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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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Mensaje por William(Zero) Miér Oct 16, 2013 12:41 am

Todas las Noches; el mismo Sueño. Todas las Mañanas; la misma ilusión. Un atardecer bañado en brillante naranja. Una colina. Una planicie. Desconocida, como todo lo demás que en su visión aparecen. Cuerpos, cadáveres, espadas; hasta donde la vista alcanzaba. ¿Acaso de los remanentes de una batalla se trataba? Era lo que se preguntaba el joven que presenciaba. Y en lo más alto de todo el escenario, como exclamando al mundo, estaba él: Derrotado quizás, victorioso tal vez. Agachado, atravesado. El rostro apenas visible; cubierto por la penumbra.
Su nombre; desconocido. Sus motivaciones; desconocidas. A todo ser... desconocido. Y a pesar de todo ello; una presencia familiar, muy familiar para el joven de largos cabellos violáceos que todos los días, sin lugar a pausa o descanso, debe presenciar la misma escena intransigente.
Enigmático en verdad, resulta descifrar el mensaje que aquella imagen intenta transmitir. Pues ninguna pista esta deja, a pesar de su constante impertinencia. Sin embargo, como todos los días, antes de siquiera el joven pueda una idea conjeturar, aquella quimera desaparece. Tan repentina como un relámpago, y a la vez tan incomodo como una descarga. Todo ello, a la señal de una alarma... y un dolor que puede considerarse como todo, menos insignificante.

Así comienza otro día en la vida del joven conocido como William Grayson, aunque debido a varias circunstancias "Himura Ryuuki" es ahora como todos lo nombran. Como todas las mañanas, una migraña lo ataca sin dar siquiera lugar a compasión. Estrés, claman los encargados públicos de la salud, era la razón para tal indisposición. Pero poco le importaba al joven, pues este dolor desaparecería eventualmente durante el transcurso del día; esa era la costumbre desde hace un año entero de alucinación seguida de dolor. Otros probablemente hubieran buscado una inmediata solución, pero a él lo retenían varias sino múltiples razones de índole personal. Culpa, castigo, redención. El joven sabía que el origen de aquél dolor iba más allá de simples razones de salud, o de la comprensión humana. No cabía duda de que vinculada a sus continuas visiones estaba. Pero aunque de su naturaleza al tanto estaba, todavía quedaba por resolver un mero hecho vital: La verdadera justificación de la existencia de ese fantasma -esa ilusión- que todas la noches lo acosaba desde su despertar hace solo un mísero año.

A pesar de la jaqueca, el joven siempre procedía a realizar sus acciones del día como lo mandaba la rutina. Lavarse el rostro, el cuerpo, desayunar, lavarse los dientes, vestirse. No podía olvidarse de alistar tambien aquel extraño objeto -el D-Scanner- al cual aún estaba por encontrar utilidad.
Esta ocasión, sin embargo, sus vestiduras serían diferentes a lo usual. Eran reminiscentes a los de un Cheff o Cocinero .Y eso era porque este día en particular, era especial. Por fin, después de los dos años que persistió su estado en vegetal, podría re-abrir aquel negocio que, en cierta forma, le daba justificación a su cómodo y lujoso -mas no demandado por su persona- estilo de vida.

El joven emprendería su corto viaje hacia la plaza ubicada en el Centro de la ciudad. A pie como ya le era costumbre, mas la duración de este no duraría más de 30 minutos. Era verdad que su casa se encontraba en los suburbios -y que la distancia hasta la plaza era considerable- pero cuando uno explora lo suficiente siempre puede encontrar atajos incluso en los lugares más inesperados. Y gracias a su anterior estilo de vida -del cual no puede decir se siente orgulloso- tenía suficientes conocimientos de las calles, circunvalaciones y demases partes del lugar. Conocía el lugar tanto como a la palma de su mano. Por si fuera poco, la velocidad del andar de aquel joven de ojos azulinos solo podía ir a un ritmo -constante y raudo. Todo aquello combinado permitía un movimiento a través de la ciudad rápido y eficaz. Eficiente y fugaz.

No tardaría el joven en llegar a su lugar de trabajo; después de cruzar calles, puentes, y saltar uno que otro "obstáculo" poco laborioso. En parte ayudaba la falta de transito tanto de personas como de vehículos.Y así, exactamente en el tiempo con anterioridad pronosticado, se encontraba frente a un oneroso café."Le biscuit de famille" eran las palabras que daban nombre al local. Grandes y brillantes, pero sobretodo elegantes. Cualquiera con capacidad de la vista no podría evitar quedar deslumbrado por la sublimidad del lugar.

Un jardín deslumbrante acompañaba por ambos lados un camino bellamente empedrado que llevaba a la entrada del lugar. Y en el lado derecho de la misma puerta corrediza, un gran letrero que perfectamente se confundía en la elegancia del lugar, con letras góticas decía sin temor: "Gran Re-inauguración".

Tal y como decía el letrero, se trataba de la gran re-apertura del lugar. Varios adornos, grandes y pequeños, adornaban el jardín y el camino de la entrada. En verdad su padrastro no había mesurado costes para apelar a su joven heredero, pagando los gastos todo ornamente presente. Mas a pesar de agradecido estar en verdad, el joven no cambiaría la opinión ya bien forjada  que tenía de su -ahora- familia.

Sin perder más el tiempo, entraría en el lugar, vestido ya para en la cocina empezar su labor como Jefe y Administrador del lugar. Miraría el reloj que en la pared se encontraba. Marcaba sin temor a equivocarse que eran las 5:45, y era aún de madrugada. El horario era el planeado, y a pesar de la carencia de un reloj propio del joven de cabellos morados, este había llegado en un tiempo apropiado. La hora explicaba con precisión el porque la penumbra más que la luz aún invadía el escenario . Aunque por el posicionamiento de las nubes, era posible deducir que este día brillaría como ninguno. Adecuado en verdad, para la inauguración del lugar, que de seguro bastantes visitantes tendría en verdad. Tenía tiempo de sobre en verdad, puesto que el letrero que en la mismísima puerta de vidriares se encontraba un letrero que decía "Cerrado", y esta no cambiaría hasta que el reloj marcara con exactitud las 7:00 a.m. El lugar era conocido por abrir desde muy temprano, ofreciendo no solo pasteles sino una gran diversidad de desayunos estilizados y arquetipados.



Última edición por William(Zero) el Miér Oct 30, 2013 2:24 am, editado 1 vez
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Mensaje por Diana S. Bennet Miér Oct 30, 2013 1:18 am

Entreabría los ojos lentamente, era algo bastante cansado, molesto y fatigante... en verdad me costaba hacerlo a estas horas de la mañana ya que había perdido total y completamente la costumbre de hacerlo, bueno, probablemente nunca estuve acostumbrada del todo... debido a problemas del pasado yo nunca asistía a ese tipo de responsabilidades ya que toda esa clase de cosas las vivía encerrada en mi casa completamente aislada del mundo exterior, y bueno, cuando me sentía más o menos optima para poder salir a darle un respiro al mundo ocurrió la ''catástrofe'' que al final terminó siendo una bella bendición: La ida al mundo digital. Luego estuve atrapada ahí por mucho tiempo, conocí nuevas amistades, viví muchas aventuras, creo que me quedé viviendo ahí aproximadamente un año... pero para mi sorpresa el tiempo humano y el tiempo digital es completamente distinto: lo que en el mundo digital puede ser un año en el mundo humano apenas ha transcurrido un minuto, eso es prácticamente lo que ha durado mi desaparición... y yo que creía que enserio había pasado un año, a veces me preguntaba si mis padres se habían preocupado por mi todo este tiempo... creo que ahora ya no tengo que preocuparme por eso, ¿No? No... ahora debo preocuparme por otro asunto más... algo a lo cual comencé desde el día de ayer y que, por supuesto, no me gustó en lo absoluto... pero es algo que los jovenes como yo debemos hacer diariamente entre semana y por lo tanto no debo quejarme.

- Vamos Rena, es hora de levantarse, llegarás tarde al colegio -hice una especie de abucheo al escuchar la voz de mi madre en estas horas del día, en estos momentos me sentía tan frustrada por haber interrumpido tan bruscamente mi sueño con el molesto sonido del despertador a un lado de mi cama, que las buenas intenciones y dulce voz de mi madre los consideraba regaños del ser más monstruoso que pueda existir- Ahhh... no quiero despertar... -me quejé en voz baja para no ser escuchada, ahora la puerta yacía cerrada así que había pocas probabilidades de ello... pero no iba a arriesgarme así como así. De la nada mis peluches acomodados sobre el sillón a un lado de mi cama individual se comenzaron a mover, saliendo volando un par de ellos después de que alguien los empujara tan bruscamente; se trataba de mi sofocada compañera Lopmon que ni de chiste se hubiese quedado en el mundo digital a esperarme. Su respiración se encontraba agitada pues seguramente el mantenerse oculta entre todos mis peluches no le hubiera sido un trabajo bastante sencillo, sobre todo con los pequeños pulmones que debe tener, pero eso es muy poco considerando a todo lo que ella es capaz de pasar con tal de seguirme a donde sea- Ah... Hime-sama, ¿Hoy es su segundo día de colegio, verdad? ¿Si sabe que su reloj despertador ya lleva sonando por diez minutos? -¿Tanto tiempo llevaba sonando?... Hasta ahora acababa de darme cuenta, solamente escuchaba ese molesto zumbido taladrar mis oídos creyendo que se trataba de un efecto del sueño o algo así- ¿Ah...? Si... ya lo sabía... -con un flojo movimiento apague el despertador para que finalmente me dejase en paz, aunque mis oídos seguían zumbando- Jo... ¿Que horas son?... -me tallaba el ojo derecho con respectiva mano, mi cabello ahora lucía algo descuidado y vestía unas suaves telas de material que al menos yo desconozco, pero adornaban con un lindo color rosa mi pijama- Hmm... -mi compañera dio un salto hacia la mesita de noche donde se encontraba el reloj y lo observó por unos segundos- ...Yo que usted me levantaría ahora mismo, Hime-sama, son las seis de la mañana, y su hora de entrada es en una hora exacta -sentí que por poco me clavaba el puño que usaba para tallar mis ojos al escuchar la hora- ¿¡Cómo!? ¿No coloqué el reloj a las 4:50AM? -Lopmon negó con la cabeza timidamente.

No tenía tiempo que perder, parece que ayer en la noche el sueño me vencía tanto que no moví la manecilla que marcaría la alarma a la hora que yo esperaba. Corrí rapido hacia el baño, debía tener listo mi uniforme, asearme, alistarme, lavar mis dientes, desayunar y finalmente correr hacia el colegio que tampoco se encuentra tan cerca de mi casa... lo primero en la lista se encargaría Loppi, mientras yo tuve que hacer las siguientes tres acciones de mi lista, heh... con decir que tuve que asearme y lavar mis dientes al mismo tiempo ya sabran cuan apurada me sentía; cuando finalmente creí estar lista me di cuenta poco después antes de salir a la calle que...- Hime-sama, su ropa... -si, cuando me miré de nuevo al espejo me di cuenta de que me había puesto el uniforme al revés- ¡Ugh, no...! -tuve que volver a vestirme, esta vez, de forma correcta... pero todo esto consumió bastante de mi tiempo, no me dio tiempo de comer el desayuno que mi madre me había preparado, algo que realmente lamento tanto por ella como por mi... pero no podía faltar el segundo día de clases que es donde comenzaríamos a ver las materias, ya saben, el primer día suele ser presentación de los profesores solamente. Antes de irme, metí a Lopmon en mi mochila la cual por suerte era lo suficientemente grande como para que ella no se maltratara apretada por el espacio que ocupan los libros, no es como si tuviera muchos... en este momento solo llevaba uno para poder apuntar el nombre de los profesores y, eventualmente, tendría más; claro que a todo esto, Loppi llevaba la cabeza fuera, no quería que la pobre se asfixiara por la falta de aire.

Intenté correr cuan rápido podía para llegar al colegio, aunque éste era el más cercano a mi casa... tampoco estaba DEMASIADO cercano que digamos, y lo peor de todo es que hoy parecía que la suerte no me sonreía o que el destino simplemente no quería que llegase a mi destino a tiempo: el semaforo de peatones me tocaba siempre en rojo, y debía esperar a que todos los autos pasaran para evitar algun accidente inoportuno- ¿Cuanto tiempo queda? -le pregunté a mi compañera que yacía en la mochila a mi espalda- Cinco minutos... -¿Cinco minutos? ¡Y ya podía ver el colegio!- ¡Si podemos, vamos a llegar! -no era como si ansiaba mucho ese lugar, no me gustaba el colegio, ahí todos me miraban raro por el simple hecho de que no estoy muy pendiente a las modas actuales, aunque el tiempo en el mundo humano no haya transcurrido después de mi ''desaparición'' para mi si había pasado un año y no recordaba mucho de lo que se había vivido antes de irme, además de tampoco sé es muy bien vista a una chica de mi edad que lleva su ''peluche'' a la escuela... no quiero imaginarme los apodos que ya me han de haber puesto a mis espaldas. Llegué justo al portón de la escuela que, por alguna extraña razón, ya estaba cerrado- ¡Señor, oficial, abra la puerta! -le pedía exhausta por tanto correr sin descanso más que los semaforos en rojo- ¿Ah? Pero niña, ya es demasiado tarde, usted debe tener muy bien presente que se debe llegar a esta institución antes de las 7:00AM -¿Pero que no eran esas horas?...- ¡Pero son las 6:55! Mire... -saqué el reloj de mi mochila, no me gustaba llevarlo a mi muñeca por eso lo guardaba ahí- ...Parece que su reloj está atrasado señorita, ahora mismo son las 7:15AM -...¿¡Que!? ¿Tan atrasado está...? No podía conectar bien mis palabras, la sorpresa y la frustración me habían dominado- ...De acuerdo... -solo me di la vuelta y me alejé antes de salirme de quicio.

Después de caminar un rato sin entablar conversación alguna con mi compañera que, debido a la tensión en el ambiente, creía que lo mas conveniente era mantenerse en silencio hasta que viera la situación se lo permitiera. Me senté en una banca cerca de la Plaza Central, a estas horas habían muy pocas personas... así que Lopmon se vio con la tranquilidad de salir de mi mochila y acomodarse a un lado de mi sin perder su apariencia de ''peluche''- Lo lamento mucho Hime-sama... No me di cuenta de que su reloj estaba atrasado... -negué decepcionada la cabeza- No pasa nada, sé que no es tu culpa, yo tampoco me di cuenta... -suspiré- ¿Quien lo diría...? Mi segundo día de colegio y ya tendré una falta en todas mis asignaturas... y a mi solo me han dado dos veces para faltar, si falto dos veces más tendré mis asignaturas reprobadas y sin derecho a examen... -Lopmon solo se quedó callada con la mirada baja, me di cuenta de que ahora mismo mis problemas me estaban consumiendo no solo a mi... si no tambien a ella, así que mi mejor opción fue colocar mi mano sobre su cabeza y alborotar un poco los finos cabellos que apenas y se podían reconocer- Tranquila, ¿Está bien? -le sonreí- Tampoco está tan mal... No estoy muy interesada en este mundo, lo sabes bien -volví mi mirada hacia al frente- A mi lo que me interesa... es el mundo nuevo que conocí, en el que estuve viviendo por casi un año, donde encontré realmente que soy alguien en la vida.... el mundo digital... ¿Para que debería estudiar si no tengo nada que hacer en un mundo corrompido como este? -Lopmon solo permaneció callada, a veces pienso que cuando hace eso es porque tiene ideas contrarias a las mías, pero su naturaleza e idealismo le impide darme la contraria... en verdad me molesta eso, pero tampoco quiero verme molesta frente a ella por algo que de cierta manera puedo considerar noble de su parte- Wahh... Olvidé por unos minutos que no he desayunado... -coloqué mi mano sobre mi barriga, sintiendo su rugir- Tengo hambre... -miré hacia mis lados, buscando algun puesto que pudiera vender alimentos... aunque bueno, eran las 7 y algo de la mañana, no creo que haya nada abierto.... o al menos eso creía- ¿Huele eso? -preguntó el ser que simulaba ser un peluche, yo a esta distancia no lograba oler nada.. así que solo negué con la cabeza, no dudaba de los buenos sentidos que tiene todo digimon, ya los he tenido siempre que logro transformarme- Es pan... recien horneado... Hime-sama, ¿Le apetece desayunar algun panecillo? -¿Pan? ¡Claro, me encantaría! Ese tipo de alimentos siempre me llaman la atención, dulces, calientes y crujientes, a veces suaves... puedo considerarlos perfectos- Sin duda alguna, incluso pensar en eso abre más mi apetito... -sonreí leve, tomando a mi compañera en brazos- Guíame, ¿Si?

Lopmon no se negó en lo absoluto, de forma quieta y con una voz tenue me daba las ordenes de en qué dirección ir, al parecer ese lugar donde se estaba horneando el pan debía estar cerca de la plaza central en la que nos encontrabamos... pues aunque ella tenga unos mejores sentidos que los míos tampoco es algo de lo cual uno puede exagerar, por eso mismo, a unos cuantos pasos yo tambien puede llegar a sentir ese aroma que en verdad era delicioso- Creo que ya se por donde es -dije, esperando ligerar un poco el trabajo de Lopmon, y haciendo uso tambien de mi sentido de la orientación fui en busca de aquel lugar que liberaba tan dulce aroma... llegando justo frente a las puertas donde yacía un cartel que decía ''Gran Re-inauguración''- ¿Quien lo diría...? ¿Justo hoy es la reinauguración de un lugar como éste? Si que estoy de suerte... -¿Será obra del destino? ¡Sabía que la escuela no era importante, o al menos no para mi! Jejeje... Bueno, no iba a esperar mucho tiempo más, quise detenerme a leer el nombre del lugar pero las letras eran demasiado raras... ¿Cursiva quizás? Nunca fui buena leyendo ese tipo de letras, e incluso me dio la sensación de que el nombre estaba en francés o un idioma similar. Al abrir la puerta se escuchó un dulce campaneo, asomé la cabeza con cierta timidez- ...¿Hola?
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Mensaje por William(Zero) Mar Nov 26, 2013 3:58 pm

Los movimientos de William cada vez se hacían más repetitivos. Más redundantes. Más uniformes. Se encontraba en la cocina del local; y si algo destacaba de la habitación, era el orden impoluto de los utensilios. Tan envidiable era que hasta un restaurante de cinco estrellas podía escasamente considerarse un rival. Pero aún más llamativo resultaban los proletarios quienes, con gran fervor dibujado en sus rostros, trabajaban a un ritmo poco común aún para el más apasionado. ¿Qué era aquello que les inspiraba tanto arranque, tanta predilección?  Pues no era nadie más que sus propios superiores.

Particularmente resaltaba uno. Trabajando con una masa que a simple vista un cualquiera sería incapaz de discernir su compostura. La moldeaba, con movimientos que se volvían progresivamente más uniformes con cada segundo que pasaba. No se apreciaba duda en sus movimientos; ni el menor temblor invadía sus fibras. No perdía el tiempo en lo innecesario; ni aún en algo tan insignificante como un simple suspiro. Un templo de acero; mas hueco estaba por dentro. Una vez había terminado de trabajar con una masa, no perdía el tiempo y procedía con la siguiente. En verdad parecía estar completamente embelesado en un solo objetivo: realizar un buen y eficiente trabajo.  Un objetivo corriente, común, ciertamente compatible con su deseo propio de prosperar el negocio. Mas ausente de lo que le rodeaba resto no estaba; su diligencia no le impedía estar atento a sus alrededores; a sus ayudantes -o como el los consideraba: sus compañeros. Respondía de inmediato –casi instantáneo- si algún problema o  casualidad emergían, mostrando una eficiencia digna de su puesto. Mas sin embargo, a pesar de todas esas muestras de entusiasmo, decir que aquél joven poseía una mente de hierro y una voluntad infalible dedicada solamente al honor del trabajo no sería más que una gran y vil calumnia. Un templo de acero, hueco y vacío por dentro.

Era verdad que mostraba una superficie eficiente -una figura acreedora de encandilamiento- pero en verdad ¿Qué era lo que pasaba por la mente del joven de cabellos morados? ¿Qué era aquello que podía cambiar ese rostro siempre intransigente? ¿Qué era capaz de llamar su atención, y no solo su mirada? Aunque absorto parecía estar en el trabajo. En realidad solo un único pensamiento pasaba por su mente: El recuerdo de un viejo amigo; un recuerdo que a pesar del tiempo no se esfumaba. Un recuerdo más denso que la neblina que al menos es capaz de seguir adelante por acción del viento.

Y así, sin siquiera darse cuenta, ya había acabado con su labor en la cocina. Una vez despierto, no tardó en cambiar su vestimenta. El café debía estar listo para ese entonces -6:50 horas era lo que el reloj marcaba- Todo el elenco debía haber ya llegado. Pero por razones que para él –en ese mismo momento- eran desconocidas, solo estaba preparado el equipo de la cocina. ¿Qué hacer ante la falta de personal? William no tardó en pensar la repuesta, algo inusual para su persona, y simplemente decidió tomar acción inmediata.
Había tomado el traje de un camarero; el traje pertinente a ese puesto que por el momento se encontraba vacío. Faltaban ya solo 5 minutos, y aun así el personal seguía incompleto. Para su fortuna, solo se trataba de aquellos con el cargo de buen mozo. Y para resaltar aún más su fortuna, ocurría que el mismo solía trabajar como mayordomo hace no muchos años, en un trabajo de medio tiempo.
Una vez había terminado de colocarse la indumentaria, el reloj había movido sus agujas para marcar con exactitud la hora que apuraba: Las 7:00 horas. Ahora era cuestión de esperar, mientras el resto del personal que se encontraba libre intentaba ubicar a esos faltantes.

Los minutos pasaban. Tan despacio que el tiempo parecía que no avanzaba. Tic y tac. Ese era el sonido que intentaba llenar el vacío del salón principal. Embellecido y ordenado en verdad, de un suelo rojo brillante y unas paredes blancas como la nieve. Entre todo resaltaba una figura bien parada.  El joven de cabellos violáceos se encontraba erguido, empinado junto a la puerta, sosteniendo un gran mantel blanco en su antebrazo derecho; y una cartilla en su caído brazo izquierdo. Esperaba, solo esperaba. A que alguien se atreviera a cruzar por la puerta de vidríales. Y así, apunto de dar un suspiro, es que la puerta rechinó, anunciando la llegada de una persona; un cliente.

El rechinar no resaltaba por ser fuerte , sino por ser lento y apenas audible. Siguiéndolo –como acompañando el campaneo- se articularon las siguientes palabras -...¿Hola?- Eran palabras suaves y delicadas; propias de una niña, o una adolescente que apenas había golpeado la pubertad –o alguien de personalidad tranquila y amable. William no juzgaría a su cliente, y con la misma amabilidad que mostraba a todo mundo, no tardó en recibir a la recién llegada con un además y una gran y deslumbrante sonrisa.

-Bienvenido sea a “Le biscuit de famille”. Desea una mesa para uno; o acaso espera a un acompañante. Si no espera a nadie, entonces permítame dirigirla hacía nuestros lugares reservados especialmente para una sola persona- Las cordiales palabras del joven mostraban solamente educación, y una cierta distancia cortante; el típico tono de profesionalismo encontrado en los negocios. Mas su cordialidad era siempre sincera para con sus clientes. No muy diferente a la situación.
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Mensaje por Diana S. Bennet Jue Nov 28, 2013 1:51 am

Sentía como si mis ojos relucían después de ver la elegancia que el restaurante, o mejor dicho, ''café'' desprendía; todo se veía tan bien acomodado, se respiraba una dulce fragancia de los postres recién horneados, era un lugar cálido y acogedor para cualquiera... o al menos para mi si lo era- Que bonito lugar... -fue lo primero que paso por mi mente en esos cortos instantes en los que había asomado la cabeza; no sabía si entrar o no, en verdad solo había asomándome para ver si me podían vender alguna rebanada de pastel o que se yo para desayunar sin ir a mi casa para evitar recibir una gran regañada de parte de mis padres por haber llegado tan tarde a la escuela, pero... el ver lo bien que se veía por dentro me daba a entender que este café probablemente podría ser uno de, como se dicen, de cinco estrellas... y yo no poseía mas dinero del necesario para comprar un almuerzo en la escuela, si este era un lugar caro entonces no valdría la pena entrar y molestar a los empleados. Estaba por dar unos pasos hacia atrás después de sentir esa enorme disyuntiva en mi cabeza, pero una presencia me cortó el paso con su refinada habla; levanté la mirada, observando frente a mi a una cierta distancia no muy larga ni muy corta a un joven de gran estatura... ¿Cuantos años tendría? No se veía viejo, pero tampoco parecía tener menos de 20 años, además de que inspiraba un aire bastante elegante que me hacía enserio sentir en un establecimiento de los de mas alta categoría.

Ante sus palabras sentí un poco de pena que no me atrevía a mostrar externamente, ¿Había venido aquí para comer ''en solitario''? Pareceré una marginada social o algo así... aunque bueno, en verdad no importaba, solo había venido para saciar mi hambre y la de Lopmon que, hasta el momento, no se había movido de mis brazos: mantenía su mirada fija hacia al frente, sin mover ninguna articulación o siquiera parpadear, cuando se proponía fingir que es un peluche en verdad es que lo hace muy bien y nadie, al menos que sea un Tamer, se ha atrevido a cuestionarme si en verdad se trata de un muñeco o no. Mantuve silencio, me mostré pensativa por breves instantes, hasta que finalmente respondí no sin antes dar una leve reverencia como muestra de respeto hacia a alguien con tan buena conducta como lo era este sujeto, no sabía si era por trabajo o no, pero no puedo negar que muestra un aire de exige un debido respeto... como si me encontrara frente a un rey o algo así- Vengo sola, pero ¿Le molesta si pido una mesa con dos asientos? Es para dejar a mi peluche ahí, no quiero que se me pierda o ensucie -ante mi petición, el joven tal como cualquier buen trabajador digno me llevó hacia una mesa como la que le había pedido- En verdad este lugar está vacío... incluso parece que el unico que trabaja aquí es él... -mientras me sentaba, dirigía mi mirada hacia las demás mesas vacías pero bien ordenadas, tambien observé el lugar donde la gente iba a pagar o pedir para llevar el cual nuevamente se encontraba sin alguien que siquiera protegiera la caja registradora la cual, ahora que lo pienso, parecía estar escondida para la vista de nosotros los clientes, creo que eso es para evitar tentaciones o algo así. Mi vista volvió hacia la mesa, ahora había una cartilla con los postres a pedir en este lugar, no sabía si él lo había colocado mientras yo yacía distraída o es que ya estaba ahí desde antes y yo no me había dado cuenta de ello. No dije nada pues no sabía si agradecer arriesgandome a decir ''Gracias'' por nada y permanecer en ridiculo o no hacerlo y verme como maleducada o superficial, al final terminé optando por la segunda por el revoltijo que se había formado en mi mente y que me daba pena mostrar con siquiera una expresión.

Dejé a mi compañera a un lado que seguía tiesa como un muñeco cualquiera, la había puesto ahí para poder tomar mejor la cartilla y observarla detenidamente- Veamos... los precios no parecen ser exagerados, me parecen correctos para un establecimiento de tan buena mano como este pero... -mi entrecejo mostró leve angustia- ...Igual no creo que lo que tengo en mi bolsillo sea capaz de pagar alguno de estos pastelillos que en verdad se ven deliciosos en la imagen... hm... veamos, quisiera una taza de café sin cafeina... esto cuesta un poco menos de la mitad de lo que tengo en mi posesión, si encuentro algo que pueda acompañarlo sin superar el limite pues... -mi rostro seguía expresando la misma angustia mientras hacía mis calculos internos viendo la cartilla; a veces desviaba mi mirada para ver a Lopmon que no parecía inmutarse para no salirse de su papel, pero de alguna forma lograba calmarme, en cambio... volver mi mirada a ese joven de apariencia tan responsable me hacía querer comportarme de buena forma para no ensuciar la estabilidad que muestra este establecimiento- Bueno... creo que pediré esta orden de Brownies... y una taza de café sin cafeína, si no es mucha molestia... -normalmente mis padres me tienen prohibido consumir mucha cafeína, no entiendo porque, pero además... el café sin cafeina resultaba mas barato, así que en este caso hay un plus extra.
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Mensaje por William(Zero) Jue Nov 28, 2013 6:40 am

El cliente recién llegado parecía estar simplemente estupefacta. Por unos segundos, cortos pero presentes, ninguna reacción mostró. Ni aún después de la bienvenida proporcionada por el alto joven de cabellos violáceos, reacción alguna no fue realizada. Sería la gracia del lugar, la actitud del joven, lo inesperado del momento. Desconocidos para él, mas obvias debían ser para la perpetradora las razones de tal aparente y repentina parálisis. Si algo resultaba evidente era que el cliente presente no estaba acostumbrada en absoluto al trato dado y recibido. O al menos, eso fue lo que pudo deducir el joven a partir de la acción –e inacción- de la joven ante las varias costumbres de etiqueta que ofreció su persona por mera educación.
Pero de igual manera que tiempo fluye y no se detiene, la joven de cabellos pardos no tardó en retomar la compostura. Tomaría la invitación cordial del joven, e indicaría sus deseos a la hora de ser servida; una mesa para dos, a pensar de en realidad no estar acompañada –o incluso esperar por alguna. Tal acción simplemente aumento aún más la ya elevada curiosidad que el joven sentía por su recién llegado cliente. No era solamente la persona como tal, sino también aquel curioso “muñeco” que llevaba entre brazos, lo que absorbía su atención: Un Digimon; un Lopmon para ser exactos. Había visto varios como él –¿o quizás se trata de una fémina?- en varios momentos de su anterior vida. Lo sorprendente no estaba en la criatura, ni en la muchacha misma. Sino en el significado que ambas partes daban a un todo completo. ¿Se trataba de uno de aquellos humanos denominados como “Tamer” y de su Compañero Digimon? ¿O simplemente era todo una mera coincidencia que él erróneamente interpretaba? El deseaba conocer la respuesta, pues sia  William se le deseaba clasificar con un adjetivo –además de sereno e introspectivo- ese adjetivo era “curioso”; incluso “metiche”, dados el contexto y las circunstancias adecuadas.

Como el curioso que era, no estaría satisfecho hasta que su curiosidad apaciguada sea. Y en verdad, no tardaría en maquinar las circunstancias adecuadas para seguir con su denominada “investigación” nueva. La primera parte de la cual, consistía, en cumplir con la orden de su –figurativamente hablando- bien amado cliente. Después de todo, su dedicación al trabajo iba primero a cualquiera de sus caprichos personales –si es que en verdad se trataba de un capricho. Y así, sin perder un segundo a pesar de estar absorto en sus propios pensamientos, les el joven guiaría  hasta un asiento para dos personas, tal cual indicaba su orden y deseo. Un lugar cómodo, asientos suaves de roble bien pulido. Una mesa brillante, tan bien encerada que incluso un espejo ridiculizado quedaría si una comparación lugar tomaría. Y la posición: Perfecta para apreciar la belleza del jardín, al poseer una media pared lo suficientemente baja como para no obstaculizar la visión aun estando sentado. Se encontraba en el extremo este del restaurante; y dada la forma casi hexagonal del salón principal; solo era visible desde el otro extremo de la habitación. Nadie desde la cocina sería capaz de hurgar ni siquiera por curiosidad, sin llamar la atención al menos. La ubicación perfecta, si con posterioridad el deseaba entablar una conversación.

Continuando con su labor, el joven peli-cárdeno rápidamente -casi imperceptible- había colocado la cartilla que llevaba en su mano izquierda sobre la mesa de su cliente. Todo a manera de costumbre de sus ya pasados días de camarero de un restaurante familiar. Estaba parado junto a ella, esperando que algún pedido hiciera, pensando si tal vez la incomodaría con su presencia. No se mostraba a gusto, por falta de familiaridad, por falta de costumbre; no había manera certera para él de saberlo. Pero si la joven damisela daba un esfuerzo para conservar su etiqueta, él no era nadie para rechazarlo. Así que había decidido continuar con su rutina del buen mozo. De rato en rato, segundo en segundo, ladeaba la vista para observar con curiosidad a la pequeña criatura de ensueño. Si podía decir algo era que; si de verdad se trataba de la criatura que el suponía, su talento para mantener un disfraz era digno de admirar…  tanto como el de cierto monstruo digital que ya no era capaz de visitar, al menos ya no más.

Perdido en la nostalgia, su atención no volvió al mundo real sino hasta que la joven damisela realizase su pedido. Su voz: tímida y angustiosa. Algo la incomodaba, tal y como el presumía. Su pedido era bastante simple; un par de Brownies y un café sin cafeína. Quizás demasiado simple, que incluso el joven se atrevió a vociferar:
-Quizá no esté enterada, pero debido a ser este días una  re-apertura; todos los precios presentes en la cartilla no son válidos por el día. Estamos proporcionando un descuento del 75% a cada producto; así que no sea tímida y pida lo que su voluntad le ordene- La voz del joven era tan calmada y suave como siempre. Esta vez dando un aire de amabilidad más sincero y acogedor. Un aire casi fraternal, como el de un hermano mayor intentando mimar menor. ¿Por qué de repente sentía tal empatía? A lo mejor era porque, en cierta manera, aquella timidez le recordaba la actitud de su ya desaparecida hermana. Otra de las personas que tanto estimaba, y había abandonado su lado.

-Como es debido tomaré su orden, pero si de por casualidad e desea algo más; no dude en llamarme, la atenderé en seguida. Dejaré la cartilla en la mesa hasta que sea hora de su retirada. Por favor disfrute su estancia aquí en el lugar- Una sonrisa no desaparecía del joven mientras se retiraba, no sin antes colocar el manto que llevaba puesto en el brazo derecho sobre el regazo de la joven de pelos castaños.Aún en su retirada. El joven no paraba de dar sutiles vistazos en dirección del supuesto peluche. Quizás intentando anunciar –si es que algo tan discreto podía ser comprendido- que estaba más al tanto de su situación de lo que sus clientes en verdad creían.

Más de cinco minutos no tardó el joven en traer en bandeja la orden de sus clientes. Colocaba con gran gentileza dos platillos distintos en la mesa. Uno, el más grande de ambos,  justamente en el centro. Este cargaba en su envés varios Brownies recién orneados. Aún tibios, a pesar de tiempo pasado. El segundo platillo cargaba agua pura, agua lo suficientemente caliente como para no quemar las manos o los labios del cliente. Ni cafeína, ni azúcar lo invadían, solamente una cuchara pequeña de metal reluciente y diseño simple, pero bonito. Posicionando el platillo  justamente al lado derecho de su cliente, prosiguió a colocar el azúcar y una especie de tetera pequeña de metal junto a los Brownies –este contenía el llamado café finamente descafeinado con agua, mediante el llamado sistema Suizo. Un método que, si bien no era tan efectivo como otros usuarios de químicos, era menos adverso y mantenía el aroma y el sabor correspondiente a un buen y natural café.

Una vez terminada su labor, el joven decidió pertinente era no alejarse demasiado de la demisela, habiendo ofrecido atenderle de inmediato si ese era su deseo. No conllevaría ningún riesgo, pues el horario aún era temprano: 7:25 tal y como lo marcaba el reloj. Y demás clientes no vendrían sino hasta que el reloj marcara las nueve horas y un poco más. A menos claro, que como la recién llegada joven, alguien con razones posiblemente excepcionales al lugar llegara. En verdad había notado que la vestimenta de la joven era la de un estudiante escolar. Pero había visto por adecuado y propio no juzgar las razones de su cliente.
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Mensaje por Diana S. Bennet Vie Dic 06, 2013 5:15 pm

No sabía que era lo que ese señor o joven que me estaba atendiendo pensaría al escuchar mi pedido... ¿Creerá que soy pobre, o algo así? Aunque lo que pedí haya sido totalmente de mi gusto, también estaba el hecho de que había pedido precisamente lo que costaba menos de todo el menú; incluso noté como hubo unos muy pocos segundos de silencio entre mi voz y la suya los cuales se me hicieron eternos. El mesero, o no sé si sea correcto llamarlo así en un café de esta calidad, sin necesidad de anotarlo en una libreta pareció haber tenido en cuenta mi corto pedido. Pronto el mencionó sobre una oferta que se estará haciendo estos días de ''re inauguración'' de un asombroso 75% de descuento- ¡Wow! Eso es mucho, más de la mitad -me había quedado sorprendida por tan buena oferta que habían hecho, no cabía duda que aquí ellos sabían la razón por la cual el cliente suele limitarse a comprar constantemente como yo lo estaba haciendo, y aunque sea por pocos días, es suficiente para ganar el gusto de mucha gente con sus postres que no cabe duda serían deliciosos.

Antes de irse, él me avisó que podía llamarlo cuando el gustase, tambien tuvo la amabilidad de no retirarme el menú para tener una idea de todo lo que podía pedir en caso de que así quisiese- Es muy amable, gracias -le sonreí tranquilamente, aunque algo en él me hacía sentir un poco de temor, o bueno... no es temor en sí, es algo sí como nerviosismo, no suelo estar frente a personas que apliquen este tipo de respeto tan puro, tan poco fingido, y tiene un aura que pide el mismo respeto de parte de los que lo rodean- Pese a ser una persona de clase media alta, estando en un lugar como este y a lado de personas como él me hace sentir tan poca cosa... -bajé la mirada con el rostro un poco enrojecido por la pena.

En esos momentos en los que el joven mesero había ''desaparecido'' para ir por la orden, aproveché para hablar unos momentos con Loppi quien seguro se sentía igual de incomoda que yo, aunque por razones distintas a las mías- ¿Estás bien, Loppi? -Lopmon parpadeó exhausta por mantenerse inmóvil por tanto tiempo- Si... estoy bien... ¿No le preocupa que hablemos incluso ahora, Hime-sama? No quiero que se meta en problemas por un descuido mío... -yo sonreí y negué con la cabeza- No, no es un descuido tuyo, yo soy la que te esta hablando ahora -le acaricié la cabeza con cuidado de no lastimarme con sus tres cuernos- Sé que es dificil para ti mantenerte inmóvil por tanto tiempo... si te disgusta solo tienes que decirlo ahora y pido todo esto para llevar, así nos vamos -al escuchar esto Loppi negó freneticamente con la cabeza- ¡No, no, no! No haga eso, yo estoy bien, lo que pasa es que... -alzó las orejas y se volvió a quedar inmóvil como estaba hace unos momentos, yo no entendía porque tan repetino cambio... hasta que volví mi mirada hacia donde se supone se encontraba la cocina y en ese momento el joven que nos atendía salía de ahí con una bandeja- Wow... que rápido es... ¿Cuanto tardó? ¿3, 4 minutos...? Quizá la comida ya estaba lista, solo necesitaba ser recalentada...

En la bandeja yacían varios platos. El primero fue colocado en el centro, era de un tamaño mediano considerable donde habían sobre el unos 4 o 5 Brownies semi apilados, daban una apariencia tan elegante y con solo haberse colocado en la mesa podía sentirme cautivada por su dulce y cálido aroma que me hechizaba. Di un respiro hondo para controlar el hambre que de pronto, como si se le hubiese provocado, hizo que se escuchara nuevamente el gruñir de mi estomago y, no solo el mio, si no tambien el de mi compañera a quien pude ver como le escurría una gota de sudor por la frente. Mi mirada, alterada, se dirigía al mesero y a ella constantemente revisando que él no volteara a ver a mi compañera y se diera cuenta de lo sucedido, por suerte el estaba muy ocupado colocando también la taza que emanaba vapor de ella, dando a entender que su contenido estaba caliente; esa taza no olía a nada en lo absoluto, lo cual en verdad me extrañó mucho, ¿No se supone que debería oler a café? Al posar mi mirada mejor sobre ella me di cuenta de que adentro no había algo más que agua- Que extraño... -fruncí leve el ceño, ¿Habrá entendido que le dije que me trajera agua caliente, o algo así? Noté mi equivocación cuando él colocó sobre la mesa una pequeña tetera que olía mucho a café- Ya veo... ¿Es un sistema diferente? Sin duda parece refinado -creo que en estos momentos me encontraba ''traumada'' por tanta elegancia a la cual no estaba para nada acostumbrada.

En cuanto el mesero se alejó me sentí un poco mas relajada... pero esto paró al momento en que vio que él solo se había alejado, más no se había ido, supongo que era para estar presente en caso de que cambiara de opinión- Ay no... -volteé a ver a Lopmon quien se notaba su esfuerzo por mantenerse quieta, sin parpadear y con el aroma del café y brownies torturandola, ella tenía un hambre igual de atroz que yo... lo sé- ...Pobre Loppi, y eso que vine aqui para que ambas pudieramos comer, no esperaba que el mesero no se alejara... ¿Que puedo hacer? -me negaba a hacer algo tan grosero como degustarme de los brownies y café mientras Loppi no hacía otra cosa mas que ver como yo disfrutaba de esto y ella se esforzara en mantenerse así para no llamar la atención; sabía en mis adentros que eso a ella no le importaba, así de ferviente es conmigo, pero tampoco puedo abusar... todo este manjar seguro me sabría mal si lo hiciera- Hmm... -dirigí leve mi mirada hacia el mesero quien, al parecer, reposaba su mirada sobre cualquier otra cosa... quizás estaba mirandoa un punto fijo o ''al vacío'' como le suelen decir... bueno, sé que es incorrecto pasarse mirando a otras personas así que comprendo que tenga que estar sumido en sus pensamientos. Aproveche que él yacía distraido para tomar un par de servilletas y ponerlas una sobre otra para hacerlas resistentes; coloqué un par de Brownies sobre ellas y las oculté debajo de la mesa para no ser vistas al momento que pateaba la silla donde estaba Lopmon- ¡Ah...! -como era consecuenta, al verse ''inmóvil'' y debido a que no perdió el equilibrio Lopmon cayó bocabajo hacia el suelo debajo de la mesa- Que descuidada... -me dije a mi misma para bajar sospechas si es que llegase haber una. Me levanté de la silla y me agaché para estar a la altura de Loppi y le dejé las servilletas que usaba de plato con ambos Brownies- Vamos Loppi, come rapido -le susurré mientras desviaba mi mirada hacia los lados para asegurarme que nadie miraba, Lopmon se encontraba confundida pero al escuchar lo que le pedí casi como una orden, se comenzó a comer los Brownies a toda velocidad, dando rapidos mordiscos y tragando con un poco de dificultad aunque su rostro se le veía un poco enrojecido... ¿Será por la satisfacción de haber comido algo después de tanta hambre, o es porque en verdad los Brownies sabían bien? Pensar en eso solo hacía que me diera mas hambre pero no sería lógico que me haya agachado para ''levantar a mi peluche que sin querer tiré'' sin ella.

En cuanto Lopmon se terminó su comida mas rapido de lo que creí aunque, a mi parecer, aun se veía algo sospechoso que me tardara tanto en levantar un peluche, esperaba en ese entonces que el mesero no se haya percatado de nada. Tomé a Lopmon, le limpié las migajas de su boca y la coloqué en la silla de nuevo mientras yo me volvía a sentar en la mía- Ufff... ahora si, mi consciencia esta calmada... -sonreí un poco agotada por el estrés, y sin pensarmelo mucho me serví en uno de los platos pequeños que ya yacían en un principio sobre la mesa uno de los otros tres brownies que quedaban. Normalmente solía comer esto con mis manos ya que no manchan las manos y son pequeños pero... no quería verme tan descortés en un lugar que no fuera mi casa o el mundo digital así que utilicé un tenedor para partir el brownie y tomarlo con el mismo cubierto para finalmente saciar las ganas de saborear este postre- Está... delicioso -era un sabor tan tibio, dulce y cremoso que, a decir verdad, superaba mucho otros brownies que he comido... aunque bueno, quizá es porque esos brownies no son horneados y son solo ''congelados'' y descongelados en el horno, mi mamá nunca supo preparar postres y tanto mi papá como yo somos un asco en la cocina.

Lo siguiente que hice fue preparar el café, no sabía muy bien como era que se preparaba, pero hice lo que la lógica me pedía: echar lo que había en la tetera sobre la taza con agua caliente. El vapor seguía saliendo en cuanto lo hacía y el aroma del café se intensificaba, siempre me había gustado el aroma del café, me hacía sentir que todo estaba bien y me sacaba de los estrés y problemas que en cualquier momento pudiese tener. Dejé la tetera a un lado y tomé la cuchara que se me había dejado para poder ponerle uno... dos cucharadas de azucar para poder revolverlo- Creo que así está listo... -acerqué un poco hacia mi el plato pequeño donde residía la taza de café para poder darle un sorbo sin derramar sobre el mantel o sobre mis piernas, exhalando con gusto al saciar mi sed. Sentí entonces como algo vibraba en mi bolsillo izquierdo, no era mi digivice, el digivice se encuentra cosntantemente en el derecho... en el izquierdo yacía mi celular. Lo tomé y contesté- Si, ¿Bueno? -mi expresión que antes era calmada y serena por el buen café que había tomado se volvió de pronto una nerviosa- ¿A-Ah? ¿Mamá? ¿Que sucede? -tragué saliva, ¿Porque me había llamado mi mamá a estas horas sabiendo que yo me encontraba en clases? Escuchaba su voz nada tranquila, me estaba llamando la atención, le habían llamado de mi escuela preguntando porqué no había asistido- P-Puedo explicarlo, enserio... Lo que pasa es que mi reloj no funcionó y... -cuando ella se enojaba en verdad era como estar combatiendo con un enemigo muy poderoso, no podía hacer ningun movimiento en el tablero sin que mi ficha sea comida por la de ella, solo limité a guardar silencio- Lo siento... -dicho esto le colgué, lo apagué y regresé el celular a mi bolsillo- Pufff... -recargué mi codo sobre la mesa y mi cabeza sobre mi mano mientras agitaba el café con la cuchara para distraerme un poco, todos mis animos se habían esfumado. Lopmon fijó su mirada, preocupada, sobre mi y con mucha dificultad susurró- ¿Que sucede... Hime-sama? -cubrí mis ojos con la mano que antes usaba para apoyar mi barbilla- Mi mamá se enteró que estoy fuera de la escuela, cuando llegué a casa me va a regañar muy feo... -suspiré- De repente se me fue el apetito... y las ganas de ir a casa...
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Mensaje por William(Zero) Mar Jun 03, 2014 10:01 pm

-Si, ¿Bueno?  ¿A-Ah? ¿Mamá? ¿Que sucede?  P-Puedo explicarlo, enserio... Lo que pasa es que mi reloj no funcionó y...-


Abstraído en la realidad se encontraba el joven de cárdenos cabellos, meditabundo sobre las acciones presentes y futuras, meditabundo sobre la identidad del peluche que a la joven acompañaba, meditabundo sobre muchas cosas de importancia variable y cuestionable; más aquellas palabras pronunciadas por una aguda voz de la puberta y articuladas por los propios e inocentes labios de la pequeña adolescente quien actuaba como su clienta fueron capaces de regresar su perdida conciencia de vuelta a la realidad.
Al parecer, la misma quién se había mencionado, recibió una llamada de aparente urgencia por quien vendría a ser identificable como su madre -tan evidente como podía llegar a ser tal conclusión dadas las palabras que la joven de cabellos marrones dio como respuesta. No podía decir que estaba impresionado o estupefacto. Dada la hora y el uniforme ya había concluido que la joven o bien no había podido llegar a tiempo a sus clases y había buscado como consecuencia algún lugar como refugio donde pasar el tiempo sin fastidio o decaimiento hasta que la campana que indicaba la salida resonara señalando con ello la apertura de sus puertas hacia la libertad y el libre albedrío; o bien la misma simplemente no tenía razones más noble que la falta de deseo por asistir a la que posiblemente era la única institución educativa en toda la ciudad.
Sea cual haya sido la razón, él sabía que tales eventos que acontecían no eran de su incumbencia; que como ajeno y tercero no tenía ningún derecho y mucho menos deber de interferir en una discusión entre miembros de la misma parentela. Y sin embargo, a pesar de tener bien arraigado la convicción de la no interferencia, cuando ya había notado la posible estupidez de sus actos, cualquier posibilidad de retroceder  y detener su intromisión quizás no bienvenida ya iba a ser demasiado tardía, pues se encontraba a unos pocos centímetros de la pequeña de hebras parduzcas. Con un sencillo pero conocido ademán, el joven camarero pidió a su clienta que le cediera por unos instantes el aparato móvil que ella utilizaba. Cubriendo los auriculares con el considerable tamaño de sus manos, el joven procedió calmar los ánimos de la joven con lo que el denominaría un intento de consuelo– Descuida, déjame encargarme de esto– Sonrió levemente, mientras recibía el aparato de manos de la niña. No demoró en colocar el aparato móvil a la altura de su rostro –más específicamente, su oído derecho. El joven procedió a modular con calma y cordura la tonalidad de su voz, conocida por ser decidida pero suave y delicada a la vez, para darle un tono mucho más adulto del que ya poseía.
 
-      Buenos Días a usted, me encuentro hablando con la madre de la Señorita … -
Pauso por unos minutos para dirigirle la mirada a la joven de hebras castañas en señal de petición por su nombre, quién no tardó en cumplir con el recado al ofrecerle su nombre completo.


-      … Rena Ryuugu, verdad? Solo quería pedirle disculpase a la joven por su inasistencia al Colegio principal de la Ciudad. Comprendo a la perfección que la ausencia de la joven representa una falta mayor a sus deberes como estudiante, pero no puedo dejar que ella tenga que sufrir con tal carga cuando la única razón por la cual ella fue en contra del reglamento de su Institución fue por una simple tardanza. Tardanza que yo debo asumir fue por culpa de un descuido mío. Yo iba caminando por las calles que rondan a la institución cargando documentos de importancia en mano, cuando uno de esos horrendos y repentinos vientos apareció. Mis documentos salieron volando y por fortuna mía no se alejaron demasiado del lugar. La joven Rena me vio en plena persecución por mis documentos con anhelo y cierta exasperación, por lo que en mi situación de socorro no demoró en prestarme su ayuda. Y si bien es cierto que gracias a su acción desinteresada fui capaz de recuperar mis archivos, el tiempo había pasado volando sin que nos diéramos cuenta. El portero del lugar impidió que entrara sin importarle siquiera que la tardanza fuera mínima; de apenas 1 minutos.-
Se detuvo por unos segundos; intentando recobrar el aíre que había gastado en su articulación continua y cuasi-pausada , para luego continuar con la misma serenidad de hace unos pocos segundos atrás.
-      En todo caso creo debería presentarme, soy el heredero de la influyente Casa Himura; el hijo “primogénito” de su aún dueño y gerente “Himura Ryuuga”. Puede llamarme por mi nombre “Himura Ryuuki”, documento de identificación número 722313109. Ahora mismo me encuentro con la pequeña Rena, intentando que la misma logre entrar a la Institución para que su ausencia le sea perdonada. Solo espero no sea muy dura con su pequeña; y si bien su ira es bien justificada, estoy seguro que una hermosa damisela como usted que fuese capaz de cría a tan dulce niña tiene una inmensa misericordia y compresión, verdad? – Añadió con cierta coquetería al final, si bien su tono de voz nunca salió de un margen formal y respetuoso. – Fue un gusto hablar con usted, y espero que continúe con su excelente trabajo criando a ciudadanos educados y altruistas-

Al terminar sus palabras, el joven Himura procedió a retornar el aparato a su clienta, con un guiño final al final de la acción.
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Mensaje por Diana S. Bennet Miér Jun 04, 2014 1:12 am

Era increíble como de un momento a otro la buena mañana y el buen sabor de los brownies, con una sola llamada, me supieran a amargo. Aun escuchando la voz de mi mamá que, aunque la quiera mucho, en estos momentos desastrozos nunca es grato ni siquiera saber que existe; solo me limitaba a escuchar y callar, no tenía el derecho de reclamar nada a sabiendas que yo tengo la culpa de lo sucedido; sin embargo, no me esperaba que alguien se posara a mi lado justo cuando la discusión aún no había terminado, al notar que Lopmon se volvió a poner en su ''posición de peluche'' pude imaginarme de quien se trataba aún antes de posar mis ojos sobre la alta figura del mesero. Extendió su mano hacia mi, al principio no sabía para que se trataba, pero al recordar ese tipo de ademán la duda no me duró por mucho tiempo, y aunque no sabía si cederle mi celular a un desconocido justo en medio de una vergonzosa llamada, negarle algo a él me parecía algo muy dificil.

Con mi mano aún algo temblorina por la duda terminé dandole el celular sin hacer sonido alguno, no sabía que haría, esperaba y rogaba porque no tuviera el descaro de colgarle a mi mamá en medio de una discusión, si ahora ella se encontraba furiosa no puedo imaginarmela después de recibir un corte de esa forma, pero las intenciones del mesero no eran esas y él mismo me lo confirmó con sus palabras, no sin antes cubrir el celular para que mi madre no escuchara. Mis ojos se encontraban fijos en el chico de cabello morado, quien con un tono calmado y digno de un miembro de la realeza, usando palabras y terminos ''de otro mundo'' era capaz de bajar el tono de voz de mi mamá, ¿Cómo lo sé? Bueno, el volumen de mi celular era un tanto alto, y aunque desde mi distancia no pueda alcanzar a entender lo que ella decía, si era capaz de escuchar perfectamente su voz y el tono de este- El es... ¿Mágico? -No lo sabía, pero sus palabras hechizaban, no solo era capaz de calmar la furia de mi madre quien es de las personas a las que mas temo, sino tambien que incluso a mi me hacía sentir algo conmovida con las palabras de halago que decía de mi persona aunque todo ese relato se lo hubiese inventado él.

Cuando la discusión concluyó, se despidió cordialmente de ella y colgó, entregandome el celular mientras me hacía un guiño; ante tal gesto mis mejillas se tiñeron de rojo levemente, a Lopmon le escurrió una gota de sudor mientras presenciaba la escena sin salir de su actuación en ningún momento- E-Eso fue... No debió haberse molestado -me encogí de hombros, desviando la mirada un poco hacia el suelo, al volverla a alzar exclamó- Aunque ¡De verdad, de verdad, te agradezco el que me hayas ayudado! No sé como podría pagartelo. De nuevo gracias.... esto... ¿Puedo saber como te llamas? -después de preguntar esto reaccioné y miré hacia el resto del restaurante, seguido de ver las sillas que quedaban libres: Dos- No tienes mas trabajo aún, ¿Verdad? Si quieres puedes sentarte -le sonreí, me imagino que debe ser cansado estar tanto tiempo de pie y sin hablar con nadie habiendo alguien presente.
Diana S. Bennet

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Tamer & Digimon
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Prueba de Rol :
A

Digi Puntos :
109

Ficha :
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Nivel On Rol :
Champion

Rango y Unidad Digi Aliado :


Inventario :
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