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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
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Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Recien llegaba a este paisaje de carácter infantil con figuras geométricas y lo que parecían ser parques recreativos para niños, con un aura de armonía rodeado de arboles y un sol digital bastante cálido. Bien pensado, no se distinguía mundo humano del digital, pero, seguía odiando a muerte esa dimensión repleta de monstruos que solo querían matarme y perseguirme o, como mucho, derrotarse unos a otros para proclamarse el mas fuerte de la zona. No lo entendia, seguía sin ver esas "cosas buenas" ,que dijo aquel hombre de cabellos morados, que tenía este mundo.
-"Jessmon..."-pregunté
-"¿Si...?"-Respondió y, mientras tanto, levantaba una ligera sonrisa
-"Tu mundo es una mierda..."-Pensé con un tono descarado mientras me sentaba sobre un cubo gigante
-"Y lo dice el tipo de pelo verde que viene de un mundo donde hacen exactamente lo mismos que en el mio..."-Respondió
Sinceramente, no se equivocaba, en mi mundo, siguen habiendo guerras en países mas bajos, muertes, sangre, todo por poder y conquistar, y aun así, los que viven mejor, incluyéndome por así decir, no tenían que vivir esas cosas y vivían "bien". Supongo que si viviese como esa gente, no tendría tanto odio, pues posiblemente, estaría incluso mejor. Aun asi, para esas personas, esto sería como un cuento de hadas, para mi solo era una tortura con cada paso que daba... ¿Cuentos de hada? Eso solo son leyendas y estupideces que nadie se cree y que ni si quiera deberían de existir o ni siquiera haber sido creados. No todo es bonito, quien pierde a su hermano, abuela, padres, los ha perdido, no van a volver por mas que leas cuentos de hadas y creas en ellos...
-"Jessmon, ¿crees en los cuentos de hadas?"-Pregunté de nuevo, algo entristecido
-"¿Cuento de hada?, ¿que se supone que es eso?"-Preguntó sin saber a lo que se refería
Moví la cabeza de lado a lado haciendo referencia a que no eran nada. Alce la mirada y me quede mirando al cielo, un color azulado con luces radiantes del sol que me daban en la cara. Desde que volví la ultima vez por error al mundo humano, y volví a entrar en este mundo sin saber como, no he vuelto a ver mi casa ni mi ciudad... Ni siquiera el cielo azul y el sol original de mi mundo...
-"Jessmon..."-pregunté
-"¿Si...?"-Respondió y, mientras tanto, levantaba una ligera sonrisa
-"Tu mundo es una mierda..."-Pensé con un tono descarado mientras me sentaba sobre un cubo gigante
-"Y lo dice el tipo de pelo verde que viene de un mundo donde hacen exactamente lo mismos que en el mio..."-Respondió
Sinceramente, no se equivocaba, en mi mundo, siguen habiendo guerras en países mas bajos, muertes, sangre, todo por poder y conquistar, y aun así, los que viven mejor, incluyéndome por así decir, no tenían que vivir esas cosas y vivían "bien". Supongo que si viviese como esa gente, no tendría tanto odio, pues posiblemente, estaría incluso mejor. Aun asi, para esas personas, esto sería como un cuento de hadas, para mi solo era una tortura con cada paso que daba... ¿Cuentos de hada? Eso solo son leyendas y estupideces que nadie se cree y que ni si quiera deberían de existir o ni siquiera haber sido creados. No todo es bonito, quien pierde a su hermano, abuela, padres, los ha perdido, no van a volver por mas que leas cuentos de hadas y creas en ellos...
-"Jessmon, ¿crees en los cuentos de hadas?"-Pregunté de nuevo, algo entristecido
-"¿Cuento de hada?, ¿que se supone que es eso?"-Preguntó sin saber a lo que se refería
Moví la cabeza de lado a lado haciendo referencia a que no eran nada. Alce la mirada y me quede mirando al cielo, un color azulado con luces radiantes del sol que me daban en la cara. Desde que volví la ultima vez por error al mundo humano, y volví a entrar en este mundo sin saber como, no he vuelto a ver mi casa ni mi ciudad... Ni siquiera el cielo azul y el sol original de mi mundo...
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Sábado, siete de la mañana de un día de sol. Una sombra de cabellos rubios revoloteaba por el estudio mientras un suave suspiro somnoliento salía de los labios entreabiertos de una chica. La risa de cristal de la hada logró que la bailarina abriese, finalmente, un ojo a esa luz mañanera que tanto la molestaba, porque, pareciera lo que pareciera, Alanna odiaba, profundamente, madrugar. Se desperezó con parsimonia y sacó los pies de las sábanas para correr a ponerse un pantalón corto que no la molestase y, al menos, no se le helase el trasero. Tenía suerte de que su apartamento fuera tan fácil de calentar. No le gustaba la ropa gruesa, le impedía moverse, y ciertamente, correr había sido importante para ella desde bien pequeña. Si podía correr y esconderse hasta que su madre se calmaba de sus enfados, podía evitar marcas innecesarias.
Desayunó rápido y se metió en la ducha para vestirse y poder ponerse con el ordenador, quería pasar sus fotos a la nube para no perderlas aun si su madre las descubría. Aun no se había acostumbrado a tener privacidad. Ya con un pantalónn vaquero y una camiseta fina de manga larga se puso frente al ordenador.
― Ali ¿No vas al cuartel hoy? ― pregunto Campanella, moviendo las alas con una velocidad imposible y una sonrisa brillante en la cara.
― Ni a la universidad.― concedió con una sonrisa brillante.
― ¡Entonces creo que ya podemos!― gritó girando en medio de su delicado vuelo.
― ¡¿Ya tienes fuerzas?!― preguntó Alanna saltando del sofá chocando sus dedos indices con las palmas abiertas de Campanella, que asintió feliz.
Llevaban años esperando a que la digimon tuviera suficiente poder como para poder ir al mu do digital del que tanto hablaba ¿Podría ver el reino de esa hada tan adorable? Campanella le había contado tantísimas historias que la bailarina no podía más que esperar ver sus cuentos hechos realidad. Siguiendo las indicaciones de la tinkermon apuntó, con el aparato que aun no había usado desde que su "Campanilla" lo trajo con ella, a la pantalla del ordenador y cuando esta se iluminó cerró los ojos sientiendo, por primera vez, ese tirón que, de algún modo, la hizo desaparecer.
Alanna abrió los ojos sintiendo una ligera brisa que golpeaba sus piernas desnudas,la suave tela de una falda fluyendo con el viento y el sol cálido de la mañana evitando el frío. Se miró de arriba a bajo, sus ropas habían cambiado así como el lugar. Habían ido a parar a un sitio mullido, cálido y lleno de juguetes. Maravillada, con los ojos abiertos de par en par, buscó a Campanella, encontrando,solo, a una especie de abeja blandita.
― ¿Esto es...? ― intentó preguntar.
― Es mi forma bebé. He gastado fuerzas y he acabado así.― revoloteó sacando una sonrisa de su Tamer.
― Adorable como siempre. ― Aseguró tendiendo los brazos para que Campanella se dejase cargar. ― ¿Entonces hemos llegado a...?
― Esto es la ciudad del inicio, en el mundo digital. Aquí nacen todos los digimons. ― Explicó con paciencia y entusiasmo.
― Entonces, ¿Esto está lleno de bebés?― preguntó la chica, preocupada.
― Si, pero tranquila, no muerden.― se rió la abeja.― vamos, te lo enseñaré. ― saltó de los brazos de la chica para empezar a volar hacia los juguetes amontonados.
Se adentraron en la "ciudad" por llamarlo de algún modo, pues Alanna no tenía la impresión de que lo fuera para nada, caminó siguiendo el vuelo pesado de Campanella mirando alrededor encandilada. Más que una urbe parecía sacado de un cuento, Alanna se sentía como Gulliver en Liliput, visitando un lugar extraño y diminuto lleno de seres que no conocía.
― Cuidado con donde pisas, puedes encontrar algún bebé por ahí rodando. ― Le advirtió Campanella, justo cuando golpeaba, suavemente, algo blandito.
Alanna bajó la mirada lentamente para encontrar una bolita blanca con orejas, que parecía la cabeza de un adorable oso de peluche, mirándola con miedo por el roce con el pie y que estalló en llanto a grito pelado cuando se dio cuenta de que Alanna le devolvía la mirada.
Petrificada al no saber que hacer al ver llorar a un bebe, miró desesperada a Camapnella,
rogando por ayuda. ¿Cómo consolarlo si a ella no la habían consolado nunca? La abeja pareció entender y la empujó un poco haciéndola agacharse y acoger al bebé en brazos.
En cuando el osito se sintió acunado dejó de llorar y Alanna suspiró aliviada, al tiempo que miraba a Campanella avergonzada y arrepentida.
― Perdona, no te había visto.― Musitó al pequeño que ya solo lagrimeaba y que, mirándola largo y tendido durante un tiempo que se le hizo eterno, soltó una inmensa sonrisa que dejó atontada a la bailarina; no lograba entender como era posible, pero tenía claro que algo debía haber hecho bien. ― Campanella, mira, sonríe― Exclamó como si acabase de lograr la mayor proeza del mundo, con una sonrisa infantil y entusiasta.
Desayunó rápido y se metió en la ducha para vestirse y poder ponerse con el ordenador, quería pasar sus fotos a la nube para no perderlas aun si su madre las descubría. Aun no se había acostumbrado a tener privacidad. Ya con un pantalónn vaquero y una camiseta fina de manga larga se puso frente al ordenador.
― Ali ¿No vas al cuartel hoy? ― pregunto Campanella, moviendo las alas con una velocidad imposible y una sonrisa brillante en la cara.
― Ni a la universidad.― concedió con una sonrisa brillante.
― ¡Entonces creo que ya podemos!― gritó girando en medio de su delicado vuelo.
― ¡¿Ya tienes fuerzas?!― preguntó Alanna saltando del sofá chocando sus dedos indices con las palmas abiertas de Campanella, que asintió feliz.
Llevaban años esperando a que la digimon tuviera suficiente poder como para poder ir al mu do digital del que tanto hablaba ¿Podría ver el reino de esa hada tan adorable? Campanella le había contado tantísimas historias que la bailarina no podía más que esperar ver sus cuentos hechos realidad. Siguiendo las indicaciones de la tinkermon apuntó, con el aparato que aun no había usado desde que su "Campanilla" lo trajo con ella, a la pantalla del ordenador y cuando esta se iluminó cerró los ojos sientiendo, por primera vez, ese tirón que, de algún modo, la hizo desaparecer.
Alanna abrió los ojos sintiendo una ligera brisa que golpeaba sus piernas desnudas,la suave tela de una falda fluyendo con el viento y el sol cálido de la mañana evitando el frío. Se miró de arriba a bajo, sus ropas habían cambiado así como el lugar. Habían ido a parar a un sitio mullido, cálido y lleno de juguetes. Maravillada, con los ojos abiertos de par en par, buscó a Campanella, encontrando,solo, a una especie de abeja blandita.
― ¿Esto es...? ― intentó preguntar.
― Es mi forma bebé. He gastado fuerzas y he acabado así.― revoloteó sacando una sonrisa de su Tamer.
― Adorable como siempre. ― Aseguró tendiendo los brazos para que Campanella se dejase cargar. ― ¿Entonces hemos llegado a...?
― Esto es la ciudad del inicio, en el mundo digital. Aquí nacen todos los digimons. ― Explicó con paciencia y entusiasmo.
― Entonces, ¿Esto está lleno de bebés?― preguntó la chica, preocupada.
― Si, pero tranquila, no muerden.― se rió la abeja.― vamos, te lo enseñaré. ― saltó de los brazos de la chica para empezar a volar hacia los juguetes amontonados.
Se adentraron en la "ciudad" por llamarlo de algún modo, pues Alanna no tenía la impresión de que lo fuera para nada, caminó siguiendo el vuelo pesado de Campanella mirando alrededor encandilada. Más que una urbe parecía sacado de un cuento, Alanna se sentía como Gulliver en Liliput, visitando un lugar extraño y diminuto lleno de seres que no conocía.
― Cuidado con donde pisas, puedes encontrar algún bebé por ahí rodando. ― Le advirtió Campanella, justo cuando golpeaba, suavemente, algo blandito.
Alanna bajó la mirada lentamente para encontrar una bolita blanca con orejas, que parecía la cabeza de un adorable oso de peluche, mirándola con miedo por el roce con el pie y que estalló en llanto a grito pelado cuando se dio cuenta de que Alanna le devolvía la mirada.
Petrificada al no saber que hacer al ver llorar a un bebe, miró desesperada a Camapnella,
rogando por ayuda. ¿Cómo consolarlo si a ella no la habían consolado nunca? La abeja pareció entender y la empujó un poco haciéndola agacharse y acoger al bebé en brazos.
En cuando el osito se sintió acunado dejó de llorar y Alanna suspiró aliviada, al tiempo que miraba a Campanella avergonzada y arrepentida.
― Perdona, no te había visto.― Musitó al pequeño que ya solo lagrimeaba y que, mirándola largo y tendido durante un tiempo que se le hizo eterno, soltó una inmensa sonrisa que dejó atontada a la bailarina; no lograba entender como era posible, pero tenía claro que algo debía haber hecho bien. ― Campanella, mira, sonríe― Exclamó como si acabase de lograr la mayor proeza del mundo, con una sonrisa infantil y entusiasta.
Última edición por Alanna Tale el Vie Mar 09, 2018 3:59 pm, editado 1 vez
- Tamer & Digimon
- Digi Puntos :41Ficha :Cronologia :Nivel On Rol :Rookie Spirit
Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Poco a poco, empezaba a venirme ese cansancio normal en un humano, eso que llamamos "sueño". Recordando desde que estoy en este mundo, hace mucho que no podía descansar sin temer que algo me mordiese, atacase o intentase matarme de mil maneras que se me podían venir a la cabeza en milésimas de segundo, pero, aquel lugar era distinto, parecía ser pacifico, tranquilo y el aire cálido que ondeaba mi abrigo. Poco a poco, me fui acomodando sobre aquella figura geométrica, suspire y empece a cerrar los ojos viendo poco a poco como mis parpados tapaban aquel cielo azul. Mientras me quede dormido, unos pasos se marcaban en el césped y se acercaban a mi cuerpo, mientras una silueta de color rojizo tiraba como podía de mis ropajes así arrastrando mi cuerpo hacia una larga distancia.
-"Papa, ¿Tardareis mucho en volver del viaje?"-Dijo el Menta de 15 años
-"Menos de lo que te esperas, solo vamos por el concurso de tu hermano. Ademas, tienes que cuidar de tu abuela, ya no eres tan pequeño, ¿Verdad?"-Dijo el padre de Menta mientras acariciaba la cabeza del joven chico
Mientras todo esto pasaba delante de mi, aunque supiese que era un sueño, no podía parar de sentir un dolor en mi pecho. Estaba delante de mi padre y de mi yo pasado y, por mucho que quisiese acércame, nunca podía hablar con mi padre de nuevo... No era la primera vez que tenia este sueño, el ultimo momento en el que vi a mi padre con vida, ni si quiera era capaz de recordar su cara y... Con tan solo girar un poco la perspectiva, podía ver 2 figuras oscuras e indistinguibles ni oír sus voces, ya había olvidado el rostro y la voz de mi madre e hermano...
-Como me gustaría que todos estuvieseis aun conmigo...-pensé
Era triste, saber que los cuentos de hadas nunca son como esperas... Te dicen que los finales son felices, no que acabarían con la vida de tus seres queridos, ¿y porque digo esto? El concurso fue por un cuento de hadas que escribió mi hermano y que jamas llegue a leer...
Después de un rato, la silueta rojiza dejo de arrastrar mi cuerpo dejándolo delante de una chica. Ignorando a esta ultima, empezó a rodear mi cuerpo de lo que parecían ser unos huevos de esas criaturas digitales que tanto odio. Cuando rodeo mi cuerpo entero de ellos, cogió con cuidado mi brazo y poso mi mano sobre uno de esos digihuevos. Tras esto, se alejo unos centímetros y empezó a pintarme con su garra de color oscura
-¡Al ladrón, intenta llevarse los bebes, que alguien nos ayude!-Gritaba mientras miraba a la chica.¡Oye tu, si, tu, la chica que esta ahí quieta!-Siguió gritando-¡Eres nuestra salvadora, como relatan los cuentos que contamos a los bebes!-Siguió mientras esta vez dejaba ver a un montón de digimon bebe
Tras empezar a gritar este ultimo, me desperté y me senté sin enterarme bien de lo que pasaba ni que situación me encontraba. Estire mis brazos y bostece escuchando lo ultimo sobre los cuentos de hadas.
-¿Cuentos de hadas? Menuda tontería...-Dije en voz alta mientras me quedaba sentado y miraba a los arboles-¿Donde estoy...?-Dije aun con los ojos algo adormecidos
------------------------------- Sueño de Menta -------------------------------
-"Papa, ¿Tardareis mucho en volver del viaje?"-Dijo el Menta de 15 años
-"Menos de lo que te esperas, solo vamos por el concurso de tu hermano. Ademas, tienes que cuidar de tu abuela, ya no eres tan pequeño, ¿Verdad?"-Dijo el padre de Menta mientras acariciaba la cabeza del joven chico
Mientras todo esto pasaba delante de mi, aunque supiese que era un sueño, no podía parar de sentir un dolor en mi pecho. Estaba delante de mi padre y de mi yo pasado y, por mucho que quisiese acércame, nunca podía hablar con mi padre de nuevo... No era la primera vez que tenia este sueño, el ultimo momento en el que vi a mi padre con vida, ni si quiera era capaz de recordar su cara y... Con tan solo girar un poco la perspectiva, podía ver 2 figuras oscuras e indistinguibles ni oír sus voces, ya había olvidado el rostro y la voz de mi madre e hermano...
-Como me gustaría que todos estuvieseis aun conmigo...-pensé
Era triste, saber que los cuentos de hadas nunca son como esperas... Te dicen que los finales son felices, no que acabarían con la vida de tus seres queridos, ¿y porque digo esto? El concurso fue por un cuento de hadas que escribió mi hermano y que jamas llegue a leer...
------------------------------- Final del sueño -------------------------------
Después de un rato, la silueta rojiza dejo de arrastrar mi cuerpo dejándolo delante de una chica. Ignorando a esta ultima, empezó a rodear mi cuerpo de lo que parecían ser unos huevos de esas criaturas digitales que tanto odio. Cuando rodeo mi cuerpo entero de ellos, cogió con cuidado mi brazo y poso mi mano sobre uno de esos digihuevos. Tras esto, se alejo unos centímetros y empezó a pintarme con su garra de color oscura
-¡Al ladrón, intenta llevarse los bebes, que alguien nos ayude!-Gritaba mientras miraba a la chica.¡Oye tu, si, tu, la chica que esta ahí quieta!-Siguió gritando-¡Eres nuestra salvadora, como relatan los cuentos que contamos a los bebes!-Siguió mientras esta vez dejaba ver a un montón de digimon bebe
Tras empezar a gritar este ultimo, me desperté y me senté sin enterarme bien de lo que pasaba ni que situación me encontraba. Estire mis brazos y bostece escuchando lo ultimo sobre los cuentos de hadas.
-¿Cuentos de hadas? Menuda tontería...-Dije en voz alta mientras me quedaba sentado y miraba a los arboles-¿Donde estoy...?-Dije aun con los ojos algo adormecidos
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Campanella revoloteaba con su cuerpo gordito de abeja mientras caminaban, dispuestas a dejar al bebé en una de las cunas que la digimon había nombrado mientras Alanna jugaba con esa bolita blanca. El camino era mullido, cálido, como si el suelo tuviera calefacción integrada, el lugar era tan agradable y seguro que a Alanna le resultaba irreal.
La chica era plenamente consciente de que había hogares en los que los padres amaban a sus hijos, donde los niños crecían felices, seguros y tranquilos, y eso les aportaba una confianza increíble al crecer, pero saberlo y verlo eran cosas diferentes. Aun tenía en la cabeza la primera vez que visitó la casa de una amiga, cuando la chica llegó y sus padres la abrazaron ella se quedó detrás, mirando con envidia, y cuando la madre de la chiquilla la había intentado abrazar había retrocedido con miedo. Sonrió con tristeza y sintió un peso sobre ella.
Campanella, creyendo vislumbrar sus pensamientos a través de su sonrisa triste había acudido a su consuelo. Alanna la miró y aceleró el paso con la "abejita" posada sobre su cabeza.
Llegaron a un campo repleto de cunas, huevos y una casita de la que salía humo por la chimenea. Alanna consternada, como si hubiera llegado a la casa de la bruja de Hansel y Grettel dejó al bebé, que dormía hacía ya rato, en una cuna vacía, y se acercó, llamando a la puerta. Le abrió un ser de color rojo con mirada seria que, tras mirarla de arriba a bajo largo y tendido sonrió.
Pasó cerca de media hora entre charlas y demases hasta que el digimon decidió confiar en ella y dejarla en la casa, acabando de preparar biberones para los bebe digimon. Y, a pesar de la inexperiencia, comenzó a hacerlo siguiendo las instrucciones de Campanella, que revoloteaba de aquí a allá vigilando a los bebés dormidos y guiando a su tamer en un intento de que la chica no rompiera nada.
― Campanella, ¿dónde ha ido la cuidadora?
― Ha buscar un par de digis perdidos, los bebés son muy inquietos.― respondió con suavidad posándose sobre la cabeza de la bailarina.
― Debe ser difícil cuidarlos sola.― murmuró con la imagen de su infancia y su madre, sola, en la cabeza.― Yo sería incapaz.― aseguró cerrando un biberón con la cabeza gacha.
― Si hay cariño la excusa de la dificultad no sirve. A los niños se les quiere y se les cuida, y quien no sea capaz de entender esto, no se merece ni un poco de compasión― Sentenció la adorable digimon con una firmeza que solo salía a relucir cuando algo le resultaba seriamente importante dejar claro.
― Tal vez.― le contestó Alanna con una sonrisa dejándo el biberon en una bandeja y saliendo fuera con ella en manos, a tiempo de escuchar un grito.
Alanna dejó la bandeja en el suelo y salió corriendo tras Campanella que la apresuraba, preocupada por los bebés. Como si fuera una reacción automática, como si sintiera que ningún niño debía pasar por nada similar a su infancia, aceleró el paso hasta pasar de largo a la salchichita amarilla que era Campanella.
Llegó a tiempo de ver como un chico de pelo azul se despertaba, confuso, con una mano sobre un digihuevo. Alanna se quedó quieta, no entendí como alguien que dormía podía ser un ladrón, no entraba en su cabeza esa posibilidad. Y aun comprendió menos la celeridad con la que la cuidadora que había tardado media hora en dejarla hacer unos biberones, de pronto se ponía a gritar que ella era una salvadora. Confusa, cogió en brazos a su digimon, que parecía agotada de volar una larga distancia con su cuerpo rechonchito y se acercó despacio. Tal vez pudiera entender que creyeran que era un tipo de heroína, después de todo, a ella también le parecía estar en un cuento de hadas.
― Los cuentos de hadas no son tonterías.― respondió frunciendo el ceño al chico, agachándose junto a él. ― Estás en la ciudad del inicio, donde nacen y renacen los digimon. ― explicó orgullosa de haber aprendido todo eso. ― Me llamo Alanna y esta abejita de aquí es Campanella.― Se presentó mientras los bebés, inquietos, habían saltado de sus cunas y se habían acercado a ver la escena, quedándose tras las faldas de Alanna, cuidadosos.― Si gritas los asustarás.― explicó más para la guardiana que para el chico, que parecía haberse olvidado de su trabajo.
― Si estás aquí quiere decir que eres un Tamer, ¿no?― Preguntó Campanella. ― ¿y tu digimon?― curioseó mirando alrededor en busca de algún otro ser digital.
La chica era plenamente consciente de que había hogares en los que los padres amaban a sus hijos, donde los niños crecían felices, seguros y tranquilos, y eso les aportaba una confianza increíble al crecer, pero saberlo y verlo eran cosas diferentes. Aun tenía en la cabeza la primera vez que visitó la casa de una amiga, cuando la chica llegó y sus padres la abrazaron ella se quedó detrás, mirando con envidia, y cuando la madre de la chiquilla la había intentado abrazar había retrocedido con miedo. Sonrió con tristeza y sintió un peso sobre ella.
Campanella, creyendo vislumbrar sus pensamientos a través de su sonrisa triste había acudido a su consuelo. Alanna la miró y aceleró el paso con la "abejita" posada sobre su cabeza.
Llegaron a un campo repleto de cunas, huevos y una casita de la que salía humo por la chimenea. Alanna consternada, como si hubiera llegado a la casa de la bruja de Hansel y Grettel dejó al bebé, que dormía hacía ya rato, en una cuna vacía, y se acercó, llamando a la puerta. Le abrió un ser de color rojo con mirada seria que, tras mirarla de arriba a bajo largo y tendido sonrió.
Pasó cerca de media hora entre charlas y demases hasta que el digimon decidió confiar en ella y dejarla en la casa, acabando de preparar biberones para los bebe digimon. Y, a pesar de la inexperiencia, comenzó a hacerlo siguiendo las instrucciones de Campanella, que revoloteaba de aquí a allá vigilando a los bebés dormidos y guiando a su tamer en un intento de que la chica no rompiera nada.
― Campanella, ¿dónde ha ido la cuidadora?
― Ha buscar un par de digis perdidos, los bebés son muy inquietos.― respondió con suavidad posándose sobre la cabeza de la bailarina.
― Debe ser difícil cuidarlos sola.― murmuró con la imagen de su infancia y su madre, sola, en la cabeza.― Yo sería incapaz.― aseguró cerrando un biberón con la cabeza gacha.
― Si hay cariño la excusa de la dificultad no sirve. A los niños se les quiere y se les cuida, y quien no sea capaz de entender esto, no se merece ni un poco de compasión― Sentenció la adorable digimon con una firmeza que solo salía a relucir cuando algo le resultaba seriamente importante dejar claro.
― Tal vez.― le contestó Alanna con una sonrisa dejándo el biberon en una bandeja y saliendo fuera con ella en manos, a tiempo de escuchar un grito.
Alanna dejó la bandeja en el suelo y salió corriendo tras Campanella que la apresuraba, preocupada por los bebés. Como si fuera una reacción automática, como si sintiera que ningún niño debía pasar por nada similar a su infancia, aceleró el paso hasta pasar de largo a la salchichita amarilla que era Campanella.
Llegó a tiempo de ver como un chico de pelo azul se despertaba, confuso, con una mano sobre un digihuevo. Alanna se quedó quieta, no entendí como alguien que dormía podía ser un ladrón, no entraba en su cabeza esa posibilidad. Y aun comprendió menos la celeridad con la que la cuidadora que había tardado media hora en dejarla hacer unos biberones, de pronto se ponía a gritar que ella era una salvadora. Confusa, cogió en brazos a su digimon, que parecía agotada de volar una larga distancia con su cuerpo rechonchito y se acercó despacio. Tal vez pudiera entender que creyeran que era un tipo de heroína, después de todo, a ella también le parecía estar en un cuento de hadas.
― Los cuentos de hadas no son tonterías.― respondió frunciendo el ceño al chico, agachándose junto a él. ― Estás en la ciudad del inicio, donde nacen y renacen los digimon. ― explicó orgullosa de haber aprendido todo eso. ― Me llamo Alanna y esta abejita de aquí es Campanella.― Se presentó mientras los bebés, inquietos, habían saltado de sus cunas y se habían acercado a ver la escena, quedándose tras las faldas de Alanna, cuidadosos.― Si gritas los asustarás.― explicó más para la guardiana que para el chico, que parecía haberse olvidado de su trabajo.
― Si estás aquí quiere decir que eres un Tamer, ¿no?― Preguntó Campanella. ― ¿y tu digimon?― curioseó mirando alrededor en busca de algún otro ser digital.
Última edición por Alanna Tale el Vie Mar 09, 2018 4:00 pm, editado 2 veces
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Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Tras haber acabado de estirarme, una chica de cabellos de color castaño con claros reflejos rubios dados por el sol, se acerco hacia a mi mientras murmuraba algo sobre los cuentos de hadas, cosa que no pude escuchar bien tras la siesta. Me frote los ojos para aclarármelos y, tras abrirlos nuevamente, vi a la chica agachada y demasiado cerca de mi espacio vital. Siendo sinceros, no tenia mucha maña con lo que se refiere a temas mujeres, pues nunca he tenido una charla parental sobre este tema y cuando perdí a mis padres, no es que me interesase mucho por las mujeres, rápidamente, fui alejándome arrastrándome por el suelo hacia atrás y chocandome con un árbol.
-"¿Seguro que eres un humano?... ¡Por tu apariencia hacia las mujeres pareces un gatomon asustado!"-pensó entre carcajadas Jessmon, habitante en el interior de Menta.
-"¡N-No e-estoy asustado! S-Solo me ponen nerviosa las chicas hermosas y ya..."-pensé algo enrojecido y me puse a mirar hacia otro lado para evitar contacto visual y suspire-Me llamo Menta y no me acompaña ningún digimon y...-decía mientras dirigía mi mirada hacia el digimon con aspecto de abeja que preguntaba sobre mi digimon y la suposición de este por estar en este mundo-Yo estoy aquí a por mala suerte... Por meterme en un maldito tren acabe aquí-Dije-En este maldito mundo en el que intentan asesinarme o meterme en problemas cada vez que doy un paso... como ahora...-murmure en voz baja
Me puse en pie limpiando mis pantalones y me acerque a la muchacha extendiendo mi mano pero sin ningún contacto visual, obviamente, aunque no hubiese hablado sobre mujeres con nadie, sabía que se les debe tratar como damas pero, ¿Que era tratar a una mujer de dama? Es algo que no era capaz de comprender pero que mi cuerpo parecía saber reaccionar en estas circunstancia.
-Bueno, ya que nuestra salvadora se encarga del ladrón, ¡he de pediros otro favor!-Dijo el digimon rojizo acercándose velozmente hacia la muchacha e interponiéndose entre mi mano y la chica-¡Bella heroína que rescataste a estos bebes de ese vil villano de cabellos azulados, ¿Podríais vigilar a los bebes y al ladrón en lo que esta humilde cuidadora busca a unos bebes perdidos?-dijo mientras volvía a salir corriendo sin dejar hablar a nadie
Como un tonto, dirigí la mano que le ofrecía hacia mi cabeza y rascándome la cabeza como haciendo un amago a la vez que me sonrojaba-"Dios... Tierra tragame..."-Pensé mientras aun escuchaba en mi interior retumbar las carcajadas de Jessmon-Espera... Ladrón... cabellos... ¿Azules...?... ¿Vigilar...?-Mientras pensaba en voz alta, me daba cuenta de la situación en la que me encontraba. Por alguna razón que desconocía me estaban llamando ladrón. Mire a la chica algo nervioso-T-Te juro q-que no soy un l-ladrón-Tras decir esto, pose mi mano sobre mi cara-Este día no puede ser peor...-
-"Es el mejor día de mi vida desde hace años"-Pensó Jesmon
-"Nunca entendere este odio hacia mi persona, no fue culpa mía que nos unieran, ¿sabes?"-Pensé mientras el carcajeo cesó de golpe
-"No se trata de estar unido a ti o no, si aun no te has dado cuenta es porque aun no has madurado..."-Dijo mientras volvía a reinar el silencio en mi interior
Desde que los datos digitales de Jesmon se unieron a los datos de Menta en el limbo y desde la primera frase que intercambiaron ambos, Jessmon siempre ha tratado con desaire a Menta y hasta día de hoy, no entendía porque, solo dijo que quería ser como su hermano. Mientras me tapaba la cara, acerque mi mano hacia la cicatriz en el ojo y recordando lo que paso en Corona de hielo.
-"¿Seguro que eres un humano?... ¡Por tu apariencia hacia las mujeres pareces un gatomon asustado!"-pensó entre carcajadas Jessmon, habitante en el interior de Menta.
-"¡N-No e-estoy asustado! S-Solo me ponen nerviosa las chicas hermosas y ya..."-pensé algo enrojecido y me puse a mirar hacia otro lado para evitar contacto visual y suspire-Me llamo Menta y no me acompaña ningún digimon y...-decía mientras dirigía mi mirada hacia el digimon con aspecto de abeja que preguntaba sobre mi digimon y la suposición de este por estar en este mundo-Yo estoy aquí a por mala suerte... Por meterme en un maldito tren acabe aquí-Dije-En este maldito mundo en el que intentan asesinarme o meterme en problemas cada vez que doy un paso... como ahora...-murmure en voz baja
Me puse en pie limpiando mis pantalones y me acerque a la muchacha extendiendo mi mano pero sin ningún contacto visual, obviamente, aunque no hubiese hablado sobre mujeres con nadie, sabía que se les debe tratar como damas pero, ¿Que era tratar a una mujer de dama? Es algo que no era capaz de comprender pero que mi cuerpo parecía saber reaccionar en estas circunstancia.
-Bueno, ya que nuestra salvadora se encarga del ladrón, ¡he de pediros otro favor!-Dijo el digimon rojizo acercándose velozmente hacia la muchacha e interponiéndose entre mi mano y la chica-¡Bella heroína que rescataste a estos bebes de ese vil villano de cabellos azulados, ¿Podríais vigilar a los bebes y al ladrón en lo que esta humilde cuidadora busca a unos bebes perdidos?-dijo mientras volvía a salir corriendo sin dejar hablar a nadie
Como un tonto, dirigí la mano que le ofrecía hacia mi cabeza y rascándome la cabeza como haciendo un amago a la vez que me sonrojaba-"Dios... Tierra tragame..."-Pensé mientras aun escuchaba en mi interior retumbar las carcajadas de Jessmon-Espera... Ladrón... cabellos... ¿Azules...?... ¿Vigilar...?-Mientras pensaba en voz alta, me daba cuenta de la situación en la que me encontraba. Por alguna razón que desconocía me estaban llamando ladrón. Mire a la chica algo nervioso-T-Te juro q-que no soy un l-ladrón-Tras decir esto, pose mi mano sobre mi cara-Este día no puede ser peor...-
-"Es el mejor día de mi vida desde hace años"-Pensó Jesmon
-"Nunca entendere este odio hacia mi persona, no fue culpa mía que nos unieran, ¿sabes?"-Pensé mientras el carcajeo cesó de golpe
-"No se trata de estar unido a ti o no, si aun no te has dado cuenta es porque aun no has madurado..."-Dijo mientras volvía a reinar el silencio en mi interior
Desde que los datos digitales de Jesmon se unieron a los datos de Menta en el limbo y desde la primera frase que intercambiaron ambos, Jessmon siempre ha tratado con desaire a Menta y hasta día de hoy, no entendía porque, solo dijo que quería ser como su hermano. Mientras me tapaba la cara, acerque mi mano hacia la cicatriz en el ojo y recordando lo que paso en Corona de hielo.
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Alanna miró extrañada la reacción del chico y se alejó un poco entendiendo que tal vez le resultase incómodo, podría ser Japones, si no recordaba mal, los japoneses eran más bien retraídos, no es que ella estuviera acostumbrada o cómoda en las distancias cortas, pero había aprendido a adivinar las reacciones, y usualmente no eran tan llamativas como esa, si alguien se aparta, para que esté cómodo, apártate. Ese chico había, casi literalmente, huido de ella, que solo se había agachado cerca para presentarse estando, más o menos, a la misma altura.
Se llamaba Menta. Alanna sonrió extrañada, ¿Menta? Sonaba a nombre de hada, como en Sueño de una noche de verano que las hadas tenían nombres de flor. Miró a Campanella curiosa, ¿sería él un hada? Se emocionó de pensarlo, pero se abstuvo de comentar nada, no fuera se equivocase y el chico se sintiera ofendido. De todos modos, no entendía su historia, ¿trenes? ¿allí? ¿Existían los trenes?
— Campanella, no sabía que había trenes en este mundo.— comentó a modo de pregunta indirecta.
— Son los Trailmon, pueden transportar gente, pero son digimon.— Explicó dejándose caer en el pelo de Alanna.
— Entonces son como... ¿la ballena de pinocho?— Torció el gesto la chica, sin sentirse muy convencida de que viajar dentro de un digimon fuera buena idea.
— No... — pareció dudar la abejita— bueno... ¿si...?— rectificó— No lo se, es como eso pero más limpio, menos asqueroso y más seguro.— acertó a resumir convenciendo, en parte a Alanna.
Sabía que, probablemente, eso no era lo más importante de todo lo que el chico había dicho, eso de que lo habían intentado matar debería haberla interesado más, pero el digimon desquiciado de color rojo que acusaba a un chico que dormía de ladrón no le parecía un buen testigo ni una buena ayuda. Se confirmó cuando, nuevamente, el digimon guardia acusó al chico que, nervioso, aseguró no haber robado nada ni haber tenido, siquiera, intención de hacerlo.
— Tranquilo, no creo que un ladrón durmiera tan tranquilamente junto a su botín sin habérselo llevado antes. — Bromeó mientras el guardia se alejaba en busca de los digihuevos perdidos. — ¿Así que has llegado sin saber nada? Yo también ando perdida,
es la primera vez que estoy aquí, pero me parece que he entrado en un cuento de hadas— Comentó con clara emoción en los ojos. — ¿Qué es eso de que han intentado matarte? Ni que lo hubieran escrito los Grimm — Se rió de su propio chiste, sentándose en el suelo mientras un bebe se le sentaba encima, tensándola e incomodándola.
Le parecían adorables, eran las cosas más bonitas que había visto en tiempo, pero no se atrevía, casi, ni a tocarlos, rompía todo lo que tocaba, y los bebes eran tan frágiles,
necesitaban tantos cuidados que ella no era ni mínimamente capaz de proporcionar,que temía que su sola presencia les hiciera daño. A ese bebé le siguieron otros dos, que se acurrucaron en su falda, y parecieron dormirse gustosamente mientras ella, esperando la respuesta del chico, respiraba hondo y, finalmente, con la ayuda de Campanella, que se había situado a su lado, conseguía relajar su postura tensa, desde el momento en el que uno de los bebés se le había acercado, y su rostro.
Se llamaba Menta. Alanna sonrió extrañada, ¿Menta? Sonaba a nombre de hada, como en Sueño de una noche de verano que las hadas tenían nombres de flor. Miró a Campanella curiosa, ¿sería él un hada? Se emocionó de pensarlo, pero se abstuvo de comentar nada, no fuera se equivocase y el chico se sintiera ofendido. De todos modos, no entendía su historia, ¿trenes? ¿allí? ¿Existían los trenes?
— Campanella, no sabía que había trenes en este mundo.— comentó a modo de pregunta indirecta.
— Son los Trailmon, pueden transportar gente, pero son digimon.— Explicó dejándose caer en el pelo de Alanna.
— Entonces son como... ¿la ballena de pinocho?— Torció el gesto la chica, sin sentirse muy convencida de que viajar dentro de un digimon fuera buena idea.
— No... — pareció dudar la abejita— bueno... ¿si...?— rectificó— No lo se, es como eso pero más limpio, menos asqueroso y más seguro.— acertó a resumir convenciendo, en parte a Alanna.
Sabía que, probablemente, eso no era lo más importante de todo lo que el chico había dicho, eso de que lo habían intentado matar debería haberla interesado más, pero el digimon desquiciado de color rojo que acusaba a un chico que dormía de ladrón no le parecía un buen testigo ni una buena ayuda. Se confirmó cuando, nuevamente, el digimon guardia acusó al chico que, nervioso, aseguró no haber robado nada ni haber tenido, siquiera, intención de hacerlo.
— Tranquilo, no creo que un ladrón durmiera tan tranquilamente junto a su botín sin habérselo llevado antes. — Bromeó mientras el guardia se alejaba en busca de los digihuevos perdidos. — ¿Así que has llegado sin saber nada? Yo también ando perdida,
es la primera vez que estoy aquí, pero me parece que he entrado en un cuento de hadas— Comentó con clara emoción en los ojos. — ¿Qué es eso de que han intentado matarte? Ni que lo hubieran escrito los Grimm — Se rió de su propio chiste, sentándose en el suelo mientras un bebe se le sentaba encima, tensándola e incomodándola.
Le parecían adorables, eran las cosas más bonitas que había visto en tiempo, pero no se atrevía, casi, ni a tocarlos, rompía todo lo que tocaba, y los bebes eran tan frágiles,
necesitaban tantos cuidados que ella no era ni mínimamente capaz de proporcionar,que temía que su sola presencia les hiciera daño. A ese bebé le siguieron otros dos, que se acurrucaron en su falda, y parecieron dormirse gustosamente mientras ella, esperando la respuesta del chico, respiraba hondo y, finalmente, con la ayuda de Campanella, que se había situado a su lado, conseguía relajar su postura tensa, desde el momento en el que uno de los bebés se le había acercado, y su rostro.
Última edición por Alanna Tale el Vie Mar 09, 2018 4:01 pm, editado 1 vez
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Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
La chica parecía comprender la situación en la que me encontraba, cogí un trago de aire y me tranquilice un poco. La joven seguía haciendo comparaciones con los cuentos de hadas ¿Porque me ponía tan nervioso? Aun seguía sin entenderlo, pero intente controlarme los comentarios, era una desconocida y no podía hablarle de una manera tan grosera solo por sus gustos.
-No, no estoy perdido, solamente vine a explorar, con tanta tontería ya empiezo a familiarizarme con este mundo infernal...-Dije mientras veía como se sentaba en el suelo.
Poco a poco los digimon bebe de la zona se acercaban a ella y rodeándola como si de una cuna de bebes se tratase. Por su postura parecía estar bastante tensa, me acerque poco a poco y me arrodille a la distancia de su cara.
-Oye... ¿Estas bien?-Dije mientras notaba tirones en el pantalon
Uno de los pequeños me estaba mordiendo el pantalón e intentaba tirar con fuerza de este. Creo que no quería que me acercara a la hermosa muchacha. Lo intente coger con la mano y, acto seguido, este soltó el pantalón y empezó a morder mi brazo. Mire al pequeñín y vi que, en cierto modo, era una monada y no pude evitar sonreír. Yo... ¿Sonriendo?
No recuerdo ya cuando fue la ultima vez que me sonreía de verdad...
-Entendido, soy el malo aquí, la dejare en paz-Dije mientras dejaba con cuidado al bebe y me lo quitaba de la manga
Volví a ponerme en pie y me aleje un poco de la muchacha, me apoye sobre un árbol a la sombra de este y me la quede mirando. Tenía la piel clara y unos ojos bastante grandes y bellos, vestida como si de una muñeca se tratase. Mas que hablar de una persona, pareciese que era una muñeca de porcelana en medio de un parque rodeada de niños. Era una situación rara... No sabría como explicarla, no era que estuviese incomodo, pero rápidamente dirigí mi mirada hacia otro lado. Pasaba el tiempo y la cuidadora no aparecía, pero, en su contra, se empezaba a escuchar el sonido de un tren. Parecía que el digimon del que hablaban, Trailmon, pasaba por aquí y posiblemente fuese quien me trajo al mundo digital. Tras escuchas el primer sonido de bocina de este, se escucho el grito de lo que parecía la cuidadora. Gritaba algo como "Se están llevando los bebes, que alguien me ayude". Mire a la chica.
-¡Quédate aquí, iré a ver que ha pasado!-Dije mientras me preparaba para correr, pero antes de eso, mientras le daba la espalda a la chica-No intentes comparar este mundo con uno de tus cuentos de hadas o acabaras encontrándote con un final que ni en los mismos cuentos explican...Tras decirle esto sin mirar, empece a correr por el bosque.
-No, no estoy perdido, solamente vine a explorar, con tanta tontería ya empiezo a familiarizarme con este mundo infernal...-Dije mientras veía como se sentaba en el suelo.
Poco a poco los digimon bebe de la zona se acercaban a ella y rodeándola como si de una cuna de bebes se tratase. Por su postura parecía estar bastante tensa, me acerque poco a poco y me arrodille a la distancia de su cara.
-Oye... ¿Estas bien?-Dije mientras notaba tirones en el pantalon
Uno de los pequeños me estaba mordiendo el pantalón e intentaba tirar con fuerza de este. Creo que no quería que me acercara a la hermosa muchacha. Lo intente coger con la mano y, acto seguido, este soltó el pantalón y empezó a morder mi brazo. Mire al pequeñín y vi que, en cierto modo, era una monada y no pude evitar sonreír. Yo... ¿Sonriendo?
No recuerdo ya cuando fue la ultima vez que me sonreía de verdad...
-Entendido, soy el malo aquí, la dejare en paz-Dije mientras dejaba con cuidado al bebe y me lo quitaba de la manga
Volví a ponerme en pie y me aleje un poco de la muchacha, me apoye sobre un árbol a la sombra de este y me la quede mirando. Tenía la piel clara y unos ojos bastante grandes y bellos, vestida como si de una muñeca se tratase. Mas que hablar de una persona, pareciese que era una muñeca de porcelana en medio de un parque rodeada de niños. Era una situación rara... No sabría como explicarla, no era que estuviese incomodo, pero rápidamente dirigí mi mirada hacia otro lado. Pasaba el tiempo y la cuidadora no aparecía, pero, en su contra, se empezaba a escuchar el sonido de un tren. Parecía que el digimon del que hablaban, Trailmon, pasaba por aquí y posiblemente fuese quien me trajo al mundo digital. Tras escuchas el primer sonido de bocina de este, se escucho el grito de lo que parecía la cuidadora. Gritaba algo como "Se están llevando los bebes, que alguien me ayude". Mire a la chica.
-¡Quédate aquí, iré a ver que ha pasado!-Dije mientras me preparaba para correr, pero antes de eso, mientras le daba la espalda a la chica-No intentes comparar este mundo con uno de tus cuentos de hadas o acabaras encontrándote con un final que ni en los mismos cuentos explican...Tras decirle esto sin mirar, empece a correr por el bosque.
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Sonrió, tensa, y asintió, indicando que no pasaba nada malo a pesar de su enorme incomodidad. Los bebés parecían inofensivos, eran blanditos, suaves, cálidos y adorables, pero seguía siendo un problema su total falta de desconocimiento y delicadeza para tratar con ellos. Si tan solo fuera como Campanella, todo sería más fácil, esa hada, ahora abeja, tenía un don especial para hacerlo todo,era firme, recta, amable, dulce, cuidadosa, un desecho de virtudes, que se suele decir, aunque también era consciente de que, al igual que a ella le podía la apatía, a Campanella le podían sus prontos. Era de mecha corta y no callaba cuando algo no le gustaba.
El caso era que sabía manejarse en todo tipo de situaciones, no debería ser difícil tratar con bebés, incluso el chico de pelo azul sabía manejarse con ellos, y eso que uno le había querido morder. Bueno, que le había mordido. Alanna se levantó dejando que los bebés se movieran despacio y volvieran a sus cunas, al tiempo que un grito se escuchó desde lejos. Se llevaban a los bebés.
Menta, el chico con nombre de hada, fue el primero en reaccionar, y con bordería extrema decirle a Alanna que dejase sus ensoñaciones. La bailarina frunció el ceño y se quedó plantada, estupefecta, viendo alejarse la espalda del chico a la carrera. Campanella lo siguió flotando velozmente con su cuerpo regordete y pidiéndole que se quedase atrás, cuidando de los bebés. Paralizada, con cientos de criaturas rodando por allí, vio aliviada como el digimon rojo se acercaba a ella.
― El locomon, se los han llevado en un locomon. ― se apresuró decir la guardiana, sin aliento.
― ¿Quién? ― preguntó preocupada sin tener idea de qué demonios era un locomon.
― Los starmons y ese Avenge Kidmon, se los han llevado. ― acertó a responder entre sollozos y lloros.
― Pu...pues... ¡voy!― decidió Alanna poco convencida de quedarse allí, y aun menos de ser útil si acudía a ayudar, pero incapaz de permanecer quieta.
Corrió como alma que lleva al diablo, molesta por esa falda que había llegado a parar a ella, no sabía cómo, y alcanzó a ver lo que parecía una maquina de vapor llorando mientras recorría unas vías, ya entendía lo de locomon. Pudo ver al chico de pelo azul y a Campanella corriendo hacia las vías. Se enfurruñó de nuevo, molesta, le decía que no creyese en los cuentos pero la dejaban atrás, ambos, como a las princesas que encierran en torres, ni hablar.
― ¡Por ahí!― gritó señalando, no muy lejos, un giro en las vías, que obligaría a la locomotora a reducir velocidad.
Campanella pareció verla y entender lo que quería, porque rápidamente viró su rumbo y explicó en voz baja a lo que se refería su tamer. Alanna se lanzó a correr también, pero dudab que pudieran llegar a alcanzarla, tal vez con un coche, su moto o incluso un caballo, ¿pero corriendo? Imposible.
― ¡Dices que no me crea que esto es un cuento pero estamos viviendo una historia de vaqueros! ¡Los cuentos existen, si no explícame tú todo esto!― Le recriminó, enfadada, al chico de pelo azul, en voz alta, al ver una especie de hombre revolver salir a la parte trasera del último vagón de cola.
El caso era que sabía manejarse en todo tipo de situaciones, no debería ser difícil tratar con bebés, incluso el chico de pelo azul sabía manejarse con ellos, y eso que uno le había querido morder. Bueno, que le había mordido. Alanna se levantó dejando que los bebés se movieran despacio y volvieran a sus cunas, al tiempo que un grito se escuchó desde lejos. Se llevaban a los bebés.
Menta, el chico con nombre de hada, fue el primero en reaccionar, y con bordería extrema decirle a Alanna que dejase sus ensoñaciones. La bailarina frunció el ceño y se quedó plantada, estupefecta, viendo alejarse la espalda del chico a la carrera. Campanella lo siguió flotando velozmente con su cuerpo regordete y pidiéndole que se quedase atrás, cuidando de los bebés. Paralizada, con cientos de criaturas rodando por allí, vio aliviada como el digimon rojo se acercaba a ella.
― El locomon, se los han llevado en un locomon. ― se apresuró decir la guardiana, sin aliento.
― ¿Quién? ― preguntó preocupada sin tener idea de qué demonios era un locomon.
― Los starmons y ese Avenge Kidmon, se los han llevado. ― acertó a responder entre sollozos y lloros.
― Pu...pues... ¡voy!― decidió Alanna poco convencida de quedarse allí, y aun menos de ser útil si acudía a ayudar, pero incapaz de permanecer quieta.
Corrió como alma que lleva al diablo, molesta por esa falda que había llegado a parar a ella, no sabía cómo, y alcanzó a ver lo que parecía una maquina de vapor llorando mientras recorría unas vías, ya entendía lo de locomon. Pudo ver al chico de pelo azul y a Campanella corriendo hacia las vías. Se enfurruñó de nuevo, molesta, le decía que no creyese en los cuentos pero la dejaban atrás, ambos, como a las princesas que encierran en torres, ni hablar.
― ¡Por ahí!― gritó señalando, no muy lejos, un giro en las vías, que obligaría a la locomotora a reducir velocidad.
Campanella pareció verla y entender lo que quería, porque rápidamente viró su rumbo y explicó en voz baja a lo que se refería su tamer. Alanna se lanzó a correr también, pero dudab que pudieran llegar a alcanzarla, tal vez con un coche, su moto o incluso un caballo, ¿pero corriendo? Imposible.
― ¡Dices que no me crea que esto es un cuento pero estamos viviendo una historia de vaqueros! ¡Los cuentos existen, si no explícame tú todo esto!― Le recriminó, enfadada, al chico de pelo azul, en voz alta, al ver una especie de hombre revolver salir a la parte trasera del último vagón de cola.
Última edición por Alanna Tale el Vie Mar 09, 2018 4:02 pm, editado 1 vez
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Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Seguía corriendo, a medida que mas avanzaba mas arboles había en medio, pero ya casi podía ver las vías. Un revoloteo me molestaba en la oreja, mirando de reojo,
vi que el digimon abeja de la joven, estaba volando a gran velocidad en mi misma dirección. Al principio no lo pensé, pero, en unos instantes, empecé a cabrearme con el digimon.
-¡¿Que haces aquí, has dejado a tu tamer sola en un mundo que desconoce?! ¡¿Y si le atacan?!¡Os dije que os quedaseis quietas!-Dije bastante cabreado.
Me intente relajar
Tras echarle la bronca y seguir corriendo, llegamos hasta lo que era una explanada donde a lo lejos, se podían distinguir las vías del tren. Cuando quise darme cuenta, una voz reconocible, inundo mi cabeza. Aquella chicha nos había seguido, ¿Que clase de persona corre a tal velocidad para alcanzarnos? Mejor no hacer preguntas. Mire a la abeja y sen decir nada, cerré los ojos y eche cabeza abajo como pidiendo perdón. Mire en la dirección que la chica indicaba, podía ver el giro de las vías, entendí a la primera lo que se refería, aun yendo a máxima velocidad, estaría obligado a reducir la velocidad para no descarrilar pero... Desde la situación que nos encontrábamos, tardaríamos mucho en llegar y, como si fuera poco, la chica seguía discutiendo sobre que esto era un cuento.
-¡¿Y QUE?!-Dije bastante exaltado-¡Deja ya de comparar esto con un cuento, no es un cuento, han secuestrado a bebes y como no venga alguien que pueda volar, di adiós a los niños!-Le dije habiendo bajado un poco el tono
Me supo mal haberle gritado pero tenía que hacerle ver que esto no era lo que ella piensa. Si no hay alguien mas fuerte y rápido, esos bebes acabarían siendo secuestrados y seguramente, corrompiéndose por esos malhechores. Es como en la realidad, si no tienes a alguien que te eduque por el buen camino, puedes acabar como ellos.
-"Oye chico, has dicho volar, ¿verdad?"-Dijo Jessmon mientras en ese momento aun no había caído. Di un pequeño golpe con el puño en mi otra mano y saque el digiviece del bolsillo y mire a la chica de forma seria-Ya se como vamos a llegar-Dije mientras de mi mano libre aparecían lineas de datos. Sin estar muy convencido de este plan, pero la única forma de poder viajar rápido, pase la linea del cogido del digiviece y, así, pasando a digievolucionar en XV-Mon
-Vamonos-Dije extendiendo mis alas y poniéndome de rodillas para que la muchacha subiera a mi espalda-"Creo que no he pensado bien esto..."-Dije mientras me arrepentía de haberme ofrecido como corcel alado. No es que me diese vergüenza, pero tendría que cargar con la chica y, por si fuese poco,
llevaba falda. Era una situación graciosa ver al dragón azul que era, temblar de nervios por saber que tendría que cargar con una mujer tan bella a sus espaldas
vi que el digimon abeja de la joven, estaba volando a gran velocidad en mi misma dirección. Al principio no lo pensé, pero, en unos instantes, empecé a cabrearme con el digimon.
-¡¿Que haces aquí, has dejado a tu tamer sola en un mundo que desconoce?! ¡¿Y si le atacan?!¡Os dije que os quedaseis quietas!-Dije bastante cabreado.
Me intente relajar
Tras echarle la bronca y seguir corriendo, llegamos hasta lo que era una explanada donde a lo lejos, se podían distinguir las vías del tren. Cuando quise darme cuenta, una voz reconocible, inundo mi cabeza. Aquella chicha nos había seguido, ¿Que clase de persona corre a tal velocidad para alcanzarnos? Mejor no hacer preguntas. Mire a la abeja y sen decir nada, cerré los ojos y eche cabeza abajo como pidiendo perdón. Mire en la dirección que la chica indicaba, podía ver el giro de las vías, entendí a la primera lo que se refería, aun yendo a máxima velocidad, estaría obligado a reducir la velocidad para no descarrilar pero... Desde la situación que nos encontrábamos, tardaríamos mucho en llegar y, como si fuera poco, la chica seguía discutiendo sobre que esto era un cuento.
-¡¿Y QUE?!-Dije bastante exaltado-¡Deja ya de comparar esto con un cuento, no es un cuento, han secuestrado a bebes y como no venga alguien que pueda volar, di adiós a los niños!-Le dije habiendo bajado un poco el tono
Me supo mal haberle gritado pero tenía que hacerle ver que esto no era lo que ella piensa. Si no hay alguien mas fuerte y rápido, esos bebes acabarían siendo secuestrados y seguramente, corrompiéndose por esos malhechores. Es como en la realidad, si no tienes a alguien que te eduque por el buen camino, puedes acabar como ellos.
-"Oye chico, has dicho volar, ¿verdad?"-Dijo Jessmon mientras en ese momento aun no había caído. Di un pequeño golpe con el puño en mi otra mano y saque el digiviece del bolsillo y mire a la chica de forma seria-Ya se como vamos a llegar-Dije mientras de mi mano libre aparecían lineas de datos. Sin estar muy convencido de este plan, pero la única forma de poder viajar rápido, pase la linea del cogido del digiviece y, así, pasando a digievolucionar en XV-Mon
-Vamonos-Dije extendiendo mis alas y poniéndome de rodillas para que la muchacha subiera a mi espalda-"Creo que no he pensado bien esto..."-Dije mientras me arrepentía de haberme ofrecido como corcel alado. No es que me diese vergüenza, pero tendría que cargar con la chica y, por si fuese poco,
llevaba falda. Era una situación graciosa ver al dragón azul que era, temblar de nervios por saber que tendría que cargar con una mujer tan bella a sus espaldas
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
― ¡Mi tamer puede cuidarse sola! además, no se quedará quieta — Había asegurado Campanella totalmente segura de sus palabras, a pesar de que era consciente de que, probablemente, Alanna tuviera miedo.
Y no había errado, en cuanto se habían querido dar cuenta, la bailarina había acudido a su lado corriendo todo lo rápido que le habían permitido sus, afortunadamente entrenadas, piernas. Cuando la vio, la abeja sonrió orgullosa, para que luego dijesen que las bailarinas no eran más que muñecas en tutú.
Alanna intentaba no marearse por la falta de aire que acusaban sus pulmones por la velocidad de su carrera, si no paraba pronto acabaría desmayándose, pero si era para discutir acusaciones siempre tenía fuerza y tiempo, al menos cuando no era su madre quien se las lanzaba a la cara. Tomó aire por la nariz y aceleró, nuevamente, ese paso precipitado con el que le comenzaban a doler las piernas, más, incluso, que durante sus larguísimos ensayos.
― ¿Te crees que si no me lo tomase enserio...― empezó a protestar, tropezando y recuperándose con velocidad, volviendo a tomar aire y recuperando el paso. ― estaría corriendo desesperada?
Apretó los dientes y siguió sin detenerse con Campanella a su lado, sobrepasando a Menta, que parecía estar calculando las partículas de polvo que se cruzaban en su camino, al menos, eso pensaba, molesta, Alanna, sin poder creer que le recriminase el no preocuparse sinceramente por los pequeños y luego el dejase de correr así como así. Aunque no tardó en descubrir que se equivocaba de cabo a rabo. El sonido de algo siendo cortado la distrajo y la hizo caer al tiempo que una bala cruzaba el aire cerca de donde ella había estado.
Levantó la cabeza del suelo intentando recuperar el aliento, viendo alejarse, cada vez más, el tren con los pequeños y chasqueó la lengua, que supiera tratar con niños no significaba que quisiera que desaparecieran.
― ¡Campanella!, ¡¿no podemos hacer nada?!― preguntó levantándose mientras otra bala pasaba por entre unos árboles.
― Yo...― dudó la abeja, sin saber que decir, cuando un digimon azul y alado aterrizaba frente a ellas.
Alanna alzó la mirada y se alejó, asustada, dos pasos, mientras Campanella se interponía, dispuesta a protegerla con su cuerpecito redondo. Hasta que lo que parecieron dos voces sonando al unísono salieron desde la profundidad del pecho del digimon alado.
― ¿XV-mon? ¿Entonces si tenías digimon?― preguntó la abeja.
― ¿Es ese chico de pelo azul? ― tomó Alanna la palabra.
― Mintió― acusó la digimon ― ¡no pienso fiarme de un mentiroso, los mentirosos siempre hacen daño, recuperaremos a los bebés solas! ― gritó, obcecada, la digimon, siguiendo un hilo de pensamientos desconocidos que no entendía, siquiera Alanna, que no estaba enterada de toda la historia del lugar del que procedía su hada.
Alanna, en cambio, se dirigió al digimon, más tranquila al ver que no era un asaltante, sino ayuda, y puso una mano en la espada del ser azul, dispuesta a subir, entre los gritos de Campanella que le exigía que bajase, que no confiara y que ella sola podría recuperar a los bebés. Ignorándola, logró acomodarse en la espalda de XV-mon y sin mirar a la abeja, detuvo el parloteo diciendo su nombre con vehemencia.
― Campanella, no tenemos fuerza para eso, él, ellos, lo que sean, sí. Mientan o no quieren ayudar a los bebés, si no vas a calmarte, te quedas. ― amenazó Alanna sorpendiendo a Campanella. ― si quieres gritar espera a que los bebés estén en sus cunas.―se agachó y sintió a Campanella a sus espaldas. ― Démonos prisa.― pidió al digimon, temblando, empezando a perder toda su resolución, después de todo, la decidida y firme siempre era Campanella.
Y no había errado, en cuanto se habían querido dar cuenta, la bailarina había acudido a su lado corriendo todo lo rápido que le habían permitido sus, afortunadamente entrenadas, piernas. Cuando la vio, la abeja sonrió orgullosa, para que luego dijesen que las bailarinas no eran más que muñecas en tutú.
Alanna intentaba no marearse por la falta de aire que acusaban sus pulmones por la velocidad de su carrera, si no paraba pronto acabaría desmayándose, pero si era para discutir acusaciones siempre tenía fuerza y tiempo, al menos cuando no era su madre quien se las lanzaba a la cara. Tomó aire por la nariz y aceleró, nuevamente, ese paso precipitado con el que le comenzaban a doler las piernas, más, incluso, que durante sus larguísimos ensayos.
― ¿Te crees que si no me lo tomase enserio...― empezó a protestar, tropezando y recuperándose con velocidad, volviendo a tomar aire y recuperando el paso. ― estaría corriendo desesperada?
Apretó los dientes y siguió sin detenerse con Campanella a su lado, sobrepasando a Menta, que parecía estar calculando las partículas de polvo que se cruzaban en su camino, al menos, eso pensaba, molesta, Alanna, sin poder creer que le recriminase el no preocuparse sinceramente por los pequeños y luego el dejase de correr así como así. Aunque no tardó en descubrir que se equivocaba de cabo a rabo. El sonido de algo siendo cortado la distrajo y la hizo caer al tiempo que una bala cruzaba el aire cerca de donde ella había estado.
Levantó la cabeza del suelo intentando recuperar el aliento, viendo alejarse, cada vez más, el tren con los pequeños y chasqueó la lengua, que supiera tratar con niños no significaba que quisiera que desaparecieran.
― ¡Campanella!, ¡¿no podemos hacer nada?!― preguntó levantándose mientras otra bala pasaba por entre unos árboles.
― Yo...― dudó la abeja, sin saber que decir, cuando un digimon azul y alado aterrizaba frente a ellas.
Alanna alzó la mirada y se alejó, asustada, dos pasos, mientras Campanella se interponía, dispuesta a protegerla con su cuerpecito redondo. Hasta que lo que parecieron dos voces sonando al unísono salieron desde la profundidad del pecho del digimon alado.
― ¿XV-mon? ¿Entonces si tenías digimon?― preguntó la abeja.
― ¿Es ese chico de pelo azul? ― tomó Alanna la palabra.
― Mintió― acusó la digimon ― ¡no pienso fiarme de un mentiroso, los mentirosos siempre hacen daño, recuperaremos a los bebés solas! ― gritó, obcecada, la digimon, siguiendo un hilo de pensamientos desconocidos que no entendía, siquiera Alanna, que no estaba enterada de toda la historia del lugar del que procedía su hada.
Alanna, en cambio, se dirigió al digimon, más tranquila al ver que no era un asaltante, sino ayuda, y puso una mano en la espada del ser azul, dispuesta a subir, entre los gritos de Campanella que le exigía que bajase, que no confiara y que ella sola podría recuperar a los bebés. Ignorándola, logró acomodarse en la espalda de XV-mon y sin mirar a la abeja, detuvo el parloteo diciendo su nombre con vehemencia.
― Campanella, no tenemos fuerza para eso, él, ellos, lo que sean, sí. Mientan o no quieren ayudar a los bebés, si no vas a calmarte, te quedas. ― amenazó Alanna sorpendiendo a Campanella. ― si quieres gritar espera a que los bebés estén en sus cunas.―se agachó y sintió a Campanella a sus espaldas. ― Démonos prisa.― pidió al digimon, temblando, empezando a perder toda su resolución, después de todo, la decidida y firme siempre era Campanella.
Última edición por Alanna Tale el Vie Mar 09, 2018 4:05 pm, editado 1 vez
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Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
La abeja me estaba acusando de mentiroso, pero en ese momento no podía pensar en nada mas. Tenía claro dos cosas... Una que nos estaban tiroteando desde una larga distancia y tendría que emprender el vuelo pero ya y la otra... Que estaba cargando con la chica y eso me ponía aun mas nervioso, incluso las escamas azuladas de la cara se tornaron de un color rojizo. Rápidamente, alce el vuelo y me dirigí a la curva lo mas rápido posible e intentando calcular bien el peso de la muchacha para no tirarla.
-No te mentí-Dije sin mirar a la abeja y seguía volando-Supusiste que era un tamer y que tenía un digimon pero... Yo soy mi propio digimon, yo soy Menta-Aclare sobre lo ocurrido
Seguía volando a gran velocidad intentando alcanzar el tren, pero ese digimon pistolero no me lo estaba poniendo fácil, y por si fuera poco, intentaba no hacer movimientos bruscos para que la chica no se cayese ni sufriese ningún daño. En uno de los momentos en los que las balas pasaban por al mi alrededor, una bala de procedencia desconocida impacto en mi hombro. Recuerdo ese momento cada día, era un dolor intenso, pensaba que en esa forma era prácticamente indestructible, pero me equivocaba, pude llegar a comprender que incluso los digimon siendo datos, también sufrían por cada herida.
-Agh...-Me quejaba mientras me agarraba el hombro, pero eso no era motivo para echarme atrás, seguí hacia adelante casi alcanzando la parte superior del digimon-¿Sigues pensando que esto es un cuento...?-Me arrodille encima del tren para que el viento por la velocidad, no fuese tan duro-Vale, ya estamos arriba... ¿Y ahora?-Dije mientras pensaba en un plan
Posiblemente los digimons maleantes ya supiesen que estábamos a bordo y esperan a que movamos ficha. Se planteaban muchas dudas por mi cabeza, ¿donde estarán los bebes?¿Donde estara el enemigo? El numero de ellos, etc. Y a eso, debíamos añadirle que tenía que intentar protegerla a ella. Estoy seguro que puede defenderse sola, pero, hablamos de un mundo digital y que los digimons tienen "habilidades" y, aunque tuviese la compañía de la abeja, no se si haríamos gran cosa, ademas de que la herida en el hombro no era de gran ayuda.
-Mierda... ¿Porque siempre me veo envuelto en estas situaciones...?--Pensé a la vez que intentaba crear un plan de entrada y escapada
-No te mentí-Dije sin mirar a la abeja y seguía volando-Supusiste que era un tamer y que tenía un digimon pero... Yo soy mi propio digimon, yo soy Menta-Aclare sobre lo ocurrido
Seguía volando a gran velocidad intentando alcanzar el tren, pero ese digimon pistolero no me lo estaba poniendo fácil, y por si fuera poco, intentaba no hacer movimientos bruscos para que la chica no se cayese ni sufriese ningún daño. En uno de los momentos en los que las balas pasaban por al mi alrededor, una bala de procedencia desconocida impacto en mi hombro. Recuerdo ese momento cada día, era un dolor intenso, pensaba que en esa forma era prácticamente indestructible, pero me equivocaba, pude llegar a comprender que incluso los digimon siendo datos, también sufrían por cada herida.
-Agh...-Me quejaba mientras me agarraba el hombro, pero eso no era motivo para echarme atrás, seguí hacia adelante casi alcanzando la parte superior del digimon-¿Sigues pensando que esto es un cuento...?-Me arrodille encima del tren para que el viento por la velocidad, no fuese tan duro-Vale, ya estamos arriba... ¿Y ahora?-Dije mientras pensaba en un plan
Posiblemente los digimons maleantes ya supiesen que estábamos a bordo y esperan a que movamos ficha. Se planteaban muchas dudas por mi cabeza, ¿donde estarán los bebes?¿Donde estara el enemigo? El numero de ellos, etc. Y a eso, debíamos añadirle que tenía que intentar protegerla a ella. Estoy seguro que puede defenderse sola, pero, hablamos de un mundo digital y que los digimons tienen "habilidades" y, aunque tuviese la compañía de la abeja, no se si haríamos gran cosa, ademas de que la herida en el hombro no era de gran ayuda.
-Mierda... ¿Porque siempre me veo envuelto en estas situaciones...?--Pensé a la vez que intentaba crear un plan de entrada y escapada
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
El trayecto fue movido y peligroso, las balas volaban de lado a lado aumentando potencia y cantidad cada vez que se acercaban al vagón. Una disparo rozó su pelo haciendo que la chica diera un respingo pegándose más a la espalda del digimon, temerosa de que Alfuna pudiera golpearla. El viento era tremendamente fuerte o tal vez, la velocidad del digimon era demasiado para ella.
Aun con la dificultad para ver, los vaivenes al tener que esquivar las balas y el miedo a caer, todo iba bien hasta que algo golpeó a Menta, si es que era él en ese momento, no entendía demasiado bien como funcionaba eso, pero parecía que se había transformado y Menta había... qué, ¿desaparecido?, ¿fusionado? ¿esfumado? No tenía ni idea, pero algo había pasado, para que luego le dijeran que no existía magia, la estaba viendo con sus propios ojos. Al final, se complicó todo, un disparo dio a XV-mon en el hombro, y el vuelo pareció volverse doloroso con un aterrizaje cuidadoso pero que debió dolerle horrores.
Se apresuró a bajar de la espalda del Digimon para no presionarle la herida y sintió el tremendo golpe del aire, apresurándose a agacharse, con Campanella bajo su cuerpo delgado, para que no se volase, aunque probablemente ella fuera la que acabara estampándose contra las vías.
― ¿Te duele?― preguntó preocupada, sabiendo que era una estupidez, claro que debía de doler.
Pronto la conversación derivó, lógico, debían actuar antes de que preparasen un contraataque y con Campanella ya calmada, o, al menos, guardando sus acusaciones para después del rescate, Alanna confiaba en que todo saldría bien. El plan del hada no era difícil, en realidad, era el que se veía en cualquier spaghetti western medianamente decente.
― Entramos por el final y vamos avanzando por todos los vagones hasta acorrarlarlos, así nos vamos deshaciendo de enemigos y, con algo de suerte, les preocupará tanto huir que se olvidarán de los bebés. ― sugirió aprovechando el tamaño de XV-mon para evitar as sacudidas del aire, mientras Alanna se desplazaba de rodillas, por encima del techo, por detrás del digimon azul.
Tal vez porque dio con una trampilla, tal vez porque era un vagón viejo, el techo cedió bajo sus escasos 50 kg de peso, y la chica acabó estampada en un sofá rojo, bastante cómodo de una estancia vacía. Gritó intentando que la escucharan, pero el sonido atronador del viento pareció amortiguar su voz, y, consciente de que subir ya no era una opción porque no iba a llegar ni saltando, abrió cuidadosamente la puerta y miró a ambos lados del pasillo, no parecía haber nadie. Dudosa, cambió a la siguiente puerta y entró, no debía haber nadie en ese lugar, tal vez no había pasajeros, solo los asaltantes y los bebés, eso debía facilitar las cosas.
Frustrada, comenzó a palpar los bolsillos de la falda y encontró su digivice y su cámara más fin, pequeña y barata, la de peor calidad, pero que podía llevar a todos lados sin miedo a perder, no recordaba que la había llevado en el bolsillo al momento de entrar al digimundo. La miró por unos segundos y se decidió, no podía perder esa oportunidad, no siempre pueden fotografiarse auténticos compartimentos de un western, empezó a hacer fotos.
Aun con la dificultad para ver, los vaivenes al tener que esquivar las balas y el miedo a caer, todo iba bien hasta que algo golpeó a Menta, si es que era él en ese momento, no entendía demasiado bien como funcionaba eso, pero parecía que se había transformado y Menta había... qué, ¿desaparecido?, ¿fusionado? ¿esfumado? No tenía ni idea, pero algo había pasado, para que luego le dijeran que no existía magia, la estaba viendo con sus propios ojos. Al final, se complicó todo, un disparo dio a XV-mon en el hombro, y el vuelo pareció volverse doloroso con un aterrizaje cuidadoso pero que debió dolerle horrores.
Se apresuró a bajar de la espalda del Digimon para no presionarle la herida y sintió el tremendo golpe del aire, apresurándose a agacharse, con Campanella bajo su cuerpo delgado, para que no se volase, aunque probablemente ella fuera la que acabara estampándose contra las vías.
― ¿Te duele?― preguntó preocupada, sabiendo que era una estupidez, claro que debía de doler.
Pronto la conversación derivó, lógico, debían actuar antes de que preparasen un contraataque y con Campanella ya calmada, o, al menos, guardando sus acusaciones para después del rescate, Alanna confiaba en que todo saldría bien. El plan del hada no era difícil, en realidad, era el que se veía en cualquier spaghetti western medianamente decente.
― Entramos por el final y vamos avanzando por todos los vagones hasta acorrarlarlos, así nos vamos deshaciendo de enemigos y, con algo de suerte, les preocupará tanto huir que se olvidarán de los bebés. ― sugirió aprovechando el tamaño de XV-mon para evitar as sacudidas del aire, mientras Alanna se desplazaba de rodillas, por encima del techo, por detrás del digimon azul.
Tal vez porque dio con una trampilla, tal vez porque era un vagón viejo, el techo cedió bajo sus escasos 50 kg de peso, y la chica acabó estampada en un sofá rojo, bastante cómodo de una estancia vacía. Gritó intentando que la escucharan, pero el sonido atronador del viento pareció amortiguar su voz, y, consciente de que subir ya no era una opción porque no iba a llegar ni saltando, abrió cuidadosamente la puerta y miró a ambos lados del pasillo, no parecía haber nadie. Dudosa, cambió a la siguiente puerta y entró, no debía haber nadie en ese lugar, tal vez no había pasajeros, solo los asaltantes y los bebés, eso debía facilitar las cosas.
Frustrada, comenzó a palpar los bolsillos de la falda y encontró su digivice y su cámara más fin, pequeña y barata, la de peor calidad, pero que podía llevar a todos lados sin miedo a perder, no recordaba que la había llevado en el bolsillo al momento de entrar al digimundo. La miró por unos segundos y se decidió, no podía perder esa oportunidad, no siempre pueden fotografiarse auténticos compartimentos de un western, empezó a hacer fotos.
Última edición por Alanna Tale el Sáb Mar 10, 2018 12:45 pm, editado 1 vez
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Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
La chica pregunto sobre mi situación con el hombro, me puse la mano en la herida y no le di mas importancia.Tras avanzar unos pocos pasos hacia el fondo del vagón usándome como escudo de viento para ella, se escucho un gran estruendo tras de mi. El techo donde estaba ella cedió, dudo que por su peso, pareciese como si lo hubiesen cortado. Me destransforme y mire hacia abajo, no había nadie, solo la chica en el sofá. Mire a otro lado algo sonrojado por si acaso se le viese algo de su ropa interior.
-Que incomodo es todo esto...-Dije mientras volvía a mirar hacia abajo esperando que se hubiese levantado.
En efecto, pero en vez de ponerse a cubierto, la joven saco una cámara y se puso a sacar fotos, ¿era tonta? Estaba en medio de un tiroteo y se puso a sacar cámara de fotos, no podía entenderla, no es que me disgustase lo rara que era, pero no se tomaba en serio este mundo. Mientras esta sacaba fotos, vi una luz relucir, sin dudar ni pensar mucho el plan,
salte hacia abajo, al caer rodé para amortiguar la caída, me levante rápidamente, cogí a la chica del brazo, le di media vuelta poniendo su espalda contra la pared y quedándonos a cubierto tras la pared del bar, mientras apoyaba mi mano al lado de su cara para mantener el equilibrio. Se escucho el disparo y como perforaba mi gabardina-
-Era mi gabardina favorita... Maldito...-Dije sin mirar a la chica, pero no tarde mucho ha mirarla a la cara algo enfurecido¿¡Estas loca?!¡¿Quieres que te maten?!-Le grite algo cabreado. Suspire calmándome-Siento haberte gritado... ¿Estas bien-Dije sin darme cuenta de la situación
Si, era una situación que jamas hubiese pensando que ocurriría, si ahora mismo no estuviese mas atento por el bienestar de la hermosa chica que la situación, posiblemente estaría ahora mismo tirándome por la ventana del tren. Nos encontrábamos en una situación en la que no podíamos salir de ahí sin dar algo a cambio, teníamos que pensar la forma de distraer al tirador y poder ganar un poco de espacio vital para pensar un plan.
-Que incomodo es todo esto...-Dije mientras volvía a mirar hacia abajo esperando que se hubiese levantado.
En efecto, pero en vez de ponerse a cubierto, la joven saco una cámara y se puso a sacar fotos, ¿era tonta? Estaba en medio de un tiroteo y se puso a sacar cámara de fotos, no podía entenderla, no es que me disgustase lo rara que era, pero no se tomaba en serio este mundo. Mientras esta sacaba fotos, vi una luz relucir, sin dudar ni pensar mucho el plan,
salte hacia abajo, al caer rodé para amortiguar la caída, me levante rápidamente, cogí a la chica del brazo, le di media vuelta poniendo su espalda contra la pared y quedándonos a cubierto tras la pared del bar, mientras apoyaba mi mano al lado de su cara para mantener el equilibrio. Se escucho el disparo y como perforaba mi gabardina-
-Era mi gabardina favorita... Maldito...-Dije sin mirar a la chica, pero no tarde mucho ha mirarla a la cara algo enfurecido¿¡Estas loca?!¡¿Quieres que te maten?!-Le grite algo cabreado. Suspire calmándome-Siento haberte gritado... ¿Estas bien-Dije sin darme cuenta de la situación
Si, era una situación que jamas hubiese pensando que ocurriría, si ahora mismo no estuviese mas atento por el bienestar de la hermosa chica que la situación, posiblemente estaría ahora mismo tirándome por la ventana del tren. Nos encontrábamos en una situación en la que no podíamos salir de ahí sin dar algo a cambio, teníamos que pensar la forma de distraer al tirador y poder ganar un poco de espacio vital para pensar un plan.
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Sacaba fotografías concentrada, de los sofás, del paisaje por la ventana, de la luz que reflejaba en un espejo en la pared, de las copas sobre la barra que titilaban y vibraban con la luz y la velocidad del transporte, si tan solo estuviera ahí Campanella con su forma de hada, podría sacar fotos perfectas para un álbum sobre magia. Apartó la vista del objetivo y miró las fotos pasándolas de una en una y sintió un fuerte empujón que la acorralo contra la pared, haciendo que su cámara golpease en el suelo y se apagase automáticamente.
Sin apartar la mirada de la cámara rota, alzó la vista para encontrarse, nuevamente, con el chico de pelo azul que había desaparecido dentro, o con, o como fuera, de ese digimon azul. Alzó la mirada, entre confusa y enfadada. ¿Porque le había dado semejante empujón? lo supo cuando un golpe de algo agujereó su falda. La había apartado de la trayectoria de una bala. Alanna se puso pálida, estaba segura de que no había nadie en el vagón restaurante, al igual que o había habido nadie en el camarote, si es que así se llamaban los compartimentos de pasajeros de los trenes, donde había caído.
Respiró hondo y se dejó resbalar hasta el suelo, algo temblorosa, definitivamente, si eso era un cuento, era Alicia en el país de las maravillas, y acababa de entrar al territorio de la reina roja. Se escuchó un sonido de tintineo, ¿las copas cayendo? ¿Se debía estar acercando el pistolero?
Alzó la mirada, nuevamente, hacia Menta, que le gritaba enfadado, pero pareció replanteárselo, tal vez al ver los ojos asustados de la chica, ella no lo sabía, pero el caso es que dejó de gritar. Alanna se abrazó las rodillas y lanzó un suspiro, cuando, a espaldas del chico de pelo azul, apareció Campanella, no con su forma de bebé, no, sino como la hadita que había conocido siempre. La bailarina extendió los brazos y la hada se escondió en ellos, restregando la mejilla diminuta en la de Alanna, que comenzó a calmarse.
— Era un starmon, se ha quedado K.O de un golpe.— Sonrió orgullosa la hada— Ahora hay que buscar a los bebés, lo bueno es que ya hemos entrado en el tren.
— Si, lo siento, me caí y ya que estaba pues quise cotillear un poco.— Se disculpó Alanna cogiendo la cámara.— Se ha roto.— Protestó haciendo un puchero.— menos mal que era barata, y que tenía la tarjeta de memoria.— Sonrió de forma brillante, abriendo la ranura y sacando la tarjeta de memoria para guardarla en el bolsillo.— Oye... gracias, no me había dado cuenta de que me apuntaban, así que... gracias.— se giró a mirar a su salvador, con sinceridad y seriedad en los ojos.— ¿Pero no te han dicho nunca que pierdes rápido los nervios?— Preguntó con inocencia, inconsciente de que estaba siendo grosera.
— Aly, vamos, deben estar por los almacenes, es donde más sitio tienen para esconder un montón de bebés.— apresuró Campanella.
Se acercó a la puerta y miró de lado a lado, no parecía haber nadie, pero ya la habían timado así en ese cuarto. Cerró la puerta y comenzó a mirar el cuarto, tal vez hubiera algo que pudieran usar para mirar en los pasillos antes de entrar, sin necesidad de sacar la cabeza para que les pegaran un tiro entre ceja y ceja.
Se puso en el centro del cuarto y miró atentamente, dando vueltas, hasta encontrarse con el espejo que había usado, mientras fotografiaba, para reflejar la luz. Se acercó al marcó de orfebrería y, descolgándolo, lo lanzó contra el suelo rompiendo el espejo.
Rompió un trozo de su falda, después de todo, ya estaba agujereada, tendría que arreglarla igual. enrolló un trozo medianamente grande de espejo con la tela para con cortarse, y sonrió orgullosa.
— Ya no tendremos que sacar la cabeza para mirar los pasillos, con esto debería bastar, ¿no?— Preguntó satisfecha, aunque tal vez había visto demasiadas películas.— Venga, vayamos a buscar a los bebés.— Entreabrió, de nuevo, la puerta, y usando el espejo, moviéndolo de lado a lado, descubriendo que era más difícil de lo que parecían, miró el pasillo, vacío.— De momento no hay nadie, así que vamos.— Instó, con un movimiento de cabeza, a Campanella, para que la siguiera y esperó a Menta con la puerta abierta, ya fuera del pasillo, mirándolo, como si le invitase a seguirla, aunque, en realidad, no tenía idea alguna de lo que estaba haciendo.
Sin apartar la mirada de la cámara rota, alzó la vista para encontrarse, nuevamente, con el chico de pelo azul que había desaparecido dentro, o con, o como fuera, de ese digimon azul. Alzó la mirada, entre confusa y enfadada. ¿Porque le había dado semejante empujón? lo supo cuando un golpe de algo agujereó su falda. La había apartado de la trayectoria de una bala. Alanna se puso pálida, estaba segura de que no había nadie en el vagón restaurante, al igual que o había habido nadie en el camarote, si es que así se llamaban los compartimentos de pasajeros de los trenes, donde había caído.
Respiró hondo y se dejó resbalar hasta el suelo, algo temblorosa, definitivamente, si eso era un cuento, era Alicia en el país de las maravillas, y acababa de entrar al territorio de la reina roja. Se escuchó un sonido de tintineo, ¿las copas cayendo? ¿Se debía estar acercando el pistolero?
Alzó la mirada, nuevamente, hacia Menta, que le gritaba enfadado, pero pareció replanteárselo, tal vez al ver los ojos asustados de la chica, ella no lo sabía, pero el caso es que dejó de gritar. Alanna se abrazó las rodillas y lanzó un suspiro, cuando, a espaldas del chico de pelo azul, apareció Campanella, no con su forma de bebé, no, sino como la hadita que había conocido siempre. La bailarina extendió los brazos y la hada se escondió en ellos, restregando la mejilla diminuta en la de Alanna, que comenzó a calmarse.
— Era un starmon, se ha quedado K.O de un golpe.— Sonrió orgullosa la hada— Ahora hay que buscar a los bebés, lo bueno es que ya hemos entrado en el tren.
— Si, lo siento, me caí y ya que estaba pues quise cotillear un poco.— Se disculpó Alanna cogiendo la cámara.— Se ha roto.— Protestó haciendo un puchero.— menos mal que era barata, y que tenía la tarjeta de memoria.— Sonrió de forma brillante, abriendo la ranura y sacando la tarjeta de memoria para guardarla en el bolsillo.— Oye... gracias, no me había dado cuenta de que me apuntaban, así que... gracias.— se giró a mirar a su salvador, con sinceridad y seriedad en los ojos.— ¿Pero no te han dicho nunca que pierdes rápido los nervios?— Preguntó con inocencia, inconsciente de que estaba siendo grosera.
— Aly, vamos, deben estar por los almacenes, es donde más sitio tienen para esconder un montón de bebés.— apresuró Campanella.
Se acercó a la puerta y miró de lado a lado, no parecía haber nadie, pero ya la habían timado así en ese cuarto. Cerró la puerta y comenzó a mirar el cuarto, tal vez hubiera algo que pudieran usar para mirar en los pasillos antes de entrar, sin necesidad de sacar la cabeza para que les pegaran un tiro entre ceja y ceja.
Se puso en el centro del cuarto y miró atentamente, dando vueltas, hasta encontrarse con el espejo que había usado, mientras fotografiaba, para reflejar la luz. Se acercó al marcó de orfebrería y, descolgándolo, lo lanzó contra el suelo rompiendo el espejo.
Rompió un trozo de su falda, después de todo, ya estaba agujereada, tendría que arreglarla igual. enrolló un trozo medianamente grande de espejo con la tela para con cortarse, y sonrió orgullosa.
— Ya no tendremos que sacar la cabeza para mirar los pasillos, con esto debería bastar, ¿no?— Preguntó satisfecha, aunque tal vez había visto demasiadas películas.— Venga, vayamos a buscar a los bebés.— Entreabrió, de nuevo, la puerta, y usando el espejo, moviéndolo de lado a lado, descubriendo que era más difícil de lo que parecían, miró el pasillo, vacío.— De momento no hay nadie, así que vamos.— Instó, con un movimiento de cabeza, a Campanella, para que la siguiera y esperó a Menta con la puerta abierta, ya fuera del pasillo, mirándolo, como si le invitase a seguirla, aunque, en realidad, no tenía idea alguna de lo que estaba haciendo.
Última edición por Alanna Tale el Sáb Mar 10, 2018 12:44 pm, editado 1 vez
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Alanna Tale
Re: Capitulo 7: Cuentos de hadas hechos realidad [priv. Alanna Tale]
Cuando menos me lo esperaba, la chica se sentó en el suelo temblorosa, posiblemente al haberse dado cuenta que esto no era un juego. Que aquí podrías desaparecer si o si. Poco después apareció la digimon hada que parecía ser la abeja de antes, viendo el lado positivo, ya no nos estaban tiroteando, mirando el lado negativo...
Me acababa de dar cuenta de la situación y di un gran salto hacia atrás bastante enrojecido.
-"Eso es lo mas cerca de estar de una mujer... ARGH... ¡No me gusta ser tan miedoso con estos temas!"-Pensé bastante avergozando
La chica se puso otra vez en pie y cerro la puerta y empezó a observar sus alrededores. Se dirigió a la cámara, la recogió, comprobó que estaba rota pero la tarjeta de memoria seguía intacta. La chica soltó un comentario a mi parecer ofensivo, pero tal y como estaba, ¿Como quería que no perdiese los estribos? Seguía viendo esto como un cuento de hadas que no era, parecía que no se diese cuenta aun de la situación
-"Como quieres que no pierda los estribos contigo si cada dos por tres me estoy jugando la vida para salvarte..."-Pensé mientras ponía una sonrisa irónica-Si, debe ser la tensión en el ambiente...le respondí
La chica cogió un espejo y lo tiro al suelo. Se rajo la falda a lo que mire a otro lado, no soy un pervertido y aunque no se viese nada, era descortés por mi parte verla en esa situación.
-T-Tampoco hace falta que te desnudes, ¿sabes?-Dije en un tono bromesco notándose que me daba mucho vergüenza lo que había dicho
La chica se ingenuo un artilugio para no jugarnos la vida cada vez que pasábamos por un pasillo. Fue buena idea, incluso me hizo sonreír por un momento, pero esa sonrisa se desvaneció en un momento al notar nuevamente el dolor en frió del hombro haciendo que me agarrase este.
-"Al final acabaras lleno de cicatrices por todo el cuerpo chico, aun te falta practica"-pensó Jessmon
-"Estaba muy tranquilito hasta que llegaste otra vez... Puedes irte cuando quieras..."-Conteste
Tras esto, la chica abrió nuevamente la puerta y le hizo un gesto a su digimon para que la siguiese, después, se giro y me miraba como diciendo que la siguiese, no pude evitar bajar la cabeza con desesperación, ¿que otra cosa me quedaba si no? No iba a dejar que la mataran, mi conciencia no me lo perdonaría y aun menos Jessmon y su sentido ambiguo de la justicia.
Me acababa de dar cuenta de la situación y di un gran salto hacia atrás bastante enrojecido.
-"Eso es lo mas cerca de estar de una mujer... ARGH... ¡No me gusta ser tan miedoso con estos temas!"-Pensé bastante avergozando
La chica se puso otra vez en pie y cerro la puerta y empezó a observar sus alrededores. Se dirigió a la cámara, la recogió, comprobó que estaba rota pero la tarjeta de memoria seguía intacta. La chica soltó un comentario a mi parecer ofensivo, pero tal y como estaba, ¿Como quería que no perdiese los estribos? Seguía viendo esto como un cuento de hadas que no era, parecía que no se diese cuenta aun de la situación
-"Como quieres que no pierda los estribos contigo si cada dos por tres me estoy jugando la vida para salvarte..."-Pensé mientras ponía una sonrisa irónica-Si, debe ser la tensión en el ambiente...le respondí
La chica cogió un espejo y lo tiro al suelo. Se rajo la falda a lo que mire a otro lado, no soy un pervertido y aunque no se viese nada, era descortés por mi parte verla en esa situación.
-T-Tampoco hace falta que te desnudes, ¿sabes?-Dije en un tono bromesco notándose que me daba mucho vergüenza lo que había dicho
La chica se ingenuo un artilugio para no jugarnos la vida cada vez que pasábamos por un pasillo. Fue buena idea, incluso me hizo sonreír por un momento, pero esa sonrisa se desvaneció en un momento al notar nuevamente el dolor en frió del hombro haciendo que me agarrase este.
-"Al final acabaras lleno de cicatrices por todo el cuerpo chico, aun te falta practica"-pensó Jessmon
-"Estaba muy tranquilito hasta que llegaste otra vez... Puedes irte cuando quieras..."-Conteste
Tras esto, la chica abrió nuevamente la puerta y le hizo un gesto a su digimon para que la siguiese, después, se giro y me miraba como diciendo que la siguiese, no pude evitar bajar la cabeza con desesperación, ¿que otra cosa me quedaba si no? No iba a dejar que la mataran, mi conciencia no me lo perdonaría y aun menos Jessmon y su sentido ambiguo de la justicia.
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