos eran dos anomalías en un terrritorio totalmente hostil? El chico dejó de hacerse planteamientos internos por un segundo para seguir hablando con el otro muchacho presente. - D-disculpa al mío... Nyaromon ha sido así desde que lo conocí. - Aunque eso solo se podía remontar hace muy poco tiempo como para ya juzgar a alguien con precisión. Pero de alguna forma extraña y que no sabía explicar Simon sentía que conocía a su camarada desde practicamente toda su vida.

Eso sí, debía de reconocer que el contrario y su camarada digital tenían mucha mas historia a cuestas que ellos dos. Sorprendiendole al muchachito el hecho de que Daiki haya conocido a Tsunomon en el mundo de los humanos y no al caer en esta otra realidad como le había pasado a él. - Vaya... Eso fue muy noble de tu parte. - ¿Podría hacer eso él por Nyaromon? Simon no sabía que pensar, pues si bien el disgusto y la hostilidad parecían reinar por momentos entre ambos. El chico no podía dejar que ningún ser estuviera injustamente atrapado teniendo en cuenta el historial propio sufrido. - La aldea de los Koromon... - Y, para sorpresa del chico, por una vez Nyaromon parecía no tener una respuesta para sus preguntas. Lo que no sabía sabía Simon era que su amigo en efecto era también un novato dando pasos muy inseguros en este mundo, apenas un digimon que había dejado de lado su mas básica etapa.

Sin mas remedio que aceptar la ignorancia de ambos ante la duda planteada, el ademán de Simon se vió interrumpido por la agresión del indignado Digimon ajeno. - ¿Tu... no me golpearías? ¿No, Nyaromon...? - Preguntó Simon por lo bajo, incrédulo por la particular escena que contemplaba junto a Tsunomon. - En lo absoluto... Creo firmemente que a los idiotas la vida misma le termina devolviendo justamente los golpes. - Respondió el determinado y bocón digimon bebé. - Ah...Ya... Gracias... - Replicó por tiempo después a su vez su joven compañero humano. Demorando un poco mas de la cuenta en darse por aludido en el verdadero significado de las palabras del camarada digital. - ¡Oye! ¡Si serás... bocón! - Contuvo su deseo por llamarle de otra forma, mirándole con claro porte de enojo al ver que ni siquiera ante la presencia de terceros su propio digimon parecía mostrarle señales de respeto.

Al principio para el joven peliazul ver aquella escena entre el otro Tamer y su Digimon le hizo brotar mucha confusión. ¿Así era el trato entre compañeros en el mundo digital? ¿Así se suponía que Nyaromon y él debían de tratarse? Con el mayor de los disimulos el jovencito miró a su pequeño colega (si es que se podían considerar colegas teniendo en cuenta su trato de poca confianza). Este, por otro lado, no se inmutaba ante la escena. Ni alegría ni alteración tenía por contemplar una linda relación entre monstruo digital y compañero humano. El joven acto seguido bajó su semblante levemente, sintiéndose decepcionado por lo que una supuesta linda amistad que él debía tener era un trato distante con Nyaromon. - Creo que... Podríamos con el tiempo ser así de unidos ¿No? - La voz ajena había sido totalmente inesperada, pero era real. Podían por el momento no estar tan compenetrados y familiarizados, pero al menos en Nyaromon y en él habían intenciones de ser buenos amigos a la larga.

Intercambiando sonrisas por primera vez desde que se habían conocido, el joven tamer y el pequeño digimon de aspecto gatuno acto seguido soltaron unas carcajadas (respetuosas eso sí) ante la jocosa escena que el otro dúo de aventureros les ofrecían. Daiki había caído ante los ojos de Simon como un muchacho en el que podía de momento confiar, y si bien Nyaromon mantenía ciertas dudas al respecto, podía decirse que en el otro equipo de Tamer-Digimon iban a ser capaces de ver unos aliados. - Nosotros... Realmente... Yo realmente no se ni por donde empezar a viajar... - El momento de las presentaciones graciosas pasaron, Simon tenía que responder la pregunta formulada por el otro Tamer. Y en ese momento él reconoció que hasta entonces no tenía ni idea por donde empezar su travesía por el Digimundo.

Entonces, como de costumbre ya en momentos así por lo que Simon iba experimentando, Nyaromon buscó tomar la palabra. - Podemos acompañarlos hasta el pueblo Koromon... Podríamos ser unos aliados valiosos a la larga ¿No lo creen? - Ya no había duda algunas que, el que mas labia tenido de los dos jovencitos, era el pequeño y energético Digimon. Simon entonces, por la pena de ser superado en determinación por su compañero, desvió la mirada. Posando su atención en las aguas de aquel claro que, desde que Tsunomon había caído en ellas, no dejaban de ondear misteriosamente pese al buen tiempo que ya había pasado. - Hay algo raro... - Pero el peliazul no tuvo tiempo a decir mas que esto. Brotando desde aquellas otrora calmadas aguas cristalinas una forma que pareció advertir que su presencia había sido descubierta. - ¡Un Digimon! ¡Otro Digimon! - Y no uno que lucía amistoso ni que la forma en la que contemplaba al peculiar cuartero hacían creer esto. Y es que aquel Keramon parecía ver a ellos como unas presas que capturar.

Nunca antes el dúo conformado por Simon y Nyaromon habían tenido que enfrentar una situación así. Era el primer enemigo que encontraban ambos en sus vidas, Simon por su inexperiencia en este mundo y su pequeño Digimon por su juventud. Ambos sin saber como reaccionar ante el ya inminente ataque. - ¿Debemos... debemos luchar contra él? - Preguntó con notorios nervios el joven Tamer, sin siquiera saber como comenzaría o enfrentaría una batalla contra una de estas peculiares bestias que habitaban el nuevo mundo donde había ido a parar. - ¿Nyaromon? - Al no obtener respuesta de su compañero pero ya notando que tanto Daiki como Tsunomon ya estaban en guardia y listos, Simon miró nerviosamente al hasta por entonces confiado y prepotente Digimon que tenía por compañero, sorprendiendose ante lo que sus ojos contemplaban: Nyaromon temblaba de horror.

Tragando saliva con nerviosismo, el peliazul se debatió interiormente. Daiki los había invitado a la lucha, misma que podia ser ineludible, pero tanto él como su compañero estaban invadidos por el miedo. Cerró los ojos con fuerza, sabiendo que si se rendían aquí habrían ofrecido una lucha lamentable, haciendo aflorar una determinación sorprendente para el Simon introvertido que había sido desde que cayó al Digimon. - ¡Lucharemos junto a ustedes dos! ¡No duden de eso! -Clamó el chiquillo, poniendose el también en una pose ofensiva listo para la batalla, y para gran sorpresa de Nyaromon. - ¿S-Simon...? - El pequeño Digimon ya no temblaba, sino que ahora él cotemplaba anonadado a su Tamer. Deduciendo a los pocos segundos lo que Simon hacía:buscaba darle valor a él también. - S-si... ¡Si! ¡Lucharemos junto a ustedes! - Agregó Nyaromon, temeroso todavía en cierta forma, pero sin deseos de abandonar a su Tamer.

Habiendo hace apenas instantes decidido pelear, nuevamente el dúo presenciaban totalmente pasmados algo inesperado para ambos. Aún más incluso para el novicio de este mundo que era Simon, totalmente desconocedor del concepto de la digievolucion. - Ha... ha cambiado de aspecto... ¿Como...como es eso posible? - Repetía el peliazul sin poder salir de su asombro, obteniendo de nueva cuenta una respuesta por parte de su bocon pero ahora tambien decidido aliado Digimon. - Ha Digievolucionado... Eso sucede gracias al fuerte lazo con su Tamer. - Respondió el pequeño ser, mientras contemplaba también maravillado el flamante Gabumon ahora en campo de batalla. - ¿Y... nosotros también ... podríamos hacer eso? - Cuestionó el adolescente, sin poder creerse el drástico cambio y más aún ante el asentir de Nyaromon ante su duda.

No hubo más tiempo para hacerle preguntas a su compañero digimon. Pues en dirección a ellos se encaminó otro Keramon hasta por entonces estratégicamente oculto trabajando en conjunto con el otro miembro de su especie. - Viene... viene hacia aquí... ¡Cuidado, Nyaromon! - Sin dudarlo, el peliazul con todo coraje se interpuso entre el salvaje ataque venidero y su colega. Fue ese impulso de valor y compañerismo el que logró o que Simon creyó imposible. Pues de un segundo a otro un destello cegador envolvió al pequeño Digimon bebé como señal de que llegaría al próximo nivel. - ¡Nyaromon digievoluciona aaa...! - En menos de un parpadeo el pequeño Nyaromon hasta entonces de aspecto peludo fue ganando tamaño hacia una forma más reptilica y... ¿Con una bata de profesor?

Para cuando Simon hizo el ademán de mirar por detrás de su hombro para ver el cambio por el que pasaba su camarada, este ya se dispuso a efectuar el primer ataque para detener la embestida venidera del Keramon. - ¡Baby Flame! - La bola de fuego cruzó la distancia hacia el enemigo digimon y el Tamer en peligro fugazmente, logrando darle de lleno como para detenerlo y tumbarlo por aunque sea unos segundos. - ¿Nyaromon? ¿Que... que te ha pasado? - Cuestionó el pasmado niño, ante el masivo cambio de aspecto de su colega a un lagarto gigante en bata de doctor. - Ya no soy Nyaromon... ¡Soy el genial y brillante Agumon! ¡Agumon Hakase! - Declaró el colega Digimon, recobrando gran prepotencia por el aspecto y el poder ganado al digievolucionar.

Simon no salía de su asombro ante el drastico cambio sufrido por su pequeño amigo. Y es que si ya era increíble la evolución sufrida por el Gabumon de Daiki, nada hubiera preparado al chico para la sorpresa de ver al gatuno Nyaromon ahora como un lagarto de mas de un metro de altura que escupia fuego y, como si eso fuera poco, vestía bata y sombrero de profesor. - ¡No podemos quedarnos así, Simon! ¡Debemos organizar una estrategia! - Clamó el Agumon de gran sapiencia, en guardia mientras ambos ahora pasaban a mirar el Keramon que se recuperaba del ataque recibido para nuevamente lanzarse en embestida contra ellos. - ¿Una estrategia...? ¿Pero... como? - El peliazul no sabía siquiera que podía hacer el otro Digimon. Cosa que descubrió por las malas. - Crazy Giggle.- La bola de energía emitida desde las fauces enemigas avanzó peligrosamente en dirección a Simon, preso del horror al ver aquella bola resplandeciente a segundos de incinerarlo.

Y entonces Agumon llegó al rescate. - ¡Simon! ¡No! -Escudando con su cuerpo aquel violento disparo energético, el joven Digimon por unos instantes lució malherido, preocupando notoriamente al muchacho humano. Pero la mirada de determinación que le dedicó su colega luego de esto le dejó en claro a Simon que esto estaba muy lejos de terminar. - Tenemos que pelear...como ellos dos, Simon... juntos... - Sentenció el lagarto en bata, quien no demoró en obtener la misma clase de mirada por parte del chico ante estas palabras. - ¡Juntos! - Vocifero el chico a viva voz, para acto seguido asentir ambos al unísono y lanzarse en carrera en dirección al Digimon enemigo para llevar a cabo un ataque coordinado entre Tamer y compañero digital. - ¡Ahora, Agumon! - Gritó Simon nuevamente, distrayendo al Keramon para dejarle vía libre a un ataque de su compañero. - ¡Surudoi Tsume! -Sin esperar ni un segundo, Agumon Hakase se abalanzó sobre su rival liberando una serie de cortes con sus garras haciendo retroceder poco a poco a su enemigo. Finiquitando el ataque con una poderosa mordida a un brazo del Keramon generando un alarido de dolor en el enemigo.

La lucha del dúo mas novato del lugar no era cosa fácil. Habían logrado contectar golpes de momento, pero eso no hacía menos arduo el trabajo que suponía enfrentar a un enemigo sin consideraciones ni miramientos mas allá de querer hacerlos su cena. - ¡Eso es Agumon! ¡Ya lo tienes! - Y tal grito por parte del peliazul como felicitación para su colega no era algo tan metafórico. Literalmente la lagartija anaranjada en bata se mantenía con sus fauces clavadas a una de las largas manazas ajenas mientras Keramon se encontraba sacudiendose erráticamente intentando sacarse al otro digimon rookie de encima. - Ya te dije... Que mi nombre... ¡Es Hakase! - Pero al emitir aquel grito de vanidosa indignación el digimon compañero de Simon había aflojado el agarre de sus mandíbulas sobre su objetivo. Aprovechando Keramon aquel descuido para girar violentamente sobre si mismo y en un revés deshacerse del joven digimon mandándolo a volar hacía cualquier dirección posible en pos de parar el dolor que experimentaba.

Volando violentamente en dirección a un ancho árbol cercano, el impacto del joven digimon fue interpuesto a último segundo por la intervención desesperada de su compañero. Simon logró amortiguar el súbito golpe que seguramente hubiera herido considerablemente a Agumon Hakase, logrando sorprender al sapiente digimon juvenil por la altruista acción. - Estamos... peleando juntos... ¿Lo recuerdas? Como... un equipo. - Aún falto de aire, como pudo le ofreció una respuesta con la voz mas determinada posible a su camarada que le pudo dedicar en aquel desesperado momento. - S-simon... - Balbuceó el lagarto anaranjado sin poder salir de su sorpresa por como su Tamer se jugaba la vida por protegerlo cuando hasta ese momento el había creído que siempre se debía hacer lo contrario. Pero ambos se llenaron de una mezcla de sorpresa y temor sentir el alarido venidero por parte del salvaje Keramon. Mismo que nuevamente se encaminó en dirección al dúo, con aún mas bestialidad en saña que antes si era posible.