El inicio de una leyenda [Priv. Curro; Ron]

No había tiempo que perder. Si nos quedábamos aquí varados esperando una inexplicable señal que nos dijera el camino hacia el comedor lo único que era seguro que encontraríamos sería un resfriado, a pesar de no ser alguien que se enferme fácilmente no me gustaría tentar a la suerte, mucho menos si también existiese la posibilidad de que quien se termine enfermando sea Dracmon ¿Se imaginan como sería tener a un insoportable compañero enfermo? Yo no, y no porque no pueda, sino porque porque el simple hecho de pensar en ello me traería escalofríos- Andando Drac, seguro no debe estar lejos. Este sitio tampoco es tan grande -llamé a mi compañero para que siguiera mi paso y, por supuesto, que no se alejara de mi.

La lluvia era recia ciertos momentos, así como había otros tantos en los que su fuerza bajaba, esto me hacía pensar si tal vez nos encontrábamos en pleno ojo de la tormenta o si de casualidad ya estaba a punto de acabar- Espero que sea la segunda opción, pero lo dudo mucho... -me dije en mis adentros. Dracmon reaccionó de la nada y empezó a molestar jalando la cola que sobresalía de mi chaqueta, cerré mis ojos e hice el exagerado intento por ignorarlo, pero en cuanto comenzó a repetir mi nombre un sinfin de veces fue cuando exploté- ¡¿Que quieres?! -Drac tomó mi rostro con sus garras y me obligó a girar la mirada- ¡Ahí está! -con su otra mano señaló un letrero mediano del cual escurría el agua que caía sobre él. Nos acercamos a este y me dispuse a leerlo- ''Gran comedor''... Ah, pues el viejo tenía razón -mi compañero frotaba sus manos mientras reía entre dientes- ¡Ya puedo saborear la comida! ¿Qué estamos esperando? -sin esperar a que me detuviera a responderle, Dracmon abrió la puerta del comedor de golpe y entró antes que yo. Suspiré con cierto desgano y le seguí.

- Drac ruidoso... No queremos llamar la atención de to- -interrumpí mi habla después de ver todo un comedor repleto de digimon. Había bolas de pelos con cara por todos lados, alguno que otro digimon novato, y otros muy pocos que superaban esos niveles primarios- ¿Es esto el infierno? -murmuré al no superar el asombro. Dracmon volvió a jalar de mis ropas para apurarme- ¡Vamos Kuro, no te quedes atrás! Quiero apartar lugar -el digimon vampiro usó por una vez los ojos de sus manos para observar lo que había frente a él y así ubicar dos lugares vacíos- ¡Ahí hay!

Dracmon se apresuró para apartar los lugares, pero antes de poder sentarse, un par de Tokomon se sentaron en esos lugares haciendo nulo caso del enmascarado- ¡Oigan, fuera! Esos sitios son para Kuro y para mi -exclamó de muy mala manera pero los Tokomon ni siquiera le miraron y siguieron hablando entre ellos- ¡Les estoy hablando! -noté que mi compañero estaba a punto de perder la paciencia así que le tomé de la mascara y lo arrastré conmigo hasta alejarlo de todos los presentes- ¡Espera, no, mi mascara! ¡Kurooo...! -lo senté sobre un banco vacío y yo me senté sobre otro que estaba a su lado- Listo ¿Porque tanto problema? Hay demasiados lugares desocupados -el vampiro se cruzó de brazos y frunció los labios- Es que esos bancos los había apartado yo... no es justo. Bebés tontos. -me constaba la forma de ser de Drac, casi puedo asegurar que lo conozco como a la palma de mi mano después de convivir con él por tanto tiempo, pero por más que sea como un libro abierto este tipo de reacciones siempre provocaban en mi mucha gracia- Como se nota que te llevarías bien con ellos, eres igual o menos listo que ellos -me burlé.

Como era de esperar, mi compañero me respondería con una sarta de palabras que juntas no tenían significado alguno, algo que ni siquiera él entiende, y estoy acostumbrado a ignorarlas. Me quedé quieto, esperando a que la comida esté lista, apoyando mi mejilla sobre el puño en una pose que me resultaba cómoda- ¿Habían dicho que Rin cocinaría, no? Me pregunto que tan mal sabrá lo que hace... Quizás nos haga pollo a la especial -reí entre dientes pues me imaginaba a Chicchimon con una manzana clavada en el pico en un vano intento por quitársela- Pues no me importa si cocina veneno, ¡Yo tengo hambre! -golpeó la mesa con un puño. Miré de reojo a los demás presentes esperando que no se diesen cuenta del comportamiento de Dracmon- No hagas escandalo, si vuelves a hacer eso es posible que te quedes sin comer -le regañé. Dracmon se encogió de hombros y de muy mala gana se cruzó de piernas y de brazos esperando ansiosamente la comida. Casi podía llegar a apostar que eso no lo detendría, sirvan o no la comida pronto, él llegará a hacer algo que me meterá en problemas.