Olas que van y vienen [priv. Alanna]

- Entiendo- respondió Alanna aun abrazada al peluche... no, peluche no, digimon,- es decir, esté móvil, perdón, digivice, me permite vincularme con un digimon en forma de espíritu y transformarme en ese digimon. ¿no?- Preguntó mirando esa cosa de color rosa y negro- ¿y decís que no es un sueño...?

Alanna dio un suspiro y miró el dispositivo, si eso era cierto había ciertos sucesos que comenzaban a encajar, y que, tal vez pudiera comentarle a la chica, ella parecía saber bastante sobre todo lo que estaba sucediendo. Miró el mar, y recordó por un instante esa voz suave que le había hablado una vez, esa noche tan extraña, y una luz que había salido del aparato diciendo "búscame"

- Búscame...- murmuró encerrada en sus pensamientos, y, poniéndose seria por primera vez desde que había llegado se giró a mirar a su amiga rubia.- Sigrum- la llamó por su nombre completo, como solo hacía cuando se ponía seria.- hace unos años, dos o tres, no recuerdo bien, cuando encontré esto tirado en el parque, lo llevé a casa y una voz salió de dentro, iluminando el dormitorio. Era la voz de una mujer, parecía triste, y sola, me asusté, pensé que... que era una broma o que me estaba volviendo loca, pero si lo que me has dicho es verdad, puede que sea un digimon... ¿puede que... que sea mi digiespirit?- preguntó preocupada.- si es así.... debo encontrarla, parecía tan triste... tan asustada... no puedo dejarla sola.... Ella... ella está esperándome, ¿verdad?- preguntó apretando el digivice en su mano.- Enséñame, parece que sabes mucho de este mundo, enséñame todo lo que deba saber para ayudar a esa chica.- pidió ella.

Dejando al pequeño dragoncito en el suelo se apartó el pelo de la cara, sentía que estaban mirándola, incluso el pájaro gordo que llevaba el chiringuito daba la impresión de haber cambiado su opinión sobre la joven. El mar comenzó a moverse, movido por el viento que soplaba con mayor fuerza en ese instante y movía la ropa y el pelo húmedo de Alanna, que, plantada frente a su amiga, esperaba el veredicto. Sabía que era torpe, que poco o nada entendía aun, que no tenía pruebas de que quien la hubiera llamado la esperase a ella, que si se metía en ese embrollo ya no habría modo de salir y que, posiblemente, acabase metida en algún lío, como le pasaba siempre, pero no le importaba, había decidido hacerlo, sentía que era necesario, que debía hacerlo, y que, si no lo hacía, de algún modo, se arrepentiría para siempre.

Alanna miró el digivice y asintió, no podían ayudarla, lo entendía, de todos modos, tenía claro que eso era cosa suya, a pesar de lo que pareciera, la chica era bastante orgullosa, y si se convencía de que tenía un trabajo que hacer, fuera lo que fuera, mientras pensara que era su responsabilidad, nunca, jamás, permitiría que otra persona tomase ese peso.

Al igual que lo hacía de ese modo en su trabajo, por mucho que no le convenciera una foto, por mucho que le costase de editar algo, nunca pedía ayuda, prefería pasarse horas delante del ordenador, días sin dormir, horas de tensión tras el objetivo de la cámara, a pedirle a alguien que hiciera su trabajo por ella. Su sentido de la responsabilidad y de la honra se lo impedía. Había llegado donde había llegado con esfuerzo, y eso era algo que aplicaba a todos los aspectos de su vida, las cosas se las tenía que ganar con esfuerzo, y esto no sería diferente.

Ensimismada como estaba, escuchó a Draco decir que olía algo raro, con ceño fruncido, volvió a la realidad y olisqueó el aire, ella no notaba nada, colgó su cámara en su cuello justo en el momento equivocado, pues Sigrun, de pronto, sin que la fotógrafa entendiera nada, se iluminó y, al apagarse la luz, se había cambiado de ropa. Un vestido azul y blanco con unas gruesas gafas ochenteras que le cubrían media cara dejaron a Alanna con ojos abiertos.

Se disponía a preguntar, cuando Sig la cortó, no había tiempo para explicaciones, la joven empezó a correr, y Alanna se quedó plantada unos instantes, aun incrédula, hasta que el dragoncín la llamo, "¿Qué si voy? Claro que voy, esto tengo que fotografiarlo" pensó al tiempo que asentía al pequeño.

- ¡Señor peluche de pelicano, volveré otro día a probar los cócteles!- gritó antes de salir corriendo tras su amiga preparando la cámara, esto no se lo perdía.

La alcanzó a la carrera, Alanna siempre había estado en forma, aunque su carrera pareciera fácil, no lo era, si fotografiaba exteriores, debía ir preparada para las inclemencias del tiempo, si fotografiaba animales, debía ser bastante rápida y sigilosa como para alcanzarlos, paciencia, suerte, resistencia, velocidad, esfuerzo y talento, esas eran las caves para ser una buena fotógrafa, y ella, mediante duros entrenamientos, en gimnasios, triatlones, carreras, y otros muchos lugares, se había esforzado por lograrlo, por eso no le había costado alcanzar a Sigrun, que había salido antes que ella, ahora solo le restaba mantener ese ritmo para seguir a su amiga, era ella quien sabía hacia donde se dirigían.

Llegó justo a tiempo para contemplar los sucesos en silencio, todo parecía tan peligroso... ¿y si un digimon se hería? es que acaso eso no importaba? Escuchó a Draco, que parecía asustado y vio a Sig aferrarse a su... ¿digivice, había dicho? ella, de forma inconsciente, imitó el movimiento, agarrando fuertemente el propio, aun sabiendo que ella no podía hacer nada, y que todo dependía de los digimons allí presentes.

Una giganesta serpiente marina de aspecto metálico salió de las aguas, salpicando todo lo que estaba cerca, con un tremendo rugido, tal vez, agresivo, tal vez liberador. Con ojos cmo platos, vio salir unas llamas de la mano de Sig, llamas que, después, comenzaron a rodear al digimon azul y blanco y, tras envolverlo, lo hicieron parecer alguien totalmente diferente, la chica, aun alucinando, tomó la cámara, y, sin mirar siquiera por el objetivo, clicó para hacer una foto, eso tenía que imortalizarlo.

Tras un momento de disputa, el digimon que parecía estar de su parte les ordenó que se marchasen, ¿irse? y dejarlo allí a él, ¿solo? ¿O a Sigrun? Ni hablar, ella no pensaba moverse. Frunció el ceño y ancló sus pies al suelo con fuerza. Miró hacia la pelea, ¿podría ayudar de alguna forma? Miró la cámara, si pudiera cegar al digimon que había salido del agua... podía, el flash de la cámara, era potente, y eso que estaba a su potencia mínima.

- Voy.- dijo pasando de largo a Sig y dejando atras a Draco mientras ajustaba el flash a máxima potencia.- Sig, dile a Ulforce que me levante con él.- gritó mientras avanzaba, para hacerse oir sobre el ruido de la pelea, si lo que planeaba funcionaba, por mucho que ella estuviera allí arriba, sería fácil vencer.- ¡Confía en mi!- pidió mientras seguía corriendo.

Alanna sin cesar su carrera hasta llegar a Ulforce, escuchó a Sigrun llamar a su digimon y pedirlo lo mismo que ella le había pedido a su amiga instantes antes. El digimon, sin entender lo que Alanna pretendía, le permitió elevarse junto a él. La fotografa sabía que el digimon estaba en lo cierto, no tenía un solo digiespirit, sabía que era peligroso, una completa locura, pero no era de las que se quedaban a ver pasar las cosas sin actuar, a pesar de lo que pudiera parecer por su profesión.

Mientras se elevaba, intentaba con todas sus fuerzas no caer sosteniendose con fuerza itentando no limitar los movimientos de Ulforce, cuando más o menos se sostuvo, logrando controlar su equilibrio a pesar de los bruscos movimientos que el digimon necesitaba para esquivar a esa especie de hidra, decidió contestar a su pregunta:

- Pretendo cegarlo.- susurró intentando convencerse a si mismamás que al digimon, sabiendo que, posiblemente fuera la mayor locura que la chica había hecho nunca, a demás de abandonar su casa. Alzandose sobre el hombro del digimon, viendo acercarse al dragón de frente, tomó la decisión, era el momento- No te muevas, deja que se acerque.- pidió conocedora del riesgo, tanto para el digimon, como para si misma, el golpe podría ser tremendo.- confia en mi.

Esperó paciente, y, cuando el bicho estuvo lo bastante cerca, a pocos centímetros de chocar, Alanna clicño el botón de la cámara, se escuchó un clic y un sonido de carga que, en a penas un segundo, un enorme flash salió del aparato, el monstruo retrocedió son un alarido de furia y, cegado, comenzó a moverse de forma herratica, haciendo eses, cambiando de dirección sin sentido alguno, la chica suspiró, lo había logrado, ya todo era cosa de Ulforce.

- Vamos a acabar con esto- le sonrió  aliviada y agradecida por la confianza mostrada.